You are on page 1of 21
-o~ Vv isiotco furor et rabies Violencia, conflicto y marginacién en la Edad Moderna Editores JOSEL FORTEA JUAN E. GELABERT ‘TOMAS A. MANTECON UC UNIVERSIDAD DE CANTABRIA 312 ria vivian en pueblos o barrios contiguos a la ciudad. En 1562, una morisca amada Angela fue contratada por el hostalero Joan Salazar, “del carrer dels Conills", con el fin de que elaborase bufuelos y a ello dedicaba su actividad hasta que por un lio de amores y robo fue provesada por el tribunal de la Go- bernacién. En 1609 cuando se lleva a cabo la expulsion de los moriscos, se constata que en la moreria sélo habfan quedado siete casas vacias. La historia de los marginados es, asi, una historia atin abierta ARV, Gohan, Caja 443,720. En 1562s en cana servey dell popasnt, pa Ft nol La generacién de 1391: conversion masiva y crisis de identidad? David Nirenber Universidad Jobn Hopkins de Baltimore El afio 1391 los eristianos que vivian en las tierras que ahora llamamos Espatia fueron testigos de un milagro de tal naturaleza que parecfa un presa- gio del Mesias. En ciudades y villas a lo largo de la Pentnsula tumultos de al~ borotadores atacaban a los judios, pero ese no era el milagro, El milagro con- sistia en el hecho de que aunque miles de judos perdieron su vida, muchos miles més fueron convertidos al cristianismo. Su conversién, un largo suetio de los cristianos espatioles que siempre les habia desesperados, ere un hecho ccuya naturaleza milagrosa estaba mas que clara. En la ciudad de Valencia, por «ejemplo, fueron tantos los judfos que pedian bautismo que el clero temié que~ darse sin crisma, Pero cuando los sacerdotes retomnaron a la faena despues de ‘cenar encontraron desbordantes las mismas vasijas que dejaran vactas, de este modo pudieron volver a su tarea. “Véase por s{ mismo”, escribia el consejo ur- bbano de Valencia al rey, "si estas cosas pueden tener una causa natural. No cre- emos que la tengzin, pues s6lo pueden ser obra del Todopoderoso” Sien la iltima década del siglo XIV estas conversiones (las mas masi- vas de la Edad Media) eran vistas como milagrosas,allé por los aftos sesenta "iad eliza poe Toms A. Manteca y eis por autor 2 Vee sta de milo en AMY (Archivo Miia de Valen), ene mini 3-5, £20 v 26 fecha en uli de 139 (inj Monto): Th eof Kio of aos Jrsaery, 1998, 0 11). La care exulpstoria, pesentand a muscle como un "ses dio” acompatid pil promyearos 314 del siglo XV eran consideradas como un desastre. Los conversos y sus descen- dientes eran ahora considerados malos cristianos, incluso se tema fueran ju~ dios clandestinos. Su judaismo secreto fue considerado tan generalizado y pe- ligroso como para justificar que emergiesen instituciones (como Ia Inquisi~ idn) para identificar este riesgo y proceder a su control y extixpacién’. Algu- nos fueron tan lejos que llegaron a interpretar que rasgos como la deshonesti- dad o la falta de sinceridad eran fruto de la propia naturaleza del judio. Bl Bautismo quiz no hubiera sido suficiente para cambiar el hecho de que la sangre hebrea estuviera corrompida por una mezela y envilecimiento milena- rio, indeleblemente saturado del odio de todo lo cristiano. Asi, un cédigo de pureza de sangre debia servir para apartar alos descendientes de los conversos de cualquier posicién de poder o privilegio y asentar el principio de que los “cristianos naturales” no debian entremezclarse matrimonialmente con ellos. Estas consideraciones sobre la conversiGn y la identidad del converso produjeron chorros de sangre y de tinta en la segunda mitad del siglo XV. El de tinta aiin fluye inagotable. Sin embargo, la magnitud de estas tiltimas reac- ciones se han solapado sobre las de las generaciones mas préximas a los pro- pios acontecimientos. ¢Cémo experimentaron las masacres y conversiones que presenciaron las generaciones de cristianos que venian de la época de 1391? fueron sus experiencias las mismas que tuvieron sus descendientes? de no ser asi gque pueden ensefiarnos esas percepciones diferentes sobre los ori- ‘genes del ‘problema converso”? Pocos pueden hoy discrepar de que el periodo posterior a 1430 estuvo caracterizado por un creciente debate y controversia sobre la religiosidad del converso y sobre la cada vez. mayor fosa que se abria entre cristianos nuevos y vigjos’. Es tentador, pero engaitoso, retrotraer el origen de estas tendencias a 1391. Sinceramente, lo que es mis chocante sobre esas fechas tempranas es el relativo desinterés social hacia la préctica religiosa del converso. Ciertamente, inguisidores y oficiales reales estuvieron interesados en delimitar las fronteras " Bluatad de Andis de Mien, qu advert os mone caticos bree pls dea ere te cere, ent ocean dete goo ee eC nas, "+ BLAlborjque” ofes un extent ejemplo sobre ets cuetioncs, Tatas de ong, BNM. (Gsioneca Nacional: Mae, nc 17367 Ver Lazar, M"Ant-Jewsh and atone ropagata. Co {aio ii Talo and bose er Las MS. Hale) Th Jus of Spain rd th xpi 192, Lancaster, 197, p. 153-236 La ofee una ei dl te baad en BNP (Bisa Nacional Pai, mn Ep 56, ie eT creer ie 315 de la fe. Sus intentos estin mejor documentados en la Corona de Aragén. En Morvedre, por ejemplo, los oficiales reales entraron en la juderia durante la Pascua de 1393 y multaron a los pocos conversos que encontraron participan- do en la pascha judabica con sus parientes. A pesar de todo, los oficiales esta~ ban mucho mas interesados en li apostasia que en los judaizantes y no equi paraban ambas nociones. Durante los reinados de Juan I (1387-1396) y su hermano Marti (1396-1410) un gran consenso domin6 la atencién de los oficiales para preve- nir que los conversos emigraran con sus riquezas patrimoniales al Norte de Africa musulman para poder retornar a la prictica abierta del judaismo. El interes aqui parece haber sido motivado mas por el posible empobrecimiento de la Corona que por la apostasfa del conversot. A la medida que encontra- ‘mos preocupacién por la judaizacisn del converso en este periodo temprano del problema, tendia a proyectarse la accién sobre los judfos y no sobre los conversos. El judio Jacob Fagan, por ejemplo, fue acusado de animar a su hijo converso para que emigrase al Norte de Africa y enviar matzab a los conver- sos de Sogorb. Los conversos que supuestamente recibian el mafzab, sin em= bargo, no eran demandados?. CCiertamente las autoridades cristianas