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C. MARX — F, ENGELS LA SOCIEDAD NORTEAMERICANA EDITORIAL ABRAXAS BUENOS AIRES ‘Traducciéa: JUANA BIGNOZZI Disefio grifico: SERGIO CAMPORFALE © by Edtorial Abraxas, 1972, Asamblea 1190, Bs. As, Argentina. Hecke el depésito que marca la ley 11.723, Impreso en la Argentina, Trapreso en la Compaiifa Impresora CADASA SR.L., Andonaegui 1926 Buonos Aires, en mayo de 1973. PROLOGO por Rocen Dancevus El cuerpo y el alma de una sociedad moderna En El Capital, en el capitulo sobre la colonizacién, Marx se divierte con tas desventuras de un industrial inglés que al trans. ferir de Inglaterra a Nueva Holanda todo el equipo de su empresa, incluidos los obreros y sus familias, “se quedé sin sirviente para hacerle la cama o sacarle agua del ria”, porque sus empleadas lo habian abandonado para establecerse en el pais como colonos libres. América vivid esta anécdota, casi tanto como los obreros con sus familias que huyeron de Inglaterra, de Irlanda y del continente europea después de haber abandonado méquinas y relaciones so- ciales no sabian que, fatalmente, recrearian las mismas relaciones sociales que en Inglaterra, si desarrollaban la maravillosa industria y su esclavitud capitalista. La dulce ticrra americana no podia man. tenerse como un puerto de paz y felicidad, debia reproducir toda la historia de su madre patria briténica y para empezar, To que Marx ama los horrores de la acumulacién primitiva, gNo nece- sitaba, también ella, un alma capitalista? Es asi como los primeros colonos, ellos mismos victimas de la violencia en Europa, debieron ejercerla a su vez, en el encuentro con los habitantes originales de América, los indios. Debieron echar- los o encerrarlos en reservas cerradas para ocupar el suelo y ant dar relaciones sociales y productivas estables. Todavia hoy, este hecho es frecuente en América. Que el capitalismo haya sido im- portado directamente, “en toda su pureza” hace pensar que en los 7

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