Estabas sentada delante de m con la boca semiabierta, un poco aburrida, un poco
interesada, no s exactamente en qu. En el borde de la cama, apenas con un poco
de tus muslos sobre la colcha, sentada, me mirabas y no entendas que estaba pasando. No me mirabas a los ojos, me mirabas al pecho. Estaba delante de ti tan desnudo, tan fuera de m, tan contigo, que los labios se te quedaban as, inmviles y tartamudos. Mirabas mi cuerpo desnudado, siempre desnudo, desde el principio, y las palabras que me decas al pecho mientras me mirabas con los ojos casi cerrados se mezclaban con el humo de las fbricas que fuera, donde todo, mugan como si la desnudez no fuese posible: -Por qu haces esto?-dijiste. No s exactamente qu estoy haciendo. Quiero contarte lo que hago cuando entro en la cama y me rozan las sbanas, y no me gustan las paredes de mi cuarto pero no es lo peor, lo peor es que ests a una frase exacta, milimtrica, de desaparecer o sa es la sensacin que tengo. -No me gusta lo que ests haciendo. No voy a hablar aqu de Palestina, ni de Crimea, ni de Uruguay, lo siento. Acaso hablar de ti y de m, pero me cuesta horrores. Me gustara hablar del lmite rocoso de tu piel, de los volantes de mundo que encontramos esparcidos por las aceras, debajo de los remolques, sobre los mendigos. No, eso tampoco me interesa ahora. El lmite de tu piel, la forma acuosa que adquieren tus manos cuando la sbana me roza y hace fro. -Te ests pasando, Jaime. Jaime, no puedes hacer esto. Lo siento, pero est ah tu piel, est ah la costura rota de la sbana naranja y est ah el silencio de todas las cosas que me dan igual cuando apago las luces a veces no las apago. Lo siento, creme que lo siento, pero si recuerdas un poco la temperatura incierta de una maana cualquiera de julio, esas gotas de calor que se mezclan con la constancia del fro ridculo y con la gelatina neblinosa que acompaa siempre el croar de las ranas y poco ms. Poco ms que decirte. Pienso en los lmites cochambrosos de tu piel que necesito, lo siento- ms de lo que quisieras, mucho ms, te parecera obsceno, aberrante, estpido. Pienso tanto en tu piel, el borde ltimo donde sta se transforma en ti, que el mundo, de repente, se me hace ms ameno, menos mundo.