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I INTRODUCCION
1. GENERALIDADES
Las inmunidades y privilegios para los agentes diplomáticos han existido siempre de hecho;
es decir más que en forma de ley escrita y convenida entre los estados, como una norma
basada en las necesidades concretas de las relaciones entre naciones y como un principio
firme del derecho de gentes.
Todos los tratadistas de la materia están contestes en sostener la tesis precedente; tales
inmunidades y privilegios existen independientemente de las legislaciones nacionales o
internacionales sobre el asunto, y en tanto principios de un derecho internacional
consuetudinario rigieron y rigen aún hoy las cuestiones referentes al tratamiento de los
diplomáticos en el extranjero; sus capacidades de acción y de omisión, su conducta y vida
personal, como asimismo familiar, sus intereses, etc. La diplomacia moderna difiere de la
antigua, cuya función principal era la de representar y transmitir la voz del soberano. Hoy
tiene como misión fundamental la de representar y transmitir la opinión de los pueblos
libres, tratando de asegurar el bienestar de esos pueblos, afianzando una paz sólida y
duradera entre las naciones, utilizando para ello las transacciones de interés recíproco y
cimentando una amistad indestructible entre todos los pueblos del mundo.
Consecuentemente, la misión de los agentes diplomáticos en sus relaciones con los Estados
ante los cuales están acreditados, es la de contribuir a estrechar los vínculos de cooperación
y amistad entre los respectivos países.
Institución es de tan enorme magnitud, que a lo largo de 146 años, hasta la Conferencia de
Viena de 1961, ha sido el instrumento jurídico principal en la materia, conservando aún hoy
gran validez, ampliado por el de Aix-la-Chapelle de 1818. Todas sus reglas derivan de una
práctica constante creadora de un derecho consuetudinario.
Importantes pasos en la unificación de las nuevas normas surgidas a lo largo de tan extenso
período, habían sido dadas por la Sociedad de las Naciones, la Organización de las
Naciones Unidas y otras instituciones internacionales, además de valiosos estudios de
instituciones privadas y de los aportes doctrinarios. El nacimiento de nuevos estados, junto
con la intensificación de las relaciones internacionales en este siglo, facilitadas por el
progreso general de la ciencia y la técnica, dieron lugar a la aparición de múltiples
relaciones diplomáticas nuevas, bajo formas y modalidades antes no conocidas. La
complejidad de este cuadro de relaciones internacionales sostenida sin un estatuto
actualizado, determinó a la Asamblea General de las Naciones Unidas a convocar el 7 de
diciembre de 1959 a una Conferencia Internacional de Plenipotenciarios, teniendo en
cuenta los estudios exhaustivos realizados sobre la materia por la Comisión de Derecho
Internacional, estudios que la citada Comisión consideró suficientemente maduros como
para proponer a la Asamblea General el examen de la cuestión de las relaciones e
inmunidades diplomáticas y recogiera así los resultados de su labor en una Convención
Internacional 1.
Con tal objeto se reunió en Viena del 9 de marzo al 14 de abril de 1961, la Conferencia de
las Naciones Unidas, convocada por Resolución 1450 del 7 de diciembre de 1959 de la
Asamblea General de la misma organización.
d) La Conferencia de las Naciones Unidas tomó ante si la tarea de examinar a la luz de las
condiciones del momento, el cuerpo de legislación y prácticas desenvueltas desde la
adopción de la Regulación de Viena de 1815 y formular una síntesis de los derechos y
privilegios de todos los miembros de una misión diplomática, incluyendo sus obligaciones,
las de sus familiares y personal de servicio, como así también los derechos y obligaciones
del estado en cuyo territorio ellos realizan sus funciones, es decir el Estado receptor.
La delegación argentina fue presidida por el doctor Carlos María Bollini Shaw con el rango
de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario e integrada por los diplomáticos señores
José María Delfino y Carlos Keller Sarmiento.
El Reglamento que rigió en la Conferencia tenía como base el Reglamento Provisional que
fuera preparado por la Secretaría de las Naciones Unidas, el que a su vez se inspiraba en el
aprobado en la 2a Conferencia de Ginebra del año 1958 sobre Derecho del Mar, con
algunas modificaciones.
2. APERTURA DE LA CONFERENCIA
Afirmó que era sorprendente que se hubiera progresado tan poco en el nivel
intergubernamental, en lo referente a la codificación de las reglas sobre relaciones e
inmunidades diplomáticas de los funcionarios, y que resultaba aún más asombroso si se
tenía en cuenta que ningún tema es más familiar a los abogados internacionalistas y
diplomáticos que éste, sobre el cual hay una vasta literatura y un cuerpo de jurisprudencia
impresionante. La larga historia de las instituciones diplomáticas, en la cual cada una de
ellas fue puesta a prueba miles de veces, ha sido siempre un factor promotor de la tendencia
codificadora. Sin embargo, entre el Congreso de Viena de 1815 y el tiempo en que el
asunto fue referido a la Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas, ha
habido pocos proyectos y sólo una concreción afortunada, la adopción por la Sexta
Conferencia Americana de la Habana de 1928, de una Convención concerniente a
funcionarios diplomáticos, que regulaba las tareas, privilegios e inmunidades de los agentes
diplomáticos, así como el comienzo y la terminación de las misiones.
El representante personal del Secretario General siguió bosquejando los grados en los
cuales el asunto había sido desarrollado, comenzando por el debate de la Comisión de
Derecho Internacional, en su primera sesión en 1949 y culminando en respuesta a la
Resolución No 685 del 5 de diciembre de 1952 de la Asamblea General, con los cuarenta y
cinco artículos del Anteproyecto sobre intercambio e inmunidades diplomáticas, que fuera
adoptado por la Comisión en su X sesión en 1958 y que sería la base de las deliberaciones
de esta Conferencia.
Por lo demás, según lo enseña la historia, o como la llamaba Cicerón, la Magistra Vitae, en
esta rama jurídica del derecho, los hechos pasados tienen una gran influencia para el
planteo y solución de los problemas modernos.
Las reglas que gobiernan el intercambio y las inmunidades diplomáticas tienen una larga
historia. Desde el principio de las relaciones internacionales y, en particular, desde el
establecimiento de las misiones permanentes, ha sido sentida la necesidad de dar a los
diplomáticos un "status" especial para permitirles desempeñar sus tareas sin impedimentos.
A pesar de que dichas reglas están firmemente establecidas, hay sólidas razones para
codificarlas en una Convención Internacional, en vez de dejarlas en su tradicional postura
de ley consuetudinaria. Muchas de estas normas se han desarrollado esencialmente fuera de
la práctica de los estados europeos y americanos. Con la aparición de los nuevos estados de
Africa y Asia, se torna conveniente que un cuerpo de leyes usuales que se ha desarrollado
principalmente en la comunidad internacional occidental, sea formalmente reconocido por
la nueva comunidad internacional de alcance mundial.
Por otra parte, la codificación no es una mera confirmación de la ley usual. Su fin, es
también clarificar las reglas usuales —siempre un poco vagas e inciertas— e incluso
transformar en leyes escritas las costumbres basadas en la mera cortesía. Es un ejemplo el
artículo 34 del Anteproyecto de la Comisión de Derecho Internacional, en el cual se
proponía transformar ciertos privilegios garantizados a los diplomáticos por cortesía, en
reglas de ley internacional.
Un breve estudio del desenvolvimiento del derecho diplomático entre los griegos y los
romanos, indica que muchos de los principios fundamentales de esa rama jurídica, tal como
existen hoy, eran bien conocidos y aplicados en estos pueblos.
Entre los griegos es por primera vez donde las relaciones diplomáticas adquieren cierta
estabilidad formal.
Aunque no hubo en Grecia embajadas permanentes, todas las relaciones entre los países se
efectuaban por intermedio de embajadores y de misiones. Sin embargo, la necesidad de
diplomáticos de carrera no se hacía sentir. La mayor parte de los ciudadanos eminentes
estaban al corriente de la situación de los asuntos públicos y, por consiguiente, preparados
para cumplir misiones diplomáticas.
Para estas funciones eran escogidos militares, marinos, actores, músicos y poetas. El
ingenioso Ulises sirvió muy bien como embajador. Aristófanes describe en su comedia Les
Acharniens escenas descriptivas de esta función, viéndose ya en esa época ciertos
principios establecidos de derecho diplomático.
Asimismo, encargaba al Colegio de los Feciales, la práctica de los ritos religiosos para
declarar la guerra y celebrar la paz. Valiéndose de la gran autoridad moral que inspiraba su
investidura en países no cristianos, los Papas acreditaron en países bárbaros y germánicos y
en los sometidos a los turcos, plenipotenciarios permanentes, en defensa de los intereses
cristianos. A ellos se les llamaba "apocrisiarii y responsables" y se los nombraba como
excepción.
5 Moreno Quintana, Lucio M., Tratado de derecho internacional, t. I, Pág. 467, año 1963.
6 Cicerón (M. T.), in verres, III.
Tal privilegio fue concedido también a los agregados del embajador. Comprendía su
correspondencia y todo lo esencial a la ejecución de sus funciones. Ese principio protegía a
los enviados del enemigo y a los embajadores en territorio enemigo, después de la
declaración de guerra.
Los romanos sostenían también que el enviado era inviolable cuando atravesaba un tercer
país, en viaje de o hacia su misión. Todo ataque a la persona de un embajador o de un
heraldo era una violación del jus gentium.
Al finalizar la Edad Media encontramos por primera vez "la diplomacia practicada como
arte y enseñada como ciencia", debiéndose reconocer que en este sentido el Papado y la
Iglesia Católica, han efectuado una contribución innegable.
La inviolabilidad del enviado diplomático era un hecho tan reconocido en la Edad Media
como en la antigüedad. Totila, rey de los Ostrogodos de Italia en el siglo VI, declaró que
los godos reconocían con tanta fuerza como los romanos, él deber de respetar el legat.
La Ley Sálica y las leyes de los Alamans, así como la de los sajones exigían un wergld o
indemnización por el asesinato de su embajador.
El Corán establecía que: "el enviado no podía recibir sino un buen tratamiento".
La diplomacia como carrera comienza al fin de la Edad Media, en las ciudades italianas
cuyo comercio era de más en más floreciente con Europa y que había nacido en el período
de "Las Cruzadas".
En el siglo XIII y XIV Florencia contó entre sus diplomáticos con algunos de sus más
inminentes ciudadanos, entre los cuales se encontraban el Dante, Petrarca y Boccaccio. Más
tarde Guicciardini y Machiavelli fueron encargados de misiones importantes.
En el siglo XVI y comienzos del XVII no existía la costumbre de que un embajador fuera
acompañado por su esposa. Por haber infringido esa regla, la Embajada Española en las
Provincias Unidas en 1649, fue llamada una embajada hermafrodita. Sin embargo, a
comienzos del siglo XVIII ya era corriente que los embajadores fueran acompañados por
sus esposas. Tal situación aparejó el problema de la inviolabilidad de los familiares y
servidores del embajador. Gentilli declaró que "tales privilegios debían ser concedidos a
todos los que acompañaban al embajador, quedando comprendidos sus servidores". Grotius
adoptó el mismo criterio.
En este punto del desarrollo de la parte histórica del tema, es de interés transcribir una cita
del trabajo de Weckmann sobre el carácter no permanente de la diplomacia hasta el siglo
XV 8.
''A pesar de que la diplomacia es tan antigua como los mismos pueblos, y que desde el
comienzo de los tiempos históricos los hombres y las comunidades humanas, han tenido
imperativa necesidad de establecer relaciones entre ellos, se encuentra un rasgo distintivo
que diferencia a la diplomacia de nuestros días, de la antigüedad y de la Edad Media. Tal
rasgo distintivo es el carácter permanente de la diplomacia moderna.
"Mientras que hoy día, los gobiernos estatales establecen misiones diplomáticas
permanentes en los estados que reconocen, los historiadores de la diplomacia están de
acuerdo en afirmar que, en la diplomacia antigua y medieval sólo se encuentran relaciones
ocasionales.
"Los egipcios, así como los chinos, hindúes, caldeos, asirlos o los judíos de la época
clásica, no han conocido las embajadas permanentes, a pesar de que el Oriente estaba
familiarizado con el envío y recepción de embajadores, correspondencia diplomática,
redacción de tratados, y ya encaraban la diplomacia como el arte de evitar la guerra y
mantener la paz.
8 Weckmann, Luís, Lea origines des missions diplomatiques permanentes. Rev. Droit
International Publique, 1952, n° 2, pág. 161-162.
''En el mundo greco romano, las relaciones diplomáticas revistieron cierta estabilidad de
forma, pero ni los keruks o anhelos de los griegos, ni los legati, oratores, Feciales o
coautores de los romanos, alcanzaron alguna vez un "status"' permanente, ni fueron nunca
funcionarios especializados en las relaciones entre los pueblos.
"La Edad Media mantuvo las tradiciones y las prácticas del mundo romano. Con la
excepción notable de los "Procuradores in Romanas Curiam, no se encuentra en ninguna
parte antes del siglo XV embajadas permanentes. Grotius ya en el siglo XVII fue
impresionado por esta ausencia de embajadores permanentes, tanto en la antigüedad como
en la Edad Media''.
Hubo, hasta la aprobación del Reglamento de Viena de 1815 denominaciones de todo tipo
para los representantes diplomáticos, casi siempre se hacía notar los títulos para hacer
resaltar su jerarquía, pero todos coincidían con el adjetivo de extraordinarios. Era cuestión
de honor y dignidad que superasen sus títulos para establecer su precedencia. Esto dio
motivo a muchos incidentes en los siglos XVII y XVIII, asignándosele importancia al grado
de parentesco con las casas reinantes.
Según el Reglamento de Viena, cuatro son las categorías, incluyendo una categoría
intermedia completada por el Protocolo de Aix-la-Chapelle de 1818. La primera categoría
Hoy, prácticamente todos los países del mundo, han ratificado los firmantes, y se han
adherido otros a la Convención de Viena sobre Relaciones, Privilegios e Inmunidades
Diplomáticas de 1961, que quedó abierta a la firma el 18 de abril de 1961, "en una
demostración de observancia de una política internacional que contribuye a cimentar la
amistad indestructible entre todos los pueblos del mundo, animados por el triunfo de una
justicia verdadera, en esta era tecnológica en que el poder no proviene de la posesión
material de las armas, sino del conocimiento científico y técnico" 9.
9 Pérez, Benito, Régimen jurídico de empleados de misiones diplomáticas, 1980, pág. 3.
Hoy, las inmunidades de los agentes diplomáticos constituye una excepción a la regla de
que todas las personas y cosas de un estado soberano estaré sujetas a su jurisdicción.
Grotius dice al respecto: "La regla común que aquél que está en un territorio extranjero está
sujeto a ese territorio, sufre, por el común consentimiento de las naciones, una excepción en
el caso de los embajadores, por estar por una cierta ficción en el lugar de aquellos que los
mandan (senatus faciem secum attulerat, autoritatem reipublicae, ait de legato quodam M.
Tullius) y, por una ficción similar ellos están como si fuera extra territorium" 10.
10 Grossio, E., Le Droit de la Cuerre et de la Paix, Libro II, n1? 4, párrafo 5, citado por
Antokoletz en Derecho diplomático y consular, 1948, t. I, Pág. 309.
Bynkershoek la expone basada en una ficción jurídica: los agentes diplomáticos cuando se
hallan en el extranjero, actuarán como si estuvieran en su propio territorio.
Esta teoría de la ficción fue aceptada en su época por la práctica diplomática, debido a la
simplicidad de sus fundamentos y a la valía de la doctrina que la sostuvo. Posteriormente la
ficción de la extraterritorialidad, basada en una ficción jurídica, fue desestimada ya que no
se ajustaba a la realidad de las relaciones de convivencia pacífica entre los estados. Uno de
sus más exponentes críticos y, con razón fue Fauchille. Es que, como manifiesta el doctor
Lucio M. Moreno Quintana, "aparte de inverosímil y anacrónica, es también peligrosa
porque su aceptación acarrearía consecuencias imprevisibles y absurdas" 12.
Asimismo, para Oppenheim, la extraterritorialidad que las leyes internas de los miembros
de la comunidad internacional deben reconocer a los agentes diplomáticos, se basa en la
necesidad que tiene el agente de ser independiente de la jurisdicción, controles del Estado,
etc., del Estado que lo recibe en cumplimiento de su misión. Para este autor "la
extraterritorialidad es en todo caso, sólo una ficción, porque los agentes diplomáticos no se
hallan en realidad fuera, sino dentro del estado de residencia''. El término
"extraterritorialidad" resulta para el citado autor "aprovechable, pues revela claramente el
hecho de que los agentes deben ser tratados en muchos aspectos, como si no se encontrasen
dentro del territorio de los Estados que los reciben" 14.
La teoría de la extraterritorialidad, tuvo gran influencia hasta fines del siglo XVIII,
aceptada por muy pocos autores, fue asimismo desestimada por la mayoría de la doctrina
autorizada como Fauchille, Strupp, Fiore y Podestá Costa, entre otros.
Antiguamente, se les daba ese carácter a aquellos enviados diplomáticos que representaban
la persona misma del soberano, por eso el Reglamento de Viena de 1815 decía que los
embajadores, legados o nuncios "son los únicos que tienen carácter representativo". Esto se
debía a la desigualdad de rango entre los estados, por lo cual sólo los estados más
importantes y organizados, de acuerdo a una forma de gobierno, podían ejercer la dirección
de la sociedad internacional.
Actualmente, la doctrina sobre la materia es que la soberanía radica en el pueblo, o sea con
carácter representativo, derivado de la propia representación del estado.
Cualquiera sea la categoría de los agentes diplomáticos, son siempre representantes del
estado que los envía, el carácter representativo es igual para todos. Todos son ministros
públicos. La Convención sobre funcionarios diplomáticos de La Habana de 1928, establece
en su artículo 3° "gozan de los mismos derechos, prerrogativas e inmunidades, salvo en
materia de precedencia y etiqueta". Es una consecuencia del principio de igualdad jurídica
de los estados. Prerrogativas se entiende en un sentido amplio y genérico, el atributo que
asiste a una determinada función para, como dice el doctor moreno quintana, prevalerse de
una garantía excepcional o eximirse, en ciertos aspectos, de la observancia del orden
jurídico común 16. La inmunidad es la eximición de sometimiento a la jurisdicción local de
ciertas personas o cosas y el privilegio es la facultad de una persona o condición de una
cosa de beneficiarse con alguna ventaja o verse librada de una carga o gravamen.
Por lo tanto, el término inviolabilidad implica un más alto grado de protección a la persona
del agente diplomático y a sus pertenencias, que el que es acordado a una persona privada.
Se extiende a su familia, comitiva, sirvientes, casas, carruajes, bienes, archivos,
documentos de cualquier clase y a su correspondencia oficial, llevada por sus correos o
mensajeros.
Consecuentemente con este criterio, es deber del gobierno ante el cual los agentes
diplomáticos están acreditados, tomar todas las medidas necesarias para salvaguardar la
inviolabilidad de los mismos y protegerlos de cualquier acto de violencia u ofensa. La
ofensa que se les infiere, es una ofensa al estado que representan, es una lesión al Derecho
Internacional. Si tal ofensa fuera cometida por un oficial público, el gobierno les debe una
adecuada reparación. En casos extremos, a veces, ha dado lugar a serias consecuencias.
