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Capitulo 1 de: Agar, Michael (1980). The Professional Stranger. New York, Academic J EL CONCEPTO DE TRABAJO DE CAMPO Por debajo de la prosa de la ciencia social, siempre yace algiin contacto humano, Antes de que comience el martilleo de la méquina de escribir, una persona (el investigador social) colabora con otra persona (que puede llamarse sujeto, respondente o informante) para crear una relacién social, dentro de la cual se produce un intercambio de informacién. Este libro versa sobre dichas relaciones. Mas especificamente, sobre aquellas relaciones -azarosas 0 construidas conscientemente-, que constituyen el niicleo del trabajo de campo etnografico. La etnografia es un término ambiguo, que representa tanto al proceso como al producto. Como producto, una etnografia es, por lo general, un libro que trata de algtin grupo social, aunque esté guiado por teorfas y métodos. Pese a que aborde un punto central, a menudo, la discusién sobre el grupo social cubre bastantes otros tépicos. Tendra un poco de historia, algo acerca de los distintos medio ambientes -fisicos, biolégicos y sociales-, y algtin detalle sobre las cosas que hace el grupo y sus creencias. Por cierto, las etnograffas difieren y no son simples libros. De hecho, uno de mis profesores pronosticé una vez que en el futuro las etnografias no se distribuirian. Razonaba que, con el crecimiento de la narrativa y la documentacién visual, y el aumento en las especies de las cosas como Ia cultura material y las muestras de plantas, habria demasiada informacién para transmitir. La informacién se’ reunirfa en un solo lugar, y aquellos interesados en la etnografia de tal o cual grupo viajarian hasta alli para estudiarla. : Pero mi preocupaci6i“ayui-es-con Ja etnografia como proceso. {De qué manera un etndgrato? intenta la comprensién amplia de un grupo humano? El nombre de “hacer etnografia” es "trabajo dé campo". Hay una tradicién en la antropologfa cultural, segdn la cual, a uno no le pueden ensefiar cmo hacer trabajo de campo'. Una historia de ese folklore que aprendf siendo estudiante en Berkeley, contaba algo asi: al final de su primer afio, una graduada recibié varios cientos de délares de su departamento para ir a estudiar un grupo de indios durante el verano. No solo nadie le habia enseiiado cémo hacer la “etnografia, sino que tampoco nadie le habia dicho cémo localizar la tribu, Con el corazén tembloroso y " Hay varias referencias con respecto a la falta de adiestramiento para el trabajo de campo. Por ejemplo, véanse los comentarios introductorios de Berreman (1962) y Wax (1971). Otro ejemplo Adams y Preiss (1960), quienes en su introduccién a una coleccién de articulos sobre métodos, sefialan que a_gr0sso modo las dos terceras partes de los articulos estén hechos por socidlogos, y especulan sobre algunas de las razones por las cuales los antropSlogos no son mas reflexivos en cuanto a su metodologia. Freilich (1970a), en su introduccién a una coleccién de narraciones personales de antropélogos, discute el desarrollo de una cultura del trabajo de campo, para explicar la ausencia de una tradicién en antropologia. Este descuido se hace més confuso cuando se considera que los debates sobre los métodos de campo estén desperdigados a lo largo de toda la literatura, Hay algunas posiciones clésicas, tales como Boas (1920), Radin (1933), Mead (1933) y Malinowski (1961, publicado originariamente en los ‘20). En sus historias sobre el trabajo de campo, Wax (1971) y Pelto y Pelto (1973) demuestran que la ‘wadici6n de la etnografia se remonta aun mis atrds. Coincido con Gutkind y Sankoff, (1967) que en la Introduccién a su bibliografia anotada sobre métodos de campo, observan la abundancia de literatura de campo y el desinterés por plantearlos de manera sistemstica. ‘Agar, Michack "EI concepto de trabajo de campo", cap, I, The Professional Stranger, . New York Academic Press, 1980, pp.1-9. | palmas de las manos sudando, se acerc6 al despacho del mismisimo Kroeber? en busqueda de consejo. Después de pasar varias veces frente a la puerta abierta, se decidié a entrar. Kroeber, como de costumbre, estaba escribiendo a méquina, y no tevant6 la cabeza