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Norberto Galasso PERON FORMACION, ASCENSO Y CAIDA (1893-1955) COUIHUE Grandes Biografiay Galasso, Norberto Perdn : Formacién, ascenso y caida: 1893-1955 - 1% ed. - 1* reimp. - Buenos Aires : Colihue, 2005. 768 p43 17 x 24cm. ISBN 950-581-399-6 1. Perén, Juan Domingo- Biografia I. Titulo CDD 923.1 Disefio de tapa: Lima + Roca Tlustracién de tapa: Ricardo Carpani Composicién y armado: Jimena Sénchez 1® edicién / 1* reimpresién © Ediciones Colihue SRL. Av. Diaz Vélez 5125 (C1405DCG) Buenos Aires - Argentina www.colihue.com.ar ecolihu@colihue.com.ar LS.B.N. 950-581-399-6 Hecho el depésito que marca la ley 11.723 IMPRESO EN LA ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA Agradecimientos El aucor agradece a todos aquellos que han colaborado con opiniones y/o materiales diversos, para que este libro haya sido posible: Rodolfo Alzugaray Roberto Araujo Carlos Berman Dora Cattoni Silvia y Esteban Cainepa Fermin Chavez Jorge De la Puonte Daniel Di Bartolo Eduardo Corvalan José Carlos Escudero Fabian Frontini Néstor Genta Luis y Alberto Lacueva Ricardo Lopa Luis Liberman y Mariela Lopez Ana Lorenzo Maria Monserrat Llairé Horacio Chitarroni Maceyra Guillermo Pesce Matias Pons Alberto Rabanos Marco Roselli Claudio Sacco Raymundo Siepe Marcelo Soubié Faustino Tejedor Eduardo Vaianella Enrique ‘Indio' Zabala Asimismo, hace un reconocimiento especial a Guido Chavez, por la lectura de originales y a Laura Galasso, Cecilia Ferroni y Facundo Cersésimo por la tarea de ordenamiento del material bibliogratico. Del mismo modo, a Marta y Domingo Merlino por ta abrumadora tarea de consignar las citas y el emprolijamiento del texto. “El hombre cree a menudo que él es el que produce la revolucién. En esto, como en muchas otras cosas, el hombre es un poco ‘angelito’. Porque es la evolucién la que él tiene que aceptar, a la cual debe adaptarse, (...) ponerse de acuerdo con la evolucién que él no domina, que es obra de la naturaleza y del fatalismo histérico. El es solamente un agente que crea un sistema para servir a esta evolucién y colocarse dentro de ella.” Juan D. Peron 30 de julio de 1973" *Percn, Juan Domingo, Obras Completes, Editorial Fundacién pro Universidad de la Produceiény del Trabajo y Fundacién Universidad a Distancia “Hernandarias”, tomo 24, p. 7 ProLoco Antes de que usted se introduzca en este intento de reconstruccién de “la vida y la época” de Juan Domingo Perén, juzgo necesario comentarle algunas de las razones que concurrieron al nacimiento de esta obra, asi como la dptica desde cual ella ha sido escrita. Uno de los motivos reside en mis vivencias juveniles. Nacido en una familia de clase media de la ciudad de Buenos Aires, las primera nociones que recibi sobre politica argen- tina fueron fervorosamente antiperonistas. Mi familia materna —en la cual predominaban docentes de acentuada definici6n sarmientina- abominabz de Peron. Mi padre, en cam- bio, proveniente de una familia mas humilde ~que habia vivido en un conventillo, con dos hermanos socialistas fallecidos muy jévenes de tuberculosis— era un pequefio co- merciante (joyerfa de barrio) cuya solidaridad social lo habja llevado desde el Partido Socia- lista al peronismo. Cuando ambas familia se reunfan -en ocasién de un cumpleaiios o fiestas navidefias— los mas “I¢idos”, es decir, los docentes —cuatro radicales, uno, anarquista y otro, socialista— se solazaban con chistes sobre Perdn y Evita, mientras mi padre fruncia el cefio alejandose del corrillo o a veces, se enredaba con ellos en fuertes discusiones. Para un joven como yo, amigo de libros, ;qué duda cabfa que la verdad residfa en los maestros -gente de cultura cuya funcién era instruir— y no en un comerciante que slo habia llegado a cursar el segundo aio del secundario? De modo ral que cuando se manifesté en mi cierta inquietud politica, recurri a ellos. Probablemente influido por el ejemplo de mi madre, cuya conducta de vida se centraba en preocuparse por la suerte de los demas, elegf el asesoramiento de un socialista, ligado por entonces a un dirigente que en mi ingenuidad supuse partidario del igualitarismo social: Juan Antonio Solari, enrolado en fa tendencia interna del Partido Socialista orientada por el profesor Américo Ghioldi, a quien, segin supe, aftos después, sus adversarios apodaban “Norteamérico”. Me facilitaron, entonces, varios libros rotulados “socialistas” (Juan B. Justo, Repetto, Pan, el mismo Ghioldi, Jean Jaurés, Bernstein y otros}. Uno de ellos me interesé particularmente: “Cartas a un trabaja- dor”, de Upton Sinclair, pues su critica a la injusticia del capitalismo y su propuesta de una nueva organizacidn social respondia, de un modo u otro, a mis confusas aspiraciones. Ya convencido socialista y en la certeza de que todos los trabajadores argentinos de- bian identificarse con esa filiacin politica, establees relacién con un vecino, obrero de ta fabrica Royal que existia por entonces frente al Parque Chacabuco. Se llamaba Pedro Espinosa. Era un chaquefio grandote, macizo y duro como los quebraches de su provincia, pero lo suficientemente macanudo como para tolerar los desvarfos de un muchachito de la pequefia burguesia, como