se concemaban por la posibili- dad que los conversos mantuvieran sus viejas sensibilidades espirituales y li- ‘tirgicas. En 1400 el rey Marti decreté que la observancia conversa del Sab- bath judo o de cualquier fiesta judia seria sancionada con 100 sous. También propicis que los inquisidores se emplearan en la persecucién de esas pricti~ 5 Sob el auimiento dea etic anti-conner elas tit el igo KV ofrenco de em pls irs "El concep de rane pai medial” Edad Mada, Revi a His, 3(Pimaw= £9,200) pp 3960. “Hay am gra volun de dacumectacin fern sla emigrain. Sore le emigraci a Nore de ‘Ai ver Hic HZ Wty of the es of Noth Aen, 2 vo. Lien, 1974 198, pp. 84-388. Sabre emigrsin Tera Sat, Din BA wave fesgratin frm Spin wo the land f el fir the pecs of 1391 [en heel, Zion, 32,1967, p. 161-174 Hacke,JLiks betwen Spanish Jory and Destin, 1991-192'sen Caen, RI. Pisin and nin the Hay Land N.Y, 1985, pp. 14-125 7 ACA (Ashi dln Cora de Arg) C1906, F 64-66 (1d nage de 1998) (ai Rae F: Die Index in Chien Sarin, Helin 1929, vaya 41 incon, 168) Tabi Meyenon, Mz=The Je vs coma of Marve (1391-1493) en Th Ju of Spin ade Expion of 1292, 0p p.122- 13. Bn un eo sila sin embargo ey onde na itn coperar con elingssdor Bato Ga, “ue ett indngd sabre roma yonerre maine ue mantienen Ia cs eone en 08 dep ‘ao corazon” ACA, C, 1927, 1DL-ADLw (7 de Neem de 1393) (wd Vincke, J: Ze Voge ‘Spake Ingestion Boas, 1941, 0°14. 316 VIOLENCIA, CONFLICTOY MARGINACION EN LA EDAD MODERNA Lageneracn de 1891 comvrsn masa yrs idea ou cast, No obstante, tales preocupaciones del rey Marti no estaban tan extendi- das, Esto contrastaba notablemente con el incremento de la letania de quejas contra Jos conversos judaizantes en Ia década de los aii cincuenta del siglo XV, especialmente cuando consideramos el hecho de que en el iiltimo dece- nio del XIV los miles de conversos que se hicieron cristianos por la fuerza y sin catecismo ni doctrina, ciertamente sabfan muy poco sobre cémo debian practicar su nueva religién, En vez de enfocarse en las practicas religiosas del converso, o en las di~ ferencias entre cristaino viejo y nuevo, Ia generacién posterior a 1391 se esfor~ 26 en trazar una frontera aun mds fundamental: la frontera entre judo y cris- ‘iano. En 1393, por ejemplo, el rey Juan comunicé a las ciudades més impor- tantes del reno, informéndoles que habia llegado el punto de ser ya imposible para los “cristianos naturales” decir quién habia sido convertido al cristianis- ‘mo y quién era todavia judio, Por consiguiente, el rey les prohibié a los con- versos vivis, cenar 0 conversar con judios. A estos iiltimos se les hizo llevar distintivos aun més visibles en su ropa y portar gorros hebreos, de modo “que parezcan ser judios”, El rey finalizaba su misiva en el tono més entitico: “y Nos ordenamos y mandamos que si uno de estos dichos judios son hallados con una mujer cristiana en lugar sospechoso, con el propésito de tener copu- lacién carnal con ella, deban ser ambos quemados, sin merced™, Similares disposiciones fueron continuamente repetidas en la década siguiente. Ethecho de que no nos sorprenda la curiosa topografia social y religio- sa que surge de estos documentos es un sintoma del dominio sobre nuestra imaginacion historica que ejercen los acontecimientos posteriores, Estas ini- ACA, C2173 6118 (12 de agosto de 1400). En 1398 ery eb aloe fies ea ain do gue los converse we renin conju par ber cl Sabbath y qu "geaphimam feguena alge ‘ant, Orden que todos os ficial ayrn oe gure ad exispand eno predict ACA C 2229, £404 de brn de 198), "ACA, C.1964 #108 109 v (8 de gusto de 1383 ng Toon} [Bac 10456, p76 718)-Le qu puede compari con ACA, C, 200, 186157 (de epiembre de 1398} en qu tena eno que nos impuseandtinconeaconls sabe fos jus de Valencia, pst que ell yx pola et ‘Hkilnene reconciles Cpr son serpy que mar ease ore op les depot anda [ached (Mona, w 191 0s bie 308,252 9 295), Le carta de Tow el seo at bn junto con lv de Barcelona (ver Maal Marin, J-M. "La sf de a Sant Tia deo on ‘erot de Baths,” fra, 18,1958, pp. 72-77) y Gerona (ACA, C1960, 4, 120-12) Une eta int lara lade Miri fie fechas el 4 esl de 1396 (ACA,C. 191, 46-46 gud numeri, Ve += Riss) "Jo ycowmsre os sins dea corona de sain darn siglo Ven ba ui dea uk de Ege: Ceri pram Car de Calera Haney Sefer dl Ura de (Geille Monel, Tole, 193 p18, ciativas iban dirigidas no tanto contra las creencias ¢ identidad de los conver- 808, como contra la proximidad fisica y social entre judio y cristiano, una cer~ cania que amenazaba al proceso de identificacién y clasificacién religiosa Ademés, los riesgos de tal proximidad no se expresaban en términos de fideli- dad confesional o sinceridad de credo, sino en términos de una peligrosa inti- midad social y sexual. De nuevo, a diferencia del periodo poser a nuesta aqui tiene poco que ver con el control de la ortodoxia del converso. Toque se pretend cra una anplcin profltien a trv del aelanent yla segregacién, de la distancia fisicay social entre el cristiano y el judo. Hay una sutil pero profunda diferencia de tono entre esto y la opinién mis esencialista del posterior siglo XV. Esta diferencia de énfasis se puede amplificar aun mas mudando nuestra atencién de sus manifestaciones més burocriticas en la cancilleria regia a su mds sistemtica y estridente manifes~ tacidn en la predicacién de San Vicente Ferrer. El santo fue ef mas importan- te evangelizador de su tiempo y atin disponemos de buen mimero de sus ser~ ‘mones, Cientos de miles de personas le escucharon predicar a lo largo de st. vida, especialmente durante el mas dramaticamente exitoso periodo de su mi- sién, en 1411-1415. La influencia y abundancia de estos sermones hace de ellos la mejor informada fuente para entender las particularidades del proceso {que estamos estudiando, Por esa razén serin frecuentemente citados en ade- ante. En Iineas generales, os términos utilizados por Vicente Ferrer no difie~ ren sustancialmente de los que esgrimis veinte afios antes el rey Juan, como mencioné anteriormente, ‘Al igual que los reyes Juan y Marti, San Vicente lamentaba, a veces, que Jos conversos no habian sido edueados adecuadamente en el cristianismo. En 1413, por ejemplo, él exhort6 a la ciudad de Valencia a forzar la dispersion de muchos conversos cuyas casas fueron apifiadas en lajuderia. En una carta que anunciaba su