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2002
1
A Francisca…
gracias por la vida
que construimos día a día…
2
Agradecimientos
Este volumen es la concreción de una idea que surgió en una conversación con el colega Dr. Omar
Chogriz, Co-Director del Instituto Milton H. Erickson de San Luis, Argentina, durante el 2° Encuentro de
Psicoterapeutas Ericksonianos del Cono Sur, realizado en Santiago, en Mayo de 2001. Juntos pensamos los
objetivos de algunos de los capítulos de este libro y acordamos escribirlo en coautoría. Sin embargo, otras labores
ocuparon el tiempo de Omar, de modo que asumí yo solo la tarea de redactarlo.
Muchas de las ideas tratadas en los diversos capítulos pueden rastrearse hasta las reuniones del “Grupo
del Sábado”, un grupo de estudios que sesionó en los años 1998 y 1999 en mi anterior casa en Santiago.
Agradezco a los psicólogos Patricio Elgueta, Italo García, José Miguel Cortés, Mauricio Cuevas, Marcos Fuentes y
Juan Pablo Díaz, las fructíferas discusiones, el intercambio de ideas y la búsqueda de una integración en los
enfoques de terapia breve, que ocuparon nuestro tiempo en ese memorable Grupo. Agradezco también el
constante apoyo, estímulo y amistad desinteresada de esos amigos.
También han contribuido a este volumen, las conversaciones y el intercambio intelectual con mis colegas
del Instituto Milton H. Erickson de Santiago, psicólogo Sebastián Castro y María Elena Viveros.
Agradezco al Doctores Ernest L. Rossi, Michael D. Yapko, Jeffrey K. Zeig y Scott D. Miller, sus semillas en
los distintos Seminarios que han dictado en Santiago, y que me han motivado a profundizar en sus ideas y
trabajar en la sistematización del “enfoque ericksoniano” y en su integración con los distintos enfoques de terapia
breve.
Agradezco a todos los alumnos con los que he trabajado en Santiago, Concepción, Talca, San Luis y
Mendoza, sus interesantes interrogantes que han mantenido vivo en mí el interés por desentrañar y hacer
accesibles a los psicólogos latinoamericanos las ideas de Erickson y sus seguidores.
Y especialmente agradezco a los pacientes que han acudido a mi consulta, y que sin saberlo me han
permitido entregarles distintas estrategias y crear junto a ellos terapias que les han posibilitado un mejor pasar
por esta vida. Sin la práctica de la psicoterapia con esas innumerables personas jamás hubiese podido descubrir
mi capacidad para empatizar con ellos y la gracia de mi creatividad…
3
Introducción
4
para poder leer esos textos y compartir mis descubrimientos con mis colegas en el grupo de
estudios.
La lectura de los artículos en el idioma original de Erickson, además de mostrarme que
había sido pésimamente traducido al castellano, me permitió percatarme de la extraordinaria
agudeza y sensibilidad de ese terapeuta. Incluso recuerdo una noche en que soñé que iba a
atenderme con Erickson en su casa… yo estaba en la sala de espera, muy ansioso por esa
visita… creyendo que Erickson con sólo mirarme sabría todo lo importante de mi caso…
desperté antes que me atendiera… sin embargo, me pregunto, ¿qué procesos curativos
habré colocado en marcha yo mismo sin percatarme en esa espera interminable…?
Podría afirmarse que el camino que recorrimos los miembros del Instituto Milton H.
Erickson de Santiago ha sido una verdadera senda histórica: aprendimos los primeros
“pases” lingüísticos hipnóticos de la mano de Grinder y Bandler (Trance-Formation); luego
nos apoyamos en Ernest Rossi (Hypnotic Realities e Hypnotherapy), para continuar el estudio
de los fenómenos hipnóticos con Michael Yapko en su, ya clásico, Trancework. Y de ahí
saltamos a The Answer Within de los Lankton y sus Tales of Enchanment. También me
“devoré” Mi voz irá contigo de Rosen y Un seminario didáctico con Erickson de Zeig.
Sin embargo, ¿qué relación tenia todo eso con los artículos en los cuales Watzlawick
hablaba de la “hipnoterapia sin trance”? Ni Rossi, ni Zeig, Yapko o los Lankton –para que
mencionar a Grinder y Bandler, y a Rosen–, ¡ni el mismo Watzlawick! lograban mostrarme de
modo didáctico la relación entre la terapia de Erickson y el modelo desarrollado en el MRI.
Cuando logramos formar nuestro Instituto en 1991, comenzamos, como era obvio, a
enseñar la “hipnosis ericksoniana”, y muy lentamente comenzamos a vislumbrar que
Erickson era un estratégico del MRI en lugar de un hipnotista inusual.
Tuve la comprensión que andábamos por el camino errado cuando trajimos a Yapko a
Chile en 1996 a dictar un curso que titulamos “Hipnosis y depresión” (¡que nombre más
absurdo!)… Cuando peregrinamos a Phoenix al 5° Congreso Ericksoniano en 1992, en ese
viaje, además de ser una experiencia inolvidable para mi, el contacto con todos los grandes
de la “hipnoterapia ericksoniana” y de la terapia estratégica no me permitió hacer el “click”
que necesitaba para comenzar a colocar en orden las piezas que no me encajaban.
Cuando en 1996 ví trabajar a Yapko algo ocurrió en mi, aunque no fui consciente de
ello. La forma que venía enseñando a Erickson en el Instituto, seminarios y en la universidad,
comenzó a cambiar paulatinamente, y un colega me hizo notar que mi discurso en las clases
en Mendoza y en San Luis estaba cambiando desde que había estado en lo de Yapko.
Y como ocurre con esos procesos internos que se incuban lentamente, mi nueva
mirada del enfoque Ericksoniano hizo su irrupción y me fue posible comenzar a integrar su
hipnoterapia con los enfoques de terapia breve.
Este volumen ha sido para mi la oportunidad de colocar por escrito en una forma
“académica” las distintas ideas que he venido desarrollando desde 1997, y que escribí junto
a mis “alter ego” en Hipnópolis (el Organo No Oficial de la Asociación de Institutos Milton H.
5
Erickson del Cono Sur), una Revista que envié por e-mail durante más de un año a mis
amigos, en donde muchos de los tópicos que analizo en este libro ya fueron esbozados en
esa publicación.
Espero que este volumen permita una nueva lectura de Erickson y su legado a la
Psicoterapia, lectura que me ha permitido revitalizarme en el estudio y práctica de este
“enfoque”… Actualmente no tiene sentido denominarme “ericksoniano”… me basta con
hacer una terapia que logre resultados, entregar luces y abrir puertas a los distintos alumnos
que estudian conmigo…
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Capítulo 1: Milton H. Erickson: Un pragmático inusual
La vida de Milton Hyland Erickson puede fascinar al lector que conoce sus
antecedentes biográficos1; especialmente en cómo fue capaz de transformar sus déficit en
fortalezas, recuperarse de la invalidez producto de la poliomielitis y sobrellevar los dolores
crónicos como secuela de la misma.
Esos hechos nos hablan de Erickson como una persona especial, con un empuje a toda
prueba; cuyo singular estilo personal le permitió desarrollar una visión de la psicoterapia
cuya novedad y frescura continúa cautivando al mundo profesional hasta la actualidad.
Así como Erickson se ayudó en la recuperación de su poliomielitis bogando solitario en
canoa por un río, primero a favor de la corriente y después regresando a su punto de origen
en contra de la corriente (Rossi, Ryan y Sharp, 1983), pareciera que en el desarrollo de su
enfoque de la psicoterapia hubiera estado bogando en contra de la corriente principal del
pensamiento psicológico de su época.
Algunos lectores pudieran pensar que ese ir contra la corriente de Erickson tiene
relación, principalmente, con su uso de la hipnosis en el tratamiento psicoterapéutico.
Quienes pensaran así tendrían razón en parte; pero eso, a mi juicio, no es lo más importante.
Cuando Erickson entró a la Escuela de Medicina en 1921 (Erickson, 2001) y obtuvo su
título de médico y su maestría en psicología en 1928 (Erickson, 2001), la psicología de esa
época se debatía entre la lucha de la psicología experimental representada por el
conductismo de Watson (Rosch, 1997; Wolman, 1965) y desde la clínica con los postulados
del psicoanálisis freudiano.
Aunque Erickson comenzó sus estudios de hipnosis con Clark Hull (1923-1924)
(Erickson, 2001) –quien desarrolló posteriormente una escuela dentro del conductismo
(“conductismo deductivo”; Wolman, 1965)– no se convirtió en un conductista 2. El énfasis de
Erickson en la observación y descripción de los comportamientos de sus sujetos de
investigación no se relaciona con los postulados del conductismo, puesto que Erickson no fue
un reduccionista.
Aunque Erickson comenzó sus primeros aprendizajes en torno a la “mente” desde la
hipnosis, “la madre de la psicoterapia” (Rossi, 1986/1993), Erickson no compartía los puntos
de vista del psicoanálisis, tanto en lo que respecta a la naturaleza de la mente inconsciente y
al valor del insight en el cambio psicológico.
El conductismo y el psicoanálisis, posturas irreconciliables en su concepción del
comportamiento humano, no son tan disímiles cuando las observamos desde el punto de
vista de la epistemología a la base de sus teorías. Ambas corrientes son reduccionistas: el
conductismo reduce el comportamiento humano a la fórmula E R, y el psicoanálisis reduce
todo el comportamiento a variables intrapsíquicas; a la vez que comparten dos postulados
centrales de la ciencia moderna: la existencia de una realidad (“verdad”) independiente de
los observadores y la causalidad lineal (Ceberio y Watzlawick, 1998; Hayward, 1997).
Erickson se apartó tempranamente de la psicología imperante en su época, causalista
y reduccionista, y podríamos afirmar que más bien razonaba como un fenomenólogo
(Wolman, 1965), puesto que prestó atención a la experiencia subjetiva de sus sujetos
experimentales y sus pacientes. Más que buscar las causas de los comportamientos
sintomáticos o disfuncionales en todos sus pacientes, centró su interés en cómo esos
comportamientos se manifiestan o se mantienen a lo largo del tiempo.
Asimismo, se apartó de los métodos usuales de la investigación experimental en
psicología; porque en lugar de diseñar experimentos “duros”3, inspirados en la física
(Hayward, 1997), más bien operaba como un antropólogo que usaba métodos cualitativos en
sus investigaciones. En este aspecto, Erickson fue un adelantado a su época.
El pragmatismo de Erickson –que a mi juicio se relaciona con su crianza en el campo,
en una familia no religiosa, en Estados Unidos– se manifiesta en su distancia con el mundo
de los teóricos (académicos) de la psicoterapia, para interesarse en el hacer4; lo cual lo llevó
a desarrollar sus innovadoras estrategias terapéuticas que hoy denominamos “terapia
estratégica.” Sin embargo, aunque Erickson no aportó explícitamente a la teoría de la
psicoterapia, sus investigaciones y sus tratamientos reportados en la literatura permiten
establecer que bajo su actuar subyacen principios básicos que lo guían.
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En ciencia, los nuevos puntos de vista de los pensadores o de los investigadores son
comprendidos primero según el espíritu de su época. Como era de suponer, Erickson fue
famoso primero por sus estudios del hipnotismo; metodología de trabajo –aunque mal
comprendida– que se avenía muy bien con el conductismo y la psiquiatría de esa época. Es
decir, el terapeuta actúa sobre el paciente para la reducción de los síntomas o para
reeducarlo. La lectura de los artículos de Erickson nos permite observar a un psiquiatra
genial que asume el control de la terapia y sabe perfectamente qué decirles a los pacientes
para ayudarlos; al tiempo que sus métodos inusuales para el uso del trance hipnótico lo
retratan como un bondadoso experto en “manipulación”, en una relación muy asimétrica con
sus pacientes.
No fue hasta fines de la década de los años ’50 y gracias al proyecto pionero de
Gregory Bateson acerca de la comunicación humana el cual estaba sentando las bases para
un nuevo paradigma en psicología, que Erickson puede salir del encuadre antes mencionado
y ser reconocido como el psicoterapeuta genial que conocemos hoy, que más que aportar
“técnicas” a la psicoterapia, aportó una mirada revolucionaria para el desarrollo de una
terapia eficaz, y la comprensión y resolución de los problemas humanos.