Uno de los más notorios, es el del arresto del embajador ruso en Londres en 1708, que
determinó la aprobación del Act. 7 Anne, Cap. 12 "para prevenir parecidas insolencias para
el futuro" .
16 Moreno Quintana, Lucio M., Tratado de derecho internacional, Buenos Aires, 1963, t. I,
pág. 454.
17 Br. and For. State Papers.. i 933.
En 1913, el agregado naval griego en Constantinopla, fue insultado por un agente de policía
turco. Por esta ofensa fueron presentadas excusas personalmente por el prefecto de policía
turco. El agente de policía fue despedido y castigado y se anunciaron públicamente las
medidas a tomar por el gobierno turco, para dar satisfacción al gobierno griego 19.
Ejemplos más graves son los de los Boxers, que tuvieron lugar en China en 1899, cuando el
ministro alemán y el canciller japonés fueron muertos por tropas chinas, y asimismo, las
legaciones extranjeras sitiadas. El asesinato en Moscú y Petrogrado en 1918, del embajador
alemán y del agregado naval británico. El asesinato en Polonia en 1927 de Voikov, ministro
soviético en Varsovia, muerto a pesar de que se le había ofrecido protección policial. El
caso de M. Vorosky, observador soviético a la Conferencia de Lausanna, asesinado en
Suiza en 1923, puede ser también mencionado, ya que fue objeto de serias quejas por parte
del gobierno soviético al gobierno suizo, a pesar de que éste último, no había sido
oficialmente informado de su presencia en Suiza.
Un gobierno debe asegurar los medios o procedimientos adecuados para el castigo de las
ofensas cometidas por los individuos, contra agentes diplomáticos. En la mayoría de los
países han sido establecidas leyes especiales para tal propósito. Como ejemplo, citaremos a
la ley norteamericana que dice: "A la persona que asalte, golpee, hiera, encarcele, o de
cualquier otra manera cometa violencia contra la persona de un ministro público, en
violación de la ley de las naciones, será encarcelada por más de tres años, y multada a
discreción de la Corte" (Estatutos revisados de Estados Unidos. Punto 4002).
Cuando no exista tal ley especial, se emplea el procedimiento ordinario de la ley penal 20.
El castigo de un crimen u ofensa, depende de las reglas del derecho penal y del
procedimiento criminal que rige en el país. El Poder Ejecutivo de ese país no puede, como
norma, intervenir en la administración de la justicia.
Si no hay procedimiento especial para el castigo de las ofensas contra la ley internacional,
el juicio por éstas, debe ser remitido a los tribunales ordinarios. El Estado ofendido no tiene
ningún derecho de reclamar un proceso distinto del judicial ordinario y tiene que aceptar,
inclusive, si el acusado es absuelto o castigado con una pena menor que la que él puede
considerar justa (Blumtschili) 21.
Esta situación puede, sin embargo, ser refutada por el estado ofendido. Así, por ejemplo, en
1912 el encargado de negocios norteamericano en Cuba, fue asaltado por el periodista de
un diario cubano, el que fue arrestado, pero luego absuelto por la Corte cubana, con la
observación de que era indiferente si la persona atacada era el ministro americano o un
cubano de la clase más baja. El gobierno de Estados Unidos protestó contra esta
interpretación de la ley internacional y, el ofensor, fue finalmente sentenciado a dos años y
medio de cárcel 22.
La inmunidad no queda afectada por la declaración de guerra entre el país a que pertenece
un diplomático y aquel ante el cual está acreditado 23. En tal evento, es deber del gobierno
ante el cual está acreditado, tomar todas las precauciones contra cualquier violencia dirigida
contra él o contra las personas que pertenecen a su familia, o comitiva a quienes alcance el
derecho de inviolabilidad, o contra su residencia o equipaje, debiéndosele permitir partir
con su comitiva, con la máxima seguridad. En caso de necesidad se le proporcionarán
facilidades especiales, libres de todo gasto 24, y luego de su partida la embajada y todo lo
que comprende a la misma, serán respetados.
Se espera, que, por su parte, el agente diplomático de que se trate, prestará la debida
observancia a las leyes y regulaciones para el mantenimiento del orden público y seguridad
del estado donde deba residir para el cumplimiento de su función, y, asimismo, se abstendrá
de todo acto que pueda dar origen a razonables motivos de queja por parte del Estado
receptor. La corrección de su propia conducta, será la mejor garantía de la inviolabilidad
reclamada por él. Sí bien, en general su conducta escapa a la jurisdicción policial, ello no
implica el derecho que pueda arrogarse el diplomático a desatender disposiciones
necesarias para el bienestar de la comunidad que habita.
Si por el contrario, el diplomático fuera el ofendido, deberá reclamar ante el gobierno que
está acreditado y, si no halla satisfacción por esta vía, debe solicitar a su propio gobierno
que le sea reparada la ofensa.
Es que, los representantes diplomáticos quedan bajo la protección del Estado receptor,
como quedaban en la antigüedad bajo la protección de los dioses.
martens sostenía que los estados, en casos graves, pueden apoyar reclamaciones del estado
ofendido y hasta castigar ellos mismos, la violación del derecho internacional 25.
Asimismo, vattel proponía que un asunto de esta naturaleza, es la querella de todas las
naciones interesadas en mantener como sagrados, el derecho y los medios que ellos tienen
de comunicarse y de tratar sus asuntos. El que hace violencia a un embajador o a cualquier
otro ministro público, no injuria solamente al soberano que ese ministro representa, hiere la
seguridad común y la tranquilidad de las naciones, se hace culpable de un crimen atroz
hacía todos los pueblos 26.
Por otra parte, el agente diplomático se halla exento de la jurisdicción civil del Estado
receptor, excepto en lo relativo a juicios universales, laborales y provisionales, en los que
actúe como particular.
En esta situación muchos autores distinguen los actos practicados por el estado como
persona pública o en el ejercicio del derecho de soberanía, de los que el mismo estado
realiza como persona privada. Como persona pública, dicen, un estado nunca puede ser
sometido a la competencia dei una autoridad judicial extranjera. Como persona privada, en
cambio, será equiparado a simples particulares, sometidos a jurisdicción de tribunales
extranjeros 27.
27 Accioly, Tratado de derecho internacional público, Madrid, 1958, pág. 246, citado por
Pérez, Benito, en Régimen jurídico de empleados de misiones diplomáticas. La Plata, 1980,
pág. 60.
28 Pérez, Benito, Régimen jurídico de empleados de misiones diplomáticas, La Plata, 1980,
págs. 60-61.
Sin embargo, si un Estado extranjero acepta ser demandado, no es necesario aplicar las
reglas de la inmunidad. Esto quedó reflejado en el artículo 24 del precitado Decreto Ley no
1285, que prohibe los litigios contra un Estado extranjero, sin su consentimiento previo
(Anales de Legislación Argentina XVII a pág. 589). Asimismo, quedó establecido que la
renuncia a la inmunidad en lo referente al procedimiento, no se entiende en cuanto a la
inmunidad de ejecución, más aún en lo relativo a las actividades comerciales, excepto que
exista prueba evidente en contrario. El consentimiento puede ser expreso o tácito. La
Jurisprudencia ha demostrado en el caso Acuña de Arce vs. Solórzano (International Law
Reports, 1956, pág. 422), cuando el secretario de la embajada mexicana en Santiago, fue
demandado en relación con un arrendamiento que establecía que, las reclamaciones sobre
sus términos quedaban sujetos a la jurisdicción local. Cuando se le notificó un
mandamiento ordenándole dejar el local, el demandado cumplió, no alegando la inmunidad.
Posteriormente, el embajador mexicano en Chile elevó su protesta al Ministro de
Relaciones Exteriores, en la que expresaba que el demandado no gozaba de la autorización
de su gobierno para renunciar a la inmunidad. La Suprema Corte de Justicia de Chile,
invocando el artículo 19 de la Convención de La Habana de 1928 sobre Inmunidades
Diplomáticas, sostuvo que a falta de autorización de su gobierno, la renuncia era inválida
desde el comienzo, aunque podía inferirse por el hecho de que el demandado firmó el
contrato de arrendamiento, por su comparecencia en el juicio respecto a éste y por haber
cumplido con el mandamiento del tribunal inferior, A conclusiones similares llegó la
Suprema Corte de Justicia de la República Argentina en el caso Re Alberto Grillen, hijo, en
1929 (Caso no 194 - Annual Digest of Public International Law Cases 1919-1949). Del
mismo modo la iniciación de un procedimiento por un agente diplomático, se ha
interpretado con frecuencia como un acatamiento implícito al ejercicio de la jurisdicción
local. La Suprema Corte de Justicia de la República Argentina lo declaró así en el caso
Ghossein vs. Vila Alquila en el año 1955 (International Law Reports, 1955, pág. 539), en
un juicio entablado por el ministro libanés. En este caso, el hecho de establecer una
demanda, debe interpretarse como una renuncia implícita.
La Revista Jurídica argentina La Ley del año 1956, pág. 262, en un comentario sobre el
caso precedentemente citado, resaltó que la inmunidad diplomática es un atributo de la
soberanía del estado que envía y no del diplomático, ya que este debe obtener el
consentimiento de su gobierno para renunciar a la inmunidad.
Muchos de los problemas de la renuncia a la inmunidad se resolvieron con el artículo 32 de
la Convención de Viena de 1961.
Así, muchas veces sin precisar o algunas otras indistintamente, se habla de inmunidades,
privilegios, prerrogativas, inviolabilidad, exenciones, franquicias, etc.
Creemos que, como reconocen gran parte de prestigiosos autores y se estipula claramente
en el preámbulo de la Convención que estudiamos, que en la actualidad debe admitirse que
todas aquellas situaciones tienen un mismo fundamento: el eficaz desempeño de las
funciones diplomáticas".
En consecuencia, y para trabajar con la mayor precisión posible, como corresponde en toda
labor científica, debe buscarse el empleo de una única denominación que a la vez sea lo
más genérica posible y, por otra parte, esté acorde con la verdadera razón de ser del
concepto nominado. En castellano, por lo menos, opinamos que la expresión más correcta
es la palabra "prerrogativa", no sólo por ser más comprensiva, sino además y
principalmente, porque se adapta a la perfección, al fundamento que acabamos de señalar.
En efecto, de todos los vocablos usados, indudablemente, los dos más genéricos son
"privilegio" y "prerrogativa", pero analizando el significado exacto de cada uno de ellos
comprobamos que, si bien en su uso vulgar pueden emplearse como sinónimos,
estrictamente difieren en algo primordial. El "privilegio" es una gracia o exención que se
concede a uno y no a otro, pero ello puede ser arbitrariamente, en cambio la "prerrogativa"
es lo mismo, pero con el aditamento de que esa situación especial va anexa, regularmente, a
una dignidad, empleo o cargo. Es evidente, pues, que ésta última palabra es la que mejor
corresponde emplear si nos atenemos a la fundamentación aceptada.
Es muy lamentable que en esta Convención, que, como primer punto de su trabajo entendió
que debía definir una serie de términos, cosa que hizo con completo acierto al tratar el
artículo 1°, no haya considerado definir éste, como lo hizo con aquellos. (Convención de
Viena de 1961, art. 1°).
Las más eminentes autoridades en la materia han dedicado mucho tiempo a la tarea de
tratar de integrar en un código internacional, los principio tradicionalmente aceptados.
Bluntschili, en el año 1868, Flore en 1890, Pessoa en 1911 y Phillimore en 1926 han
tratado este tema con amplitud y maestría en sus proyectos de codificación.
La III Conferencia Panamericana que tuvo lugar en Río de Janeiro en 1906, designó una
Comisión de Juristas encargados de abocarse a la tarea de preparar una codificación del
Derecho Internacional. Debido a dificultades de índole diversa, entre las cuales la más
importante fue la Primera Guerra Mundial, esta Comisión de Juristas permaneció inactiva
hasta que, en 1924, en una situación más favorable, el Comité Directivo de la Unión
Panamericana solicitó al Instituto Americano de Derecho Internacional, que sometiera a ese
grupo de juristas, la consideración de todos los proyectos y antecedentes de que se
dispusiera. El mencionado Comité de Juristas se reunió en Río de Janeiro en 1927, donde
procedió a considerar treinta proyectos diferentes sobre la cuestión, reduciendo su número a
doce luego de arduos estudios.
Por todo ello, esta Convención de La Habana de 1928, es uno de los antecedentes positivos
inmediatos que han sido tenidos en cuenta en la Convención de Viena de 1961.
Asimismo, un ensayo de codificación fue encarado bajo los auspicios de la Sociedad de las
Naciones, la que designó un Comité de Expertos que eligieron once temas de investigación
y estudio, que luego redujeron a siete, por considerar que eran los que estaban
suficientemente maduros para una codificación. Entre esos siete temas se encontraba lo
referido a ''los privilegios e inmunidades diplomáticas".
En la Conferencia de San Francisco de 1945 hubo gran discusión hasta que finalmente, se
aprobó el texto del artículo 13 de la Carta, en que se dispuso que la Asamblea General
inciará estudios y hará recomendaciones con el objeto de "impulsar el desarrollo progresivo
del Derecho Internacional y su codificación".
En la Asamblea General se creó un comité de 17 miembros que aconsejaría los medios para
que la Asamblea cumpliera con lo preceptuado en el artículo 13. Uno de los primeros
problemas fue determinar si existía diferencia entre desarrollo progresivo y codificación. La
U.R.S.S. dijo que no había diferencia; codificar era clasificar creando a su vez normas que
importaban un desarrollo progresivo. En cambio, los angloamericanos sostenían que
"codificar" era traducir en normas internacionales un derecho preexistente, y "desarrollo
progresivo" era llenar el vacío en que no había normas de derecho internacional. La
Comisión no se pronunció de modo definitivo y el problema se agudizó en cuanto al
método para lograr tales objetivos. El sistema de Restatement (reformulación) fue
propuesto por algunos países cuando se trató de codificar y el mismo consistía en dar forma
articulada a las normas de los tribunales que tenían valor obligatorio. Se dijo, como
observación, que era una tarea técnica. Era el sistema usado en los países anglosajones y
consistía en regularizar los artículos existentes, tarea que era realizada por instituciones
jurídicas de gran prestigio.
En definitiva, la Asamblea General no era el ámbito propicio para la tarea, debido al gran
número de sus componentes y, por ello se recomendó un Consejo de Expertos cuyos
miembros la realizaría no como representantes de estados, sino que serían designados por
su competencia en derecho internacional.
En la IIa Asamblea General del año 1947, por Resolución 174 se crea la Comisión de
Derecho Internacional aprobándose su Estatuto, en el que se definía sus funciones y se
regulaba la elección periódica de sus miembros por la misma Asamblea. El objeto de la
Comisión se encuentra en el artículo 1° del Estatuto de la Comisión de Derecho
Internacional que dice: "Promover el desarrollo progresivo del derecho internacional y su
codificación" y el artículo 15 del mismo Estatuto, cuando se refiere a las funciones de la
Comisión, nos da la definición de desarrollo progresivo y de codificación. Dice el artículo
15: ''En los artículos siguientes la expresión «desarrollo progresivo del derecho
internacional» es utilizada por comodidad, para designar la elaboración de proyectos de
convenciones sobre temas que no hayan sido regulados todavía por el derecho internacional
o respecto a los cuales los Estados no hayan aplicado, en la práctica, normas
suficientemente desarrolladas. Del mismo modo, la expresión «codificación del derecho
internacional» se emplea, por comodidad, para designar la más precisa formulación y la
sistematización de las normas de derecho internacional en materias en las que ya exista
amplía práctica de los estados, así como precedentes y doctrinas" 30.
Hoy están en vigencia, las cuatro Convenciones aprobadas en 1958 en Ginebra referentes a
Mar Territorial y Zona Contigua, Alta Mar, Pesca y Conservación de los Recursos Vivos
del Mar y Plataforma Continental, la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas
de 1961, motivo de esta publicación, la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares
de 1963. En 1969 se aprobó la Convención sobre Misiones Especiales en New York y ese
mismo año, en Viena la Convención sobre Derecho de los Tratados. En 1975 se aprobó
también en Viena la Convención sobre Relación entre los Estados y las Organizaciones
Internacionales. Asimismo, en un intento de modificar o establecer algunas de las normas
de las Convenciones de Ginebra de 1958, se realizaron posteriores reuniones,
complementando muchos puntos que en ese momento no habían sido definidos, como la
extensión del mar territorial y el régimen de explotación de los fondos marinos y oceánicos,
más allá de las jurisdicciones nacionales.
1- Significado de las palabras que sirven para denominar a los miembros de las misiones.
12- El Estado acreditante no puede establecer oficinas fuera del lugar donde radique su
misión.
15- Los estados se pondrán de acuerdo sobre la clase a que pertenecerán sus representantes.
38- Limitación de la inmunidad al agente diplomático que es nacional del estado aceptante.
44- En caso necesario, el Estado receptor colaborará para que los funcionarios que integran
la misión diplomática puedan abandonar el país.
52- El Secretario General de las Naciones Unidas informará a los estados sobre las
ratificaciones y adhesiones.
53- El original de esta Convención será depositado en poder leí Secretario de las Naciones
Unidas.
El preámbulo aprobado por la Convención está basado en una propuesta efectuada por
Burma, Ceylán, India, Indonesia y la República Arabe Unida, que a su vez incorpora una
previa proposición de México, en el sentido de que los privilegios e inmunidades, eran
garantidos no para beneficio de los individuos, sino para la eficiente realización de las
funciones de la misión diplomática y en calidad de representantes de los estados. "Los
estados partes en la presente Convención: "Teniendo presente que desde antiguos tiempos
los pueblos de todas las naciones han reconocido el estatuto de los funcionarios
diplomáticos. "Teniendo en cuenta los propósitos y principios de la Carta de las Naciones
Unidas relativos a la igualdad soberana de los estados, al mantenimiento de la paz y de la
seguridad internacionales y al fomento de las relaciones de amistad entre las naciones.
Varias delegaciones, entre las que se encontraban la de nuestro país. Estados Unidos y
otras, intervinieron en el estudio y discusión de este punto, con proposiciones tendientes a
llegar a un acuerdo sobre el mismo, cosa muy importante, ya que para esta categoría se
establecen considerables privilegios e inmunidades. En el desarrollo de tales discusiones, se
vio claramente que el concepto de familia, varía según del país de que se trate. Por tal razón
la Conferencia decidió no definirlo, dejando librado a la aplicación de las reglas
consuetudinarias, el esclarecimiento de las situaciones que pudiesen surgir a este respecto.
c) por "miembros del personal de la misión", se entiende los miembros del personal
diplomático, del personal administrativo y técnico y del personal de servicio de la misión;
d) por "miembros del personal diplomático'', se entiende los miembros del personal de la
misión que posean la calidad de diplomáticos;
f) por "miembros del personal administrativo y técnico", se entiende los miembros del
personal de la misión empleados en el servicio administrativo y técnico de la misión;
g) por "miembros del personal de servicio", se entiende los miembros del personal de la
misión empleados en el servicio doméstico de la misión;
i) por "locales de la misión'', se entiende los edificios o las partes de los edificios, sea cual
fuere su propietario, utilizados para las finalidades de la misión, incluyendo la residencia
del jefe de la misión, así como el terreno destinado al servicio de esos edificios o de parte
de ellos." El artículo 2° mantiene el clásico principio de que las relaciones diplomáticas
entre los estados, se efectúan por consentimiento mutuo de los mismos.