conformidad, el gobierno municipal explicaba su razonamiento: “Ya que la experiencia, maestro de todas las cosus, ha demostrado que los nuevos cristianos que se convirtieron en la ciudad de Valencia alrededor de XXIII afios hace y fueron bautizados sin mucha informacién o instruccin en la fe Catica hhan recibida muy poca mejara en lareligidn cisiana y no estin bien informados sobre lo que deben cree para lograr su salvacién ¢, incluso, menos en las devocio nes yacciones dela dicha ley sagrada, y esto es porque por la mayor parte se tratan yy conversan ente ellos camo eiegos y ninguno sabe cBmo dar insruceidn al préji- 318 VIOLENCIA, CON! [OY MARGINACION EN LA EDAD MODERNA Una vez reinsertados en vecindarios de “naturales, vigjos cristianos”, esos conversos debieran tener ante si més ejemplos palpables del modo arre~ lado de vida cristiana®, Sin embargo, un tal énfasis sobre la religiosidad de los conversos era tan tara en los sermones de San Vicente Ferrer, como era en la documentaciin real de la época. Mucho mas a menudo él mismo proponia la marginacién del Judo que la integracién del converso. Quias la excepcidn valenciana guardase alguna relacién con el hecho de que no hubiera judios viviendo en esa ciudad } por lo tanto, tampoco modo alguno de subrayar la diferencia y segregacién entre cristianos y judlios. Y, al igual que el rey Juan hiciera dos décadas antes que Ferrer, San Vicente justificaba Ia segregacién, no con argumentos sobre la heterodoxia conversa, sino sefialando los peligros morales ligados a los exce- sos sexuales entre cristiano y judio. Desde huego, como teformador moral, San Vicente estaba alarmado ante las ofensas sexuales de todo tipo y siempre es- tuvo pendiente de frenar los apetitos sexuales que, de forma cada vez més ni- tida, se definfan como desviados. Ferrer se lamentaba de que los hombres ctistianos de su tiempo “quieren probarlo todo: gente musulmana y judia, ani- males, hombres con hombtes; no hay limite...”!. Sin embargo, le preocupaba ‘especialmente un fenémeno que él percibia era un auténtica explosion de in- _tercambio sexual entre cristianos y judios. La situacién era tan grave, como sugirié a un auditorio cristiano en 1412, “que muchos de cuantos son tenidos Por hijos de judios son realmente cristianos y viceversa"®, San Vicente volvié frecuentemente a esta tesis, pero el tema no perdié su potencia por la repeticién. En 1415 Ferrer expuso ante un auditorio zara- gozano que “muchos hombres cristianos ereen que sus esposas ¢ hijos son su- os propios, cuando en realidad son de [hombres y padres] musulmanes y ju- dios”, Silos ciudadanos no ponen freno a semejante desleales adulterios, pro- Aoge as autora rennoceontempeano le dfs que oda acon, aque ments di os ei nvr a opin de ser vecndsd E» Mlle, pr ejempl despues de ox ‘motos los converos ena Iam ane olay ee prguntba pein seu vendo ea so as ‘hd jer alga ots en scion einen: Ver Qpaadj ML" dec de cad de Ma ee ee eee 335 riodo que aqui nos concierne) sus asuntos econémicos estaban enmarafiados con los de personas que ain se vinculaban a sus anteriores comunidades de fe Gudios). ¥, por supuesto ellos tenfan parientes judios con quienes se comuni~ caban en montones de ocasiones. Algunos incluso tenian esposas judias con quienes ellos estaban legalmente casados®. Esta proximidad y trato minabs la radical distincin entre los dos grupos por lo tanto, desestabilizaba los fundamentos de prvilegio e identidad crstia- nna Fue esta desestabilizacién, este estrechamiento de la brecha entre cristianos y jualios, contra lo que los crstianos viejo reaccionaban cuando se quejaban de {que se hacia imposible distinguir entre un cristiano y un judo. Muchos conver- s0s percibfan este problema también. Cuando un pufiado de conversos zarago~ zzanos que vivian en la juderia evocaban las normas de segregacién con la espe~ zanza de lograr el desaiojo de sus numerosos vecinos judios ellos pretendian au~ ‘mentar la distancia de la que dependian muchos de sus nuevos privilegios como GFistianos. La misma légica motivaba su invasién, junto con otros cristianos, de la juderia. Cuando, en el curso de tal invasidn, el hijo de Jerénimo de Santa Fe acuchillaba a un judio, no estaba meramente mostrando el excesivo celo de un converso, Estaba manifestando su propia reivindicacién de un honor y privi- legjo cristiano bajo el lenguaje de su nueva religién®. si De nuevo, otra vez, el asunto fue sucintamente planteado por el propio San Vicente: “el cristiano que es vecino de un judo nunca ser un buen cristia- no®, Esa “vecindad”, continuaba, deshonra a Dios y expone a la sociedad cis- owes en 191", Balt de Real Adem de isoria,9,185, pp. 24-312 La mis cad porta haber rsubido temptnamente na acd ey Jun demand or aes no cor on juin" a eo ‘esac «present no ora eer en pile gran darpnate™. ACA, C1994, 6186 0-187, tad por RIE- RA, Juin yearn. 83, "© eros sobre ery ora ambighdades de etre ca mi "Mas conrenson and gs ‘metas Jow nd Chesansin eeth- Cent Spas, Ps an pr 173 ever 2002) Pp. Bt asunoeseatado en Vendel de Milis,P:“Br toro al confrnacin rel en Aragi, dt pragmatic de Benedicto XII” Sfrad20 (3960) pp 13. Menor dumitoamente peo igulmente iii Tien conduct 'dancndoa” de comveror como Gi Rola Neji que did con ex quese eva ‘inetd node de Tel pare geno tv tener contac eon jd Ver ACA, C. 2393, 02-102 (16 de mare de 1416) © ACA, 6.2289, 40 111111 (0 de omiombre de 145) “Dephientement hams meee exe como poco da paracn, etranter na dels jade ea cit de Cag cad ‘io Nuevo, sete Gere de Sancta Fe algunos otros converse ctnos ds algunas cxgusdasc Teer acetone, ie movida de dit jeri gran rumor endl, por qual cont loons dela Jpmase cui ler aot esac illo del ito masta Gendrino dio wae on di,” CE ACA, C2989, 110-110 112-112 (20 de ove de 1415). Shmlrsaontecnientos veo a= fren orae ciudad como Lai oO 336 VIOLENCIA, CONFLICTOY MARGINACION EN LA EDAD MODERNA, tana a los riesgos de hambruna, peste y otras manifestaciones de enojo divi- ‘no®. San Vicente y sus patrocinadores pretendian subrayar la necesaria distan- cia entte cristiano y judio de tres modos. Uno focalizado en la religiosidad de Jos conversos, pretendiendo que se integraran completamente en la sociedad de los eristianos vigjos y, por lo tanto, distancindose de la cultura judia, Los esfuerzos del concejo de Valencia para forzar a los conversos a