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Autor
Prudencio García Pérez
LOS SABIOS DE ISRAEL
Acercamiento a la literatura sapiencial
Durante mucho tiempo los libros del Pentateuco, los históricos y los
proféticos centraron casi toda la investigación bíblica. Los libros sapienciales
y poéticos eran sólo los “hermanos pobres” del AT, quizás porque se pensaba
que trataban temas demasiado humanos y existenciales, sin aparente
apertura a lo divino y sobrenatural. ¡Nada más lejos de la realidad! En este
breve estudio, me propongo mostrar la profundidad de este movimiento
sapiencial y la importancia de estos “sabios” dentro del pueblo de Israel.
1. ¿QUIÉN ES UN SABIO?
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el buen uso del dinero, la limosna, la mujer, la familia, los banquetes, el uso de
la lengua, etc.
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Después de siglos de reflexión más o menos mundana, los sabios
llegaron a la conclusión de que “toda sabiduría viene del Señor” (Si 1,1). La
sabiduría que hizo famoso a Salomón procedía de Dios. De él procede todo
conocimiento. Por eso, el sabio de Israel, en una época muy tardía, es un
hombre profundamente religioso que hace oración con asiduidad y está
absolutamente convencido de que sólo Dios puede llenarlo de espíritu de
inteligencia (Si 39,5-6).
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El pueblo de Israel estuvo en contacto con esta sabiduría universal e
incluyó algunos testimonios extranjeros en la Biblia. En el libro de los
Proverbios, capítulo 30, encontramos unas “Palabras de Agur, hijo de Yaqué,
el masaíta”. Y, el capítulo 31,1-9, se presentan las “Palabras de Lemuel, rey
de Masá, que le enseñó su madre”.
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Lo dicho anteriormente nos lleva a afirmar lo siguiente: la literatura
sapiencial de Israel no está contenida sólo en los cinco libros llamados
sapienciales, sino que también hay rastros en los libros narrativos y
proféticos, y en los Salmos.
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Dios que sufre la desgracia en su propia carne: pierde a sus hijos, sus bienes
y sufre una grave enfermedad. Pero no se cierra en sí mismo, pues desde su
angustia contempla el sufrimiento del mundo entero, el absurdo de la vida y la
actitud incomprensible de un Dios que disfruta haciendo el mal. Job no duda
del poder y de la sabiduría de Dios, pero afirma que él pone estas cualidades
al servicio de la destrucción, humillación y muerte (Jb 12,14-25).
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Tanto el libro de Job como el del Eclesiastés son ejemplos admirables
de honradez intelectual y de interés por penetrar en el misterio de las
relaciones de Dios con el hombre y con el mundo que lo rodea.
Esta última etapa está representada por dos libros que sólo los
católicos aceptamos como canónicos: El libro del Eclesiástico (o Sirácida) y el
de la Sabiduría. También se pueden incluir en este apartado los primeros
capítulos del libro de los Proverbios (cc. 1-9). Estos libros van a tener una
importancia capital desde tres puntos de vista distintos: la actitud ante la
cultura griega o helenista, la importancia creciente de la historia y la
personificación de la sabiduría.
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preocupó de reflexionar sobre ella. Solamente en su etapa final, la historia
se convierte en motivo de alabanza y aprendizaje para las generaciones
presentes y futuras (leer Si 44-50 y Sb 11-19). Estos autores se detienen a
estudiar la historia de sus antepasados y a dar gracias a Dios por los
beneficios concedidos a su pueblo.
a) El proverbio (mashal)
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Los proverbios, a partir de su forma literaria, pueden ser divididos en
distintos tipos: proverbios populares, instrucciones, exhortaciones,
proverbios numéricos y comparaciones o símiles. Normalmente, los proverbios
están compuestos por una sentencia o frase dividida en dos versos paralelos
elaborados con mucha intención.
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y no te aceleres en la hora de la adversidad.
Adhiérete a él, no te separes,
para que seas exaltado al final de tu vida.
Todo lo que te sobrevenga, acéptalo,
y en los reveses de tu humillación sé paciente.
Porque en el fuego se purifica el oro,
los amados por Dios en el honor de la humillación.
Confíate a él, y él, a su vez, te cuidará,
endereza tus caminos y espera en él (Si 2,1-6).
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la tierra que no se sacia de agua,
y el fuego que no dice: ¡Basta!” (Pr 30,15-16)
b) La comparación o símil
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c) Otras formas literarias
a) La familia y la tribu
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antiguo Oriente, las mujeres eran las que mantenían unida a la familia,
además de ella dependía el crecimiento, adaptación y socialización de sus
hijos. Pero la educación de los hijos era confiada a los hombres de la familia.
