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Platón.
COMENTARIO DEL LIBRO VI DE LA REPÚBLICA DE PLATÓN
LIBRO VI (484a-511e)
Este libro comienza donde acabó el anterior: «filósofo es quien
puede alcanzar lo que es siempre igual a sí mismo»[i], no quien
anda errante tras la multitud de cosas variadas y variables. Ahora
se puede entender porqué el único gobernante puede ser el filósofo. Al
buscar sólo lo que es y huir de todo lo falso, renunciará a los placeres
del cuerpo para entregarse a los del alma; no estimará en exceso la
vida, y no temerá a la muerte; tendrá facilidad para aprender y para
retener lo aprendido. En definitiva, moderación, valor y sabiduría
(prudencia = sabiduría), que son las virtudes que, en armonía, forman
la justicia [ii].
El problema general que domina La República puede plantearse
entonces de un modo nuevo; hay formas de Estado en que la
degeneración del filósofo es difícil e incluso imposible, ya que este por
haber aprehendido cabalmente todos los objetos de su amor, quedan
estos impresos en su alma y ya nunca más los ha de olvidar[iii]. Dentro
de esta escala, esa es la forma de estado que hay que buscar, un Estado
que posea las virtudes de un hombre excelente, con perfecta areté. Lo
que debe predominar es la Idea del Bien; y con el libro VI alcanzamos el
mismo núcleo de la solución que Platón da a sus problemas. La mayor
paradoja procede, por otra parte, de que el Estado perfecto debe ser
constituido por el sabio perfecto, y este, a su vez, no puede serlo más
que en el Estado ideal.
Es lógico que, en la práctica, esto no ocurra así: «los ignorantes que
pilotan hoy la nave de la polis desprecian a quien sabría hacerlo»[iv]; y
también es natural que haya filósofos perversos, pues el mejor dotado
es el más peligroso si el ambiente lo pervierte. Este comentario de
Sócrates, se debe a la crítica que él hace de la educación sofística, la
cual es tomada como un juego, haciendo que la educación sea
fragmentada y llena tan solo de opiniones, sin llegar a conocer el
verdadero objeto del arte en la que se quiera desempeñar. De ahí,
precisamente, la importancia de la educación. La educación demagógica
de los sofistas, son sus censuras ruidosas y sus aplausos exagerados,
hace a los jóvenes ambiciosos llenos de vanidad, por no decir de
conceptos erróneos, que los elevan a donde no deben de ir. El bien
dotado deserta de la filosofía, a la que acude una manada de falsos
filósofos. Los pocos dignos que perseveran quedan aislados e
indefensos, absortos en sus meditaciones.
En cambio, en la polis justa habrá que afirmar y prolongar la
paideia, la buena educación desde la adolescencia hasta la vejez,
en un progreso constante. Tras el primer ciclo de música y gimnasia,
los verdaderos filósofos[v] proseguirán la preparación precisa para
poder llegar a proporcionar, como gobernantes, la justicia a la polis.
Serán muy pocos en número, pues así lo exige la dificultad de que se
den en una misma persona todas las cualidades necesarias. Para
asegurar tan difícil combinación será menester «un largo rodeo» que les
lleve a conocer las virtudes a partir de la relación entre ellas y la Idea de
Bien, «la mayor lección» o «más alto objeto de conocimiento».
Para Platón, el hombre es una criatura dual, que participa
igualmente del mundo de los sentidos -lo perecedero- y del
mundo de las Ideas -lo eterno e inmutable[vi]. También creía que
el alma de cada hombre había existido en el reino de las Ideas antes de
encarnarse. Ya dentro del cuerpo, sólo recordamos vagamente las
Ideas. Las cosas de este mundo le recuerdan las Ideas. Este recuerdo
despierta en el alma un deseo de volver a la verdadera morada del
alma. Desde ese momento, el cuerpo y el mundo de los sentidos se
empiezan a ver como algo imperfecto e insignificante. El alma ansía
liberarse de las cadenas del cuerpo[vii]. Teniendo en cuenta esto, el
filósofo debe ir en contra de lo que hace la mayoría de las personas, las
cuales se aferran a las imágenes imperfectas, a lo mudable y
corruptible. Sólo unas cuantas personas están capacitadas para elevarse
a la contemplación de las Ideas: esos elegidos son los filósofos. Los
filósofos, además de todas estas cualidades, deben ser los
menos preocupados por los bienes materiales ya que «...si se
nutren en el mal, son de algún modo causa del deterioro de su
ocupación, y así pasa con los llamados "bienes", las riquezas y
todos los recursos con que está provisto...»[viii].
