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Introducción
¿Qué es el positivismo?
Este marco analítico y las organizaciones políticas que estudiaba estaba destinado
a ser rebasado por la dinámica social, puesto que las revoluciones francesa e
industrial deslegitimaron y demolieron los Estados absolutistas, últimas
organizaciones políticas feudales, y disolvieron el modo de producción feudal por
medio de la liberación de los siervos de la gleba de sus obligaciones con los
señores feudales; además el creciente comercio capaz de integrar en cada vez
mayor medida el globo terrestre, el desarrollo de la industria y de la fuerzas
sociales y políticas burguesas que la impulsaban, se convirtieron en importantes
fuerzas sociales que generaron en los analistas sociales la percepción de que la
emancipación de la sociedad – entendida como un entramado de relaciones
antagónicas pero al mismo tiempo integradoras – de los aparatos de dominación
políticos e ideológicos, era un hecho irreversible que había llegado para quedarse
imponiendo su dinámica a todas las demás estructuras sociales. Hecho ante el
cual los nuevos análisis sociales tenían que descender desde el examen y estudio
de las formas de gobierno y de su historia, desde los análisis filosóficos idealistas
o teológicos, a la esfera de las relaciones sociales de producción, a las nuevas
formas productivas de la sociedad industrial.
En el interior de este nuevo contexto irrumpió con mayor fortaleza de la mano de
Saint Simon la idea de unas ciencias sociales encargadas de estudiar un objeto
legítimo de análisis, la nueva sociedad capitalista, en la cual la industria era
considerada como su principal pilar, pues para él “la sociedad en su conjunto se
basa en la industria. La industria es el único garante de su existencia, y la única
fuente de riqueza y prosperidad. El estado de cosas más favorable a la industria
es, por tanto, el más favorable a la sociedad” (Marcuse – Neuman, 2001, p.
155).El orden de esta nueva sociedad industrial estaría según Saint Simon en
manos de los industriales y sería un asunto estrictamente técnico y administrativo
que encaminaría la sociedad hacia el progreso. A partir de esta concepción se
abriría paso el análisis sociológico positivista de Comte.
Por este motivo establece la ley fundamental de la historia y del progreso en tres
estados que desembocan en el positivo, este estado es el último peldaño de
evolución humana después del traumático tránsito por el estado teológico,
dominado por las fuerzas sobrenaturales, y el estado metafísico, marcado por la
crítica vacía y el desorden espiritual generado por el liberalismo, cuya máxima
expresión sería sin duda la revolución francesa. El estado positivo es
considerado por Comte como el más pertinente para la regeneración social, en
este el poder material se depositaría en manos de los industriales y el poder
espiritual en las manos de los sabios, encargados de guiar la sociedad por los
seguros caminos abiertos por la ciencia (Vélez, 2000,p. 408-409 ).
Es claro que el estado positivo de Comte toma como principal referente las
sociedades capitalistas industriales de su época, consideradas como el más
avanzado estado de civilización que deberían reproducir todas las sociedades en
el mundo, dado su alto grado de control sobre la naturaleza mediante la ciencia y
la técnica, su capacidad de generar progreso material y su poder de integración de
la sociedad.
Debido al gran desarrollo de la tecnología y las ciencias naturales en los inicios del
siglo XX, y la agitación social constante de las sociedades industrializadas, la
propuesta cientificista, conservadora e instrumentalista del análisis social cobró
mayores bríos. En esta dirección se enmarcarían los análisis de Emile Durkheim,
quien estableció un método sociológico en el que la realidad social estaba
conformada por un conjunto de regularidades posibles de describir y los
fenómenos sociales eran cosas definibles por sus características externas
mediante la observación y experimentación, que debían ser explicadas por las
causas que las producen; causas que obedecían a aspectos generales de la
sociedad y no a acciones individuales, porque la sociología durkheimiana
enfatizaba la investigación de las leyes generales de la sociedad, privilegiando por
tanto el todo sobre las partes ( Bravo, 1979,p.15-18).