También había excepciones de mujeres educadoras.
b) La corte real
En Israel, la sabiduría era un atributo que los reyes debían tener (el
ejemplo de Salomón es claro). De hecho, el rey mesiánico escatológico
recibirá del Señor unos dones especiales (Is 11,2): “espíritu de sabiduría y
entendimiento” (hokmah y binah). A pesar de esto, en el AT sólo se habla de
la sabiduría de David y Salomón.
c) El templo
Las cortes y los templos israelitas, como en todos los países del
Oriente Próximo, fueron centros de cultivo de las diferentes ciencias y
artes. Los santuarios, con su cuerpo de sacerdotes y sus propios escribas, se
convirtieron en focos de una gran actividad cultural, más relacionada sin duda
con la conservación y transmisión de las tradiciones religiosas. Podríamos
afirmar sin problemas que los distintos tipos de literatura de la época
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monárquica se deben a la pluma de escribas cortesanos o sacerdotales:
anales, relatos históricos, leyes, normas para el culto, salmos y, sin duda,
material sapiencial. Gran parte de estos materiales se conservan en el AT;
otros, sin embargo, se han perdido por desgracia.
d) La escuela
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No todas las escuelas eran del mismo tipo. La mayor parte de ellas
eran “escuelas elementales”, donde unos pocos alumnos en torno a un maestro
se ejercitaban en la lectura, escritura y matemáticas. Pero, en las ciudades
importantes el nivel de enseñanza era más alto y los destinatarios eran los
hijos de la nobleza, las familias ricas y los grandes comerciantes. Allí se
aprendían lenguas, literatura hebrea, la historia de Israel, geografía de la
zona y la legislación nacional e internacional. Estos alumnos recibían algún tipo
de instrucción sapiencial.
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que viven. Éstos deben aprender a razonar, a encontrar reglas que den
sentido a su vida, a ver, a oír y a actuar. No son reglas morales, sino reglas
para llevar una vida equilibrada y para tener éxito en sus empresas. No tiene
motivaciones de tipo religioso, pues las reglas de conducta son racionales,
lógicas y deben ser comprendidas por todos.
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2. La sabiduría religiosa
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6. NOTAS SOBRE LOS LIBROS SAPIENCIALES
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un conocimiento genuino (10,27; 14,26; 15,16.33; 16,6; 19,23; 22,4; 22,17;
24,21; 31,30). No hay auténtica sabiduría sin una apertura clara a la
trascendencia de Dios. Ese temor de Dios es también práctico, pues conduce
al hombre a una vida plena y con éxito. Así, si una persona es temerosa de
Dios, su obrar producirá frutos positivos para su vida.
b) El libro de Job
Al final del libro no se sabe nada sobre el por qué del mal, pero era
bueno que un libro expresase de este modo nuestra rebeldía contra el mal.
Ahora sabemos que la rebeldía y la blasfemia pueden ser oración, que las
explicaciones piadosas no sirven para nada y que la única actitud posible para
el creyente es la de la confianza, a pesar del dolor y del sufrimiento. Es la
actitud de Cristo en la cruz.
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Si queréis tener una idea más profunda del tema, podríais leer los
siguientes relatos por lo menos:
¿Por qué tiene el autor una visión tan pesimista de la vida y sus
circunstancias? Porque al final, todas las conquistas del hombre se tienen que
enfrentar con la realidad de la muerte, haciéndolas inútiles. Todos los
hombres, inocentes y culpables, sabios y necios, tendrán la misma suerte: la
muerte. Esta muerte es un don gratuito de Dios, y el hecho de saber que hay
que morir basta para dar un poco de sentido a la vida. Por eso, propone al
hombre el disfrute máximo de la vida, pero sin tener grandes seguridades,
sin tomar las cosas demasiado en serio. También critica el evasivo optimismo
de la escuela sapiencial, que muchas veces es una retórica sin contenido,
vacía. Y nos enseña a saber subsistir con lo pequeño, con lo que
aparentemente no tiene valor.
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d) El libro del Eclesiástico o Sirácida
e) El libro de la sabiduría
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Dios ha hecho al hombre incorruptible, al ser imagen de su propia naturaleza.
Para otros, hay que confiar en el Señor y permanecer firmes en su amor; a
veces toca sufrir y ser perseguidos, pero cuando se hayan acabado las
tribulaciones, permanecerán al lado de Dios. 2) El elogio de la sabiduría (6,1-
11,3). El autor nos invita a buscar como él la sabiduría del Dios amigo de los
hombres, a hacer de ella la compañera de nuestra vida, a hacernos amantes
de su belleza... Después, recoge algunos momentos cruciales de la historia
sagrada de Israel para mostrar que era la sabiduría quien la dirigía, la que
formó a Adán, la que pilotó el arca de Noé, la que permitió a Abraham ser
más fuerte que el cariño a su hijo, la que condujo a Moisés por el desierto,...
3) Meditación sobre el éxodo (11,4-19,22). Al autor no le interesa esta
historia en sí misma, sino para mostrar la obra de la sabiduría en ella.
También incluye un paréntesis sobre la idolatría (13-15).
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