de inmediato. Finalmente lo hizo, y la chica le explicé su problema y le pidié consejo. "Bueno", dijo Kroeber, volviendo a su maquina, "te sugiero que te compres un cuaderno y un lipiz". i No importa si la historia es verdadera o falsa, Como siempre, el folklore nos cuenta algo importante sobre el grupo que lo generé. El trabajo de campo no era algo en lo que se podia capacitat a la gente, Sencillamente, habfa que hacerlo y luego intercambiar miradas sabihondas con los iniciados, Existfa una mistica acerca del trabajo de campo, el aura emocional del rito de pasaje a la adultez profesional. En cierta medida, entiendo esta visién, en la que me detendré detalladamente més adelante. He encontrado a pocos etndgrafos que no se sintieran personal y profundamente comprometidos con su trabajo de campo. Ademds, hay algunas areas en las que la experiencia es la mejor maestra, no Snicamente las tareas dadas en clase sino Ia totalidad de la experiencia’. Pero es una locura inferir de ello que la capacitaci6n para el trabajo de campo ha de limitarse a un puiiado de conceptos y a un par de formas no estructuradas de registrar informacién, No creo que muchos etndgrafos hagan de este argumento un designio deliberado, pero el argumento es la consecuencia de una tradici6n, o de la falta de tradicién para la capacitacién de campo. Aunque no » he hecho el estudio, estoy seguro de que si uno viera un grafico mostrando la cantidad de departamentos de antropologia que ofrecen cursos de métodos de campo, se observaria una curva ascendente en estos liltimos tiempos. En ocasiones, estos cursos ensefian principalmente disefios de investigacién cldsicos, del tipo hipétesis/contrastacién estadistica, 0 encuestas o esquemas experimentales. No hay nada de malo en ensefiar esto; en realidad, es esencial. Sin embargo, no es lo mismo que Ia etnograffa. Los buenos etndgrafos pueden nutrirse de esos conocimientos, pero extrayendo uno o dos de sus ftems dentro de un Proceso que debe incluir también varias otras actividades, que son parte de la mistica del trabajo de campo. En este libro espero contribuir a la desmitificaci6n de, por lo menos, una de ellas. *A.L. Kroeber es uno de los padres fundadores de la antropologia americana. oe AHfay un buen manual de Crane y Angrosino (1974), que orienta paso a paso alos estudiantes en algunos proyectos de campo, “4 fin.de capacitarlos en tareas etnogréficas importantes. atribuyen importancia; otros, porque justifica el interés en explorar distintos estilos de vida. Seguramente, hay muchas otras explicaciones y, como todas ellas, las dos que surgieron en aquella cena fueron para halagar al duefio de casa y ala ocasién, Pero queda sin aclarar una cuestién que, a mi criterio, no ha sido examinada demasiado por la literatura sobre la etnografia’. Querido lector, le ruego que se ponga en la piel de alguien interesado en hacer etnografia: {los etndgrafos somos unos soci6patas y unos pesados? Si la respuesta es negativa, {qué es lo que estamos haciendo aqui? (ammistica-como problema de comunicacién Si leemos los debates en torno al trabajo de campo, hallaremos un abanico de razones ofrecidas acerca de la mistica de ese trabajo: la “cultura” del trabajo de campo, el enmascaramiento profesional, las ansiedades personales, ei deseo de parecer “cientifico”, etc.*, Mientras puedo reconocerme en cada una de ellas, hay otra que mis propios sesgos ~derivados de mi interés en el estudio de la comunicacién humana- me llevan a considecar fundamental. Imaginemos un viaje a algdn lugar por un perfodo limitado de tiempo. Si se es aventurero, iremos al lugar para aprender algo acerca de él, y nos sobrecogeran los nuevos paisajes y sonidos. Nos encontraremos actuando de manera diferente a la que Jo hacemos en nuestra vida cotidiana. Para darle més color, imaginemos que nos enamoramos y pasamos mas tiempo de lo normal en estado de intoxicacién. Después de dos semanas, uno se sube al avin con la mente lena de imagenes que en parte se han comprendido y en parte relacionado, y a la Hegada nos espera en el aeropuerto un amigo, que nos pregunta: "Qué tal el viaje? ¢Como te fue?” Suerte con la respuesta. Al enfrentarnos a este dilema comunicativo, la mayoria echamos