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Carlos Altamirano Bajo el signo de las masas (1943-1973) Arie ADVERTENCIA, (Cuando el director de la Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tulio Hal- perin Donghi, nos propuso a Beatriz Sarlo y a mi a preparaci6n del votumen co- rrespondiente al proceso de las ideas y la vida pablica argentina en os treinta ‘aos que iban de 1943 a 1973, el modelo que tenfamos en mente era el tomo TL dela coleccién, Proyecto y consiruccién de una nacidn (1846-1880), compuesto por el propio Halperin Donghi. Se tratabe de onganizar de acuerdo con el esque- rma general de la Biblioteca, una amplia seleccién de documentos precedida de ‘un estudio preliminar. ‘Sabamos, por supuesto, que 1a Argentina de mediados del siglo XX era socialmente més diferenciada y compleja que la df siglo anterior, que las elites imtelectules ya no se confundian con tas elites polficas y que el movimiento de las ideas no era més el dominio exclusivo de una minorfa de letrados ~tenfa ém- bitos ms aumerosos y canales de resonancia incomparablemente mds potentes-. Huabiera sido imposible pasar por sobre estas diferencias. Pero més que cualquier ‘dea previa, fue la exploraciGn misma de los discursos y la bisqueda de unidades ccomprensivas para ellos lo que nos obligé a hacer elesciones, pues entre 1943 1975 el pensamiento relatvo a la sociedad, ta cultura y Ia politica argentina ta- vo diferentes focas actives, en el poder y en la oposicin, y problematié dife- rentes objetos. Entre las alterativas que offecia este cuadro, optamos, en primer térnino, por ‘enfocar las ideas y las correntesideolbgices allt donde aparecian anudadas con una situacién, como respuestas alas cuestiones que los actores pereibfan y definfan co- tno problemas, anirados por et esfuerzo de dar sentido a la sccién y conectar las “doctrnas" con los “hechos”, De ahf el relieve que nos propusimas dari a los de- bates y a sus modos de expresiGn ~alocuciones, manifests, editoiles de dazios, ‘ensayos y articulos de combste-. En segundo término, y tras un primer rastreo del material documental a considera, nos parecié que en beneficio de Ia clardad el ra~ bajo debia dividirse en dos partes. La primera, que estarfa ami cargo, dacia preemi- rnencia al discurso de los actors politicos; a segunda, centrada en la palabra de las lites cultuales, estaria a cargo de Beatriz Sarlo, De esa divisign proviene el pre- sete volumen, Bajo el signo de las masas (1943-1973), y quisiera dar algunas ra- ‘zones del enfoque que presidiran la elecciéin de los documentos y su organizaciéa. + Bago estano DE LAS MAsas (1943-1973) La historia argentina entre 1943 y 1973 fue la de un pafs polarizado en tor- ‘no a opciones antagénicas y a lo largo de esos afios ningin sistema de gobiemo, ni el que erigié Perén, ni las que se Fundaron sobre la exclusién del peronismo, lograria estabilizarse. Los argentinos no sabrfan der con tna férmula que resulta- 1a legftima a los ojos de todos ~en esto los ensayos civiles fueron tan infructuo- 508 como los militares~, La crisis politica se volvié un dato erénico y Ya violen- cia (ola amenaza de usarla) fue instaléndose como recurso habitual dela pugna. | movimiento de las ideas fue parte de esa experiencia colectiva, y el pensamiento politico no podria describirse en reposo, es decir, sin referencia & ese proceso hecho de encrucijadas y antinomias que, més de una vez, bordea ton la guerra civil. En efecto, si bien la dindmica ideol6gica, como el conjunto del proceso hist6rico en los afios indicados, no se alimenté de un solo foc0 ni transcurrié en un Solo escenario, y el dominio de las significaciones, aun de las Antitéticas, no fue tnicamente el de la politica, ésta obré como un gran reduc- ‘or: atrajo hacia su drbita,o Je transmitis sus antinomias, a gran parte de Ia vi da intelectual, ‘Ahora bica, €30s treinta afios n0 constituyeron un solo tiempo continuo, sin variaciones: en ese lapso hubo tanto reteracién como cambio, modificacio- nes y tepeticiones, a menudo entremezcladas. Lo mismo puede decirse réspecto de las ideas y las familias de pensamiento (nacionalistas, liberales, cat6licos, ‘marxistas). Esta vbservacin Hleva a Ja cuestiOn del recorte mismo del periodo. ‘Como es obvio, no todo lo que sucedi6 el 4 de junio de 1943 se inici6 entonces 0 poco antes, ni todo lo que crstalizé en el peronismo comenz6 cuando Pern se hizo cargo del Departamento Nacional del Trabajo. Pero més allé de tas opinio- nes contrapuestas respecto de los cambios que sobrevinieron en el curso de los acontecimientos que levaron al 17 de octubre de 1945, asf como sobre a natura leza del régimen que surgi6 del triunfo electoral dl peronismo en 1946, fo que ‘peronistas y Ta mayor parte de sus crftcos y opositores compartrin ser al juicio de que con Perén ~salvador o demagogo- habia llegado Ia hora de las masas tra- bajadoras: en adelante ya no se podria gobernar ignordndolas. Esta representa- $ Alpargatas y libros en la historia argentina, ciclo de conferencias que pu biic6 en 1946, fue una de sus contribuciones a esa regeneraciGn del tjido colec- tivo que conceb(a como una empresa pedagdgica. En ellas expuso la tesis de que ‘el movimiento que se habfa engendrado bajo el régimen militar conjugabe el fas- cismo con el renacimiento de la montonera y ¢l rosismo. “Nuestra dictadura es ‘una mezcla de formas y modelos extranjeros y reedicién de vicios y modos de set criolios. Vivimos horas de restauracign rosi-totalitaria’™ La tesis, que resu- mia un punto de vista extendido en el campo de la oposicién liberal y de izquier- da, ctistlizar® como una ée las interpretaciones mis corrientes del peronismo hasta 195527 Lalucha contra el nuevo movimiento se inseribia asi en Ia causa de Ia ci lizacién contra ta barbarie, Los términos de la anttess eran la contraparte exacta de ladefinicién que los idesiogos cercanos al peronismo daban del antagonism: para éstos, era el combate de la NaciGn histrica y su pueblo por Ia recuperacién 3 2 ‘+ ENCRUCLADAS POLITICAS ¥ DICOTOMIAS IDEOLOGICAS nacional y fa justicia social contre Ia oligarquta, el pais cosmopolita y la intelli .genisia antinacional. Cada uno de los oponentes parecta dispuesto a ilustrar, a sabiendas o inconscientemente, el tema nacionalista de las dos Argentinas, una de las cuales era total 0 parcialmente ilegttima a juicio de la otra. La cultura politica comunista no afiadi6 nada 2 esta representaciGn de la anti- nomia, como no sea un lenguaje més estereotipado la exaltacin del papel de La ‘Unin Sovitica en la guerra contra el nazismo. Para sus vocer0s y sus publicacio- 1s los coroneles cel GOU no s6lo eran un grupo nazi-fascista que habia impuesto tuna dictadura de ese tipo en el pais, sino que buscaban establecer uma cabecera de ‘puente en América para abrir el continents a la dominacién del Eje. A partir de 1945, el enemigo ya no seria sefalado con las expresiones hasta enfonces de rigor ~‘camarilla del GOU" o “ufo Farell-Peluffo-Perén sino con tn termino que los ‘comunistas, un aio y medio después, no sabrian cémo borrar de los documentos del partido el de “nazi-peronismo”. Aun después del 17 de octubre Tos peronistas re presentaban, de acuerdo con el principal digente comunista, Victotio Codovilla, ‘una “infima minoria” que podia ocupar posiciones decisivas en el gobierno a causa de In insuficiente unidad de “las fuerzas democrticas y progresistas”. Pese @ 1a demagogia “antiligérquica”, “antcapitalista” y “antimonopolista’, el régimen que Pern se proponia establecer era el mismo que deseaban “las fuerzas reaccionarias de la oligarquia croliaaliada a los monopolies extranjeros”.* En las elecciones del 24 de febrero de 1946, el frente politico que tenfa co- ‘mo nécleo a la alianza, resumida en Perén, entre el Estado, una fraccidn del Ejército y,los trabajadores, se impuso ala coalicién que congregaba al conjunto de Los partidos histéricos de la politica argentina (con la excepein de los con- setvadores) y contaba com el respaldo de las clases medias -su base de masas- y el grueso de las clases propietarias. La Iglesia Catélica haba dado su apoyo a la primera, y el progresismo laico, donde el liberalismo mezclaba sus aguas con Ia ‘aquierda, fue parte de fa segunda. [Lo tinico que tuvieron en comin las fuerzas rivals fu la revindicacién de Hipdlito Yrigoyen, por cuyo legado compitieron durante la campafia electoral ‘Cuando a comienzos de julio las dos e4maras del Congreso, con el apoyo del blo- ‘que oficialista y del radical, decidieron tributar un homenaje a la memoria del 4, INTRANSIGENCIA Y RENOVACION ‘Una vez que pasé la sorpresa, 1a certidumbre generalizada entre las fuerzas politicas y sociales derrotadas en 1946 fue que el triunfo de la coalicin peronis- ta no podta ser sino un hecho pasajero. La victoria del “candidato continuista” Estudio pretiminar © ra, para Tos socialisas, el signo de que la crisis nacional continusba sin resol- verse, Para os radicals intransigentes era la proeba palpable de las consecuen- cis producidas por latética de sus rivales en el partido, los “unionistas", maris- cales de una derrota que tenia su explicacién diltima en el abandono de la tradicién popular del yrigoyenismo iniciada bajo la direccign de Alvear. La crisis «que suftia ef pais resultaba indisociable de Ia crisis de un radicalismo que habia pertido su rumbo revolucionario. Por este extravfo de la tradici6n una parte de Tos votos radicales habfan sido atrafdos por Peréa. Era, pues, necesario volver a Jas fuentes si se queria devolver al “pueblo radical” su mayoria momentinea- ‘mente perdida. Los dirigentes comunistas se autocriticaron por ciertos errores tdctcos ~en la bisqueda de allados antfascstas habfan descuidado algunas vindicaciones populares-, eliminaron de sus declaraciones la expresién ‘nazi- peronismo” y se las areglaron para componer en el papel la antinomia dela vis- pera: tanto las masas que habfan votado por la coaliciéa laborist-radical, como las que lo hicieron por la Unign Demsocética,habfan votado por la promesa de Ia “evolucién agraia y antiimperialista” Para todos la nueva situacin era anor, si bien los comicios habfan sido por primera vez desde 1932— incuestionablemente limpios. Juzgaban que el triunfo de Perén representaba el triunfo de Ia coustelacién del 4 de junio de 1943 + daba legalidad a un proyecto que no habia dejado de ser el de la reforma fas- ‘ista dela sociedad argentina. La resistencia, eunque dentro de un nuevo escens- io, no podta, porlo tanto, sino continuar. E} antagonismo que habfa crstalizado en 1945 no se alter pues, tas las clecciones de 1946 y, en sus términos bésicos, nose altraria en los nueve aiios s- suientes. Durante e508 affos el peronismo fue le pasién dominant, tanto para sus partdarios como para sus opostores Si el gobiemo se consideraba portador de una ‘eva legitimidad, una legitimidad revotucionaria consagrada por el veredicto po- pular, para el arco antiperonista el voto ~obtenido con engaios y una demagogia apuntalada por la epresiGn labia dado legalidad, pero no legitimidad a un desig- tio que era y seguirta siendo toalitario y, por ello, fundamentalment ilegitim, ‘Aunque la esperanza de que la supremaca electoral del peronismo fuera un hecho transtorio no tari en disiprse, la oposicionsistemstica continu, Los partidos que la expresaban aparectan cada vez més débiles pero nada dispuestos a aceptar que el orden justicialista se conslidara. La vocacién dominadora del peronismo, que tamn- poco se tomaba respiros y se mostraba siempre propensa a volver por mds, am- Bliando el aparato oficial de propaganda, acosando a la prensa que no tenta bajo control y encontrando periédicamente motives para detener a dirigentes opositores © clausurar las publicaciones adversas, tenia asf su répica en una oposicién que n0 ab, tregua,anque contars con ls medios desu antagonist, {2Hlabia algtin camino para salir del atolladero, es decir, para controlar y go- bbernar Is hostilidad politica, evitando un desentace que no fuers el de ta fuerza? 1Los signos de preocupacidn por halla regias de convivencia civica aparecieron y s eclipsaron una y otra vez desde 1952. Pero, si habia algdin camino, los prota- gonistas no sabrian encontralo. 