Este volumen explorará en sus diversos capítulos esa mirada de Erickson, colocándose
el énfasis en los principios unificadores en su obra más que en sus aportes desde el punto de
vista técnico.
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1
Notas:
1
Jay Haley (1985) Conversations with Milton H. Erickson, M.D., Vol. 3: Changing Children and Families, (Apendix, A
Biographical Conversation), p: 141-168.
Rossi, E.; Ryan, M. and Sharp, F. (Eds.) (1983) (Introduction, Milton H. Erickson: A Biographical Sketch), p.: 1-60
Zeig, J. (1985b)
Zeig, J. and Munion, W. (1999) (Chapter 1, The Life of Milton H. Erickson), p.: 1-23
2
Recuérdese que el conductismo representado por Watson es un modelo experimental “sin consciencia” (Wolman, 1965),
un modelo de “caja negra”, en donde sólo interesan para el estudio “científico” las relaciones entre los estímulos y las
respuestas (observables)
3
Cuantitativos.
4
Podría confundirse este “hacer” de Erickson con el actuar de alguien iletrado que básicamente actúa en base a su
experiencia y “sentido común.” «Aunque Erickson no era un intelectual en la forma en que usted pensaría de un
académico, era ampliamente instruido. En particular, tenía una memoria excepcional, era especialmente versado en
literatura, agricultura y antropología. Al tratar a sus pacientes, a menudo usaba su conocimiento en esos campos.» (Zeig,
1985b, p. 17-18)
«En las técnicas más comunes de inducción de trance, el procedimiento está basado primariamente en
alterar la actividad del sujeto en ese momento y darle instrucciones para diferentes formas de
comportamiento. Así, puede decírseles a los sujetos que se sienten en una silla, en forma quieta y cómoda,
que fijen su mirada, relajen progresivamente sus cuerpos y desarrollen un estado de trance. O puede
pedírseles que cierren sus ojos y desarrollen una imaginería hasta que se desarrolle el estado de trance. En
forma similar, en la técnica de levitación de la mano, como una forma de inducir un trance se sugiere un
interés en los aspectos experienciales de la situación y el desarrollo de actividad ideomotora.
Dichas técnicas requieren de la aceptación y cooperación con las formas de comportamiento sugeridas
o impuestas externamente, las cuales pueden ser activas o pasivas. La resistencia o el rechazo de este
comportamiento impuesto pueden requerir que el operador disponga de otra técnica que sea más fácilmente
aceptable o placentera para los sujetos.
[…] Sin embargo, hay otro tipo de paciente que realmente necesita hipnosis, pero no responde y es
resistente a las técnicas de inducción usuales. Aunque esto se encuentra con mayor frecuencia en la práctica
de la psicoterapia, no es infrecuente en la práctica médica general y la odontología, y se juzga que [esos
sujetos] no son adecuados para el uso de hipnosis. Esos pacientes no desean aceptar ningún comportamiento
sugerido, hasta que su propia resistencia o comportamiento contradictorio u oposicionista haya sido tomado
en cuenta por el hipnotista. Debido a su condición física, estados de tensión o ansiedad, interés intenso,
preocupación o absorción en sus propios comportamientos, ellos son incapaces de cooperar en forma activa o
pasiva para permitir una alteración en su comportamiento. Para esos pacientes las Técnicas de Utilización
sirven para tomar en cuenta en forma adecuada sus necesidades especiales. Pero esas mismas técnicas son
fácilmente aplicables a los pacientes comunes y con frecuencia sirven para facilitar el proceso de inducción
de trance en el paciente promedio.
Esas técnicas son en esencia no más que una simple inversión de los procedimientos usuales para
inducir hipnosis.» (Erickson, 1959/1980, p. 177-178)
Estas investigaciones han sido reunidas por Rossi en el Volumen 3 de los Collected
Papers. Estos artículos están clasificados en las siguientes temáticas: Amnesia,
Literalidad del sujeto hipnótico, Regresión de Edad, Escritura y dibujo automático,
Mecanismos mentales, Personalidad doble y Neurosis experimental.
Para el estudio de la amnesia hipnótica, Erickson aplica nuevamente su
observación como psicólogo y desarrolla métodos para la construcción de amnesia
basados en los mecanismos usuales del olvido en la vida cotidiana. Nuevamente se
aparta aquí de los métodos tradicionales y directos que le sugieren/imponen al sujeto el
olvido de lo vivenciado en la experiencia hipnótica.
Sus estudios acerca de la literalidad del sujeto hipnótico reportan sus
investigaciones (no controladas) con más de 1800 sujetos hipnotizados y 3000 no
hipnotizados. Según Erickson los sujetos en trance hipnótico tienden a ser más literales
que los sujetos en estado de vigilia. Esta afirmación de Erickson, sin embargo, no ha sido
comprobada en estudios controlados (Matthews, Conti y Starr, 1998).
En sus artículos sobre regresión de edad, Erickson describe su peculiar modo de
obtener un fenómeno hipnótico (regresión de edad, en este caso) a través de la
evocación cuidadosa de procesos psicológicos de asociaciones relevantes en el sujeto
(Rossi, “Introduction”, Collected Papers, Vol. 3, p. 102). En publicaciones posteriores
(Gilligan, 1987) se describe un método para la regresión de edad, el cual es un método
de confusión, donde se confunden los “marcadores temporales” (día, mes, año) y los
tiempos verbales.
Un método muy distinto de aquellos directos para la regresión de edad que hacen
uso de órdenes directas para regresar al pasado o métodos de imaginería (“la máquina
del tiempo”, por ejemplo [Yapko, 1990]). ¿Cómo puede saber el hipnotista que el material
obtenido en esa inducción hipnótica directa corresponde a vivencias de experiencias
vividas por el sujeto o son una fabricación para responder a las expectativas del
investigador/terapeuta? (Orne, 1986; Relinger, 1986; Yapko, 1994).
En la sección “Mecanismos Mentales” se describen las investigaciones de Erickson
para la producción experimental de los mecanismos de defensa descritos por el
psicoanálisis. Aunque Erickson nunca compartió el punto de vista psicoanalítico, en esas
investigaciones demostró que podían implantarse “complejos” en los sujetos (Rossi,
“Introduction”, Collected Papers, Vol. 3, p. 188); y por extensión, entonces, ¿estaba
buscando los modos de modificarlos?
En el artículo “Unconscious mental activity in hypnosis” [“Actividad mental
inconsciente en hipnosis”] (1944), Erickson demuestra cómo el hipnoteraputa puede
facilitar que el propio inconsciente del paciente resuelva por si mismo el problema
presentado. Según Rossi, ésta es una de las innovaciones terapéuticas más importantes
de Erickson.
En la sección “Neurosis experimental” se destaca por su acercamiento terapéutico
innovador el artículo “A study of an experimental neurosis hypnotically induced in a case
of ejaculatio praecox” [“Un estudio de una neurosis inducida a través de hipnosis en un
caso de eyaculación precoz”] (1935). En dicho artículo Erickson describe un método de
tratamiento que utiliza los propios impulsos neuróticos del sujeto para construir
comportamientos compulsivos que lo llevan a la resolución del problema.
«La inducción y mantención de un trance sirve para proveer un estado psicológico especial en el cual
los pacientes pueden reasociar y reorganizar sus complejidades psicológicas internas y utilizar sus propias
capacidades en una forma acorde con su propia vida experiencial. La hipnosis no cambia a las personas ni
altera su vida experiencial pasada. Sirve para permitir que aprendan más de si mismos y expresarse más
adecuadamente.
Las sugestiones directas están basadas primariamente, quizá en forma involuntaria, en el supuesto
que cualquier cosa que se desarrolle en hipnosis deriva de la sugestión entregada. Esto implica que el
terapeuta tiene el poder milagroso de efectuar cambios terapéuticos en el paciente, y pasa por alto el hecho
que esa terapia es el resultado de la resíntesis del comportamiento del paciente, logrado por el mismo
paciente. Es cierto que las sugestiones directas pueden efectuar una alteración del comportamiento del
paciente y dar como resultado una cura sintomática, al menos en forma temporal. Sin embargo, dicha “cura”
es simplemente una respuesta a la sugestión y no trae consigo esa reasociación y reorganización de ideas,
comprensiones y recuerdos que son tan esenciales para una curación real. Es esta experiencia de
reasociación y reorganización de su propia vida experiencial la que eventualmente termina en una curación,
no la manifestación de comportamiento dispuesto a responder que puede, en el mejor de los casos,
satisfacer solamente al observador.» (Erickson, 1948/1980, p. 38) (Énfasis añadido)
«¿Qué hace uno en hipnosis para producir un trance? Por cierto que no es tener un ojo de águila o
tener una altura de seis pies, o algo por el estilo. La hipnosis que se desarrolla en cualquier situación es la
hipnosis que se desarrolla dentro del paciente. El paciente realiza su propio desarrollo del trance hipnótico. Lo
realiza al escucharlo a usted, y si usted es lo suficientemente interesante, si usted puede asegurar la
atención de él y asegurar sus cooperación, el paciente limitará y restringirá su comportamiento a usted y lo
que usted le está diciendo; el paciente comprenderá lo que usted le está diciendo; el paciente estará deseoso
de recibir en forma no crítica lo que usted está diciendo –y cuando digo no críticamente estoy hablando en el
sentido científico de la palabra. La mayoría de nosotros no acepta las cosas en forma no crítica. Si yo le
pidiera a uno de ustedes que se sacara su chaqueta, ustedes inmediatamente replicarían “¿Por qué?” Esa
sería una respuesta crítica. Pero si le pidiera a usted como sujeto hipnótica que se sacara su chaqueta, su
pensamiento podría ser: “Ahora hay algo que puedo hacer. Es perfectamente posible. Es adecuado en esta
situación. Pero, ¿es necesario?” Por cierto que el doctor no le pediría al paciente que hiciera algo si eso no
fuera necesario, y por consiguiente el paciente tomaría la decisión después de haber examinado la idea y
haberla examinado en base a sus valores intrínsecos. Entonces decidiría si ejecuta o no lo solicitado.
Al inducir un trance usted le pide al paciente que le dé toda su atención. Usted no quiere que él
cuente los objetos que cuelgan de la pared; usted no quiere que juegue con su mirada y la mueva de un lado
a otro para ver si aun es cambiante. Usted quiere que él le dé toda su atención y que no está advirtiendo
ninguna otra cosa. Y a medida que él le presta atención, está disminuyendo el campo de la consciencia
visual; está disminuyendo el campo de su consciencia auditiva; y está dirigiendo sus pensamientos y sus
sensaciones hacia dentro de él. En este punto usted puede sugerirle al paciente que a medida que mira hacia
el lugar que desee, o mire hacia la distancia, puede relajarse. Usted no está relajando realmente al paciente.
Usted le está solicitando que reviva sus memorias y su comprensión de lo que es la relajación física. Y a
medida que comienza a revivir esas memorias y comprensiones, su cuerpo comienza a relajarse y a
experimentar la relajación, y encuentra los mismos aprendizajes experienciales de cuando se ha relajado en
el pasado. A medida que se relaja más y más, usted puede sugerir sus piernas y sus brazos pueden sentirse
más pesados, cansados y cómodos. ¿Qué está haciendo usted? Simplemente pidiéndole al paciente que
revise sus memorias y sus comprensiones de pesadez, de cansancio, de comodidad; y a medida que él dirige
su atención más y más hacia su interior, usted está disponiendo la base para que él extraiga cualquier
aprendizaje experiencial que ha tenido en su vida.» (Erickson, en Rossi, Ryan y Sharp, 1983, p.163-164)
Con este modo de trabajo Erickson está consiguiendo a lo menos tres objetivos: (1)
promover la cooperación del sujeto, al pedirle algo que éste sabe hacer; (2) facilitar la
evocación de comportamientos involuntarios, puesto que el individuo estará produciendo
respuestas que están más allá de su control volitivo; (3) dependiendo del objetivo
terapéutico del uso de la experiencia de trance, puede preparar (sembrar) (Zeig, 1992b)
el terreno para el trabajo terapéutico.
