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Roland Barthes Lo obvio y lo obtuso Imagenes, gestos, voces eP PAIDOS Tiulo original: Labrie ey Mobnus. Essai ertigues IH Publicado en francés por Editions du Seuil, Paris “Traducci6n de C. Femindez Medrano CCubierta de Mario Eskenazi Qoedan grace pid, in orien ext dos irs el Capit, bo ‘sures exahlid en In lope, Sa veferaucign to o parca Se sta abr por ceier ‘tlds o pocersenin compres i poral el wamenoifomaica, 9 Ta dba ‘ejemplo lls mediante lg «presen pais © 1982 by Editions du Seuil, Pacis © 1986 de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidés Ibérica, S.A., ‘Mariano Cubj, 92 - 08021 Barcelona Editorial Paidés, SAICE, Defensa, $99 - Buenos Aires ‘bupsiwww.paidos,com ISBN: 84-7509-400.7 Depésito egal: B-35.277/2002 Impreso en Harope, S. L., Lima, 3 bis - 08030 Barcelona Impreso en Espafia - Printed in Spain Retérica de la imagen De acuerdo con una antigua etimologia, la palabra imagen tendria que estar relacionada con la raiz de imitari. Esto nos sitta de inmediato en el centro del mas importante de los pro- blemas que se le puedan plantear a la semiologia de la ima- gen: la representacién analégica’ (la «copia») ¢seria capaz de producir verdaderos sistemas de signos y no solamente simples aglutinaciones de simbolos? ¢Acaso es concebible un «cédigo» analégico —y no ya digital—? Ya sabemos que los lingiiistas si- tian fuera del lenguaje a las comunicaciones basadas en Ia ana- logia, desde el «lenguajer de las abejas al «lenguaje» por medio de gestos, ya que estos tipos de comunicacién no estan sujetos a la doble articulacién, es decir, basados, en definitiva, en una combinatoria de unidades digitales, como es el caso de los fone- mas. No son los lingliistas los tinicos que desconfian de la natu- valeza linglifstica de la imagen; también la opinién comin con- sidera vagamente a la imagen como un reducto de resistencia al sentido, en nombre de cierta idea mitica de la Vida: Ia imagen es una representacién, es decir, en definitiva, resurreccién, y ya se sabe que lo inteligible tiene fama de ser «antipdtico» con respecto a lo vivido. Asi pues, la analogia esta considerada, por ambos bandos, como un sentido limitado: unos piensan que la imagen es un sistema muy rudimentario en comparacién con la www -esnips.com/web/Lalia LA ESCRITURA DE LO VISIBLE 30 lengua, y otros piensan que la significacién no es capaz de agotar la inefable riqueza de la imagen. Ahora bien, incluso si consideramos a la imagen, en cierto modo, como limite del sentido, y precisamente por esa raz6n, ésta nos permite remon- tarnos hasta una auténtica ontologia de la significacién. , de la que, en cambio, dependeria el cine en general; estariamos asf autori- zados a ver, mas que una diferencia de grado entre cine y foto- graffa, una oposicién radical: el cine no serfa ya una fotografia animada; el haber estado ahi desapareceria en el cine, en bene- ficio de un estar ahi de las cosas; esto explicaria que pueda exis- tir una historia cinematogréfica que no rompe verdaderamente con las anteriores artes de ficcién, mientras que la fotografia de algin modo escaparia a la historia (a pesar de la evoluci6n de las técnicas y de las ambiciones del arte fotogréfico) y repre- sentaria un hecho antropolégico «opaco» que seria, a la vez, absolutamente nuevo y definitivamente insuperable; por primera vez en la historia, fa humanidad conocerfa mensajes sin cédigo; ta fotografia no seria ya el tiltimo escalén (para mejor) de la gran familia de las imdgenes, sino que responderfa a una muta- cidn capital de la economia de la informacién. En todo caso, la imagen denotada, en la medida en que no implica cédigo alguno (caso de la fotografia publicitaria), desem- pefia en la estructura general del mensaje icénico un papel par- ticular que ya podemos empezar a precisar (volveremos sobre esta cuestién después de hablar del tercer mensaje): Ia imagen denotada vuelve natural al mensaje simbélico, vuelve inocente al artificio semantico, extremadamente denso (sobre todo en Publicidad) de la connotacién; aunque el anuncio de Panzani esté leno de «simboloss, sin embargo, en la foto hay una suer- te de estar ahi natural de los objetos, en la medida en que el mensaje literal es autosuficiente: la naturaleza