39 40 + ENCRUCUADAS POLITICAS ¥ DICOTOMIAS IDEOLOGICAS CCiertsmente los partidos antiperonists no atravesaron los afos que van de 1946 a 1955 como wnidades monoliticas. La aparicién y el desarrollo del pero nismo no s6lo les rest6 votos, fuerzas y aun dirigentes de segundo rango, sino ‘que provocé brechas y disidencias en su interior. Enel seno del radicalism, ta ccuestin de las formas de practicar la lucha contra el gobierno terminé por darle ‘uevo alimento a viejas disputas entre fracciones y caudilos. A parti de 1953 dividié las filas del Movimiento de Intransigencia y Renovacié, la tendencia {que gobernaba el partido desde 1948, en dos lineas: 1a de los partidarios del jefe Politico cordobés Amadeo Sabattini, que se habia aproximado a las posiciones {de la minoria unionista y apoyaba la téctica de la abstencién, o ea, lade aban 7 ‘Tampoco el Partido Comunista escaparia a los movimientos sismicos que produjo el triunfo de Perén. Mucho més rigido en términos ideol6gicos que el PS, al mismo tiempo estaba mis habituado a los virajes politicos y a los cambios, de frente, de aiados y de enemigos. En poco tiempo desterr6 del lenguaje de sus documentos y publicaciones la expresin “nazi-peronismo”, reconoci6 la legali- dad del gobiemo surgido de las elecciones y redefinié el agrupamiento de fuer- 2a que lamaba a organizar pera llevar a cabo las transformaciones econémicas Y politcas que requeria la Argentina. La consigna de la Unién Democrética fue reemplazada por la del Frente de Liberacién Nacional. “Todos los argentinos na- tivos y habitantes de este pais ~declaré el principal dirigente del partido, Victorio ‘Codovilla, el 1° de junio de 1946- que estén de acuerdo con un programa de jus- ticia social y de prosperidad nacional, sean ellos miembros de los partidos que votaron por la Unién Democritica, sean adherentes de los partidos que apoyaron Ja candidarura del presidente electo, deben umirse en un poderoso Frente de Li- beracién Nacional y Social del pueblo argentino,"s* ‘Apenas dos meses después un congreso partidario daba sancién a la nueva linea tética, que abandonaba los esquemas del antifascistoo empleados hasta entonces y redefinia el caricter de las fuerzas en presencia y los objetivos de la hora. En el nuevo euadro, no se precisaba Ia identidad del lamante gobierno -el triunfo de Perén era producto de una conjuncién social y politica heterogénea~y 4os elementos antagénicos ya no se distribu‘an, como hasta las elecciones de seis meses atrs, en los campos opuestos de la coalicién peronista y la Unién Demo- critica. Ahora, los que aspraban al carmbio econémico y social que el PC lama- ba “tevolucign agrariay antiimperialista” aparectan por igual en las filas del of cialismo como en las de 1a oposicién. Otro tanto ocurria con los sectores designados como reactionaries y proimperialistas, epertidos entre peronistas y antiperonistas, Vaticinando que el nuevo gobierno estaria sometido a la doble presidn que engendrazia el antagonismo que atravesabe el campo del oficilismo ¥ de la oposicin, los comunistas se comprometfan a apoyar las medidas positi- vas del gobiemo, criticarfan las negativas, ¢ impulsarian un alineamiento de fuerzas que reordenara lo que se habfa distribuido mal ~social y poiiticamente~ en los comicios de 1946, Este gio téctco iba acompafiado de la ertencia, ¢o- ‘main desde entonces 2 os partidos de izquierda, de que entre la base obrera y po- pular del peronismo y su nécleo dirigente habia una contradiccién que tarde 0 temprano terminaria por expresarse. El cambio no tenia Gnicamente el propésito de dar al PC una nueva coloca- cign en el escenario surgido de los comicios. También salia al paso de las de- imandas de discusin,rectficaciones y autoeritica que la inesperada derrota ha- bia hecho surgiren las filas de partido. ;No seria el nuevo gobierno la expresién de Ia burguesia nacional, esa clase siempre invocada en los documentos y cuya alianza era necesario buscar? Contra las prescripciones del marxismo-Ieninismo, {no se habfan valorado mAs las formas (politicas) que los contenido (sociales) Estudio preliminar + al definir en 1945 los términos de la dicotoma? Si se habfan cometido errores, cu era su origen? El grupo dirigente, que no ignoraba que era su autoridad po- Ttica la que estaba en juego, considers que las definiciones adoptadas en el con- greso partidario daban respuesta a inquietudes legitimas y terminé expulsando a las secciones y afliados que pretendfan continvar la deliberacién, entre ellos a quien era por entonces el intelectual més reputado del partido, Rodolfo Puig- 16s. Cinco aos después, fue nuevamente la caracterizacién del peronismo y la {lctica correspondiente lo que trajo otra crisis, de desarrollo ms brumoso, y que concluyé también con expulsiones. El principal exonerado fue esta vez Juan José Real, a segunda figura del Partido Comunista. Para entonces ya habia pasado el breve perfodo téctico de apoyar lo positivo y criticar lo negativo y los comunis- tas habfan retomado el tema del fascismo: Perdn, a partir de la Consttuciéa de 1949, habfaimplantado un régimen de tipo corporativo fascsta.” ‘Alo largo de los nueve aflos que van de 1946 a 1955, que wastomaron tan profundamente los datos de la vida piblica argentina, zhubo cambios en el pensa- tmiento politico dels partidos antiperonisias? Solo en uno, el radicalismo, que por ‘primera vez hizo suya una plataforma que tomara el nombre de “Programa de Ave- led”. No se podria decir que esa innovacin fuera una respuesta ala situacign creada por el advenimiento del peronismo, aunque tampoco se la podria desconec- tar del sacudimiento que en las fils de la UCR. provers la derrota de febrero de 1946, Pero cl vento ideolbgico renovador vino tambiéa de afvere, dela inflexion Docameatoconsignado en p. 167 dela Antologia. 2 La Vanguard, los socialists y el coronel Pern" en la Antologia, p. 169, % Amico Ghiold,H sciatomo y a acta ers argentina, Bacses Ais, Pardo Soca, 1948, p10. % Amico Gh, “Coando salaros del cis" en Palabras ale Nacin, Buenos Airs, La Vanguard, 1945, % américo Ghiolal, Alpargeas y libros en la historia argentina, Buenos Aires, sed, 1946, p43, > Véase el manifesto dl “Movimiento dela Joven Generac, La Prensa, 42/1946. 3 Vietco Codovll, Sobre el peronismo y ta stuaci politica argentina, Buenos Ai- res, Anteo, 1945, p.6, » Wid p. 8. “81 Dia, 01986, 1 “Mensaje al inaugurr el perfodo crinaro de sesiones del Honorable Congreso Nu ional”, en EI pueblo ya sabe de qué se eata, Buenos Ares ed cit, p. 213. * Sobre 1 reais de mos yritales de masus bajo e épinenperonisia véase Maria- ‘0 Phoikn, Mavtana es San Parén. Propaganda, rinuaes polticos y educacicn en el régimen peronisc, Buenos Aires, Ariel Historia Argensna, 1994, © Juan D. Pet6n, Doctrina revolucionara (1946), Benes Aires, Freeland, 1973, p. 21. “Pero, “Bvoluci6n”, en Antologi,p 187 * Ena Antologia, documento dep. 196. “6 Véase, en a Antologi, el documento de Arturo E. Sampay, consignado en p. 202. ia, wid Estudio pretiminar +» 1 Robert A. Pash, EI Ejécto y la polica en la Argentina (i) 1945-1962 De Perin a ‘Frond (1981), Buenos Altes, Hyspamérica, 1986, p. 113, ' jaan Deringo Per, Conducidn pldica (1951), Buenos Aires, Presid, 1971, p.70. 5! vesse en la Antologia el documento dep. 231. 9 Juan D. Pern, “Exposicién ante los representantes del peronismo a Ia Convencién Cconstnyene”, La Naciba, 12/089. 5 Louis Mercer Veg, Autopsia de Perbn. Balance del peronismo, Barcelona, Tasquts, 1915, p. 158. Ealio 5. Hardoy, Historia de las furans pllias conservadoras en la Argentina, ‘Buenos Aires, Fundaién Argentina, 1993, p 178. 55 américo Ghild, Los rabajadores, el Seior Pert y el Partido Socalisia;Pertn es progresitaoretrdgrado?, Buenos Aires, La Vanguartia, 1950. En ese mismo ato, 1950, Ghild dict en un Centro Socata un ciclo de tres confe- renciss que eis despuds en forma de Ibo. En la nota preliminar, el aor dedi el volumen 114 masa andnima de tbajadoresy ciudadanos que habia rodeado la arbuna de sus confe- rencias y “a los jovenesestudioss que buscan draméticamente un camino y desean dscerir entre socalismo democritico, comunismo y ls vagarosas intrpretacioes del inqierdsmo" (arson, socialise, icquierdiomo, comunisma y la realidad argentina de hoy, Buenos Ai- ‘es, Ediciones Popalares Argeatnas, 1950.6). 3 Una buena exénica de ls acontecimients que levaron de a entrevista de Earique ‘Dickmann con Pern en febrero de 1952 al creacién del PSRN en agosto de 1953 puede lerse en Féx Luna, Perdn su lempo, Buenos Aires, Sudamericana, 1992, pp. 194200, y 1p. 63-69. Para una versa del episodio qu sigue las vieisnades de los niles rotskisss, wae ‘¢ Horacio Taras, ET marsimmo olvidado: Silvio Frondieiy Milcades Peta, Buenos Aires. 1996, pp. 13-116. % Citado en Oscar Arévalo, Et partido comunista, Buenos Aires, Centro Ealitor de ‘América latina, 1983, . 74 abo Ibarra, “Del XI al XIl Congress det Pato Comunists. Conrbucin ala his tora del Partido Comunists” en 2ué hacer?, Ao I, N° 2, marzo-abi de 1964. La preocpacién cent de los axamblesas no er entoces Pen el jgueado é- sien militar, sno la mayoiaanipersonalista y su posicn en favor de Ia aliarza con otras ‘ern poiicas ents Unie Democratic (eal desominacidn de “unionists El acne dos a sen 6 tomaban pare ls consrvadres siguifaba aos as de os anion tas en desntralizaci de amis del radicals, el “publ radical” de cua mayera 0 Citado con reverencia por los “frigeris- tas", este breve Volumen contiene, en efecto, algunas de las ideas que integrarin después el discurso desarrollsta.* Mis que su titulo anodino, es el subtitulo el que anuncia el argumento que esté en el centro del trabajo, ede la“cuestin na- cionat”, para hablar en términos marxstas (al enumerar ls rasgos que definen a la Nacién como categorfa histérica, Hojvat parafrasea el célebre escrito de Sta lin, Et marxismo y la cuestién nacional, aunque sin citarlo). Segiin el autor, la ‘Argentina tiene os aribatos bisicos de una NaciGn, pero no lo es plenamente, [La causa de esta deficiencia nacional radica en la base material del pais, en su estructura econdmica, producto de una historia que hizo de la Argentina una so- ciedad juridicamente libre, pero ecoomicamente dependiente. Desde el siglo XIX hasta el presente la economia argentina se desarrollé subordineda a la de Inglaterra, la potencia cuyos intereses habian obrado en favor de Ia independen- cia politica de la Nacién, En 1947, en un marco internacional enteramente dis- tinto al del siglo pasado, cuando rivalizan en el mundo dos formas de economia monopolista ~la de base privada, a cuya cabeza sc encontraban Estados Unidos € Inglaterra, y lade base estaal, cuya vanguardia era ia Unign Soviética-, 10s ar _gentinos se encontraban frente a un desafio equivalente al de sus antepasados en al siglo XIX, aunque ahora se trataba de realizar Ia Nacién constituyéndota co- ‘mo comunidad econémicamente independiente. El razonamiento, que no era original y que en sus Iineas generales era co- ‘iente en los aos cuarenta tanto en cfreulos nacionaliss como marxistas, se ‘exponia acompafiado de cuadros y de cifras insertos como fundamento objetivo de las afirmaciones relativa a la estructura econémica, la clases y los partidos politicos de Ia Argentina, Lo que se reencontraré después en la sfntesis desarro- lista ~ademds de la tesis de que un pais puede ser efectivamente independiente sélo si cuenta con una industria pesada (P. 88), del objetivo de realizar la NaciGn ‘onganizando a las fuerzas internas ineresadas en esa meta y del empleo de e5- ‘quemas y notiones extrafdos del marxismo— es la misma cereza de que se enun- cian verdades positivas, que estin inscriptas en los hechos y se manifiestan con I elocuencia de los niimeros, evelando un sentido que se conoce porque se esté en posesién de ia ciencia de la historia. ““Quise, en el comienzo de mi labor, mantener a la revista en el plano de la neutralidad informativa que le imptioiera el talento de su fandador. Pero los he~ cos me obligaron a adoptar una linea combatiente."® Ast resumia Rogelio Fri- serio, al abandonar la direecién de Qué para incorporarse al equipo de colabora- dores del recientemente clegido presidente Arturo Frondizi, el cambio que sutrié el semanario al tansformarse en el érgano de una empresa politica. Qué habfa reaparecido el 23 de noviembre de 1955, bajo la direccién de Frigerio. Como signo de continuidad con su primera etapa, la publicacién retomé en 1955 la nu- Esnudio preliminar + smeraci6n interrumpida en 1947 y en la carta-editorial se anunciaba la voluntad de proseguir el espirtu periodistico que habia distinguido a Qué bajo la orienta- cin de Su anterior director. La caracterizaciGn que hard la direccién de la propia revista de ese espiritu se enuncia en términos parecidos a los que se encuentran nla primera Epoca, haciendo un punto de la objetividad y Ta neutralidad infor- ‘mativas. Tras estas declaraciones del comienzo, el lector encontraba un semana- rio de informacién general, euyo centro era la actalidad nacional politica y eco- némica, con algunas columnas reservadas a la actualidad latinoamericana y mundial. Ademés, una amplia gama de secciones, no todas permanentes, daban cobertura a las actividades y materias més variadas, desde la ciencia y la técnica ala radio y a televsién, pasando por el depore, la edueaciGn, la misica, el pismo, os libros el ajedre, el teatro y las misceléneas. ‘Desde 1956 el semanario abandons poco a poco el compromiso iniial de cquiistancia -comenzando por la secein "Carta al lector” (al principio, en plu- ral, “Cartas al lector”), que levaba la firma “La Direccién” o, més usualmente, “EL Director”, y que hacfa las veces de editorial politico, y se transformé en el vehiculo de un discurso milifante que conjugaba nacionalismo e industilismo y auspiciaba una formula social y politica: el “frente nacional” 0 “nacional y po- pular”. Alusivamente primero, abiertamente a partir de 1957, tas paginas de Qué asociaron la realizacién de ese frente con la promocién de Frondizi a la presi- dencia.