Aquí es en donde encontramos que el verdadero filósofo, debe de
utilizar todas las virtudes para llegar a gobernar bien y a la vez el
Estado y su propia alma, para explicar esto nos remitiremos al pequeño
cuadro de la parte inferior, que nos explica de mejor forma cual es la
correspondencia entre el cuerpo y las partes del alma, y a la vez estas a
las virtudes y a los estamentos sociales que pertenecen al Estado
construido por Sócrates en La República.
Notas
[i] Cf. Libro VI, 484b.
[ii] Cf. Libro VI, 486b. El filósofo no es servil, es valiente y poseedor de
buena memoria. Estas son algunas de las virtudes propias del filósofo y
a la vez de los que participan de la polis.
[iii] Cf. Libro VI, 486c.
[iv] En este punto del diálogo, se hace una comparación con los
marineros y el capitán del barco. Con esto se busca fundamentar la
teoría de porqué al filósofo lo han de llamar inútil, lo cual sucede
mientras este no sea direccionado a lo que debe hacer y le sea dado un
cargo que sea de utilidad dentro de la polis. En este caso la culpa no es
de la filosofía, sino de quienes no la usan en la manera correcta. Cf.
Libro VI, 488a-490a.
[v] Sobre las cualidades morales e intelectuales que debe poseer
cualquier filósofo verdadero cf. Carta VII, 340c-341a y República VI,
485b-e, 486c-e. 487a y 490c.
[vi] Cf. Libro VI, 484d. De igual forma este argumento lo podemos
observar mejor expuesto en la teoría de la "anamnesis" o de recuerdo
en el Fedón o en el Parménides.
[vii] Esta parte de la Teoría de Sócrates, está mejor expuesta en el
Fedro (243e-245c), al referirse a los filósofos y el objeto de su amor.
[viii] Cf. Libro VI, 495a.
zoa , etc..
eikone mathematiké arkhai
(animales,
(imágenes (matemática) (principios)
etc)
dianoia
eikasia pistis noesis
(conocimiento,
(imaginación) (creencia) (inteligencia)
discusión)
Notas
[i] Cf. Los pasajes de la Carta VII al respecto, como lo son los
fragmentos del 342b-344d.
[ii] «Bien sabes que los ojos, cuando se los vuelve sobre los objetos
cuyos colores no están ya iluminados por la luz del día sino por el
resplandor de la luna, ven débilmente, como si no tuvieran claridad de
la vista». Cf. Libro Vi, 508c.
[iii] Cf. Carta VII, 344b.
[iv] Explicitaciones sumamente interesantes de la "Idea del bien"
pueden verse en La República, VI, 505a y VII, 517c.
[v] Mediante el Símil de la Línea, Platón intenta describir los diferentes
estados de conocimiento en que el hombre puede encontrarse. Su
descripción es gradual, ya que nos señala los diferentes niveles del
conocer desde el más bajo hasta el más elevado. Según Platón, el
camino de la mente humana desde la ignorancia hasta el conocimiento
verdadero pasa por distintos estadios que se comparan en el texto con
la oscuridad y la claridad.
[vi] Platón hace referencia, de modo general, a dos modos de
conocimiento que son los que se corresponden con la opinión (doxa) y
con la ciencia (episteme). Dentro del ámbito de la opinión se encuentran
a su vez, otros dos niveles que son la imaginación (eikasía) y la creencia
(pistis) y que tienen como objetos respectivos de conocimiento el
mundo de las sombras (eikones) y el mundo de los cuerpos sensibles
(soa). Del mismo modo, en el ámbito de la ciencia, Platón, diferencia
también otros dos niveles de conocimiento. El más bajo hace referencia
al estado mental que se corresponde con el pensamiento (dianoia) y el
más elevado con el de la inteligencia (noesis). Sus objetos de
conocimiento son, respectivamente, los objetos de la matemática
(mathematiká) y las ideas o formas (arjaí).
[vii] Platón parece entender por imágenes las representaciones
duplicadas de la realidad, es decir, las figuras que se forman en el agua
y en todo lo que es compacto, liso y brillante (como puede suceder
cuando nos miramos ante un espejo). También considera como
imágenes a las sombras, es decir, las representaciones mentales
confusas y borrosas en las que muchos sujetos se encuentran. Pues
bien, si llevamos estas afirmaciones al terreno del conocimiento Platón
parece querer señalar con todo ello aquellos estados mentales en que el
sujeto no toma por verdadero ni sus percepciones sensibles (por
supuesto, tampoco sus pensamientos) sino aquello que le han dicho o
que le han contado. Este estado de conocimiento basado en las sombras
es el más bajo nivel de conocimiento en que uno podría encontrarse,
según Platón.
[viii] El grado siguiente del conocer, por encima del mundo de las
sombras, es el estado de creencia (pistis). En este estado de
conocimiento el sujeto toma por verdad el mundo de los cuerpos
sensibles como son los animales que nos rodean y todo el universo de la
naturaleza. Platón estaría cuestionando el estado mental de aquellas
personas que piensan que la base del saber verdadero reside en el
conocimiento de lo particular cuando éste, según él, es mera apariencia
y perpetuo devenir, además, de reflejo de una realidad inteligible
universal.