dejar sus casas y trasladarse a los vecindarios de cristianos viejos tenia este fin, Una segunda es- ‘rategia era agudizar las fronteras entre todos los cristianos y judios a través de un definido programa de segregacién. La tercera posibilidad era la de climinar Ja antitesis tradicional enire cristiano y judio, a través de afontar el reto de ctistanizar (o exterminat) todo vestigio judio. La menos importante de estas tres opciones, si los testimonios que han llegado hasta nosotros son tan fiables como parecen, fue la primera alternativa, No fue con los conversos, sino con la segregacién de los judios y su eliminacion a través de la evangelizacién, lo que concemna ala generacién posterior a 1391. Los historiadores han estado tentados a considerar la segregacién (y el Jenguaje sexual que la justficaba) como un mero instrumento pata la evange- lizacién. Es ciertamente verdad que las onerosas desventajas impuestas por una completa segregacién, unido a un activo programa de debate y evangeli- zaciGn, propicié fuertes impetus para la conversién®, Sin embargo, no debe- ‘mos perder la referencia de la fuente de donde brotan ambas respuestas. Am bas procedian de la fértl imaginacién de una sociedad enfrentada por prime~ ra vez por la posibilidad de que las diferencias por las que se definia podrian desaparecer en la prictica. El milenarismo evangelizador de la época es un sintoma vital de este imaginario y su estudio puede alumbramos sobre la cri- sis de identidad que estoy describiendo. Pero la sexualidad cargada de segre- gacionismo que caracteriz6 al periodo es igualmente vital e instructiva m ‘Las paginas previas han tratado las ansiedades de una generacién, la del. cuarto de siglo que siguié a las conversiones masivas de 1391, y sobre las me- ung bo hit, gi 6 eh due’ BIC, 476 1.136 w 155) pro sp Pena pl utero op ot pp oN) me so nis ne an ten et, Fn esi pols dl jen fan Tn 141, lin porque fron psa a ales pee aa onde Fe ithosinfesscnere ala staf Bap 377 Tames Ren ope. 2 ° Lngenerctn de 1891 conversa rivera cde ent 337 tiforas sexuales a través de las que esas ansiedades se expresaron. Pero esto te- nia también implicaciones para la historia de las generaciones posteriores. Enfatizar los contrastes entre periodos nos ayudara a ver estas implicaciones. San Vicente y sus contemporaneos se concentraron sobre los peligros del cru- ce sexual para mantener Ia separacién entre los judios y los cristianos. No lo invocaron con el mero fin de subrayar la kinea entre cristianos viejos y nuevos, incluso aunque una distincién clara entre lo que pudiera denominarse cristia- nos “naturales” y conversos podria haber ayudado a presentar como menos amenazadora la proximidad entre judios y cristianos. Hlacia mediados de los - afos treinta del siglo XV un considerable niimero de gente pensaba que los ‘conversos y sus descendientes estaban de algiin modo infectados de herejia, cran esencialmente diferentes de (es decir, peor que) los cristianos “naturales”, y por lo tanto (entre otras cosas) no adecuados para el matrimonio con cris= tianos. Sin embargo, en los afios siguientes a las conversiones masivas de 1391 estos argumentos eran virtualmente desconocidos. Podemos encontrar unos pocos ejemplos documentados de intentos de discriminacién entonces. En 1392, Enrique III de Castilla eseribié al concejo y ciudadanos de Burgos ex- hortindoles que trataran a los conversos como a hermanos, con el derecho a todos los “privilegios, ibertades y derechos comunes” que ellos mismos dis- frutaban'S. Mas de veinte afios después, en 1414, San Vicente condenaba el gran pecado de aquellas mujeres cristianas que “desdefian a las judas que se han convertido al cristianismo y rehusan de su compafiia para ir ala Igles y aaquellos otros que no quieren dar [a los conversos] sus hijas€ hijos en ma- ‘rimonio, por haber sido una ver judios". San Vicente ung a estas mujeres no sélo a relacionarse con los conversos, sino también a casarse con ellos, pues eran “hermanos en Cristo”, Estos testimonios son interesantes pero también raras excepciones entre masas de documentos. Este tipo de quejas se exten- dicron rapidamente en la década de los treinta del siglo XY, pero eran ajenas a la larga generacién que mantenia las secuales de las masacres de 1391. El contraste es significativo. Sugiere que las sociedades ibéricas de ta Edad Media fueron mas complejas de lo que los historiadores generalmente ‘muestran, y que tenfan variadas maneras de idear las consecuencias de las con- ‘Qe ns devs mat [lo conera] a como hemano deven gra de wists prior berade elenor noe contre, Mite Fee, Es Laide Csi top de Berge IE Dapvom 139, Valdas, 1998, p85. Parma ):*Ele que cmon." typ. 257-259, I. 230-2455, Compra ao epic por San Vcete (Quan, 157, timo pra) 338 \VIOLENCIA, CONFLICTO Y MARGINACION EN LA EDAD MODE versiones de masas. La judaizacién de los conversos fue slo una de estas y du- rante mas de un cuarto de siglo no una significativa. Claramente, entonces, la segregacién de los conversos in el mediado y tardio siglo XV no puede ser ex- plicada s6lo atendiendo @ las permanencias. Contrariamente a cémo suele en- tenderse, los movimientos anticonverso de mediados de siglo no fueron el franco ¢ ineludible efecto de las més tempranas discriminaciones e identi- dades. No fueron el resultado de el judaismo irreductible de los conversos, del inreduetible antisemitismo de los crstianos viejos, ni de algiin ineludible pro~ ceso por el que las sociedades siempre recrean su fundamentalista “otro”. En lugar de eso, estas discriminaciones e identidades mis tardias representan un cambio radical de la autoconsciencia anterior de la generacién cristiana del 1391. Este cambio requiere explicacién. No pretendo dar tal explicacién aqui, ppero espero aber demostrado que una es necesaria. Que no es una meta tan ‘modesta como podria parecer. Errando como hacemos por un paisaje histocico inexorablemente pleno de crueldad humana, tendemos a olvidar que el odio también tiene una historia, que la persecucién y diseriminacién no son simple- mente el resultado de inercias, sino que requieren reconstruccién a manos de cada generacién. Es esta una conclusin algo deprimente, si, pero también cexaltante, pues offece el dinico consuelo que puede dispensar la historia: el con- suelo que, por mal que salieron las cosas, podrian haber