¥ éste contd desde entonces y hasta su triunfo electoral con la prédica de una publicacién aguerrida, paralela al radicalismo intrensigente, que solicitaba, con arreglo a una versin del frente que Ie era propia, el apoyo a su candidatu- 1 Bl destinatario principal de esa interpelacién era el electorado del peronis- mo, colocado en Ia ilegatidad. En suma, con adherentes de procedencia heterogénea Frigerio constituyS ‘en tomo a la candidatura presidencial de Frondizi un polo de influencia ajeno a Jas estructuras del partido, aunque préximo a su lider, que difundis y defendis por medio de la revista Qué una concepeién del aleance y 10s cometidos del “frente nacional y popular” apartada del nacionalismo de izquierda que identifi- ‘caba a los radicales intransigentes. Algunos afos después, uno de los integrantes del grupo reunido en el “laboratorio” de Qué, el ex comunista Juan José Re: recordara la procedencia de los colaboradores del semanario, en un apunte ry do e ideolégicamente orientado que dejaré entrever, al mismo tiempo, Tos ele- rmentos que se fusionaron en el movimiento que tendria en Frigetio su principal ide6logo y en Frondizi su jefe politico: “Ciertamente, elementos heterogéneos confluyeron a prestar su concurso a la revista Qué. Eran los peronistas que co- menzaban a comprender Ia az6n profunda de la caida del régimen en 1955; eran jovenes radicals que comenzaban a comprender, ellos también, su error de 10 ‘ios; eran jovenes universitarios que habian archivado la ‘parabelhum’ para ir al encuentro de las masas y que buscaban la superaciGn de la reform del "18; eran antiguos militantes revolucionarios que habian hecho la dolorosa experiencia de 1930 y 1945; eran nacionalistas que entendfan ahora el valor de la democracia y de las reivindicaciones sociales; eran historadores que intentaban escapar a ia a a + ENCRUCHADAS POLITICAS ¥ DICOTOMIAS TDEOLOGICAS antinomia revisionismo-liberalismo: eran empresarios que sabian ya por expe- Rencia que s6lo podrian colmar sus aspraciones en los mareos del movimiento nacional" 2? El semanario no fue Gnicamente el instrumento de una estrategia electoral: fue el medio inicial de propagacién de ls ideas que mis adelante se ordenarfan sisteméticamente en Las condiciones de la victoria, et primer compendio del de~ sarolismo frigeristafrondizista® En esa etapa primera del discurso frigerista Ja palabra clave no seria desarollo, sino integracién, un vocablo que se declina- rfa en todas las formas posibles (como “integracionista” fue identficada en un comienzo la corriente que orientaba el semanaric). El término integracion tenfa sentido politic y sentido econSmico, se prestaba para hacer referencia a nidad nacional, pero también a la insercin de la Nacin en un mundo que marchaba a Ja imegraci6n; aludi ala necesidad de incorporar a peronismo al juego politica legal, as como ala de enlazar la diferentes regiones del pas através del creci= miento econdmico, etc. Ahora bien, en el centro de los diferentes registos dela palabra estaba, como en el viejo trabajo de Hojvat, la Nacién, unidad de esencia aque esté mis allé de sus pares, como un organismo, dotado como éste de una fi nalidad, desarollarse, y, en la etapa presente, desarollrse como Nacin indus- tral, requsito de su independencia. 4, DESARROLLO Y NACION ‘Al igual que para los radicals intransigentes y los intelectuales que Rou ‘qui llama “frondizista por razonamiento”, para Frigerio la convergencia del ra- icalismo intransigente y del peronismo -que, en vSrminos sociales se entend, ya explicita, ya implicitamente, era la convergencia de la clase media y Ia clase obrera- representaba también el nicleo de la alianza que era nevesario promo- ver. Pero no limitaba los alcances del frente al encuentro de esos partidos ni ala frontera de los partides politicos. Lo que concebia como un nuevo capftulo del ‘movimiento nacional ~ls captulos antecedentes habian tenido como caudillos a ‘Yrigoyen y a Pern debfa ordenarse alrededor del cometido de arancar ala Ar- ‘gentina de su dficiencia nacional cowvirtiéndolaen una sociedad industrial cuyo crecimiento no fuera el privilegio de una regién, sino una matriz que se propaga 12 todo el teritorio del pas, inegréndol fisica y coturalmente. ‘Ningén antagonismo, social o politico, debta interferir en este cometido ‘que respondia al nico y verdadero antagonismo, el que oponta la Nacién indus- tral ala estructura y la mentalidad agroimportadoras, la estructura y la mentali- dad de la Argentina tradicional. “Definiremos al enemigo como el conjunto de Jos intereses que extraen beneticio del predominio del sector agricola y de la de- bilidad det desarrollo industrial. Se trata de un enemigo fuerte e insidioso, a Ja vez extemo ¢ intemo, con medios y apariencias miltiples ~eltGpico de la conspiracién antinacional asoma reiteradamente en el discurso desarrollista~. ¥ se presian a su juego las izquerdas que ignoran el hecho nacional y predicaa la Estudio preliminar + ucha entre obreros y empresarias, como los socialists y los comunistas > La Tu- cia contra el bloque responsable del pais subdesarrollado requeria, pues, de la formacién de otro bloque, el de la Naci6n, hecho de la convergencia activa de la clase obrera y del empresariado, de la contribucién de cortientes ideolégicas de procedencia heterogénea, aunque amalgamadas por la premisa nacional, de ta traicién cat6tica, que era un elemento aglutinante de la identidad colectiva, del Ejército, que no s6lo habfa sido un agente histsico de la organizacién te- sritorial y politica del pais, sino que era en el presente un actor del proceso in- dustralizador. Sélo la reuniGn de estas fuerzas permitiria encarar la empresa urgente de la hora, echar las bases materiales de la soberanta nacional: Ia side- rurgia, la energfa, la quimica pesada... pata electoral, digamos de febrero de 1957 a febrero de 1958, smo” conect6 significaciones divergentes, en correspondenci con el movimiento zigzagueante del candidato presidencial, quien fue dejando en- «reer, dosficadamente, en entevistas y declaraciones, los elementos de un progra- ‘ma parallo al programa oficial de la Uces, sin tenunciar a éste. En las alocuciones ‘de Frondizi, que cuando era necesario podia animarse evocando Ia antinomia entre cf Pueblo y la Oligarquia o a NaciGn y el Imperalismo, algunas de sus patidarios crefan escuchar la vieja misica de la Inransigencia y la Declaracin de Avellaneda. Era “el antliberalismo formulado en términos de izquierda y la posibilidad de en- ‘endimiento con Yo populas”, segin ls palabras de David Vifias.™ Para ozs, sobre todo para los rec llegados, Frondizi era ya el jefe de un nuevo movimiento, que se ligabe a la corrente de ideas que tena su cje doctrinaio en a revista Qi y ila- ‘mabe al pueblo a realizar la hazaia de la Nac industrial, Frondizi alcanz6 finalmente el gobiemo y asumié ta presidencia de ta Nacién el 1° de mayo de 1958. Poco més de dos meses antes (el 23 de febrero) hhabfa ganado largamente los comicios celebrados para poner término al gobier- no de la Revolucién Libertadora y reinsertar la vida politica en un marco consti- tucional. Habia legado a esas elecciones convertido en la principal figura poltt- a del pais y recibié los votos de una fuerte mayorta, desde los que atrajo por la ‘via de su partido, la Unién Civiea Radical Intransigente, a los que procedfan de tun amplio arco de posiciones ajenas al radicalismo y que iban desde el naci lismo ai Partido Comunista. Pero el caudal de sufragios decisivo provino del pe- ronismo, politicamente proscripto, cuyo apoyo masivo fue producto de un acuer- do seereto tramitado por Frigerio con Perén. Frondizi negé (lo harfa toda su vida) Ia existencia de ese pacto con el lide exiliado. No obstante, Ia noticia de ue Ia orden de Per6n -votar por el candidato intransigente~ provenia de un acverdo, no tardé en difundirse, dando alimento @ la nada inoceate versién de {que el presidente electo preparaba el retorno del peronismo. La del gobiemo result6 para el credo de la integraciGn y el desarrollo una prucba malograda. La experiencia no dur6 cuatro aos ~Frondizi fue derrocado 2 fines de marzo de 1962 y confinado en Martin Garcfa bajo la custodia de la Ma rina- y aun mucho antes de ese desenlace Ia autorided de su investidura ya se 8 + ENCRUCUADAS POLITICAS Y DICOTOMIAS IDEOLOGICAS habia corroido enormemente, sometida al jaqueo incesante y abierto de unas Fuerzas Armadas aplicadss ala Vigilancia del presidente. Recelado de servir al {juego del comunismo o del peronismo, cedié una y otra Vez ala presiGn antico- ‘munista y antiperonista, sin desprenderse nunca de la sospecha de que hacta el Juego a uno de ellos © a ambos al mismo tiempo. Pero la prueba del gobiermo no ddesgastd s6lo la investidura, sino también, e incluso antes, la credibilidad polti- ca de Frondizi. Los primeros estragos de su crédito aparecieron en las filas de ‘quienes lo habian votado en 1958. Aunque conserv6 Ia lealtad del grueso de su partido, la coaliciGn del 23 de febrero de 1958 (el “frente nacional y popular”) se esfumeé en poco mis de un afo, por obra del desencanto que provoes la dispari- dad entre el programa electoral y el programa efecivo del gobierno. Porque el plan de la empresa desarrolista récibié su formulacién publica definitiva s6lo cuando Frondizi accedié al gobiemo. Nada, acaso, mortficé tanto las expectativas de quienes habian votado al antiguo lider antiimperialista como el papel que ahora asignaba al capital extranjero y que la nueva doctrina comen- zara por el petréleo. “En teoria puede no hacer falta el capital extranjero y esto lo sostienen algunos economistas argentinas, que afirman que nuestra tasa de ahorro es suficiente. Pero ereo que esa afrmacién no se ajusta a la realidad del pais ni alas necesidades de un répido desarrollo.” Ast responderia Frondizi al explicar, ya fuera del gobierno, por qué habia acudido, en gran escala y contra- ‘Hando las ideas la sensibilidad de su partido a un recurso que todavia en sues ‘erito program Industria y desarrollo nacional era considerado solo como un elemerito subsidiario.Y en la respuesta aparecen los dos tipos de razones que se reforzarén mutuamente en fa cetrica desarrllista. Unas conciemen a la “real dad” de la tasa de ahorro del pats; otras, ala “rapidez”, ala idea de que para le ‘var adelante el desarrollo era necesario trabajar frenéticamente contra el reloj De acuerdo al razonamiento que Frigerio y Frondizi hicieron suyo, aunque estaba lejos de ser novedoso incluso dentro de is teorfas del desarrollo, el gran ‘eto era industrializar un pats que suftia de una aguda falta de capitals: ni el Es- tado ni el sector privado tenia la posibiidad de generar el ahorro necesario para financiar las grandes inversiones bisicas (siderurgia, quimica pesada, energta, ete.) Cdmo promover entonces esos rubros que eran la lave de la industializa- cin y de la soberanfa, sino se queria apelar, por rizones politicas y sociales, al rétodo del ahorro compulsive praeticado en los regimenes socialistas? Median- internacionales y radicaciones directas de capital privado extranje~ 1, €5 deci, haciendo uso de Ia financiacin externa para la construcciGn de las industras esenciales y de una infraestructura econémica modema, El Estado n2- cional, por su parte, no se limitarfa a crear condiciones favorables para la activi- dad de cepitales intemos y externos, dejando tibrada a la espontaneidad del mer- cado la localizaciGn de las inversiones, Et Estado desarrollista, que era un Estado programador,el cerebro del desarollo, definiria ls prioridades con arreglo a la ‘meta por alcanzar: la Nacién plenamente desarroliada, Fijadas éstas, el poder ppdblico obrarfa mediante los instrumentos legales de la politica impositva, cre- diticia y monetaria, para estimular y orientar las inversiones hacia los sectores Estudio pretiminar + cestatégicos. En suma, a cuestin a zanjar, lo que realmente discriminaba de qué lado se estaba en relacién al desarrollo nacional, no era el origen de los capita- Jes, sino la utlizacion que se hacfa de ellos: se los acogia para reproducir la de- pendencia externa ~y la vigencia del esquemna agroimporador-o para liberase Seu domino2 Sige quran los fines ce debian queer los medics Pero el auxilio del capital extrnjero no aparecia como un recurso obligado sélo por la baja tasa del ahorro nacional, sino también por la velocidad que era {or20so imprimir al cambio estructural. Por qué? Ni Frondizi ni Frigerio darian sempre las tmismas razones para explicar la necesidad de esa marcha acelerada. Se ha creido descubrr en esa prisa una raz6n contingent: la situacién politica precaria del gobiemo de Frondizi, quien no ignoraba ese hecho al asumir la pre- sideneiay bise6, por el camino del staque répido a los problemas que considers- ba de fondo, la creacién de una realidad sociceconémica donde los problemas politicos heredados se volverian datos del pasado. Sin embargo, en 1963, cvando el golpe de Estado ya habfa puesto fin al go- biemo de Frondizi, Figerio posta, fuera de toda referencia a la situacion ar- gentina y como regla general para todos los palses subdesarrllados, Ia necesi- dad de operar répidamente: “En esta etapa no hay otro desarrollo que el priortario y acelerado”.