mano a un lenguaje de afectividad intensa (decimos *Fantistico", “Increfble") 0 caemos en descripciones especificas que tengan sentido para el que pregunta: "Bueno, el lunes a la majiana...". Posteriormente, con més tiempo y mucho esfuerzo lingiistico, podremos tratar de darle a nuestro amigo una mejor desctipcién, algo que nos acerque a la riqueza, viveza y variedad de experiencias por las que uno SEL tema de la personalidad del etdgrafo se discutiré mas detalladamente ‘en el capitulo 3. Wintrob (1969), que * comparé un grupo de siete estudiantes graduados con ocho antropdlogos analizado por Roc (1952a, 1952b), apunta algunas similitudes, tales como ser el primogénito, rebelarse contra la autoridad patema y luchar por una independencia sumamente valorada. El problema es que no hay demasiada investigaci 6n, y la que hay abarca unos pocos casos. Ademds, es dificil saber si los resultados representan lo que sucedid antes o después, 0 lo que desarrollé en conjuncién con el rol de la persona como etndgrafo. Por otra parte, no tenemos datos de personas con las mismas caracter’sticas pero que no se hayan convertido en etndgrafos. “En la introduccién de Freilich (1970), se discuten algunas de las razones sobre el enmascaramiento. Wiontrob (1969) cubre algunas de las ansiedades personales que surgen al trabajar en el campo. Ejemplos de criticas a una preocupacidn desmedida por parecer cientificos, se encuentran en Honigmann (1976), Redfield (1948) y Weakland (1951). Devereux (1967) muestra las relaciones entre la psicodind mica del investigador y el tipo de "ciencia" que desarrolla. atraves6. La gente que trabaja en esa rama de 1a sociologia denominada etnometodologia llama a esto “indicativo". Indicativo se refiere a la cantidad de conocimientos de fondo compartidos y necesarios para comprender un mensaje. Si usted va una fiesta con un amigo y han compartido la misma experiencia, podré exclamar "jQué fiesta!" y su amigo interpretard el mensaje, dado que tuvo las mismas experiencias. Pero si su amigo no estaba alli, usted tendré que describir algunos detalles para que su amigo esté en condiciones de entender por qué usted dice *|Qué fiesta!" : "Estuvo divertida porque me encontré con gente interesante"; "Fue divertida porque la gente estaba como loca y se paseaba con pantallas de l4mparas en la cabeza"; "Estuvo aburrido porque se charlé solamente de asuntos aburridos”; "Fue una mala fiesta porque el anfitrién se murié antes de que la cosa se pusiera divertida’. Por ende, cuando uno se baja del avién, ha traido consigo un bagaje de experiencias que el amigo no ha compartido, y para describir el viaje debe relatar todas esas experiencias complicadas y nuestras reacciones, de modo que tengan sentido para el que no fue, lo cual es un trabajo enorme. Un trabajo que, obviamente, se vuelve mucho més complejo en la situacién de un etnégrafo. Atin no he explicado de qué se trata la etnografia y en ello entraré en detalles mis tarde. Por el momento, basta con hacer constar que siempre implica una asociacién a largo plazo con algiin grupo y hasta cierto punto en su propio territorio, con el propésito de aprender de ellos sus formas de hacer las cosas y ver Ia realidad. En parte, la etnografia es semejante a la imagen vulgar de “ciencia social”: cuestionatiosyy ygageeses oy ash sueesivement Pero el etnégrafo también come con el grupo que estudia, trabaja relaja en medio de ellos, y con buena fortuna llega a comprenderlos, al mismo tiempo que lidia con la interferencia de su propia forma de pensar, sentir y obrar. Sea lo que sea, la etnografia es una ciencia social de ricas experiencias. Cuando se la coteja con otras formas de recoleccién de datos de las ciencias sociales -como, por ejemplo, los estudios basados en cuestionarios-, se llega a algo as{ como una comparacién entre Fort Knox y una moneda de 25 centavos. Precisamente, esta riqueza de experiencias es lo que presenta un problema metodoldgico. Al tratar de describir algiin aspecto de la vida de un grupo, uno puede verse contradictoriamente tironeado por las conversaciones con la gente, las observaciones casuales, 20 entrevistas formales, una etnografia previa, dos novelas, la idea general que se tenga