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(sin ttulo) Toda historia merece un comienzo atractivo, dirn, pero el caso es que sta no lo tiene: comienza como

tantas otras, con un hombre sentado en un bar mirando a la nada, al uso de ciertos sujetos proclives a los devaneos metafsicos de poco vuelo. bviamente, este hombre est s!lo: podra decirse que espera a al"uien, pero, a juz"ar por su ensimismamiento, puede decirse lo contrario. #e hecho, hasta cabra la casi imposible posibilidad de que ambas posibilidades sean otra opci!n a considerar por quien se detuviera a contemplar este cuadro. $u nombre, al menos por ahora, no es relevante% lo que importa en este momento es la atm!sfera que est intentando retener en su mente. &uma despacio, lanza una bocanada de humo que suspende, e'ttica, su min(sculo instante de e'istencia% lue"o, todo es silencio s!lo interrumpido, esta vez, por un mozo que lo interro"a, al parecer, sobre ciertas apetencias: )*n (ltimo caf+ dice, mientras apa"a su ci"arrillo en un improvisado cenicero. ,l mozo lo mira. -ada le parece normal en este sujeto, se dice a s mismo, mientras camina hacia su mesa para acercarle lo pedido. ,l mozo se ha ido, el ventanal al lado del cual est sentado le deja observar con comodidad el ajetreo que reina fuera del bar: "entes por doquier, casi atropellndose por alcanzar quin sabe qu.

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