>* En 1964, en un articulo destinado a fijar sus diferen- cas con las tesis desarrolista de Ia CEPAL, vuelve sobre el tema. Contra la idea “conformista” de una financiacién lenta y gradual det desarrollo, que atribuye al pensamiento cepatiano, Frigerio conecta el recurso al capital externo con la pri- sa, prescribiendo que el despegue “debe ser dristco y répido para que produzca resultados”. No obstante, en los dos casos no invoca las mismas razones para dar fundamento ala necesided de imprimir velocidad alos cambios. Mis alld de las circunstanciasy la experiencia que pusieron haber reforza- ‘do a convicciOn de que todo to relative al desarrollo era imperioso, ella iba uni- da, indisolublemente, a otra: la de una aceleraciGn inédita del tiempo hist6rico, tun movimiento sin reposo, pleno de inminencias y hecho de descubrimientos Juan José Lach, “El plan Pinedo de 1940, su significa histrico y os onfgenes de ‘economia politica del peronisma en Desarrollo econémico, v. 23, N° 92 (enero-maren de 1984), p. 551 4 Soe ls visimdes y el content poltico del documento de Pebisch,vése In sea vault qu, bj elt general “Historia dt Plan Prebiseh, exes alia Delgado ex te octubre y noviembre de 1967 en Primera Plana (ros. 2498254) y, sobre todo lumi doc trabajo de Kathy Sikkink, “The influence of Ral Prebisch on exonomic policy-making Jin Argemina, 1950-1962, Lann American Reseorch Rvlew, N°2, 1988 4 Rati reich, Infome prelininaracerea dela smacioneconénica, Serer de Prensa y Actividades Coltrals dela residencia de a Nacia, 198, ibid, ptt. 1 Apane del fllto de faretce, pueden mecionare ene ns enesiones ects quo ins inmediatarmene el infoome de Prabisch es gists ees: Waler Bevergy let 4, Eclema econdmico dela Revolucin. Buenos Aires, ef el aor 1956; Joss V. Lean ‘Aprecacons sobre el Plan Prebsch, Banos Aire car, 1856, Opa. Alen, Prox emas fundamencaes dea Revoluctin del 16 de spire, Buenos Ait, Signo, 1356. * Todas las chascomeaponden 318 56s de £1 Pan Preis (1955), Buenos Ales Peta Lillo, 194, pp 14,119 116 respecvamene 2 Prebisch forme. 7B "bid, pp. 8081 id 78. "Mio Amatto, Ayes hoy mason, Buenos Ales, Gar, 1956, p89 ste aspect del ebaees rata ene capt Idea Segunda Pare. Citado en Kathryn Sikkink, “The influence of." p. 107. Vaase K, Sitkink, at, cit El curto de economia argentina dct por Héctor L. Diée guezeen la Escuela de capastacinsinical de fa Federscion de Empleados de Comercio, y po Dlicado con e tuo Teora y prctica de fa economia orgentina, Buenos Aires, 1958, 3259 ‘ofreza a mejor prucka de la presencia de exe desarolismo genélcoy, 2 Inve, de a prope _gcidn de as categories cepaians Bowique£. Shaw; *.-Y dominad a dea en VVAA., Concept crea del desarele, ‘Buenos Ars, Eicon del Consejo Supsior dels Hombres dela Accion Calica, 1963. SL CEPAL y of desarrollo ltinoamericano” (arculo eter), Criteria, ato OOK 1 1428, 23 de mayo de 1963; Femando Stor, "La CEPAL y ls ideologlas", Critri, af XOCKVE,N* 1432, 25 de julio de 1963, Conferercia del general Juan N. lavicol "La inereasin entre seguridad y desar- Io" (La Prensa, 3/1166). Estudio preliminar + Albert Hirchman, “Ange y cada del tera del dss", en El Trimeste Beos: sno, ocbeciembe de 1980, N*188, ° Jorge Gracsrns, “Dos aterativaspoticas del desaoll: cambio gradual o eve ison Resa dela Universidad de Buenos Ars, ABOVI, N° 1, ener-marz de 1961, 9.5. * Dexde 1945, "desarllo econdaizo des ples menos dealldot, gue spenss tobe merci un pido atuneno al final dels Primera Guera Munda, ue cst niversal- tree reconcido com principal objedvo nacional e intracional” (H.W. Amdt, El desarr Is econdmico, La historic de na idea, Buenos Ais, Rei Argentina, 192, p12). 1 Feterico Pinedo, La Argentina: 24 posicln y rang en el mundo (con ensayo en sovor del autor, Buenos Aires, Sudamericana, 1971 p. 369. Los primers pariraoe dee tena, l que corresponds acts, fron pubicdos en 1965 en el N° 1.000 de Economie Surrey 7 amuro Frond, Industria argentina y desarole nacional, Boeaos Aires, silos (et, 1957. Ponda habia expuesto previanente, en otbre de 1956, en na alocucn aio fic, contenido de este escrito (vse Nicol Babini, Frond de le opsiion al poder Buenos Aes, Cie, 983, p 169). 2 Buenos Aires, EL Ateneo, 1947. 2 Ves, por jempo a mencda gue hae del ibe sro J. Olena en Entrevista co el mundo en transi, Montevideo, Libers-Edes A, Monteverde y Cla, 1963p 142. 5 gus, 174, 287988. * Los ings en qu neva define forma plea su apoyo « Fonda parccen reptradon en eva rplica a una declaracién dela UCR “El Radicalism Tnranigete ha he- ho péblca una teiantedectaracién sfalando que Qué noes un érgao oficial ni ofcaco det Racialism, Ygordbamos que pesara sobre area al sogpecha. Qudes an gan de un ersaniewo nacional y poplar que wo se enol con nngia pro y que celebs coinciir. {En cuguer movmian de opine, proceda de donde fre, que pongs el acento en ales postions” (Pano pltico dea semana", Qué, N° 138, 2757). nn Jos Res 30 eos de historia argenina, Buenos Ares Montevideo, Actua, 1862, pp 186-87. 1 Rogelio Figeio, Ls condones dela victoria, Montevideo, 1859. » wie, 2. > -obrecosyempretriot un slo interés nacional”, Qué, N* 100, 118156, > David Via, “Una generacién ticonada A mis eamarades de Contrno” en Mar- ha, 982, 3S. el Lana, Didloges con Fon Buenos Aes, Desa, 1962p. 183, » Véase Rogelio Feige, Crecinienaecondico y democracia, Bucoos Ais, Psi, 180 (red. 196), capt cur, donde el autor propne eta ts para todos los ples _desaolaos bo rogimenes liberal democrtios. ___™ Rogelio Figrio, recimeato econéiico y democracia, e. cit, p. 76, cursivas en et ginal >» Rogelio Figeri, “El camino del desuralo”, Clara, 20/9/64, % tid 1 Odena, Entrevista con el mundo en transcib,e. i,p4l. n n ‘+ ENCRUCUADAS POLITICAS ¥ DICOTOMIAS IDEOLOGICAS tid. p43, 8 Frigeio, Crecimleno econdmc...7. a, Frondiien Luna, Comerzacanetin p13, 4° Frondizi, en Lana, Comersaciones... 152. El tule que ls propiciadres de fa naevaedicén encontraron para el tabsjo de P- redo, uno de fos mejores que prado el pensamiento liberal después de Perén, fue mis expee= sivo: El fatal esaismo (Buenos Aires, Guillermo Kraft, 1956) “Es corto y sini bien ot ‘mundo én que wivimos" excribié Duka en el preacio. En 1958 a Bolsa de Comercio, la Sociedad Rural y la Uni6n Industral se reunieran ‘en una enidad, Accidn Coordinadora de las Insteciones Libres (ACTEL), para luchar coma todas ns formas de intervencign estat en la economia y la vigencia de I incitva privada sin imterferencia pblica. ‘© Disigismo econdmico y rerceso en a Argentina, La Prensa, 12/2161. “Paral balance de Jot cuatro afos de gobiemo frondizsta vése e largo editorial “Allo de profunda crisis police”, La Prense, 30/1262. “ Federico Pinedo, “La CEPAL y la realidad econGmica de América latin. Artifcioua cequiparcion de sus paises, Le Prensa, 116/63. “ Ra Prebise, Hacia una dindmica del desarrollo ltinocmericano, México, ECE 1963, IIL REVOLUCIONES 1. LAs D0S CUESTIONES: PERONISMO, COMUNISMO En consonancia con su visi6n de Ia historia, Frondiziatribuird las zozobras ‘que arrost6 su presidencia y el golpe militar que lo destituy6 en marzo. de. 1962 4 los intereses opuestos a su programa desarrollista. Sin embargo, tanto en los continuos sobresaltos que suftié su gobiemo, acosado por las crisis militares, co- mo en el desenlace final, gravtaron més dos cuestiones de orden politico que el antagonismo socioeconémico, que 61 consideraba estratégico, entre-el pais in~ dustrial y el pafs agroimportador.! {,Qué coestiones? Por un lado la del peronismo, es decir, ls, encrucijadas ‘que planteaba Ia incorporacién de sus contingentes al sistema polftco y el recha- zo que cualquier férmula de compromiso inspiraba en el campo-del.antiperonis- ‘mo puro y duro, civil y militar. “El peronismo y el antiperonismo eran dos esta- dos de espiritu cuyo enfrentamiento excedfa los rétulos partidarios para ‘envenenar todo el proceso nacional”, escribiré Félix Lun al evocar el cuadro politico en que Frondizi asumié ta presidencia? Pues bien, los cuatro afios de gobiemo frondizista no desactivaron la hostilidad. La politica llamada “integra- ‘ionista” fue acusada por sus adversarios de no ser mas que una tictica de Fron- ici y Frigerio para el retomo disimulado del peronismo y aun de Perén al po- des Los peronistas, por su parte, empleando los medios que tenfan a su Aisposicién (el control de ls sindicatos, el capital de los votos ola accién direc 13), presionarian para que el juego politico no se normalizara con su exclusién. Para escapar a su cafda el gobiemo frondizista caminard en zig-zag, compensan- o altemativamente a las fuerzas rivales. No pod sortear, sin embargo, pese a sus esfuerzos, et desafio de hacer frente al peronismo en comicios donde se per- mititia su participacion. El triunfo de los candidatos en las elecciones del 18 de marzo de 1962 acarreé el final del primer experimento civil posterior a Pern EI motivo peronista siguié obrando atin después, durante el turbulento pe~ Hfodo que sigui6 al derrocamiento de Frondizi, en que el pals, con sus Fuerzas. ‘Armadas divididas, bordes Ia guerra civil, y durante el gobiemo de Arturo Lia. En los dos choques armados entre facciones militares (en septiembre de 1962 ¥ én abril de 1963) el bando derroiado fue el del antiperonismo recaleitrante,dis- puesto a emplear todos los recursos, aun el de la dictadura militar, hast extin- 7A + ENCRUCUADAS POLITICAS ¥ DICOTOMIAS IDEOLOGICAS uir todo legado politico y social de la era peronista. El “Comunicado 150°, la breve proclama en que el sector triunfante del Ejército, autoidentificado come legulsta 0 “azul”, expuso sus propésitos, resumié por un tiempo el pensamienta militar dominante respecto del cauce que debfa tomar la vida politica nacional 1 mensaje, emitido el 23 de septiembre de 1962, contenta dos referencias alust vas a los peronistas: se patrocinaba un régimen politico que, bajo el impetio de Ja Constinscin, asegurara “la imposibilidad del retomo a épocas ya superadas? la solucién politica que se apoyaba, por oto lado, no debfa marginar “a sectores auténticamente argentinos, que equivocada y tendenciosamente dirigidos en al- guna oportunidad, pueden ser hoy honestamente incorporados a la vida institu. ional”. En muy poco tiempo se verfa que la férmula no habia sanjado el proble- ma ni las discrepancias que al respecto existfan en las fas de los mismas vyencedores.# Como lo revel6 et "Comunicado 200”, transmitido el 6 de abril de 1963, después del segundo enfrentamiento, més grave que el anterior: ratificaba el “Comunicado 150”, pero expresamente fijaba esta vez que no se permitirfa el retomo del “régimen peronista”, sobre el cual cafa una condena que parecta ex: traida del discurso de los derotados 5 El otro hecho que afect6 Ia presidencia de Frondizi, afadiendo un foco mas de contrariedad a sus ya dficiles relaciones con las Fuerzas Armadas, fue el de ‘Cuba, indisociable dela cuestin comunista. La Revotuci6n Cubana, el régimen surgido de ella y la posicin del gobier- no argentino respecto de ambos fue desde el principio, desde 1959, un tema del ‘debate politico nacional.