parece haber pro- Gucido de forma esponténea la escena representada; una seudo- verdad sustituye subrepticiamente a la simple validez de los sis- temas claramente seménticos; la ausencia de cédigo desintelec- www -esnips.com/web/Lalia IA ESCRITURA DE LO VISIBLE a2 tualiza el mensaje porque parece fundamentar en la misma na- turaleza los signos de Ia cultura. Se trata sin duda de una para- doja hist6rica importante: cuanto més desarrolla Ia técnica la difusion de la informacion (y especialmente de las imagenes), més medios proporciona para enmascarar el sentido construido bajo Ia apariencia del sentido dado. Retérica de la imagen Vimos ya que los signos del tercer mensaje (el mensaje «sim- bélico», cultural 0 connotado) eran discontinuos; hasta cuando el significante parece extenderse a Ja totalidad de la imagen, no por ello deja de ser un signo aparte de los otros: la «composi- cidn» conlleva un significado estético, de modo parecido a la en- tonacién que, aun siendo suprasegmental, constituye un signifi- cante aislado del lenguaje; aqui nos estamos ocupando de un sistema normal, cuyos signos proceden de un cédigo cultural (incluso cuando la relacién entre los elementos del signo parece demasiado analégica). La originalidad de este sistema reside en que el ntimero de lectores de una misma lexia (de una misma imagen) varia segtin los individuos: en el anuncio de Panzani que antes analizamos hallamos cuatro signos de connotacién; probablemente hay més (la red puede significar la pesca mila- grosa, por ejemplo, Ia abundancia, etcétera). No obstante, la variacién de Tas lecturas no es andrquica, sino que depende de los diferentes saberes utilizados en la imagen (un saber practico, © nacional, o cultural, o estético) y tales saberes pueden clasifi- carse, entrar en una tipologia; es como si se diera la misma imagen a distintas personas para que la leyeran, y estas perso- nas bien pueden: cocxistir en un mismo individuo: una misma lexta moviliza léxicos diferentes, z¥ qué es un léxico? Un Iéxico es una porcién del plano simbélico (del lenguaje) que se corres- ponde con un corpus de practicas y técnicas;” éste es exacta- 12, Véase A. 3. Greimas, «Les problémes de la description mécano- graphique», en Cahiers de fexicologie, Besangon, 1, 1959, pég. 63. www -esnips.com/web/Lalia 43 LA IMAGEN mente el caso de las diferentes lecturas de la imagen: cada sig- no Se corresponde con un corpus de «actitudes»: el turismo, ef trabajo doméstico, el conocimiento del arte..., algunos de los cuales pueden, por supuesto, ser ignorados por un individuo, En un mismo individuo se da la pluralidad y la coexistencia de léxicos; el ntimero y la identidad de estos léxicos forman, en cierto modo, el idiolecto de cada persona. La imagen, en su connotacién, estarfa constituida entonces por una arquitec- tura de signos extraidos de una profundidad variable de léxicos (de idiolectos), y cada Iéxico, por «profundo» que sea, seguiria estando codificado, si, como actualmente se piensa, la misma psique esta articulada como un lenguaje; es més: cuanto mas se adesciende» a las profundidades psiquicas de un individuo, més se rarifican los signos y més clasificables se vuelven: ghay algo mas sistematico que las lecturas de los tests de Rorschach? La variabitidad de las lecturas no puede amenazar a la «lengua» de la imagen, una vez admitido que esta lengua se compone de idiolectos, léxicos 0 subcédigos: 1a imagen aparece atravesada de parte a parte por el sistema del sentido, exactamente como el hombre se articula hasta el fondo de su ser en distintos len- guajes. La lengua de la imagen no es sdlo el conjunto de las pa- labras emitidas (a nivel del combinador de signos o creador del mensaje, por ejemplo), es también el conjunto de las imagenes recibidas: la lengua debe incluir las «sorpresas» del sentido. Otra dificultad ligada al andlisis de la connotacién reside en que no existe un lenguaje analitico especial que responda a la Particularidad de sus significados; ¢cémo denominar a los sig- nificados de connotacién? Nos hemos atrevido a usar el término italianidad para referirmos a uno de ellos, pero el resto sélo puede designarse por medio de vocablos que provienen del len- guaje normal (preparacién culinaria, naturaleza muerta, abun- dancia); el