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Lunes 2 de febrero de 2009

Mariela Ríos Ruiz- Tagle - Chile

ESTA NOCHE, UNA LUZ BRILLANTE CON URGENCIA DE VIVIR

Transmuta la flor en ángel quebrado


de espacios siderales, sobre el hombre:
rayo que enmohece.
Un misterio absorbe la espera;
se salva el hombre del hombre,
estambre enjaulado de ángel invisible.
La luna en su aleph en sombras:
abre flores de mirada en celo,
resucitando sigilosos aeoroplanos desahuciados.
La memoria se hunde en su morada de látex pasajero.
El universo y sus abanicos desplegados,
transforman en eco el caos imperioso,
gestando la alquimia inclemente,
mundo de metales:
dioses moribundos.
Descansa, ángel mendigo:
goza la libertad y la furia.
Pasajero inválido sin parlantes, ni ecualizadores.

LOCO SOÑABA Y DESGARRADO, AL FILO DE SU ETÉREO REVÓLVER

Lejos se encuentran los azules placeres,


el despertar de Venus entre los pájaros:
cada mañana abrazado al arcoiris, sin documentos.
Arrepentirse aquí y ahora, es una obra de arte.
Calaveras eléctricas se encuentran en salas de espera,
sobre cojines nebulosos,
soportando los rounds de gases lacrimógenos:
letreros de neón protegen del fracaso.
Profetas y fantasmas vulneran la autopista.
Poco es el tiempo del ángel,
las señales de peligro sobre su frente petrificada;
en el crepúsculo,
una oración en la infancia periférica puede interpretar al mundo.
Violines despeinados sobre oleadas emergentes,
electrodos divididos, sobre cielos de arenas movedizas.

1
II

CAMPANAS EN LA COLINA REPICARON CUANDO LLEGASTE

El ángel sin alas,


en un ascensor descompuesto,
que lo lleva a ninguna parte.
Una calle lo acoge sin gloria:
algo domina el alfasto,
y penetra el alma imperceptible.
Arrodillado en una esquina sin restricción,
no supo que al jugar,
las cartas estarían marcadas por los siglos de los siglos.
Choca a una paloma en pleno centro,
sin saber que otro ángel disfrazado,
pretendía deslumbrarlo con sus alas:
sombra a sombra derramada.
Billetes trasmutados.
Chequeras incineradas.
Ángel cautivo de lo humano: amante de esta vida.

III

CAYERON LLUVIAS EN MESES DE VERANO ENVENENADO Y SUTIL

A lo lejos una sombra virtual,


miseria cósmica:
flota en la atmósfera destilada.
Ácidos papeles metálicos de hojarascas.
Cielo adentro. Cielo afuera.
En las oficinas tus alas bostezan sedentarias,
y tu mirada es un paraguas viajero de ángel nómade,
cuerpo de lluvia, recostado electrodo de nostalgia.
Hiroshima alerta desde los armarios.
El espacio eleva mil plegarias sobre relojes que se incendian lentamente.
La nostalgia es óxido impertérrito.
Ángel luchador contra el embrujo:
ecualizadores del ser automático.
Desenchufado en la multitudes tecnológicas del miedo.

2
IV

FERNANDO JERKOVICH - ARGENTINA

buen día
soy el que ha habitado en tu postigo de invierno
más de medio almanaque
con sus días
con sus noches
y sus lúgubres soledades
te presento a mi sombra
ella visita tus ojos
que se acurrucan cuando los miro
ella me cuenta
en qué piensas de qué ríes
y cuán suave se derraman tus pétalos
cuando entregas los párpados al sueño
buenas tardes
soy el muchacho tímido que aguarda
traigo en mis manos el suicidio de mis versos
que sangra tu lluvia
mi lluvia
nuestra lluvia
la lluvia que a veces odio y que a veces
despierta cadenas olvidadas
buenas noches
ya me voy
ya es tarde para golpear la puerta
tal vez mi llave haya sido fabricada en un mundo
tan lejano al tuyo tal vez
tu cerradura haya sido fabricada en un mundo
tan distante al mío
pero yo siento que nuestro destino es fatalmente hermoso
es más íntimo que este puñado de lágrimas calcinadas
es más infinito que este silencio que nos separa
es más inmenso

CARMEN PERDOMO - Ecuador


HUELLAS

Tu lengua recorre mis instintos.


