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GENEVIEVE BOLLEME EL PUEBLO POR ESCRITO Significados culturales de lo “popular” Traduccién: ROSA CUSMINSKY DE CENDRERO grijaibo coals Nacional para Cultura y las Artes MEXICO, D.F. Capitulo VI EXPRESAR LA DESGRACIA Lo que Michelet y Luxun indican como escritores es, en realidad, un limite de la literatura. Tan lejos se va en el renunciamiento, existe siempre un irreductible que hace que toda duda del discurso o de su autor provoque el discurso "literario". Ni Michelet ni Luxun por acto de voluntad o de compromiso Ilegan a esta Iengua-obstaéculo que encierra al sabio, al escritor en su propio discurso més o menos rio ymentiroso. Aun cuando para estos dos autores la literatura no se sitéa finalmente sino en los confines de una experiencia, ésta pone a prueba y a la vez expone al fracaso: indica algo indecible, es la experiencia de un irremediable poder que nose termina de comprobar- En esta experiencia, precisamente Simone Weil va a actuar y a comprometerse. Para ella, lo indecible es el signo de un dato esencial o existencial, que ¢s Ia desgracia. La cuestion que se plantea y se revela es lade la desgracia y ésta es la que requiere otro lenguaje. Se puede hablar de Ja desgracia? En 164)Smone Weil nos dice que el silencio que nos inquieta, el de los mas desheredados, no es un silencio casual, debido a tal o cual circunstancia, a tal o cual abuso, derivado de una hegemonia cultural o dé otra cosa: no €s un silencio que se pueda suspender a voluntad, invitando a éste o aquél a hablar; Simone Weil dice que no se trata de iil 112 PUEBLO POR ESCRITO. males exGticos o anccdéticos, sino de un silencio que corresponde a _una situaci6n de alienaci6n que pone al hombre en estado de desgracia: "Toda condicién de desgracia entre los hombres crea una zona de} silencio donde los seres humanos se encuentran encerrados como en una isla. a EI punto ciego del lenguaje sobre el cual lama nuestra atencién es el hecho de la desgracia, y es ella a la que hay que enfrentar primero. Laevolucién intelectual de Simone Weil, sus compromisos politicos, conyergen aqui y la conducen a meterse deliberadamente en esta ituacién en que cl hombre est4 obligado, amenazado en cuerpo y espiritu, al punto de no sufrir mas que lo que ella llama "los dolores. permanentes del pensamicnto inmovilizado".? Situaci6n en que el hom- bre, clavado en un cuerpo de miseria, ya no tiene pensamiento ni palabra: "Nada es mas dificil de conocer que la desgracia; siempre es un misterio. Es muda, como decia un proverbio griego."> De ahi la ilusién y la hipocresia que consiste en hacer cortes dentro de la desgra- Cia, o de puestas en escena para representarla, o de investigacioncs por especialistas antropolégicos, sociolégicos 0 ctnograficos, en lugar de ir alli donde el silencio y la desgracia van a la par, en esa condicién de aplastamiento donde los hombres alienados se encuentran amenaza- dos de muerte. No existe otro saber de la desgracia que esta confron- tacién con la hum ion, la miseria y la muerte. EI silencio es la desgracia en la que se arriesga no poder ya existir, ni pensar, ni hablar. Es el riesgo que Simone Weil ha corrido, riesgo por el cual ella pone en juego su pensamiento y también a ella misma. Es precisamente desde alli donde ella escribe, desde este punto extre- mo, frente a este imposible, a este indecible. Es desde alli que envia notas, periddicos, cartas, solicitudes, articulos, todo un conjunto mas 0 menos elaborado, mas o menos destinado a la publi nN; una misma y unica cuenta rendida de la desgracia de la condicién obrera que levara a lo largo de toda su vida, dirigiéndose sucesivamente a los lectores y a los diferentes niveles de lectura. Cantidad de copias (como si fueran fotos) de un solo y mismo escrito. Relato- itinerario-encues- ta-biografia y, por fin, un solo texto. Porque, en realidad, para Simone Weil todos estos sirven para trazar y acorralar una experiencia, esencial para ella, que pueda evitar el olvido. Escribir consiste en acordarse de este punto de tensién, en forzar el olvido y la mentira que encicrran habitualmente nucstros relatos, los que se hacen precisamente para escapar ala desgracia. Ella quiere referirse a este punto de rechazo, intentar aventurarse en estas zonas de la desgracia que ella escribe: "La humillacion siempre tiene \ por cfecto crear zonas prohibidas donde el pensamiento no se aventura / y que estan cubiertas bien sea de silencio bien de mentiras."* Pero_es EXPRESAR LA DESGRACIA 113 también una aventura la que va a centrar su vida de otra manera, O mejor dicho a descentrarla. Escribir, para cernir la desgracia, todo un relato, el solo y dnico relato del cual ella vive y dentro del cual pasa su vida, éRelato de vida, relato para vivir o relato a vivir? Relato en todo caso que, por estas propias preguntas, pucde ser como hilo conductor 0 rectificador de nuestras investigaciones el dia de hoy. EL RIESGO, EL DESEO Y LA LUCIDEZ, Antes de entrar en una fabrica, Simone Weil escribe un texto que ella aprecia cn particular; es una especie de testamento, su "Grand Euvre" “ lo Hama ella’ Alli sefiala el tono de su pensamiento teérico, el tono de preocupacién que siempre ha tenido para encontrar remedio a estas condiciones de trabajo inhumanas, engendradas por la sociedad indus- trial, y de las causas de esto que para ella es la desgracia: un mal social, un mal hecho a los hombres por los hombres. A este texto, escrito cn 1934, ella atribuye tanta importancia que no puede ni quiere entrar a 2 trabajar en una fabrica antes de haberlo terminado: Lo termina a fines de noviembre y entra en la Renault el 4 de diciembre de 1934, Alli hay, en efecto, un viraje decisivo, una pausa, Cactntrada en la fabrica seré otra manera de visualizar la cuestién que le preocupa. Réflexions sur les causes de la liberté et de la oppression sociale desemboca en una pausa teérica, pero es también una suma, en el sentido en que retine todos los elementos de un problema del que no ha encontrado la soluci6n, del que ella llega a decir que no existe ‘se trata de la desgracia de los hombres y hay urgencia en buscarle el remedio, El compromiso politico que ha precedido a este escrito no hace, en la vida de Simone Weil, mas que dar significado a esta urgencia. Nunca se ha separado ella de la reflexién que el tema le impone: el:tema es el hombre desgraciado. No se puede separar la desgracia de aquel sobre quien se abate ya quien se le debe llevar el auxilio. La desgracia no se piensa a si. A quien se interroga sobre la desgracia, no se le puede desviar de esto que suscita tal interrogante, y cuyas palabras con frecuencia alejan, porque hablar de la miseria de la condicién obrera consiste, en cierto modo, en hablar "en torno" de la desgracia, sin decir jamas nada en verdad, desviarse en el sentido pascaliano; 0 bien todo esto puede consistir, aun en el orden del discurso, en orillar al pensamiento hasta un punto Ultimo donde se habla de revoluci6n. Desde esta perspectiva, la revoluci6n es el colmo de la imaginacién, una reacci6n extrema ante la desgracia. Simone Weil, que habia encontrado a George Bataille en iGn terica. Sin embargo, no puede dejar de plantearlo puesto que © ” 14 EL PUEBLO POR ESCRITO el Circulo Comunista Democratico, se levanta, en un articulo no publi- cado,® contra el concepto enunciado por Bataille (se trata de un articulo aparecido en La Critique sociale de noviembre de 1933, a propésito de La Condition humaine de Malraux), segin el cual la revolucién es visualizada como catastrofe, una especie de cataclismo de muerte y, por eso mismo, un llamado a arrojarse dentro de la acci6n para ahogarse, para destruir una intolerable conciencia de si (la del intelectual pensando la desgracia, o mas bien incapaz de pensarla); esta revolucién no mata otra cosa que la mencionada toma de conciencia, y empuja al intelectual a arrojarse en la accién como una forma de suicidio. Contra tal actitud, ella reacciona violentamente definiendo a la vez lo que para ella es el sentido de la acci6n revolucionaria, y el compromiso con tal acci6n: Si se trata de huir de sf mismo, es més simple jugar o beber y mas simple todavia es morir. Por lo demas, toda diversién, comprendida una accién revolucionaria de este orden, es una forma disimulada de suicidiof... No se puede ser revolucionario si no se ama la vida [...] La revoluci6n es una lucha contra todo lo que constituye un obstdculo a la vida. No tiene sentido mas que como medio [...] De una manera general, nada que esté fuera de la vida humana tiene valor.” No existe accién revolucionaria més que en relaci6n con la vida, Quien se entrega a este combate se supera a si mismo. Es bastante caracteristico que cl hérore preferido por Simone Weil sca Katov, quien en La condicién /uumana se hace quemar vivo para evitar que quemen a otros. / De igual manera en lo que concierne a la desgracia: clla no sera { conocida y comprendida sino es remplazada por una experiencia efectiva. Es decir, inseparable de una tentativa hecha para aligerar el sufrimiento. Porque visualiza asf la cuestién de la desgracia, Simone Weil antes que nada ha escrito Réflexion sur les causes... y de inmediato entra ella en la fabrica. esperaba ningiin porvenir’, "pudiendo difici de sobrevivir a estas fatigas".6 La desgracia es tema de una experiencia que promete la muerte. Al borde de tal compromiso, la actitud no es la de una suicida o desesperada, sino de una testamentaria: existe la conciencia de que el riesgo tomado tiene un limite que pone en juego la vida. Un limite, escribird ella en los Cahiers, es "cualquier cosa que siempre es superada, pero que impone una oscilacién compensadora"® La compresién de la desgracia implica esta jugada. Simone Weil no va a la fabrica para enriquecer sus impresiones, sino porque piensa que debe pasar por una prucba que consiste en intercam- biar lo que ella sabe ~de la condici6n obrera como alienacién, de la teoria de la explotaci6n capitalista— contra lo que ella todavia ignora. EXPRESAR LA DESGRACIA 115 Es interesante referirse a su pedido oficial de licencia y a la formu- laci6n del tema que se propone estudiar; escribe el 20 de junio de 1934: Desearfa preparar una tesis de filosofia concernicnte a la relacién de la técnica