En los últimos años de trabajo de Erickson, acostumbraba a “inducir” el trance
hipnótico a través de “aprendizajes tempranos” (Erickson, Rossi y Rossi, 1976) y luego
relatar metáforas terapéuticas (Zeig, 1985).
Típicamente ese método de inducción de trance era el siguiente:
Mira hacia la esquina superior de ese cuadro.
La esquina superior de ese cuadro.
Ahora te hablaré.
(Pausa)
Cuando fuiste por primera vez al kindergarten, a la
escuela primaria,
ese asunto de aprender letras y números parecía
ser una tarea insuperable.
Reconocer la letra A
distinguir una Q de una O era muy difícil.
Y también después la manuscrita de la imprenta
eran muy distintas.
Pero aprendiste a formar una imagen mental de algún tipo.
No lo sabías en esa época, pero fue una imagen mental permanente.
Y después en la gramática escolar formaste otras
imágenes mentales
de palabras o dibujos de frases.
Desarrollaste más y más imágenes mentales, sin saber
que estabas desarrollando imágenes mentales.
Y puedes recordar todas aquellas imágenes.
(Pausa)
Ahora puedes ir donde desees, y transportarte a
Cualquier situación.
Puedes sentir el agua,
puedes querer nadar en ella.
(Pausa)
Puedes hacer lo que quieras.
Incluso no tienes que escuchar mi voz
Porque tu inconsciente la escuchará.
Tu inconsciente puede intentar todo lo que desee.
Pues tu mente consciente no estará haciendo nada de importancia.
Advertirás que tu mente consciente está interesada
en algo, ya que mantiene agitándose tus párpados.
Pues alteraste tu frecuencia respiratoria.
Has alterado el pulso.
Has alterado tu presión sanguínea.
Y sin saberlo, estás demostrando la inmovilidad
que puede demostrar un sujeto hipnótico.
No hay nada realmente importante,
excepto la actividad de tu mente inconsciente.
Y eso puede ser todo lo que tu mente inconsciente
desea.
Ahora existe la comodidad física,
pues incluso no necesitas prestar atención
a tu relajación y comodidad.
Y puedes decirle a tu mente inconsciente
que eres una sujeto hipnótica excelente,
y cualquier cosa que necesites o desee
tu mente inconsciente te permitirá usarla.
Y puedes tomar tiempo tu propio tiempo
dejándote entrar en trance
ayudándote a comprender algo razonable.
[...]
(Erickson, Rossi y Rossi, 1976, p. 5-14)
Erickson era reconocido a fines de la década de los años 1940 como el “maestro”
de la hipnosis. Sin embargo, si la hipnosis no es terapéutica en si misma, ¿para que
gastar tiempo valioso de la entrevista con el paciente para enseñarle a entrar en trance
hipnótico? Erickson entendía que «el trance terapéutico es un período durante el cual las
limitaciones del marco de referencia habitual y las creencias de uno están temporalmente
alteradas, de modo que se puede ser receptivo a otras pautas de asociación y modos de
funcionamiento mental que conduzcan a la resolución de problemas.» (Erickson y Rossi,
1979, p. 3)
Según Erickson (Erickson y Rossi, 1979), las personas presentan problemas
psicológicos debido a que están rígidamente pautados en una visión de mundo y de
soluciones limitante, de modo que no pueden hacer uso de sus recursos para resolver
esos problemas. «Si el ego de un paciente fuera capaz de resolver el problema, el
paciente no requeriría un terapeuta.» (Rossi, en Erickson, 1980d, p. 97) «Los problemas
psicológicos se desarrollan cuando las personas no permiten que las circunstancias
naturalmente cambiantes de la vida interrumpan sus antiguas pautas de asociación y
experiencia, de modo que puedan surgir nuevas actitudes.» (Erickson y Rossi, 1979, p. 7)
Por lo tanto, el uso de la hipnosis en terapia tendría como objetivo la debilitación
de esos esquemas mentales rígidos. «[En la resolución de síntomas, Erickson] rara vez
daba sugestiones directas, porque muy a menudo ellas tientan al ego del paciente (el
consciente del paciente, las habilidades voluntarias) a hacer algo: el ego usualmente
hace un esfuerzo consciente para llevar a cabo las sugestiones. En hipnosis, sin embargo,
Erickson prefiere los sistemas de respuesta autónoma para llevar a cabo las sugestiones,
los cuales burlan al consciente del paciente, a la intencionalidad voluntaria. […] El
terapeuta es necesario para facilitar la emergencia de los potenciales y sistemas de
respuestas sin explotar que el propio ego del paciente no ha sido capaz de utilizar en una
forma voluntaria e intencional.» (Rossi, en Erickson, 1980d, p. 97)
Otro objetivo del uso de la experiencia hipnótica en terapia, es que una persona
que está en trance hipnótico, con sus esquemas mentales habituales momentáneamente
suspendidos, está más dispuesta a colaborar con las ideas o sugerencias que el terapeuta
le provea. Esto, debido a una tendencia natural a recuperar el equilibrio perdido (Yapko,
1990).
Individualización de la psicoterapia
«En el desarrollo de la psicoterapia como un campo de los esfuerzos médicos ha habido una extensa
elaboración de la teoría y una asombrosa rigidez de procedimientos. Esto es particularmente el caso de
muchas escuelas divergentes de orientación psicoanalítica. Este indebido énfasis en una extensa
superestructura teórica como requisito para toda psicoterapia, junto a una rigidez del acercamiento
terapéutico hacia todos los pacientes, surge de tres supuestos generales. El primero es que la psicoterapia
basada en el comportamiento observable y relacionada primariamente con las exigencias de las situaciones
vitales inmediatas y futuras del paciente debe ser necesariamente inadecuada, superficial y sin validez –al
ser comparada con una terapia que reestructura las comprensiones del paciente hacia su pasado remoto.
El segundo supuesto es que el mismo acercamiento rígido y estereotipado a la terapia (las rutinas del
“análisis clásico”, la terapia “no directiva”, etc.) es aplicable a todos los pacientes, todas las veces y en todas
las situaciones. Este supuesto descuida la significación inmediata de (a) la individualidad de las experiencias
vitales, reacciones y aprendizajes; (b) el contexto del problema en relación con la situación vital real; y (c) el
carácter de la sintomatología manifiesta, ya sea básicamente psicológica, fisiológica, somática, o una variada
combinación de ellas tres.
El tercer supuesto es que la psicoterapia efectiva ocurre a través de la interpretación y la explicación
al paciente, ya sea en forma directa o indirecta, respecto al significado interno de su vida experiencial
formulada en términos de especulaciones postuladas por una escuela particular de psicoterapia. Para ilustrar
este supuesto, considérese lo siguiente: Un infante hambriento que succiona ávidamente el pecho de su
madre, no es considerado simplemente como un infante que satisface un hambre fisiológica. Por el contrario,
la succión es interpretada como una reacción agresiva en un estado de resentimiento a la experiencia de
hambre fisiológica y en un esfuerzo por incorporar a su madre como una defensa contra un mundo
amenazante. De este modo, a un proceso de la vida física, universal en todos los mamíferos, se le da una
interpretación muy específica, que implica un complicado proceso mental en un infante recién nacido.
Que muchas escuelas de psicoterapia estén basadas en formulaciones del comportamiento humano
divergentes, a menudo opuestas y contradictorias –y, sin embargo, alcancen esencialmente los mismos
resultados terapéuticos– no disminuye la dependencia de esos supuestos generales. Ni ha llevado a los
proponentes de esas diversas escuelas a re-examinar los principios de sus enseñanzas. La excesiva
elaboración de esas interpretaciones teóricas del comportamiento humano, junto al carácter rutinario de los
procedimientos terapéuticos, ha hecho a la terapia una empresa prolongada y cara que no está al alcance de
una vasta mayoría de pacientes. Así, el ideal de una psicoterapia alcanzable y fácilmente aplicable ha sido
derrotada. En su lugar, las diversas escuelas de psicoterapia, particularmente aquellas de orientación
analítica, han elaborado sus propias filosofías separadas y diferentes a las cuales los clientes deben
adaptarse incluso cuando no estén interesados en ellas.» (Erickson, 1980d, p. xv-xvi)
Hipnoterapia breve
Otro de los casos descritos en ese artículo está resumido en O’Hanlon (1989, p.
48):
«En uno de los casos de Erickson, un muchacho retardado de 17 años, poco tiempo antes internado
en un escuela, desarrollo un síntoma que consistía en agitar rápidamente el brazo derecho delante de si, a
una velocidad de 135 veces por minuto. (Erickson había tomado el tiempo.) Erickson consiguió que el
muchacho aumentara esa velocidad a 145 veces por minuto. Durante cierto lapso, y bajo la supervisión de
Erickson, de nuevo se redujo la velocidad a 135; después se aumentó a 145, y a continuación fue reducida e
incrementada, alternando un aumento de 5 veces por minuto y una reducción de 10 veces por minuto, hasta
que el movimiento quedó eliminado.»
Rossi (1990a) relata que comenzó a formarse una impresión muy diferente de
Erickson a medida que trabajaban juntos. Mientras que la mayoría de los psiquiatras lo
consideraban como un "genio de la manipulación y la sugestión", Rossi comenzó a
considerarlo como un "genio de la observación".
Se percató que la efectividad de los acercamientos innovadores de Erickson no
dependía del "poder de sugestión", sino que de su habilidad para reconocer y utilizar las
experiencias vitales de sus pacientes con esos momentos cuando estaban más dispuestos a
responder, en el trance común de cada día.
Sin embargo, Erickson no siempre esperaba que los pacientes mostraran el “trance
común de cada día” para sus intervenciones; sino que lo facilitaba usando los mismos
métodos que había experimentado en la inducción de trance formal; ¡sólo que ahora no
buscaba que sus pacientes cerraran los ojos y parecieran dormir como cuando están en
trance hipnótico!
Este es aun aspecto mal entendido de los procedimientos terapéuticos de Erickson
que trataremos de explicar en detalle.
Como dijimos más arriba, la inducción de trance busca fijar la atención del cliente,
para conseguir una debilitación de los esquemas conscientes y mayor disposición a
responder. Cualquier método que logre fijar la atención del sujeto, ya sea en una realidad
externa (un objeto, una conversación interesante) o en una realidad interna (relajación a
través de imaginería, enfocarse en sensaciones corporales), lo predispone a mostrar esa
respuesta de atención (y tendencia a la cooperación). Erickson conseguía el mismo
efecto atrayendo la atención de sus clientes hacia una conversación interesante; pero
esa no era cualquier conversación, sino una que tuviera sentido para ellos y que generara
una tendencia a aceptar lo que él relataba (yes set). Esos relatos de Erickson podían
deslizar ideas interesantes a un nivel consciente, o bien iniciar búsquedas inconscientes,
o consistir en una “inducción de trance” en la cual entremedio del relato se van urdiendo
las sugerencias terapéuticas (técnica de entremezclado).
También se auxiliaba de lo que se ha denominado biorraport (O’Hanlon, 1989), es
decir, el terapeuta va “espejando” (imitando sutilmente) comportamientos no verbales
del cliente (pestañeo, ritmo respiratorio). «La sincronización de los ritmos biológicos
parece indicar y realzar el rapport entre personas. Erickson utilizaba deliberadamente
esta asimilación rítmica para facilitar el desarrollo de rapport y para influir en los
pacientes.» (O’Hanlon, 1989, p. 43) (Énfasis añadido)
Sin embargo, Erickson buscaba influenciar la experiencia de sus clientes no sólo
para realizar intervenciones en el consultorio, sino que buscaba que ellos llevaran a cabo
actividades (tareas) entre sesiones. Para ese fin buscaba(/construía) conseguir una
respuesta de atención y de cooperación del cliente, para asegurarse que llevarían (o no
llevarían) a cabo esa tarea.