En tu garganta,bebo los placeres con culpa.
No pienso,solo transito por tu nochehasta llegar a tu boca.
Abrazo mi llanto.
Fulgor que se extingue
y cae de prisa.
Una piel olvidada,un extraño deseo se cubre de lluvia.

3
Danzo en tu sombra
sin olvidar que todavía existes.

Iñaki Etxebarria, Basauri, Bizkaia, España

..¡QUE EL DUENDE NO MUERE!

..Que no, que no, que el duende nunca se muere.


Que siga la fiesta, que a cántaros corra el vino,
que Ramón no se me ha muerto, que es tan sólo
una broma del destino, una jugada amañada
por la estrellita del albay la aurora, para que José le cante,
más hondo que nunca, a su hermano mayor.
¡Qué no y que no, que mi hermano, ay, no ha muerto!.
Que sólo es un mal invento
del olvido, tonterías de la vida, agüita nada corrida, historias de un loco sin paz
que le quiso
un montón más que a su vida.
Ay, mi Ramón, las penitas no me cuentes, sólo di que me quisiste,
que no vas a estar tan triste, que lo que tú,
ay, me diste, se da a un hermano o a nadie...
Ya no contarás chistes tan buenos, eso es verdad.
Y aquí pasaremos malos ratos por tu ausencia.
Pero te sueño en una tierra más bella que ésta,
así como en el paraíso de los gitanos,
donde en los ríos corran amigos a raudales,
los prados y bosques estén hechos de cariño y la casa,
con papá y mamá, junto a un olivo, como ese que te molaba,
con la perra Lusy, una cabra y los pajaricos...
Ala, Montxo, búscate un lugar por allí arriba, un lugar bonito,
alegre, donde podamos ir todos.
Yo me reuniré contigo
cualquier invierno aburrido de estos u otros, que aquí es frío.
Sé que te gustará el lugar
donde vuelves a descansar, bajo chopos, junto al río
donde cogíamos ranas, bien tapado
con la hojarasca de otoño.
A ella la he visto bailando
sobre tu tumba florida
con el viento, frío y juguetón, de La Llanada.
Te enviaré besos por e-mail
y abrazos por tu cumpleaños,
y escribiré en el remite:"Al lugar más bello, al cielo de Ramón.com”
Y mis mejores alboreás
llevaré al viento cartero,a la cumbre del Gorbea,
y que te las cante luego. No quiero que te preocupes por mí.
Estoy muy bien. Casi nunca lloro más de dos veces al día.Mamá y la abuela te
mandan abrazos eternos, y sus mejores recuerdos.

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Tus hermanos te llevan amarrado al corazón más que al gitano Camarón. Y la
perrica Lusy llora cuando amanece
y ve tu cama vacía. Pero entonces, yo le digo, ya sabes, por lo bajines,
Qué no y que no, qué el duende nunca se muere...
Y vuelve a quedar dormida.
¡Que va, que va, que el duende nunca se muere, que siga la fiesta, que a
cantaros corra el vino,
que Ramón no se me ha muerto, que es tan sólo
una broma del destino, una jugada amañada
por la estrellita del albay la aurora
para que José le cante,
ay, más hondo que nunca
a su hermano del alma!...

TITO MEJÍA - Colombia


CUERPO DOMINADO

En el transcurso de sus 20 años, siempre dominé su cuerpo.


-Déjame quieta-era lo que me decía
cada vez que empezaba a desvestirla por completo
mientras la zarzamora entre sus piernas
exhalaba su oloroso monólogo invitante.
Entonces, con la punta de mi lengua invasora
atada a su cuidadosa piel de mujer,
más el roce de mis punzantes mostachos
en sus senos maquillados de mariposa,
detonaba todos sus secretos en el abalorio
de su boca golosa que soplaba
al ritmo contrastante de mis labios.
-Déjame quieta- me volvía a repetir
en el enervante silencio de la noche
que se perdía en los zaguanes
de la ciudad y sus amores ajenos.
Atento en la distancia
y conocedor del límite amenazante, mi fusil buscaba en ella,
reventar la diana
con su vital líquido
para abrir claridades y confrontar el infinito.
Hoy
somos otros
en la intangible brevedad
del espejo come rostros y tiempos
que además, refleja la dórica pareja
de ráfagas internas
y de soles que perjuran las navajas de la memoria.

