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Hola, soy el Lobo Feroz, Juan mi nombre, mi apellido, Feroz... Quiero contarles mi historia.

Yo
vivía en el bosque, feliz, me gustaba mucho. Trataba de mantenerlo limpio y ordenado. Un día de
sol mientras juntaba toda la basura dejada por los turistas, que son bastante sucios, sentí pasos. Me
escondí detrás de un árbol, para ver quien venía, era una nena vestida de una forma muy divertida,
toda de rojo, con una capucha, como quien no quiere que le vean la cara. Iba muy feliz, cortando
flores de mi bosque, eso si, sin pedir permiso a nadie: Me parece que ni se le ocurrió que las flores
no le pertenecían.

Por supuesto, me puse a investigar: Le pregunté, quien era, como se llamaba, adonde iba. Ella
contestó cantando y bailando, que iba a casa de la abuelita con una merienda. Me pareció una
persona honesta, pero estaba en MI bosque, ¡Y cortando flores! De repente sin decir ni mú mató a
un mosquito que volaba libremente, cuando la quise hacer reflexionar me dijo que “No me
metiera”... que también era SU bosque. Así que decidí darle una lección

La deje ir, y yo corrí a la casa de la abuela, le explique la situación, y ella estuvo de acuerdo en que
su nieta merecía una lección. Estuvo de acuerdo en esconderse debajo de la cama y dejarme a cargo
de la situación. Cuando llegó la ROJITA, me encontró acostado, vestido con la ropa de la abuela.
Nomás entró, me dijo algo bien feo sobre mis orejas. Con paciencia le dije que eran para escucharla
mejor. Aunque no me caía muy bien la chiquita, traté de ser amable. Pero ahí nomás no se que me
dijo de mis ojos saltones.

Comprenderán que empecé a enojarme. La pibita empezaba a caerme antipática. Sin embargo me
dije”: Voy a bancarla, voy a tener paciencia, aunque sea por su pobre abuela”. Respire hondo y le
dije que mis ojos eran para verla mejor. Pero después, ya me resultó insoportable cuando dijo algo
muy maleducado sobre mis grandes y feos dientes. Se que tendría que haberme controlado, lo sé.
Pero en ese momento lo único que pude hacer es saltar de la cama y gruñirle con todas mis fuerzas,
enseñándole toda mi dentadura y diciéndole que eran así de grande, PARA COMERLA MEJOR.

Ustedes saben que un lobito como yo, no puede comerse a una nena. ¡Por favor! ¿A quién se le
ocurre semejante cosa! Pero la chica esa de la caperuza roja, empezó a correr y a gritar
bochincheramente, por toda la pieza. Hasta que de repente la puerta se abrió y entró un leñador con
un hacha enorme y afilada. Yo estaba demasiado nervioso como para andar dando explicaciones.
Así que lo miré y me di cuenta enseguida que corría peligro, así que salté por la ventana y escapé….

Me gustaría decirles que este es el final de la historia, pero no es así. La abuela nunca contó la
verdad. Prefirió hacerse la víctima para salir en los noticieros de la tele, de internet, de la radio... No
pasó mucho tiempo sin que corriera la voz de que en el bosque había un lobo feroz malo y
peligroso. Todo el mundo empezó a hablar mal de mí. Después de eso, me tuve que andar
escondiendo. Me daba vergüenza andar por mi propio bosque. No se que será de la vida de la
antipática nena de cachetes rosados y vestida de forma rara toda de rojo. Pero si les digo que nunca
me dejaron contar mi historia. Si lo hubiera hecho, ¿Quién me hubiera creído a mi?

Al menos ahora ustedes saben la verdad

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