moderna, base de la gran industria, con los aspectos esenciales de nuestra civilizaci6n, es decir de una parte nuestra organizaci6n social, de la otra nuestra cultura.!” He aqui, entonces, otra transcripcién de lo que ella emprende; su reflexion la conduce a descubrir el punto de ti tre lo social y lo politico, entre un prin de organizaci6n burocratica y tecnicista que, segiin ella, conducird a una centralizaci6n totalitaria, y da sentido y premio a la vida humana y a este porvenir amenaza con la extinci6n. Queriendo reaccionar contra el pesimismo hacia el cual la levaba su lucidez intelectual (profética), Weil abandona un plan encl que yanada es posible porque, como ella lo escribird a una alumna a fines del verano de 1934, est4 decidida "a no tomar més ningiin partido dentro del campo politico y social". "No tomar mas partido por nada", quiere decir intentar una salida en otra parte, situarse de otra manera, salirse de aquello que lo racional de dilucidar: hacer acto de ruptura revolucionaria, Llevada por las imposibilidades, y porque estas imposibilidades la ponen ante una neccsidad, intenta entrar en otra empresa. "Muy a tu pesar, segin la presién de una dura necesidad", tal ser4 el epigrama, tomado de Homero, que figurard al comienzo del Journal d’usine y que le gustar4 citar con frecuencia. No tomar partido por nada, es para ella someterse a la Gnica necesidad del pensamiento mismo, con el fin de saber verdaderamente; no tener mas -y no ser mas~ que este deseo de conocer, rendirse a este desear-conocer que la obliga a entrar en la fabrica. Porque no se puede conocer desde fuera ni "desde arriba" lo que concierne a la desgracia, ni se pueda ponerle remedio si se ignoran las condiciones fisicas, materiales, de lo que engendra la miseria. "éCémo abolir un mal sin haber advertido claramente en qué consis- te?" Desear conocer la desgracia es ya una especie de compromiso. Compromiso particular porque, como de costumbre, quien se com- promete politicamente no busca sino confirmar sus ideas; hay asi una manera de enunciarlas, como clla lo hace en sus articulos o en sus libros, para probarlas. Aun si esta comprobacién se efectiia en medio de los hombres, quien entra en acci6n trabaja por su cuenta, y los demas no Je sirven mas que para confortarse con su propio discurso. El compro- miso politico no es sino una operacién abstracta relacionada con un pensamicnto, y para pensar. Para Simone Weil, querer comprender la desgracia incluye a la el fracaso dé un pensamiento politico y la necesidad de una ruptura. 116 EL PUEBLO POR ESCRITO Romper con las ideas totalmente hechas, ir alli donde arriesga a dejar. de pensar, puesto que las condiciones peligrosas que amenazan la vida lo hacen imposible. Comprometerse asi. UNA EXPERIENCIA INICIAL, ‘Comprender las causas de una situacién que la raz6n te6rica no_ puede. abrazar, tal es la primera condicin que funda la experiencia. Simone Weil To dice en toda circunstancia, tal es su motivacién: comprender y hacer comprender Ia condicién obrera. En la experiencia, todas las dificultades van a ceder: no slo le sera posible obtener informaciones sobre un cierto nimero de cuestiones que la preocupan,” sino, sobre todo, la dificultad esencial recogida por aquello que la propia experiencia permite recoger: "Todos los remolinos de la clase obrera, tan misteriosos para los espectado- res, en realidad, tan faciles de comprender.”” La desgracia de la condicién obrera hace referencia a una experien- cia indispensable a quien desea comprender: si esta desgracia escapa al discurso de quienes la sufren como de quienes la observan, es esencialmente porque concierne a la opresién del pensamicnto, por- que este sufrimiento es un limite, y alli es donde es necesario situarse para hablar. Vivir este aplastamiento en el Ifmite es a la vez triunfar, comprender y ayudar a quien sea a hacer lo mismo. Experiencia que no s¢ parece a ninguna otra, que toca a un mal profundo, al mal mismo. / Se trata al mismo tiempo de un testimonio, de una comprobacién, de \ una experiencia inicial y de una dimensi6n distinta al relato. “Excepto: €s0, no hay mas que ignorancia. En un texto posterior ("Expé- rience de la vie d’usine", 1941-1942), que es sin duda la formulacién mas elaborada de Jo que ella se esforzard sin cesar de expresar, escribe: "Pasearse por los arrabales, advertir los cuartos tristes y sombrios, las casas, las calles no ayuda demasiado a comprender qué vida se lleva. La desgracia del obrero en la fabrica es aun mas misteriosa. Aun si el ojo adivina, aun si la lectura informa, lo que se advierte o recibe est ligado a un acto de imaginaci6n; se suefa, se inventa alrededor de los objetos o de las palabras, es siempre asi que procede el autor de una novela: "Un hombre de talento puede gracias a los relatos y por el ejercicio de la imaginaci6n adivinar y describir, dentro de una cierta medida, desde fuera [...] Pero eso no va muy lejos"."* Y en este sentido se puede decir que todo relato de desgracia es una caricatura grosera, un examen dado con mas 0 menos talento o estilo, pero que siempre ronda la desgracia y trata de sepultar bajo cl relato y las frases. No hay mas que un lenguaje aderezado de desgracia, un lenguaje de convencién. La prueba es que si los obreros se esfuerzan en hablar en su estilo, lo EXPRESAR LA DESGRACIA 117 hacen con palabras que no son las suyas: asi es que "repiten con mucha frecuencia palabras de propaganda acunadas por las personas que no son obreras". Y eso no solamente porque manejan con dificultad la palabra -ellos la (oman como se la dan, lo cual es atin la manera de imponerles una-, sino "porque el primer efecto de la desgracia es que el pensamiento quiere evadirse”.'* El obrero antiguo no esta en mejor situaci6n, aun si se convierte en narrador o autor, aun si habla con facilidad de su condici6n primera, "le es muy dificil pensar realmente. por qué nada recubre mas. rapido el olyido que la desgracia pasada".!” Por esto, en las encuestas Ilevadas a cabo hoy dia, tratando de recoger los relatos de vida, se comprucba que aparte de la facilidad en contar los afios de aprendizaje o deinfancia, esos famosos vacios de memoria observados con tanta fre- cuencia y que corresponden a los anos de desgracia, tan verdaderos como incautables, descartados, la desgracia ¢s apropiada para sufrir escenas y transformaciones literarias, a no ser finalmente mds que una palabra prestada. Por eso es que también, sin duda, la verdad no soportaria aqui ) més que la autobiografia si clla pudiera ser "la experiencia yivida de la/ é desgracia"." Pero la desgracia vivida no es, en realidad, para el escritor que ee fo quiere escribir sin aderezos, mas que la medida de la impotencia que siente frente a lo que quiere decir, o se cree autorizado a decir. Parece que el largo camino de escritura no sea para él mas que el de una represcntacién o de una interminable digresién, porque, aun si se le ha acordado el privilegio de escribir la verdad, él se ha concedido también el de decirlo desde un lugar privilegiado. La experiencia de la desgracia vivida no es garantia de autenticidad: saberla decir, no se diga mas. "Y el resultado es, como el resto, mas o menos literatura." “Simone Weil procede de otra manera. No proyecta una experiencia ara contarla, sino que sé propone encontrarse lo mas cerca de la Head que pone al hombre en situacién de fracaso y de muerte. Si la desgracia no se dice, es que no sc la puede pensar. Para librarse, es necesario ver y saber por qué la desgracia es asi: No fengo que justificarme (para emplear su expresi6n) por haber experi- mentado en esta situaci6n un sufrimiento intolerable, solamente he inten- tado determinar con exactitud las causas; todo lo que se me podria repro- char a este respecto, serfa equivocarme en esta determinacién, lo cual quizé sea el caso.” UNA EXPERIENCIA CRITICA La situaci6n del intelectual autorizaria sin duda aquello que no permite la experiencia vivida a su pesar: una reanudacién, una especie de 118 EL PUEBLO POR ESCRITO voluntarismo heroico. Una voluntad de mantenerse alli sin raz6n ni beneficio, sin ninguna otra raz6n que aquélla que exige la experiencia pura de la desgracia para pensarla a fin de remediarla. Estar en situaci6n de desgracia para hacer una critica de la desgracia por una sed de conocer que no corresponda mas al progreso o a la vanidad de saber, pero que consiste en romper con ella para ir hacia los hombres mismos que ese vano saber ha hecho ignorar. Encontrarse sometido asi a Otra necesidad: precisamente aquella en que el deseo de conocer el mal social va a —y debe— coincidir con el de suprimirlo. De ahi que parezca que la necesidad de conocer esta al servicio de los hombres, que no es otra cosa que la necesidad de servirles y liberarlos. En Simone Weil, como en Kant (ambos se colocan en el punto de vista de una critica del conocimiento), hay un camino que va del conocimiento intelectual a la preocupacién de los hombres en tanto que personas; hay en ambos, una especie de punto de inflexién que les hace romper con. una forma de saber. Es un momento, en la historia del pensamiento de Kant, en que el filos6fo ha pasado de la fe en la superioridad de la ciencia a alguna cosa que le parece mas esencial y que esta llamada, segtin él, a preceder, quiz a suplantar, a la propia ciencia: aprender "a honrar a los hombres", lo cual él considera como el "iinico tema de estudio" capaz de dar a todos los demas su valor. Dicho de otra manera, es el hombre como existente, como pueblo, es decir como simple persona, que da valor a toda la ciencia. Yo soy por gusto una investigadora. Siento la sed de conocer todo por completo, el deseo inquieto de extender mi saber, o aun la satisfaccién de todo progreso cumplido. Hubo un tiempo en que yo crefa que todo eso podia constituir el honor de la humanidad, y despreciaba al pueblo que lo ignora todo. Fue Rousseau quien me ha desengafiado. Esta superioridad ilusioria se desvaneci6: Yo aprendo a honrar a los hombres; y me encontra- rfa més inutil que el comtin de los trabajadores, si no creyera que este tema de estudio puede dar a todos los demas un valor que consiste en esto: hacer resurgir los derechos de la humanidad.