Por otra parte, hoy es común que muchos estados, por diversas razones, entre ellas la de
economía, establezcan Secciones Consulares dentro de la respectiva Embajada.
b) Proteger en el Estado receptor los intereses del Estado acreditante y los de sus
nacionales, dentro de los límites permitidos por el derecho internacional;
d) Enterarse por todos los medios lícitos de las condiciones y de la evolución de los
acontecimientos en el Estado receptor e informar sobre ello al gobierno del Estado
acreditante;
Si bien la misión de los agentes diplomáticos en sus relaciones con los estados receptores es
la de contribuir a estrechar vínculos de amistad y cooperación entre los respectivos estados,
acreditante y receptor, son deberes y atribuciones de los mismos, según martens 33, los de
representación y observación. En su carácter representativo el funcionario diplomático trata
a nombre de su gobierno los asuntos que interesan a ambos países, mantiene la
correspondencia, protege a los nacionales, negocia y suscribe tratados, hace que se
cumplan, en una palabra, defiende los intereses del país que representa.
En cuanto al deber de observación, el diplomático debe seguir con la debida atención los
acontecimientos políticos, sociales y económicos, como así también la opinión de la prensa
del país donde ejerce sus funciones, con el fin de informar sobre todo ello a su gobierno. Es
por tal razón que deberá tener un amplio poder de observación y adelantarse a los sucesos
en todo acontecimiento que pueda interesar a su gobierno, siendo de conveniencia que, sus
informes lleguen antes de que las noticias sean propaladas por la prensa.
Pero, en caso de que el candidato no obtuviera tal "placet", el Estado receptor no está
obligado a expresar al Estado acreditante los motivos de su actitud. Este agregado, que fue
sostenido por la delegación argentina y aprobado por la Convención, recoge la norma
predominante en la teoría y en la práctica internacional.
La misión diplomática se inicia con el reconocimiento que hace el Jefe de Estado ante el
cual se acredita el agente, de la persona y de la jerarquía que ejerce el representante. Previas
a este momento en que el agente comienza a ejercer sus funciones diplomáticas, se realizan
una serie de actos o diligencias. Primeramente, la consulta confidencial al gobierno del
Estado receptor, acerca de si la persona que se piensa designar es o no grata a ese gobierno
y si obviamente ostenta un curriculum acorde con el cargo que desempeñará. Si la respuesta
es afirmativa, se protocolizarán esas consultas por escrito y las mismas generarán la
admisión o el beneplácito por parte del Estado receptor para que esa persona ejerza su
misión diplomática. Esto recibe el nombre de "placel" o "agreement". Es discrecional la
apreciación por parte del Estado receptor, la aceptación o rechazo de la persona designada y
en su caso no será necesario manifestar el motivo de su rechazo.
El mismo criterio del artículo 4° de esta Convención de Viena de 1961, se aplicó, como lo
veremos al reaparecer en lo referente a la posibilidad de acreditar a un jefe de misión ante
dos o más estados, o bien destinar a ellos a cualquier miembro del personal diplomático,
salvo que alguno de los estados receptores se oponga expresamente.
Asimismo, se mantiene el criterio en el artículo 6° cuando establece que dos o más estados
podrán acreditar a la misma persona como jefe de misión ante un tercer estado, salvo que el
Estado receptor se oponga a ello y, también en el artículo 9° cuando establece que, un
estado no tiene que exponer los motivos de su decisión, cuando declara persona "non grata''
a un jefe o miembro de misión.
"Artículo 4°.
2.—El Estado receptor no está obligado a expresar al estado acreditante los motivos de su
negativa a otorgar el asentimiento''.
Tanto el informe Sandstrom como el proyecto provisional de la Comisión de Derecho
Internacional, habían omitido prescripciones referentes a si un jefe de misión puede ser
acreditado en ese rango ante más de un estado. Una propuesta de Estados Unidos, que ya
había sido presentada en 1958 36, aconsejaba se permitiera acreditar a un jefe de misión
ante más de un estado; fue aprobada e incluida en el artículo 5°. También quedó incluida en
este artículo una propuesta de Checoslovaquia, referente a que si un estado acredita a un
jefe de misión ante dos o más estados, podrá establecer una misión diplomática dirigida por
un Encargado de Negocios "ad interim",' en aquellos estados donde no resida en forma
permanente el jefe.
Como tercer punto del artículo 5° se aceptó una proposición de Colombia de que cualquier
diplomático que esté representando a su país ante otro, puede al mismo tiempo
representarlo ante una organización internacional.
36 Report of the Delegation, of the United States of América. United Nations Conference
on Diplomatic Intercourse and Immunities, pág. 9.
"Artículo 5°:
2. — Si un estado acredita a un jefe de misión ante dos o más estados, podrá establecer una
misión diplomática dirigida por un encargado de negocios "ad interim" en cada uno de los
estados en que el jefe de la misión no tenga su sede permanente.
3. —El jefe de misión o cualquier miembro del personal diplomático de la misión podrá
representar al Estado acreditante ante cualquier organización internacional''. El artículo 6°
recogió la proposición de los Países Bajos 3T sobre si varios estados pueden acreditar como
jefes de sus misiones a la misma persona, siempre que el Estado aceptante no tenga nada
que objetar.
"Artículo 6°:
Dos o más estados podrán acreditar a la misma persona como jefe de misión ante un tercer
estado, salvo que el Estado receptor se oponga a ello".
Una práctica que es norma corriente entre los estados fue aceptada en el artículo 7°, en la
que se refiere a los agregados de las fuerzas armadas, de los cuales el Estado receptor podrá
exigir se le sometan de antemano sus nombres, para otorgarles su "aprobación''.
Los agregados militares, navales y aéreos son designados a propuesta de sus respectivos
Ministerios o Estados Mayores y tienen una doble dependencia, de sus Estados Mayores
por una parte, pero, directamente del jefe de la misión donde han sido designados. Sus
funciones, aparte de las directivas de sus Estados Mayores de un sistema de trabajo en
equipo, representan en el país donde están acreditados a las respectivas fuerzas, realizando
funciones de relaciones públicas no convencionales, sino de acuerdo a necesidades
políticas, realizan trámites de relaciones amistosas entre ejércitos, asesoran en lo
esencialmente técnico a sus respectivos embajadores, son intermediarios en lo relativo a los
cursos de perfeccionamiento sobre sus especialidades y que puedan interesar a ambos
países. Asimismo, son los encargados de estudiar el perfeccionamiento de los armamentos
y la organización de las distintas fuerzas armadas, que son las que garantizan la seguridad
interna y defienden la soberanía de los estados.
37 Official Records.
Tenemos como ejemplo, lo que sucedió en la Argentina con el agregado naval alemán,
capitán Dietrich Niehbur, que al ser acusado de espionaje por la representación diplomática
de los Estados Unidos y no autorizar su gobierno su sometimiento a la justicia local, debió
ser retirado por exigencia del gobierno argentino el 12 de enero de 1943. Otros casos más
recientes son los del retiro por haber sido declarado persona "non grata" por el gobierno
argentino provisional el 1° de julio de 1955, del agregado naval soviético, capitán
Alexander D. Morosov. Y más recientemente, en febrero de 1982, el pedido de retiro dentro
de las 48 horas del agregado militar ruso ante el gobierno de los Estados Unidos de
América.
38 Moreno Quintana, Lucio M., Tratado de derecho internacional 1963 t. I, pág. 475.
Igualmente "las maniobras llevadas a cabo por la Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos
en el Atlántico Sur en defensa del continente, en prevención de un posible ataque de una
potencia extranjera'' 39.
Las fuerzas armadas deben estar, por principio y en todo momento, en condiciones de poder
defender, con posibilidades de éxito, la soberanía de la nación en el orden internacional,
permitiendo al estado seguir la política externa que, de acuerdo con el problema que le
plantea su situación geopolítica particular y sus posibilidades, sigue la autoridad encargada
de esta tarea, el Poder Ejecutivo de la Nación.
A los efectos del orden de precedencia de los Agregados Militares, Navales y Aeronáuticos
de las Fuerzas Armadas, con respecto a los restantes miembros de la misión, primeramente,
se tendrá en cuenta el grado militar correspondiente, de conformidad con las disposiciones
vigentes sobre equiparación de las jerarquías militares y diplomáticas (Reglamento
Consular, t. I. Anexo 2, decreto 12.354/ 47) a saber:
39 Pérez, Benito, Régimen jurídico de empleados de misiones diplomáticas, 1980, pág. 11.
40 Military Review. Edición Hispanoamericana. 1951 t. XXX, # 12, pág. 25.
41 Revista Militar 1956. N"? 638, pág. 10.
En los casos en que, además del funcionario diplomático colocado en segundo término,
porque le corresponde reemplazar al jefe de la misión en caso de su ausencia, y que haya
otro diplomático con rango superior o igual al de los agregados de las: Fuerzas Armadas, el
funcionario diplomático tendrá precedencia sobre estos últimos.
En todos los actos oficiales realizados en tierra con la participación de la oficialidad de una
fuerza militar naval, terrestre o aérea argentina, se observará a efectos de la precedencia, la
equivalencia de grados y jerarquías militares y diplomáticas que expuse anteriormente,
siempre observando la reglamentación vigente, debiendo, en caso de equivalencia de
jerarquía, ceder el funcionario diplomático, excepto el jefe de misión, por cortesía, la
precedencia al jefe u oficial visitante respectivo. El jefe de la misión diplomática, siempre,
cualquiera sea el grado o situación del visitante, ocupará el primer lugar en el orden de
precedencia, en todos los actos.
"Artículo 7°:
Sin perjuicio de lo dispuesto en los artículos 5°, 8°, 9° y 11°, el estado acreditante nombrará
libremente al personal de la misión. En el caso de los agregados militares, navales o aéreos,
el Estado receptor podrá exigir que se le sometan de antemano sus nombres, para su
aprobación." El artículo 8° señala dos principios que la lógica y la práctica consagran: 1°
Los diplomáticos deben tener la nacionalidad del país que los envía y 2° Los diplomáticos
de la misión no podrán ser elegidos entre personas que tengan la nacionalidad del Estado
receptor, todo esto con la reserva de que el estado tiene el derecho de consentir que se haga
lo contrario, si así lo decide.
Es evidente que con este artículo se ha dejado sentado el principio de que el diplomático
debe ser nacional del estado que lo envía y de que no deberá tener la nacionalidad del
Estado receptor. Son principios básicos, ya que ninguna persona puede estar en mejores
condiciones, poseyendo la misma nacionalidad del Estado receptor que los otros habitantes,
tendrían inmunidades y privilegios que no alcanzarían al resto de los nacionales. Pero sí, en
principio, deberá tener la nacionalidad del Estado acreditante, ya que lo va a representar y
defenderá sus intereses. El artículo hace la reserva de que podrá tener la nacionalidad del
Estado receptor si tiene el consentimiento de éste. Lo mismo sucederá con los diplomáticos
que puedan ser acreditados y que no tengan la nacionalidad del Estado acreditante ni la del
Estado receptor, sino la nacionalidad de un tercer estado. El Estado receptor se reserva el
derecho de admitirlos, como así también el de retirarlos en cualquier momento.
"Artículo 8°:
1. — Los miembros del personal diplomático de la misión habrán de tener, en principio, la
nacionalidad del Estado acreditante.
2. — Los miembros del personal diplomático de la misión no podrán ser elegidos entre
personas que tengan la nacionalidad del Estado receptor, excepto con el consentimiento de
ese estado que podrá retirarlo en cualquier momento". El artículo 9° reafirma la autoridad
del Estado receptor para declarar persona "non grata" o no aceptable a cualquier miembro
de la misión, incluyendo al jefe y esto, aun antes de haber llegado al territorio del Estado
receptor, sin expresar los motivos de la decisión, debiendo el Estado acreditante proceder
según el caso, a retirar a la persona o poner término a sus funciones. Si el Estado
acreditante se negase a retirar al funcionario, dentro de un plazo razonable, al Estado
receptor le cabe el derecho de negarse a reconocer al mismo como miembro de la misión.
En caso de ser declarado persona "non grata", el funcionario respectivo partirá del país, tan
pronto como le sea posible, salvo instrucciones en contrario del Ministerio de Relaciones
Exteriores que lo ha acreditado. Si el funcionario no tuviese un plazo perentorio para
abandonar el país, su permanencia en el mismo no deberá exceder a lo sumo de una
semana. Esta disposición también se aplica a los miembros no diplomáticos de la misión
que fueran declarados "no aceptables''. Diferente es el caso de expulsión de un funcionario,
quien deberá partir en el plazo indicado por el Estado receptor.
"Artículo 9°:
1. — El Estado receptor podrá en cualquier momento y sin tener que exponer los motivos
de su decisión, comunicar al Estado acreditante que el jefe u otro miembro del personal
diplomático de la misión es persona "non grata", o que cualquier otro miembro del personal
de la misión no es "aceptable". El Estado acreditante retirará entonces a esa persona o
pondrá término a sus funciones en la misión, según proceda. Toda persona podrá ser
declarada "non grata" o no "aceptable" antes de su llegada al territorio del Estado receptor.
A los efectos del reconocimiento por parte del Estado receptor de los privilegios,
prerrogativas e inmunidades, es obligación de la misión comunicar al Ministerio respectivo
local, el nombramiento de todo nuevo funcionario luego de su llegada y asunción de
funciones y requerir en esa oportunidad, las credenciales o documentos que otorguen en el
país, a fin de acreditar la condición de miembro del Cuerpo Diplomático Extranjero.
Asimismo la misión comunicará la llegada y salida definitiva del funcionario o de toda
persona perteneciente a la familia de un miembro de la misión y, en su caso, el hecho de
que otra persona entre a formar parte vincular de la familia o cese el vínculo con la misma.
A su vez, la misión deberá comunicar la llegada y salida definitiva de los empleados
domésticos al servicio de las personas pertenecientes al servicio diplomático o su familia,
como así también su cese de servicio. Además, se comunicará la contratación y el despido
de personas residentes en el Estado receptor, que formen parte de la misión en el carácter
de miembros o criados particulares —empleados— que tengan derecho a privilegios e
inmunidades.
"Artículo 10:
c) La llegada y salida definitiva de los criados particulares al servicio de las personas a que
se refiere el inciso a) de este párrafo y en su caso, el hecho de que cesen en el servicio de
tales personas.
El asunto del número de miembros de una misión acreditada ante determinado estado, dio
lugar al planteo de delicadas cuestiones que fueron resueltas reafirmando el principio de la
soberanía de las naciones. El aumento desmedido de la cantidad de miembros de una
representación diplomática dada, puede originar conflictos y, en efecto, los ha originado
más de una vez sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial. A esto, se une el
derecho del estado local de negarse a recibir determinado tipo de categoría de diplomáticos,
siempre que no lo haga con criterio discriminatorio. La Conferencia adoptó la proposición
argentina que establece que, el Estado receptor podrá requerir que el número de
funcionarios esté dentro de los límites de lo que considere que es razonable y normal, según
las circunstancias y condiciones de ese estado y las necesidades de la misión de que se
trate.
Este criterio no fue compartido por quienes sostuvieron que, una vez establecidas las
relaciones diplomáticas, cada país debe ser dueño de enviar el número de personal de la
misión que considere necesario, así como de establecer las categorías de este personal para
cumplir mejor su cometido 42. Tal fue la posición del Reino Unido y de la Unión Soviética,
entre otros.
"Artículo 11°:
2. — El Estado receptor podrá también, dentro de esos límites y sin discriminación alguna,
negarse a aceptar funcionarios de una determinada categoría".
El artículo 12 refleja la actual práctica internacional que establece que el Estado acreditante
no puede, sin el consentimiento del Estado local, establecer oficinas que formen parte de su
misión diplomática en localidades diversas de aquella donde funciona la misión.
Se ha generalizado que las misiones diplomáticas con todas sus oficinas que la conforman
se establezcan en las capitales del Estado receptor.
"Artículo 12.
El Estado acreditante no podrá, sin el consentimiento previo y expreso del Estado receptor,
establecer oficinas que formen parte de la misión en localidades distintas de aquella en que
se radique la propia misión."
Una vez designado el jefe de misión, éste deberá comunicar con la debida antelación la
fecha, día y hora de llegada al país de destino, a quien se halle al frente de la Misión que él
ocupará, quién a su vez, lo pondrá en conocimiento del Ministerio local a sus efectos, y en
caso de ser de práctica dentro de los usos locales, del decano del Cuerpo Diplomático
Extranjero, siempre que éste pertenezca a un estado reconocido del gobierno que lo
designe.
42 Official Records.
"Artículo 13:
43 A Cuide to Diplomatic Practico, by the late Rt. Hin. Sir Ernest Satow. 317.
"Artículo 14:
44 Verdross, Derecho Internacional Público, trad. esp. Madrid, 1969, pág. 259.
El jefe de misión, ya sea de carácter titular o "ad interim", o cualquiera fuera su clase o
jerarquía en el escalafón del servicio exterior de su país, tiene la precedencia en todos los
casos sobre los restantes funcionarios e integrantes de la Representación Diplomática, sin
excepción.
En casos de que además del funcionario que sea designado como Encargado de Negocios
"ad interim", haya otro diplomático con rango superior o igual al de los agregados de la
FF.AA. el funcionario diplomático tendrá precedencia sobre estos últimos.
Con similar criterio se estableció que los estados se pondrán de acuerdo respecto a la clase
a que habrán de pertenecer los jefes de misión.
Los Estados se pondrán de acuerdo acerca de la clase a que habrán de pertenecer los Jefes
de Misiones." Los problemas planteados por la precedencia —que otrora dieran lugar a
terribles conflictos, que hoy consideramos triviales— y que en verdad tienen su
importancia práctica, han sido resueltos estableciendo que la precedencia se fijará conforme
el orden de fecha y hora en que el jefe de la misión, haya asumido sus funciones. Luego se
aclara que las disposiciones de este artículo se entenderán sin perjuicio de los usos que se
sigan para con los representantes de la Santa Sede.
"Artículo 16:
45 Moreno Quintana, Lucio M., Tratado de Derecho Internacional Público, 1963, pág.471.
46 Idem, pág. 472.
3. — Las disposiciones de este artículo se entenderán sin perjuicio de los usos que acepte el
Estado receptor respecto de la precedencia del representante de la Santa Sede".
