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Nostalgia # 2

Comenz a llover a las cuatro de la maana. Seguramente baj la temperatura, tal vez los
transentes que a esa hora deambulaban por las calles sintieron fro, o tal vez no, porque sus
amantes les cruzaron el brazo para resguardarlos de la fina llovizna que le regalaba un brillo
melanclico al asfalto.
Es Domingo. Despert a las seis como siempre, deseando haberlo hecho despus de las siete.
Qu le vamos a hacer? es la fuerza de la costumbre de estos aos. El sonido de las grandes
gotas golpeteando la calle me dio cierta alegra, porque la lluvia me trae recuerdos; en algunas
ocasiones me muestra el costado de mi cuerpo, tan sufrido, donde haces falta, donde te quiero.
Me gust sentir el manto fino de la llovizna sobre mi cabello, sentir esa humedad que obstruye mis
fosas nasales pero que me hace olvidar el calor de todo el ao. Entonces sent la maana como
una bendicin. Record durante los pocos segundos de agua el sabor suave, dulce, nuevo de tu
boca de muchacha. La rebelda de quererlo y rechazarlo.
Han pasado algunas horas, miro el cielo encapotado, percibo la amenaza de extraarte. Quiero
mantener este fuego que me habita, mantenerlo aunque sea en una chispa entre cenizas para que
lo avives.
La maana apenas comienza, el mes de ausencia cumple sus primeras 24 horas. Y espero, te
sueo con los ojos abiertos, esperando escuchar tu automvil llegar a la misma hora del da y
extender mi piel hasta la puerta que suena con tu llegada, recibirte con el corazn en llamas y
perderme en tu olor, y la vida que rebosas y contagias.

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