*! Ahora bien, Simone Weil, precisamente como Kant y a diferencia de él, va a experimentar una conmocién semejante: pero abandonado esta vez todo "tema de estudio", ella misma ser el tema que compromete por completo. ‘Eltema de estudio es el mal ligado a la condicién de una obrera de fabrica, © mas exactamente, lo que experimenta la licenciada en filosofia Simone Weil, quien va a vivir en la tinicas condiciones que permiten percibir esta situaci6n. De un lado, conversi6n de espiritu en Kant, en relaci6n con un valor ético del conocimiento; ruptura mas radical, del otro, en la medida en que Simone Weil, la conversién del espiritu va a la par de un compromiso con una manera de vivir y percibir para comprender y conocer. Aqui esté el EXPRESAR LA DESGRACIA 119 punto de partida, la experiencia a partir de la cual se va a operar una mutacin. LA DESGRACIA ES DESARTICULADA POR ELLA MISMA Lo que hay que comprender y decir responde a un hiato irreductible entre la percepci6n clara de la desgracia y la dificultad de hablar, porque —como Simone Weil lo comprueba-, la desgracia esta ligada a las impresiones. Las impresiones son irremplazables, pues sobre ellas reposan la comprensién y la expresién; no se puede economizar. "Im4genes hundidas en el espfritu, en el coraz6n, en la propia carne", por ellas "se comprende de inmediato’, y cuando Simone Weil escribe, se refiere acllas: "no tengo mas que dejar fluir los recuerdos", realida- des vivientes que deben o debieran fundamentar la credibilidad del relato. Pero he aqui precisamente la mayor dificultad la constante quicbra de la expresi6n, no obstante el esfuerzo repetido: Siyo, que soy vagamente considerada por haber aprendido a expresarme [le> escribe a un ingeniero de la fabrica], no llego a hacerme comprender por usted, a pesar de su buena voluntad, uno sé pregunta qué procedimientos podrian llevar a la comprensi6n entre el comin de los obreros y los patro- nes. Y mas tarde, la tristeza de la confesi6n; es dificil ser crefdo cuando no se describen mas que impresiones: "Por lo tanto no se puede describir de otra manera la desgracia de una condicién humana. La desgracia no esté hecha mas que de impresiones."* Si €s verdad que las impresiones son para el lenguaje una refe- rencia constante, si son el fundamento de una comprensi6n sobre la cual se forma un lenguaje comin, en lo que concierne a la desgracia ocurre, sin embargo, de otra manera aun cuando su experiencia sea requerida (se comprende mejor esto que se ha sentido), queda, dice Simone Weil, que aquello que hace de la desgracia un irreductible, eso que la caracteriza, cs que no existe otra expresién mas que estas impresiones experimentadas. Sobre estas impresiones ningin traba- jo de anlisis, ningin saber, ninguna habilidad de composici6n, de formulaci6n se han tomado, La desgracia esta fuera del lenguaje que hablamos. No hay lugar mds que para estas impresiones, estan remachadas, asf es como estan. En la desgracia no hay nada que se haga lenguaje. éSe puede conocer la desgracia? La experiencia de la fbrica hecha a partir de esta pregunta va a conducir a Simone Weil a una segunda comprobacién de impotencia parecida y, por lo tanto... Entre las dos 120 EL PUEBLO POR ESCRITO comprobaciones, habrd, hay, toda una historia. Una historia donde la desgracia, por el hecho de su compromiso, se convierte en su historia: una prueba, un riesgo tomado, y en virtud de ello, su pensamiento, su escrito, su relato. En efecto, para Simone Weil no se trata de comparar la desgracia_ pensada y la desgracia vivida, ni de oponer dos escritos ni de enriquecer la teoria por medio de la practica; mas bien sc trata de mantenerse en una situacién de desgarramiento y, sobre todo, de impotencia: expe- riencia de un limite, ya lo he dicho, 0 experiencia limite que debfa, come Jo deseaba Luxun, conducir a "hacer una literatura que no sea solamen- te mas que del ser viviente"; que desciende, como también lo querfan los periédicos de 1840* hasta los detalles mas vulgares.* A diferencia de Luxun y de los peridédicos obreros, "Ia literatura del ser viviente" no podra, para Simone Weil, unirse s6lo a la expresién de sensaciones 0 necesidades; aquélla debe oponerse a esto que es "no saber hablar", ir hasta esta reducci6n, ver esta imposibilidad de la expresi6n que est4 intimamente ligada al mal sufrido, respirado: "aqué- Ilos que tienen con mayor frecuencia ligada al mal sufrido, respirado: “aquéllos que ticnen con mayor frecuencia la ocasi6n de sentir que les han hecho dafio, son los que menos saben hablar." Simone Weil se mantiene en un lugar donde no hay informacién ni testimonio; Ja literatura del ser viviente, para ella, comienza donde atin no existe cl lenguaje, nada que tenga que ver con "esta parte del coraz6n que grita contra el dafio,” donde no hay nada mas que cl grito inarticulado de alguien que quisiera gritar, porque le han hecho dajio y se siente mal. "La desgracia es por si misma desarticulada",” pues se deriva de una herida, tiene una interrogante asombrada —Zpor qué me hacen daio?-, contiene una injusticia infligida. Es necesario leer, releer, meditar el siguiente pasaje de los Ecrits de Londres:* Exceptuada la inteligencia, la unica facultad humana verdaderamente inte- resada en la libertad de expresion publica es esta parte del coraz6n que grita contra el dafio. Pero como no se sabe expresar, la libertad es poca cosa para ella. Se necesita primero que la educaci6n publica sea tal que le proporcione, lo mas posible, los medios de expresi6n. Luego es necesario un régimen, para la expresiOn publica de las opiniones, que sea definido menos por la libertad que por una atmésfera de silencio y de atencién donde ese grito, _ débil y desmafiado pudiese hacerse ofr. Antes que toda expresién de desgracia, antes que todo discurso que le concierna, est este grito proferido contra alguna cosa que amenaza la vida, y hay necesidad de prestarle atenci6n. Una literatura "que no sca s6lo del ser viviente" comienza aqui. Todo discurso aleja la desgracia * Ver el anexo de este capitulo. EXPRESAR LA DESGRACIA 121 sinose refiere a esta experiencia fundadora y tinica; es esta experiencia Ja que Ie hace escribir a Simone Weil. Experiencia que es del orden de un saber andlogo y diferente del de la experiencia metafisica. Esta experiencia aparece menos como la invencién de una lengua que como acceso a otra dimensién, menos como un método que como una posibilidad de operar una suerte de avanzada, de efectuar un paso, ~ “Sila desgracia no se puede mas que comprobar, vivir, sino se puede decir nada que no tienda finalmente mas que a desviarla a conjurarla por relatos-, al menos no estamos dispensados de comprender las causasy las razones de este mal cuya experiencia ha hecho vivir, escribir y morir a Simone Weil. éY si la impotencia del discurso sobre la desgracia va unida a la imposibilidad de liberar a los hombres. sera necesario resignarse? Es la experiencia misma que hay que interrogar, consignar. Y es bicn la exigencia del pensamiento y de pensar que conduce, porque es en ella que comienza y se arraiga todo relato. Los desgraciados suplican porque se les proporcionen las palabras para que se expresen. Existen épocas en que ellas no son otorgadas. Hay otras en que dé | s¢ les proporcionan las palabras pero mal clegidas, porque quienes lascligen \“ \ son extrafios a la desgracia que interpretan.” i Lil? | Qerapurts acter tov, edadurery ¢ Brrr, EL DON DE LA DESGRACIA Vee aman No se habla de la desgracia, no se habla mal porque es extrano. No existe remedio ni comprensi6n a causa de esta "extraneza", (Cémo suprimirla? Si alguien, llegado desde afuera, penctra en una de estas islas y se somete voluntariamente a la desgracia, por un tiempo limitado, pero lo bastante largo para penetrarla ysi de inmediato relata lo que siente, facilmente se podrd discutir el valor de su testimonio. Se diré que ha probado otra cosa que aquélla que hay all4 de una manera permanente. Tendré raz6n si sdlo se ha entregado a la | introspecci6n; to mismo, si solamente se ha dedicado a la observaci6n. Pero | habiendo llegado a olvidar que viene de otra parte, regresaré a otra parte...” Sila experiencia es limitada, si se trata de un anilisis, o bien como lo escribe Robert Linhart en un libro que da cuenta de una experiencia de vida en una fabrica, si es una "experiencia de reforma individual", entonces no trascie de.” Para que sea valida, confiable, es necesario asegurarle la permanencia y la duraci6n que no tiene en sf misma. Hace falta para eso, dice Simone Weil, llegar a olvidarse de uno mismo. Y ella afirma haberlo logrado éQué puede garantizar la verdad de tal afirmacién? rons 122 EL PUEBLO POR ESCRITO Para ella se trata de olvidarse, no por el hecho de una dimisién debida a la fatiga, por ejemplo,” sino como individuo perteneciente a otra condici6n social, al punto de haber olvidado todos los datos, todas las pertenencias, de alguna manera: "Tengo una facultad de adaptacién casi ilimitada, que me permite olvidar que soy una ‘profesora licencia- } da’ de pasco entre la clase obrera".* Pe El olvido de si misma, en realidad, se deriva de una especie de calidad natural que le permitia vivir esta vida en la fabrica: "como si yo estuviera destinada desde siempre (y en un cierto sentido es verdad) y , que eso debia durar para siempre, como si esa vida me hubiera sido impuesta por una necesidad ineluctable y no por mi libre elecci6n".* Ya no es una experiencia, o bien se trata de una experiencia que para ella se confunde con lo que puede ser un destino. La experiencia requiere un compromiso tan total que ya no depende mas de ella; la experiencia de alguna manera la ha Ievado mas all de lo que ella hubicra deseado. En /’Attente de Dieu, dira que habia “olvidado real- mente" su pasado, que estaba confundida, ante los ojos de todos y ante sus propios ojos, con la masa anénima, y que la desgracia de los demas habia entrado en su carne y en su alma.