® Al comienzo, cuando los sectores antiperonistas rea ~zaron la lucha intransigente de Fidel Castro contra Batista frente a a acttud de Frondizi respecto del peronismo, vista como claudicante; enseguida, cuando la radicalizaciGn del proceso revolucionaro hizo de Cuba una bandera del antiims perialismo y del conjunto de la izquierda argentina, agitada contra el ejemplo de Ja politica frondizista juzgada igualmente como claudicante, aunque en un sent- do casi opuesto al anierior. Pero los problemas no surgeon para el presidente argentino sino cuando el pleito entre Cuba y los Estados Unidos inares6, a partt de 1960, en el Ambito de la pugne estratégica entre las dos superpotencias Este- ‘dos Unidos y la Unién Sovietica, La “guersa fra”, sus presiones, sus temas y ob- sesiones se instalaron de Heno en la Argentina El anticomunismo, por cierto, no era un elemento nuevo en la politica nacio- nal y el gobierno de Frondizi conocié desde el comienzo la acusacién de prestarse Ja infltracién marxista, Pero con la cuestin cubana el tema de “peligro comu- nista" se convirtis en objeto de una prédica alarmada ¢ insistene en los medios conservadores: Cuba indicaba la naturaleza del proyecto comiunista y le proximi- dad del peligro? Pero mis importante, no s6lo para la suerte del gobiemo de Fron- dizi, sino para todo el curso posterior de la vida piblica argentina, fue el efecto del ejemplo cubano en las Fuerzas Armadas. Desde fines de los afios cincuenta, la dctrna del Ejércto estaba reordenindose, bajo la inspiracién de asesoresmilita- 1s franceses, en tomo del concepto de guerra antievolucionaria 0 antisubversi- va! Aunque no declarads, decia la doctrine, estaba en curso una guerra de nuevo Essudio preliminar » tipo, la guerra comunista revolucionaria, donde el enemigo era un operador milt- ple y omnipresente que en forma abierta 0 solapada actuaba en todos los érdenes {ela vida nacional -en los partidos, los sindicaos, la universidad—,redefiniendo Ins ideas de fronteras y de “frente” como linea 0 zona externa donde se entabla el combate. Este podia librarse eventualmente en un frente extemo, pero la instancia caracterstica de la nueva contienda era el “frente interno"? Este nueva concepcién de la guerra, que sumaba otra razén para legitimar cl papel tuelar de las Fuerzas Armadas en el sistema politico, hallé en el ejem- plo cubano un factor de consolidacisn. La politica de los Estados Unidos respee- to de la seguridad continental en el marco del conflicto Este/Oecste obré en el ‘mismo seatido de ese giro doctrinario. Fundada en el principio, también recien- te, Ge que la amenaza a la seguridad regional no provenie, como en el pasado, el riesgo de una agresin militar exterior al hemisferio, sino de la subversion itera y del ataque indrecto,dicha politica se volvié més activa a medida que aumentaba la escalada de tensiones con Cuba. Tras la ruptura de las relaciones diplométicas con el gobiemo de Fidel Castro, a comienzos de 1961, y ya bajo la cia d¢ John Kennedy, los Estados Unidos lograrfan que el conjunto de los ejércits latinoamericanos, el argentino entre ellos, se convitieran a la con- transurgencia y al proyecto de aistar a Cuba, excluyéndola del sistema interame- ricano mientras estuviera regida por el castrsmo. No podia haber contexto més adverso que éste para la politica exterior de Froncizi, sobre todo en lo referente a América latina y, desde 1960, a Cuba en par- ticular. El presidente argentino, oficiando de vocero latinoamerieano, habia formu Jado ya.en 1959, ante el congreso de los Estados Unidos, el criterio que regiria su enfoque del caso cubano: “La verdadera defensa del continente consisteen elimi- nar las causas que engendran la misera, la injusticia y e atraso cultural”. La pro- blemética del desarollo, en otras palabras, tenia priotidad respecto de Ia seguri- dad. 2¥ 1a Revoluci6n Cubana? Las proclamas ideol6gicas no debian ocultar que fra, antes que nada, una expresin extrema del subdesarolio el mal que privaba a los purblos arasados de ls beneficios materiales y espirituales de la eivilizacién modema. En 1961, cuando se hizo ms aguda la presién externa e intema para que el gobierno argentino rompiera las relaciones con Cuba, Frondizi reformulé leve- mente su tesis, tratando de persuadir aun al presidente Kennedy: “La agresion ‘comunista, la verdaderamente peligrosa, consiste en que ofrece una esperanza de Salida de la miseria”. El desaffo que planteaba el castismo a quienes adherian a los valores de Occidente era demostrar que “la democracia el desarrollo y Ia paz social son el mejor camino para la soluciGn de los problemas que nos son comu- es"! En la medida en que los progresos concretos del crecimiento econ6mico Y el bienestar social se verficaran en los-otros pafses del subcontinente ~seguia €l razonamiento~ el propio pueblo cubano comprenderia las ventajas de Ia via democritica, La Argentina “desarrolista" se elevaba como un ejemplo de esta alternativa. Emplear la fuerza para que Cuba desandara el camino Hevarfa a la consolidacin de sus laz0s con los paises eomunistas. 15 6 ‘+ ENCRUCUADAS POLITICAS Y DICOTOMI4$ IDEOLOGICAS Pero si bien el Tanzamiento del programa de la Alianza para el Progreso ‘podia hacer pensar que la administracién Kennedy se inclinaba por una respues- ta reformista al desafo de la revolucién, et hecho es que fue esa administracién la que promovié la estrategia militar que habria de conocerse como “doctrina de Ja seguridad nacional”. Y era esta estrategia la que definta, en Gitima instancia, ue valores prvilegiaba Washington. Los enemigos de la politica frondizistarea- pecto de Cuba, tanto civiles como militares, ve‘an en ella slo una variante disi- ‘mulada del neutralismo ante el gran cisma entre Oriente y Occidente, cuando no, simplemente, una forma de protecciGn de castrismo.!" El tema de la amenaza subversiva prosigui6 después del gobierno de Fron- dizi, Mis ain, dio lugar a diversos entelazamientos con otro tema, el del pe ronismo. 2. EL CAMBIO IMPERATIVO En 1965 la ConfederaciGn General del Trabajo difundi6 un folleto titulada Hacia el cambio de estructuras, dando cumplimiento, segin s¢ lia en la presen ‘acién, a un mandato del congreso que la central obrera habja celebrado en enero de ese afl. El documento, que reflejaba Ia asistencia intelectual dela sociologéa universtaria, se dividia en tes partes -siteacidn social, situaciéa econémica simaci6n politica. El Consejo Directivo, decta el prélogo del folleto, daba a co- nocer el estudio para iniciar “un debate nacional con la participacién de todos aquellos que tienen conciencia de que ei pais no puede estancarse y que es nece~ sario un cambio que permita proyectarlo hacia el futuro.'? De acuerdo con el dliagnéstico de la CGT, la Argentina se hallaba hundida en una grave crisis y pa ra salir de ella una transformacién profunda resultaba inevitable, Desde el punto de vita de la central obrera, una estructura social, politica y econdmicatocaba a su fin, y 1a “etapa de los cambios en ef sistema” habia terminado. “De ahora en adelante se ocuparé fundamentalmente ée las politicas que se orienten al cambio del sistema.” (Las bastardillas en el original.) E] texto debia a la sociologia universtaria ~més espectficamente: al pensa- riento sociol6gico de Gino Germani~ Ia tesis de que le Argentina era un pais mis modemnizado que desarrollado y que esa asincronia estaba en la base de sus principales problemas. Transplantada al follto cegetst, 1 tesis originaria no permanecia intacta, En efecto, quienes dieron redacciéa al texto entretejeron Ia interpretacién germaniana con otras ideas, extras del socialcristianismo y él nacionalismo principalmente,y la hicieron parte de otra representaciGn de Ta di- cotomia social ideotégica.!4 El folleto de la CGT salié répidamente de escene, apartado por la dispua que dividia al sindicalismo peronista, bajo cuyo control se hallaba la central ‘bcera. Eso no le rsta, sin embargo, valor sintomdtico al documento, que const- tia. un indicio més de i extensicn que habia cobrado en 1965 la creencia de que solo una mutacin enérgica, en todos los Srdenes de la vida colectiva, pada lbe- Estudio preliminar + rar al pafs de una declinacién inevitable, Aferrada a Ia imagen de un pasado de prosperidad, se pensaba, la Argentina se resistia entrar en el presente enfren- tando la crisis general que Ia afectaba. Fue en este contexto que comenz6 a cobrar wuelo, una vez més, la idea de ‘una “Tevolucién nacional” salvadora, aunque ahora no le darin apoyo tinicamen- ‘te sus inspiradores perpetuos, los citculos nacionalista. También te darén respal- do representantes de la derecha liberal; Frondiai y sus partdarios, reagrupados ‘ea un movimiento (el Movimiento de Integracién Radical transformado después en Movimiento de Integracién y Desarrollo) que poco a poco obrarfa més como fuerza ideol6gica que como partido politico; diversos grupos procedentes de la nebulosa social-ristiana y sectores politicos y sindicales del peronismo. Como siempre, la idea de la “revolucién nacional” iba al encuentro del mesianismo mi- Titar, que ahora aparecia tefido de espirita teonocrético: bajo la hegemonta. del sector “azul”, el desarollismo se habia instalado en las flas del Ejército. 1 bianco inmediato de cuantos proclamaban el imperativo del cambio ¢s- tructural fue la presidencia de Arturo Ilia. Desde el comienzo habia conspirado contra ella a débil legitimidad de un mandato obtenido sobre Ia base de un 26% de los sufragios, en unos comicios que habfan llegado después de un perfodo andrquico, muchas intrigas y el naufragio del Frente Nacional y Popular, pensa- do para dar ejecucin al “Comunicado 150” y dosificar el ingreso del peronismo cn el juego politico legal. La administraci6n del doctor Ilia transcurrirfa enton- ces bajo varios fuegos: enfrentada por el peronismo, que no dejaria de recordar «que el gobiemo era producto de una elecciGn con proscripciones, tampoco halla- ria apoyo en las asociaciones empresarias, ni en los Grganos de prensa del libera- lismo, que la atacarén por su indulgencia frente ala acciGn sindical y por su ad- hhesiGn al intervencionismo estatal y al nacionalismo econémico, esto es, por su fidelidad a lo que habia cristalizado como acervo ideol6gico de ta intransigencia radical! La opinin de que el estilo presidencial ~moderado, tolerant, gradualista— no estaba a Ta altura de los retos de la hora se propalé muy tempranamente, y el centro de emisin principal de ese veredicto fue el semanario Primera Plana, or entonces muy influyente. Ea la columna en que, alo largo de dos aos, reco {get todos los elementos del humor ideol6gico que habeé de coagular en el golpe 4e Estado de 1966, Mariano Grondona insinuaré ya.en agosto de 1964 que se es- tuba frente a una administracién apdtica y extempordnea: “El gobierno del doc- tor Frondiai padecié la tentaci6n del acivismo. El gobierno del doctor Ilia bor- dea el nihiismo. Y la Argentina berida de 1958 necesitaba cuidados y quietud, nicntras la Argentina detenida de 1964 requiere inventva y acicate”." En otras Palabras, con la mentaldad radical y la personalidad del presidente, que encara- ‘alos desaffos del presente con ritmo de oto tiempo, el pas se estancaba, La politica econémica era uno de los terrenos donde, alos ojos de la mayo- fade los opositores, e verificabe la falta de vocaciGn radical para el cambio. La pinién dominante en ese lapso, tanto profana como docta, era que la economia ‘acional se hallaba sumida en una crisis.” En los casos en que se admit que el ns ‘+ ENCRUCHADAS POLITICAS ¥ DICOTOMIAS IDEOLOGICAS Esto habria de llevarlos, reiteradamente, a escoger en cada comicio la opcién que considera ran el mal menor frente a lo més temido, que por lo general era alguna forma de retommo del peronismo. Mas de una vez, desde 1958, el receptor de ese voto ha- bia sido la UcRP. Pero el radicalismo queria los sufragios de la derecha amtipero- nista, no su programa, tal como lo mostrar en el ejercicio del gobiemo, ¥ esa derecha no queria ser espectadcra del juego politico. La percepciém generalizada de una crisis, la anomalfa del sistema politico, 1 descreimientorespecto de los partidos, la débillegitimidad del gobierno surgi- do de Ias elecciones de 1963, et malestar de la derecha social, a cuestién pero- nista: todos estos elementos, filtrados y reinterpretados por ideSlogos dramatiza- ores, hallafan acogida en el proyecto de poner fin al orden civil que procedia de las reglas establecidas en 1955. “Desde setiembre de 1955 el peronismo es nuestra Argetia: un problema sin resolver que se agrava con el tiempo y frustra y compromete los esfuerzns de la NaciGn en todos los terenos”, habia escrito Ma- iano Grondona en septiembre de 1964.