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VÍCTHOR DE VERE - SANTIAGO, CHILE
EPITAFIO AL SUR DEL MUNDO

Soy un catalizador que imagina al tiempo desdoblándose en microsegundos,


un catalizador que se emboza bajo el oleaje de los mares irascibles,
al mismo tiempo un receptáculo que se atiborra de agua
y se envuelve en frecuencias defectivas,
al mismo tiempo lo posible y lo imposible,
soy el que vomita por boca de otro los tormentos de un hombre a cada paso,
y aquel que en su palabra con su propia ausencia se llena.
Ardo a kilómetros de mí cuando me imagino crucificado a un costado de la
senda
por donde marcha el féretro de un hombre infinito,
y por casualidad tal vez, las carrozas reflejan en sus ventanas traseras
lo que nunca quise mirar, nunca giro mi cabeza hacia atrás,
(demasiados recuerdos ocultos y malditos).
Entonces heme aquí como catalizador que imagina al tiempo y lo desdobla,
heme aquí mientras lloran y me lloras,
marcho convertido en ébano con mi nombre grabado en el pecho de una lápida
mientras tus lágrimas no riegan mis semillas delirantes de amapolas,
y al costado de mi cuerpo cicatrices,
y hermanos de sal, hermanos de miel, sombras inmóviles de una selva
invisible.
Suspiro entonces para que el viento susurre en tus oídos,
la erosión me haga polvo
y las lágrimas ajenas me aten a la tierra.

Pues ya ves, soy un catalizador que imagina al tiempo desdoblándose en


microsegundos
para que los minutos rindan pleitesía a las horas, las horas a los días y los días
a las centurias,
pero a veces el minuto no avanza, el día no avanza, los relojes se pelean y
todos se atrasan,
en ocasiones, ni siquiera los segundos son capaces de echarse el día a los
hombros
y acarrearlo a un cenáculo conmigo en un lecho erigido en flores cala,
pues bien: el tiempo es el chofer de la carroza fúnebre que viene a recoger
nuestros lamentos.

Ahora ríe, dame una mueca de sonrisa en tu boca entumecida de nostalgia,


dame una mueca de esperanza, firma inmóvil profética de júbilo,
somos catalizadores del tiempo y nos desdoblamos en centuriones famélicos
de poesía [triste,
el viento sopla en nuestros rostros y permite que recitemos postrimeros versos
con nuestras miradas hacia lo alto y nuestros dedos apuntándonos al limbo,

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llamaradas de sangre son lapidadas en mi corazón torturado,
ojos y peñascos caen por los acantilados de los nuevos poetas,
banderas sin estrellas son voces risueñas que ruedan como piedras
por la boca que hace magullar los últimos alaridos
de aquel que recibe en su cabeza el peso de sus propias desdichas,
ya lo ves amor mío no llores, me reflejo en tus ojos llorosos aunque no me
mires,
se expanden semillas como frutos ciegos desde mi pupila casta
y se labra la piedra por si sola en las remembranzas de un molino,
se tejen telarañas en lo más hondo de la melancolía
cuando mis dedos dejan de hablar
y la lluvia pasajera cesa de cultivar en la tierra
la eterna evaporación de nuestros más íntimos recuerdos.

Yo fui quien navegó en un barco de papel por un poema de lágrimas y sangre,


y fui también quien nunca comprendió las razones del naufragio ni las supo,
fui el primero en inscribirme en este cuerpo mortal como un viajero,
sentí a mi lado el canto de un ave marina que agarró en el infierno mis manos
y me llevó a volar entre las mas altas cumbres de las cordilleras nevadas,
no se derritieron los hielos eternos por mi, nunca hubo en mi bolígrafo fuego,
como corvo y cuchillo punzante transité desasiendo el caramelo del mundo.

Ya lo ves amor mío, no llores,


soy un catalizador que nunca duerme y tampoco despierta,
aquel que se arrulla entre setenta y cuatro culebras,
hombre mordido por lombrices de noviembre recitando agonía.
¡Ya lo ves hermano mío! ¡Ya lo ves hermana mía!
El tiempo regurgita mi memoria y te la escupe,
la luz que un día hubo en mis ojos se apaga entre los mares,
el papel húmedo de lágrimas derrama nuestros versos como savia
y al sur del mundo el corazón de mi tierra una última palabra sangra.