El jefe de la misión deberá comunicar por nota al Ministerio local, el nombramiento de todo
nuevo funcionario luego de su llegada y asunción de funciones, y solicitar en esa
oportunidad las credenciales y documentos que otorguen en el país para acreditar la
condición de miembro del Cuerpo Diplomático extranjero. Asimismo comunicará el orden
de precedencia del personal diplomático de la misión, para lo cual el jefe de la misma,
tendrá en cuenta el orden jerárquico dentro del escalafón del servicio exterior a que
pertenezca, o las que les hubiere sido asignada en el decreto de nombramiento, salvo los
agregados de las Fuerzas Armadas, que tendrán la categoría correspondiente a su grado
militar.
"Artículo 17:
"Artículo 18:
El procedimiento que se siga en cada estado para la recepción de los jefes de misión será
uniforme respecto de cada clase."
Esta disposición fue presentada por España y recogiendo una solución práctica al problema
que ha aparecido muchas veces. A propuesta de Dinamarca en el seno de la Comisión
Plenaria, se aceptó que, hasta un miembro del personal administrativo o técnico pueda
hacerse cargo de los asuntos de carácter corriente previa autorización del Estado local.
Sólo podrán ser acreditados como Encargados de Negocios "ad interina los funcionarios
diplomáticos que sean miembros del escalafón permanente del servicio exterior, en el caso
de funcionarios de menor jerarquía a la de Consejero, deberá recabarse designación
especial del Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado acreditante. Quedan excluidos
los agregados o consejeros especiales o técnicos, cualquiera fuera su categoría, aunque
tengan "status" diplomático como miembros de la misión. Las funciones del Encargado de
Negocios "ad interim" serán las mismas que la del jefe de misión, con la sola reserva que
deriva de la diferencia de categoría. No obstante, deberá ajustar su actuación a las directivas
generales del jefe de misión, cuando su ausencia sea transitoria, absteniéndose de introducir
cambios fundamentales que no sean perentoriamente exigidos por circunstancias especiales
o autorizadas previamente por el Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado
acreditante. El nombre del Encargado de Negocios "ad interim'' será comunicado al
Ministerio de Relaciones Exteriores local por el jefe de misión o en su caso, por
imposibilidad de éste por el Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado acreditante.
Los funcionarios administrativos o técnicos sin "status", diplomático, enviados por el
Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado acreditante, no tienen carácter
representativo, pero podrán gozar de las franquicias que el Estado receptor les acuerde.
"Artículo 19:
En nuestro país por ley no 20.957 sobre Servicio Exterior de la Nación, sancionada el 22 de
mayo de 1975, promulgada el 5 de junio de 1975 y publicada en el Boletín Oficial el 16 de
junio de 1975, en lo referente al personal administrativo o técnico, juntamente con el
profesional y de servicios generales, aparte de los requisitos indispensables exigidos para
los mismos, se establece que mientras ese personal preste servicios en las representaciones
diplomáticas y consulares de la República, tendrán el rango, los derechos y las obligaciones
establecidos en la misma ley para los funcionarios del Servicio Exterior de la Nación,
dentro de las condiciones que establezca la reglamentación.
Este personal no forma parte del Cuerpo Permanente del Servicio Exterior de la Nación,
por lo tanto no reviste carácter diplomático, si bien se les asigna rango mientras
permanecen en funciones en el exterior, siempre en un equivalente de su categoría
administrativa.
El artículo 20 consagra una práctica aceptada desde la antigüedad, pero que se consideró
conveniente establecerla expresamente, debido a restricciones que se observan en ciertos
países, sobretodo alrededor del asunto de si los locales o medios de transportes, etc., que se
embanderan son oficiales o no. En este punto, el Comité consideró que tal diferenciación no
correspondía.
Excepcionalmente, en caso de perturbación del orden interno local de una situación que
implique notorias faltas de garantías, Podrán usarse, como medida de protección y mientras
dure la situación anormal, en las residencias y vehículos privados de los demás funcionarios
de la Representación, si se considerara indispensable. La bandera debe izarse y permanecer
izada exclusivamente durante las horas del día y nunca antes de la salida o después de la
puesta del sol.
"Artículo 20:
La misión y su jefe tendrán derecho a colocar la bandera y el escudo del Estado acreditante
en los locales de la Misión, incluyendo la residencia del jefe de la misión, y en los medios
de transporte de éste".
En los países en donde los locales que ocupa la Representación no sea propiedad del Estado
acreditante, el jefe de misión no podrá en ningún caso rescindir voluntariamente los
respectivos contratos de locación, ni trasladar las oficinas a la residencia oficial por
circunstancias personales o privadas, sino exclusivamente por necesidad o conveniencia del
servicio o del carácter representativo de la Misión, a cuyo efecto deberá exponer
previamente, las razones que aconsejan la rescisión o traslado, al respectivo Ministerio de
Relaciones Exteriores, a quien solicitará la autorización pertinente. Es decir que se deberá
tener en cuenta las necesidades para las tareas oficiales, antes que las meramente sociales.
"Artículo 21:
2. — Cuando sea necesario ayudará también a las misiones a obtener alojamiento adecuado
para sus miembros".
El jefe de misión, a su vez, podrá solicitar que la policía local proporcione un servicio
exterior de vigilancia permanente o transitorio, previa consulta al Ministerio de Relaciones
Exteriores del país acreditante, ya que ese servicio puede obligar a una reciprocidad que el
Estado acreditante no está en condiciones de acordar.
"Artículo 22:
1. — Los locales de la Misión son inviolables. Los agentes del Estado receptor no podrán
penetrar en ellos sin consentimiento del jefe de la misión.
3. — Los locales de la Misión, su mobiliario y demás bienes situados en ellos, así como los
medios de transporte de la Misión, no podrán ser objeto de ningún registro, requisa,
embargo o medida de ejecución".
"Artículo 23:
"Artículo 24:
Luego de una formulación general en el artículo 25 de que el Estado receptor dará toda
clase de facilidades para el desempeño de las funciones de la Misión, se enumeran las
garantías a la libertad de circulación y de tránsito dentro del territorio del país, sujetas a las
disposiciones existentes sobre zonas de seguridad o de acceso prohibido, etc.
En caso de que el Estado receptor establezca anormales restricciones a este derecho, el jefe
de misión informará de inmediato al Ministerio de Relaciones Exteriores especificando el
carácter y extensión de las limitaciones establecidas.
"Artículo 25:
El Estado receptor dará toda clase de facilidades para el desempeño de las funciones de la
Misión".
Sin perjuicio del respeto a las leyes y reglamentos que establezcan dentro del Estado
receptor zonas de acceso prohibido o limitado por razones de seguridad nacional, el jefe de
misión mantendrá cuidadosa atención acerca del cumplimiento por parte del Estado
receptor de la libertad de tránsito y circulación por su territorio, de la que deben gozar todos
los miembros de la Misión.
"Artículo 26:
El jefe de misión vigilará particularmente que el Estado receptor permita y proteja la libre
comunicación postal, telegráfica, telefónica, etc. de la Misión, para todos los fines oficiales.
Los comunicados de prensa de la Misión deben limitarse exclusivamente a rectificar o
aclarar en forma objetiva, datos o cifras notoriamente erróneas referentes al Estado
acreditante o a su gobierno, cuando el prestigio y el buen nombre del país así lo requieran,
debiendo tenerse especial cuidado en mantener la elevación de tono que corresponde a la
dignidad de la Representación Diplomática evitando todo planteo de carácter polémico.
La valija diplomática no podrá ser abierta ni retenida. La misma comprende todos los
bultos que la constituya, los cuales deberán estar previstos de signos exteriores visibles, que
acrediten su carácter. Siendo la valija diplomática inviolable, solamente podrá contener
documentos diplomáticos o en su caso objetos de uso oficial, no personales.
Tratándose de un Correo Diplomático "ad hoc'' se aplicarán las mismas reglas. En el caso
de que viajasen con un documento oficial, sus inmunidades dejarán de ser aplicables
cuando hayan entregado al destinatario la valija diplomática que se les haya encomendado.
Existen también estados que designan un Correo Base con asiento en una Embajada y en
forma permanente. Este, se encargará de que las valijas diplomáticas sean entregadas a
otros países cercanos al asiento del Correo Base y que el Correo Diplomático que las lleva,
no puede llegar a las mismas, por razones de distancia y tiempo, previendo en esa forma la
seguridad que requiere su entrega.
"Artículo 27:
5. — El Correo Diplomático que debe llevar consigo un documento oficial en el que conste
su condición de tal y el número de bultos que constituyan la valija, estará protegido en el
desempeño de sus funciones por el Estado receptor. Gozará de inviolabilidad personal y no
podrá ser objeto de ninguna forma de detención o arresto.
La exención impositiva a los derechos y aranceles que perciben las misiones por actos
oficiales era también una costumbre unánimemente aceptada, pero sin embargo, en la
Convención Panamericana de 1928, no figuraba expresamente establecida. La Convención
de Viena en su artículo 28 consagra este criterio.
Si alguna autoridad del Estado receptor sea nacional, regional o municipal los reclama,
deberán hacerse cargo de los gravámenes que constituyan tasas en concepto de retribución
de servicios, inclusive cuando se trate de los locales de la Misión, de que sean propietarios
o inquilinos, reclamos que resultan improbables en razón de la cortesía. Fuera de este caso,
el agente diplomático debe estar exento de todos los impuestos y gravámenes personales o
reales, nacionales, regionales o municipales con excepción de: los impuestos indirectos
tales como los incluidos en el precio de las mercaderías o servicios, de los impuestos y
gravámenes sobre bienes inmuebles privados que posean en el territorio del Estado
receptor, salvo que los posea por cuenta del Estado acreditante y para los fines de la
Misión. También de los impuestos sobre las sucesiones que corresponda percibir al Estado
receptor, salvo que se trate de bienes muebles que se encuentren en el Estado receptor, por
el hecho de haber vivido allí el causante de la sucesión como miembro de la Misión, o
como persona de la familia de un miembro de la Misión, en cuyo caso no corresponde la
aplicación de impuestos sucesorios a dichos bienes. Asimismo rige la excepción a la
exención de los impuestos y gravámenes sobre los ingresos privados que tengan su origen
en el Estado receptor y de los impuestos sobre el capital que graven las inversiones
comerciales en el Estado receptor. Finalmente la excepción a la exención de los derechos
de registro, aranceles judiciales, hipoteca y timbre, cuando sean de bienes inmuebles
efectuadas en empresas mente la excepción a la celes judiciales, hipoteca privados.
"Artículo 28:
Los derechos y aranceles que perciba la Misión por actos oficiales están exentos de todo
impuesto y gravamen".
Tal privilegio de la inviolabilidad se extiende a todas las clases de ministros públicos, tanto
a los Encargados de Negocios, como a los embajadores, y a todas las personas de cualquier
nacionalidad que ellas sean, que formen parte del personal de la Misión. El enviado
diplomático debe gozar de mayor protección que los simples ciudadanos del país donde
ejerce sus funciones.
La Convención Panamericana de 1928 fue bastante explícita sobre este punto: "Los agentes
diplomáticos serán inviolables en su persona... esta inviolabilidad se extiende a todas las
clases de agentes diplomáticos, y a todo el personal oficial de la Misión Diplomática y a los
miembros de su familia que viven bajo el mismo techo".
La violación voluntaria de las normas hace incurrir en falta grave al autor de ellas y el jefe
de misión tiene la obligación de ponerla en conocimiento inmediato al Ministerio de
Relaciones Exteriores de su país, sin perjuicio de tomar las medidas que sean de su
competencia y de presentar sus excusas a la autoridad local, cuando así corresponda o
convenga.
Atento a que la persona del agente diplomático es inviolable, si alguna autoridad local
quisiera hacerla objeto de detención o arresto, el funcionario procurará en la medida de lo
posible, hacerla desistir de esta actitud, dejando constancia del desconocimiento de sus
prerrogativas para su ulterior reclamación oficial. Asimismo, tratará de comunicarse con el
jefe de misión o con el ceremonial local. Consecuentemente, el agente diplomático debe
llevar consigo la credencial que le otorga el Estado receptor, para dar a conocer su
condición cuando sea necesario, obligación que se extiende a los miembros de su familia.
"Artículo 29:
La persona del agente diplomático es inviolable. No puede ser objeto de ninguna forma de
detención o arresto. El Estado receptor le tratará con el debido respeto y adoptará todas las
medidas adecuadas para impedir cualquier atentado contra su persona, su libertad o su
dignidad.''
"Artículo 30:
Si un agente diplomático comete un crimen ordinario en el país ante el cual está acreditado,
no puede ser juzgado o castigado por las cortes locales. No puede ser citado en ningún caso
donde, sin su consentimiento o el de su gobierno, se haya seguido tal curso 48. Pero, en tal
caso, se le pedirá a su gobierno que lo retire y castigue.
Pero una ofensa de carácter flagrante puede justificar que el estado ante el cual está
acreditado, lo aprese y expulse.
En 17.16 Count Gyllenborg, ministro sueco en Londres, entró en comunicación con los
principales Jacobitas en ayuda de un cómplice, cuyo propósito, entre otras cosas, era la
deposición de Jorge I del trono. Gortz, un agente secreto de Carlos XII de Suecia, al mismo
tiempo proseguía negociaciones en Holanda, tratando de conseguir fondos para realizar este
plan. El complot fue descubierto, Gyllenborg fue arrestado y sus papeles apresados. El
Cuerpo Diplomático protestó, pero se dice que retiraron la protesta. Gortz fue también
arrestado en Holanda, a pedido del gobierno británico. Como represalia, Jackson, ministro
británico en Estocolmo, fue arrestado allí y al ministro holandés se le impidió aparecer ante
la Corte sueca. Eventualmente, Gyllenborg fue cambiado por Jackson y Gortz fue puesto en
libertad en Holanda 4C).
Un caso notable del pasado es también aquel de don Pantaleón de Sá, quien en 1653, fue
acusado de criminal en Londres y, su rendición fuertemente obligada desde la casa del
embajador portugués. Fue juzgado y, habiendo sido encontrado culpable, ejecutado. Pero,
en este caso, la reclamación al privilegio no pudo ser mantenida, pues él sólo tenía una
comisión inactiva y su argumento de parentesco con el embajador, no bastó.
"En Arabia, la persona del embajador se consideró siempre sagrada. Mahoma consagró esa
inviolabilidad. Los embajadores enviados ante Mahoma o sus sucesores, nunca fueron
molestados. Cierto día, en una audiencia que le había concedido el Profeta, el enviado de
una nación extranjera se permitió proferir palabras ultrajantes. Mahoma le dijo: 'Si no
fueras un enviado, te habría hecho ejecutar". El autor del Siyer donde se relata este
incidente llega a la conclusión de que hay una obligación de respetar a los embajadores."
Rechid agregaba: "El Profeta siempre trató con consideración y gran afabilidad a los
enviados de las naciones extranjeras. El Profeta tenía la costumbre de colmarlos de regalos,
y recomendaba a quienes lo acompañaban que siguieran su ejemplo diciéndoles: "Hagan lo
mismo que yo".
En una obra publicada por el Instituto del Estado y el Derecho de la Academia de Ciencias
de la URSS, titulada "International Law", referente al comportamiento de los árabes en la
Edad Media, como portadores de la fe musulmana dice: "Los Estados Arabes, que en la
Edad Media, a partir del siglo VII desempeñó un papel importante en las relaciónese
internacionales, tenían conceptos muy evolucionados sobre el derecho de gentes, que
estaban estrechamente ligados a preceptos religiosos. Los árabes reconocían la
inviolabilidad de los embajadores y la necesidad de respetar las obligaciones de los
tratados. Recurrían al arbitraje para el arreglo de las controversias internacionales y
consideraban que en tiempo de guerra era necesario observar normas precisas."
51 L´Islam et le droit des gens, Recueil des Cours de L'Académie de droit international,
1937, II, t. 60, págs. 421 y 422.
La Convención de 1961, refleja el derecho, según lo aprueban todas las regiones del globo,
con pueblos que poseen distintas características, y este derecho es patrimonio común de la
comunidad internacional y ha sido confirmado en interés de todos.
La Convención dice que todos los funcionarios con carácter diplomático, así como los
miembros de su familia que formen parte de su casa, siempre que no sean nacionales del
Estado receptor ni tengan en él residencia permanente, están exentos de la jurisdicción
penal de dicho Estado y no pueden ser detenidos ni procesados mientras sus gobiernos, por
intermedio del jefe de misión, no renuncien de una manera expresa a esa inmunidad. El
agente diplomático sea jefe de misión o solamente miembro de la misma, no está obligado a
prestar testimonio judicial.
El Estatuto de 7 Anne.c.12 declara que: "todas las ejecutorias y procesos que en cualquier
momento en el futuro sean entablados públicamente o continuados, por lo cual la persona
de cualquier embajador o de otro ministro público, de cualquier príncipe o estado
extranjero, o el sirviente; o los sirvientes domésticos de cualquier embajador, u otro
ministro público, pueden ser arrestados o apresados y sus bienes o enseres, pueden ser
secuestrados, apresados o atacados, será juzgado y sentenciado para ser completamente
nulo y sin valor, a todo intento, construcciones y propósitos, sean los que fueren."
En 1823 en el caso Novello y Teegood 52, Lord Chief Justice Abbott, hablando del Acta,
dijo que "era solo declaratoria de la ley 53 común y que por lo tanto, debía ser construida
de acuerdo a la misma, por lo cual la ley de las naciones, debía ser considerada una parte de
ésta".
El correspondiente Estatuto de Estados Unidos, es el número 4063 de los Estatutos
Revisados de Estados Unidos: "Siempre que cualquier ejecutoria o proceso es solicitado y
proseguida por cualquier persona en cualquier Corte de Estados Unidos, o de un Estado, o
por cualquier juez o justicia, por lo cual la persona de cualquier embajador o ministro
público de un príncipe o Estado extranjero autorizado y recibido como tal por el presidente,
o cualquier sirviente o sirvientes de cualquier ministro es arrestado o apresado, o sus bienes
o enseres son secuestrados, apresados o atacados, tal ejecutoria o proceso será juzgado
nulo".
52 I - B y C. 554
53 Esto ha sido sujeto de controversia. Ver Adair, La extraterritorialidad de los
embajadores en los siglos XVI y XVII, 1929.88,237 et sequ., y en "diario histórico de
Cambridge" 11, n9 3. 280-7 y Berriedale Keith y Adair en Diario de Legislación
Comparativa, XII-1930, 126-8 y XIII-1831, 133-7.
54 Martens, Ch. de, op. cit., ii. 110.
Si bien el agente diplomático no podrá ser objeto de ninguna medida de ejecución, salvo las
excepciones citadas anteriormente, aun en estos casos excepcionales de ser objeto de ellas,
no deberá sufrir menoscabo la inviolabilidad de su persona o residencia y sus bienes.
"Artículo 31:
a) de una acción real sobre bienes inmuebles particulares radicados en el territorio del
Estado receptor, a menos que el agente diplomático, los posea por cuenta del Estado
acreditante para los fines de la Misión.
La renuncia a las inmunidades y prerrogativas debe ser siempre expresa. Asimismo, ningún
funcionario diplomático, incluyendo el jefe de la misión, podrá entablar acción judicial en
el país donde desempeña sus funciones sin la previa autorización de su respectivo
Ministerio de Relaciones Exteriores, atento a que dicho acto puede envolver una renuncia
tácita de las inmunidades de jurisdicción.