Esta visión del fenómeno social o hecho social ,como gusta definirlo Durkheim,
como cosa y el intento de explicarlo causalmente parte de la concepción de que
en las ciencias sociales se debe aplicar el mismo método experimental de las
ciencias naturales que conciben sus objetos de estudio como cosas exteriores ,
que deben ser rigurosamente estudiados. Para este autor los hechos sociales son
cosas puesto que “en efecto se entiende por cosa todo lo que es dado, todo lo que
se ofrece, o, más bien, todo lo que se impone a la observación. Tratar los
fenómenos como cosas es tratarlos en calidad de data que constituyen el punto de
partida de la ciencia” (Durkheim, 1985, p.59).Esta definición se adapta a los
hechos sociales, considerados como “toda manera de hacer, fija o no, susceptible
de ejercer sobre el individuo una coacción exterior; o también, que es general
dentro de la extensión de una sociedad dada a la vez que tiene una existencia
propia, independiente de sus manifestaciones individuales” (1985, p.46).
En el caso del análisis de los hechos o cosas sociales es primordial para
Durkheim desechar las prenociones o ideas preconcebidas que tenemos del
fenómeno abordado para tratarlo objetiva y científicamente.
El estructural funcionalismo
A partir del análisis de las teorías que aportaron al desarrollo del positivismo se
observa de forma relevante que el conocimiento de la realidad social inspirado en
este paradigma, que tiene como base la hoy discutida neutralidad valorativa del
conocimiento científico del mundo natural con sus regularidades y procesos
posibles de matematizar y describir objetivamente mediante la observación y
experimentación rigurosas, era imposible de aplicar en el conocimiento de la
realidad social, pues se demostraba lo que ya planteaba Marx en el siglo XIX
acerca de que el conocimiento de la realidad social estaba inseparablemente
ligado al propósito de transformarla – o de intervenir en ella con el propósito de
mantener el statu quo – y que por tanto también la transformación e intervención
de la realidad estaba indisolublemente ligado al proceso de conocimiento (
Sarmiento,2007,p.75-76) .
Ante este panorama la pretensión cientificista del positivismo recibía un duro golpe
que lo ponía seriamente en duda como postura epistemológica hegemónica,
provocando en las ciencias sociales una fuerte sacudida ante la reafirmación de
un mundo cada vez menos simple y por lo tanto más complejo, frente al cual la
medición, observación y proposición de leyes generalizables – al igual que la
super especialización, que lleva a una visión fragmentada del mundo – no generan
certezas, porque representan sólo un intento de simplificar y hacer accesible la
compleja realidad. Esta situación alcanzaría todas las concepciones
epistemológicas, incluyendo al mismo marxismo – que a pesar de poseer una
concepción dialéctica, compleja e histórica de la realidad social, tiene fundadas
razones para creer que la totalidad social se puede explicar a través de la
dinámica de las estructuras jerárquicas e interrelacionadas que la componen -, ya
que junto a la revalorización de teorías totalizantes y la aparición de teorías como
la de la complejidad, se produjo un auge inusitado de posturas posmodernas que
renuncian a la búsqueda de los fundamentos de la realidad, que es la tarea
primordial que anima el desarrollo de la ciencia y filosofía modernas, cuyas
consecuencias para la teorización social vislumbraremos más adelante.
Como vemos toda una cantidad de tesis insostenibles ante la grave crisis
económica que enfrenta el mundo desde el 2008, cuya causa profunda se
encuentran en la libertad sin restricciones que desde finales del siglo XX se
garantizó durante la fase neoliberal al especulativo sistema financiero.
Libertad que se instrumentó mediante políticas de desregulación del
mercado financiero mundial y la reducción de impuestos a los grandes
capitales; situación que se vio reforzada por una caída en las tasas de
acumulación de plusvalía en las actividades industriales y productivas que
obligó a los capitalistas a desplazar su capital a actividades especulativas
que ofrecen mayores rendimientos.
BIBLIOGRAFÍA
Boron Atilio. ¿Una teoría social para el siglo XXI ?Tras el búho de minerva.
Mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo. Buenos Aires. Fondo
de cultura económica.2000.
Bobbio Norberto, Michelangelo Bovero. Sociedad y Estado en la filosofía política
moderna. El modelo iusnaturalista y el modelo hegeliano – marxiano. Fondo de
cultura económica. México .1997.
Herbert Marcuse, Franz Neuman. Teorías del cambio social. En guerra Tecnología
y Fascismo. Herbert Marcuse. Editorial Universidad de Antioquia. 2001.