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AUTORES, TEXTOS Y TEMAS CIENCIAS SOCIALES Coleccién dirigita por Tosetxo Bevin 24 América Latina en el debate contemporaneo. Creacién y apropiacion ertica de las ideas Proyecto editorial en coedicién de Anthropos Editorial y Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias| Tinulos aparecidos Emma LEON, Hugo ZEMELMAN (Coors) Subjetiviad: umbrales del pensamiento social, 1997 Hugo ZEMELMAN Sujeto: existencia y potencia, 1998 Emma LEON Usos y discursos teéricos sobre la vida cotidiana, 1999 Alicia LINDON (Coord.) La vida cotidiana y su espacio-temporalidad, 2000 Alicia Lind6n (Coord.) LA VIDA COTIDIANA Y SU ESPACIO-TEMPORALIDAD ( ) e Al ANTHROPOS TLAVIDA catdianay su espacio-temporalitad / Alicia Lind, coo (Barcelona) :Anthtopos Editorial; México: Colegio Mesiquense/ Centro Region de investiznciones Muliiseplincris (UNAM), 2000 [Bip 120m. (Autores, Tetosy Temas. Clencia Sociales; 24) iiogratins SENSEI TES SH 8 | |.Vidacoiiana Seceloga) 2, Clencia socales-losofla 1 Lind, Alii, coon, IL Coleg Meniguense 1- Centro Replenal de Tinvesignciones ‘Muliieplinarns (UNAM TV. Colecion 3637 Primera edicién: 2000 FI colo Mex, 200 Sed Keen hun de Msc, 2000 O athe aon 200 ate Atpos vial Rb Cael) eee Bidbneon El oe Mexucsey Cento Resonal cs ulna: Ga Aa automa de Meco spe sereeses Depot 39479.2000 aa tin cortncin: al Senis Ets Si) Rub Ty 0) 72298 ere lies Scena, 17 Barons Timpreso en Bspafia- Printed int Spain Fedo dros racnadn tt ln no pee er rod ytd en ‘aren estra en o transmit pos, un sistema de recperacén de informacén,e% lagna forma por ning mai, sn marino, orqutmien electric, magico, ee “soemtca,parfoxocopi,ocanigler oto sn el pro previo po escrito de eitra DEL CAMPO DE LA VIDA COTIDIANA 'Y SU ESPACIO-TEMPORALIDAD (UNA PRESENTACION) Alicia Lind6n Villoria «No hace mucho tiempo, era posible utilizar Ia nocién de vida cotidiana de manera cotidiana. [...] Sin embargo, en nues- tros dias la nocién de vida cotidiana ha salido de lo cotidiano. Esté fuertemente cargada de reflexiones tedricas, y bajo esta forma ha egado a ser el concepto clave de varias escuelas del pensamiento sociolégico contemporiineo [...]. Tal como es em- pleada en la sociologia actual, esta nocién es menos que homo- zénea, Srila de diversos colores, asume diversas significacio- nes, presenta una amplia escala de sobreentendidos, sobre todo de naturaleza polémica [...]» Con estas palabras, Norbert Elias iniciabe una reflexion sobre el concepto de vida cotidiana publi- cada originalmente en 1978.' A pesar de ésta y muchas otras adverteacias planteadas en este mismo rumbo, a veces puede resultar sorprendente que actualmente no faltan dmbitos aca- démicos en los que todavia se habla de vida cotidiana al nivel del sentido comt Este uso a veces libre del concepto de vida cotidiana, eviden- temente ha sido fomentado por la «moda» y el verdadero auge que han tomado los llamados estudios de corte «cualitativo» 0, para ser mds precisos, diremos estudios interpretativos, Si el uso 1, Nothet Elis (1995), «Sur leconcept devi quotidiennes, Cahiers Interationsiee de Sociologe vl. 99, pp, 237-246, La traduceén del atfealo dl alemén al francs es dde Claude Javea, La tnduceidn delos extractos, do ranots al espaol, s nuestra, libre del concepto marca un obstéculo para el avance del cono- cimiento en el campo, el otro nudo que oscurece los estudios que se proclaman de «ida cotidianay también fue advertido por Norbert Elias en ese mismo escrito, y se refiere a la amplia gama de sobreentendidos, a lo no dicho de las sociologfas de la vida cotidiana. Una vez més resultan elocuentes las palabras de este autor: «Es muy raro que se explique que se entiende por vida cotidiana, El adversario al que se le opone la nocién de vida cotidiana, permanece en una semioscuridad [...]