Esta noción de “hipnosis naturalista” coloca al hipnotismo dentro del marco de la
comunicación interpersonal, y libera al terapeuta de los comportamientos estereotipados
que acompañan al hipnotismo tradicional. Ya no son necesarios sillones especiales donde
“inducir” el trance terapéutico; y cualquier terapeuta que conciba a la terapia como un
proceso de influencia interpersonal para ayudar a sus clientes para romper las pautas
limitantes que los mantienen atrapados en sus problemas, tiene a su alcance diversas
estrategias de comunicación que facilitarán su labor.
Notas:
1
William Kroger, M.D., destacado hipnoterapeuta que tenía una concepción distinta a la que sostenía Erickson en cuanto a
la naturaleza de la hipnosis y los métodos para usarla en forma clínica, le cuenta a Yapko en 1988 (Yapko, 1990) acerca de
sus vicisitudes debido a los prejuicios hacia la hipnosis: «Yo era el único doctor que estaba usando hipnosis en el área de
Chicago. Se reían de mi, fui ridiculizado, vilipendiado y abusado, y hecho caminar siete pasos detrás de todos, como si yo
fuera un leproso. Fui perseguido por la Sociedad Médica del Estado de Illinois debido a una exhibición. Ellos estaban
solamente en contra de la hipnosis, [incluso] en contra de la palabra hipnosis…»
2
Erickson ejemplifica sus afirmaciones a través de la obtención de anestesia hipnótica. «Por ejemplo, la anestesia de la
mano puede ser sugerida directamente, y puede obtenerse una respuesta aparentemente adecuada. Sin embargo, si el
paciente no ha interpretado espontáneamente la orden para incluir un darse cuenta de la necesidad de la reorganización
interna, esa anestesia fallará en los tests clínicos y será una pseudo anestesia.»
3
Aquí Erickson está ejemplificando sus ideas a través de la descripción del método de inducción de trance por fijación de
ojos.
4
Qué diferente es ese acercamiento de Erickson para trabajar con la regresión de edad, al compararlo con este
acercamiento directo ejemplificado por Yapko:
«... y ahora que puede sentirse tan cómodamente relajado... puede permitirse tener la experiencia en su mente...
de llegar a una estación de trenes especial... una estación de trenes distinta a cualquier otra que jamás usted ha
conocido... donde el tren que corre es muy inusual en su habilidad para hacer que usted retroceda en el tiempo... y
usted puede retroceder en el tiempo... para experimentar aquello que no ha pensado en mucho, mucho tiempo... y
puede verse subiendo al tren más interesante... y puede encontrar un asiento que sea cómodo para sentarse... tan
suave, que usted descansa allí... profundamente descansado... y después puede sentir que el tren comienza a
moverse en forma delicada y placentera... puede experimentar el movimiento de retroceder en el tiempo...
lentamente al principio... después rápido... un momento poderoso... y mientras mira a través de la ventanilla... y ve
los sucesos de su vida moviéndose hacia el pasado, ve pasar como postes de teléfono en la vía, los recuerdos de
ayer... después los del día anterior... y del día antes... y del día antes... y todos los días antes... puede ir sin rumbo a
través de su mente mientras viaja más y más en el pasado... cuando después se convierte en ahora... y después el
tren comienza a disminuir la velocidad... y después llega a una parada... y ahora usted puede salir del tren para
encontrarse en aquella situación ahora, puede ver las escenas, escuchar los sonidos, y sentir los sentimientos de
aquel tiempo y lugar... este tiempo y lugar...» (Yapko, 1990, p. 258-259)
5
Los estudios realizados en la década de los años 1990 indican que la alianza terapéutica es un factor esencial en los
resultados de la psicoterapia (Duncan, Miller y Hubble, 1998).
Esos autores indican que las siguientes características del proceso terapéutico favorecen la alianza terapéutica:
intervenciones terapéuticas que respondan a las metas de los clientes, y un tratamiento que se adecúe a la forma en que
el cliente ve la relación terapéutica.
Las características de los terapeutas que son reportadas por los clientes como factores que promueven una adecuada
alianza terapéutica son aquellas antiguas pautas descritas por Rogers como factores esenciales de una terapia: Empatía,
Respeto, Autenticidad del terapeuta y Validación del cliente.
6
Sin embargo, los objetivos de la construcción de un clima empático en el trabajo de Erickson y Rogers cumplen fines
distintos. Erickson era un terapeuta directivo, que buscaba todos los medios posibles para conseguir que el cliente llevara a
cabo sus directivas; mientras que Rogers buscaba un clima de aceptación y comprensión en el cual el cliente pudiera
revisar su vida experiencial en un ambiente exento de juicios y críticas de terceros.
7
Scott D. Miller (2001) refiriéndose al concepto de la “resistencia” afirmaba que la psicoterapia ha tomado prestado a la
Física ese concepto, y lo ha usado en forma errónea. Tradicionalmente se ha visto a la resistencia como un impedimento
intrapsíquico (individual) para cooperar en la terapia; sin embargo la “resistencia” en Física hace alusión a la relación entre
dos fuerzas, o algo que se opone a la acción de una fuerza. Al aplicar correctamente ese concepto en psicoterapia, la
resistencia ya no tendría que estar dentro del cliente, sino que en la interacción de éste con el terapeuta.
8
de Shazer ha escrito lo siguiente respecto a la “resistencia” a la terapia:
«Por cierto, algunos clientes consideran que las ideas sobre cómo cambiar no son adecuadas, pero me resulta difícil rotular
ese modo de pensar como "resistencia"; me parece antes bien un mensaje que el cliente está enviando, en un esfuerzo por
ayudar al terapeuta a que lo ayude. Reiteradamente he hallado gente con deseos desesperados de cambiar y sumamente
cooperativa, que me había sido derivada por otros terapeutas con el rótulo de "cliente resistente". En realidad, la clave que
mis colegas y yo creamos para promover la cooperación es absolutamente simple.
En primer término vinculamos el presente con el futuro (ignorando el pasado), luego felicitamos al cliente por lo que ya ha
hecho de útil o bueno (o ambas cosas) para él, y a continuación (una vez que él sabe que estamos de su parte), podemos
sugerir algo nuevo que él podría hacer y que es, o por lo menos podría ser, bueno para él.
[...] Es claro que la gente que visita a un terapeuta desea cambiar su situación. Pero sea lo que fuere que hayan hecho
para lograr el cambio, no obtuvieron resultados. Han ido encerrándose en su propio camino, tal vez accidentalmente
empeoraron, y han desarrollado pautas de conducta habitual poco afortunadas. En vista de esto, la idea que van a
resistirse al cambio está por lo menos desorientada. De hecho, con este tipo de idea en su mente, el terapeuta puede
realmente generar "resistencia" o no cooperación, cuando no directamente un conflicto. Es decir que las concepciones del
terapeuta son capaces de producir profecías de autocumplimiento, con un desenlace infortunado.» (de Shazer, 1991, p. 32-
34)
9
Y que luego trasladaría al tratamiento sin el uso de hipnosis formal.
10
Otra de las formas de sugestión indirecta de Erickson.
11
Véase Haley (1980a), p. 272-277
«[...] La terapia breve puede verse como un refinamiento y desarrollo de los principios de Erickson
para la resolución de problemas clínicos. Estos métodos naturalistas, indirectos, son útiles con o sin la
mediación de trances formales. Pues con frecuencia el observador ingenuo no tiene modo alguno de precisar
sus observaciones al punto de poder decir "aquí se inicia la inducción de trance" o "ahora empieza el trance".
Muchísimas veces las ideas sobre el "trance" y la "hipnosis" fascinan al observador y lo llevan a equivocarse.
Gran parte de las descripciones del trabajo de Erickson examina con excesivo detallismo estas herramientas,
de modo que la consideración atenta de la corteza del árbol le hace perder de vista los principios implícitos
en la totalidad del bosque. El interés por las técnicas hipnóticas de Erickson oscurece su empleo de la
hipnosis. La hipnosis se parece más a la novocaína que a la extracción de una muela. La novocaína sola no
desprende la muela, y por otra parte la muela podría extraerse sin utilizar novocaína.» (p. 31)
El pragmatismo de Erickson
«(1) las terapias de degradación, o terapias “misioneras” y (2) las terapias de revalorización o
terapias “antropológicas”. Las terapias de degradación se centran en la llamada patología. Practicarlas exige
tener alguna idea sobre la perfección humana o familiar o poseer alguna “verdad” filosófica o racionalmente
derivada que indicará cuál es la conducta correcta. […] El paciente debe rendir su identidad ante su mentor
terapéutico de antemano, al aceptar la reputación y el prestigio de éste, y admitir la derrota. […] Las terapias
de revalorización o terapias antropológicas se basan en la tolerancia y el respeto por la diversidad humana. Y
se centran el cambio y en los recursos con los que se cuenta. Estas terapias no parten de la base de que
existe una verdad (en la que el terapeuta es un experto), antes bien tienden sencillamente a llamar la
atención del paciente sobre cómo son las cosas y alentarlo a mejorar su vida utilizando el sentido común
basado en la experiencia. Resulta curioso que Haley [1980a] haya descrito primero el “buen sentido perfecto”
de Erickson como una “terapia poco común”. ¿Cómo es posible? Las terapias de revalorización son populistas
y suponen la responsabilidad y elecciones personales. Quienes la practican están dispuestos a sufrir la
indignidad de la propia imperfección […] Desde el punto de vista de la teoría y de la doctrina resultante,
quienes practican tales terapias parecen preferir una falta de exclusivismo y sólo aceptan la teoría si
consideran que ésta es algo en constante evolución. Las terapias de revalorización se basan en la
cooperación antes que en la entrega. La relación hipnótica puede considerarse como el prototipo de esta
clase de terapia.» (p. 198-199)
«Su paciente es una persona hoy, totalmente otra persona mañana, y será otra la próxima semana,
el próximo mes, el próximo año. Dentro de cinco, diez y veinte años será otras personas. Es verdad que
todos tenemos un cierto fondo general, pero somos personas distintas en cada día de nuestras vidas.»
(Erickson, citado por O'Hanlon, 1989, p. 29)
«H: Bien, obviamente usted no clasifica a los pacientes en la forma que lo hacen otros. Un paciente
toca la puerta, usted lo observa y lo escucha, y no lo clasifica como histérico o compulsivo.
W: Bien, usted podría hacerlo, pero en su sistema operativo de clasificación, ese no es el punto
importante, eso nos parece a nosotros.
H: Usted tiene una forma de clasificar a las personas en términos de lo que ellas necesitan o lo que
ya están haciendo, según puedo percatarme.
E: Es decir, usted reconoce que el paciente que viene [a terapia] puede ser un histérico, o un
compulsivo, o un esquizoide, o un maníaco, o algo así. Es problema no es intentar adaptar la
terapia a esa clasificación particular, pero: ¿qué potencialidades le muestra el paciente o qué
capacidades para hacer esto o aquello? » (Haley, 1985; citado en Zeig y Munion, 1999, p. 32
Esta visión tiene implícito que sólo necesitan ser resueltos los síntomas, sin que
sea necesaria un reconstrucción de la personalidad del cliente; y se promueve la
utilización de todos los aspectos del paciente que están funcionando bien. (Zeig y
Munion, 1999)
O'Hanlon (1989) indica que para muchos enfoques psicoterapéuticos se supone
que los síntomas surgen porque cumplen una función (para el individuo, su sistema
familiar), y que cuando persisten significa que continúan teniéndola, porque de lo
contrario desaparecerían.
Erickson. sostenía un punto de vista diferente respecto a los síntomas. Para él era
posible que los síntomas surgieran porque cumplen funciones, pero después de cierto
tiempo dejan de cumplir esa función y persisten solamente porque las personas quedan
pautadas de esa manera. Cuando Haley le preguntó a Erickson si se "limitaría" a resolver
el síntoma, Erickson le respondió del siguiente modo: «Usted supone que sirve a otros
fines. ¿Nunca ha pensado que la sintomatología puede desgastarse como servidora de
propósitos, y convertirse en una pauta habitual? » (Haley, citado en O'Hanlon, 1989, p.