de la condicién humana, experiencias juveniles en relacién con nuestros padres, y quién sabe qué mas. El problema con el método etnogréfico es “desindicar las afirmaciones descriptivas. Rendirse ante tamaila tarea me parece una respuesta bastante sana. Sin embargo, como etndgrafos, debemos encararla muy seriamente. Si los etnégrafos se han manejado durante tanto tiempo sin método, {por qué preocuparse ahora? En primer término, porque las cosas no han funcionado tan bien. Consideremos el problema de las comparaciones interculturales. En Yale, el Archivo del Area de Relaciones Humanas se creé en 1940 bajo ,, tl liderazgo de George Peter Murdock. Este archivo llamado HRAF esta ahora en varias bibliotecas del e a pais. Murdock y sus socios trataron de acumular el material de las etnograffas y codificarlo en categorias segiin contenido, como ‘practicas de socializacién, estrategias de subsistencia, sistemas de parentesco y otras. Se publicé un cédigo que consigna las categorfas que se utilizaron para clasificar el material’, La idea, entonces, era que un antrop6logo que, por ejemplo, quisiera comparar pricticas de socializaci6n, buscara los ntimeros apropiados de los cédigos, fuera al archivo microfilmado y recuperara todo lo que los etnégrafos habfan dicho acerca de tales précticas. El problema radicaba en que los " etnégrafos diferfan en su interés por la socializacién, a veces la ignoraban completamente, y si la discutfan, divergfan en la cantidad de detalles, y si no, en los sesgos. Un etndgrafo debatia la socializaci6n desde el punto de vista freudiano; otro en términos de la teorfa del aprendizaje; un tercero se centraba en la relacién madre-hijo; otro hacia hincapié en los padres pero soslayaba las relaciones entre los hijos; un quinto analizaba desde el nacimiento hasta los cinco afios; otro tomaba el proceso de socializacién a través de la adolescencia, etc.*. ‘ Cabe decir, en primer lugar, que el comportamiento de Lewis fue considerado una terrible falta de etiqueta profesional. Un etnégrafo tenia su "pueblo", su territorio sagrado. Y se concebla como inaudito que otro antropélogo se animara a hacer alli un segundo estudio. Quizés, esta regla de conducta no escrita habfa surgido como un mecanismo de defensa metodoldgico. Pero tal actitud es ciertamente contraria al espiritu de la investigaci6n cientifica, en la que continuamente se realizan replicaciones para verificar los resultados informados por un investigador en particular. De cualquier modo, Lewis concluyé con una descripcién de la vida del pueblo mucho més negativa que la de Redfield. Para simplificar, Redfield habia descripto una vida armoniosa ¢ integrada, en contraste a Ja vida en la ciudad. Lewis, por el contrario, describié a los mismos pobladores portando actitudes inarménicas, como celos, hostilidad y codicia. Resumiendo, éste es el famoso debate "Lewis- Redfield”, un hito en Ia historia de 1a antropologfa cultural norteamericana, Dos etndgrafos avezados, Prestigiosos, produjeron descripciones drasticamente diferentes del mismo grupo humano. Hay también otros casos de desacuerdos etnograficos. El de Margaret Mead y Reo Fortune, = acerca del rol masculino entre los Arapesh de Nueva Guinea, También el que se muestra en un articulo escrito en 1946 sobre la naturaleza de la cultura Pueblo, descripta, por un lado, como armoniosa ¢ integrada, y, por otro, como Hena de tensién encubierta. Un antropdlogo chino que estudié a los Zuni escribié cn 1937 un articulo en el que se manifestaba avergonzado por las discrepancias entre su experiencia y los informes de trabajos previos sobre el mismo pueblo. Lo interesante del asunto es que el tema en comtin de muchos de estos desacuerdos, incluyendo la disputa entre Lewis y Redfield, estriba > TEI libro de cédigos aparece como Murdock et al.