El documento describe la relación íntima de la autora con la lectura desde su infancia. Creció en una familia de lectores donde los libros formaron parte de su mundo desde pequeña. La lectura le permitió explorar nuevos mundos y cuestionarse a sí misma, despertando su curiosidad. A lo largo de su vida, la lectura ha sido una constante fuente de descubrimiento e indagación que la ha ayudado a conocerse mejor a sí misma.
Original Description:
Artículo de Perla Suez publicado en Huellas de lectura en el año 2011
Original Title
Biblioteca Huellas de lectura 2011 - Leyendo en la soledad del corredor del fondo por Perla Suez.doc
El documento describe la relación íntima de la autora con la lectura desde su infancia. Creció en una familia de lectores donde los libros formaron parte de su mundo desde pequeña. La lectura le permitió explorar nuevos mundos y cuestionarse a sí misma, despertando su curiosidad. A lo largo de su vida, la lectura ha sido una constante fuente de descubrimiento e indagación que la ha ayudado a conocerse mejor a sí misma.
El documento describe la relación íntima de la autora con la lectura desde su infancia. Creció en una familia de lectores donde los libros formaron parte de su mundo desde pequeña. La lectura le permitió explorar nuevos mundos y cuestionarse a sí misma, despertando su curiosidad. A lo largo de su vida, la lectura ha sido una constante fuente de descubrimiento e indagación que la ha ayudado a conocerse mejor a sí misma.
Leer en voz alta, leer en silencio, llevar en la mente bibliotecas ntimas de palabras recordadas, son habilidades asombrosas que adquirimos mediante mtodos inciertos. Alberto Manguel
Cuando uno lee est armando su propio relato, est desandando el
camino y volvindolo a recorrer en la ficcin de otro modo. Dice John Berger que lo que parece una creacin no es sino el arte de dar forma a lo que se ha recibido. Berger cita a Shitao, el gran paisajista chino del siglo XVII, que deca que pintar es el resultado de la receptividad de la tinta, la tinta se abre al pincel, el pincel se abre a la mano, y la mano se abre al corazn. Es decir que la literatura, como deca Shitao, abre un espacio visceral donde ocurre algo raro, algo que posibilita un movimiento en el cuerpo y el corazn del lector cuando ste interviene un texto. Conservo una foto de mi bisabuelo leyendo un libro mientras baja una escalera, tan compenetrado est con lo que est leyendo que no importan los escalones. Recuerdo que desde muy nia trepaba a la biblioteca de mis padres y me apoderaba de un libro que me atraa por su olor, por su textura o por sus imgenes; probaba una dinmica, jugando a inventar una historia, simplemente por la necesidad de hacerlo. Estos hechos, el de mi bisabuelo y el de la biblioteca de mis padres, provocaron, como en la tinta de Shitao, que me abriera a la lectura antes de conocer el alfabeto. En esos primeros aos de vida los libros formaron parte de mi mundo y aunque no saba leer ni escribir, ya entonces estaba leyendo y escribiendo. Hoy leo y escribo en el intento de decir o querer decir algo en una continua bsqueda de interrogantes. La lectura ha incitado en m la necesidad de ir por ms, me ha permitido indagar en lo que soy y en lo que no soy. Escribir y leer, leer y escribir son acciones que encarnan la lucha por seguir leyendo y escribiendo. Un libro trae otro libro y ste descifra a otro, que a su vez lleva a interpretar otra cosa. En este recorrido uno avanza por territorios
que invitan a explorar, que son permeables porque desde lo ms profundo,
evocan y abren sugerencias. En la lectura no hay razones precisas, ni reglas fijas, porque la ficcin se construye con la alteridad, porque la lengua, como el lector, es verstil y la alquimia se da justamente en la combinacin de estos elementos. S que a partir de la lectura no soy la misma, es como si hubiera cavado un tnel profundo que me llev a encontrarme en lugares inesperados. Leer nunca fue para m una distraccin, un apartarse del mundo para no verlo, buscaba afanosamente descubrir algo ms de lo que ya saba, y se trabajo en realidad empez en m cuando abr los ojos por primera vez. La biblioteca de mis padres estaba llena de libros, de modo que mi destino de lectora estuvo fijado en esa gnesis, porque all aprend que las palabras son importantes. Empec a sentir que en los libros haba universos que yo no conoca y que despertaban mi curiosidad por saber que haba all adentro. La escuela me dio las herramientas bsicas para consolidar la lengua y toda esa herencia de familia y de maestros, marc mi vnculo con la lectura y me ense que hay un lazo muy fuerte entre vivir y leer. Entre los libros fundamentales de mis primeros aos estn: La Sirenita de H. C. Andersen, Alicia en el Pas de la Maravillas de Lewis Caroll con ilustraciones de John Tenniel; de la biblioteca de mi hermano saqu Los Miserables de Vctor Hugo, que fue muy importante para m. Los mismos libros que le de nia, retomados una y varias veces, se volvieron irrepetibles, fueron ledos desde otro lugar, a lo largo de mi vida, con otra placidez, con otra inquietud y en un espacio de soledad que era mi lugar inviolable. Hay un movimiento constante dentro de m que por pocas me lleva de un estilo al otro, de un lenguaje al otro, y aunque quisiera abarcar en esta pequea nota los libros que conforman mi biblioteca ntima, es casi imposible. En mis estantes est La Soledad del Corredor del Fondo de Allan Sillitoe, libro ste que deberan leer los jvenes. Yo lo le cuando tena diecisiete aos y an lo conservo, aunque s que no voy a poder volver a l, entre tantas otras lecturas ineludibles.
Estoy parada mirando mi biblioteca y hojeo al pasar Lolita de Nabokov, Las
Damas de San Petersburgo de Nina Berberova, Suite Francesa de Irene Nmirovsky, Mi alma en China de Anna Cavan y La literatura y los dioses de Roberto Calasso. Tambin me encuentro con Orlando de Virginia Wolf, Eisejuaz de Sara Gallardo, Nueve cuentos de Salinger, El Enano de Walter De La Mare, Los Siete Locos de Roberto Arlt, La paloma apualada de Pietro Citati y me detengo porque la lista sigue. La posibilidad de tener un libro en las manos, de detenerse en un prrafo, marcarlo, subrayarlo como en un dilogo abierto, donde las preguntas son libres y no hay que rendir cuentas a nadie y lo hipottico se construye desde uno, nos permite leer entre lneas. La literatura no va a cambiar el mundo, pero a travs de ella podemos descifrarlo e interpretarlo. A un libro hay que tomarlo por asalto y eso implica un riesgo; lo que pase despus es un misterio. Perla Suez