30)
La terapia de Erickson estaba enfocada sobre los problemas actuales del cliente, y
apuntaba al futuro cuando éste estuviera libre de su problema. Este es un giro
revolucionario en la concepción de la terapia, al contrastarla con los enfoques dinámicos
predominantes en la psicoterapia en esa época, cuya orientación estaba hacia el pasado
de los pacientes, donde se suponía que se encontraban las causas del problema actual.
Erickson escribió:
«Una terapia es buscada en primer término, no para esclarecer un pasado inmodificable, sino a
causa de una insatisfacción con el presente y un deseo de mejorar en el futuro. Ni el paciente, ni el terapeuta
pueden saber en qué dirección se ha de verificar un cambio y en qué grado ha de tener lugar este último.
Pero se precisa cambiar la situación actual y una vez establecido el cambio, por pequeño que sea, se precisa
de otros cambios menores y un efecto de bola de nieve de estos cambios menores conduce a otros más
importantes, de acuerdo con las posibilidades del paciente.» ("Prefacio", Watzlawick, Weakland y Fisch, 1976,
p. 9)
Y en otro lugar afirmó,
«El pasado no puede cambiarse; sólo se cambia la interpretación y el modo que tenemos de verlo, e
incluso esto se modifica con el paso del tiempo. En consecuencia, en el mejor de los casos, los modos de ver
y las interpretaciones del pasado tienen importancia sólo cuando embrutecen a una persona en una rigidez.
La vida se vive en el presente, para el mañana. Por lo tanto, la psicoterapia se orienta de modo apropiado
con respecto a la vida de hoy al preparar el mañana, el mes próximo, el año próximo, el futuro, que en si
mismo impondrá muchos cambios en el funcionamiento de la persona en todos los niveles de su conducta.»
(Citado por O'Hanlon, 1989, p. 24)
«[Durante una discusión de una de sus inducciones, Erickson me dijo]: Tome esa foto en la que está
mi hija Roxie y yo con Laurel en brazos y la lechuza chillona. (Laurel es la hijita de Roxie, una beba a la que
llaman “Chillido” por su fuerte llanto. La lechuza a la que se refiere es una pequeña talla de madera dura que
él le había regalado a Laurel.) ¿Qué grado de realidad tendrá esto para Laurel cuando yo hace mucho que
haya muerto y ella mire esta foto? La lechuza chillona le agrega a la fotografía un enorme significado; le
confiere un enorme sentido de humanidad, de bondad y de solicitud, por más que es un objeto muy simple.
Es una pequeña lechuza chillona, y ella, comparativamente hablando, era una chica grande. La lechuza
chillona estaba aquí abajo, y ella, allá arriba. (Indica que tenía alzada a la niña en su brazo izquierdo y
sostenía la lechucita de madera en la mano izquierda, debajo de Laurel.) Ahora bien, cuando ella tenga 16
años y mire esta foto, apreciará lo chiquita que era la lechuza y lo grande que era ella en comparación. Esto
confluirá con todos sus sentimientos de agrandamiento, propios de la escuela secundaria, y con los cálidos
recuerdos de cuando era una beba y tenía esa lechucita chillona. Ve usted como, sin advertirlo, se juntan
todos esos recuerdos.» (Zeig, 1985, p. 262)
«Ahí estaba Erickson planeando una intervención que no haría efecto hasta 16 años después. Eso es,
por cierto, orientación a futuro.
Las semillas sembradas no fructifican de inmediato, sino que ellas necesitan madurar con el tiempo.
Siendo un “niño campesino”, Erickson comprendía la maduración del proceso de la siembra.» (Zeig, 1987, p.
405)
«[…] que generan y preparan al cliente para crear y advertir en los sistemas futuros los cambios que
comenzaron antes.
[…] Erickson con frecuencia indicaba a sus clientes que plantaran un árbol, y al hacer esto los
estimulaba simbólicamente para comenzar un proceso de cambio generativo. Plantar un árbol puede parecer
un acto simple, pero de hecho presupone tener un lugar para plantarlo y cuidar de él. La persona que cuida el
árbol en algún grado “hecha raíces” para facilitar y apreciar el árbol que está creciendo. Y además, a medida
que el árbol crece y cambia, lo mismo ocurre con la persona. Es un proceso similar a embarazarse. Ese
“simple” acto coloca en marcha un asombroso orden de cambios que configurarán e influenciarán al menos
tres vidas, cambiando el sistema familiar actual y el sistema futuro. Y ese cambio es tan gradual, lógico y
sutil a través del tiempo, que puede ser cómodamente absorbido por el sistema cambiante (o la mayoría de
los sistemas [familiares]).» (Lankton, 1985b, p. 140)
«Un estanciero vino a verme con su mujer y me dijo: “Hace nueve meses que está deprimida y
amenaza con suicidarse. Tiene artritis. No hace mucho que nos casamos. Le atacó fuertemente la artritis y
fue a ver a un cirujano traumatólogo para que la tratase. Yo la he llevado a psiquiatras para que le hicieran
psicoterapia. Todos recomendaron que cuando pasase de la cincuentena se la sometiera a un choque
eléctrico o insulínico.
Quiere dar a luz un bebé, pero el traumatólogo le dijo: “Si usted queda embarazada su artritis
empeorará; yo no se lo aconsejaría, ya que situación es de por si desfavorable.” Fue a un obstetra que le dijo:
“No le recomiendo que quede embaraza. Su situación ya es muy desfavorable y su artritis podría agravarse.
Tal vez sea incapaz de tener la criatura.”
Su esposo vino a verme con ella; yo le pedí a ella que me diese su versión. Me dijo que para ella
quedar embarazada era más importante que seguir viviendo. El marido acotó; “Tengo que cuidar que no
tenga a mano ningún cuchillo filoso.” Porque un suicida se matará por más cuidado que uno ponga… pueden
sobrevenir muchas postergaciones antes de que se produzca el suicidio.
Le dije a la mujer: “Señora, usted dice que estar embarazada es para usted más importante que su
vida. El obstetra no se lo aconseja, el traumatólogo no se lo aconseja. Tampoco sus psiquiatras. Mi consejo es
que se quede embarazada lo antes posible. Si su artritis empeora, puede guardar cama y disfrutar de su
embarazo. Y cuando llegue el momento del parto puede hacerse una cesárea. No hay ninguna ley que se lo
impida, es lo más sensato.”
De modo que la mujer quedó pronto embarazada, y su artritis mejoró, se le pasó la depresión y tuvo
nueve meses de embarazo muy felices. Dio a luz sin inconvenientes y realmente disfrutó con Cynthia, como
había llamado a la beba. Su marido estaba contentísimo.
Desgraciadamente, cuando Cynthia tenía seis meses tuvo el síndrome de la muerte súbita. Unos
meses más tarde, el hombre vino con su esposa y dijo: “Está peor que nunca.” Le pedí a la mujer que me
contara: “Simplemente quiero morir”, dijo ella. “No tengo razón alguna para vivir.” Muy áspera y
meticulosamente le dije: ¿Cómo puede ser tan necia? Durante nueve largos mees tuvo usted la mejor época
de su vida, ¿y ahora quiere matarse y destruir esos recuerdos? Eso no está bien. Disfrutó de Cynthia durante
seis meses encantadores. ¿Va a destruir esos recuerdos? Pienso que eso es criminal. Así que su marido la
llevará a casa y le conseguirá un brote de eucalipto. Usted le indicará dónde tiene que plantarlo. Los
eucaliptos crecen muy rápidamente en Arizona. Quiero le ponga como nombre ‘Cynthia’ y lo observe crecer,
aguardado el día en que pueda sentarse a su sombra.”
Un año más tarde fui a verla; el brote había crecido con suma rapidez. (Yo tenía en mi terreno uno
que sólo tenía seis años y ya había alcanzado los veinte metros de altura.) Ella me dio la bienvenida; ya no
estaba forzada a guardar cama o permanecer sentada en una silla: había tenido una notable mejoría de su
artritis y caminaba por todos lados. Tenía unos canteros que ocupaban más espacio que todo su edificio. Me
llevó a mirarlos y me mostró todos sus diferentes tipos de flores. Me regaló un ramo de guisantes de olor
para que llevara a casa.
A veces los pacientes no pueden pensar por si mismos. Uno puede hacer que empiecen a pensar en
forma realista y buena. Cada flor que ella cultivaba le hacía recordar a Cynthia, igual que el eucalipto que
bauticé con su nombre.» (Zeig, 1985, p. 243-244)
En el año 1954, Erickson publica otro artículo que se transformaría en un hito para
la terapia breve actual: “Pseudo-Orientation in Time as a Hypnotherapeutic Procedure”
(1954b/1980d). En ese artículo Erickson reporta una serie de casos en los cuales usó
hipnosis profunda, regresión de edad, desorientación en el tiempo hacia el futuro,
amnesia y sugestiones posthipnóticas, para que los pacientes se vieran entre tres a cinco
meses después, libres de la queja que los llevó a consultar, y revisaran aquellos
comportamientos que los habían llevado a la “curación.”
Erickson reflexiona respecto a la racionalidad de la estrategia del siguiente modo:
«Quizá la primera discusión de estos procedimientos experimentales debiera referirse a cómo las
fantasías de los éxitos pudieron probarse como una medida terapéutica efectiva. Como todos sabemos, sobre
la base de la experiencia cotidiana, lo fácil que es fantasear y lo lejos que están esos esfuerzos de
convertirse en una realidad. La historia fantaseada es como una obra maestra, hasta que es puesta en un
papel, y la bella pintura, tan fácilmente visualizada en el ojo de la mente, se convierte en una mancha
cuando el pincel es aplicado a la tela. Sin embargo, debe tenerse en mente que esas fantasías son fantasías
conscientes. Ellas representan los logros separados de la realidad, completas en si mismas, expresivas, y
reconocidas por la persona como no más que los deseos ilusorios conscientes.
Las fantasías inconscientes, sin embargo, pertenecen a otra categoría de funcionamiento psicológico.
No son logros completos en si mismos, no están separados de la realidad. Por el contrario, son constructos
psicológicos con diversos grados de formulación, para los cuales el inconsciente está preparado, o está
esperando una oportunidad para hacerlos parte de la realidad. No son simplemente un deseo ilusorio, sino
que una intención real para el momento oportuno. Así, uno puede esforzarse por registrar una historia
fantaseada en un papel, sino que sus méritos pueden derivarse de “los súbitos destellos de inspiración que
vienen a la mente”. O un autor puede esforzarse conscientemente por escribir una novela y encontrar que
sus personajes “no se comportan como él quiere, sino que lo hacen por cuenta propia.”
En estas historias de caso, el énfasis se colocó en las fantasías respecto al futuro, y se hicieron todos
los esfuerzos para mantenerlas inconscientes, a través de sugestiones que prohiben e inhiben. Al hacer esto,
el inconsciente de cada paciente proveyó un rico conjunto de ideas desconocidas para la mente consciente.
Después, en respuesta a las necesidades innatas y deseos de la personalidad total, el consciente pudo
utilizar esas ideas al traducirlas en realidades de la vida cotidiana, como respuestas espontáneas en las
situaciones oportunas.
Puede citarse una ilustración experimental de esto. A un sujeto hipnótico normal a quien le
disgustaba mostrar ostentación de lo que sabía, y que solamente hablaba inglés, se le enseñó en un trance
profundo a recitar “Die Lorelei.” Esto fue hecho en un aparente experimento sobre la memoria, sin informarle
que estaba aprendiendo un poema o que estaba en alemán. Se le sugirió una amnesia posthipnótica para
esta tarea.
Alrededor de dos semanas después, en una reunión social, en la cual se habían hecho algunos
arreglos de antemano, un colega mío se ofreció para entretener al grupo con canciones y poemas en diversos
idiomas, polaco, austriaco, italiano, francés y español. Después de escucharlo con un disgusto creciente, el
sujeto afirmó “Yo puedo hablar en sílabas sin sentido, también”, y precedió a recitar “Die Lorelei.” Para su
comprensión consciente, sus palabras no eran más que sílabas sin sentido, ofrecidas espontáneamente en la
situación inmediata. Fue necesario volver a hipnotizarlo para convencerlo de lo contrario.