FRANCISCO JESÚS MUÑOZ SOLER - ESPAÑA


SI LOS SONIDOS DE LAS PALABRAS

Si los sonidos de las palabras


sus ecos, entonaciones y matices,
se hubiesen podido mantener en el tiempo
suspendidos, levitando en un espacio
intemporal, anaeróbico y modélico,
entonces podríamos rescatar
originales versos en su contexto,
de sus encapsulados descansos,
con toda la riqueza de sus léxicos
en su punto, con su acento
de la mismísima boca
que lo expulsó de sus adentros,
satisfacer nuestros tímpanos

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con la orfebrería de Góngora
o la maravillosa ironía de Quevedo.

RARA ES LA VEZ

Rara es la vez
que no me arranca
una sonrisa
el ilustre poeta
de mi amada tierra
con su deje
de irónica ocurrencia.
Disfruto leyendo
sus breves crónicas
que se desgranan cayendo
hasta formar columnas
que se adosan
en los pilares
que sujetan mis alforjas.
Empiezo de buena mañana
con refrescantes sonrisas
rellenas de mermelada
del nutritivo sabor
de la realidad cachorreña
que solo da la cosecha de Don Manuel de Alcántara.

JESSICA FREUDENTHAL - BOLIVIA

EQUIS

Este poema se deshace


desgaja en los pliegues del silencio
lentamente
intentando asirse al verbo
a un adjetivo que no existe.
Este poema se rompe:
Acaba de parir otro poema.
se vacía de la forma
y al fondo está el pronombre.

Mi corazón se muere de la risa cuando me ve llorar.

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Este no es un poema. Esto no es un poema.

Es un trozo incompleto del abismo,


un simulacro de fuga
pura gimnasia cerebral,
un pálido trozo de papel
Todos los puntos suspensivos…

HIDERALDO MONTENEGRO - PERNAMBUCO, BRASIL

INSOFISMÁVEL

Este cuerpo que cruza la vida, la garganta, la época

cruza la zanja, el foso,

el viento alcanzable como el ganado y el heno.

Este cuerpo, necesario instrumento, inevitablemente afinado con el tiempo

lucha por mantenerse atento, pulsante y, a veces, dormido

como puerta, concha, molino, veleta

Atraviesa la noche, el sueño, los sueños, la estación, el tren, la frente, el pelo,


el peine.

Viste caras, amores, rencores, bocas, dientes, abrazos, miedos, pájaros,


serpientes.

Atraviesa el gozo, el abrazo y el aguardiente

y aún así despierta pesado, y solo no logra traspasar la oscuridad, el cuchillo,


el dolor de dientes.

TRADUCCIÓN DE MARÍA CRISTINA OGALDE

CERTEZA

Lo que de esta mano que da luz, oscuridad, abertura?


Que suelo puso a la memoria por donde anda el vuelo, la semilla, el grano?
Y el mundo en vueltas

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vuelve al comienzo
de todo
todo es apenas recuerdos amplificados
y el suelo nos espera
en caminos ya trazados
líneas de la mano

Betty Fernández - Chile


LA PLAYA

Las gaviotas se quejan en el vuelo.


El aíre salado se vuelve agrio a mi boca,
y con cada rompimiento de ola
el escalofrío se deshace en la añoranza.
Se despiertan los lacrimales,
mi lengua se atrofia en la mudez.
Llevo el alma acalambrada,
cargando tus huellas
que no surcan la playa.

*“EL ESCRITOR MÁS TRISTE DEL REINO ENFERMO DE AMOR”

Las salpicaduras se ciñen en mi ojo, en la perpetua disminución de mis


esperanzas.
Roído hasta la médula por los desamores.
Cadavérico por tu ausencia.
Se agrietan mis pupilas con cada trazo,cada verso de sangre anémica sin ti.
El camino es tosco y abro látigos
para golpear a mi razón y continuar.
Mis manos se abren a tu mundo, pero el laberinto de tus venas se entrecruza y
desvía mis latidos.
La flama está detenida entre mis dientes
catapultando los porqué
al lugar donde no hay lugar.
La vida es un murciélago mutilado que cierra mis ojos,
y el claustro atornilla mis dedos, seca la tinta y dilata mi pulso.
Abrazo el ademán que estornuda al recuerdo: los iris atados por un lazo
invisible,
la noche mágica borrando al resto del mundo.
¿Dónde estoy?
Se pregunta mi materia gris
y mi olfato busca olores ya mohosos.
La tinta, siamesa a mis huellas, se ha extraviado.
Se fue cuando tus piernas tropezaron con otro destino.
De vuelta la quiero, que tu regreso no necesite, sólo mi aura proyectando su
esencia.