"Artículo 32:
Si bien los seguros sociales tenían en un primer momento que proteger individualmente al
trabajador asalariado que estaba expuesto al riesgo profesional, en una segunda instancia, a
medida que se produce el proceso de democratización de la sociedad, después de la
Segunda Guerra Mundial, las instituciones de seguridad social se extienden a todos los
miembros de la comunidad política, ya sean trabajadores, subordinados o no, ya que esta
protección la asume el estado, como deber primordial para asegurar la paz social.
55 Pérez Lleñero, Fundamentos de la seguridad social, Madrid, 1956, págs. 14, 15 y 54.
Los empleados administrativos y técnicos que forman parte de la misión, son empleados del
servicio administrativo y técnico, que en diferentes funciones y categorías constituyen el
personal de séquito de la Misión Diplomática. Se distinguen del personal que tiene carácter
diplomático y de los miembros de' la familia del diplomático y los empleados del servicio
doméstico. Gozan de ciertas franquicias en su condición de miembros del personal
administrativo y técnico de la misión y juntamente con los miembros de sus familias,
forman parte de sus respectivas casas, excepto que sean nacionales del Estado receptor o
tengan en ese Estado residencia permanente, gozarán de privilegios e inmunidades citados
en los artículos 29 a 35 de la Convención, salvo en los casos en que la inmunidad de
jurisdicción civil y administrativa del Estado receptor especificada en el párrafo I del
artículo 31, no se extienda a los actos realizados fuera del desempeño de sus funciones. No
se les asigna funciones diplomáticas, sino que se les adjudica la calidad de diplomáticos
para un mejor desempeño de las tareas encomendadas que deberán cumplir en un ambiente
extraño donde les corresponda actuar.
En casos en que razones de necesidad o utilidad para el servicio lo hagan aconsejable y los
fondos asignados a la Representación lo permitan, el jefe de misión podrá nombrar
empleados para trabajos de oficina, de maestranza o de servicio, a personas residentes en el
Estado receptor, sean o no nacionales del mismo, fijándoles una remuneración acorde con
los sueldos y salarios vigentes, o de práctica para tareas análogas, en la ciudad asiento de la
Representación. No se les dará el carácter de empleados públicos del Estado acreditante.
El jefe de misión convendrá con el Estado receptor, previa aprobación de su respectivo
Ministerio de Relaciones Exteriores, la extensión de los beneficios de la legislación social
local a los empleados nombrados en las condiciones precedentemente citadas y efectuará
los aportes que las leyes ponen a cargo de la parte patronal, del rubro gastos de
sostenimiento de la Misión.
En caso de que el jefe de misión no haya podido concluir el convenio con la expresa
reserva de la inviolabilidad y exención de jurisdicción local que el Derecho Internacional
reconoce a la Representación Diplomática, con la expresa autorización del Estado
acreditante, reconocerá a favor de estos empleados, con el carácter de acto unilateral y
voluntario de la Representación Diplomática, en lo referente a preavisos, indemnizaciones
por despido, vacaciones y feriados pagos, accidentes de trabajo, aguinaldos y todos los
demás beneficios sociales, que no impliquen pensiones o subvenciones de carácter
permanente, los beneficios que acuerda la legislación social del Estado acreditante o la
local del Estado receptor, según se estime conveniente.
"Artículo 33:
1. — Sin perjuicio de las disposiciones del párrafo 3 de este artículo, el agente diplomático
estará, en cuanto a los servicios prestados al Estado acreditante exento de las disposiciones
sobre seguridad social que estén vigentes en el Estado receptor.
b) estén protegidos por las disposiciones sobre seguridad social que estén vigentes en el
Estado acreditante o en un tercer Estado.
Misión. Asimismo, no estará exento de los impuestos sobre las sucesiones que corresponda
percibir al Estado receptor, excepto que se trate de bienes muebles que se hallaren en el
Estado receptor, por el solo hecho de haber vivido allí el causante de la sucesión como
miembro de la Misión o como familiar, en cuyo caso, no corresponde la aplicación de
impuestos sucesorios a dichos bienes. El agente diplomático no está tampoco exento de los
impuestos y gravámenes sobre los ingresos privados, que tengan su origen en el Estado
receptor y de los impuestos sobre el capital que graven las inversiones efectuadas en
empresas comerciales en el mismo Estado. Finalmente no están exentos de los derechos de
registro, aranceles judiciales, hipoteca y timbre, cuando se trate de bienes inmuebles
privados.
"Artículo 34:
b) de los impuestos y gravámenes sobre los bienes inmuebles privados que radiquen en el
territorio del Estado receptor, a menos que el agente diplomático los posea por cuenta del
Estado acreditante y para los fines de la Misión.
c) de los impuestos sobre las sucesiones que corresponda percibir al Estado receptor, salvo
lo dispuesto en el párrafo 4 del artículo 39.
d) de los impuestos y gravámenes sobre los ingresos privados que tengan su origen en el
Estado receptor y de los impuestos sobre el capital que graven las inversiones efectuadas en
empresas comerciales en el Estado receptor.
"Artículo 35:
El Estado receptor deberá eximir a los agentes diplomáticos de toda prestación personal, de
todo servicio público cualquiera que sea su naturaleza y de cargas militares tales como las
requisiciones, las contribuciones y los alojamientos militares".
Lo referente a exención de derechos de aduana, inspección de equipajes, etc., que son otros
de los privilegios acordados a los funcionarios diplomáticos y cuya tradición se continúa —
resabio de la pompa y magnificencia con que se acostumbraba a recibir a los embajadores
en otras épocas— se ha impuesto en la Convención de Viena, siguiendo estas modalidades:
Que el Estado receptor de acuerdo a sus leyes y reglamentos, debe permitir la entrada con
exención de toda clase de derechos de aduana, impuestos. y gravámenes conexos, excepto
los derechos de almacenaje, acarreo y servicios análogos, cuando se trate de los objetos
destinados al uso oficial de la Misión, o destinados al uso personal del agente diplomático o
de los miembros de su familia, que formen parte de la casa, incluyendo los efectos de su
instalación.
"Artículo 36:
1. — El Estado receptor, con arreglo a las leyes y reglamentos que promulgue, permitirá la
entrada, con exención de toda clase de derechos de aduana, impuestos y gravámenes
conexos, salvo los gastos de almacenaje, acarreo y servicios análogos:
a) De los objetos destinados al uso oficial de la misión; b) de los objetos destinados al uso
personal del agente diplomático o de los miembros de su familia que formen parte de su
casa, incluidos los efectos destinados a su instalación.
El pago de los derechos aduaneros que corresponderían a los efectos de uso personal, ajuar
doméstico, etc., del diplomático y su familia, no es abonado por éste, no porque exista ley
al respecto, sino por una cortesía internacional y a título de reciprocidad. Es evidente que el
trámite aduanero de apertura de valijas, revisión de papeles, etc., puede afectar el principio
de la inviolabilidad. Por extensión de este criterio, está establecido que los empleados
aduaneros, fiscalizadores, etc., no podrán revisar las habitaciones, ni los automóviles de los
diplomáticos.
A este respecto, la actitud de los estados no siempre es la misma, quedando sujeta a las
disposiciones de cada país y según las épocas, ya que es sabido que, con motivo de ciertos
abusos que se suelen comprobar periódicamente, aparecen reglamentaciones diversas sobre
la materia. Sin embargo, la línea internacional predominante fue siempre exencionista.
El mismo criterio de exención aduanera por cortesía internacional, se aplica a los agentes
que están de paso por determinado país, rumbo a su destino o simplemente, en tránsito.
A comienzos del siglo XVIII ya era corriente que las esposas acompañaran a sus maridos
embajadores o funcionarios diplomáticos, contrariamente a lo que se acostumbraba en la
antigüedad y, esto acarreó el problema de la inviolabilidad del séquito de los embajadores.
Los autores más calificados de la época, Grotius y Gentilli, sostuvieron que los privilegios
del embajador debían hacerse extensivos a su séquito, incluyendo sus servidores En la
práctica prevaleció este criterio, que fue incluido en casi todos los intentos de codificación
anteriores a la Convención de Viena de 1961, la que en el punto 1 del artículo 37 dispone la
extensión de los privilegios e inmunidades especificados en los artículos 29 al 36, a todos
los familiares del diplomático que formen parte de su casa.
Para saber si todas las personas que forman parte del séquito diplomático gozan de
inmunidades y prerrogativas de jurisdicción territorial hay que distinguir, siguiendo a
Guesalaga, citado por Benito Pérez 57, entre el séquito oficial y el no oficial. Las personas
que forman parte del séquito oficial del ministro público gozan, por regla general del
privilegio de la exención acordada al jefe de misión, tanto en materia civil y administrativa
como criminal; pero en cuanto a las personas del séquito no oficial, la opinión se encuentra
dividida para establecer si semejante inmunidad debe serle acordada. Según algunos
autores, no hay motivos para establecer diferencias, todos participan de las inmunidades de
los agentes diplomáticos. Lo único es que en el primer caso no están sometidos sino a la
jurisdicción de su patria durante el tiempo que permanezcan al servicio del embajador y, en
el segundo, es decir, cuando pertenezcan a la misma nacionalidad del ministro, se distingue
todavía si pertenecen al estado ante el cual el ministro se halla acreditado, y son sometidos
en tal caso a los tribunales ordinarios de su país. Si perteneciesen a un tercer Estado, no son
sometidos a los tribunales locales, sino como en el caso análogo al que un extranjero
ausente se demandara ante esos tribunales; en otros casos quedan sometidos a la
jurisdicción de su propio país. De acuerdo a lo expuesto, las inmunidades y prerrogativas
re"
De tal forma, se ha sostenido, teniendo en cuenta la doctrina más autorizada en esta materia
que, para determinar cuándo el privilegio e inmunidad alcanza al empleado o funcionario
de la Misión Diplomática, es necesario establecer previamente, cuál es el carácter del acto
cumplido en el desempeño de sus funciones y la naturaleza del vínculo en virtud del cual lo
ejecuta el empleado. Si el acto es ejecutado en virtud de una norma de derecho público
administrativo del país acreditante, debe entenderse que ese estado actúa juri imperii, por lo
tanto el empleado estará comprendido en la inmunidad de Jurisdicción territorial. Si en
cambio, el acto ha sido ejecutado con arreglo a las normas del derecho privado, el Estado
acreditante actuará juri geytionis y el empleado de la Misión, cualquiera fuese su categoría,
estará excluido de esa prerrogativa, ya que la inmunidad sólo alcanzará a los actos
ejecutados en misión diplomática. En consecuencia, para saber sí el empleado está
amparado por la inmunidad de jurisdicción territorial, lo primero que se tendrá en cuenta es
si el empleado se halla vinculado a la embajada por una norma de derecho público
administrativo y si es así deberá entenderse que el Estado acreditante actúa juri impertí,
caso contrario el trabajador se encontrará vinculado simplemente por un contrato de trabajo
o una simple relación de empleo celebrado por el representante diplomático en el Estado
receptor, previa autorización de su gobierno, y el empleado actuará juri gestionis. En el
primer caso es de aplicación el derecho público administrativo y el empleado se encontraría
exento de la jurisdicción territorial y en el segundo estaría sometido a la jurisdicción local,
es decir del Estado receptor. Fiore 58, dice que la jurisdicción internacional debe
determinarse atendiendo a. la naturaleza jurídica del acto cuestionado, porque si el estado
extranjero tiene una doble capacidad, política y civil, la competencia judicial sólo se
cumple extendiéndola a sus "actos de imperio'' realizados como poder soberano y político.
58 Fiore, Tratado de Derecho Internacional Público, trad. esp. Madrid, 1894, t. I, págs. 285
in fine 336 y 345.
Fiore, precisando este alcance sobre el concepto, aplicado a los miembros de la misión
diplomática dice: "Los adscriptos a la legación son funcionarios del estado y forman parte
integrante de la representación pública del mismo. Su nombramiento se notifica al Ministro
de Negocios Extranjeros del Estado donde la legación se halle establecida y a cada uno de
éstos se le confían los asuntos que, según las circunstancias, ocurran para cumplir la misión
confiada al ministro. Confíaseles el archivo, la redacción de actas, el desempeño de
comisiones que les encarga el jefe y suplen a éste en caso de enfermedad o ausencia. Es,
pues, muy natural que los derechos y prerrogativas de que debe gozar el ministro para el
cumplimiento de su misión, se extienden también a su séquito oficial. Las personas que lo
componen son, en efecto, parte integrante de la legación y participan directa o
indirectamente de las funciones públicas confiadas al ministro''. Y continúa diciendo:
"Establecemos como regla general, que los derechos y prerrogativas de que, según el
Derecho Internacional, debe gozar el ministro público, han de atribuirse también a las
personas adscriptas a la embajada o legación, en todo lo relativo al cumplimiento de las
funciones públicas que se le hayan confiado. Es pues evidente, que del mismo modo que el
ministro público no está absolutamente exento de la jurisdicción civil, penal y territorial,
para los actos que particularmente realice, tampoco deben estarlo las personas del séquito
oficial".
"Artículo 37:
2. — Los miembros del personal administrativo y técnico de la Misión, con los miembros
de sus familias que formen parte de sus respectivas casas, siempre que no sean nacionales
del Estado receptor ni tengan en él residencia permanente gozarán de los privilegios e
inmunidades mencionados en los artículos 29 a 35, salvo que la inmunidad de la
jurisdicción civil y administrativa del Estado receptor especificada en el párrafo I del
artículo 31, no se extenderá a los actos realizados fuera del desempeño de sus funciones.
Gozarán también de los privilegios especificados en el párrafo I del artículo 36, respecto de
los objetos importados al efectuar su primera instalación.
59 Verdross, Derecho Internacional Público, trad. esp. Madrid, 1969, pág. 261.
3. — Los miembros del personal de servicio de la Misión que no sean nacionales del
Estado receptor ni tengan en él residencia permanente, gozarán de inmunidad por los actos
realizados en el desempeño de sus funciones, de exención de impuestos y gravámenes sobre
los salarios que perciban por sus servicios y de la exención que figura en el artículo 33.
4. — Los criados particulares de los miembros de la Misión que no sean nacionales del
Estado receptor ni tengan en él residencia permanente, estarán exentos de impuestos y
gravámenes sobre los salarios que perciban por sus servicios. A otros respectos, sólo
gozarán de privilegios e inmunidades en la medida reconocida por dicho Estado. No
obstante, el Estado receptor habrá de ejercer su jurisdicción sobre estas personas de modo
que no estorbe indebidamente el desempeño de las funciones de la misión."
e) De un modo general la exención de la jurisdicción civil sólo debe mantenerse por los
actos de función o relacionados con ella, no cuando el agente diplomático ha realizado
ciertos actos civiles o comerciales que son independientes de la naturaleza de su misión;
f) De un modo general, la exención de jurisdicción criminal debe ser mantenida, salvo los
casos de "in fraganti" delito común. No es admisible otorgar al estado territorial el derecho
de ejercer jurisdicción sobre un representante diplomático por razón de delitos políticos y
conexos;
h) Las necesidades de la vida social y jurídica han creado en casi todos los estados, una
verdadera jurisdicción administrativa diferenciable de la jurisdicción civil y criminal. Esta
jurisdicción administrativa comprende, especialmente en lo que a los agentes diplomáticos
puede interesar, las disposiciones municipales de higiene pública y de tráfico. De un modo
general los agentes diplomáticos, sus actos y sus residencias deben estar sometidos a este
tipo de jurisdicción, que se refiere principalmente, a regímenes de orden público para
beneficio social;
i) De un modo general la inviolabilidad aplicable a las cosas debe estar limitada a la
residencia oficial de una misión diplomática, a la residencia de los jefes de misión, y a las
oficinas de ésta, aun cuando no ocupen un solo local;
o) Los impuestos de internación o de aduana de que deben estar exentos todos los objetos y
envíos oficiales para usos de esta clase de una misión, tampoco deben gravar las
importaciones de los agentes diplomáticos. Para evitar abuso al respecto, son admisibles
disposiciones que regulan la extensión y el valor de las liberaciones de impuestos de
internación, guardando relación con las jerarquías en las necesidades efectivas;
p) De un modo general los impuestos que gravan las utilidades o la renta, no deben afectar
los ingresos que un agente diplomático recibe por conceptos de estipendio oficial, pero sí
puede gravar los ingresos que corresponden a sus bienes particulares".
Volviendo a nuestro planteo, debemos señalar que uno de los más importantes aportes de la
Conferencia, fue el establecimiento de reglas de tratamiento por el Estado receptor, para
con el personal administrativo y técnico de la Misión. Fue necesario que la Conferencia
formulara nuevas reglas en la materia, en vez de codificar la práctica ya existente, ante las
diferencias de opinión entre los estados. La inclusión de los miembros de la familia del
agente diplomático, que formen parte de su casa, junto con la de los familiares del personal
administrativo y técnico, así como los del personal de servicio, dio lugar a extensos
planteos y estudios, tendientes a establecer reglas basadas en lo que es necesario y
razonable, tanto para el eficiente funcionamiento de la Misión como para la seguridad y
comodidad de sus colaboradores, estableciéndose un sistema integral que justifica la
precedente apreciación de la importancia de este aporte a la codificación del tópico,
cumplida por la Convención. En este artículo. Argentina propuso la enmienda consistente
en reducir la inmunidad de jurisdicción del personal técnico y administrativo a actos
realizados en el ejercicio de su función.
"Artículo 38:
2. — Los otros miembros de la misión y los criados particulares que sean nacionales del
Estado receptor o tengan en él su residencia permanente, gozarán de los privilegios e
inmunidades únicamente en la medida que lo admita dicho Estado. No obstante, el Estado
receptor habrá de ejercer su jurisdicción sobre esas personas de modo que no estorbe
indebidamente el desempeño de las funciones de la misión."
En caso de conflicto armado, el jefe de misión solicitará del Estado receptor, las necesarias
facilidades para que las personas que gozan de privilegios e inmunidades y no sean
nacionales del Estado receptor, así como a los miembros de sus familias, sea cual fuere su
nacionalidad, puedan salir de su territorio lo más pronto posible.
"Artículo 39:
1. — Toda persona que tenga derechos a privilegios e inmunidades gozará de ellos desde
que penetre en el territorio del Estado receptor para tomar posesión de su cargo o, si se
encuentra ya en ese territorio, desde que su nombramiento haya sido comunicado al
Ministerio de Relaciones Exteriores o al Ministerio que se haya convenido.
2. — Cuando terminen las funciones de una persona que goce de privilegios e inmunidades,
tales privilegios e inmunidades cesarán normalmente en el momento en que esa persona
salga del país o en el que expire el plazo razonable que le haya sido concedido para
permitirle salir de él, pero subsistirán hasta entonces, aun en caso de conflicto armado. Sin
embargo, no cesará la inmunidad respecto de los actos realizados por tal persona en el
ejercicio de sus funciones como miembro de la misión.
Idéntico criterio se aplica a los familiares del agente diplomático, respecto del personal
administrativo, de servicio y familiares. Los terceros estados "no habrán de dificultar el
paso por su territorio, comprometiéndose también a dar amplia protección a las
comunicaciones diplomáticas de todo tipo, como valija diplomática, correos, etcétera.".