Este experimento difiere de las historias de caso en que las posibilidades futuras en una situación de
la vida cotidiana no eran parte de una situación experimental. Por el contrario, se suministró al inconsciente
del sujeto un aprendizaje especial, y después, posteriormente, se creó una oportunidad en la cual ese
aprendizaje especial pudo hacerse manifiesto en respuesta a sus necesidades personales internas.
En el caso de los pacientes, se desarrollaron en sus mentes inconscientes comprensiones especiales
para el futuro, y sus situaciones de la vida real presentaron las oportunidades reales para utilizar esas ideas
en comportamientos de acuerdo a sus necesidades y deseos internos.
La forma en la cual los pacientes hicieron de sus fantasías una parte de su vida real fue de acuerdo a
la evolución natural de las respuestas conductuales espontáneas a la realidad. Esto no fue una complacencia
a las sugestiones, ni parecían derivar de alguna otra respuesta de los pacientes a sus realidades. Su
comportamiento fue experimentado por ellos como surgiendo desde dentro de ellos mismos y relacionado
con sus necesidades en su situación vital inmediata.
De este modo, el Paciente A se preguntaba vagamente respecto a su próxima cita conmigo y actuó
bajo un impulso súbito para pedir un aumento de salario, lo cual llevó, a su vez, a una serie de eventos. La
Paciente D no abandonaba la casa paterna debido a las razones lógicas que había discutido conmigo, puesto
que ella quería fabricarse un vestido que quería lucir. [...]
La clase de fantasías a través de las cuales los pacientes alcanzaron sus metas posee un marcado
interés y significado. No fueron del tipo grandioso de fantasías elaboradas que uno tiene cuando fantasea
conscientemente respecto a los deseos de uno. Fueron fantasías acordes con sus comprensiones de metas
realmente alcanzables. Por ejemplo, el Paciente A era lastimosamente modesto al desear una salud “lo justo
necesaria.” Ni pensaba convertirse en un ganador de una pelea, sino que esperaba ser capaz de ser “tomado
como un hombre.” [...] Y la paciente D se veía a si misma en su fantasía no como una estrella en el mundo
del espectáculo, sino como una protagonista feliz en la boda de su amiga.
Esas fueron todas las fantasías respecto al futuro experimentadas por esos pacientes. No iban más
allá de la imaginación, sino que eran fantasías adecuadas a las posibilidades reales, acordes con su
comprensión de si mismos.
Es difícil especular sobre la pregunta de por qué y cómo la “proyección del tiempo” probó ser una
medida terapéutica efectiva para esos pacientes. Uno podría trazar con dificultad paralelos con las
experiencias comunes en la vida cotidiana. Por ejemplo, la publicidad utiliza recursos que estimulan las
fantasías del futuro. Un ejemplo más cercanamente comparable a los reportes de caso descritos es el de
escribir, que después de mucha indecisión, una carta aceptando un nuevo puesto. Una vez que ha sido
escrita, incluso aunque no haya sido enviada aun por el correo, se desarrolla inmediatamente un sentimiento
profundo que la suerte está echada en forma irrevocable. Esto resulta en una nueva orientación psicológica
de una fuerza obligatoria que efectúa una nueva organización del pensamiento y el planeamiento. El acto de
escribir la carta constituye la iniciación de la acción, y, como fue mencionado antes, una acción una vez
iniciada tiende a continuar.
Aparentemente para esos pacientes, el establecimiento de un estado disociado, en el cual ellos
pudieron sentir y creer que habían logrado ciertas cosas beneficiosas para ellos, les dio un sentimiento
profundo de haber logrado realidades, lo cual, a su vez, resultó en la reorientación terapéutica
deseada.»(Erickson, 1954b/1980d, p. 420-423)
«Una terapia puede considerarse estratégica si el clínico inicia lo que ocurre durante ella y diseña un
enfoque particular para cada problema. Cuando se encuentran un terapeuta y una persona con un problema,
la acción que tiene lugar está determinada por ambos, pero en la terapia estratégica la iniciativa corresponde
en gran medida al terapeuta. Este debe identificar problemas solubles, fijar metas, diseñar intervenciones
para alcanzarlas, examinar las respuestas que recibe para corregir su enfoque y, por último, evaluar el
resultado de la terapia para ver si ha sido eficaz. El terapeuta ha de ser sensible hacia el paciente y su medio
social, pero la forma en que proceda debe ser determinada por él mismo.
[…] La terapia estratégica no es un enfoque o teoría particular, sino varios tipos de terapia cuyo
común denominador que el terapeuta asume la responsabilidad de influir directamente en la gente.
[…] Puede considerarse a Erickson como el maestro del enfoque estratégico en terapia. Durante
mucho tiempo se lo ha conocido como el más importante especialista mundial en hipnosis médica, y dedicó
su vida al estudio experimental y la utilización terapéutica de la hipnosis, desarrollando infinitas variantes.
Menos conocido es su enfoque estratégico para la atención de individuos, parejas y familias, sin el empleo
formal de la hipnosis. […] Aun en los casos en los que no emplea formalmente la hipnosis, su estilo
terapéutico se basa hasta tal punto en la orientación hipnológica, que cuanto hace parece originarse en ese
arte.» (Haley, 1980a, p. 7-9)
(1) «El pensamiento estratégico no se funda en una teoría que, describiendo la "naturaleza humana",
precriba en consecuencia conceptos de "sanidad" o "normalidad" comportamental y psíquica en
oposición a los de la patología. [...] El pensamiento estratégico más bien se interesa por la
funcionalidad del comportamiento humano frente a los problemas de la existencia y de la
convivencia entre individuos [...] El objetivo es el buen funcionamiento de estas relaciones, no en
términos generales y absolutos de normalidad, sino en términos de realidad totalmente personal,
diversa de individuo a individuo y de contexto a contexto.» (Nardone y Watzlawick, 1994, p. 36)
(2) «El terapeuta no se centra en el análisis "profundo", ni en la búsqueda de las causas del
problema hasta la extrapolación de las verdades escondidas, sino cómo funciona y cómo puede
cambiar la situación de malestar de un sujeto, de una pareja o de una familia. El paso es de los
contenidos a los procesos, y se trata de un saber cómo más que un saber por qué.» (Nardone y
Watzlawick, 1994, p. 37)
(3) «[...] los problemas humanos pueden resolverse mediante estrategias focales que rompen el
sistema circular de retroacciones que mantienen operante el problema. De esta ruptura de un
equilibrio disfuncional habrá de derivar el cambio en el comportamiento y en las concepciones
del sujeto, enjaulado en una situación problemática. [...] Hay que "obligar" al paciente a salir de
la rigidez de su perspectiva, conduciéndolo a otras posibles perspectivas que determinarán
nuevas realidades y soluciones...» (Nardone y Watzlawick, 1994, p. 44) (Enfasis añadido)
(4) «La mayor parte de las psicoterapias...impregnadas de la idea del "cogitocentrismo" (centralidad
del pensamiento por sobre las acciones), se basa en el supuesto que el actuar sigue al pensar.
Por consiguiente, para cambiar una comportamiento erróneo o una situación problemática, hay
que cambiar primero la manera de pensar del paciente y sólo después es posible su manera de
obrar. [...] Desde el punto de vista estratégico, que en definitiva es el del constructivismo radical,
este proceso debe invertirse. Es decir, se parte de la convicción que, para cambiar una situación
problemática, antes hay que cambiar el obrar y, como consecuencia, el pensar del paciente, o
mejor, el punto de observación, el "marco" de la realidad.» (Nardone y Watzlawick, 1994, p. 47)
«Los componentes de la solución [al problema] pueden envolverse con el papel de la hipnosis, los
símbolos, las metáforas, las prescripciones de síntomas, las anécdotas, el reencuadre, etc. El terapeuta se
pregunta: “¿De qué manera puedo presentar los objetivos?, y luego decide la técnica a seguir. […] las
técnicas se seleccionan usando métodos con los que el paciente normalmente u ocasionalmente estará de
acuerdo. […] Envolver para regalo consiste en seleccionar técnicas que nos permitan ofrecer ideas. No basta
con envolver como regalos los componentes de la solución. El proceso o actividad de tener en cuenta el estilo
singular del paciente recibe el nombre de “sastrería” [tailoring] […] De cara a la “sastrería” el terapeuta
piensa: “¿A qué da valor el paciente?, ¿Qué postura toma? ¿De qué está satisfecho? A partir de ahí, el
terapeuta individualiza el enfoque.» (p. 170-171)
Estilo comprador:
El cliente es capaz de identificar un problema o meta para el tratamiento.
El cliente está deseoso y dispuesto a emprender acciones.
El cliente cree que su comportamiento hará una diferencia.
Estilo demandante:
El cliente es capaz de identificar un problema o una meta para el tratamiento.
El cliente considera que las soluciones son externas a él. Estos clientes tienden a creer:
"Cuando se tienen dudas, no cambies."
"Mi comportamiento no interesa."
"Alguien o algo tiene que cambiar primero."
Estilo visitante:
El cliente no identifica un problema o meta para el tratamiento.
El cliente no ve ninguna necesidad de participar en la terapia.
(Este estilo es muy común en el contexto de terapia obligada)
Desde ese punto de vista, con los únicos clientes que se puede trabajar desde el
inicio de la terapia es con aquellos que han definido una relación de tipo “comprador.” En
los otros dos estilos de relación, el terapeuta tendrá que realizar maniobras para
transformar la relación en una de “compra.” (Berg y Miller, 1996; DeJong y Berg, 1998;
Miller et al., 1997). Miller (2001) afirma que el porcentaje de los pacientes que acuden a
terapia y que establecen ese estilo de relación es la minoría.
Analicemos a la luz de esta información dos aspectos del trabajo de Erickson que
requieren una nueva mirada: ¿Por qué usar “hipnosis formal” en terapia? y ¿cuál es el
objetivo de la indirección terapéutica?
Los lectores, guiados por el estereotipo cultural del “hipnotista” podrían imaginarse
a Erickson como un señor adusto, frío e impersonal, que a través de su famosa “mirada
ericksoniana” penetraba en las mentes de sus clientes para luego darles “órdenes” o
“programarles” la mente.
El comportamiento de Erickson en sus sesiones de terapia y seminarios (incluso en
sus últimos días) estaba lejos de ser el de una persona fría y rígida. Como buen terapeuta
estratégico que era, no solamente usaba sus experiencias personales (anécdotas e
historias) para influenciar a sus clientes, sino que se usaba a si mismo para adecuarse al
tipo de interacción que suponía era el que más encajaba con el cliente en cuestión.
Además, si Erickson no hubiera tenido un agudo sentido del humor y una postura un
tanto juguetona ante la vida, ¿cómo hubiera hecho para sobrellevar los dolores crónicos
que lo atormentaron desde los años 1950, después de su segunda crisis de polio?
Erickson afirmó:
«Usted necesita enseñar a los pacientes a REIRSE de sus penas ya disfrutar de sus placeres. Tuve a
una mujer alcohólica que vino por terapia… y ella me habló de los problemas que estaba teniendo con su hija
en edad universitaria. Dijo, “He tenido problemas con ella desde que sale en nuestro…” ¿cómo llama usted a
ese auto que no tiene techo?... un convertible. Ella estaba conduciendo sola… “teníamos una lindo día y un
pájaro estaba volando por sobre nuestras cabezas e hizo sus deposiciones justo cuando ella estaba
bostezando. Y ella está TAN avergonzada consigo misma desde entonces. Parece que ni puede enfrentar la
vida. Y mi alcoholismo no la ayuda.” Le dije, “Bien, cuénteme un poco MAS acerca de su hija.” “Ella es
realmente una muy buena chica, pero está terriblemente neurótica desde esa vez.” “¿Tiene sentido del
humor?” La madre dijo, “Sí, pero no desde entonces.” Ella había desarrollado aversión hacia los alimentos y
había hecho su vida miserable. Le pregunté a la madre. “Usted dice que ella tiene un buen sentido del humor
pero no lo ha USADO durante años. Bien, usted debe tener mucho humor contenido detrás de esa persona
capaz. De modo que usted piensa si yo haría un poco de terapia a larga distancia.” La madre dijo, “No, no
pienso eso.” Le envié a la chica una postal desde Filadelfia, advirtiéndole de los riesgos de bostezar mientras
se conduce un convertible. La chica recibió la carta y dijo, “¿Quién es este hombre y cómo lo supo? Yo nunca
se lo he contado. ¡Tú se lo dijiste!?” Ella dijo, “¿Cuál es el nombre?” La chica dijo, “Está firmado M. H.