metalenguaje que da cuenta de ellos en e] momento del andlisis no es un lenguaje especial. Ello constituye un pro- blema, porque estos significados tienen una naturaleza semén- 13, Véase Eléments..., op. cit, pag. 9. En la perspectiva saussuriana, la palabra es, antes que nada, lo emitido, extraido de la lengua (y que la constituye a su vez). Hoy en’dfa debemos ensanchar la nocién de lengua, sobre todo desde el punto de vista semdntico: la lengua es «la abstraccién totalizadora» de los mensajes emi- \idos y recibidos. www -esnips.com/web/Lalia 44 LA ESCRITURA DE LO VISIBLE tica particular; como sema de connotacién, la abundancia no recubre con exactitud a la «abundancia» usada denotativamente; el significante de connotacién (de abi Ja profusion y condensa- cién de productos) es algo asi como la cifra esencial de todas las abundancias posibles 0, més bien, de la més pura idea de la abundancia; la palabra denotada, en cambio, no remite jamas a una esencia, puesto que siempre aparece en un habla contin- gente, en un sintagma continuo (el de} discurso verbal), orien- tado hacia cierta transitividad practica del lenguaje; el sema «abundancia», por el contrario, es un concepto en estado puro, aislado de cualquier sintagma, privado de todo contexto; res- ponde a una especie de estado teatral del sentido, 0 mejor (ya que se trata de un signo sin sintagma), a un sentido expuesto. Haria falta un metalenguaje especial para dar cuenta de estos semas de connotacién; nos hemos atrevido a usar italianidad; este tipo de barbarismos es la clase de expresién que mejor po- dria dar cuenta de los significados de connotacién, ya que el sufijo -tas (del indoeuropeo *ta) servia para convertir el adje- tivo en un sustantivo abstracto: Ia italianidad no es Italia, es ta condensacién esencial de todo lo que puede ser italiano, des- de los espaguetis hasta la pintura. Aceptando la regulacién ar- tificial —y usando barbarismos, si es necesario~ de los semas de connotacién, se facilitarfa el andlisis de su forma; estos semas estan organizados, evidentemente, dentro de campos aso- ciativos, de articulaciones paradigmaticas, quizés incluso en for- ma de oposiciones que siguen determinados recorridos 0, como dice A. J. Greimas, segtin ciertos ejes sémicos:"* la italianidad pertenece a un supuesto eje de las nacionalidades, junto con la «galicidad», la germanidad o 1a hispanidad. La reconstruccién de estos ejes —que, por otra parte, pueden oponerse entre si— solo sera posible, evidentemente, cuando se haya procedido a un inventario exhaustive de los sistemas de connotacién, no solamente de la imagen, sino también de otras sustancias, ya que, si bien Ja connotacién tiene significantes tfpicos de acuerdo con las sustancias utilizadas (imagen, palabra, objetos, conduc- 15. Forma, en el sentido muy preciso que le da Hjelmslev (véase Ele. ‘ments.... op. Git., p8g. 105), como organizaciGn funcional de los significados entre si, 16. A. J. Greimas, Cours de sémantique, 1964, cuadernos en offset edi tados por la Escuela Normal Superior de Saint-Cloud. www -esnips.com/web/Lalia 45 LA IMAGEN tas), tiene significados comunes: encontramos los mismos sig- nificados en la prensa escrita, Ia imagen 0 el gesto del actor (por eso Ia semiologfa sélo es concebible en un marco que po- driamos lamar total); este terreno comin de los significados de connotacién es el de la ideologéa, que sélo puede ser una y Ia misma, dadas una sociedad y una historia, sean cuales sean los significantes de connotacién a que se recurra. En efecto, la ideologia general tiene su correspondencia en significantes de connotacién que son especificos segin la sus- tancia elegida. Llamaremos connotadores a estos significantes y retérica al conjunto de los connotadotes: Ia retérica, por lo ‘tanto, aparece como Ia cara significante de la ideologia. Las re- toricas presentan, fatalmente, variantes a causa de su sustancia (sonido articulado, imagen, gesto, etcétera, en estos casos), pero no las presentan de modo forzoso en cuanto a su forma; incluso es probable que sdlo exista una forma retdrica y que ésta sea comin, por ejemplo, al suefio, a la literatura y a la imagen.” Asi, la retérica de la imagen (0 sea, la clasificacién de sus conno- tadores) es especifica en la medida