"Artículo 40:
La conducta de los agentes diplomáticos respecto del Estado aceptante fue considerada al
tratar el artículo 41, puntualizándose en primer término la obligación de respetar las leyes y
reglamentos del Estado receptor, así como la de no inmiscuirse en asuntos internos de ese
Estado, usar en forma correcta los locales de la Misión, tratar todos los asuntos oficiales
con el Ministerio de Relaciones Exteriores o el que se haya convenido, o por su intermedio,
con quien correspondiere.
"Artículo 41:
1.— Sin perjuicio de sus privilegios e inmunidades, todas las personas que gocen de esos
privilegios e inmunidades, deberán respetar las leyes y reglamentos del Estado receptor.
2. — Todos los asuntos oficiales de que la Misión esté encargada por el Estado acreditante
han de ser tratados con el Ministerio de Relaciones Exteriores de ese Estado o por conducto
de él o con el Ministerio que se haya convenido.
3. — Los locales de la Misión no deben ser utilizados de manera incompatible con las
funciones de la Misión tal como están enunciadas en la presente Convención, en otras
normas del derecho internacional general o en los acuerdos particulares que estén en vigor
entre el Estado acreditante y el Estado receptor."
Esta proposición de Colombia, que fue aprobada por muy amplia mayoría (63-0-2)
mereció, sin embargo, discusión, de la cual interesa destacar, que no persigue limitar o
impedir el ejercicio por parte del diplomático de actividades literarias, artísticas o
educacionales. Está prohibido a los miembros de la misión, cualquiera sea su categoría,
ejercer una actividad privada dentro de la jurisdicción de la Representación a que
pertenecen, con la sola excepción de la percepción de ventas de bienes inmuebles de su
propiedad y dividendos de acciones de sociedades anónimas, siempre que ello no implique
participación alguna en la dirección o gestión de la misma, ni concurrencia a asambleas,
reuniones o cualquier otro acto de intervención personal. Esta prohibición se extiende a los
miembros de su familia cuando estén bajo su dependencia.
Cuando se trate del cónyuge de un funcionario del sexo femenino, sólo podrá ejercer tareas
que no tengan vinculación con las gestiones de la Misión, ni con el carácter oficial de su
esposa.
En caso de que el funcionario por herencia, legado, donación o matrimonio del funcionario
o uno de los miembros de su familia, que de él dependan, llega a tener participación directa
o indirecta en una actividad lucrativa, deberá poner este hecho inmediatamente en
conocimiento del Ministerio de Relaciones Exteriores que lo acredite.
"Artículo 42:
Las dos circunstancias principales en que se dan por terminadas las funciones del agente
diplomático se establecen en el artículo 43, agregándose a continuación en el artículo 44
que el Estado local deberá, en caso de conflicto armado, dar facilidades al personal de la
Misión y sus familiares, para que salgan del país lo más pronto posible, ellas y sus bienes.
Esto de dar facilidades para que salgan del país "con sus bienes" fue cuestionado por varios
astados que proponían en su lugar "con sus efectos personales que, sin duda, es mucho más
limitativo que el anterior, pero privó el criterio amplio.
"Artículo 43:
a) Cuando el Estado acreditante comunique al Estado receptor que las funciones del agente
diplomático han terminado, b) Cuando el Estado receptor comunique al Estado acreditante
que de conformidad con el párrafo 2 del artículo 9° se niega a reconocer al agente
diplomático como miembro de la misión."
"Artículo 44:
El Estado receptor deberá, aún en caso de conflicto armado, dar facilidades para que las
personas que gozan de privilegios e inmunidades y no sean nacionales del Estado receptor,
así como los miembros de sus familias, sea cual fuere su nacionalidad, puedan salir de su
territorio lo más pronto posible. En especial, deberá poner a su disposición, si fuere
necesario, los medios de transporte indispensables para tales personas y sus bienes."
Si hubiera ruptura de relaciones entre dos estados, o si se pone término a una misión, el
Estado receptor respetará y protegerá —aún en caso de conflicto armado— los locales,
bienes, archivos, etc., pudiendo el Estado acreditante confiar la custodia de sus intereses y
los de sus connacionales, a un tercer Estado, aceptable para el gobierno local, el que
también deberá dar consentimiento previo para que el Estado acreditante, pueda asumir la
protección temporal de los intereses de un tercer estado y de sus nacionales. Este artículo
propuesto por Guatemala, India y España, cubrió una laguna observada en el proyecto en
discusión.
"Artículo 45:
En caso de ruptura de las relaciones entre dos estados, o si se pone término a una misión de
modo definitivo o temporal:
b) El Estado acreditante podrá confiar la custodia de los locales de la Misión, así como de
sus bienes y archivos, a un tercer estado aceptable para el Estado receptor;
"Artículo 46:
"Artículo 47:
b) Que por costumbre o acuerdo los Estados se concedan recíprocamente un trato más
favorable que el requerido en las disposiciones de la presente Convención.
En las cláusulas finales de la Convención se establecen las fechas y lugar en que la misma
podrá ser firmada: hasta el 31-10-61 en el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de
Austria y después, hasta el 31-3-62 en la sede de las Naciones Unidas en New York
(artículo 48). Luego, se establece que la Convención está sujeta a ratificación (artículo 49)
y que la misma quedará abierta a la adhesión de los estados en la Secretaría General de las
Naciones Unidas; comienzo de vigencia de la misma (artículo 51); que el Secretario
General de las Naciones Unidas comunicará a los estados, qué países han firmado la
presente Convención y cuándo entrará en vigencia la misma (artículo 52) y se establece que
el original de la presente Convención será depositado en poder del Secretario General de las
Naciones Unidas.
"Artículo 48:
La presente Convención estará abierta a la firma de todos los Estados Miembros de las
Naciones Unidas o de algún organismo especializado, así como de todo Estado Parte en el
Estatuto de la Corte Internacional de Justicia y de cualquier otro estado invitado por la
Asamblea General de las Naciones Unidas a ser parte en la Convención, de la manera
siguiente: hasta el 31 de octubre de 1961, en el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores
de Austria; y después, hasta el 31 de marzo de 1962, en la sede de las Naciones Unidas, en
New York.''
"Artículo 49:
"Artículo 50:
"Artículo 51:
2. — Para cada estado que ratifique la Convención o se adhiera a ella, después de haber
sido depositado el vigesimosegundo instrumento de ratificación Convención entrará en
vigor el trigésimo fecha en que tal estado haya depositado ratificación o de adhesión."
o de adhesión, la día a partir de la su instrumento de
"Artículo 52:
a) Qué países han firmado la presente Convención y cuáles han depositado los instrumentos
de ratificación o adhesión de conformidad con lo dispuesto en los artículos 48,
49 y 50
b)En que fecha entrará en vigor la presente Convención de conformidad con lo dispuesto en
el articulo 51.
"Artículo 53: El original de la presente Convención, cuyos textos chino, español, francés,
ingles y ruso, son igualmente auténticos, era depositado en poder del Secretario General de
las Naciones Unidas, quien remitirá copia certificada a todos los estados pertenecientes a
cualquiera de las cuatro categorías mencionadas en el articulo 48."
"En testimonio de lo cual, los plenipotenciarios infrascriptos, debidamente autorizados por
sus respectivos gobiernos, han firmado la presente Convención, Hecho en Viena, el día
dieciocho de abril de mil novecientos sesenta y uno,"
Entro en vigor el 24 de abril de 1964 de acuerdo con el articulo 51. Registrada bajo el 7310
el 24 de junio de 1964.
62 Official Records.
Conclusión
Debemos acordar que ha sido un éxito del aparato de organización de las Naciones Unidas,
de sus oficinas especializadas y, en primer lugar, de la Comisión de Derecho Internacional,
que preparó el proyecto sobre el cual se efectuaron las discusiones, Comisión integrada por
los más destacados expertos en la materia, de diferentes nacionalidades.
En la Carta de las Naciones Unidas se encarga a la Asamblea General tomar iniciativas que
impulsen ''el desarrollo progresivo del Derecho Internacional y su codificación". En la
Conferencia de Viena se ha impulsado el desarrollo de una parte importante del De-recho
Internacional —la referente a relaciones e inmunidades diplomáticas— y se ha estructurado
un código internacional de la materia con la participación minuciosa y activa de 81
gobiernos. En consecuencia, y en este punto, se ha cumplimentado la tarea señalada y muy
ampliamente, en la Carta de las Naciones Unidas.
Pero no hay duda de que la trascendencia de los trabajos de esta Convención irá
apareciendo en sus totales dimensiones, a medida que el tiempo transcurra, ya que casi
todos los gobiernos —solamente tres no lo han hecho— han ratificado sus resoluciones y se
han ido adhiriendo otros que en su momento no eran miembros de las Naciones Unidas y
cuando en todos los países se haya cumplido el proceso de reajuste de su legislación, para
mejor concordancia con este código mundial. En fin, cuando su articulado entre a jugar,
como ya se ha hecho en algunas situaciones, a efectos de resolver las múltiples situaciones
delicadas y muchas de ellas graves que debemos descontar, se producirán en el transcurso
de las relaciones internacionales.
Sucesos lamentables, como los que atravesaron el gobierno de Bogotá, cuando un grupo de
guerrilleros denominados M-19 mantuvieron ocupada la Embajada de la República
Dominicana durante más de dos meses, permaneciendo como rehenes, diplomáticos de
distintas naciones. El hecho ocurrió cuando una pareja de guerrilleros entró a la Embajada
durante la recepción del 27 de febrero de 1980. Posteriormente colaborarían con la toma del
edificio desde adentro. Los parámetros de la crisis comenzaron a expandirse cuando los
terroristas reclamaron al gobierno de Colombia la liberación de 311 presos políticos y el
pago de cincuenta millones de dólares. El criterio del gobierno colombiano fue el de
suministrar como única salida a este acto terrorista, un avión para que los guerrilleros
abandonen el país junto con los rehenes, expresando que el "gobierno no puede aplicar la
ley nacional a una situación que es claramente internacional". Luego de tratativas los
guerrilleros redujeron sus exigencias, aceptando como condición para liberar a los rehenes,
la liberación de 70 guerrilleros detenidos y reducir a diez millones de dólares los cincuenta
millones reclamados inicialmente, condiciones que tampoco fueron aceptadas. Colombia, a
pesar de la crisis desatada decidió no delegar la responsabilidad de buscar una solución, ni
siquiera apelar a ayuda externa de cualquier tipo, lo que estaba en juego era la deteriorada
credibilidad del sistema de convivencia pacífica internacional. El Papa Juan Pablo II rogó
para que se llegara a una solución "capaz de dar serenidad y consuelo". Como corolario el
gobierno de Colombia formuló una contra propuesta a las demandas de los extremistas,
consistente en el otorgamiento de salvoconductos a los casi treinta guerrilleros para que
salgan del país en un avión especial. Panamá, México y Costa Rica ofrecieron asilo político
a los mismos. Azorada la comunidad internacional y también expectante, siguió atenta la
evolución de las negociaciones, insistiendo en la inviolabilidad de los derechos de los
diplomáticos retenidos en la embajada dominicana. Finalmente se les otorgaron
salvoconductos para emigrar a Cuba.
Caso relativo al personal diplomático y consular de los Estados Unidos en Teherán. Los
Estados Unidos de América contra el Irán
Otro hecho que mereció una muy especial atención en el orden internacional fue la toma de
la Embajada norteamericana y de los 52 cautivos, por parte de un grupo armado de varios
centenares de personas que irrumpió en el recinto de esa Embajada en Teherán y que luego
se autotitularon "estudiantes musulmanes partidarios de la política del imán".
El ataque contra la Embajada de los Estados Unidos en Teherán por un grupo de militantes
que no tenían carácter oficial pero que tuvieron éxito debido a la falta de protección
adecuada por parte del gobierno iraní, lo mismo que el ataque a los Consulados
norteamericanos en Tabriz y Shiraz, con fecha 4 de noviembre y 5 de noviembre de 1979,
respectivamente, y que si bien no puede considerarse imputable al Estado iraní, en un
primer momento, ya que posteriormente fue avalado, no significa que el Irán quede
exonerado de toda responsabilidad respecto a esos ataques y sus consecuencias; toda vez
que su propio comportamiento posterior fue incompatible con sus obligaciones
internacionales. Por la Convención de Viena de 1961, como Estado receptor firmante y
ratificante de la misma, el Irán ya había contraído la obligación más categórica de tomar
medidas apropiadas para proteger la Embajada y los Consulados de los Estados Unidos, su
personal, sus archivos, sus medios de comunicación y la libertad de circulación de los
funcionarios. Recuérdese que el artículo 22 párrafo 2° de la Convención de 1961 dispone
que: "El Estado receptor tiene la obligación especial de adoptar todas las medidas
adecuadas para proteger los locales de la misión contra toda intrusión o daño y evitar que se
turbe la tranquilidad de la misión o se atenté contra su dignidad.'' Así también, luego de
proclamar que la persona del agente diplomático es inviolable y no puede ser objeto de
ninguna forma de detención o arresto, el artículo 29 dispone: "El Estado receptor le tratará
con el debido respeto y adoptará las medidas adecuadas para impedir cualquier atentado
contra su persona, su libertad o su dignidad.''
Es de acotar, previo al desarrollo de los progresivos incumplimientos por parte de Irán y las
evidentes y repetidas violaciones de las disposiciones aplicables a la Convención de Viena
con respecto a los Estados Unidos que no ha sido el único país en cuyas misiones
diplomáticas o consulares se han llevado a cabo manifestaciones e invasiones durante el
período revolucionario en Irán. El 5 de noviembre de 1979, un grupo invadió la Embajada
británica en Teherán, pero fue desalojado poco tiempo después. El 6 de noviembre de 1979,
se ocupó temporalmente el Consulado del Iraq en Kermanshah, que posteriormente fue
evacuado, siguiendo instrucciones del Ayatollah Khomeini, no sufriendo daños ni el
edificio ni los objetos que se encontraban en él. Con fecha 1° de enero de 1980 una
numerosa turba atacó la Embajada de la U.R.S.S. en Teherán, pero, en estas oportunidades,
gracias a la protección proporcionada por las autoridades iraníes, no se registraron daños de
consideración.
Los estudiantes iraníes siguieron ocupando la Embajada con la aprobación y el sello oficial
de su gobierno cuando el Ayatollah Khomeini afirmó que la Embajada de los Estados
Unidos era "un centro de espionaje y conspiración y que las personas que han tramado
conspiraciones contra nuestro movimiento islámico en ese lugar, no tienen derecho al
respeto diplomático internacional. Asimismo proclamó que "la situación de los locales de la
Embajada y de los rehenes no cambiaría hasta que los Estados Unidos entregaran al Shah
para que fuera juzgado y restituyeran sus bienes al Irán".
Antes de llevar los Estados Unidos el caso a la Corte Internacional de Justicia, el Gobierno
de los Estados Unidos adoptó a su vez medidas unilaterales en respuesta a los actos por los
que imputara responsabilidad al gobierno de Irán. Con fecha 10 de noviembre de 1979 se
adoptaron medidas a fin de identificar a todos los estudiantes iraníes en los Estados Unidos,
cuya situación no concordaba con las estipulaciones condicionadas en sus visados de
entrada, a efectos de proceder a la expulsión de quienes hubieran contravenido las leyes y
los reglamentos de inmigración aplicables en la materia. El 12 de noviembre de 1979 el
Presidente de los Estados Unidos ordenó que se pusiera fin a todas las compras de petróleo
iraní destinadas a los Estados Unidos. Considerando que el gobierno iraní retiraría todos los
fondos iraníes de Bancos de los Estados Unidos y se negaría a aceptar el pago del petróleo
en dólares, repudiando las obligaciones contraídas con los Estados Unidos y con nacionales
de este país, con fecha 14 de noviembre de 1979, el Presidente de los Estados Unidos tomó
medidas encaminadas a congelar los cuantiosos activos oficiales iraníes en los Estados
Unidos o controlados por este país, incluidos los depósitos en bancos de los Estados Unidos
y en filiales y sucursales extranjeras de bancos de los Estados Unidos. El 12 de diciembre
de 1979, el Encargado de Negocios de Irán en Washington fue informado de que se
restringiría el número de funcionarios destacados en la Embajada y puestos consulares
iraníes en los Estados Unidos. Asimismo el Gobierno de Estados Unidos presentó al
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas un proyecto de resolución pidiendo la
adopción de sanciones económicas contra Irán, proyecto que no fue aprobado. El 7 de abril
de 1980 el gobierno de los Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con el gobierno
de Irán y al mismo tiempo prohibió las exportaciones de los Estados Unidos al Irán,
sanción que había propuesto anteriormente al Consejo de Seguridad. Se levantaron
inventarios de los activos del gobierno del Irán congelados el 14 de noviembre de 1979 y se
preparó una lista de reclamaciones pendientes de nacionales norteamericanos contra el
gobierno de Irán a fin de ''formular un programa contra el Irán en favor de los rehenes, las
familias de los rehenes y otros demandantes norteamericanos", y se anularon todos los
visados extendidos a ciudadanos iraníes para su ulterior ingreso a los Estados Unidos.
Como contrapartida se anunciaron nuevas medidas económicas contra Irán y se prohibió los
viajes de ciudadanos norteamericanos a dicho país.
A todo esto, con fecha 9 de noviembre de 1979 el Representante Permanente de los Estados
Unidos ante las Naciones Unidas solicitó al Presidente del Consejo de Seguridad
considerara urgentemente el logro de la liberación de los rehenes y el restablecimiento de la
inviolabilidad del personal y los locales diplomáticos. El Secretario General con fecha 25
de noviembre de 1979 solicitaba una reunión urgente del Consejo de Seguridad en un
esfuerzo por lograr una solución pacífica del problema. El Consejo de Seguridad se reunió
el 27 de noviembre y el 4 de diciembre de 1979. Se aprobó la Resolución 457 en la que se
exhortaba al Irán a que pusiera en libertad de inmediato al personal de la Embajada, que se
le suministrara protección y que se les permitiera abandonar el país. Se exhortaba además a
los dos gobiernos para que adoptaran medidas a fin de resolver las cuestiones restantes de
modo pacífico y se pedía al Secretario General que interpusiera sus buenos oficios para la
inmediata aplicación de la resolución, adoptando las medidas necesarias para tal fin. El 31
de diciembre el Consejo de Seguridad se reunió nuevamente y aprobó la Resolución 461
reiterando las medidas anteriores. El Secretario General visitó Teherán del 1 al 3 de enero
de 1980 y presentó un informe al Consejo de Seguridad, anunciando el 20 de febrero de
1980 el establecimiento de una Comisión que investigaría los hechos y presentaría un
informe a la brevedad. Mientras el problema estaba siendo examinado por el Consejo de
Seguridad, los Estados Unidos presentaron una solicitud en la que se entablaba una acción
contra la República Islámica del Irán ante la Corte Internacional de justicia, presentando en
Secretaría de la Corte una petición de medidas provisionales con arreglo al artículo 41 del
Estatuto y al artículo 73 del Reglamento de la Corte.