Erickson.” Y la madre dijo, “Yo nunca he ESTADO en Filadelfia. No conozco a nadie con ESE nombre que viva
en Filadelfia. ¿No es divertido?” La chica rompió a reír y dijo, “Por cierto que sí.” Y continuó riéndose con
todas sus ganas durante un rato. Y reasumió su vida normal Sólo era una advertencia amistosa.» (Gordon y
Meyers-Anderson, 1981, p. 29-30)
El humor bien usado posee la capacidad de sacarnos del dolor, hacer más
aceptables aquellas cosas nuevas o amenazantes, o alivianar una situación (Gordon y
Meyers-Anderson, 1981); un chiste oportuno permite afirmar en forma indirecta ciertos
puntos, sin suscitar resistencia (O’Hanlon, 1989); asimismo, puede usarse para sacar de
una postura rígida al oyente (“descarrilar” el pensamiento, O’Hanlon, 1989).
En el siguiente caso clínico, puede observarse este agudo sentido del humor de
Erickson, esta vez al servicio de un reencuadre:
«Erickson atendió en terapia a una enfermera soltera; observó que la mujer tenía un trasero grande y
también amor a los niños. Le dijo, “YO SE que tiene el trasero más grande de toda la creación. SE que no le
gusta, pero es el suyo. Y le gustan los niños, de modo que querría casarse, tener hijos propios. Y tiene miedo
que ese gran trasero constituya un obstáculo… Este es su error. Usted no ha leído el Cantar de los Cantares,
de Salomón. TIENE que leer su Biblia. Se habla de la pelvis como de la cuna de los niños. El hombre que
quiera casarse con usted no verá un gran trasero gordo… verá una cuna maravillosa para los niños.” Los
hombres que quieren ser padres QUIEREN también una linda cuna para el hijo.» (Citado en O’Hanlon, 1989, p.
109)
Esta es otra característica del trabajo de Erickson que está oscurecida por las
distintas lecturas que han hecho los difusores de su trabajo.
Haley (1980a, 1985) ha colocado el énfasis en la descripción del aspecto
interaccional de la terapia de Erickson, lo cual es obvio al considerar los intereses de ese
autor: formó parte del Grupo de Bateson para el estudio de la comunicación, luego
colaboró con Minuchin en el desarrollo de la terapia familiar estructural, y finalmente
desarrolló su propio enfoque de terapia estratégica en su Instituto en Washington (Haley,
1980b).
Rossi, por su parte, es un terapeuta con formación jungiana, que al momento de
conocer a Erickson ya tenía publicado un libro sobre sueños (Rossi, 1998/2000); por lo
tanto se interesó en el estudio y publicación de los métodos hipnoterapéuticos de
Erickson y sus acercamientos intrapersonales.
Haley no necesitaba el concepto del “inconsciente” para explicar las
intervenciones hipnóticas o no hipnóticas formales de Erickson, le bastaba con la mirada
interaccional (comunicacional). Rossi, sin embargo, necesitaba de un inconsciente, el cual
en la visión de Erickson poseía las mismas connotaciones positivas que el inconsciente
para Jung.
¿Bajo qué criterios operaba Erickson en sus terapias? ¿Bajo un marco interaccional
cuando discutía con Haley, y un marco intrapersonal cuando trabajaba con Rossi?
La observación cuidadosa de los reportes clínicos de Erickson (Erickson, 1980d;
Erickson y Rossi, 1979) da cuenta de un terapeuta que tenía una confianza básica en el
inconsciente del paciente, e incluso desarrolló formas lingüísticas indirectas para
posibilitar su trabajo autónomo. Sin embargo, en Erickson, “hipnoterapia” no significa
solamente un trabajo interno autónomo, como podría desprenderse inicialmente de la
lectura del trabajo de Rossi acerca de Erickson. En la mayor parte de los reportes de
casos con tratamientos hipnoterapéuticos de Erickson, se buscaba alterar las pautas que
mantenían la sintomatología.
Según Haley (1980a), Erickson fue uno de los primeros terapeutas que atendió
parejas y familias en su consultorio, a las cuales podía ver en forma conjunta o separada,
y a las que trataba con hipnosis formal, no formal, o a través de prescripciones de tareas.
Al igual como enunciamos más arriba, pareciera que Erickson decidía sus
acercamientos terapéuticos y su orientación según la fenomenología del problema
presentado y la disposición a responder del cliente.
El exceso de confianza en los recursos inconscientes del paciente para el cambio
terapéutico, puede llevar al terapeuta a perder de vista las variables del contexto
interpersonal significativo para el paciente, para centrarse en acercamientos
intrapersonales que no ayudarán a la resolución del problema.
Erickson (1980d) escribió lo siguiente respecto a “La importancia de las realidades
actuales en psicoterapia”:
«Las situaciones vitales actuales y anticipadas tienen una gran importancia para el paciente que está
en psicoterapia, ya que la tarea de enfrentarse con ellas es primariamente un ajuste efectivo a las exigencias
y fuerzas del presente y del futuro, sin importar lo que pueda haber en su pasado histórico. La preocupación
en el pasado solamente y el desconocimiento de las necesidades, oportunidades y capacidades de la
situación actual puede con facilidad, y a menudo lo hace, prolongar indebidamente la terapia.
Junto a la importancia de las experiencias de la vida cotidiana, debiera reconocerse a las relaciones
interpersonales como una influencia especial y muy potente en la psicopatología y la psicoterapia. La eficacia
de la relación, ya sea destructiva o constructiva, puede ser más una función de su intensidad, duración y
características, más que las “interpretaciones psicodinámicas” proferidas por muchas escuelas de
pensamiento. La experiencia humana está lejos repleta con ejemplos de relaciones interpersonales
psicoterapéuticamente efectivas que han corregido desajustes conductuales, que todos los esfuerzos
combinados de la psicoterapia organizada. No existen métodos de medición científica para la palabra
bondadosa, el desafío, la duda expresada en voz baja, el grito de angustia sofocado, el tono amenazante, el
sonido burlón, el murmullo, el sonido estimulante, el silencio expectante. El éxito o el fracaso de la
psicoterapia puede descansar sobre fuerzas como esas.» (Erickson, 1980d, p. xvii)
Terapia breve
Erickson, como el hombre pragmático que era, abogó por una psicoterapia breve:
«El supuesto que la psicoterapia necesariamente debe ser compleja y muy prolongada, contradice la
experiencia de la vida cotidiana. Los sucesos diarios simples de un carácter breve y transitorio, pueden, y con
frecuencia lo hacen, ejercer influencias profundas y perdurables sobre la personalidad humana. Estos sucesos
pueden derivar totalmente del presente inmediato y pueden evocar respuestas importantes que dirigen el
presente y el futuro de los individuos. Esas respuestas significativas a los eventos cotidianos, a pesar de la
sincera creencia sostenida por muchos adherentes a las escuelas interpretativas de la psicoterapia, no son
necesariamente un reflejo y nuevas ediciones de experiencias traumáticas infantiles. Esto no desacredita en
forma alguna la importancia del trauma físico en la infancia y la niñez. Por el contrario, enfatiza el hecho que
las experiencias traumáticas pueden ocurrir en cualquier edad y pueden reflejar solamente la situación de
vida actual implicada.» (Erickson, 1980d, p. xvi-xvii)
«En su trabajo, Erickson abrió la puerta para el cambio y en una forma que tuvo un gran impacto en
la terapia breve, así como también en la terapia en si misma. Hay diversos rasgos en su trabajo que lograron
este cambio. En primer lugar, creo, está lo que persistentemente no hizo. Una de sus premisas, ya sea en
forma implícita o explícita, dicta lo que uno hace y también lo que uno no hace. Es en este último caso donde
surge una de las principales asunciones. Erickson no buscaba largas historias [clínicas] antes de intervenir en
el problema. Concomitantemente, no intentaba extraer información “interpretable” o intentar que sus
pacientes lograran insight en forma gradual. Los “insights” o las comprensiones fueron activamente dirigidos
por él con el propósito de estimular el deseo del paciente por llevar a cabo las tareas necesarias
subsecuentes. Erickson no enfatizaba tanto “la sesión” como los eventos fuera de su oficina. Era raro que
presionara por más y más mejoría. Por el contrario, avanzaba rápidamente para intervenir y se retiraba muy
rápidamente una vez que había ocurrido una pequeña mejoría. Podía detener el tratamiento o imponer un
hiato antes de regresar por más trabajo. No medía la sesión por el reloj, sino de acuerdo a la tarea que se
llevaría a cabo en ese contacto. No se “apoyaba” en el sentido común; no apuraba; no “confrontaba con la
realidad.” Los medicamentos y las hospitalizaciones jugaron un rol pequeño, si es que lo tuvieron, en su
trabajo, aunque sabía como usarlos. No le dio importancia al hecho que las personas “expresaran sus
sentimientos.
[…] Sin embargo, en adición a las cosas que no hizo, Erickson hizo algunas cosas intrigantes. Aunque
no gastaba el tiempo obteniendo la historia psicológica, colocaba considerables esfuerzos en la obtención de
un detallado panorama del síntoma, problema o queja, y cómo era llevado a cabo, así como también era
llevado a cabo junto a los otros implicados en el problema. No intentaba obtener retroalimentación de parte
del paciente a sus propias ideas acerca del problema […], por el contrario, “hablaba con facilidad el lenguaje
del paciente”. No interpretaba la resistencia del paciente, sino que la usaba para facilitar que el paciente
llevara a cabo tareas terapéuticas. Simplemente no malgastaba el tiempo discutiendo con los pacientes, sino
que se concentraba en la tarea que el paciente estaba llevando a cabo para resolver su problema.» (Fisch,
1982, p. 157-158)
Zeig y Munion (1999) han indicado que un tratamiento orientado hacia el presente
y el futuro es más relevante para la vida actual del cliente, y por lo tanto es más
estimulante.
El Grupo de Milwaukee (de Shazer, 1999) afirma que una orientación hacia el
futuro, en la cual se resalte lo que el paciente ha venido haciendo bien, lleva implícita la
idea que el cambio es inevitable, lo cual abreviará la terapia.
Utilización terapéutica
Zeig y Munion (1999) afirman que éste es el principio central que caracteriza y
distingue al enfoque de Erickson. Zeig (1992/1999) lo ha definido como «la disponibilidad
del terapeuta a responder estratégicamente a todos y cada uno de los aspectos del
paciente o el entorno» (p. 155-156).
Esos aspectos incluyen: lo que el paciente ofrece en forma consciente e
inconsciente, los recursos, las fortalezas, experiencias, habilidades (o falta de
habilidades), las relaciones, las actitudes, los problemas, los síntomas, los déficit, el
ambiente, la vocación, los pasatiempos, las aversiones, las emociones, etc. (Zeig y
Munion, 1999)
Este principio lo desarrolló Erickson en sus investigaciones acerca de la naturaleza
de la inducción de trance y la sugestión terapéutica, con el fin de asegurarse que sus
sujetos cooperaran con él; posteriormente lo extrapoló a toda su psicoterapia (la cual
como ya hemos dicho más arriba es una extensión de sus procedimientos para obtener
disposición a cooperar en la inducción del trance hipnótico). Zeig cita lo que Erickson
escribió en el año 1954 para la Enciclopedia Británica:
Principio 3. El terapeuta puede aprovechar cualquier técnica que el paciente usa para ser paciente.
Las técnicas no proceden simplemente de un libro; pueden deducirse también del estudio de [los]
pacientes. Por ejemplo, si un paciente cuenta historias para ser pacientes, el terapeuta puede contar historias
para ser terapeuta. Si un paciente es confuso como paciente, el terapeuta puede ser constructivamente
confuso.