salido de otra manera, La cultura de los marginados en la Europa de la época Moderna: E Sa EHESS. Parts El Gompendio de algunas experiencias en los ministeris de que usa la Com- parita de Jess... redactado por el jesuita Pedro de Le6n es, como sabemos, un documento fundamental para cuantos se interesen por conocer el mundo de Jos marginados de la época Moderna. A este respecto, el capellan de la prisién real de Sevilla no escatima detalles sobre la vida de la poblacién carcelaria. De este documento recordaremos algunos pasajes en los que se deseribe la forma como se celebraban las principales fechas del calendario litirgico?. En la cércel existia una cofradia que organizaba una procesisn el dia de Viernes Santo en la que participaban muchos prisioneros que acataban pun- tualmente la disciplina procesional. El especticulo era tan impresionante que muchos sevillanos acudian a verlo’. Un 24 de junio, festividad de San Juan, cuarenta prisioneros lograron escapar a través de un tiinel que habian cons- ‘ruido pacientemente y que conducia hasta la calle. Los detenidos habian or- ganizado un juego de ianzas con seis equipos de ocho jugadores cada uno que también atrajo un numeroso piiblico. El alcaide de la circel ordené que se ce- rraran todas las salidas para impedir cualquier movimiento y poder disfrutar del especticulo con mayor tranquilidad. Los prisionetos iban cubiertos con li- “iad del ines ore Gabinete de Teac Babel (Santander por cl ao 2 Lan, Peto de: Cede y miner on Anata tetimoie dea ener ir (1578-1618 (8) Peo Herers Pag, Grated 981 "i p28 y 38 340 YIOLENCIA, CONFLICTO Y MARGINACION EN: breas de papel de colores y Ilevaban escudos también de papel. Los caballos ran viejos y poco briosos. Para la circunstancia se habian quitado las cadenas &1los hombres més peligrosos. Desfilando de dos en dos, casi todos los juga- dores consiguieron desaparecer teanguilamente, De estos acontecimientos cabe destacar en primer lugar el aspecto or dinario, por no decir convenciona, de las manifestaciones. Los prisioneros son los protagonistas de una procesién complementaria de Semana Santa que presenta las mismas caracteristicas que las dems. A pesar de que el marco re- ligioso del entorno carcelatio, atendido por pastores y lacos, no es ajeno a ese tipo de actos, no es posible dudar de la sincera devocin de los participantes. La representacién de la festividad de San Juan tampoco es ninguna novedad. Los presos reproducen el escenario observado en las plazas piiblicas como si <>~ les costara trabajo imaginar uno distinto, Sin embargo, en el itimo episodio narrado aparecen dos diferencias considerables. La iniciativa de una celebra- cién excepcional surge de los prisioneros sin que dicha medida parezca nada incongruente, Por otra parte, el sainete de San Juan no era en modo alguno tuna copia exacta de los juegos ecuestres de los nobles. Sus autores mostraron tuna voluntad de cambio y al mismo tiempo un deseo de burlar que dejé un sabor amargo en las autoridades. Por otra parte, no podemos sino asombrarnos de la ingenuidad del alcai~ de si tenemos en cuenta que la burla era un recurso habitual de los presos. Pe- dro de Le6n insiste repetidas veces en la prictica frecuente de los simulacros de eecucién por ahorcamiento que, llegado el caso, pueden acabar mal. Esta ironia virulenta y desesperada que es una de las manifestaciones privlegiadas del medio de la criminalidad nos obliga a calcular la enorme dificultad con la que nos topamos al intentur delimitar la cultura de los marginados. Exist una cultura propia del mundo de los manginados del Antiguo Régimen que se ha- bria desarrollado independientemente de a cultura de la sociedad mayoritaria, o bien se fimita a tomar de ésta algunos elementos para claborar sobre un mo~ do especifco lo que Bronislaw Geremek daba en llamar una subcultura, 0 in~ cluso se ha intentado deliberadamente en un momento o en otro construir una cultura de oposicion que habria entonces que llamar contra-cultura?S En tltimo 4 i p28, 5 Genemel, Bs Lt marinas prises aux XUEct XY sity Pi 1976 il Cimino ds pupae: i age Tae des Temps Modere'sen Reed Hie moter tion tomo XXL 1974, pp. 397-975 3a atcha dali nigel cle Map ges Maen ugar, aunque no por ello sea és la cuestién menos importante, podemos ad- mir la exstencia de una tnica cultura comin a todos os marginados? ‘Veamos algunos ejemplos, En la Edad Media los Goliards eran clérigos o estudiantes de costumbres depravadas que eseribian poesias latinas a menu- do parédicas,satiricas y erdticas. Cantaban al vino, al juego o al amor libre, por lo que acabaron suscitando los recelos de la Tglesia. Su cultura era pues original y no tenia nada en comin con la de los bajos fondos de su época. Sin embargo, aunque en muchos aspectos esta cultura subversiva hace las veces de contra-cultura, los gofiards nunca formaron un medio coherente desde el pun to de vista sociolégico sino que muchos de ellos se acogieron a la proteccién de un principe o de obispos o trataron incluso de obtener prebendas’, Los gi- tanos legados a Europa occidental en el siglo XV representan sin duda el tipo ‘mis extremo de una marginalidad reivindicada y cuidada. Gracias a una en= dogamia muy arraigada y al uso de una lengua propia que ya intrigara al ge grafo Sebastien Munster en el siglo XVI, lograron mantener su coherencia durante toda In época moderna negandose a adoptar la cultura sedentaria, Sin embargo, se veian obligados a realizar intercambios con ls gear por lo que los gitanos, como indica Munster, hablaban perfectamente el alemén en Ale- mania, el italiano en Ttalia, el francés en Francia e incluso podemos afadir el castellano en Espafia’. Ademas, en los sigios XVI y XVII se beneficiaron un ‘poco por todas partes de los favores de los nobles, en Anjou, en Auvernia o en ‘Andalucia. ‘Asi vemos eémo en todas las épocas las culturas de los marginados fue~ i tuys nsiderara na- ‘on plurales pero ninguna constituyé un grupo étnico que se consi turalmente aislado de la sociedad y el mundo de Europa Occidental. O bien se trataba de culturas legadas de tierras lejanas y que fueron preservadas en Ia medida de lo posible, como en el caso de los gitanos, o bien eran culturas construidas partir de elementos de la cultura dominante pero claborados hasta el punto de subvertirlos. Las apropiaciones y las imitaciones