(1950) en la seccién de Referencias * Varios interesados en la investigaciGn imercultural desarrollaron métodos para medir la calidad de datos del HRAF. Por jemplo, véase Naroll (1970) y ottos articulos relevantes en Naroll y Cohen (1970). La relacién entre emografiae investigacién intercultural se toca también en mayor deualle en el capitulo 9 de este libro, en el énfasis diferencial puesto en el conflicto o en la armonfa’, Otro ejemplo de desacuerdos entre etnégrafos es el debate entre Ward Goodenough y John Fisher, més sorprendente inclusive porque gird alrededor de la aplicacién de lo que parecfan ser categorfas directas para codificar patrones de residencia postmarital. Durante mucho tiempo, los etnégrafos han discutido el tema de la residencia utilizando términos tales como “matrilocales” (residir con la familia de la novia), “patrilocales” (residir con la familia del novio), “neolocales” (cuando se establece una nueva residencia) y asf sucesivamente, Empero, cuando Goodenough y Fisher estudiaron el mismo grupo en un atolén del Pacifico, Iegaron a distintos porcentajes de cada tipo de residencia. Goodenough escribié un ensayo analizando el problema", en donde sefialé que en varios casos, 1a situacién residencial era compleja y sutil, al involucrar varios tipos de relaciones familiares. Una persona podfa decir que estaban residiendo juntos, mientras otras decian que no. A raiz de esta complejidad, cada etnégrafo tenfa que apelar a suposiciones implicitas para categorizar los casos de acuerdo al tipo de residencia. Como los dos etnégrafos diferian en las suposiciones implicitas, legaban a distintos porcentajes en cada tipo. Creo que la palabra clave aqui es “implicita”, e indudablemente tiene algdn nexo con la mistica anteriormente mencionada. Durante el trabajo de campo, suceden toda clase de cosas, y siendo dificil enunciarlas, algunas de ellas probablemente permanezcan "implicitas", aunque no es inexorable que sea siempre asi. Al intentar explicitar el proceso etnografico, contribuimos al desarrollo del método. Hasta donde podamos, debemos comenzar por entender cémo dos profesionales pueden llegar a tales desacuerdos. Dada la complejidad y el grado de compromiso personal en el trabajo etnografico, es esperable alguna dosis de desacuerdo. Volveremos sobre este tema en el capitulo 3. Por cierto, aquf opera una ley que algulen tendrfa que bautizar. n otras palabras, la precisién conlleva el peligro de la trivializacién, La estrategia es acotar el enfoque selectivamente, en el interior de un amplio campo previamente explorado. Dentro de dos secciones, se introducird este tema como el enfoque "embudo”. Resumiendo, al descuidar la metodologia, los etnégrafos no hemos liegado demasiado lejos. SER En un libro reciente sobre psicologia cognitiva, el autor llama Ja atencién sobre la "validez * La revisi6n de los estudios aplicados proviene de Naroll (1970). Una discusién del desacuerdo sobre la cultura Pueblo esti descripta en Benett (1946). El articulo del antrp6logo chino estécitado como Li-An-Che (1937). Algunos ejemplos de discusiones, generalizadas acerca de la importancia de los estudios replicados como método de verificacién, aparecen en Lewis (1953) y Herskovits (1954). Por otro lado, Den Hollander (1967) argumenta que cuando la misma persona efectia una replicacién, o la replicacign se basa en el mismo trabajo original. hay algun tipo de acuerdo. Honlgmann (1970) argumenta que, aunque haya habido diferencias, en general, los etn6grafos trabajando en la misma zona llegan a conclusiones similares. Den Hollander (1967) y Honigmann (1976), entre otros, argumentan que, dada la imporiancia del rol personal del etndgrafo, serfa tonto pretender una replicacion perfecta. PEs caso estd descripto en Goodenough (1956) ecol6gica”, esto es, la operatoria de los procesos cognitivos en un contexto natural, Otro trabajo reciente ofrece desde Ia psicologia social una nueva perspectiva, que es esencialmente etnografica. Aunque algunos sociélogos han estado siempre activos en lo que atafie a la etnografia, mi sensacién es que su niimero ha ~ aumentado sensiblemente en estos tiltimos afios''. En muchos casos, estos autores pertenecientes’ otras disciplinas hacen una labor de enunciacién etnogrfica mejor que nosotros mismos. Vaya como ejemplo {a penetrante afirmacién de Glaser y Strauss de que, en la investigacién etnografica, la recolecci6n'de datos y el andlisis se hacen concurrentemente, més que como fases separadas en la programacién de la investigacién. En muchas encuestas sociolégicos, se prepara un cuestionario. Luego, salen los entrevistadores ¥ “recogen los datos", que después se codifican y se ingresan a la computadora, El andlisis comienza ecién entonces, cuando la computadora procesa los datos, con arreglo a ciertos procedimientos estadisticos. En etnografia, tal como discutiremos més adelante, se aprende algo ("se recogen datos"), luego se trata de que tengan algtin sentido ("andlisis"), luego esta interpretacién se confronta a la luz de tuna nueva experiencia ("se recogen mas datos"), Iuego se refina la interpretacién ("més andlisis"), y asf -Sucesivamente. El proceso es dialéctico, no lineal. Un aseveracién tan simple como ésta es bisica para capiar la caracteristica clave del oficio de hacer etnografia. Esto deberfa haber sido dicho por algun antropdlogo hace mucho tiempo. ‘ Ademis de la competencia por parte de otros etnégrafos no antropélogos, hay otro tipo de rivalidad que también es importante. Cada vez més, los etnégrafos habitan en nichos profesionales, donde compiten por ganar la atencién de las agencias que proveen fondos, de las editoriales y ‘de los formuladores de politicas. Esta competencia se establece con otros cientificos sociales que, en su mayoria, Henen una tradicién de metodologias, destacables por su explicitacién, Estas metodologias padecen sus Propios problemas, incluyendo el de su sello de contrabandear lo implicito. De esto hablaremos més adelante. Corrientemente, estos cientificos sociales comprenden escasamente qué es Ia etnografia y eémo se hace, Usualmente, no encuentran para instruirse demasiado material dentro de las pocas discusiones metodolégicas de los informes de investigacién etnogréfica. Si usted Ifticas y Llegados a este punto, usted estaré inclinado a concluir que los etnégrafos deberian utilizar s6lo las precisas metodologias ya desarrolladas en otras ciencias sociales. Mi respuesta ser aplaudir con una sola mano. Sin duda, los etnégrafos necesitan abrevar en los procedimientos de otras disciplinas, como Parte del proceso de trabajo de campo. Pero si se cifien a hacer encuestas o a aplicar tests psicoldgicos, no estardn haciendo etnografia. Hace unos afios, participé en un simposio sobre “Etnografia y Conducta Criminal", en el transcurso de cuyo debate se levant6 un socidlogo con tendencias etnograficas y dijo: “El problema con ustedes, los antropélogos, es que en cuanto comienzan a trabajar en las ciudades parecen soci6logos". ———Ex EL libro sobre psicologta cognitiva es Neisser (1976), mientras que la perspectiva en psicologia social puede encontrarse en Marre y Secord (1972). Una larga lista de estudios sociolbgicos se da en la nota 15 del presente capitulo, as razone: wertirse en etndgrafc ba Hay varias razones por las cuales las personas puede sentirse atraidas por la ai Puede ser que se sientan estimuladas intelectualmente por los sistemas ecoldgicos, por | andlisis estructural, por la relevancia de las tecnologias alternativas, 0 por 1a curiosidad etnografia, En verdad, para algunas, el proceso de obtener informacién -que es la piedra teorfa antropolégica- es tremendamente arduo. tnografia? A ; atrés, yo estaba sentado a la mesa con un grupo de etndgrafos invitados por un psicélogo clinico, y él hizo esa pregunta. Ya que su tema era la psicologia, comenzamos a dar razones vinculadas a nuestra infancias y adolescencia, como posibles fuentes de nuestro interés inicial. De esa muestra de nosotros cuatro, arribamos a dos teorias acerca del origen de ese gusto. c tiempo que, idad, no habfan tenido més remedio que participar o de la vida Sci shaban senda apardor de avast qu oto po 609 Esto corresponde a otro del folklore profesional: los etnégrafos son gente que se sienten extrafios frente a su propia cultura. El resultado es que no comparten ninguna atadura que entorpezca la apreciacién de otras culturas. Y pueden indagar la experiencia de otras culturas como la pesquisa de una identidad que para ellos cobra sentido. No es casual que, durante un periodo reciente de la historia americana, en el que hubo mucha alienacién entre los estudiantes, aumentasen las matriculaciones en los cursos de antropologia. A fines de los '70, esta tendencia se est4 revirtiendo, para disgusto del claustro docente, entre el que las matriculaciones son