. Un grupo no menospreciable de sociélogos que teorizan sobre la vida coti- diana, a los cuales pertenecen tanto los etnometodélogos como los de inspiracién fenomenol6gica, parecen estar unidos por el rechazo de toda la investigaci6n sociol6gica, teérica 0 empirica, ‘que se esfuerza por prestar atenci6n a los aspectos objetivables, por no decir objetivos, de la vida cotidiana. Lo que los une pare- ‘ce ser una reaccién comiin frente a las orientaciones teéricas sistémicas, estructural-funcionalistas y a las teorfas de connota- ciones marxistas».? Nos interesa tomar como punto de partida el reconocimien- toy explicitacién de estos dos vacios —el uso libre del concepto y el amplio margen de lo no explicitado, asociado a Ia diversi- dad propia del campo— para este libro en el que reunimos un conjunto de reflexiones y autores no poco heterogéneos sobre la vida cotidiana, aunque todos ellos mas 0 menos fieles al ante- rior criterio de unién advertido por Elias. En virtud de esta mis- ma heterogeneidad consideramos necesario que esta presenta- ci6n proporcione algunas pistas para organizar el acercamiento al campo de la vida cotidiana y en particular, a los textos aqui reunidos, ‘Las sociologfas de la vida cotidiana se dedican a estudiar los aspectos subjetivos de la vida cotidiana, el sentido y los signifi- ceados del hacer humano, la manera en que los individuos viven su vida prictica3 Un autor actual, como es Mauro Wolf ha seftalado que las sociologfas de la vida cotidiana se ocupan de los procesos de produccién de la sociedad a través de las précti- cas, claro esta, bajo el entendido de que las pricticas no pueden 2 Bap. 238 3. Wal 4. Mauro Wf (1988), Sail deta vie conidia, Co Teoma, Céteka, Mad ser estudiadas al margen de los sentidos que llevan consigo, 0 lo {que a veces se ha denominado «los contextos de sentido social- mente compartidos». Esta forma de definir el campo de las sociologfas de la vida cotidiana, planteada por Wolf, tiene Ia virtud de que permite comprender lo cotidiano como el lugar fundamental de inter seccién entre el individuo y la sociedad.’ Por otra parte, esta posicién también se encuentra presente en muchos autores cli- sicos en el tema. Por ejemplo, Norbert Elias ha sido claro en que no hay razén para pensar lo cotidiano como opuesto a lo estructural, no hay por qué pensarlos como dos polos inconci- liables: «Sobre todo cuando se trata del proceso de transforma- ion de las estructuras sociales, el estudio de la dimensién expe- riencial, de la manera en que los hombres, en su relacién con sus vivencias de las estructuras, contribuyen tanto a su repro- ducci6n como a su transformacién.® En iiltima instancia, esto es una afirmacién de la concepcién segtin la cual lo social resi- de en lo cotidiano, Como ejemplo en el mismo sentido se puede recordar Ja linea del pensamiento que se dedicé a analizar el equivoco de oponer la vida cotidiana y la historia? La reevancia de estudiar lo cotidiano precisamente radica en que esallf donde «se hace, se deshace y se vuelve a hacers* el vinculo social, es decir, las relaciones entre los hombres. Por esto varios autores dedicados a este campo han planteado que lo cotidiano es el lugar en donde se juega la socialidad de la alteridad Cabe sefialar que la nocién de socialidad, o lo «socie- tal en acto» para usar la expresién de Maffesoli,? toma conteni- do a partir de Ia vivencia intersubjetiva que se juega en cual- quier relaci6n social. Asf, se puede decir que lo cotidiano es el lugar en donde el individuo se enfrenta al otro, es el lugar en edonde Ia alteridad es metabolizaday.!0 Esa metabolizacién del 5, Pina Lalli (1985), «Engagement et quotdiens,Sociges: La rhétorique ds quot dio, wo. 1, 2° 3, Pas, 6, Norbat Elias (1995), op. cit, p. 239. La traduccién es mies 7. Gade oven (199), tit propostons srl quotes, La sack vf jour ors sur la vie quotidiene, Col, Ouvertnes Socologiges, De Bagck Universi, Bsa. 8. Pina Lalli (1985), oc, ps 12 9, Miche Malfesli (1993), El conocimiewtoerdinari, Col, Sociologl, FCE, Mx- >, pp. 21-3, 10, Peto Bells (1985), «Fvénement et quotdiens, Soci: Zarhterigue du quo- tiie, vol 10"3, Pai, p11 o1ro, de lo ajeno, de lo nuevo, lo desconocido, lo diferente, es una forma de hacer que perclure el vinculo social. Es por esto ‘que Pina Lalli ha seftalado que el compromiso fundamental de Jo cotidiano es asegurar la permanencia de Io social. Evidente- mente, esta es otra forma de entender la relacion entre lo coti- diano y la «reproduccién», es decir, aqut se la est concibiendo ‘como reproduccién de la condicin social del hombre. Ast, lo cotidiano puede entenderse como «el lugar de un estado sin cesar naciente de la socialidad, presentindose como produc- cién imaginaria y simbélica de las relaciones sociales, como ritualizacion incesante del vinculo social».!! De acuerdo a Pietro Bellasi,!#1a «metabolizacién de la alteri- dad» se produce a través de lo que él denomina las «figuras metaféricas», con las cuales el imaginario es capaz de darle un Jugar, un sentido, una interpretacién, al otro, al acontecimiento, alo desconocido, a lo diferente. Esa asignacién de un lugar en un acervo de comprensién del mundo es un proceso eminente- mente simbdlico y que tiene su expresién en las «ret6ticas», es decir en los discursos, los relatos, las légicas, las narrativas, los mitos, con los cuales los individuos interpretan al otro y al mundo, y en consecuencia acttian. Las ret6ricas las podemos ubicar analiticamente en el nivel del lenguaje, sin embargo, también Iegan a expresarse en el nivel del hacer, de las pricticas. En este sentido, Pina Lalli dice que las «ret6ricas» se concretan en las «figuras ret6ricas opera- cionales», que no son otra cosa que las practicas cotidianas, los haceres de los individuos, o mejor aun, las cadenas 0 secuencias de haceres. Cuando los individuos «hacen lo que dicen," es decir, cuando hacen operativas sus retéricas, sus discursos acerca del otro y del mundo, en términos analiticos estamos frente a las «figuras retoricas operacionalesy. Los haceres, las pricticas, junto con sus ret6ricas, constitu. yen la socialidad misma. Asf, en la socialidad se crean y recrean las figuras retéricas operacionales porque dichas figuras estan abiertas a Ja experiencia directa, que ademas es de cardcter es- 11 sbi p11 12. ibid. 13, Aquf nes estamos haciendo exo del principio emometodolgco del reflex dad, segin cl cual todo «decir es un hacer. Al decir un igo sociocults uina porma, sea sid haciendow 10 pacio-tenporal. Al respecto, siempre es ilustrativa la tan conoci- dda frase de Erving Goffman: «alos momentos y sus hombres», en donde la nocién de momento da cuenta de las coordenadas es- pacio y tiempo, ademas de la socialidad. El énfasis en la espacio-temporalidad del hacer, de las préc- ticas, es una herencia directa del pensamiento schutziano. Para Jas sociologfas de la vida cotidiana, la dimensién espacio-tem- pporal supone el reconocimiento de que la acci6n prictica siem- pre tiene un posicionamiento en un saguf» y un «ahora», desde donde se ve al otro, desde donde se ve de una particular forma ‘al mundo, claro, se trata del «mundo a mi alcance». La temporalidad se refiere a la experiencia del presente como pricticas desarrolladas simultséneamente en el tiempo ex- terior (€l tiempo césmico medido a través del reloj y los instru- mentos de medicién), en un tiempo interior (la duracién, los tiempos fuertes y débiles, la multiplicidad y la unicidad tempo- ral..) yen el espacio, a través de la comunicacién.'