entre cul- turas son siempre fundamentales. : Para comprender los elementos de las culturas de marginados mas ex- tendidas, es conveniente prestar antes atencién a los lugares frecuentados vo~ Seis) -Cs iin smn Le mm inn a Un Cl Rags Cs ser yeas Ree Pe 197 pp UHH — ie de Pale tiga des ane Pts, Pa 1619 aD 342 VIOLENCIA, CONFLICTO ¥ MARGINACION EN LAE DMODERNA luntatia o involuntariamente por la poblacién marginal, lugares donde se cons truyen y se transmiten las sefas de pertenencia y el saber. Victor Hugo ofrece cn Nuestra Seora de Paris una descripcién estremecedora del Patio de lor Mila _gros situado en las proximidades de la puerta de Saint-Denis. Sin embargo, el cscritor traslada a la época medieval una realidad que data de finales del siglo “XVI y de la primera mitad del siglo XVII. Formaban el decorado una gran pla- ‘ay una larga callejuela a la que se llegaba, como comenta Bronislaw Geremek, “por un dédalo de callejuelas malolientes y Mlenas de barro". El Paris de Luis XITTy de Luis XIV contaba con al menos una decena de lugares de tales carac~ teristicas. Aparte de esos bartios en los que residfan, los marginados frecuenta~ ban las orillas del Sena y los cementerios o los espacios abiertos cercanos a las ‘utallas. En Sevilla la situacién era semejante y los mendigos se reunian en EI Arenal situado entre las muralla y el Guadalquivir 0 en el campo de La Tabla da, espacio que se encuentra al Norte de la ciudad y que servia como campo de batalla en el que las bandas rivales se enfrentaban con total impunidac?. ‘A estos lugares abiertos cabe afiadir los establecimientos en los que se reunian numerosos marginados. Los albergues y las tabernas eran uno de los ‘marcos privilegiados para los intescambios, la informacién, el placer y el jue- go", Era abi donde se tramaban muchos golpes y donde se producian nume- 10508 incidentes provocados por el consumo de alcohol. Tomas Mantecén ci- ta pasajes de escritos o de sermones que advierten a los feles de los peligros de las tabernas, «casas de destemplanza y gla". Y los autos sinodales subra~ ryan con bastante frecuencia los numerosos peligros que acechan en bodego- nes y tabernas!, De hecho, més de una sigue teniendo mala fama en la época ‘moderna, como la taberna E/ Aguila, cerca de la puerta de Triana en Sevilla, 0 las de los alrededores del Coria alas que solia acudir el decano del cabildo de la catedral Alonso Ferniindez de Herena a finales del siglo XVI, * Geom Bas marino. p98 Chat Re eer Pai 1982p. 9798 9 ncn "at ane rl XVle len Lal (i) Sil ig le tin Baron 92,99 3-86 2 phrenic Es Vik cil one Anda madre ig XV XVID, Freee npn ons Se 199.7 mT Monecon Mol TA: Cepia y inact mie Conta ati Rag en Sei 997, p39 Bara Die Dimi y inne ct ana rin de dnt Mali Maer sii 18, 1 Rogue Sth, A: Here nadine ie a spa define igo XM Leis, 09h Lescleura de los marinas n a Barop de a ca Mader 343 La prisiOn era otro de los lugares de confluencia fundamentales de to- os los grupos marginales. Bn ella se encerraba durante un periodo mas o ‘menos largo a criminales, vagabundos, jugadores y simples pobres incapaces de pagar sus deudas. Todos estos grupos se mezclaban casi siempre en la pro- miscuidad més absoluta, a pesar de que en los establecimientos mis grandes como la cércel real de Sevilla existian secciones separadas por rejas. La circu lacién dentro del espacio carcelario era intensa ya que a los desplazamientos de los prisioneros que no estaban encadenados ni encerrados se afiadia la agi- tacién provocada por los visitantes™, La prisién es potencialmente una escue- la del erimen para todos los que se encuentran en ella en un estado de indi- gencia moral y/o materials Los hospicios y los hospitales eran también centros de acogida para los grupos marginales. Esto era particularmente cierto en los hospitales de la or- den de San Juan Dios. En ellos se admitia a todo el mundo y las divistones in- ternas eran de las més limitadas. Se separaba a los hombres de las mujeres y se repartiaa los pacientes en tres grandes categorfas en funcidn de la naturaieza de los males de los que estaban aquejados: incurables, calenturas, lagas. Los registros de ingreso de los distintos establecimientos ofrecen gran niimero de detalles y subrayan dos rasgos comunes a la mayoria de los enfermos, la po- breza y ia movilidad, rasgos que son el destino de tantos y tantos marginales, Los libros de la segunda mitad del siglo XVI conservados en Granada revelan la presencia de muchos franceses y portugueses, de italianos, de berberiscos, de flamencos e incluso de un polaco y un armenio que se codeaban con gentes pprocedentes de todos los rincones de Espaiia"’. Entre 1589 y 1591 los grana- dinos no sumaban mas que el 14,7 % de las admisiones hospitalarias. La des- ctipcién de las ropas y los comentarios relativos a la identidad son testimonio de una miseria absoluta. Como el caso, por ejemplo, de Maria del Ciso,solte- ray originaria del municipio alpujarrefio de Mecina de Bombardn, de padees desconocidos, cuya tinica posesin era “una saya frailesca demediada, un sa- yuelo colorado viejo y un manto de anascote demediado"”, Para muchos ™ Copere ML: *Ctiminlide y cpa arclro en un is del ago régimes cel a de Sova les del sig KVT, iti Sail, 1990, p 105-12 "Sarin L: Op. cpp 87 1 Archi dea Casa de os Piss (Grand), Hos de ingress de enfrmos en lost de San Juande Dios de Granada 1 (1566-1567), 0° 2 (1576-1578) (0589 159), bid a 5,6 136 34 , CONFLICTO Y MARGINACION EIN LA EDAD MODERNA, otros compaeros de infortunio, ni siquiera se enumeran las prendas, y que el cscribano se limitaba a anotar que el hatillo era lastimoso: “hato de poco va~ Jor’, “malaventura”, “mucha miseria”.. Todo hace pensar que la gran mayoria de estos desgraciados habian salido pronto en buscar mejor fortuna lejos de st lugar de nacimiento, Muchos de ellos eran adolescentes, Encontramos a las mismas personas que evolucionan por los distintos lugares de la marginalidad. Por ejemplo, en septiembre de 1566 lleg6 al hospi- tal San Juan de Dios de Granada Maria de Morales, de cuarenta afios origina ria de Andijar y casada con un vendedor de odres. Esta mujer que se sabia cer- «cade la muerte establece la lista de sus ropas cuyo valor ascenderia a seis duca- dos's, Sin embargo los bienes fueron depositados en la casa del “padre de Ia ca sa publica’, lo que significa que Maria