en que se encuentra some- tida a las condiciones fisicas de la visién (diferentes de las £6- nicas, por ejemplo), pero es general, en la medida en que las «figuras» no son nunca sino relaciones formales entre elementos. Seria necesario partir de un amplisimo inventario para egar a constituir semejante retérica, pero es posible prever desde aho- ra que alli encontraremos alguna de las figuras sefialadas en la Antigtiedad y en la Epoca Clasica;*# 0 sea, que el tomate signi- fica la italianidad gracias a una metonimia; en otro anuncio, la secuencia de tres escenas (los granos de café, el café molido, un sorbo de café), en su simple yuxtaposicién, expresa una deter- minada idea légica, igual que lo hace el asindeton. En efecto, es probable que entre las metabolas (figuras de sustitucién de un 17, Véase E. Benveniste, «Remarques sur la fonction du langage dans la découverte freudiennes, en La Psychanalyse, 1, 1956, pigs. 316; reeditado en Problemes de linguistique générale, Parts, Gallimard, 1966, cap. VIL. 18. La ret6rica clasica deberfa ser reinterpretada en términos estruce turales (ése es el objeto de un trabajo en curso), y quizds entonces seré posible establecer una retérica general o lingiifstica de los. significantes connotativos, valida para el sonido articutado, la imagen, el gesto, etcé- tera, [Vésse’ L’Ancienne rhétorique (Aidemémoire), en Communications, 16, 1970. (N. del E, francés).} www -esnips.com/web/Lalia LA ESCRITURA DE LO VISIBLE 46 significante por otro),! la metonimia sea la que proporciona el mayor mimero de connotadores a la imagen; y entre las parata- xis (figuras del sintagma) predomine el asindeton. Sin embargo, lo més importante —al menos por el momen- to— no es inventariar los connotadores, sino comprender que en la globalidad de la imagen éstos constituyen rasgos discon- tinuos 0, mejor dicho: errdticos, Los connotadores no Henan Ja lexia por completo, con ellos no se agota su lectura. Dicho de otra manera (y esta proposicién seria valida para la semio- logfa en general) no todos los elementos de la lexia pueden transformarse en connotadores, en el discurso siempre perma- nece un cierto grado de denotacién sin el cual, precisamente, el discurso dejaria de ser posible. Esto nos conduce al mensaje 2 © imagen denotada. En el anuncio de Panzani, las hortalizas mediterréneas, el color, la composici6n, la misma profusién, sur- gen como bloques erréticos, aislados y, a la vez, engastados en una escena que tiene su espacio propio y, como ya se ha visto, su «sentido»: estén «atrapados» en un sintagma que no es ef que les corresponde y que es el de la denotacidn, Esta proposicién es importante, ya que nos permite fundamentar (de forma re- troactiva) la distincién estructural del mensaje 2 0 literal, y del mensaje 3 0 simbdlico, y precisar la funcién naturalizadora de la denotacién respecto a la connotacién; ahora sabemos ya que Jo que «naturatiza» el sistema del mensaje connotado es exacta- mente el sintagma del mensaje denotado. Es més, la connota- cidn no es sino sistema, no puede definirse mas que en términos de paradigma; la denotacién icénica no es mds que sintagma, asocia elementos sin sistema: los connotadores discontinuos estén ligados, actualizados, chablados» a través del sintagma de Ia denotacién: el mundo discontinuo de los simbolos se sumer- ge en Ia historia de Ja escena denotada como en un bajio lus- tral de inocencia. Esto nos demuestra que en el sistema total de la imagen Jas funciones estructurales estén polarizadas; por una parte, hay una especie de condensacién paradigmatica al nivel de los con- notadores (es decir, de los «simbolos» en general), que son sig- 19, Preferirfamos eludir aqui la oposicién de Jakobson entre la metd- fora y la metonimia, pues si bien la metonimia es una figura de contigiii- dad por su origen, no por ello debe funcionar como sustituto del signifi- cante, es decir, como una metéfora, www -esnips.com/web/Lalia 47 LA IMAGEN nos potentes, erraticos, y a los que podriamos considerar «re- ducidos a la nada»; por otra parte, hay una «colada» sintagmé- tica a nivel de la denotacién; no hay que olvidar que el sintagma siempre se encuentra en las proximidades del habla, y es justa- mente el

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