*Frase de la película “Shakespeare in love” .

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Cristián Lagos Troncoso - Chile
LENGUA
En el delta de las pieles con ardor,

donde junta

donde abre

donde aparece el paraíso que es la carne,

donde el ángel se humecta

y hay tercianas.

Esta cosa viva,

un silabario del deseo,

la extensión del hambre contra la piel,

la construcción de rascacielos sobre el abdomen.

Lengua,

conjunción de salivas más allá del cielo,

territorio nómade donde habitan calderas,

madre de toda serpiente,

una cosa animada recorre mi espalda,

lengua y sonido de catedrales,

lengua y desborde de mares

lengua y total penitencia

en tus denudas mezquitas.

Constelación de planetas viscosos,

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exposición del ser en tus sagradas cavidades,

habitación de dios en lo más alto de la nalga,

sonido de carnavales llegando embebidos

a la garganta ajena,

intento de derrumbe de dólmenes salinos,

lengua y universo,

intersección de planetas mojados

y depósito de flores en las ranuras,

lengua y muerte del ídolo

que trasforma el sol en piedra,

aparición de frutos brillantes colgando de la boca,

situación de desamparo total

en esta tibia lluvia

que necesita del fuego y las entrañas

para poder vivir.

HUMEDALES

Soy un eco.

Un eco en tus entrañas.

La rosa de Alejandría y las mareas de fuego.

Toda cosa, eso soy, toda cosa que se diluye,

lo que mancha, lo que da vida,

lo que sumerge a los hombres

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en los pecados.

La odisea de lo que perdura en el aire,

la ausencia frente al espejo,

la risa en tu bajo vientre

una melodía cada vez que ríes.

Soy un ojo, la verdadera historia de los duendes,

una pelea de serpientes,

una extraña especie entre tus ríos,

soy un dios pobre,

la sobredeuda de los deseos.

Están los que se entienden con las manos,

los edificios viejos mendicantes,

las horas que fraguan nostalgias

la unidad resbaladiza de los cuepos,

el paseo del aliento en las orejas,

la media hora del canal salvaje,

el sudor de los santos de vitrina

y soy un eco,

que repite, que repite

la mojada virtud de tus estrellas.

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CUENTOS DE ROXANA HEISE - CHILE

CONQUISTA

El parque los rodeaba en un marco de silencio, extendía sus siluetas junto a los
rayos estivales diseñados por los árboles, mudos de circunstancias.—Dilo otra
vez —dijo ella ruborizada.—¿Qué cosa? ¿Lo del amor?—Sí, lo del amor.—Yo
jamás dejé de amarte.—Repítelo otra vez.—Que siempre te amé.—Una vez
más.—¡Siempre te amé! —gritó él vigorosamente, mientras ella sonreía
complacida ante la voz viril que la importunaba, dejándola apenas pronunciar:
yo también te amo.
Mi niña bonita musitó él, con un dejo de temblor. Tanto tiempo ha sido nada.
Ahora es lo que importa. Cogió su mano pecosa y acarició sus brazos hasta
alcanzarle el hombro. Esto es vivir, le dijo y sonrió. Ella no sabía si reír o llorar,
cuando él tocó sus cabellos tímidamente hasta recorrer una a una, las canas
derramadas entre los dedos ajados.
La humedad de sus pieles se evaporaba en el ciclo transcurrido, como si todo
fuera un bastón que se dejó caer sobre el césped, cuando las miradas se
proyectaron bajo los párpados caídos y se toparon con las arrugas que
surcaban los rostros, como flechas de apaches en la conquista del tiempo,
negándose a morir, entre un ir y venir de caricias torpes, oídos sordos y
palabras bullantes, como promesas añejas a punto de concretarse.