% Cuando, bajo el rétulo de Unién Popu- Jaret peronismo vencié a la UcRP en los comicios para la renovacién de diputa- dos el 14 de marzo de 1965, el problema sin resolver se volviéinsostayable. La idea de un gran cambio, es decir no un simple golpe de Estado, que pusiera a la NNacién por encima de sus facciones, se fj6 asi en tl horizonte de una sociedad bioqueada entre fuerzas que no podian vencerse ni acordar principios comunes acerca de cémo gobernarse. EL papel de “clase salvadora” lo desempeiaria, una vez mis, el Bjército, reorganizado tras los enfrentamientos de 1962 y 1963 bajo la conduccién del feneral Juan Carlos Ongenfa, quien habia emergido como la principal figura nilitar desde el triunfo de los azules. Tras un breve interregno de “vuelta a los ‘uarteles", en el que el arma habfa adoptado el comportamiento de fuerza pro- fesional apticada a las tareas que le fijaba la ConstituciGn y obediente del go- bierno civil, ef Ejécito como actor politico retomé poco a poco al primer pla- ode la escena. El punto de inflexién puede fijarse en la disertacién del general Onganta ante la V Conferencia de Jos Ejércitos Americanos, celebrada en West Point en agosto de 1964. La composieién del discurso habfa pasado por la mano de varios Fedactores y esa dversidad se reflejaba en Ia alocuciGn,* destinada a defini ef 80 + ENCRUCUADAS POLITICAS Y DICOTOMIAS IDEOLOGICAS papel de as Fuerzas Armadas en las naciones americanas, “‘conforme se encuen, tra establecida en las respectivas Constituciones nacionales”. A las funciones. clésicas de as instituciones armadas en el marco de la democracia representa va, el discurso de West Point afiaa la misién de colaborar en “el desarrollo eco taémico y social del pats”, y reclamaba de los gobemantes Ia obligacién correla- tiva de posbiitar fa cooperacién de las Fuerzas Armadas “en la grande accién, de gobierno”. Al “daries participacién en el gran didlogo nacional que debe pre- sii fa ejecuciGn de la politica general, evtarin el aislamiento reticente de lag instivuciones armadas". Del aislamiento reticente, formula que define mejor que cualquier otra la actitud militar frente al gobierno radical, se pas6 al papel de Gegano de vigilancia, 4e Ia autoridad civil (el discurso del general Pistarin el 29 de mayo de 1966 fue el manifesto piblico de esta funcién) y, por fin, al papel de agente de una nueva revolucin nacional, cuyo contenido basico era esta vez, el de la modemizacion or via autortaria. En tomo a Ongania, considerado, aun después de su pase a retiro, como el titular indiscutido de la revolucién en ciemes, se unificaron todas las conientes ideol6gicas del Ejército.”” y en tomo a éste se alinearon las otras dos fuerzas, la Marina y la Aerondutica. El tema de la amenaza comunista tuvo igualmente un lugar destacado en la ccampaiia de desacreditacién del gobiemo radical y en la corelativa legitimacin el golpe de Estado. La doctrina de Ia seguridad nacional y su hip6tesis la agre- sign interna 0 subversién como nueva forma de ia conspiraciGn comunistainter- nacional--formaba ya parte de la definicién militar de la realidad. Podria decirse que con Ongania llegs por primera vez ala presidencia del pais un adepto a ess doctrina* Cuando ejereia todavia el cargo de comandante en jefe del Ejérita ‘bajo el gobierno de Illia, habia hecho declaraciones de gran resonancia al res- pecto. “A este enemigo tenaz, fluido”, sinuoso, dijo refiriéndose al comunismo, “no lo persuadiremos ni lo retardaremos con el sonido de la retrica que tiene la confesién de los errores cometidos ni con la situacion de medidas de enmienda, ‘en un ut6pico clima de convivencia pacifica”™ ‘Ahora bien, desde 1965 la campafia sobre la penetracién comunista en todos los émbitos de la vida nacional tenfa también sus plptos y voceros civles. A los pcos dias de las declaraciones de Ongania, el presidente de la Unidn Industrial Argentina, Oneto Gaona, consagré la mayor parte del discurso dedicado a celebrar el cia deta industria « ts accién ideolégica comunista, Los empresarios no podtian desott, dijo, el “llamado de alarma que muchas voces autorizadas” habian lanzado recientemente sobre la accién concertada dei comunismo, y mencionaba las de- nuncias hechas en el Congreso y ots tribunas. “En lo que a nosotros concierme ~agreg6- estamos convencidos de que estas denuncias son sustancialmente exactas y de que la amenaza comunista es tan concreta como perentoria”™® La agitacién {el peligro subversivo, que llevaba consigo la acusacién de que el gobierno radical xno reaceionaba debidamente, no eesarfa hasta el derocamiento de Mia y iguraré entre los motivs invocados para valida Ia Revolucin Argentina. Estudio preliminar + 3, LAS DOS ALMAS DE LA REVOLUCION ARGENTINA ‘Una Junta Militar Revolucionaria constituida por los jefes de las tres armas destituy6 al doctor Ilia el 28 de junio de 1966, emitié ta proclama correspon- dente (la “transformacién nacional” y la “modernizacién del pais” eran objet- ‘os imperiosos que hacfan indispensable “eliminar la falacia de una legalidad formal”), eliminé el Congreso, dispuso la separacin de los miembros de la Cor- te Suprema y eligid como presidente de la Nacin al general Ongania. ‘Al experimento autoritario que se inicié entonces se hallaban asociados miembros y citculos procedentes de las dos grandes familias del clivaje ideologi- co argentino ~liberales y nacionalistas-, aungue la gama de posiciones tenfa més tons de los que transmite esta dicotomfa. También integraban el cuadro social- cristianos y tecnSeratas de variado origen a los que unfa el credo comin del desa- rrolo. Frondizi, por su parte, ¢ dio todo su apoyo a la “Revolucién Nacional”! ‘Todas esas tendencias coincidfan en el rechazo del sistema de partidos vigente y ‘en la necesidad de que el mievo régimen proscribiera la actividad politica por un tiempo sin plazo definido, Para todos, el elemento politico y, ms ain, los parti- dos y as elecciones sélo serfan, al menos por el momento, um factor de desorden, y conspirarfan contra las transformaciones que la revoluciéa debfa llevar a cabo en el orden econémico, pues ellas exigirian sacrificios. Asf, la disolucin de los partidos, que figuraba entre las resoluciones anunciadas por Ia Junta Militar, serd ‘ramitada répidamente por el gobierno de Ongan‘a, que también se encargaré de traspasar los bienes de los partidos a manos del Estado. El presidente comunicé de ese modo algo que no dejaria de repetir alo largo de su gobierno: la ireversi- bilidad dela revolucin y el comienzo de una nueva eraen el pas. En el discurso oficial tomarfa el nombre de “tiempo econdmico” esa prime- ra etapa del cambio de estructuras, consagrada al imperativo de sacar al pais del desorden econsmico,librindolo de la ineficiencia ta inflacién el estaismo. Este reordenamiento era la condicin para que la Argentina despegara, tomando el ca- mino del desarrollo y la grandeza nacional. A esa fase seguirfa otra, de contenido 1s nebuloso, la del “tiempo social”, en que se organizaria la participacién de la ‘comunidad, y, por fin, como corolario de las transformaciones, la dltima etapa, la del “tiempo politico”, objeto de menciones ain més indeterminadas. Desde el co- rmienao la opiniGn piblica se habituaria a escuchar de los funcionarios del gobier- 'o que los plazos del calendario no regfan los tiempos de fa Revolucién Argenti- na, sino el cumplimiento de los objetivas propuestos para cada etapa. El esquema de los tres tiempos era s6lo una manifestacién Iimite del culto 4a planificacion y a los organigramas —que estaba en el espititu del tiempo-, Unido ala preocapacién por controlar la imprevisibilidad del mundo social. En «se culto alos signos de la modemizacién y en esa preocupacién por la amenaza 4e lo imprevisto, a definicin militar de la realidad y ta definici6n tecnoctitica &# alimentaban reciprocamente. A ese enfoque pertenece el establecimiento del “Sistema Nacional de Plancamiento y AcciGn para la Seguridad Nacional” y la al 2 + ENCRUCUADAS POLINCAS ¥ DICOTOMIAS IDEOLOGICAS ‘reacién del Consejo Nacional de Seguridad (coNase), que debia coordinar su ‘actividad con et ya existente Consejo Nacional de Planeamiento (CONADE). Al frente del CONASE, Ongania designé al general Osiris Villegas. Reputado como {e6rico de la guerra antrrevolucionaria, el general Villegas era uno de los oficiae les intelectuales del Bjército y escribirfa, mientras se desempefiaba como secre- tario del nuevo organismo, un largo trabajo sobre seguridad y desarotlo, los dos ‘conceptos bisicos del experimento que se habia echado a andar en 1966.22 ‘La mayor parte de tos partidos parecié hacer suya la definicién poco glo- rosa que el régimen hacia de ellos y, sin grandes protests ante la determinaci6n de prohibir su existencia y confiscar sus bienes, entraron en estado de reposo. Los dirigentes s6loalterarian el receso con dectaraciones esporédicas. Como ob- servard Carlos S. Fayt, esa acitud “benefici6 naturalmente al régimen y le pro= potcioné una tregua politica como poeas veces ~creemos que ninguna se dio en €l pais"? Neutraizados los partidos, las universidades estatales se convitieron or breve tiempo en el foco de Ia oposicin piblica al nuevo orden. Pero la uni- versidad,reiteradamente seflalada como una de las ciudadelas de la indisciptina 1 Ja subversign por todos los sectores civil y militares que pedfan la restanra- ‘ign de a autoridad en el pais, tenia el destino anunciado. El gobiemo, invocan- o tn clamor de fa opinién pblica, decidi6r§pidamente la intervenciGn, no para avasallarsu autonomfa, segin afirmaba un comunicado del Ministerio del Inte- rior, sino para artcularla “con el proceso de recuperacién que la Nacién ha ema- prendido en virtud de Ia Revolucién Argentina”. La resistencia a la medida fue ¥ ja muestra industrial, insugurada en Paler- ‘no slo unos dias después, fue una nueva ocasién para que las entidades concertadas en ACrEL la Sociedad Rural, a Cémara Argentina de Comercio y la ‘Unién Industial~ proctamaran su fe en 1a “nueva hora nacional” El comportamiento dei sindicalismo, mayoritariamente peronista fue més ‘rigeagucante. Al asistir ala ceremonia de asuncién de la presidencia por Onga- nia, sus dirigentes le dieron un apoyo técito a la Revolucién Argentina y no di ‘mularon su conformidad con el derrocamiento del gobierno radical, al que consi- deraban ilegitimo y habfan hostigado desde el principio. Los funcionarios designados por el general Ongan‘a en el Ministerio de Economia y en la Secretar tfa de Trabajo persuadieron a los jefes sindicales de que habia margen para el juego que conocfan, de presién y negociacién, ¢ incluso para la partcipacién en €l sistema que estaba gesténdose. Pero los movimientos reciprocos de aproxima~ ign entraron en cortocreuito cuando la CGT, con posiciones encontradas en st Esnudio preliminar + jmerior, decidié enfrentar Ia politica gubemamental de racionalizacién, que ha- a comenzado en Tucurndn con el cierre de ingenios azucareros y siguié con el ccdenamiento del trabajo portuario. E! gobierno respondié con contundencia al desaffo del “plan de lucha” aprobado por la central obrera: declar6 subversiva la huelga general dispuesta para el ° de marzo de 1967 e intervino varios sindica- tos, entre ellos el de los metalrgicos, el gremio del principal lider sindical, Au- gusto Vandor. El 9 de marzo la CGT dio por terminada su escalada y el gobierno (qued6 duetio de Ta escena. Entre marzo de 1967 y marzo de 1969 transcurtieron los dos afios de brio de ia Revolucin Argentina, La vida politica nacional pareci6 reducirse alas ini- ciativas del régimen y a la actuacin de sus diferentes lineas, tanto en las Fuer- zas Armadas, como en las esferas del gobierno. A comienzos de 1967, el doctor ‘Adalbert Krieger Vasena habia sido designado al frente del poderoso Ministerio e Economia y Trabajo. “Lo pedian ~escribiré afios ms tarde un alto funciona- fio del gobierno de Onganfa— la banca y el comercio, la industria y el campo, los libreempresistas y los nacignalistas.""" Aunque lo pidiera también algin nacio- nalista el hecho es que el nombramiento de Krieger Vasena fue visto pablica- mente como un triunfo de los liberales, quienes dieron apoyo expreso al plan de csabilizacin y desarollo del mist, si bien no se trataba de un plan artodo- sxamente liberal. Los enclaves de los nacionalistas estarén en las reas politicas de la admi- ristracin. Sus integrantes habfan incorporado al repertorio hist6rico del nacio- nalismo ~crftica del individuaismo liberal y de la “partidocracia",apologfa de a autoridad, el orden y Ia unidad del cuerpo nscional-, una nueva veneracién por la modemizacin y el industrialismo. Ya no hacfan objeciones de prit ‘democracia representativa, como en el pasado, pero proyectaban corregir sus in- suficiencias mediante Ia creacién de nuevas instituciones: consejos que dieran representacién a Ios grupos de interés y Grganos a través de los cuales la comui- dad paticipara sin la mediaciéa de los partidos. De abt los diversos nombres con Jos que ia prensa bautizaré sus posiciones: “participacionismo”, “comonitaris- mo", “corporativismo” o el que prefiere el politicélogo Guillermo O’Donnelt: “patemalismo". Si no un modelo a imitar, la Espafiafranquista, que por entonces parecia reunir los aributos perseguidos de orden autoritario y desarrollo econé- tmico, era vista por quienes integraban este sector del gobiemo como una fuente de ensefianzas. {En qué punto coincidfan con sus contrncantes liberales? En la ‘oposicién a todo apresuramiento que perturbara el tiempo del reordenamiento econémico. Tiempo de caricter “séenico”, para los nacionalistas: mientras él ri- siera no habria politica. ‘Onganfa buscaria la compatibilizaciOn de las dos almas de su gobierno. Por cierto, toda vex que crey6 necesario transmitir su visin politica del pais, sus palabras dejaron ver que consideraba la Argentina liberal como un hecho del pasa- do, “Veneramos la tradicién que forjaron los varones que hicieron nuestra patria ~Aijo en un discurso ante las Fuerzas Armadas-, pero sabemos que la Aggentina ‘campestre, la Argentina fcil el pais del trigo y de la vaca qued6 atrés."