la moneda en el anillo académico del Kula‘. n . En tanto etndgrafos, el rol profesional justifica la mudanza de un tipo de vida a otra. Nuevamente, el folklore profesional es importante y dice que los hijos de los etnégrafos copian la profesidn de los padres mucho mas de lo que es normal en la poblacién de los Estados Unidos. Jamas he visto datos a ese respecto, pero conozco tres antropélogos -excelentes etnégrafos-, todos ellos hijos de un antropélogo que ama el trabajo de campo. Cuando uno habla con ellos, cuentan que el hecho de "haber crecido en el campo" los torné adictos a la diversidad cultural. No siendo para nada ricos o independientes desde el punto de vista econémico, qué mejor para un “saltamontes de la cultura" que ser etndgrafo profesional. Por lo tanto, algunos amarian la etnografia porque justifica su desapego a lo que los demés ‘Malinowski describe el anillo Kula (1961). Consiste en una serie de relaciones comerciales entre los islefios del Pacifico, en las que un cierto tipo de bienes fluye en una direccién, mientras que otro tipo de bienes fluye en la direcci6n contraria, En los contextos académicas, el dinero de las inscripciones va a la administracién y vuelve en forma de recursos para los depantamentos. 9 Su opinién era que, al trabajar con grandes cantidades y grupos fragmentados, tipicos de un entorno urbano, muchos etnégrafos se vuelcan a la metodologia de la encuesta sociolégica, y que, al hacerlo, abandonan las tnicas caracterfsticas distintivas del proceso etnogréfico, sacrificando algunas de las contribuciones sustantivas que se podrfan suministrar con respecto al estudio de la vida urbana. A pesar de que 61 pas6 por alto ciertos contra-ejemplos importantes, yo Jo cito como un toque de atencién, No se puede construir una repisa de madera con metal, aunque se la pueda enderezar con algunas grampas de acero. MGBino se eseribis este bro Antes de contarles sobre este libro, les diré algo acerca de cémo lo escrib{. Durante el verano de 1978, huf de Houston hacia Méjico para estudiar espafiol y escaparme del teléfono y los memos. Empecé a pensar en la etnografia por dos motives. El primero era que mi tarea en el campo de la droga me habla ensefiado el valor politico de la etnografia para humanizar estereotipos. La politica -y por l6gica, todo lo que ella implica (el tratamiento preventivo, la educacién y las reformas legales)- se construye a partir de determinados supuestos relativos a cémo es “aquella gente”. Sin embargo, un poco en la et ebido -etnégrafos. Aprendi que habfa algunas diferencias fundamentales en las vision la investigacién, que resultaban mas sutiles por el hecho de que todas ellas figuraban en la categoria de "ciencias sociales ‘Comencé a tomar notas y las notas se convirtieron en el primer borrador de este libro. Mi objetivo era producir algo que una persona pudiera leer para tener una perspectiva acerca de qué se trata la etnografia 0, al menos, mi versi6n al respecto. Cuando retorné a Houston, fui a la biblioteca a ver si ~ Jo que habia escrito encajaba con Ia literatura sobre los métodos etnograficos de campo. Conforme a las reglas académicas, uno debe ir a la biblioteca antes de escribir, pero me alegro de no haberlo hecho. Pude sacar mis propias conclusiones, previamente a toparme con la masa de material que encontré. En antropologia, solemos creer que no hay mucha literatura sobre métodos de campo, pero eso no es del todo cierto. En realidad, existe una cantidad increible de literatura. Lo que ocurre es que se dispersa en el tiempo y est publicada en muy diversas revistas académicas. En estos dias de explosién informativa, nos damos cuenta que ya hemos consultado lo suficiente, en el momento en que nos gana el agotamiento, la confusién, y se nos nubla la vista. Revisar la literatura fue una experiencia que me oblig6 a ser humilde, Dudo que en este fibro 1 haya cosas que no hayan sido dichas antes. Por ejemplo, el titulo. Hasta donde yo sabia, lo habia inventado yo, pero luego fui a la biblioteca y encontré un libro que se llamaba Stranger and Friend (El Forastero_y el Amigo), un articulo titulado "El Etnélogo como Forastero", y referencias

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