* Esto no implica que el pasado no sea de interés para lo cotidiano, lo es, pero no como trayectorias, sino como experiencias pasadas ¥ sedimentadas bajo la forma de conocimiento incorporado y dis- ponible en el presente, como conocimiento a la mano. EI espacio de la experiencia prictica supone el manejo de las distancias sociales y afectivas. Por eso, para las sociologias de la vida cotidiana el anilisis de la componente proxémica, lo que es lejano y lo cercano, cémo se actita en Ia cercanfa social y e6mo en la distancia social, es parte de Ia experiencia prictica misma, El espacio de la experiencia préctica, el espacio en el cual se produce la dada interaccién/intersubjetividad, constitu- ye un territorio en el cual se inscribe un lenguaje natural y en el ‘cual se produce la elaboracién de un dominio de ese lenguaje As\, el territorio puede ser entendido como un «modo de orga- nizar la experiencia sensible» y la territorialidad, como la rela- cin que establece el individuo con ese territorio, 14, Bemard Poche (1996), «Entre Téconomiemonde et la néoocalit: In proble- ‘matiqueteitovale du sens, en Monique Hirchhom y Jean-Michel Berthel (2s, Mobilis 1 ancarges, Vers un nonwau node de spats, Col, Vilas et Entepr ses, LTlarmatan, Pars, p. 116 15, Albin Bourdin (1996), «La anerage como choix», en Monique Hirschbom y Jean-Mictal Bertelot (dirs), Mobliés et ancanes. Vers uo nouveau mode de spat ‘sation?, Co. Vile ot Entreprises, Harmattan, Pats, p39. u El espacio visto como un Ienguaje no verbal puede ser reco- nocido a través de dos grandes modalidades de emergencia del sentido, Una de ellas son las percepciones significativas que ha- blan del espacio tal como él es percibido (por ejemplo, eel senti- do del lugar») y Ia otra, las précticas significantes que dan euen- ta del sujeto tal como se comporta y actiia en el espacio, y lo significa para él y los otros'® (por ejemplo, «la tervitorialidad y Ja apropiacién del territorios). En el coraz6n del anilisis de la significacién del espacio en la vida social esta la tension entre el carraigo al tertitorio» y los «flujos delocalizadoso. Todo lo anterior implica que para los enfoques desarrolla- dos desde la vida cotidiana, el espacio no se limita al locus ex- temo ala experiencia sino, carga con los sentidos y significados de las experiencias; asf como el tiempo tampoco se restringe al césmico y medible, Este Conjunto de relaciones con el que intentamos esbozar el campo de la vida cotidiana, entre otras cosas, permite com- prender con profundidad por qué Christian Lalive d'Epinay a inicios de los afios ochenta decia que existen cuatro vias para entrar al estudio de la vida cotidiana,'” siendo éstas, la sociali- dad, los microrituales, el espacio y el tiempo. En otras pala- bras, se puede plantear que las sociologias de la vida cotidiana suponen una particular mirada sobre la realidad, una mirada gue se orienta a esas cuatro puertas de acceso y toma como punto de partida al individuo frente a la alteridad. Evidente- mente esto no es lo mismo que estudiar lo que Henri Lefebvre denominé clos materiales» que constituyen la vida cotidiana,'* refiriéndose a los componentes cle la vida cotidiana, como el trabajo, el ocio, la sexualidad, la residencia, el transporte, la vestimenta, etc. Una sociologfa de la vida cotidiana podra estu- diar todos o algunos de esos «materiales», pero desde el Angulo dee la socialicad, la ritualidad o la espacio-temporalidad, lo es- 16, albert Ly (1986), -Pur ne soiostmiotqe de Fesyces, on Syva Oss wets ed) Salone evils Cl Gtographia en Liv aration, Ps wy opaphive