*® Ella dice que tiene cl "don de la desgracia", La desgracia no se vive mas que en raz6n de una renuncia total que s6lo le permite acercarse,* y esto que hace de ella un "mi", que no ¢s la licenciada en filosofia ni la obrera de fabrica embrutecida, es que ella no sabe existir més que por para el deseo de conocer y comprender: Estos sufrimientos no los siento como mios, los siento en tanto que sufri- mientos de los obreros, y que yo, personalmente, si los padeciese 0 no, me pareceria un detalle casi ingiferepic. Por eso el deseo de conocer y de comprender no implica esfuerz El deseo de conocer la conduce a este desapego que le parece lo nico capaz de hacerla acercarse a la realidad de la desgracia que ella quiere alcanzar. Ella misma ya no es mds que un "lugar de paso donde la realidad toma cuerpo"® por la experiencia en la cual se aventura tan lejos, que alcanza esta especie de genio del cual habla en sus tiltimos escritos. "El amor a la verdad siempre esta acompanado de humildad. El genio real no es otra cosa que la virtud sobrenatural de la humildad en el dominio del pensamiento."” pensamiento, un deseo de comprender por medio del pensamiento. No hay EXPRESAR LA DESGRACIA 123 gusto o deseo de sufrir, sino el deseo de mantenerse en este limite en el que el ser humano arriesga no poder ejercer nunca més el pensamiento, Expe- riencia que cs, ella lo repite sin cesar, la del riesgo mayor, la mas grande tentacin para el hombre: hundirse, ser una bestia en resumidas cuentas.” Experiencia intelectual, es cierto, pero donde se trata de la existencia o de Ja permanencia del j pensamiento, Vencer la desgracia y el sufrimiento dey alguna manera, es seguir siendo un ser pensante cuando todo ytodos se unen/ para destruirte como tal. Saber esto. No existe otro saber que el de desviar ese riesgo, de vivir y tomar ese riesgo mortal. Quizd sea perteneciente al") intelectual ir justo hasta allf; no en tanto se trate de un especialista, sino como persona que elige ser un individuo pensante, semejante a todos los hombres, queriendo seguir pensando; por eso es intelectual —tal es su raz6n de existir—, deseando permanecer pensante, yendo hasta sulrir esta humillaci6n, esta opresi6n de todo hombre. =I En esta opresién, impresionante, cl intelectual olvida todo lo que es, se olvida; ya no es el encuestador, ni el observador, nicl te6rico politico, § niel escritor, ya no tiene pertenencia social; no esté mas que adaptado auna condicién que por el hecho mismo de su acto de adhesién, lo hace olvidarse por completo de la suya. Intercambia una funcién social por una condici6n en que las consideraciones jerarquicas, sociales 0 poli- ticas no cuentan ms, ni aun el privilegio de ser un intelectual, Inter- cambia cl tiempo de una experiencia o de una situaci6n por lo absoluto, el limite y la duracién irreversible, en la cual, se arriesga perder cl pensamiento; la desgracia suprema es esta humillacién padecida, por la cual el hombre se arriesga a ser destruido. Si se habla fuera de la desgracia, uno se aleja de ella; si se aleja de los hombres desgraciados, ya no se habla mas de cllos, sino de uno. Aqui la humillacién es compartida, se trata de una experiencia que no tolera el juego, nila , mentira, ni la desviaci6n: Me seria facil y agradable mentirme un poco a mf misma, olvidar todo eso. Me habria sido facil no probar, si solamente hubicra realizado esta experiencia como | | una especie de juego, a la manera de un explorador que va vivir en medio de | | poblaciones lejanas, pero sin olvidar jams que ¢l es extranjero. Muy por el | contrario, descarté sistematicamente todo; aquello que podria hacerme. recordar} } { que esta experiencia era una simple experiencia.” : La experiencia no es una "experiencia simple"; como diferenciarla, es esto lo que hace falta explicar. Cuando se trata de la desgracia de los hombres, la objetividad necesaria a toda experiencia no podrd ser la misma que la que réquierc la ciencia. La experiencia de la desgracia no puede hacerse si se abandona esta posibilidad de retiro que uno siempre quierc reservarse. Es una experiencia en la cual el hombre se arriesga a ser destruido. Robert Linhart, que relata en L'Etabli® su periodo en la fabrica, 124 EL PUEBLO POR ESCRITO. subraya bien la diferencia entre él y sus camaradas de la fabrica: él podrd siempre retomar su vida de intelectual, queda libre para fijar el tiempo de una pena en que él vive como ellos, pero que no le alcanzara jamas tan duramente por el hecho de que siempre depende de él desobligarse. Esta diferencia él la presenta como una responsabilidad particular; tiene conciencia de no poderla borrar. En compensaci6n, él se hace a si mismo el juramento de no dejar la fabrica en tanto no lo despidan, sea cual sea la solucién de la lucha o Ja duracién de la represiOn. Prueba de fucrza contra él mismo, que las circunstancias 0 los acontecimientos delimitaran. Simone Weil también se liga por el juramento que ella se hace. Pero, mientras Linhart se propone obedecer a quien lo despida, Simone Weil no compromete ni su desobediencia a los hechos (un retorno), ni su resistencia propia —a la enfermedad, por ejemplo-, su compromiso no es en tanto que individuo particular, sino en tanto que ser humano, Padecer la condicién obrera, es aprender a soportarla de manera tal, que pueda ar cl sentimiento de su dignidad de ser humano, Simone Weil deja atrds todas las motivaciones ocasionales que podrian limitar su compro- miso. Padecer la condicién obrera es emprender una reconquista de si misma como ser humano. Linhart éntré en la fabrica para hacer "trabajo de organizacién de la clase obrera", para contribuir a las luchas, a la resistencia, a la revolucién.® Simone Weil no ignora el combate politico ~clla lo hard toda su vida-, pero intentaré ir hasta la raiz de la desgracia; lo que ella quiere saber es si puede resist Saber, sin ahorrarse nada, "descartando sistematicamente todo lo que me pudicra recordar que esta experiencia era una simple experiencia’.* Compartir la humillaci6n hasta cl final y comprometer su estatus de ser humano y/o que ella es como intelectual. La experiencia individual es valida no porque sea un modelo, sino porque quiere. salvarse de la humillaci6n para saber si todos 0 cada uno pueden hacer lo mismo: Me falt6 poco para ser destrozada. Casi lo estuve —mi coraje, el sentimiento. de mi dignidad, estuvieron cerca de quebrarse durante un periodo cuyo recuerdo me humillaria, si no fuera porque no he conservado el recuerdo para hablar con propiedad. Me levanté con angustia, fui a la fabrica con temor: trabajé como una esclava: la pausa del medio dia fue un desgarra- miento; cl regreso a las 5:45, preocupada por dormir lo suficiente (lo cual no hacfa) y despertar bastante temprano. Los tiempos constitufan un peso intolerable. El temor —el miedo-de lo que habria de seguir s6lo cesaban de apretar el coraz6n el sébado por Ia tarde y el domingo por la mafiana. La causa del temor eran las érdenes. El sentimiento de dignidad personal, tal como ha sido fabricado por la sociedad, est4 quebrado. Es necesario forjarse otro (aunque el agotamiento extinga la conciencia de su propia facultad de pensar). Me esfuerzo por conservar éste.* Cuando la enfermedad me ha obligado a detenerme, he tomado plena EXPRESAR LA DESGRACIA. 125 conciencia de la sumisi6n en que caf, me juré padecer esta existencia hasta el dia en que, a pesar de ella, Ilegara a reponerme de nuevo. Mantuve mi palabra. Lentamente, en el sufrimiento, reconquisté mediante la esclavitud el sentimiento de mi dignidad de ser humano, un sentimicnto que esta vez no se apoyaba sobre nada exterior y siempre acompafiada de la conciencia de que no tenfa ningtin derecho a nada, que cada instante libre de sufrimien- tos y humillaciones debfa ser recibido como una gracia.” "El pensamiento humano no puede reconocer la realidad de la desgracia’, pero si no se puede pensar ni reconocer la desgracia, al menos puede uno probar "los dolores permanentes del pensamiento inmovilizado" y sustituir el conocimiento por la experiencia de este pensamiento. “CQUE és To que Ja humillaci6n infligida a un ser pensante ensenha aus, > no es del orden de conocer sino la realidad? 8. LA VERDADERA VIDA Lo que Simone Weil comprueba en la fabrica, escribe Albertine Thé- venon, ¢s el abismo que separa la realidad de aquello que se imagina.* "Tengo la sensaci6n de haberme escapado de un mundo de abstraccién y de encontrarme entre los hombres reales."® Pero es esta realidad, Ha, lo que le hace sentir la cuesti6n social; alguna cosa que ella ntia desde la infancia y que la ha obligado a realizar esta expe- riencia. Eso mismo de lo que ella quiere y debe rendir cuenta, y de lo cual comprueba la imposibilidad: La primera de las cartas a Albertine Théyenon, que abre la coleccién de textos de La Condition ouvriere, hace presente una doble dificultad: "la multitud de cosas a decir y la imposibilidad de expresar lo esencial"; y también, "sc degrada lo esen- cial al quererlo expresar".** ze Hay una imposibilidad que se deriva del propio lenguaje, y otra“: imposibilidad que viene del cardcter particular de lo que se trata de expresar pero también de respetar, conservar tal cual, sin desnaturali zarlo, y es el caracter raro, es decir sagrado, de esto no-expresable que < debe ser dilucidado, Es en funcién de esto no-decible, que Simone Weil_ hace una distincién entre un "mas tarde" y un "ahora": "Puede ser que | ©, mas tarde me vendran las palal s justas; ahora me parce duc me } at haria falta, para escribir aquello que importa, otro lenguaje".* e Distincién entre una imposibilidad inmediata de hacer entrar en nues- tro lenguaje lo que no entra y un poryenir donde habré, quiza, una expresién en la medida en que el tiempo habra permitido un paso (pero no una reducci6n), o bien una madurez que hard advenir las "palabras justas" y permitira revelar esta realidad indecible, no increible, tan dificil de trasmitir y que Simone Weil llama también la "Verdadera vida". 