era probablemente una prostituta. En marzo de 1577 llegé de la prisién un joven francés de diecinueve afios que mu- 16 dos dias después de ser ingresado. La interdependencia de los hombres y de Jos lugares donde guarecerse no escapy al licenciado Francisco Portas de la Ca ‘mara quien en un memorial enviado en 1601 al arzobispo de Sevilla resume: “Lo que mis en Sevilla ay son forgantes, mancebados, testigo fleos, jugadores, rufanes,assinos, logreros,regatones, vagabundos que viven del milagro de Ma~ hhoma sélo de lo que juega y roba en las casas de bilhin y en las tablas de juego y 3.000 de rameras,y ay hombres que con dos mesas quebradas y ses sills viejas les vale eadaafio 4.000 dscados"™ Asi vers cémo los marginados que rondaban por las ciudades de Eu- ropa occidental, a pesar de proceder de horizontes muy lejanos, frecuentaban los mismos lugares en Jos que se reconocian entre ellos y llegaron a forjar una cultura marginal dominante cuyas principales expresiones se pueden encon- tar de Lisboa a Colonia y de Palermo a Londres. El individuo perteneciente a un grupo marginado se distinguia a me- rnudo por las sefiales que llevan en el cuerpo. Aurelia Martin Casares recuerda que entre los esclavos originarios de Africa las marcas eran frecuentes. Los negros del mundo subsahariano solian llevar dibujos geométricos, rayas y puntos, en el rostro, Los magrebies lucian tatuajes en la frente, la barbilla o el "ia " Memorial sobcel mal bien ya carpi de astern aque lad, presenta po Je ‘n-Pr Bia (Figur je, tad vimana od cree Espagne PTV Mai 1987,» 2), Espagne AVERY wide, [Lncaltura de lo narpnadon la Europ de a ce Moderna aus pecho®. Muchos otros individuos, marginados o amenazados por la margina- lidad, también se hacian tatuar. Por otra parte, en la documentacién se habla de la prictica extendida de la tonsura en los medios criminales. De esa mane- 12 los delincuentes esperaban, en caso de ser arrestados, ser juzgados por un tribunal eclesistico, normalmente menos severo que los tribunales civiles En tiltimo lugar, parece que la prictica del piercing, anillo 0 pendiente, cera un elemento perteneciente a la identidad que reivindicaban ciertos grupos ‘marginale, al menos en los primeros afios de los Tiempos Modernos. En una sociedad en la que Ia mutilacién del cuerpo era considerada como una ofensa ‘a Dios, lucir ese tipo de adornos era todo un desaffo. A menos que sirvieran ;para sefalar la infamia atribuida a una funcién. De hecho, en el Cristo con la cruz. a cuestas de JérOme Bosch los personajes que aparecen con el rostro agu- jereado ~una comadrona incrédula, un viejo librico, infieles, negros ¢ incluso los cuatro verdugos que acompafan al condenado- se sitian todos, voluntaria, 6 involuntariamente, en el mundo de la marginalidad. No obstante, observa- ‘mos una evolucién que surge en el siglo XVI. A pesar de que el anillo que atraviesa una parte del cuerpo se haya mantenido como un atributo de los grupos o de los individuos que viven al margen de la sociedad, el pendiente no tard6 en dejar de ser considerado como una sefial de mutilacién. El rey de Francia Enrique III evaba pendientes®. Pero hay muchas otras marcas que facron impuestas. Muchos esclavos fueron sometidos a la prueba del hierro al rojo vivo en el rostro para indicar ‘con toda claridad su condicién. La marca mis extendida era la de una S se- iuida de un clavo, pero la imaginacién de los maestros en la materia era des- bordante e iba desde flores de lis hasta el nombre completo del propietario* Por iltimo, la legislacién disponia la condena @ marcas infamantes para dis- tintas categorias de poblacién, En la Inglaterra de comienzos de siglo XVI se ‘marcaba a los vagabundos con la letra V», En esa misma época, los mendigos 2% Caras La led me Grenada sigh XVI,Gean, 200, 30-39. 21 Gere B Lemna. 0c 9-88 2 Bates): "ELpienigea asi une hist’ en Ltn? 259, 2001, pp.24-25 » termes Marin, Li Comune, aor y marron Fa sigs XYLy XV, Villas, 198, pp. 24015, Sell As“sHera en el onto con ona 5 yon cao: homne-aninal das Espasne Se XVCXVIe ick en Piura de Pave on Moen de an nde made, ene Bes, Pah 196, pp. A718, 4 Geremek Bi “einai, vgaondage”, cit 309; Redondo, A: "Mutilation targus cocporses nfs nea Catilleda XVle tl en Rondo Ae} eco onsite apage des Whee AVM ies, Pain 190, p11. 346 \VIOLENCIA, CONFLICTOY MARGINACION EN LA EDAD MODERNA Lxcltra de los margnndon en a Bar de ca Madera 347 en Rouen tenfan que levar una cruz amarilla en la manga y en Anvers una placa de cobre con el nombre de Jestis y la flor de lis. Se castigaba a los ladro- nes cortindoles I oreja. La primera pragmatica promulgada en contra de los gitanos en 1499 castigaba con la mutilacién de la oreja la reincidencia al ne~ garse a adoptar un estado sedentario®: Por tiltimo estaban todas ls sefiales de la vida diaria, mucho mas abun- RodeigceStchen, A: Op tp. 120 349 eos marginadon en la Earopa dee és Madera de todos los medios sociales acudian a casa del dean del cabildo de lacatedtal, a. casa del arcipreste Lorenzo Mejia 0 a casa del parroco de la parroquia de Santiago para apostar grandes sumas al juego del uel o al de la éapada que junto con la primera eran las modalidades més habituales del juego de cartas. En la primera, Ia figura (por ejemplo el rey) cra la carta de menor valor. Por mucho que la ley tratara de huchar contra las nefastas consecuencias del juego, como el Fuero Nuevo de Vizcaya en 1526, no consigue pararlas. En el inte- rior de la prisin real de Sevilla los prisioneros se daban al juego apasionada- ‘mente, lo que suponia una gran decepcién para Pedro de Ledn “aunque més desnudos estén y sin camisa y sin alguna se les dé de limosna luego la prego ran y venden para jugar”. oe eee baile. Asi vemos cémo en Coria llenaba gran parte de las noches de desenfre- rno de las que hablaban los testigos interrogados por el obispo. La principal protagonista era Inés La Bailarina que practicaba la zarabanda, baie califica- do en el documento como deshonesto, Este adjetivo aparece varias veces en las obras de los moralistas de la época. El jesuita Juan de Mariana veia en fa zara- anda un peligro considerable “entre otras invenciones ha salido en estos afios tun baile y cantar tan lascivo en las palabras, tan feo en los meneos, que basta, para pegar fuego atin en las personas muy honestas."