era mi caso. Cuando le expuse mis inquietudes, me dij —Vamos a charlar un rato y lo mejor es mojar la conversacién con kerosene (asi le lamaba al vino tinto). Entonces, en una modesta pieza de inquilinato, donde él vivfa con su pareja, me explicé sencillamente cual era la razén por ta cual él y la casi totalidad de companeros de su fabrica eran peronistas y no socialistas. Ain dubitativo, por si aquel curioso fenémeno pudiera ser sélo propio de la empresa Royal. meti también las narices en otras fabricas de la zona... pero me fue imposible encontrar en ellas un solo socialista. Cuando intenté una explicacion a través de “los maestros”-sus respuestas fueron débi- les, no convincentes. En definitiva, después de escuchar argumentos, a menudo forzados, 16 Norserto GaLasso llegué a la conclusién de que ellos pensaban que los obreros, por su incultura, eran inca- paces de distinguir qué gobierno los favorecia y qué gobierno los perjudicaba, de manera tal que apoyaban -y votaban— a sus explotadores. Advertt, asimismo, que estos “maes- ttos” interpretaban con idéntico criterio toda la historia argentina, como una lucha entre “cultos” y “brutos”, o como habia dicho Sarmiento, entre “la civilizacién” y “la barbarie”’. En definitiva, tantas luchas y tanta sangre, se reducian a una confrontacién entre mino- rias ilustradas que ansiaban crear mejores condiciones de vida para todos los argentinos y mayorfas que tozudamente se negaban a una vida “civilizada”, con més educacién, mejo- res condiciones sanitarias, mayor alimentacién, etc. Me sum entonces en dudas profun- das y como el lector ya lo sospecha, me quedaba solo una persona a quien recurrir: mi padre. Debfa saber por qué raz6n mi padre, que habfa sido socialista, se habfa convertido al peronismo, coincidiendo asf con el chaquefio Espinosa. Evoco aquella noche que fue para mi tan importante. Después de concluir la tarea diaria, nos sentamos frente a frente y me dijo: -Mird, tanto yo como mis dos hermanos, nos definimos por el socialismo desde jévenes porque pensdbamos que habia que terminar con la pobreza, con la explotacién que sufren los trabajadores, que éstos debian ser respetados y sus derechos, reconocidos. A mis hermanos los tumbé la tuberculosis, no sélo por el bacilo sino por la mala alimentacién y muricron en la década del treinta. Yo, en cambio, desde mi pequefio comercio, tuve oportunidad de replantearme muchas cosas...-. Luego, agreg6: -En los tiltimos afios he podido advertir un gran mejoramiento en la vida de los sectores popu- lares, un cambio muy importante a partir de la Ilegada de Perdn. Pero, mejor te lo voy a definir con un ejemplo. Acé, en el barrio, desde 1946, tengo clientas nuevas. Se trata de las empleadas domésticas, que nunca antes habian pisado mi negocio. Ahora, venian a fin de mes y compraban una pulsera. Al mes, siguiente, le agregaban un dije, al otro mes, otro dije. Meses después, una cadenita. Yo las conocia de verlas pasar solamente, nunca habfan sido consumidoras. Ahora si, pero ademés, estaban més altas, porque habfan dejado la alpargata y usaban zapatos con tacos. Y ya no vestian el traje negro con que habfan venido de su provincia lejana... Es decir, de esclavas se habfan elevado a mujeres. A partir de esa época, ya no se dice “siervas” sino empleadas domésticas. Y tienen sus francos para disfrutar algdn amorio y a veces, las veo ahora volver al trabajo los lunes a {a mafiana, todavia medio dormidas después de haber gozado de su libertad. Como comprenderis, es un ejemplo sen- cillo. Pero eso, ha pasado en casi todos los érdenes, en la Argentina de esos afios. No se trata de la implantacién de la sociedad socialista que sofiamos, pero sf de un cambio social importantisimo, de avance y dignificacion, que es necesario reivindicar-. Hizo un silencio y después, comenté solamente: —Si, ya sé, los tfos docentes no reparan en estas experien- cias. Son buena gente, pero no entienden... Desde aquel dia me convenci de que la verdad no se adquiere sdlo en los libros, como yo suponfa, sino también en las experiencias de vida, especialmente, en esa aptitud para colocarse en el lugar del otto y ver desde alli los acontecimientos. Muchos afios después, leyendo a Antonio Gramsci, hallé el sustento ideolégico que explica esa anécdota familiar y arroja luz sobre esa distinta manera de aprehender la realidad por parte de mi padre y mis tfos. “El elemento popular -sostiene Gramsci- ‘siente’, pero no siempre comprende y sabe; el elemento intelectual ‘sabe’, pero no siem- pre comprende ni sobre todo, ‘siente’ (...) El error del intelectual consiste en creer que se puede ‘saber’ sin comprender y sobre todo, sin sentir y sin ser apasionado (...), es decir, en creer que el intelectual puede ser un verdadero intelectual (y no simplemente un pedan- te) si es algo distinto y separado del pueblo-nacién, si no siente las elementales pasiones del pueblo, comprendiéndolas, explicdndolas y justificindolas en una situacién historica determinada, uniéndolas dialécticamente con las leyes de la historia, con una concepcién superior del mundo, elaborada siguiendo un método cientifico y coherente. No se puede

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