126 EL PUEBLO POR ESCRITO éDe qué se trata y, en principio, cual es esta realidad hecha accesible y sensible por medio de la experiencia? La realidad es sorprendente porque no tiene nada que ver con lo que se espera de ella. Existe un desfase una separacién entre lo abstracto politico y las condiciones reales de la vida. Y Simone Weil, como buen niimero de autores contempordneos, denuncia esta especie de transcripciones politicas y simplificadoras que arrastran hacia teorizaciones precipita- das 0 a las acciones violentas que ellas engendran, y que no son mas que traducciones y consecuencias sangrantes del esquematismo de las ideas. Ideas que no remedian mas que a situaciones puntuales, y no son mas que los artificios de los efectos superficiales, pasajeros. Pero Simone Weil insiste sobre el hecho de que estas reducciones politicas no son mas que una instrumentaci6n de las conductas, Ella —que lo ha sufrido y lo ha visto— sabe que, "si uno se rebela un momento, al siguiente cae de rodillas"* La obediencia a las palabras de orden podra liberar del mal, hacerlo retroceder, durar4 menos, diferido o escondido, y siempre vuelto a encontrar un poco mas lejos o en otra parte. Siempre habré necesidad en alguna parte o en un dia de rencon- trar el sufrimiento y de enfrentarlo. Siempre esta cl remedio, la causa, la raz6n de que aparezca otra vez, cs decir un absoluto. Seguro que existen remedios transitorios y que si una rebeli6n se convierte en un éxito parcial se regocija. "Pero —anade ella, yo no deseo de ninguna manera suscitar el espiritu de revuclt * Para ella, los Hamados a la reivindicacion, a la venganza, no son en el fondo sino incitaciones recibidas, especie de compensaciones. Compen- saciones dadas "en una suerte de imperialismo obrero, sustentadas por la propaganda salida del marxismo’, u "orgullo ilimitado (provocado) por el pensamiento de que la clase obrera esta destinada a hacer Ia historia y a dominar todo". El vocabulario politico implica una sumisi6n, otro géncro de pasividad hacia quienes tienen recurso a las palabras milagrosas, como i pudieran liberar alos obreros del disgustoy de la humillacién quesienten al ejecutar ciertas tareas. En realidad, se cambia una sumisin por otra. Las palabras contra los hechos, contra esto no expresado, esto indecible, “eSte contacto directo con la vida", que no tiene precio, la vida de fabrica,** realidad sin precio porque es algo distinto de lo que uno se imagina—o de esto que se dice-; revelacién capital de la que Simone Weil habla a Albertine Thévenon en un texto ya citado pero que hay que releer todavi Una fabrica, aquello debe ser esto que tu has sentido allfen Saint-Chamond, esto que yo he sentido con tanta frecuencia, un lugar donde uno se golpea duramente, dolorosamente, pero con alegria, con verdadera vida. No este lugar ldgubre donde no se hace mds que obedecer, destrozado bajo la EXPRESAR LA DESGRACIA 127 obligaci6n todo Io que se tiene de humano, inclinarse, dejarse rebajar bajo la maquina.” "La verdadera vida" es lo que produce esta sensaci6n, alo cual se refiere esta emoci6n. En realidad, para ella, es la experiencia y la prueba de una comunidad. Esté el miedo, el sufrimiento, las 6rdenes, etcétera. Pero también existe esta "camaradcria total [...] Ninguna barrera, ni en la diferencia de clases (puesto que ella se suprime) ni en la diferencia de sexos",* Io cual, declara, "es milagroso". Ademas de las obligaciones que constrifien, existe esta "simpatfa fraternal", latente; existe también en los ruidos de la fabrica, de las maquinas, dentro de un ritmo en que "se funden en una especie de gran respiraci6n del trabajo en coméin",” en las miradas que se intercambian, una forma de complicidad que va desde Ia sonrisa a una apret6n de mano," todo ello acusa y forma ese "poderoso sentimiento de la vida colectiva —se podria decir undnime-,” esta fraternidad que hace "un bien indecible", que hace olvidar la fatiga y que libera.® El hombre oprimido, humillado, en una situaci6n que lo somete y lo quicbra, ya no reconoce su humanidad, su existencia, su palabra, su pensamiento, mds que en y por esta comunidad naciente, subyacente, de la cual es Solidario. Esto que es aprendido, descubierto, por Simone Weil en la condicién obrera es la indiferenciaci6n comunitaria, esta solidaridad de base que es mucho mds que un sentimiento (cierto que ella lo "siente", pero es un dato, dato inmediato por el cual quizé, ella renace 0 nace la conciencia) puesto que es a partir de ella que todo significado, se manifiesta, para hacerse, para pensarse, Robert Linhart adivina la forma mas modesta de una resistencia posible (“la simplic’ dad de un gesto de ayuda mutua")," y de alli Simone Weil saca fuerza para abstraerse de esta insoportable situaci6n —no para olvidarla o huir de ella, sino para liberarse al asumirla—. Fraternidad poco frecuente, fragil, de la cual ella se pregunta, en su Journal d’usine, si a la larga pucde subsistir... pero que a sus ojos no es menos un principio de cohesi6n, de defensa, de resistencia y de organizacién que reconocen todos los socidlogos. Ella se diferencia de éstos, sin embargo, en que no concibe solamente esta solidaridad como una utopfa desviada hacia otro lado, una forma de evasién, sino como una posibilidad inmediata de soportar esta vida, de dar cuerpo a esta camaraderia de trabajado- res" que no Ilegan a unirse y que siguen siendo, casi siempre, una "velcidad informe". Sin embargo, es esta "camaraderia", y sOlo ella, la que puede -Simone Weil, lo ha experimentado- permitir a estos escla- vos avasallados, mantenidos en estado de subordinacién, volver a ser hombres. "La verdadera vida" es ese momento en que, cuando la privacién es mayor, se accede a esta gran fraternidad;® porque, entre 128 EL PUEBLO POR ESCRITO cL peligro extremo —no poder pensar mas, ser una bestia que obedece— y la posibilidad de seguir siendo un ser humano, existe esta posibilidad de abstraerse de su situacién para llevar auxilio a quienes la sufren a, su lado. Retirarse de una situaci6n para ir en ayuda de alguien, es un. milagro humano jElevarse por encima dé las condiciones de las cuales depende vuestra' vida, levantar los ojos de la maquina, sustraerse al rendimiento, a las 6rdenes, para volverse hacia alguien, ésa cs la realidad, la realidad del pensamiento. El menor acto de benevolencia, desde una simple sonrisa hasta un servicio rendido, exige que se triunfe de la fatiga, de la obsesién del salario, de todo aquello que abruma e incita a replegarse sobre sf. Del mismo modo, el pensamiento demanda un esfuerzo casi milagroso para elevarse por encima de las condiciones en las cuales vive.” Se estaria casi dispuesto a pagar para no pensar, observa ella; entonces, cuando se advierte una luz de inteligencia, se esta seguro de que no se engana. Y todavia mas: No olvidar jams esta observaci6n: siempre encontré entre los seres frustra- dos la generosidad de corazon y la aptitud para las ideas gencrales en funcién | directa la una de la otra. | Siempre [...] la elevaciGn del pensamiento (la facultad de comprender y | de formular las ideas generales) va de la mano con la generosidad del coraz6n. Dicho de otra manera, lo que rebaja la inteligencia degrada a todo ¢l hombre.” Uno no se puede abstraer de una situacién miserable, humillante, insoportable, mas que por este sentimiento, esta conciencia de perte- necer a una misma comunidad; sensacién de base que, incluyendo la inteligencia y la generosidad, abre el camino de un reconocimiente (aquélde quienes sufren al lado), de un intercambio. Y es también esta pertenencia a una fraternidad que importa ensefar a todos, porque es la Gnica capaz de cambiar esta vida, de liberar. De ahj el interés por desarrollar estas "impresiones no formuladas" fugitivas, que "desaparecen tan pronto como nacen”, este esfuerzo por poner al dfa, analizar, este ejercicio que consiste "en despejar los matices y las causas" con sus propias palabras y no con las de los demas; palabra elaborada y no recibida, dada 0 copiada; trabajo que consiste en buscar un lenguaje por un camino forjado encomiiny, en este mismo rasgo, reconocerse en las mismas impresiones, los mismos sentimientos comprobados en conjunto. Porque estos hombres reales, realidad de la cual Simone Weil se asombra y maravilla, son los que importa revelar a ellos mismos; sin eso: EXPRESAR LA DESGRACIA 129 La camaraderia de los trabajadores, no llegando a anudarse sigue siendo una velcidad sin forma, y los jefes no son hombres que gufan y supervisan a otros hombres, sino los 6rganos de una subordinacién impersonal, brutal y | fria como cl hierro.” Es porque Simone Weil descubre esta realidad fraternal que ella va a trabajar para establecerla; de esta fraternidad, también, ella va a sacar la vivacidad de una escritura, en la cual van a poder insertarse a la vez e iencia propia y este lenguaje que yendrd, que ella va a encon trar precisamente para los dems y con los dems, con el fin de que esta comunidad sea realizada. ESCRIBIR, VIVIR Escribir, para Simone Weil en la fabrica, corresponde a una doble necesidad: ella esta alli para rendir cuenta ("para estudios personales [..-.] Estoy en la fabrica principalmente para ilustrarme sobre un cierto nimeéro de cuestiones muy precisas que _me_preocupan"),” pero al mismo tiempo escribe para luchar y recordar: "Mc obligo a escribirte algunas lineas porque sin eso no tendré el coraje de dejar una huella escrita de las primeras nueva experiencia." E] camino de la escritura es este proyecto de,"dejar_ una huella", que obliga a este nuevo desarrollo de su vida para no caer en el embruteci- miento, la fatiga. Arrancarse al presente, escribir hasta el limite, y contra este polvo de instantes (es el "diario de la f4brica", impedir la aniquilacién y permitir que subsista cl pensamicnto por lo qué s¢ escribe. Las notas, las cartas, los articulos después, los fragmentos, los microescritos, siempre el mismo relato, repetido indefinidamente, en los cuales sélo varia la forma, son los que dirdn del esfucrzo contra el miedo, las 6rdenes, los aplasta- mientos, la fatiga, la miseria... todo lo que encadena la conciencia a esta desgracia. El hecho capital no cs el sufrimiento, sino la humillacién, No hay sustituci6n politica para la expresion de esta desgracia. Desgracia qué no s6lo es temporal o de una experiencia cumplida, sino que esta ligada al itinerario actual de alguien que se encuentra atado a una situacién existencial irreversiblemente. Simone Weil, no obstante encontrarse alejada de esta experiencia de fabrica, después de haberla terminado, no habrd terminado con ella; porque lo dice, aquélla no podré abandonarla. La escritura no hara mas que ligarla mas a la desgracia, 0 consagrar de alguna manera este lazo a la desgracia. Si en tiempos pasados ella escribfa llevada por la muy particular preocupacién que tenfa de la desgracia, la experiencia de la vida de fabrica habré cambiado su relacién con la desgracia, tanto en la