on Libs Haran, Pats Pp. nul ito Lal dpnay (1983), aa i quid, Eade cosrtion un concept scologaue et atropelaigns, Caos Inmatonte Soe ‘vol. Ixxiv, PUF, Paris. oe ee AE Hen Lefer (1972), La vide coin eel mundo madera, Anan aise cdo moderna, lanza a 12 pecifico no esté en el elemento, componente o «material», sino enel tipo de mirada. El ariculo de Michel Maffesoli titulado «Socialidad y natu- ralidad o la ecologizacién de Io social», se ancla en la idea de entender a lo cotidiano como el lugar en donde se juega el en- frentamiento con la alteridad. Sin embargo, introduce una in- novacién al considerar que en las sociedades que no operan exclusivemente bajo la légica de la razén pura, que caracteriz6 a Ja modernidad, la «naturaleza» se constituye en una particu- Jar alteridad. Asf, el planteamiento borda sobre el triinsito de tuna relacién con la naturaleza en la cual ésta era un objeto que el hombre podfa controlar, dominar y utilizar, a otra concep- cin «inmanentistay en donde la naturaleza se constituye en-un «alter» del individuo en su vida cotidiana. Asf, la incorporacién de la naturaleza como alteridad implica que ésta pasa a consti- tuir intemamente el vinculo social, en suma, la sociedad se na- ‘uraliza y la naturaleza se socializa. Esto implica superar la clé- sica dicotomfa sociedad-naturaleza. ‘Si Michel Matfesoli se plantea la vida cotidiana frente a una alteridad, eal gran Otro», llamada naturaleza como algo que surge en las sociedades posmodernas (y premodernas), la refle- xin de Emma Le6n se ubica en la erftica a las teorfas de la vida cotidiana desarrolladas bajo la concepcién de la modernidad, que siempre buscan diferenciar, jerarquizar, clasificar y sepa- rar, Por ejemplo, separar a la sociedad de la naturaleza, a lo cotidiano de la historia, al individuo de la sociedad, por men- cionar silo algunos ejemplos. Como un camino analitico pata superar las anteriores limitantes y ser capaces de conocer la cotidianidad en las sociedades complejas, como las nuestras, la autora propone recurrir a criterios como los Arquetipos, las Mentalidades y las Representaciones, que nada tienen de la 16- stica que separa, que recorta de manera precisa. De acuerdo a Emma Leon, al recurtir a este tipo de conceptos que trascien- den el tiempo medible y el espacio de la localizacién, el investi- gador podrii comprender lo cotidiano con toda «la relatividad, ambigitedad, contradiccién y paradoja con que ese mundo se despierta y duerme en cada giro del globos; y no constrenirlo asi a la simple reproduccién, como han tendido a hacerlo las teorfas de la vida cotidiana construidas bajo la Iégica racional y clasificatoria de la modernidad. 13 Por su parte Rossana Reguillo toma como punto de parti- da la idea de lo cotidiano como un lugar para pensar la socie- dad, una vez mAs se enfatiza la necesidad de no dicotomizar la vida cotidiana y la historia, para focalizarse luego en el jue- g0 entre lo que perdura y lo que cambia como algo caracteris- tico de la vida cotidiana. En esta dinémica Reguillo enfatiza la importancia de los desajustes entre las pricticas y los discur- sos (lo que venimos denominando «las retéricas de lo cotidia- no»), como pistas para entender el cambio social. Estas bre- chas entre las précticas (ritualizadas) y los discursos para nombrar la vida, de acuerdo a Ja autora se van generando en Ja capacidad «subversiva de la vida cotidiana, es decir en la capacidad para recrear el hacer y sus formas, que conlleva la necesidad de crear nuevos discursos para legitimar, para fun- Sassi pesierlilbespartstonibrar: een nneve oenove El artfculo de Daniel Hiernaux aborda la vida cotidiana des- de un particular émbito, el turismo y luego de distanciarse de Jos enfoques tradicionales