* Pero 3 ‘+ ENCRUCUADAS FOLITICAS ¥ DICOTOMIAS IDEOLOGICAS ‘era el primer covencido de la necesidad de un “tiempo econémico”, que debia preceder a cualquier incursion en el campo social o politico, y éa era la tarea ‘momenténeamente puesta en manos de Krieger Vasena. No ignoraba, por ota ‘parte, que los liberaies de su gabinete contaban con el respaldo de gran parte de Jos altos oficiales del Ejérito (Alvaro Alsogaray habia sido uno de los redacto- res de los documentos bésicos de la Revoluci6n Argentina) y, sobre todo, que te nian el sostén de los duefios del poder econdmico y del influyente diario La Naw cidn, érgano central de la derecha liberal argentina Estos sectores, a su vez, ,qué temfan? Que el régimen evolucionara, bajo Jas consignas del “participacionismo” y el comunitarismo, hacia alguna forma de orden corporativista que asociara a las cAmaras empresarias, fos sindicatos, las comumnas y las instituciones de fomento. Ese temor se alimentaba de las de- claraciones de algunos funcionarios y de algunos hechos que, por supuesto, na podian producirse sin el consentimicato del presidente, como las iniciativas “cox ‘manitaristas” del nacionalista Radi Puigh6, a cargo de la Secretaria de Fomento ‘ola formacién de una corriente “participacionista” en el campo sindical. ‘A fines de abril de 1968, a disertaciGn ante la AsociaciGn de la Prensa Exe- tranjera del ministro del Interior, Guillermo Borda, desat6 tna controversia que iluminar‘a bien este cuadro de interacciones entre el gobierno y los sectores que Jo acompatiaban vigitando la marcha, El ministo jursta destacado y ex funcio- nario del gobiemo de Perén, habia retomado en st discurso lo que para entonces ‘ra ya un leit-motiv del discurso oficial ~la falta de representatividad de los par~ tidos que habfan gobernado hasta 1966: “La Argentina vital marchaba por un Ia- {do los partidos por otro”-; se habfa explayado sobre la “participacién comuni- taria” (Esta “nace del concepto de sociedad organizada, que se opone a la idea individualista que s6lo concebfa la relacién Estado-ciudadano”); y sefialaba que Ja pantcipacién perfeccionara Ia vida democrétiea, “pues organiza la accién del ‘siudadano en mas campos que los puramente electorales y desarroa un civismo atento a todas las exigencias del municipio, la provincia, la regin, el pas”. La cconcepeién liberal, en suma, ya no podfa regir una sociedad altamente commpleja Y teenificada: “su desarrolio no puede ya ibrarse al azar, a 10s esfuerzos disper- 5305, inorgénicos”. Se necesitaba un poder capaz de conducir el cembio en todos tos terrenos.3” ‘Una cascada de réplicas sigui6 al discurso de Borda, quien s6lo habta arm plificado formulas que ya podfan encontrarse en alocuciones de Onganfa. El pre- sidente de ACTEL, en una declaracién en que rescataba los logros ée la gestién econ6mice, cuestionaba la expresién misma de “cambios de estructuras” em- pleada por el ministro, que “puede signficar un cambio de nuestro régimen re- publicano, representaivo y federal; el Instituto de la Economia Social de Mer- ado, que inspiraba el ingeniero Alsogaray, se refirié a la conferencia de Borda en una solicitada que Hlevaba por titulo “,Cambi6 de rambo la Revolucién Ar- gentina?™, y el diario La Nacion le consagré una larga y alarmada extica en eb editorial del dia 27 de abril. En ta columna politica del mismo diario se habl6 de “dos revoluciones” en pugna: la que habfan anunciado los documentos iniciales Estudio preliminar + ‘ela Revolucion Argentina y hellaba ejecucién en la politica econémica, por un lado, y la revolucién que se anunciaba en ideas como las del ministro del Inte- fot, pore otro Las erficas al discurso del ministro politico tenfan como destinatario dti- ‘mo a Ongania, obviemente. Pero, aunque la controversia acerca del rumbo polt- tico pareci6 precipita una crisis dentro del régimen, donde se activé la ofensiva <éel jefe del Ejcito, el general Julio Alsogaray, contra los nacionalista del go- tiemo, el presidente logré dominar ta situacion y meses después desplaz6 al of cial de Ia jefatura del arma. Nombr6 en su Jugar a un general “azul, pero de ireprochables antecedents antiperonistas, Alejando A. Lanusse, lo que equiva- tia también 2 un mensaje tranquilizador hacia los liberales. ‘Cuando el 28 de marzo de 1969 Onganfa anunci6, ante ministros, secreta- sios y comandantes militares, | comienzo del “tiempo social”, la Revolucién ‘Argentina no parecta tener en el horizonte grandes nubarrones. El “tiempo so- cial” seria el de los cambios estucturales, tras la etapa de coyuntura que habia sido el “tiempo econémico”. Los partidos politicos casino daban otras seiales e vida que esporédicos reclamos de un plan politico, soliitud a la que los fun- cionatios respondian siempre recrimindndoies su pertenencia a un pasado poco hhonroso. Un foo de oposicin enérgica al gobiemo era ia CGT de Paseo Colén (© CGT de los Argentinos, encabezada por Raimundo Ongaro. Fruto de la divi- sin que suftié el movimiento sindical en marzo de 1968, ella no congregaba, sin embargo, alos principales gremios, que se habfan alineado con la otra frac- ci6n, conocida como CGT de Azopardo, cuyo lider era el diigente metaldrgico ‘Augusto Vandor, quien se oponia a un choque frontal con el gobierno. Las fuer- za sindicales que se distibuian entre vandorisias y paticipacionisias parecfan dare al régimen un armpio margen de juego para administer la paz social, que era tanto un objetivo como una promesa de la Revolucién Argentina, En dos meses este escenario cambi6 deésticamente. En Corrientes, el alza de ta tarifa del comedor universitario Nev a los estudiantes ala calle y, el 15 de ‘mayo, la represin policial provocé la muerte de un estudiante; fa solidaidad es- tadiantil traslad6 la agitacién ala ciudad de Rosario, donde dos das después re- sult6 mero otro estudiante unversitario. En Rosario las demostraciones contra €l gobierno se generalizaron y se hicieron més violentas, por To que Ongania dis- puso la ocupacién militar de a ciudad. Las dos CGT declararon entonces un pa- to general para el dia 30 de mayo. En fin, el 29, en Cérdobe, donde los sindica- tos habfan dispuesto un paro de 48 horas con movilizacién callejera,estllé la revuelta obrero-estidiantil que se conocerfa como “Cordobaz0” y en que los en- frentamientos con la policia y el Ejéreito dejaron un saldo de més de veinte muertos. Estos hechos, que hicieron ver la magnitud del descontento contra el orden ‘autortario que se habia acumulado tras la superficie tranguila de los dos wtimos ‘0s, marcaron el comienz0 del fin del gobiemo de Ongania y del experimento iniciado el 28 de junio de 1966. Ongania fue desttuido por los comandantes de Tas tres futerzas en junio de 1970 y, tras un breve lapso presidido por el general a5 86+ EXGRLEMADAS FOULEICAS ¥ BICUTOMTIAS IDCOLOGICAS Roberty M. Levingston, asunié Ia titularidad del poder ejecutiva el ameve home bie fuerte, el yeneral Lanusse. Con el nuevo presidente, se rehabilité la actividad de 10s partidos, se adiitis al peronismo en el jueze politico legal y se inieid el proceso de Fiquidacidn de la Revolucign Argen sul. Para entorces, 1a mavilizacisin politica se habi un nuevo actor era parted ina através de una sala electos gencralirado a tod io armado. palsy Ia escena: el ps 4. LATA REVOLECIOS En un amticulo de octubre le 1963, Gino Germani observaha que en ka Arg 4gentina habia dos imagenes opuestas de! pais, “Una de ellas reins indisputada ex este siglo desde sus comienzos, hasta los ltimos afios de su primera mitad. Lat segunda comenzs « circular desde hace aprosimadamente unos quince afos, Nes gando luego a cobras singular difusién:"® La primera correspondia a la tradicisa liberal, con sus variantes y sus dos alas lade Ja derecha conservalora y la de fa “inquierda respetable”. De acuerdo con esta vision, la Argentina era un pas pros sresista, “europea”, medemo, con un Iugar natueal en el marco de la divisisin ine temacional del trabajo que se asociuba con sus riquezas agropecuaias inagotae bles, Pura quienes idemtificaban la Argentina con esta imagen, los problemas provenian de la demagogia, de la cin de los “extremismos” y del empeso poe aparar al pats del cauce econdmmien que le habia dado st prosperida en el pasa do. Sega la otra imagen, que Germani elasiticaba como pesimista, el pais ora tuna Nacidn subdesarrollada, de condi casi colonial y estructura agraria “fens dal”. Esta visiGn catastedtica de la Argentina, de ocigen mis reciente, que atti bua ta perpetacidn del airaso eeonénuco y social a la obra de los imperialismos y la oligarquéa “antinacional”, reunia “a la izquierda ‘ao respetable’ de diferene tesorientaciones tmarxista, nacional, et.) ¥ también, aunque con matices ebviae mente distintos, ala derecha totaltasiay “ultra” nacionalista Hostiles emite si, cada pesicign condicionabs el modo en que se pereibia la posicisn rival y respaldaba soluciones igualmence simplificaderas y opuestas. La formula de quienes se alineaban en rorno ala imagen “liberal” era conocida des: de 1955: retornae, tanto econéinica como pol al camino dal que a pals se habia desviada en 1943; mientias la semeeracia ne padieea regir en ple: nitud porque la demagogia reciente habia deformada el espirit de las masas, 5¢ justifleaba un régimen que las ed ra de Sus propins extravios, al menes por un tempo, Para la visida “pesimista”, en la Argentina no habia angen para las reforms y el nico camino era ol de la revoluctén: “el camino pasa por fas montatias”, resurmia German eon usa firmula que sobreentendia, {be acuerdo con el lenguaje de esos dias, el eumino de Cubs, el de las sierras, Las dos “consirucciones imaginatias” eran global ontuvieran elementos verdaseras. Pero lo que inquietaba a Germani no era la veracidad de esas imagenes sino su eficacia politica. Respaldadas por una “parte 4e las elites (es decie por aquellos que teman decisiones de importancia nacio- ¥ las proieg te irealistas, aunque Estudio preliminar « sa, 0 bien influyen en ells o bien orientan Ia opinién pablica), estas dos mane- ins e vera pis desempean un papel importante en el proceso histérico que vivimos”, ‘Retomando estas observaciones de 1963 a la luz de lo que ocurti6 poste- riormeate podria decirse que la historia revolvi6 un poco las cartas, aunque la slarmada preocupacién de Germani no resulté infundada. La Revolucién Argen- tino, por ejemplo, entremezclé la elucubracién nacionalista acerca de un orden police orgénico, preservado del comunismo y de orientacin antiliberal, con el paresis antidemocrético reclamado por los liberals ~paréntesis que sactifica- fia momenténeament Ia libertad mientras se saneaba la economia y el pueblo se reponia de las perturbaciones de la demagogia~ La doctrina de la seguridad y desarrollo, a su vez, actuarfa como un operador de la miscelénea. Pero en ella no buscarian y hallarian puntos de apoyo s6lo liberales y nacionalista, sino tam- in la elites que solicitaban de las Fuerzas Armadas una revolucién moderni- radon 1La otra revolucin, la que correspondia a la imagen de la Argentina que cultivaba la izquierda “no réspetable”, como la designa Germani, con sus dife- rentes variants, es la revolucién que proclamarén los partidos armados que a partir de 1969 y durante siete afios serén parte de la escens politica argentina. Serta imposible disociar de la experiencia politica nacional 1a amplia atrac- cin que ejerci6, en la filas juveniles de las clases medias, la acci6n insurreccio- nal y el precepto de que el poder nace del fusil. En efecto, zo6mo dar cuenta de ‘ese fenémeno prescindiendo de toda referencia al hecho de que desde 1955 la Aiscordia politica habia ingresado, més de una vez, en el terreno de la guerra ci- vil? {Los dos ensayos semidemocréticos que siguieron al derrocamiento de Pe- sn, el de Frondiaiy el de Ilia, no expusieron ala vista de todos que los poderes de la Constitucin eran frigiles frente a los “factores de poder”, o bien, dicho de ctro modo, que representaban s6lo el poder “formal” frente al poder “real”, cu- 40s ttuares eran otros, en primer término las Fuerzas Armadas? Ya hemos visto {que la preponderancia del conflicto peronisruo/antiperonismo impidié que se es- tabilizara algin sistema de gobiemo, fundado en un principio de legitimidad re- conocido por todas, o la mayoria de las fuerzas en presencia, Durante esos affos lgolpismo fue, en ta forma del rumor, de los preparativos ostentosos o de su perpetraciGn