preocupacién como en los escritos. La escritura seré una manera 130 EL PUEBLO POR ESCRITO. de tomar la desgracia, de luchar contra ella y, en ese sentido, sera saludable. Escribir para no olvidar, escribir para encontrar las palabras justas, escribir para ayudar a los demas a salir de la desgracia. Nada de relatos de fabrica, sino de recuperacién de una experiencia cuyo anilisis perpettia por medio del recuerdo, tendra por fin solamente indicar una via. La escritura es convocaci6n o recordacié6n, a la vez para los otros y para si. Un anilisis que hace que su relato sea una posibilidad de vida para clla, y para aquéllos que comparten esta vida, una terapia, en la medida en que ella les invita a expresarse también. Proyecto de escrito en dos fases, o bien escritura compartida... critura para si, pero hacia otros. La narraci6n de vida inaugura otra ic de escrito; el tema no es alguien que reivindica su acto de escribir, sino que lo ofrece a la comunidad, para que ésta lo analice 0 explique: cada persona esta invitada a una reflexién que Ie es indicada como camino. Los escritos se unen, se completan, se personalizan en las respuestas de cada uno. Es un relato para vivir que inyita a una escritura comunitaria, que tiende tanto a expresarse como a encontrar un remedio. La llamada a narrar s¢ formula en cuestiones que son el lenguaje real de un auxilio y de comunicaci6n; invita a poner distancia, libera de humillacién y compromete dentro de una comunidad en Ia cual cada uno se encuen- tra, se ve solidario. Importa a este respecto examinar "Un appel aux ouvriers de R", que debia aparecer (y no apareci6) en una revista obrera, Entre nous,” fundada por un ingenicro de fabrica a quien Simone Weil habia encon- trado y dirigido varias cartas desde enero hasta junio de 1936. Se observa que en este pedido de colaboraci6n escrita, Simone Weil, dirigiéndose a los obreros, sigue exactamente su propia experiencia y que lo que es de alguna manera, la tinica narraci6n veridica. Dicho de otra forma, "las palabras justas’, que ella espera encontrar mientras vive en un fabrica y escribe a Albertine Thévenon, estas palabras seran apenas las de un texto -el cual estaré hecho de repeticiones o de versiones diferentes-, pero éstas seran-las palabras que serviran para guiar la expresién de quienes, como ella, habran sido prisioneros 0 esclavos de una condicién parecida, Las palabras justas no seran las de un relato—mentiroso por definicién-, sino que romperan el silencio por medio de preguntas; no sobre formas posibles de expresi6n, sino sobre \¢sta misma posibilidad. ~ Preguntas-medida puesto que no se encuentran mas que sobre el camino que ha hecho Simone Weil misma. Inyecci6n de escritura que se apoya palabra por palabra, que ilumina poco a poco. Se trata entonces de este momento en que se dejan afluir los recuerdos en desorden.” Pero son palabras-preguntas que provocan, de una y otra EXPRESAR LA DESGRACIA, 131 parte, una reminiscencia cfectiva, activa, es decir cl esfuerzo personal de andlisis que va al encuentro de este "retroceso perpetuo" que impide toda existencia. Preguntas que Ilaman, que piden participacin, que se fijan hasta este punto donde no hay huida o dimisién posible; punto donde Ja expresion se confunde con la toma de una conciencia de si y que Simone Weil sin duda puede esperar, puesto que, como le dice al ingeniero, director-de la fabrica, ella "ha tenido que ir hacia abajo","a colaborar desde abajo". { Se esté muy mal colocado arriba para darse cuenta, y abajo para actuar. Pienso que ésa es, de una manera general, una de las causas esenciales de las desgracias humanas. Yo misma he tenido que caer muy abajo, y quizé volveré. Es también porque querfa tanto poder, en alguna empresa, colabo- tar desde abajo con quien la dirige [...] Para mi que he elegido, y casi sin esperanza, colocarme en cl punto de vista de quienes estan abaj jo, €s Feconfortante tratar con toda sinceridad con un hombre como usted.’> Esto que se da con mayor frecuencia para la palabra obrera es una palabra de usurpaci6n; una palabra que se presta; se la confunde con un deseo de informacién. O mas bien, se convierte en las mismas preguntas, conforme al desco de quien las colecciona, las recibe. invita a quien se interroga a distraerse, y él sigue el juego de una palabra que ya no cs la suya al responder a las preguntas; olvida su propésito. El llamado de Simone Weil a los obreros esta colocado en una posicion de estimulo y no de una trampa en forma de preguntas. Hacer una llamada a los obreros es pedirles un trabajo, La colabi raci6n en el periddico se sitta a nivel de trabajo; esto es lo que.se declara de entrada, para provocar en ellos una toma de posicién inmediata: tenemos bastante trabajo, ya lo sabe, fuera de él uno se distrae para olvidar, para olvidar el trabajo. Aqui interviene el acto de la colaboraci6n: porque ustedes sufren por un trabajo que desean olvidar, se les pide tomar una pluma y un papel y hablar. A causa de la pena y del desagrado, ustedes deben escribir, hablar. Ustedes huyen, se rehisan porque quicren olvidar, largarse. Alli es donde se sitta la Hamada a la colaboraci6n. No se trata de informar, de contar cual es vuestro estado, de alejarse, ni insertarse por cso en un discurso convenido; se trata de hacer un esfuerzo en principio contra si mismo, sobre si, de enfrentarse alos que no miran, ni saben, ni aceptan, se trata de informarse por y acerca de ustedes mismos: aprender algo de si, sobre sf, verse por sus propios ojos. La primera "educacién", la primera "elcvaci6n", consiste en salir de esta total sumisién que les hace recibir toda la existencia, pensa- miento o sensaci6n, de una determinacién exterior. El acto de colaboracién demandado en primer lugar implica la 132 EL PUEBLO POR ESCRITO. primacia y la necesidad de un trabajo para separarse de una condicién desgraciada, humillante; no en olvidar ni en negarla por medio de una oleada de palabras, sino por este esfuerzo que consiste en hablar del propio dolor, en cercarlo en sus causas y razones. Nose trata de contar, sino de decir para saber, comprender, revelar que ya no puede ser, jar este sufrimiento, expresar el porqué, comentarlo, de esto que hace sufrir, anadir la palabra exactamente al punto que se quiere olvidar. Es natural que no se quiera hablar de eso y que se desee la distracci6n, dice Simone Weil. Dicho de otra manera, la colaboraci6n pedida va al encuentro de esto que es normal, natural: aquélla no se justifica mas que porque entre algunos persiste y se prolonga un punto o un resto de sufrimiento que la distraccién no borra. El sufrimiento de no poder decir _ lo que se tiene en el coraz6n, el sufrimiento debido al Fechazo que se ahade ala desgracia que se padece. Existe una desgracia pasajera, y una desgra- cia nee habitual; esta oprime al punto de no poder siquiera hablar por temor a los demas, temor de recibir burlas, por un pudor que se tiene, de una imposibilidad también de quejarse, al estar demasiado absorbido por cl propio sufrimiento. Los que sufren no pueden quejarse, en esta vida. Serian incomprendidos por los otros, se burlaran de ellos los que nosufren quiz4, considerados como aburridos por quienes, sufriendo, ya tienen bastante con su propio sufri- miento. En todas partes la misma dureza que de parte de los jefes, salvo raras excepciones. No todo el mundo sufre de la misma manera: depende de los caracte- Tes, pero en todas partes, siempre, cl silencio es el mismo. "Los cama- radas se conticnen, apenas se quejan, estén demasiado absorbidos por | sus propias preocupaciones, sus propios sufrimientos".”” ¢ La llamada, la colaboraci6n para el periédico, la escritura, no se dirigen mas que a aquellos que sufren por callar; las repetidas. inyec- cionés insisten "digalo, digalo"; la palabra es repetida seis veces, en seis apartados, y las frases mismas no hacen mas que valorar o alumbrar este imperativo: "Diga lo que tienc en cl coraz6n", "diga todo lo que se le ocurra", "todo lo que le pesa sobre el coraz6n"; y al final todavi insiste sobre ese punto: "Aun cuando no experimente mejoras practi- cas, siempre tendré la satisfaccin de haber expresado alguna vez su punto de vista para usted mismo." > La colaboracién para escribir sera la apropiacién de una experien- ciajque, de ser vivida en comtin, permanecé, sin embargo, siendo la de cada uno, de suerte que debe ser formulada por cada individuo. Las preguntas-gufas no son mas que signos de miltiples pistas pero dejadas a elecci6n, a ser seguidas 0 no, segtin ef capricho-de Ia libre EXPRESAR LA DESGRACIA 133 cién. A partir de la invitacién, lo importante es perseguir la expresi6n: "Las primeras palabras que le vengan al espiritu’, "todo lo que Ie venga al espfritu". El encuadramiento no es mas que sugestivo, indicativo s6lo de aquéllo que traba y se encierra en el silencio de la desgracia. El silencio es la desgracia, en principio, y la palabra debe surcar hasta ella... Pero el silencio tiene relaci6n también con esta vida en la cual importa no s6lo plantar el decorado, sino indicar la actuali- dad, con el fin de comprometerse paso a paso, palabra a palabra, en el que sufre hoy dia, salvarlo del olvido por-el-ardiente esfuerzo de lo escrito, Es verdad, se puede decir que se trata alli de una especie de relacién que no tiende a producir un texto, o bien no produce un texto més que porque éste Jleva hasta una conciencia de sf, enel cual el relato no sefiala mas que los azares, los episodios, y finalmente el retraso. En realidad, lo que consideramos como novelesco —ese gusto del texto que tenemos- nos disimula lo esencial de una situaci6n: un relato veridico no se har4 mds que en funci6n de una necesidad existencial si no nos dejamos distraer. Esta necesidad inherente al relato tiende, para Simo- ne Weil, no a una forma sino a una direcci6n: el relato no es necesario yyeridico mas que cuando es una carta; "En lugar de enviar lo que usted escribié a Entre nous, usted me lo enyiaria a mi." Escribir a_alguien, escribir para quejarse, derramar lo que se tiene en el corazon. Elamigo sera quien coleccionar4, velar4; podrd entonces expresarse libremen- te," sin ninguna preocupacién de prudencia"; lo que sera recortado, lo sera para evitar que quien se dirige al amigo no sca reconocido y castigado. El anonimato es garantia de libertad y de liberacién, se escriba o no. No se suprime la firma para hacer obra colectiva, fundirse én un grupo, expresa reivindicaciones o deseos. El ingeniero-director atribuye a Simone Weil intenciones revolucionarias de las cuales ella se defiende. No, el llamado a la escritura no obedece mas que a la voluntad de una liberaci6n contra lo que obliga, oprime, pesa; y lo que inspira el articulo de Simone Weil, "no es otra cosa que el espfritu_ cristiano, puro y sencillo".