Los artículos 22, 24, 25, 27, 28, 31, 37 y 47 de la Convención de Viena sobre Relaciones
Diplomáticas. Los artículos 28, 31, 33, 34, 36 y 40 de la Convención de Viena sobre
Relaciones Consulares. Los artículos 4 y 7 de la Convención sobre la prevención y el
castigo de delitos contra personas internacionalmente protegidas, inclusive los agentes
diplomáticos. Los artículos II (4), XIII y XIX del Tratado de Amistad, relaciones
económicas y derechos consulares entre los Estados Unidos y el Irán y,
los párrafos 3 y 4 del artículo 2 y 33 de la Carta de las Naciones Unidas.
c) Que el gobierno del Irán debe pagar a los Estados Unidos, por derecho propio de éstos y
en ejercicio de su derecho a la protección diplomática de sus nacionales, una indemnización
por las citadas violaciones de las obligaciones jurídicas internacionales del Irán para con los
Estados Unidos, cuyo monto será determinado por la Corte; y
b) Que el Gobierno del Irán debe someter a sus autoridades competentes, a los fines de su
enjuiciamiento, a las personas responsables de los delitos cometidos contra los locales y el
personal de la Embajada de los Estados Unidos y contra los locales de sus consulados."
Sin embargo definió su posición en dos comunicaciones dirigidas a la Corte por el Ministro
de Relaciones Exteriores del Irán con fechas 9 de diciembre de 1979 y 16 de marzo de
1980, que fueran recibidas el 17 de marzo de 1980.
Mientras la Corte deliberaba en el presente caso, se realiza por parte de los Estados Unidos
una incursión en territorio iraní llevada a cabo por unidades militares los días 24 y 25 de
abril de 1980. El llamado operativo Delta, era un plan audaz que se había planificado para
liberar a los rehenes. Fue un fracaso a tal punto que el mismo Presidente de los Estados
Unidos ordenó cancelar la misión. Cuando los comandos norteamericanos se preparaban a
evacuar el desierto, la huida se transformó en tragedia. Atrás quedaban además de ocho
soldados muertos y el material inutilizado, los planos para tomar la Embajada en Teherán y
los dólares y riáis que cada comando iba a utilizar en su misión.
Tal como anotamos precedentemente. Irán no presentó escritos, pero definió su posición en
las dos comunicaciones dirigidas a la Corte por el Ministro de Relaciones Exteriores de Irán
con fecha 9 de diciembre de 1979 y 16 de marzo de 1980. Al examinar la Corte las
consideraciones presentadas por el gobierno iraní, en que se afirmaba que ella no debería
entender en el presente caso, refiriéndose el citado gobierno al "arraigo y el carácter
fundamental de la revolución islámica del Irán, la revolución de toda una nación oprimida
contra sus opresores y amos", añadiendo que "Cualquier examen de las numerosas
repercusiones de la revolución correspondía esencial y directamente a la soberanía del
Irán".
Sin embargo, la Corte ya había señalado que: "toda controversia que se refiera a locales
diplomáticos y consulares, así como la detención de personas protegidas
internacionalmente, y que entrañe la interpretación o aplicación de convenciones
multilaterales que codifiquen el derecho internacional que rige las relaciones diplomáticas y
consulares corresponde por su naturaleza, a la jurisdicción internacional." (I.C.J. Reports
1979, pág. 16, párrafo 25).
"Por consiguiente, el problema de fondo del conflicto entre el Irán y los Estados Unidos no
reside en la interpretación y aplicación de los tratados en que se basa la solicitud de los
Estados Unidos, sino que es el resultado de una situación general que comprende elementos
mucho más fundamentales y complejos. En consecuencia, la Corte no puede examinar la
solicitud de los Estados Unidos en forma aislada de su contexto adecuado, esto es el de
todos los antecedentes políticos de las relaciones entre el Irán y los Estados Unidos Unidos
durante los últimos 25 años. Esos antecedentes incluyen, entre otras cosas, los crímenes
cometidos en Irán por el gobierno de los Estados Unidos, en particular el golpe de Estado
de 1953 provocado y ejecutado por la CIA, el derrocamiento del legítimo gobierno nacional
del Dr. Mossadegh, la restauración del Shah y de su régimen, controlado por intereses
estadounidenses, y todas las consecuencias sociales, económicas, culturales y políticas de
las intervenciones directas en nuestros asuntos internos, así como las graves, flagrantes y
continuas violaciones de todas las normas internacionales cometidas en el Irán por los
Estados Unidos.''
Sobre la base de un examen detallado de los méritos del caso, la Corte Internacional de
Justicia de La Haya, por voto unánime, decidió que Irán dispusiera la liberación inmediata
de los rehenes norteamericanos, devolviendo a los Estados Unidos el control del complejo
de la Embajada norteamericana en Teherán y de los Consulados de Tabriz y Shiraz.
Asimismo, en decisión dividida, 2 votos contra 3 decidió que Irán debe reparar con
indemnización a Washington por la crisis de los cautivos, que en ese momento llevaban
203 días. Irán, que ya había desconocido la providencia del 15 de diciembre de 1979 en el
mismo sentido, rechazó la competencia del alto tribunal y, en consecuencia, ignoró el fallo.
Irán se negó a participar en la vista —el asiento reservado para el representante iraní quedó
vacío— porque "creemos que la Corte no tiene jurisdicción para considerar un asunto como
éste". En tanto el fiscal general de Irán, Ayatollah Moussavi Ardebili, prominente miembro
del Consejo Revolucionario de Gobierno expresó que: "El fallo carece de significación" y
añadió que Irán desea que el depuesto ex Shah Reza Pahievi sea devuelto de su exilio,
actualmente en Egipto, para ser juzgado por "sus crímenes durante su mandato y respaldado
por Estados Unidos".
La sentencia fue leída en el Gran Salón de Justicia del Palacio de la Paz —en el transcurso
de tres horas— por el Presidente de la Corte Sir Humprey Waldock (Gran Bretaña) en
presencia de unos 60 diplomáticos y en ausencia de la delegación iraní y confirmó, en
cuanto al fondo, lo establecido el 15 de diciembre de 1979 a título provisional, tras la
demanda de Estados Unidos contra Irán.
En tanto, por trece votos contra dos (un juez soviético y otro sirio) la Corte decidió que Irán
debía reparar a Estados Unidos los perjuicios causados por los acontecimientos del pasado
4 de noviembre de 1979 y sus posteriores consecuencias. Agrega el tribunal por 14 votos
contra 1 que la cantidad por pagar será decidida posteriormente por medio de negociaciones
o a través de los procedimientos subsiguientes del caso. Sin embargo, los 15 jueces
criticaron el frustrado intento de rescate llevado a cabo por Estados Unidos el 24 de abril de
1980. "La Corte quiere observar que, una operación llevada a cabo en esas circunstancias
—señala— por cualquiera que sea el motivo es de un tipo que socava el respeto por el
proceso judicial en las relaciones internacionales'". Destacó Sir Waldock que el 15 de
diciembre de 1979 la Corte requirió a ambos países evitar una acción que pudiera agravar la
tensión. Entretanto, el juez soviético Platón Morozov dijo que "la invasión del territorio
iraní fue cometida por Estados Unidos, en un período de deliberación judicial y fue dirigida
no hacia la solución pacífica de la disputa sino por la fuerza."
El alto tribunal de La Haya, brazo jurídico de las Naciones Unidas, expresó que la captura
de los rehenes por los activistas iraníes y el respaldo que el gobierno de ese país ha dado a
tal acción, representan "continuas y sucesivas violaciones" por parte de Irán de sus
obligaciones emanadas de las Convenciones internacionales y del anterior Tratado
Suscripto entre Teherán y Washington. Además, la Corte decidió, por unanimidad, que
"ningún rehén podrá ser juzgado ni obligado a prestar declaración como testigo en Irán."
Pero, la Corte no se pronunció en torno de la reclamación norteamericana en cuanto a que
se ordene a Irán que enjuicie a los responsables de la captura de su Embajada en Teherán.
El Departamento de Estado de Washington señaló que el fallo de la Corte confirma que la
conducta de Irán "no puede ser excusada ni justificada por reclamaciones pasadas, reales o
imaginarias."
En opinión disidente del Juez Morozov se expidió, entre otros conceptos: "...teniendo en
cuenta las circunstancias extraordinarias que se produjeron durante el período en que
tuvieron lugar las deliberaciones judiciales sobre el caso, circunstancias en que el propio
demandante cometió muchos actos que causaron daños enormes a la República Islámica del
Irán, el demandante ha perdido tanto el derecho jurídico como el moral a esperar que la
Corte reconozca la existencia de un derecho a recibir reparaciones" y agrega: "La situación
en que la Corte ha llevado a cabo sus deliberaciones judiciales en el presente caso carece de
precedente en toda la historia de la administración de justicia internacional en esta Corte o
en cualquier institución judicial internacional." "Estimo que, sin perjuicio de la
competencia exclusiva del Consejo de Seguridad, la Corte, desde un punto de vista
estrictamente jurídico, podía haber señalado a la atención el hecho innegablemente jurídico
de que el artículo 51 de la Carta, que establece el derecho de legítima defensa, no puede
invocarse más que en caso de ataque armado contra un miembro de las Naciones Unidas, y
en el caso, no hay prueba alguna de haberse efectuado un ataque armado contra los Estados
Unidos."
Esas declaraciones Argelia asumió un papel decisivo como intermediario y se perfiló ante
el tercer mundo como un pilar de la no alineación.
Ofició de puente entre los Estados Unidos e Irán y así Argelia se encontró progresivamente
asociada a las difíciles negociaciones, apareciendo como un interlocutor válido para la
primera potencia occidental y para los jefes de la Revolución iraní.
La complejidad del acuerdo jurídico-financiero entre Irán y los Estados Unidos, llevó al
gobierno de Argel a brindar sus consejos sobre la evolución de las negociaciones, e incluso
a aconsejar a una u otra parte sobre el mejor modo de sacar a las negociaciones del
empantanamiento en que se encontraban.
La esencia del acuerdo fue que luego de la liberación de los rehenes norteamericanos,
Estados Unidos descongelaría y transferiría a los iraníes una gran parte de los bienes que
habían sido congelados cuando los iraníes ocuparon la Embajada de los Estados Unidos y
los Consulados, reteniendo a nacionales norteamericanos. Asimismo, se llegó a un
completo acuerdo sobre los procedimientos de arbitraje entre Estados Unidos e Irán, con
ayuda de los argelinos, que resolverán los reclamos existentes entre los habitantes de una y
otra nación.
Tras 444 días de cautiverio, los 52 rehenes fueron liberados y llevados a una base
estadounidense de Alemania Occidental. Viajaron a bordo de dos aviones argelinos, y un
tercero de escolta, se detuvieron en Atenas y luego emprendieron vuelo rumbo a Argel,
cuyo gobierno actuó de intermediario entre Teherán y Washington y donde tuvo lugar la
transferencia oficial de los cautivos a las autoridades estadounidenses. El Presidente Jimmy
Cárter, cuyo mandato había terminado media hora antes de la llegada se dirigió a Wies"
badén para recibir a los rehenes en nombre de su país y su sucesor.
El mismo texto fue referido a ''todo el oro'' y "todas las acciones y bonos" depositados en
las cuentas abiertas por el Banco Federal Neoyorquino, en el Banco de Inglaterra. La
transferencia fue de unos 8.000 millones de dólares al Banco Central de Argelia, que actuó
como intermediario del Gobierno iraní y como requisito para la liberación de los 52 rehenes
norteamericanos.
El mundo asistió a lo que "Le Monde" en una publicación calificó de "Triunfo y desastre de
la Diplomacia". Todos estuvieron contestes en que se estuvo ante una situación de
emergencia, no ante un caso común de legalidad que puede resolverse por la aplicación de
normas jurídicas habituales. El acuerdo debió cumplirse. Para Argelia la liberación de los
rehenes constituyó un verdadero éxito diplomático. Para la prensa británica, fue un triste
éxito del Presidente saliente de los Estados Unidos Jimmy Cárter. El "Financial Times" dijo
Con este caso se puso punto final a una de las negociaciones más prolongadas que recuerda
la historia moderna, que llegó a desencadenar una crisis internacional de vastas
proporciones.
El caso de las Malvinas e islas del Atlántico Sur. La República Argentina y Gran Bretaña
Otro acontecimiento que fue sin duda el más sobresaliente en largos e interminables
decenios de la historia de la República Argentina y que tuvo una repercusión internacional
no menos intensa, fue el relacionado con el legítimo objetivo que estaba en la conciencia y
el alma de todo el pueblo argentino. La recuperación de las Islas Malvinas y sus
dependencias marca un hito histórico en la vida de la Nación. Hubo dos componentes en el
hecho: uno militar cumplido exitosamente por las Fuerzas Armadas Argentinas el 2 de abril
de 1982 integradas con todo el pueblo y el otro político, que exige el estudio de la realidad
internacional actual determinante de la verdadera dimensión de la comunidad internacional
en la consolidación de este éxito militar. La República Argentina, al disponer la reconquista
del Archipiélago, no buscó iniciar un conflicto bélico en el que se encuentra empeñado el
Reino Unido, por el contrario, llamar la atención del mundo sobre la necesidad de reparar
un desgarramiento territorial ocurrido hace casi un siglo y medio.
Este acto de soberanía justo y necesario fue realizado luego de 149 años de usurpación
británica de parte de nuestro territorio, agotando todas las instancias en las negociaciones,
con la permanente amenaza por parte de la Gran Bretaña del uso de la fuerza, con la
negativa incluso de acceder a todos los medios conciliatorios a que apelan las naciones
civilizadas para resolver sus controversias.
Fue Louis Antoine13 Montesquieu, De L´ Esprit des Lois, t. II, Livre XXVI, Chapitre XXI,
pág. 124, París.
de Bougainville en 1764 quien concretó en las islas un principio de ocupación efectiva y de
colonización, fundando Port Louis, pero pronto España exigió el retiro de la colonia al
gobierno francés, siendo entregadas solemnemente por Francia a España en 1767,
aceptándose la soberanía española de las islas y ordenando el retiro de la colonia.
España reivindicó las islas como una dependencia del continente de la América meridional,
siendo reconocido su derecho por el rey de Francia, reconocimiento de innegable valor.
Por su parte, en 1765, John Byron tomó posesión de las islas en nombre de Jorge III de
Inglaterra y en un alarde de su política imperialista de la época fundó Puerto Egmont.
Luego siguieron los episodios de la toma y devolución de Puerto Egmont y la retirada final
de los ingleses en 1774, quedando España en posesión pacífica de las islas mientras duró su
dominación en el Río de la Plata.
Es fundamental señalar el Pacto de 1771 que, cuando Carlos III de España ordenó desalojar
a los ingleses, acercándose ambos países a la guerra y luego de difíciles tramitaciones,
firmaron España e Inglaterra, en el que ésta última no alegó su soberanía, pero sí exigió una
reparación a su honor. España accedió haciendo expresa reserva de su soberanía, reserva
que fue aceptada por Inglaterra, lo que provocó en su momento una furiosa reacción de
parte de ese país ya que importaba su renuncia a las islas. Es muy importante el siguiente
párrafo del mencionado Pacto que resolvió el asunto, citado por Julio Coebel: "El príncipe
de Masserano (embajador de España) declara en nombre del rey su señor que el
compromiso de Su Majestad de restituir la posesión del fuerte y del puerto llamado
Egmont, no puede ni debe afectar en nada la cuestión del derecho anterior de soberanía de
las Islas Malvinas, llamadas por otro nombre Falkland" .63
63 Goebel, Julio, La pugna por las Islas Malvinas, Buenos Aires, 1950, págs. 404-405;
Groussac, P., Las Islas Malvinas, Buenos Aires, 1936, págs. 134-35.
Con prístina claridad, el decreto funda los derechos argentinos en: "la posesión por el
derecho del primer ocupante, por el consentimiento de las potencias de Europa y por las
adyacencias de estas islas que formaban el Virreinato de Buenos Aires de cuyo gobierno
dependían".
Autores como Goebel y Groussac sostienen que los títulos de soberanía invocados por Gran
Bretaña pretenden basarse en el descubrimiento y en la ocupación. Estos no constituyen un
título, ni siquiera imperfecto, como así tampoco los viajes de algunos navegantes ingleses
que sostuvieron haber divisado las islas y que no ejercieron posesión efectiva, como por
ejemplo Davis en 1502, Hawkins, etc., que ni siquiera figuran en la cartografía inglesa de la
época, ni tampoco contienen referencias 66.
Una breve reseña histórica nos demuestra la importancia de las expediciones emprendidas
durante casi medio siglo por los marinos franceses de Saint Malo, de allí proviene el
nombre lies Malouines, que castellanizado es Islas Malvinas. Documentos encontrados en
el Vaticano recientemente atestiguan que Magallanes las descubrió. Sin duda el
Archipiélago entraba en la zona adjudicada a España por la bula del papa Alejandro VI que
concedía soberanía. Sucesivos viajes de Loaysa en 1526 y Camargo en 1540 ratificaron el
dominio español.
Ya antes de 1829 en que se nombró a Luis Vernet Comandante Político y Militar de las
islas, la región era explorada por una expedición inglesa al mando del Capitán Langdon,
que a instancias de Lord Aberdeen veían la necesidad de que Gran Bretaña se apoderara del
Archipiélago. Es por ello que Gran Bretaña, ante este nombramiento, eleva una nota de
protesta, aduciendo derechos soberanos sobre las islas. Vernet en 1831 detiene y embarga 3
goletas norteamericanas que no acataron la prohibición de pesca. Ese mismo año la fragata
Lexington norteamericana destruye Puerto Soledad, sede de la Gobernación, y el 14 de
agosto de 1832 el gobierno de Buenos Aires, previa protesta, rompe relaciones con
Norteamérica. El 10 de octubre de 1832 la "Sarandí'' al mando de José M. Pinedo retoma
Puerto Soledad. Con fecha 2 de enero de 1833 se presenta en Puerto Soledad la corbeta
Clío al mando del Capitán Onslow, intima a Pinedo, desembarca ese mismo día, arriando la
bandera argentina e izando la inglesa, ocupando ilegalmente Puerto Soledad, expresando
que lo hacía en nombre de Su Majestad británica.
Este fue un acto de fuerza que privó a la República Argentina de la posesión del
Archipiélago que le correspondía por la sucesión en los derechos de España, la toma de
posesión y el ejercicio pacífico de la soberanía.
Otros títulos argentinos son ''la toma de posesión que se efectivizó cuando la fragata
Heroína llegó el 6 de noviembre de 1820 y el 9 de ese mismo mes su Comandante David
Jewett notificó en Puerto Soledad que había tomado posesión en nombre de las Provincias
Unidas del Río de la Plata y el ejercicio pacífico y continuado de la soberanía, mediante la
realización de diversas actividades estatales", entre otras nombrar gobernadores, conceder
permisos y concesiones, etc. 67.
Los reclamos argentinos sucesivos de esta usurpación por parte de Gran Bretaña fueron
inmediatos y pacíficos, no obteniendo la República Argentina respuestas positivas a los
mismos.