™" Algunas décadas més tarde Martin de Roa, cronista de la provincia jesuita de Bética hacia el mismo tipo de comentarios “los esclavos morenos entretenianse...en unas birbaras danzas que ellos llaman zambra el baile no muy honesto, la junta de varones y hembras ocasionada y peligrosa.”2* Ademas Roa designa, al igual que Maria- nna alos inventores de esta diversion, los negros, que practicaban asiduamen te miisica y danza ya fuera en la calle, ya en los locales de sus hermandades. Entre mediados del siglo XVI y mediados del XVII pasaron por Sevilla al menos veintitin grupos de baile animados por negros; por ejemplo el llamado “la batalla de Guinea” contaba con “ocho hombres y cuatro mujeres, y un tamboril y una guitarra, los cuatro con panderetas y sonajas y los otros cuatro Lesa, Pde Op ct 376, . Mata, J eT contre jugs por, BBKten de Autos epaoles 0, Madi 1950, 9.52, . 2 Maviana J det Td one ne pu, isin de Awees Bpaoes n° 50, Madi 1950 9.52 : 2 Rat Made: Hiri dela rosin d Ri, Bbsites Uveitis de Grama, Cap A, fa0v 348 \VIOLENCIA, CONFLICTOY MARGINACION EN LA EDAD MODERNA beittre ~presumido- y demander ~pedit) significa pedir limosna y arper le tai- is (cecorrer el monte), huir con habilidad. El maestro de los mendigos se co- ‘noce como el caésre ya prisin era el cartén o el carducho. El padre Pedro de Le- 46n, que alo largo de todos esos aftos ejerciendo como capellin de la carcel lle~ 26 a familiarizarse con ese vocabulario, nos indica que la muerte era el barato, la horca, morir de envin, recibir un golpe fatal de espada, morir de sfidn, as abernuras hechas para introducirse en una casa, guzpataras™, César Oudin en su famoso diccionario hispano-francés cuya primera edicién data de 1607, proporciona numerosos elementos de argot en Ia segunda edicidn de 1616. Garavo es un gancho, gandido es el necesitado, gargemilln, el cuerpo, garitén, Iahabitacion, gar, el lugar. Este vocabulario cuyo caricter especifico garanti- acl secreto ¢ identifica al iniciado tiene también una funcién préctica que tra- duce la abundancia de palabras del oficio (el robo, la limosna, el juego) y pone cde manifesto una actitud irdnica en lo que respecta a la precariedad. El juego es la principal actividad de los marginados, hasta el punto de convertirse en una preocupacién constante de las autoridades. Recordemos el ‘memorial que en 1601 el licenciado Francisco Porras de la Camara envis al arzobispo de Sevilla Fernando Nifio de Guevara en el que se mencionan mas de trescientas casas de juego en la ciudad del Guadalquivir. Porras insiste en el enorme éxito de las timbas, 0 casas de bilkin, Este tltimo término se deriva de Vithan, presunto inventor del juego de cartas en el siglo XVI, época en la que las cartas sustituyen a los dados sin que este juego llegue a desaparecer por completo. La ‘afureria medieval era el reino del juego de dados aunque mas adelante se convierte en el lugar del juego de cartas por excelencia®. EI mila- gro de Mahoma al que alude en su texto el licenciado Porras es precisamente el juego de cartas. La transicién de Tos dados a las eartas se produjo en los al- bores de los Tiempos Modernos y resulta significativo que de los 2.518 juga dores condenaclos en Valencia entre 1479 y 1518 la gran mayoria fueran juga- dores de dados, sobre todo practicantes del jock dela gresea®. Pero el éxito del juego de cartas se fue afirmando progresivamente. En la ciudad extremena de CCoria se jugaba a las cartas a finales del siglo XVI en las mesas de los eclesis- ticos locales que hacfan gala de un comportamiento escandaloso™. Individuos Lose, Pde Op sip. 308,314,528 2 Onan: Tro debs es ep fame. Eizo ein de Pass de 167. 2 Bleme,J. PQ, ot p28 yo © Perez Gla, Pi Lampe dele mle, cn, 1479-1518, Vieni, 992,99. 83 y RodetgceSinchen, A Op cit 9.130. rarginaclor onl Burp de I poe Moderna 349 de todos los mediios sociales acudian a casa del dean del cabildo dela catedral, casa del arcipreste Lorenzo Mejia 0 a casa del pérroco de la parroquia de Santiago para apostar grandes sumas al juego del eueleo 0 al de la tapada que junto con la primera eran las modalidades més habituales del juego de cartas. En la primera, la figura (por ejemplo el rey) era Ia carta de menor valor. Por ‘mucho que la ley tratara de luchar contra las nefastas consecuencias del juego, como el Fuero Nuevo de Vizcaya en 1526, no consigue pararlas®. En el inte- rior de la prisidn real de Sevilla los prisioneros se daban al juego apasionada- ‘mente, lo que suponia una gran decepcién para Pedro de Leén “aunque més desnudos estén y sin camisa y sin alguna se les dé de limosna luego Ia prego- nan y venden para jugar™. Otra actividad muy importante en el mundo de la marginalidad es el baile. Asi vemos cémo en Coria llenaba gran parte de las noches de desenfire- ro de las que hablaban los testigos interrogados por el obispo. La principal protagonista era Inés La Bailarina que practicaba la zarabanda, baie califica- do en el documento como desoneste, Este adjetivo aparece varias veces en las obras de los moralistas de Ia época. El jesuita Juan de Mariana veia en la zara ‘anda un peligro considerable “entre otras invenciones ha salido en estos afios, un baile y cantar tan lascivo en las palabras, tan feo en los meneos, que basta, para pegar fuego atin en las personas muy honestas.""” Algunas décadas més tarde Martin de Roa, cronista de la provincia jesuita de Bética hacia el mismo tipo de comentarios “los esclavos morenos entretenfanse...en unas birbaras, danzas que ellos aman zambra; el baile no muy honesto, la junta de varones y hembras ocasionada y peligrosa.”:* Ademds Roa designa, al igual que Maria- na, a los inventores de esta diversién, los negros, que practicaban asiduamen= te miisica y danza ya fuera en la calle, ya en los locales de sus hermandades. Entre mediados del siglo XVI y mediados del XVII pasaron por Sevilla al ‘menos veintiiin grupos de baile animados por negros; por ejemplo el llamado “la batalla de Guinea” contaba con “ocho hombres y cuatro mujeres, y un tamboril y una guitarra, los cuatro con panderetas y sonajas y los otros cuatro 3 Las, ede On i 9.376 % Mariana J de Tate en jugs pli, Bien de Autores espls 0” 30, Madd, 1950, 9.52, 2 Maina, J de Tat cone e palln,Bioecs de Aones Espa 30, Madi, 1950.32 2 Ras M. de: Hiri ee province de Rao, 2, Bic Univentaia de Granada, Cap 9, fae,

You might also like