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( The Dream )
O. Henr y
hom bre inm enso, rudo y bondadoso, sac del bolsillo un porrn de whisky, y se lo ofreci a
Murray diciendo:
- Es cost um bre, ust ed sabe. Todos lo t om an para darse nim o. No hay peligro de que se
envicien.
Murray bebi profundam ent e.
- As m e gust a - dij o el guardia- . Un buen calm ant e y t odo saldr bien.
Salieron al corredor y los siet e condenados lo supieron. La Calle del Lim bo es un m undo
fuera del m undo y si le falt a alguno de los sent idos, lo reem plaza con ot ro. Todos los
condenados saban que eran casi las nueve, y que Murray ira a su silla, a las nueve. Hay
t am bin, en las m uchas calles del Lim bo, una j erarqua del crim en. El hom bre que m at a
abiert am ent e, en la pasin de la pelea, m enosprecia a la rat a hum ana, a la araa, y a la
serpient e. Por eso solo t res saludaron abiert am ent e a Murray, cuando se alej por el
corredor, ent re los guardias: Carpani y Mar vin que al int ent ar una evasin haban m at ado a
un guardia, y Basset t , el ladrn que t uvo qeu m at ar porque un inspect or, en un t ren, no
quiso levant ar las m anos. Los ot ros cuat ro guardaban hum ilde silencio.
Murray se m aravillaba de su propia serenidad y casi indiferencia. En el cuart o de las
ej ecuciones haba unos veint e hom bres, ent re em pleados de la crcel, periodist as y curiosos
que...
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