Jurídicamente esta acción de fuerza por parte de Gran Bretaña no podía crear derecho
alguno, políticamente fue una demostración del imperialismo que las potencias europeas
desarrollaron en el siglo XIX a expensas de América, Asia y Africa.
La República Argentina nunca consintió esa usurpación de parte de su territorio por ese
medio ilícito e inaceptable y así lo ha manifestado en forma ininterrumpida con sólidas
protestas.
El caso de las Georgias del Sur es bastante similar, pero ocurrió a comienzos del siglo XX.
En 1904 se fundó la Compañía de Pesca para operar en la caza de ballenas en las Georgias
del Sur. Era un archipiélago deshabitado y la compañía estaba formada por capitales
argentinos, estableciéndose en grytuiren en la Bahía Cumberland, iniciando desde allí la
caza de ballenas con tres naves.
En 1906 y 1907 se establecieron dos factorías flotantes en las islas y en 1908 una Real
Patente inglesa declaraba la soberanía británica sobre un enorme sector que llegaba al Polo
Sur y comprendía las Malvinas, las Georgias y las islas Sandwich. Gran Bretaña con su
ambición colonialista incluía parte de Tierra del Fuego, Santa Cruz y la provincia chilena
de Magallanes, lo cual fue rectificado en 1917 con una nueva Carta Patente británica.
Desde esa época las compañías argentinas debían pagar derechos aunque operaran bajo su
pabellón.
De todo esto surgen dos reflexiones importantes para explicar estos hechos. La primera son
las razones de permanente agresión inglesa desde 1763 a nuestros días, con siete invasiones
inglesas, de las cuales cinco fracasaron, pero las de las Malvinas de 1833 y la de 1908 aún
continuaban.
Es destacable que la gran importancia estratégica de nuestro Atlántico Sur, pasaje de tres
océanos y camino a la Antártida fue detectada por los ingleses. Otra segunda reflexión son
las riquezas de ese Mar Argentino, en lobos marinos y ballenas en pesca y, potenciairnente,
en petróleo.
El acto de soberanía llevado a cabo por las Fuerzas Armadas Argentinas el 2 de abril de
1982, contó con el apoyo irrestricto de toda una Nación. Era imprescindible rescatar las
Malvinas y las Georgias, que juntamente con la isla de los Estados y las Sandwich del Sur
forman un arco, el de Scotia, necesarias para el dominio de nuestro mar, pero con una
soberanía efectiva y práctica. La comunidad internacional toda y muy especialmente
América estuvieron contestes en que el derecho y no la fuerza nos asiste.
Con el advenimiento de nuevos Estados miembros que habían dejado de ser colonias,
aumenta la presión para la descolonización de otros en el seno de las Naciones Unidas. En
1961 por Resolución no 1654 (XVI) se creó un "Comité Especial encargado de examinar la
situación con respecto a la aplicación de la declaración sobre la concesión de la
independencia a los países y pueblos coloniales" compuesto originariamente de 17
miembros, pero posteriormente aumentado a 24, conocido como "Comité de los 24". Este
Comité incluyó a las Malvinas entre los territorios que debían ser objeto de
descolonización. La República Argentina alegó que las Malvinas no era una colonia que
debía independizarse, sino que era un territorio segregado del territorio argentino y que
debía ser reintegrado al mismo. En cambio, Inglaterra alegó que debía consultarse a la
población de las islas acerca de su independencia o su integración a la Nación Argentina.
68 Goebel, J., La pugna por las Islas Malvinas, Buenos Aires, 1950, pág. 127.
Por su parte Gran Bretaña anunciaba en la Cámara de los Comunes que la nave británica
"Endurance" se encontraba en las inmediaciones del Archipiélago, juntamente con otros
dos navíos, listos para trasladarse a las islas.
Ante la negativa por parte de Gran Bretaña a negociar lo referente a la soberanía argentina,
la República Argentina expidió un documento el 4 de febrero de 1982, estableciendo una
propuesta en la reunión celebrada en Nueva York entre los representantes de Argentina y
Gran Bretaña, a fin de celebrar reuniones mensuales entre ambos países, tendientes a
acelerar al máximo las negociaciones en curso, relativas a la obtención a corto plazo de la
soberanía argentina sobre las islas, reservándose, en caso contrario, el derecho a poner
término al funcionamiento de ese mecanismo y elegir libremente el procedimiento que
mejor consulte a sus intereses. Ese documento no obtuvo respuesta alguna.
La situación se altera con el incidente que provoca Gran Bretaña el 18 de marzo de 1982,
referido a la presencia de un grupo de trabajadores en San Pedro, en Georgias. La presencia
de esos trabajadores se debió a los arreglos comerciales efectuados entre una empresa
argentina y otra británica, con total conocimiento y acuerdo de las autoridades pertinentes
de Gran Bretaña, portando los trabajadores el documento denominado "certificado
provisorio'" único documento válido para viajar a las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich
del Sur, todo ello de acuerdo con la Declaración Conjunta argentino - británica de 1971,
que regía la apertura de las comunicaciones entre el territorio continental argentino y esas
islas.
Los trabajadores izaron una bandera argentina y entonaron el Himno Nacional Argentino,
siendo posteriormente intimados a retirarse por el Comandante de la base de Grytviken, sin
resultado. Desde ese momento se aceleran los acontecimientos y el representante británico
es llamado a la Cancillería argentina quien expone las precisas instrucciones del Foreign
Office de "que los argentinos abandonen la isla". La situación se complica y el
Almirantazgo inglés ordena al "Endurance" que se aproxime a las islas, autorizándolo a
utilizar la fuerza en caso de necesidad.
Se continúan intercambiando notas enérgicas de protesta entre las dos Cancillerías, sin
posibilidades de un acuerdo, a pesar de los intentos por parte de los Estados Unidos de
Norteamérica, cuyos buenos oficios habían sido aceptados por ambos países, a fin de
solucionar el diferendo que había surgido entre la República Argentina y Gran Bretaña.
La orden del 3 de abril de 1982 del Banco de Inglaterra que establecía la congelación total
de la actividad bancaria con instituciones financieras argentinas, provocó que nuestro país
no pudiera cobrar ni tampoco pagar, notándose una cierta flexibilización a partir del 8 de
abril de 1982 ya que los bancos podían pagar sus compromisos ante la Nación Argentina,
comenzando a implementarse de inmediato. Asimismo se levantó el bloqueo a las cuentas
de diplomáticos argentinos, reafirmándose la no ruptura de las relaciones consulares, lo que
permitió cierta continuidad en los negocios. El gobierno de Brasil se hizo cargo de los
intereses argentinos en Gran Bretaña, a través de su embajada en Londres.
Mientras Gran Bretaña anunciaba un bloqueo a las Islas Malvinas, declarando zona de
exclusión marítima un área de 321 kilómetros cuadrados alrededor de las islas, la República
Argentina comunicó que ejercería su jurisdicción en defensa de la soberanía nacional 200
millas marítimas desde las costas del territorio continental y alrededor de las islas
reconquistadas, Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, reservándose actos de auto defensa
ante situaciones que pudieran comprometer la seguridad nacional. Y, al mismo tiempo Gran
Bretaña solicitaba la reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, cuyo
proyecto de resolución presentado por el embajador inglés ante ese Organismo
Internacional decía: ".. .que profundamente preocupado por informes sobre una invasión el
2 de abril de 1982 por las Fuerzas Armadas de la Argentina, determinante que existe una
ruptura de la paz en la región de las Islas Malvinas: 1) Exige un inmediato cese de las
hostilidades; 2) Exige el inmediato retiro de todas las fuerzas argentinas de las Islas
Malvinas; 3) Llama a los gobiernos de la Argentina y del Reino Unido a buscar una
solución diplomática para sus diferencias y a respetar totalmente los propósitos y principios
de la Carta de las Naciones Unidas".
Luego de un debate de dos días los 15 miembros del Consejo de Seguridad solicitaron "el
cese inmediato de las hostilidades" y la "retirada de todas las fuerzas argentinas de las
Malvinas, convalidando la propuesta británica por Resolución 502 por 10 votos a favor:
Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, Irlanda, Nueva Zelandia, Guyana, Zaire, Japón,
Jordania, Togo y Uganda, 4 abstenciones: China, la Unión Soviética, España y Polonia y el
voto en contra de Panamá, quien requirió una contra resolución, respaldando el reclamo
argentino sobre las islas y refiriéndose al texto inaceptable de la resolución británica,
calificando de falso el término "invasión" y haciendo un largo historial sobre el proceso de
descolonización. Estados Unidos abogó por la negociación, brindando la mediación
norteamericana.
La República Argentina sostuvo en el Consejo que "la acción en las Islas Malvinas no fue
una invasión, habida cuenta que nadie puede invadir su propio territorio, sino la
eliminación de uno de los últimos vestigios del imperialismo", negando asimismo que los
habitantes de las islas constituyan una "población" como la define el derecho internacional,
no obstante se enfatizó que "el derecho y el modo de vida de los habitantes de las Malvinas
serán respetados", asumiendo ese compromiso ante la comunidad internacional. Mientras
en el Consejo de Seguridad se bregaba por la paz, Gran Bretaña enviaba una flota de guerra
al Archipiélago, como justificación ante el Consejo de la denuncia argentina de tomar las
medidas defensivas correspondientes.
Posteriormente el bloqueo por parte de Gran Bretaña fue ampliado hasta las 12 millas de
nuestra costa, extendiendo así la zona de guerra en abierta violación al Derecho
Internacional americano que, como se sabe, ha instituido la intangibilidad de las 200 millas,
situación que también fue denunciada por Argentina ante el Consejo de Seguridad y el
T.I.A.R.
Mientras tanto Gran Bretaña, en una escalada agresora fuera de la zona de exclusión y,
atentando a las más elementales reglas humanitarias y a las tradicionales normas de auxilio
en el mar, atacó y hundió un buque pesquero argentino, el "Narwal", carente de todo
armamento o elemento de defensa y ametrallando también las balsas de salvamento en las
que se encontraban los sobrevivientes. Posteriormente perpetraba otro acto de agresión,
también denunciado por Argentina ante el Consejo de Seguridad, atacando y hundiendo al
crucero "ARA Gral. Belgrano", fuera de la zona de exclusión marítima fijada por el mismo
gobierno de Gran Bretaña en su declaración del 28 de abril de 1982, ratificando lo
dispuesto el 12 del mismo mes. El crucero fue atacado a 36 millas fuera de la zona de
exclusión y contaba con una dotación de 1042 tripulantes, muchos de los cuales murieron,
no en una guerra declarada, sino víctimas de un crimen por parte de Gran Bretaña y por el
cual se hará acreedora de su condigno castigo, ya que tanto el "ARA Gral. Belgrano" como
el "ARA Aviso Sobral'', también atacado, concurrieron en apoyo de salvamento
enarbolando la tradicional bandera de hospital, el último en aguas de zona de exclusión,
produciéndose pérdidas de vidas humanas también en este caso.
Mientras por parte de Gran Bretaña continúa la escalada de agresión en una guerra no
declarada, en el campo diplomático se llevan a cabo arduas negociaciones sobre una
"Propuesta de Paz" entre los dos países con la participación activa del Secretario General de
las Naciones Unidas, previendo el cese de las hostilidades, el gradual y equivalente retiro
de tropas de las Malvinas y de la escuadra británica de la zona, el establecimiento
temporario de una administración de las Naciones Unidas en el Archipiélago, apareciendo
en la propuesta la restauración de la soberanía argentina sobre las islas como un objetivo de
las negociaciones. Todo ello condicionado a completarlo con otras negociaciones.
Si las negociaciones no progresan quedan los recursos diplomáticos del Consejo de
Seguridad y la Asamblea General, cuya reunión se solicitaría.
Luego de la Resolución 505 del Consejo de Seguridad por la que se otorga un mandato al
Secretario General de las Naciones Unidas con el fin de que interponga sus buenos oficios
entre las partes para hallar una solución pacífica, solicitando la cooperación de ambos
países para el logro del cese del fuego y encarar nuevas negociaciones, Panamá y España
urgieron que ese cese de fuego sea inmediato en las Islas Malvinas, proponiendo que el
mismo se inicie simultáneamente en cumplimiento de las Resoluciones 502 y 505 del
Consejo de Seguridad en su totalidad, autorizando al Secretario General para que utilice los
medios que juzgue necesarios para la comprobación del alto del fuego. Asimismo se
requería al Secretario General que informe sobre su cumplimiento en un plazo de siete días,
desestimando el proyecto anterior presentado por Irlanda que requería 72 horas para su
consolidación, el cual no prosperó por la negativa por parte de Gran Bretaña. El plazo de
siete días se debió al proyecto redactado por los países No Alienados integrantes del
Consejo (Zaire, Uganda y Panamá).
El mandato otorgado al Secretario General no tuvo éxito de progreso debido a la total falta
de cooperación por parte de Gran Bretaña, ya que entendía que solamente la República
Argentina evacuara sus tropas de las Malvinas de acuerdo a la Resolución 502. Estados
Unidos y Gran Bretaña vetaron el proyecto de cese de fuego y la iniciativa de España y
Panamá contó con la aprobación de 9 votos, con el veto de Gran Bretaña, que se
descontaba, y el veto innecesario por parte de los Estados Unidos que hará que las
relaciones hemisféricas se vean perturbadas por su proceder, salvo que con ese veto se
hubiese querido acabar deliberadamente con el sistema americano.
Por su parte, la República Argentina al reclamar dentro del marco del TIAR la adopción de
medidas adicionales a la Resolución del 28 de abril de 1982, por los graves hechos bélicos
y políticos que venía desarrollando Gran Bretaña, actitud que ponía en peligro la paz y la
seguridad de todos los países de la región, logró que fuera aprobada por parte de los
Cancilleres Americanos, una histórica Resolución que, en su parte resolutiva condenó en la
forma más enérgica el "injustificado y desproporcionado" ataque consumado por el Reino
Unido, así como la decisión por parte del mismo de declarar arbitrariamente como zona de
hostilidades, hasta las doce millas desde las costas americanas, afectando la seguridad de
todo el continente todo lo cual resulta agravado, según la Resolución, por la circunstancia
de que "no estaban agotadas al producirse estos hechos, las posibilidades de negociación en
busca de una solución pacífica del conflicto". La Resolución reitera su pedido a Gran
Bretaña "para que cese de inmediato las acciones bélicas" que lleva a cabo contra la
República Argentina y para que disponga el retiro "sin demora" de su flota de guerra a sus
apostaderos habituales, así como de la "totalidad de sus fuerzas armadas allí destacadas".
Sostiene también que "la actitud del Reino Unido ha conducido a frustrar las negociaciones
para una solución pacífica" que llevaba a cabo el Secretario General de las Naciones
Unidas. En su 4° punto la Resolución expresa su "convicción de que resulta indispensable
lograr con la mayor urgencia una solución pacífica y honorable del conflicto, bajo los
auspicios de las Naciones Unidas". Insta al gobierno de Estados Unidos de América a que
"disponga de inmediato el levantamiento de las medidas coercitivas aplicadas a la
República Argentina y que se abstenga de prestar asistencia material al Reino Unido, en
observancia del principio de solidaridad continental consagrado en el Tratado
Interamericano de Asistencia Recíproca". En el punto siguiente se solicita a "los Estados
partes de este tratado que presten a la República Argentina el apoyo que cada cual juzgue
apropiado para asistirla ante esta grave situación". La Resolución reafirma los principios
constitucionales básicos de la Carta de la OEA y del TIAR, particularmente los que se
refieren a la solución pacifica de las controversias. En su penúltimo punto describe el texto
"la disponibilidad del Organo de Consulta para asistir a las partes en conflicto con su acción
pacificadora, en cuanto pudiera coadyuvar con la misión encomendada por el Consejo de
Seguridad al Secretario General de las Naciones Unidas", instruyendo al presidente del
Organo de Consulta para que se mantenga en permanente contacto con el Secretario
General. Finalmente se resuelve mantener abierta la XX Reunión de Consulta, con el objeto
de velar por el fiel cumplimiento de la Resolución y tomar si fuere necesario, las medidas
adicionales que se convengan.
La situación planteada en el Atlántico Sur no sólo es difícil para los países protagonistas
Argentina y Gran Bretaña, sino también para Estados Unidos que enfrenta una situación
delicada, y cuya conducta política en el caso de las Malvinas ha debilitado su relación con
América Latina.
La experiencia mundial dice que los poderosos de este mundo nunca han podido doblegar a
los pueblos que se sentían unidos por su condición nacional. La Argentina, un país pacífico,
ha debido enfrentar una guerra impía, pero con actitud negociadora está siempre dispuesta
al diálogo. La firme disposición a repeler la agresión por los medios existentes, no está
reñida con la actitud dialogante, siempre que ella esté asistida por la comunidad
internacional en forma decorosa y razonable. Es un país unido en el combate y lo es
también para expresar al mundo que la voluntad de paz y el diálogo permanecen en un
pueblo que, con decisión encaró un combate que no ha buscado y que le fue impuesto por
una causa legítima como lo es la reconquista de las Malvinas.
En este caso de las Malvinas e Islas del Atlántico Sur, como en el Caso de los Rehenes de
Estados Unidos en Irán, citado precedentemente, se ha evidenciado que países como Gran
Bretaña y el Irán, que han firmado y ratificado Convenciones, como la de "Relaciones
Diplomáticas" que tratamos en esta publicación, al llegar el momento de aplicarlas, las han
desconocido totalmente, no sólo con los países afectados como Argentina y Estados Unidos
respectivamente, sino ante la comunidad internacional toda.
No hay requisito previo más fundamental para las relaciones entre los Estados, que la
inviolabilidad de los enviados diplomáticos y de las embajadas, por lo que en el curso de la
historia las naciones de todas las religiones y culturas han cumplido obligaciones recíprocas
a esos efectos. Esto fue dicho por la Corte Internacional de Justicia, afirmando a su vez que,
la diplomacia "ha demostrado ser un instrumento esencial para una cooperación eficaz en la
comunidad internacional, y para que los estados, independientemente de que tengan
sistemas constitucionales y sociales diferentes, lleguen a un entendimiento mutuo y
resuelvan sus diferencias por medios pacíficos."
Por eso, entrevemos, a pesar de las situaciones delicadas y graves que se han producido, la
inmensa significación histórica de este "Segundo Congreso de Viena" como lo designó el
Presidente de la Conferencia en 1961, M. verdross. como él, pensamos que esta
Convención va a seguir afectando favorablemente a toda la humanidad y seguirá siendo una
importante contribución, para ampliar las buenas relaciones internacionales y a su vez un
eficaz instrumento de ayuda para el mantenimiento de la paz en el mundo. La misión de la
diplomacia moderna es la de profundizar los sentimientos de convivencia pacifica entre los
pueblos, respetando los derechos ajenos en cuanto sean compatibles con los propios,
afianzando una paz sólida y duradera por medio de transacciones de interés recíproco y
observando una política internacional que ayude a cimentar una amistad indestructible en
todo el mundo. Sólo así podremos hacer nuestras las palabras de Juan Pablo II "La paz es
posible", mediante la justicia que es el fin del derecho.
Nuestro país, que fuera signatario de la Convención de Viena, ratificó la misma, agregando
sus normas a nuestro derecho positivo.