® El anonimato es correlato de un acto secreto, individual, por lo cual "el autor" no debe padecer ningtin efecto (penalizacién, men- cién) excepto su propia liberacién, en cuanto a la desgracia, en _cuanto al mal de un encierro de sus sentimientos, de su sufrimiento. La sinceridad (de la expresién) la verdad (dicha sin reservas) no se atenderdn ni a la forma ni al estilo, ni al saber (saber hacer, saber escribir), sino s6lo a esta forma, ni atenuada ni exagerada de aliviar- Lse, de liberarse. Sinceridad, verdad son las garantias efectivas de esta liberacién, sus condiciones: "Pienso que eso, decir la verdad sin reservas, le aliviara un poco." Decirla sin reservas y sin testigos, en este caso de la pluma al papel. 2 134 EL PUEBLO POR ESCRITO. Le pido que tenga la bondad de tomar una pluma y un papel, y hable un poco de su trabajo. Siuna noche [...] se siente de repente mal por tener siempre que encerrar €n usted mismo lo que tiene en el coraz6n, tome un papel y una pluma.” LA CARTA, LA DIRECCION Es porque este llamado es una carta que se dirige a cada uno, que ella manifiesta esta constante posibilidad de hablar; de hablar con alguien que le recuerda por medio de palabras escritas, elegidas, un itinerario semejantemente vivido, una necesidad dolorosa semejante de hablar. Nada de entrevistas, nada de inquisicién, nada de interferencias, de influencias, de intrusién o de seducci6n. Una voz, una llamada: en todo momento, la posibilidad de hablar en el momento gn que hay nece: dad. El periddico es una forma de colaboracién, una ayuda mutua, un remedio; velar, ayuda continua, que también fija lo escrito. "Vengo a solicitarle que tenga a bien [...] Si tiene la gentileza de ayudarme La amistad, la atenci6n, el desinterés se reconocen por las miiltiple: precauciones que dicen del respecto y la preocupacidn: "Yo sé lo que significa la situacién de un obrero en una fabrica..." El tinico deseo manifestado es el de "servirle". El interés "es tnicamente el bicnestar fisico y moral" de lo que fabrican los cocineros, y no la rentabilidad de la producci6n, ni las publicaciones... La escritura se sitda en el punto de interseccién de la ayuda y la itaci6n, ella llama ala reciprocidad de un anilisis que libera s6lo a quien la emprende. Nadie puede intervenir en esta accién, pero clla ofrece, a quien lee, un auxilio, un apoyo, cl descubrimiento en si de una misma posibilidad de expresi6n: los mismos detalles, el mismo mal son reconoci- dos. La alegria que proporciona la cosa impresa no se corresponde con la apropiacién de la misma por quien la ha producido; viene sobre todo de esto que el escrito es para cualquiera que lo reciba, y para que esta recepcién sea inseparable de un descubrimiento de si. Trabajo de desciframiento inseparable del acto de la escritura y que mencionan los mas grandes escritores (Proust después de Rousseau): ayudando cada uno a encontrar un lenguaje, su lenguaje y que atafie a esto que nosotros somos todos, esto que sentimos todos en comin. "Sus camaradas que leerdn [...] si sienten como usted [...] estaran bien contentos de ver impresas cosas que se revuclyen en cl fondo de sus corazones sin poder traducirse en palabras.” Escribir para sufrir menos, es cierto, pero ser Iefdo no para ser reconocido, sino para saber que sufren juntos las mismas cosas; asom- brarse de este compartir y de esta ignorancia. Ensefanza hacia sf, sobre sf -terapia~ y para otros, de los dos lados hacen por medio de este EXPRESAR LA DESGRACIA 135 descubrimiento, una conciencia. La escritura interpela, interroga a su manera: "Los camaradas Iccran [...] los jefes lecran. Laescritura, habiendo suprimido el sufrimiento solitario, producira la comunicacién. Respuestas, preguntas, intervenciones van a permitir un intercambio, restablecer un didlogo alli donde no habfa mas relacién debido al hecho de haber una jerarquia; la suprime al poner de mani- ficsto una separaci6n arbitraria: los que reciben las 6rdenes y los que Jas dan son hombres de una sola y misma categorfa, sufrientes, sensibles y no instrumentos o herramientas. Es diciendo lo que hace sufrir, contando, tomando la palabra a su turno que los hombres son hombres, y asi se mantienen de pie. interrogacién abre una via: el relato acorrala al menor olvido, es conciencia, por cl hecho mismo de que esta la huella de este que humilla; es él que constituye el camino seguido de una palabra que sitha y restituye una conciencia de sf. Quien interroga no es conducido ni por un método ni por un saber antropolégico, sino por una pena activa, presente, por una experiencia propia que lo amarra constantemente, y de alguna manera definitiva- mente, a esto que Simone Weil llama la desgracia. Sin embargo, por lejos que Simone Weil haya conducido su expe- riencia y su €ompromiso, ha fracasado: la palabra pedida ni fue dada, ni entendida, ni recibida, y el texto, ya lo he dicho, ni siquiera fue publicado. Salvo esta cgmunidad compartida)\que también eyocan Michelet y Luxun, ningdn Ienguaje puede sea encontrado en cl cual esta comunidad pueda hablar. EI pueblo no se define, ni se piensa, ni se habla... {Se puede tomarle en su acci6n y por lo menos tener una representaci6n de él? 136 EL PUEBLO POR ESCRITO Anexo Un precedente hist6rico del siglo XIX: Los periddicos obreros* Ya existen en la historia huellas de este esfuerzo por encontrar expre- sién a la desgracia, repetidas tentativas por encontrar una forma de discurso capaz de reducir esta imposibilidad de hablarla o dejar de hablarla. No queriendo, ni pudiendo concederle a la desgracia su realidad, su amplitud, ni tomarle la medida, todos nuestros discursos sobre la condicién obrera y también sobre la literatura llamada popu- lar, han sido discursos donde la literatura y la politica se han ligado de alguna manera para cludir esa desgracia social que tenian, sin embargo, la finalidad de disipar. Porque es por cierto la desgracia la que ha preocupado y preocupa _ ala historia, la politica y la literatura que son tentativas para reconocer la realidad que, a lo largo de la historia, han sido constantemente trazadas, renovadas y que no han dejado de efectuar algunos agujeros. Cuando los periddicos de 1840 solicitan la palabra directa de los obreros, se trata de un lenguaje no recibido que ellos deseaban acre- ditar, y hacer reconocer como politico, 0 como lo mas auténticamente politico. Cuando en 1980 el investigador quiere entrevistar directamen- te, instruir, informar, conduciendo a los individuos a decir ellos mismos lo que estan viviendo y lo que son, en su propio lenguaje, se trata de una tentativa andloga que se pone en accién. La una y la otra ponen de manifiesto otra forma de expresién de la cual se nos pide la legitimidad. El llamado a la palabra obrera en 1840 es precisamente un acto de ruptura con un idioma de tradicién, el de la literatura; reclama el enunciado de sensaciones 0 de impresiones por quicnes las experimentan, por aquellos que sufren, y ya no por el desvio__ o la representacién que depende del poder de la palabra admitida y detentada por algunos. Cuando Atelier y la Ruche Populaire, sus primeros niimeros, solicitan un nuevo estilo, es sobre la diferencia entre un estilo politico, literario, y una literatura popular en lo que insisten; y cs sobre esta diferencia que se basan y por ella justifican su intervenci6n; atin mas, esa partir de ella que reivindican y se manifiestan. La literatura popular sera precisamente, segin ellos, la que no se enunciard sino por medio de impresiones vividas. Lo que estos periddicos rehtisan es la distancia tomada por los hombres de letras _y los politicos en relacién con las EXPRESAR LA DESGRACIA 137 nes efectivas de la vida de quienes trabajan; lo que estos periddicos disputan a estos profesionales de la representacion popular, es su manera de alejarse de los hombres para no hablar mas de ellos sino de sf mismos, de mentir, porque ignoran de lo que hablan, de mantener a distancia -de rechazar, se dirfa ahora— esto que es "sencillo, escandaloso, vulgar", desechar, rehusar una palabra popular que debe ser y ser, segtin estos periddicos, revolucionaria. Cuandola Ruche populaire pide y quiere legitimar la transformaci6n de una especie de cuenta rendida en simple conversaci6n, una especie de"Album du pauvre", y cuando/’Atelier espera un estilo que no se deba hombres inteligentes por profesién, los cuales abundan, sino de individuos de humilde condici6n en la vida real, los colaboradores desean hacer de su periédico una tribuna, donde estos hombres, obreros, trabajadores, podran decir lo que sienten, esto de lo cual tienen necesidad, expresdndose en un lenguaje revolucionario porque con ello se aboliré una distincién. Lenguaje, estilo de revolucién, puesto que sustituird a un lenguaje incomprensible, abstracto, politico, las palabras de alguien que, aun si toma la pluma, no quedara por eso menos relacionado con el taller, con su oficio, es decir, con una situaci6n activa, que ocupa efectivamente en la vida. La vida significa, en este caso, la amenaza, la miseria, la enfermedad, el hambre... La lengua politica popular y revolucionaria, el lenguaje de una revoluci6n politica, consiste en "tomar la pluma contra la carabina", reclamar en lugar de matar, evitar la sangre derramada en las revoluciones, sin renunciar a la fuerza de la verdad que ellos expresan, y que se preocu- pan por la necesidad de los des6rdenes que aportan. Porque la diferencia entre la expresi6n politica, literaria, o la narra- ci6n (sea ésta noyelesca o cientffica) y la realidad, es que ésta se expresa dentro de una temporalidad obligada, de necesidad; cl paso de esto que es literario y politico, por definicién y por funcién, a esto que es vitalmente necesario por el hecho de una situacién (que atafie a los "trabajadores', a los “hombres de trabajo", segan Ja Ruche populaire) consiste en reducir las desviaciones (del discurso), o el retardo (de los auxilios) que no pueden sufrir la realidad. Es el gran mérito de los periédicos obreros de los anos cuarenta el haber comprendido y cl haber dicho, como en/’Alelier de septiembre de 1840: "Nuestras teorias> tendr4n de particular que podran pasar inmediatamente de la teoria a | la prdctica, porque descenderemos hasta los mecanismos mas sencillos, / hasta los detalles mas vulgares." { Toda condici6n desgraciada, o que implica la desgracia—para reto- mar aqui la terminologia de Simone Weil-, exige reducir la teorfa politica y la estrategia que ella implica a una preocupacién de lo cotidiano y de lo inmediato. "El mundo de la politica permanece para 138 EL PUEBLO POR ESCRITO Ja mayorfa, ajeno al de la vida cotidiana’,‘ dice Richard Hoggart, y Eric Hobsbawn lo dice de manera parecida. Existen las teorfas politicas, su lenguaje abstracto, todo eso que es "extrano" al pueblo y a su miseria; son’extranjeros los que hablan, dice /’Atelier y existe la inmediatez de un pedido, al cual no se le puede dilatar. "No esperar, hacerlo uno mo", dice también Atelier, porque la desgracia no tiene otra expre- n que la urgencia, no indica mas que una acci6n, la respuesta que, solicita y desaparece con Ia acci6n. O bien, si se quiere, la urgencia conduce, de alguna manera, a la muerte del discurso politico, por el hecho de que es una especie de revelacién. Eso permite decir también que los términos de la "condici6n obrera" o de lo "popular (que son dos versiones de una misma preocupacién) no hacen por el prejuicio de la lengua politica, mas que disimular el hecho de que nosotros hablamos de una desgracia social; 0 mejor dicho, hablamos de politica para disimular que nuestra preocupacién se referira, si lo consentimos, a la desgracia tal como se da en la urgencia de su manifestaci6n. Desgracia que es, en el presente, una impresi6n viva, no compatible con la literatura tal como nosotros la concebimos, la cual, dentro del tiempo de ocio y de la reflexin de la cual abusa de una manera dispendiosa o lujosa, se aleja del presente y de lo urgente. Es eso que en la literatura se llama el estilo, para olvidar justamente lo que cl tiempo presente comporta de enfrentamientos, de decisiones, de res- pucstas urgentes para quien lo vive como miseria, como mal. Es en nombre de este mal que se requiere otro lenguaje y denunciar la mentira de los lenguajes que empleamos, es esto lo que hace falta retener de este llamado de los periédicos obréros. Pero también es verdad que hay en cellos, con respecto a esta voluntad de transformacién de la expresién, un romanticismo, una utopia que se podria calificar de recuperadora: esto que es recogido en un lenguaje impresionista, es decir realista, sirve finalmente a una pintura del pueblo por si mismo. Dando informaci6nes, haciendo descripciones, llamado a decir lo que siente, lo que se le pide al pueblo que haga es su propio retrato. Para dejar de ser calumniado, mal juzgado, el pueblo desconocido se con- tar asi mismo, con el fin de quenosotros después hablemos, con mayor verdad de él, su lenguaje sera retomado en nuestro discurso, su retrato habrd servido para una rehabilitacion politica; figura y palabra combi- nadas habran evacuado la urgencia y la necesidad, que los habran atenuado, para acordar al menos el derecho a la reivindicaci6n, Lo cual no deja de ser algo, pero no suficiente. 138 EL PUEBLO POR ESCRITO Ja mayorfa, ajeno al de la vida cotidiana’,‘ dice Richard Hoggart, y Eric Hobsbawn lo dice de manera parecida. Existen las teorfas politicas, su lenguaje abstracto, todo eso que es "extrano" al pueblo y a su miseria; son’extranjeros los que hablan, dice /’Atelier y existe la inmediatez de un pedido, al cual no se le puede dilatar. "No esperar, hacerlo uno mo", dice también Atelier, porque la desgracia no tiene otra expre- n que la urgencia, no indica mas que una acci6n, la respuesta que, solicita y desaparece con Ia acci6n. O bien, si se quiere, la urgencia conduce, de alguna manera, a la muerte del discurso politico, por el hecho de que es una especie de revelacién. Eso permite decir también que los términos de la "condici6n obrera" o de lo "popular (que son dos versiones de una misma preocupacién) no hacen por el prejuicio de la lengua politica, mas que disimular el hecho de que nosotros hablamos de una desgracia social; 0 mejor dicho, hablamos de politica para disimular que nuestra preocupacién se referira, si lo consentimos, a la desgracia tal como se da en la urgencia de su manifestaci6n. Desgracia que es, en el presente, una impresi6n viva, no compatible con la literatura tal como nosotros la concebimos, la cual, dentro del tiempo de ocio y de la reflexin de la cual abusa de una manera dispendiosa o lujosa, se aleja del presente y de lo urgente. Es eso que en la literatura se llama el estilo, para olvidar justamente lo que cl tiempo presente comporta de enfrentamientos, de decisiones, de res- pucstas urgentes para quien lo vive como miseria, como mal. Es en nombre de este mal que se requiere otro lenguaje y denunciar la mentira de los lenguajes que empleamos, es esto lo que hace falta retener de este llamado de los periédicos obréros. Pero también es verdad que hay en cellos, con respecto a esta voluntad de transformacién de la expresién, un romanticismo, una utopia que se podria calificar de recuperadora: esto que es recogido en un lenguaje impresionista, es decir realista, sirve finalmente a una pintura del pueblo por si mismo. Dando informaci6nes, haciendo descripciones, llamado a decir lo que siente, lo que se le pide al pueblo que haga es su propio retrato. Para dejar de ser calumniado, mal juzgado, el pueblo desconocido se con- tar asi mismo, con el fin de quenosotros después hablemos, con mayor verdad de él, su lenguaje sera retomado en nuestro discurso, su retrato habrd servido para una rehabilitacion politica; figura y palabra combi- nadas habran evacuado la urgencia y la necesidad, que los habran atenuado, para acordar al menos el derecho a la reivindicaci6n, Lo cual no deja de ser algo, pero no suficiente. EXPRESAR LA DESGRACIA 139 NOTAS "1 La Condition ouvriére, Paris, Gallimard, colec. "Idées", 1979 (1a. ed., 1951), p. 342; itado de aqufen adelante como C.o. 2 Ibid, p. 344. 3 Ibid., p. 342. 4 "Experience de la vie d'usine", C.0., p. 342 (soy yo, G.B. quien subraya). 5 El titulo es Réflexions sur les causes de la liberté et de Vopression sociale, Gallimard, col. "Idées", Paris, 1980. © Simone Pétrement, la Vie de Simone Weil, t.\ (1909-1934), Fayard, Paris, 1978, pp. 324 y, Ss. Ibid., p. 425. 8 Simone Weil, Attente de Diet, Lid. du Scuil, col. "Livre de vie", Paris, 1977, p. 42. 9 Cahiers, Pion, Paris, 1953, t. 11, p. 32. WS, Pétrement, op. cit. t.1, p. 413. 1 Co., p. 208. 12 "Lettre A une éléve", en Co,, p. 33. 13 "Expériencie de la vie d'usine”, en “Co., p. 328. 5 [bid 16 hid. 1 bid. 18 Valentin Jameray-Duval, Mémoires. Enfance et éducation d'un paysan au XVIMe siécle (presentado por Jean-Marie Goulemot), Le Sycomore, Paris, 1981, p. 87. 19 fbid., p.18. 20*L ettre a un ingénieur directeur d’usine", en Co, p. 208. 21 Emmanuel Kant, "Remarques..." en Observations sur le sentiment du beau et du sublime, Vrin, Paris, 1970, p. 66. 2G; p. 344. 2 pid, a 312, 24 Luxun, "De la traduction serrée et du caractére de clase de la littérature”, en Pamphlets et Libelles (1925-1936), op. cit p. 137. Ecrits de Londres, Gallimard, col. "Espoir’, Paris, 1980, p. 14 (la. ed., 1957). 26 Ibi 27 Ibid., p. 28. 28 Ibid. p. 14. 2 Ibid., pp. 28-29. 30 "Expérience d’un vie d'usine”, en C. 3 Robert Linhart, L'Etabli, Minuit, c 22 "Journal d'usine", en C.o., p. 67. 33 Trois lettres a Mme, Albertine Thévenon", en C.o,, pp. 21-22. 4 Ibid., p. 22. 38 Anente de Dieu, p. 42. % Ibid., p. 82. 37 "Lettre a Boris Souvarine”, en Co., p. 41. 35 Bsto es lo que dice B. de Schloetzer a propésito de un autor en su Iuroduction a Jean-Sébastien Bach, Gallimard, col. "Idées”, Paris, 1979. p33. Double*, Paris, 1981, p. 60. 140 EL PUEBLO POR ESCRITO » Ecrits de Londres, p-31. » PP. ee 41, 45, 67-68, 155, 243, 245, 248. . inhart, a cit., p. 89. £ tbid, p. 60. 41Co., pp. 144 y 180. 4 Ibid, p. 181. 46 "Journal d'usine", C.o,, p. 145. 47 "Trois lettres 4 Mme. Albertine Thévenon", en C.o., p. 27. ec .0., p. 19 4 *Lettre a une élve", Co., p. 33. MC. 32 Ibid. $3 [bid., p..197 54 Jid., a subrayado es mio, G. B.). $5 *Expérience de la vie d'usine", en Co, p. 352 56 C.o., pp. 144 y 328 37 Joid., p.251 38 Ibid., p. 108 $9 Ibid., p. 26 Ibid., pp. 328 61 Tbid., pp. 148 y 5S ® Ibid., p. 328 8 Jbid., pp. 26 y 56 R. Linhart, op. cit,, p. 69 6 "Expérience de la vie d'usine”, en C.0., p. 336 © Cf. C.o. pp. 26,55,56,68, 08, 112,117,148,233,328. $1] ettre a une éléve", en 68 "Journal d'usine”, en C. 691 ettre a un ingénieur directeur d’usine”, p. 202. ® Co. p. 336. "Lettre a un éleve", en Co., pp. 32-33 72"1 ettre a Boris Souvarine”, en C.o., p. 39. Co. pp. 173-179. El estilo de este texto tiene una apariencia demagégica, ante la coals nO, vale detenerse. 8 C.o., pp. 219 y 222. 75 "Lettre a un ingénieur directeur d’usine®, en C.o., p. 183. 76 "Journal d'usine”, en C.o., p. 112. 77 "Lettre ouverte a un syndiqué”, C.o., p. 242 78 Lettre a un ingénieur”, C.o., p. 16° 7 Ibid., pp. 173 y 175 & Ibid, EXPRESAR 1A DESGRACIA 141 Notas del anexo 1 La obra esencial sobre esta cuestién es la de Jacques Ranciére, La Nuit des prolétaires. Archives du réve ouvrier, Paris, Vayard, 1981. Cf. también La Parole ouvriere (1830-1851), (textos coleccionados y presentados por Alain Faure y Jacques Ranciére), UGE, colec. "10/18"), Paris, 1976; Ph. Lejeune, Je est un autre. L‘autobographie de la liaérature aux médias, Bd. Seuil, col. *Postique", Paris, 1980, més particularmente "Le document recu”, p. 203 ss., y "L’autobiographie de ceux qui n’écrivent pas", pp. 229 ss; M. Ragon, (Hisilre de la titeranure prolétarienne, Albin Michel, Paris, 1974. iclier, septiembre 1840; La Ruche populaire, diciembre 1839, noviembre 1840. 3 CE. introduccién de J. Cl. Passeron, en Richard Hoggart, La culture du pauvre, Minuit, col. "Le sens commun’, Paris, 1981. 4 [bid., p. 139

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