efectiva, parte de la vida piblica argentina. {Por qué los j6venes habfan de ser tan insensibles a una ilustracién tan abundante de la distancia entre ¢l pais legal y el pais de hecho? Pero, aunque Ia aparicidn de los grupos armados que comenzaron a operar bajo el gobiemo del general Ongenia no puede explicarse sin referencia a la rnimica dela vida politica argentina, que no predisponi al pluralismo ni ala for- ‘macién de una cultura civica democratic, el fenémeno tampoco puede explicas- se s6lo como respuesta a las violaciones Continuas del principio de la soberanfa popular, alas injusticias que generaba una sociedad de clases, o a la imposturas de sus dirigentes. Los partidos armados no brotaron tinicamente del descrei- ‘iento en las reglas del juego democritico ni de la mortficacion que provocaba 88 + ENCRUCUADAS POLITICAS ¥ DICOTOMIAS IDEOLOGICAS Ja burla de esas reglas nacieron asociados a una fe intransigent, la fe en la Ret volucién, idea fuerza que, desde comien20s de los afios sesenta y bajo el deslum bramiento de la Revolucién Cubana, habia recobrado toda su carga mesiénicat Sélo la Revolucin traera la regeneracién socal y permitiiaedifica, pieza pog Pieza, otro mundo, el del pueblo lberado y el hombre nuevo. Basta observar que hacia los mismos afos, un poco antes, un poco dese pues, surgieran en otros paises del subcontinente grupos de combatientes iregus lures animados por Ia misma fee igualment araides por la solucign del hiero 9, el fuego, para advertr que la aparicién del ERP o de los Montoneros, por nom brar a los mas importantes, no era la simple derivacin de las vicisitudes de ta historia politica y social argentina La Revolucidn Cubana introujo un nuevo horizon para el eonjunto de Hd {nquietda latinoamericana, incluida la argentina. Hasta 1959, los partidos de la ig quierda local eran reformistas, antes que revolucionarios. Lo era el Partido Soci lista, por supuesto, y no s6lo en su ala moderada, mds liberal que socialdeméerag fg hasta a rupture de 1958 se agropaba en tomo dela ig de Ames fi, sino también en su ala radical, espoleada por los j6venes,y que petendig tun programa y una orientacién més avanzados para el socialism, pero n0 conce bia a Este como una fuerea colocada fuera del sistema de partidos y de la lucha politica legal Era reformista también el Partido Comonista, aunque mantenia como docd tzina la codifcacién estanista del marxismo conocida como marxismo-leninis ‘mo, Desde la segunda mitad de los afios ereinta el esquema de lo que en el lena sguaje marxista-leninista se llamaba “revoluciGn democritico burguesa” se habia fundido con la linea del frente popular contra el fascism, impulsada por Ia Tn temacional Comunista y de esa fusiGn surgi no s6lo una estratepia politica, st ‘no también una visién histérica del pafs que hacfa del comunismo un integrante: de la constelacién tiberal-democritica." Si se deja de lado una fugaz tentacin insureccionalista de 1944, cuando su ndeleo dirigente crey6 que era posible un alzamiento efvico-miltar para poner final régimen surgido del golpe del 4 de ju- nio de 1943, puede decirse que esa orientacin perdurd hasta comienzos de los alos sesenta y que hasta entonces el PC se esforz6 por mostrarse como una fuer. 2a que buscaba la participacién en el juego politico legal. Lo que denominaba “revolucidn democrético burguesa, para cuya reaizacién buscaba construir ua amplio frente social y politico, no éra sino um programa de reformas estucturae les, similar al que sostenfan los comunistas en los pases latinoamericanos donde actuaban legalmente y ten‘an representacién parlamentaria, como en Chile. La linea y la mentalidad reformistas se acentuaron en los “alos Jushov", cuando la tesis de una via pacifiea al socalismo adquiré el rango de precepto del movi imiento comunista iternaciona ‘Al margen de los dos partidos s6lo se encontraban, hasta 1959, los reduci- dos cfrculostotsksta, generalmenteaniculados en tomo de alin expositar de la doctrna, los publicists de lo “izquierda nacional” y la nebulosa ideolégica que dej6 el frondizismo a su izquierda, tas el giro que le habia impreso a su g0- Estudio preliminar + biemo. iste es el cuadro general que registraba todavia ese aio el reportaje pre~ por Carlos Strasser, Las izquierdas en el proceso poltico argentino. ¥ en tse cuadro introdujo Cuba la “revolucién en la revolucin”, para decirlo con la expresiOn de Régis Debray, el tnico doctrinario que tuvo el castrismo, ‘No fue a continuacién de la legada de los guentlleros de Fidel Castro y el “che” Guevara al poder, pero sf répidamente, a medida que la revolucién se ra- dicalizaba, se hacfa ms enconado el enfrentamiento con los Estados Unidos, y tos jéveneslideres cubanas comprimian y esquematizaban la experiencia que los habia evado al triunfo de acuerdo con tun modelo simple y heroico, apto para toda América latina. ¥ en todo el subcontinente, “recogiendo expresiones fuga- ces o sistemiéticas de los jefes victoriosos, estudiando los documentos politicos que emiten,asimilando conceptos de una literature extraofical pero apadrinada desde Ia isla y emocionados por los reflejos litcos de la hazaiia”S los jovenes 4e una “nueva izquierda”, mis radical que la izquierda tradicional, comenzarén & concebirel futuro en términos de una ruptura general, la Revolucin, y a crticar cl presente ~y los frentes democriticos, los compromisos, los regateos politicos, todo fo que se asociaba con el progresismo, en suma- a la luz de ese futuro. El {uvenilismo, que desde el Ariel de Rod6 habia sido un tépico del discurso de las lites polticas ¢ intelectualeslatinoamericanas, conoct6 bajo el viento de la Re- volucién Cubana un nevo florecimiento. “Ya no tenemos compromisos con un mundo lejano y polvoriento, fnisecular y jerérquico”, escribfa el entonces joven socialsta Abel Alexis Latendorf, al romper, en 1961, con el viejo “maesto de Ia juventud” Alfredo Palacios en unos términos que parecfan extrafdos de los pri- tmeros manifiestos de la Reforma Universitaria. Y agregaba: “Nuestros ejemplos, la gente que queremos, son nuestros pares, nuestros iguales. Queremos a Fide, un machacho. A Guevara, un muchacho. A Radi, un muchacho” 6 La Revolucién Cubana se convirti6 en un objeto de exaltacién y de mili- tuncia, precipitando mezclas y encuentros que alteraron lo que era hasta alli el atrén dominante, “progresista’, de la cultura de izquierda, Como tia escrito Sil- via Sigal: Cuba devino puente entre inquierda,nacionaismo y peronismo, transforman- ‘do tanto ala inquerda, ala que ‘nacionaliz6" demostrando que el socialismo no lo hacfan los partidos comunistas sino los movimientos nacionales, como al peronismo, creando en él un ala izquierda, que compensaria con el fervor 4e la javentud el menos visible entsiasmo de las bases obreras por el fen6- ‘meno cubano.!? En el articulo de 1963 antes citado, Germani habia captado este espacio de ‘comunicaciGn ideol6gica de elementos dispares, en el que inscribfa ala iaquier- ‘da “no respetable”. Hasta 1963, el nuevo radicalismo era poco més que un sector de Ta cultura de izquierda, que se manifestaba a través de revistas y pequeftos ‘rupos cuyo crecimiento entre los j6venes preocupaba desde algunos afos antes 8 Partido Comunista. En junio de 1960, Héctor P. Agosti habia dejado ver esta 9 90 ‘+ ENCRUCUADAS POLITICAS Y DICOTOMIAS !DEOLSGICAS preccupacién al exhortar a los intelectuales del partido a participar mis actitis mente en Jos debates y la lucha ideoldgica, tomando nota de las condiciones vorables que ofrecfa la actualidad ~uno de los datos consignados era el “inter cteciente por el marxismo, sobre todo en las nuevas generaciones'~ y de la Br cca entre las posbilidades existentes para la palabra de los comunistas y ele] tancamiento de los efectivos de la organizacién. Siguiendo un esquema rina Agosti los lamé a desprenderse del sectrismo aunque precaviéndose de Ia deg viacién oportunista, tentacin que se ofrecfa “a través de un supuesto marxisnagl independiente, ¢ inclusive del espécimen lucha de generaciones".** Pero ai el Partido Comunista ni el Socialista,cuya autoridad como pari ‘obreros estaba afectada por el fenémeno peronista lograrfanerigitse en el poll de atraccién de los j6venes activados por la ide revolucionara. Al contrario: 16 ‘dos partidos perdicron gran parte de sus contingentes por obra de ese i2quierdi@l ‘mo juvenil que no lograban expresar ni controlar. Primero fue el Partido Soci lista Argentino, que entre 1961 y 1964 se dividié una y otra vez, en un proce ‘cariocinético del que se desprendieron una serie de partidos minisculos ques Los fs 1962-1966 fueron les dl spogeo det lider des obreos metalirgcus At ‘gusto Vandor “En lo pote el vandorisme signifies el empleo de la fuera polite y la re ‘Prseravidad qe los sidicatosteian como era dominant dl peronismo que trbiea tenian por sr el nico sector legal del movimiento, gra itary negosiar con okos factor de poder.” (Daniel ames, Resiencia enegracén El pernismo yl clase brea agentint 1946-1976, Buenos Aires, Sulamerca, 1990 . 220) Estudio pretiminar + % Cavarozai, op. city p23. 5 Mariano Grondona, “La eneruciada", Primera Plana, UGA 2 Sobre Ia redacci del discuso de West Point, véase Robert Potasch, Et Ejrcitoy la polica en la Argentina 1962-1972. Dela calda de Front ata restauracion peronista. ri ‘mera parte, 1962-1966, Buenos Aires, Sudamericana; 1994, pp. 198-199. Sobre las cosientes interas del Ejérito, véase Guillermo O'Donnell, 1966-1973: Et Esado Burocrtico Autortario. Triunfos,derrvasy ers, Buenos Aires, Editorial de Belgra- 0, 1982, pp. 89-95. “Durante el gobierno del general Juan Carls Onganf, la Argentina se sumé aloe pai- ses que aplicaron la doctina de seguridad y desarrollo, lo que en politica exterior signifies er. {Brel confit interno regional (cl comuismoo la subversia) y ala ideologias, ea el princl- ‘al carubsn para definir amigos y adversarios” (Juan Archibaldo Lands, De Chapultepec at Beagle. Poltica exterior argentina: 1945-1980, Buenos Airs, Emece, 1984, p. 159). ? La Nacién, L165. * La Nacidn, 3916S, 2 Ato lago de varios mest del ao 1966, Frondiz excribi en la revista Confrmado y cone seudnimo de Dorego artculos destnados a defini a odentacisn del régimen surgido 28 e junio. 2 Osiris Gaillermo Villegas, Polls yestrategiasparael desarrollo y la seguridad na- ional, Buenos Aires, Cteulo Mititar, 1969. °% Caos S. Fay, El politico armado. Dintmica del proceso polio argentino 1960- 1911 (1971), Bada, Buenos Aires, 1995, p. 171 > La Naci6n, 39166, % ba Nacién, 7166, > La Nacidn, 14/166. » Roberto Roth, Los atos de Onganta, Buenos Aires, La Campana, 1980, p. 131, ® Discurso del general Ongania en Ia cena de camaraderta de las Fasrzas Armadas, La Nacién, 167. > La Nacidn, 51068. ‘ Gino Germani, “La Argentina: desarrollo econ6mico y modemizaciéa”, en 200 mill ‘e3,N° 10, octubre de 1963, p. 70. "md, * pid, p. 11. © Bn un ensayo de 1968, publicado con el patrocinio de todos ls cubes intelectuales et iberalsm argentino, Federico Pinedo esciba: “Un gran demécraa francés de renombre ‘versal dijo alguna vez a mi juicio con rez6o- que, después de las grandes convalsones 2ervicio mayor que se pede prestar a la causa del libertad es admit Limitaciones a la mista ‘0 pemitan ir restableciendo pauatinamente su imperio,y nosotros hemos pasado por pet ‘acionessufciemtemente graves de nuestro sistema instmcional, de nuestro modo de vid y de "apsiqus colectiva como para que la maxima nos rsulte especisimente aplicble” (La Argen- ‘ina en ur cono de sombra, Buenos Aes, CDEL, 1968, p. 248), “ Carlos Altamiano,“Imégenes dela inquerd, en Punto de vista, N21, agosto de 1984. 95 + ENCRUCUADAS POLITICAS Y DICOTOMIAS IDEOLOGICAS “ Joxé RodtiguezBlizondo, La ris de las iequierdas en América latina, Cay Nueva Sociedad, 1950, p. 30 “ “Abel Alexis Latendor, “Me despio de usted may stentamente, doctor Palio Che, ao 1,8? 15, 2/661 1991, p. 205. _ 4 Héctor P. Apes, “Algunos problemas del wabsjo cultura”, informe reeogido en! na pottica de la cultura, Buenos Aires, Procyon, 1956 (2 ed. aumentad: Ediciones Mé Siglo, 1960), pp. 53-53, * Citado en Alejandro A. Lanasse, Mi testimonio, Buenos Aites, Laser Edit 1977, p. 18. Sobre ls precedentesinelectvales del encuento entre eristanos y macs se Segunda Parte, capitulo 3 2 Bt esato més completo sobre los Montoneros sigue siendo el de Richard GE Soldados de Perén. Los Montoneros, Buenos Azes,Gijalbo, 1987 "Ser esto waido...es en realidad la forma de denominarestatepis diferente campo donde Ia “eslplit’ invade Ia politica, tanzo en el plano nacional como en el singical on el interior del endeble aparto politico del jusiilism (Silvia Sigal y Veron, Perdn 0 muerte, Ls fundamentosdiscursves del fendmeno peronisa, Buenos Legs, 1986 p. 122). Véase en Antologfa documento consignado en p, 462.

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