[ix] Los griegos diferenciaban claramente entre la producción de cosas
naturales (por ejemplo, el surgir de un árbol) y la producción de las
cosas artificiales o fabricadas por el hombre. El arte que permite tal
fabricación es techné (técnica) haciendo referencia a todo lo que
implique tecnología. Pues bien, Platón sitúa el conocimiento técnico en el
ámbito de la creencia o pistis.
[x] Platón diferenciaba entre opinión, conocimiento e ignorancia y creía
que la opinión es un estado intermedio entre el saber y la ignorancia.
[xi] El segmento de lo inteligible se refiere a la división más alta de la
línea, es decir, la que se corresponde con el mundo de la ciencia
(episteme) y con los estados mentales de pensamiento (dianoia) y de la
inteligencia (noesis).
[xii] Se está refiriendo a la parte más baja del mundo inteligible, es
decir, al estado mental relacionado con el pensamiento (dianoia) y con
los objetos matemáticos (mathematiká).
[xiii] Se está refiriendo a la parte más baja del mundo inteligible, es
decir, al estado mental relacionado con la inteligencia (noeseis) y con
las ideas o formas (arjaí).
[xiv] Platón habla de la geometría y de la matemática como objetos de
dianoia (pensamiento). El alma se encontraría impulsada a investigar
tales objetos con ayuda de imágenes. Así el geómetra se valdría de
figuras o diagramas para llegar, partiendo de algún tipo de hipótesis, a
determinadas conclusiones. Ahora bien, el geómetra o el matemático,
en sus investigaciones, no se interesan por este gráfico particular o por
este triángulo concreto, sino que se representan realmente el triángulo
en sí y no tanto contemplado con los ojos del cuerpo, sino con los del
alma. Pues bien, todo lo dicho explicaría porqué, con la geometría,
estaríamos ante un tipo de conocimiento, que sería, según Platón, algo
intermedio entre lo meramente sensible y lo puramente inteligible, y el
porqué, aunque situado dentro de la episteme, sería sin embargo,
inferior a noesis-arjaí.
[xv] Es decir, el segmento correspondiente con el estado mental de
noesis (inteligencia) y con las ideas o formas (arjai).
[xvi] El método dialéctico, creado, según Aristóteles, por Sócrates
consistía en situar, en primer lugar, un objeto a investigar, por ejemplo
la justicia (República) o el conocimiento (Teeteto) con la pretensión de
llegar a descubrir lo que tal objeto es en sí mismo. En el proceso de
investigación no se utilizan para nada las imágenes (algo de lo que los
geómetras, según Platón, no podrían prescindir) sino que se procede a
base de meras ideas. En Metafísica (987b), Aristóteles afirma: Platón
sostenía que las entidades matemáticas son algo intermedio entre las
formas y las cosas sensibles. Además, de las cosas sensibles y de las
formas dice que hay los objetos de las matemáticas, los cuales ocupan
una posición intermedia, diferenciándose de las cosas sensibles por
cuanto son eternas e inmutables, y de las formas por cuanto hay
muchos que son semejantes, mientras que la forma misma es única en
cada caso. Una posible interpretación a este texto de Aristóteles es la
siguiente: según Platón, la matemática trataría de particulares
inteligibles y no de particulares sensibles; pero tampoco llegaría a tratar
con los universales inteligibles. Así el geómetra, por ejemplo, habla de
dos círculos que se cortan. Al decir esto, parece evidente que no se está
refiriendo en particular a los círculos sensibles que puede tener
dibujados, ya que lo que dice de ellos podrá valer para otros muchos.
Ahora bien, tampoco estaría, según Platón hablando del círculo en sí o la
circularidad. En definitiva, la dianoia y la matemática se ocupan, en
realidad de una pluralidad de objetos inteligibles. Tales objetos
inteligibles no son realmente la universalidad pura sino que constituyen
una clase especial de inteligibles, superiores a los sensibles particulares
pero inferiores a los inteligibles universales o ideas.
[xvii] En la línea se corresponde con la parte más elevada del mundo
inteligible. Es el estado mental de noesis y sus objetos las ideas (arjai).
[xviii] En la línea se corresponde con el segundo nivel del mundo
inteligible. Es el estado mental de dianoia y sus objetos las
matemáticas.
[xix] En la línea se corresponde con la parte más elevada del mundo
sensible. Es el estado mental de pistis y sus objetos los cuerpos
sensibles (soa).
[xx] En la línea se corresponde con la parte más baja del mundo
sensible. Es el estado mental de eikasía y sus objetos son las sombras
(eikones).