TIEMPO SIN REGRESO

Sientes nostalgia de mí, eso dicen tus manos mientras acarician la espuma
inmóvil del silencio, encapsulado bajo los nudillos gastados de historias. Coges
un lápiz, por un momento crees verme, fresca y vivificante, dispuesta a todo por
amor o lo que fuera posible y el rictus de tu boca sube hasta el cielo en donde
el ángel de tus sueños tiembla de frío. Estoy aquí te digo, marchita de
inviernos, y no me ves, algo en ti parece morir un poco, estás pleno de
argumentos, pero coges tu lápiz, al parecer sin una finalidad clara, y no me
encuentras. Pronto vendrá tu mujer y el sonido de sus pasos aplacará la fiebre
que aún sientes y el deseo de arrojar los años por la ventana para decirlo todo
de una vez para siempre, antes que el elfo indeseable del sinsentido consuma
tus entrañas. Estás mustio, más mustio que este otoño y, encima, ella aparece
con la misma perorata de todos los días, la cara gastada de antiguos brillos y el
cuerpo agrietado de decepciones. No la amas, es tarde para decirlo, pero no la
amas; ella sonríe como si nada ocurriera y desearías gritar tu verdad a los
cuatro vientos con nombre y dirección, con la ayuda del bolígrafo que llevas
contigo como un amuleto para la buena suerte.
Sientes nostalgia y no es cosa de viejos, la modernidad te provoca
desconcierto, te desequilibra por dentro y por fuera como si hubieses quedado

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suspendido para siempre de las faldas de un tiempo sin regreso. Aún estoy
aquí, inevitablemente condenada a muerte.
Sentado sobre tu sofá, observas de reojo el nuevo computador y rompes el aire
con la mano que acarició mi cuerpo delicado y sutil, heredero de la brisa
silvestre de los campos y el verdor fragante de los árboles. Ya no existo, tu
esposa vuelve a repetirlo: la modernidad llegó para quedarse. Vuelves a mirar
el monitor, ella activa el correo y aparece el cuerpo vacío de un email. Son los
nuevos tiempos, dice, el final de La Carta ha comenzado.

RODRIGO VERDUGO - SANTIAGO, CHILE

QUINTO ANUNCIO

A Mi Madre Patricia Pizarro Silva.

El agua va más lejos que mi propia vida Siento que el sueño esta vuelto hacia
el tiempo Como la devolución a un enigma reflejado. No se puede salir de la luz
sin que no se descubra Esa profecía que hay entre el cuerpo y el árbol. Más
tarde, mas tarde el aire es visitado por bordes y mitades Por estelas que se
vuelven contra el Si su cabeza empieza a disminuir en la distancia. No puede
salir la luz de nosotros sin que no le salga al encuentro Esa alianza que hay
entre la hondura y la mano.

II

De las cavernas nos llega el eco de una orgía de radbomantes Casi todos
nosotros debemos salir con la campana Que se apiada que la sangre sea
nocturna. Estamos todos en nuestros puestos, los filos aun están en cautiverio
Ya se abrirá la cámara de algodón Entraran dos centauros infrarrojos a
engancharse Podéis vosotros allá afuera simuladle sus puestos Al buzo
cargado de llaves, al bullicio de lana, al ligamento Simulad que alguna vez
sentisteis un rocío terminal en los pies Todo os sucede ahora entre duraciones
y estampidas Los espectros de piedra oficiaron el aumento de la mañana Y
traemos aguas que celan a las columnas y a las espadas Y traemos arenas
asomagadas y traemos el fuego como mudanza Para que el día se prepare
para un umbral más grande Para cuando lo olvidemos, Cuando ya no importe
si la eternidad es diurna o nocturna Cuando el hombre y la mujer hayan
traslucido Lo que la muerte va espesando en el sueño.

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III

Los muertos se llevan chispas microcéfalas para sus viajes Cambian de rostro
a cada momento durante el velorio De modo que sus deudos ya no saben a
quien están llorando. Tal vez el mar haya insinuado levantar el velo, Pero nunca
se ha levantadoDe los valles se oyen gárgaras con las que intentan saldar El
vuelo de los pájaros cabalísticos. Oh aguas, reventadme frente a esas flechas
convertidas Más, dejadle a la piel esos poros equinocciales que los espíritus
riegan Prefiero a mi vida, el devenir de esas hormigas de mercurio por el
cuerpo de los célibes. Oh aguas, yo era el que ignoraba Hasta que la luz
respondió a mis huesos Hasta que las piedras dejaron que la noche agonizara
Oh aguas, que quede sobre nosotros Solo esa liberación entre las nubes y la
carne.

IV

Mi boca ya habrá conocido todo tipo de entrañas


Para cuando tú me engañes con un ángel.
No quiero que la piel nos mire enteros
Ni que por ella sigan los tormentos parados en la luz.
Estamos todos en nuestros puestos, las venas como andamios
Nuestro arrepentimiento es imposible de fingir
Nos exhortan los dos centauros infrarrojos que acaban de salir
Y dan gritos terribles entre las achiras.

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