acerca de este fenémeno—eel adver- sario marxista, estructural-funcionalista o sistémico del que ha- blaba Norbert Elias»— como los anteriores autores, también considera que Ia cotidianidad en el turismo es un lugar privile- giado para entender lo social. Tal vez podrfamos pensar, aun- que el autor no lo plantea asf, que segtin esta vision el turismo se constituye en un «pequefio mundo de vida» en el sentido desarrellado por Benita Luckmann,}” es decir, un Ambito de la vida cotidiana caracterizado por un estilo interaccional propio y por formas de conocer también especificas. Ast visto, el mundo del turismo, segiin Hiernaux, representa un ambito privilegiado para la construccién de nuevos consensos sociales, nuevos ér- denes, en donde la relaci6n con la alteridad més facilmente es- capa del deber ser que en otros ambitos de la cotidianidad. No obstante, Hiernaux es claro en que este orden subversivo, inno- vador, creativo, donde el «yo se impone al mi social», es efime- ro, como tan efimero es el turismo en la vida de una persona. Ms alla de lo que esto representa en si mismo, el autor siguien- 19, Benita Luckmann (1978), «The small ifeswords of modern mans, en Thomas Laackmann, hevonenoigy and Soil, Penguin Books / Peregrine Books, ar 4 do la idea de la «turistificacién» de las sociedades actuales, se- fala que la trascendencia de esos actos subversivos, de estas pricticas innovadoras, radica en que se van filtrando a la vida cotidiana fuera del turismo, socavando las bases del orden, de Ioestablecido. Resta mencionar, como el propio autor Io hace, que el turis- ‘mo sigue siendo un fen6meno que no es parte de la cotidiani- dad de todos los sectores sociales, de modo tal que estas refle- xiones estén pensadas desde sectores sociales medios y altos. No obstante, podemos recordar que Ortega y Gasset decfa que fem necesario estudiar lo que las clases altas hacen y piensan, entre otras cosas, porque sus discursos, ideas, valores y pricti- cas generalmente son tomadas como un modelo a seguir por parte del resto de las sociedades, aun cuando esa difusi6n de los ‘modelos implique varias generaciones. Silos trabajos de Hiernaux y Reguillo se dedican a explorar los resquicios en los que se produce la innovaci6n en la cotidia- nidad, en cambio, el articulo de Salvador Juan se interesa fuer- temente en las formas de coaccién social que impregnan la vida cotidiana, Salvador Juan le da nuevos contenidos, desde la es- pacio-temporalidad, a Ia idea habermasiana de la colonizacion del munco de la vida cotidiana por parte del mercado. Asf, ana- liza la creciente especializaci6n de los espacios dentro de la ciu- dad como un factor que lleva a los individuos a fraccionar espa- cialmente su cotidianidad a través de innumerables desplaza- mientos para realizar las miltiples actividades con las que se «llena» a vida, con la particularidad de que esa alta movilidad espacial es un «transitars, un pasar por muchos Tugares, un atravesar lugares, pero sin permanecer en ninguno de ellos. Esto tiene stt connotaci6n temporal: la segmentaciGn de la exis- tencia en innumerables tiempos, con la consecuencia del senti- do de «falta de tiempo» y la tensién resultante. Nos dice, «al espacio fragmentado le corresponde un tiempo tenso». Para Salvador Juan la figura de la «tensi6n» es uno de los rasgos mas caracterésticos de Ia vida cotidiana que ha sido colonizada por el consumo y en donde las interacciones, la socialidad, la alter dad se viven con el «objeto de consumo». El otro frecuentemen- te es el objeto de consumo. ‘Més arriba decfamos que el significado del espacio en la vida social esta en la encrucijada entre «el arraigo al territorio 15

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