«Uno de los principios de la ciencia “clásica” formalizada principalmente por el famoso Discurso del
método de Descartes, consistía en considerar que, si queremos llegar a comprender la complejidad de
nuestro universo, debemos antes comprender sus elementos constitutivos. Es necesario pues dividir:
disciplinas de estudio bien separadas, campos de investigación precisos, variables bien definidas y
controladas por el experimentador, que debe determinar la importancia relativa de cada una de las variables
sometiéndolas a un test sucesivamente mientras mantiene las otras constantes. El investigador debe
permanecer “objetivo” y llegar a una cuantificación de las variables.
La cibernética y la teoría general de los sistemas defenderán una visión muy diferente del enfoque de
los fenómenos complejos, sosteniendo que un análisis de cada elemento de un sistema no permite captar las
características del conjunto. […] El conjunto posee unas propiedades que no son reductibles a las de los
elementos tomados separadamente.» (Wittezaele y García, 1994, p. 76)
En 1948, Bateson acepta la invitación del psiquiatra Jurgen Ruesch para estudiar la
comunicación en psicoterapia. En 1951 publican La comunicación: matriz social de la
psiquiatría (1965) Ese volumen es el primer intento de Bateson para llevar a las ciencias
humanas las ideas desarrolladas en las Conferencias Macy. En la investigación de Bateson
se distinguen tres dimensiones principales: (1) Fundamentos epistemológicos de los
psiquiatras y sus consecuencias sobre el tratamiento; (2) Preparar el terreno para un
enfoque interaccional del comportamiento; y (3) Colocar a prueba la teoría de los tipos
lógicos para el estudio de las relaciones interpersonales. (Wittezaele y García, 1994)
La relación de Ruesch y Bateson es lo suficientemente desafortunada como para
que ambos no intenten continuar trabajando juntos, y Bateson consigue financiamiento
de la Fundación Rockefeller para su proyecto acerca “Del estudio del papel de las
paradojas de la abstracción en la comunicación” (Wittezaele y García, 1994). Ese es el
nacimiento del famoso Proyecto de Bateson en Palo Alto.
El equipo de Bateson para el desarrollo de este Proyecto estuvo conformado por
John Weakland (inicialmente un ingeniero), Jay Haley (quien estaba trabajando en su tesis
de maestría acerca de la comunicación), William Fry (psiquiatra) y Don Jackson (reputado
psicoanalista que había comenzado a realizar terapia con familias).
Fry (Wittezaele y García, 1994) relata que Bateson tenía un listado con diez a
veinte temas que consideraba como campos pertinentes para el estudio de las paradojas
en la comunicación. Entre estos se encontraban: el teatro, el zen, el humor, la
psicoterapia, la comunicación esquizofrénica, el entrenamiento de perros para ciegos, el
juego, y la hipnosis, entre otros.
En esa época, Erickson viajó a la región de Palo Alto a dictar un seminario sobre
hipnosis, y Weakland y Haley querían asistir como parte de los estudios del Proyecto. «Así
pues [que] hablamos con Gregory y nos preguntábamos si estábamos calificados para
asistir a este seminario. El entonces descuelga el teléfono, marca un número y dice a su
interlocutor: “¿Es Milton? Aquí Bateson. Hay dos de mis colaboradores que desearían
asistir a tu seminario, ¿podrías verlos?”. ¡Puede imaginarse nuestro estupor…! Pero éste
era Bateson, conocía a todo el mundo.» (Wittezaele y García, 1994, p. 159)
En Noviembre de 1954, Bateson escribe a Erickson recordándole de Weakland y
Haley, quienes habían asistido a un seminario con él; le cuenta que están investigando
respecto a los fenómenos hipnóticos y la esquizofrenia. Le solicita le envíe reimpresiones
de dos artículos de Erickson y lo invita a reunirse con ellos en Palo Alto, o que parte de su
equipo podría viajar a Phoenix. (Zeig y Geary, 2000)
En Mayo de 1955, Bateson escribe una extensa carta a Erickson solicitándole que
si era posible que hicieran los arreglos para que Haley y Weakland viajaran a Phoenix
para conversar con él en torno a la comunicación y la hipnosis. En esa carta le expone,
además, que en las investigaciones de su equipo acerca de la comunicación, se han
interesado en la hipnosis porque les parece que tiene relación con la comunicación
interpersonal. Asimismo, creen que muchas manifestaciones de la esquizofrenia pueden
ser producidas en el trance hipnótico. Bateson describe también la teoría de la doble
coacción en la génesis de la esquizofrenia que han estado estudiando, para que la futura
entrevista con Haley y Weakland sea más fructífera. Finaliza esa misiva enumerando los
temas de interés para esa reunión: (1) La relación entre el hipnotista y el sujeto, (2) la
inducción de trance, y (3) la reorientación del trance. (Zeig y Geary, 2000)
En otra carta posterior, y antes que viajen Weakland y Haley, Bateson le expone a
Erickson algunas interrogantes que ha estado reflexionando, y que tienen relación con el
lenguaje analógico y digital. (Zeig y Geary, 2000)
La reunión de Erickson con Haley y Weakland se realizó en el año 1956, y
publicaron posteriormente en 1959 una transcripción de una inducción de trance y sus
comentarios (Erickson, Haley y Weakland, 1959/1980a). En el contexto de un seminario
que Erickson llevaba a cabo en Phoenix, hipnotizó a una sujeto y la sesión fue grabada
para ser escuchada con posterioridad para comentarla; los comentarios también fueron
grabados.
Weakland (1982) afirma que indirectamente Erickson hizo contribuciones
significativas a la teoría de la doble coacción del Grupo de Bateson. Indica que él y Haley
fueron muy influenciados (y también confundidos) por las ideas no ortodoxas de Erickson
respecto a cómo concebir los tratamientos y los problemas. Ellos durante los dos años
que visitaron a Erickson, llevaban a la discusión en el Grupo de Bateson las ideas
desarrolladas con él; las cuales eran examinadas en forma crítica y a veces resistidas.
En los próximos capítulos analizaremos cómo se expresó la influencia de Erickson
en el trabajo de Haley y en el Mental Research Institute (MRI), formado paralelamente al
Grupo de Bateson.
Pero esta historia no finaliza aquí; el joven discípulo de Erickson, Jeffrey Zeig, había
organizado para ser realizado en Diciembre de 1980 el “Congreso Internacional de
Enfoques Ericksonianos en Hipnosis y Psicoterapia”, el cual coincidiría con el aniversario
número 79 del nacimiento de Erickson (Peters, 1982). Sin embargo las dos figuras
principales de ese Congreso fallecieron antes de su apertura: Milton H. Erickson pasó a
mejor vida en Marzo de ese año, y Gregory Bateson, quien actuaría como Presidente,
falleció en Diciembre.
¿Ironía del destino?, ¿o simplemente un fenómeno de sincronicidad en dos
personalidades que influyeron en forma indirecta en la terapia breve que conocemos en
la actualidad
Capítulo 6: La terapia estratégica de Jay Haley
Desde que Haley se reunió con Erickson en Phoenix en 1956, mantuvieron una
relación que duró más de una década. La relación fue fructífera para ambos: Haley
aprendió del modo de hacer psicoterapia de Erickson y éste tuvo en Haley al primer
difusor de su labor como psicoterapeuta.
Haley se mantuvo en el Proyecto de Bateson para el estudio de la comunicación
hasta el término de éste, y se integró tardíamente al Instituto de Investigaciones
Mentales (MRI) que creó Jackson en el año 1959 y que estaba formado por parte del
equipo de Bateson.
En 1967, Haley se trasladó a Filadelfia para trabajar en el desarrollo de la
psicoterapia familiar sistémica con Salvador Minuchin, director de la Philadelphia Child
Guidance Clinic; y luego se mudó a Washington, en cuyo instituto (Family Therapy
Institute) dio forma a su propio enfoque de terapia familiar estratégica.
Haley dedicó un capítulo a la hipnosis en Estrategias de Psicoterapia (1966), en
donde la aborda desde un punto de vista interaccional. En ese volumen expuso su
versión de los conceptos acerca de la comunicación sostenidos en el Proyecto de Bateson
(Haley, 1980b).
Según Haley (1966), el trance hipnótico «resulta sumamente idóneo como modelo
para describir las maniobras de una persona que intenta provocar cambios en otra. Si se
acepta que en la relación hipnótica el individuo puede modificar su percepción, sus
emociones y sus sensaciones somáticas, no hay argumento mayor en pro de la influencia
que una persona puede tener en relación a otra. Las semejanzas entre el proceso de
inducción hipnótica y el de la psicoterapia se hacen aparentes cuando se atiende a la
relación. Una y otra situación se dan habitualmente con pacientes o personas que
solicitaron esta experiencia y ambas consisten esencialmente en una conversación entre
dos individuos, uno de los cuales intenta provocar cambios en el otro.» (p. 25)
Haley (1966) propone el siguiente análisis de la situación hipnótica: El hipnotizador
sugiere ideas a las que responde el sujeto y le persuade para que siga voluntariamente
sus sugestiones y se concentre en ellas. Una vez que se ha conseguido esto le ordena
respuestas involuntarias. «El progreso de la interacción hipnótica define progresivamente
la relación como una en la que el hipnotizador controla o inicia lo que sucede, en tanto
que el sujeto cada vez va respondiendo más y teniendo menos iniciativa.» (p 32)
Desde el punto de vista interaccional, la relación entre el hipnotista y su sujeto es
de tipo complementario (Haley, 1966). Es decir, «el hipnotizador sugiere y el sujeto
obedece las sugestiones de aquél, de modo que la conducta comunicativa es una
maniobra para definir la relación como complementaria, en tanto la obediencia del sujeto
supone la aceptación de tal definición.» (Haley, 1966, p. 33)
Haley distingue las siguientes características en la relación hipnótica:
a) Dos personas intercambian mensajes, y el hipnotizador le indica al sujeto cómo
tiene que actuar.
b) Cuando el hipnotizador sugiere comportamientos al sujeto, está definiendo la
relación como complementaria. El sujeto puede aceptar la definición de la
relación, comportándose del modo indicado. Sin embargo, el sujeto puede
responder no haciendo lo indicado, lo cual es una contramaniobra para definir la
relación como simétrica. El hipnotizador responde a su vez con maniobras para
estimular o forzar la relación complementaria, o acepta la relación simétrica
controlándola desde una posición metacomplementaria.
c) Cuando el sujeto acepta de buen grado o no la relación complementaria, tiende
a aceptar las definiciones de realidad del hipnotizador por sobre cualquier otro
estímulo del entorno.
Una característica que define a una relación como hipnótica es que la experiencia
sea definida como involuntaria por el sujeto. Desde el punto de vista pragmático, para
Haley (1966), «la finalidad de la inducción hipnótica es, desde el punto de vista de la
conducta, persuadir al sujeto para que niegue de lleno y completamente que es él quien
está realizando la actividad sugerida. Esto es, el hipnotizador impulsa al sujeto a que
califique su conducta con mensajes congruentes entre si y que, en su totalidad, nieguen
que está haciendo lo que hace. Cuando el sujeto se comporta de esta forma, el
observador dice que aquél está experimentando un fenómeno involuntario.» (p. 36)
Asimismo, en toda inducción de trance está implícita la paradoja, aunque en
algunas circunstancias es más notoria. La paradoja se advierte en aquellos mensajes de
Erickson, por ejemplo, en que se comunicaba a dos niveles con su sujeto, en donde se
entregaban instrucciones incongruentes que correspondían a dos niveles de mensaje.
Según Haley, cuando se presentan mensajes incongruentes al sujeto, «éste sólo puede
responder satisfactoriamente con mensajes incongruentes. La peculiar conducta del
sujeto hipnotizado muestra una reciprocidad hacia las peticiones del hipnotizador.»
(1966, p. 43)
En ese volumen Haley afirma que en el estudio de la hipnosis se ha colocado
erróneamente el foco sobre el individuo, con el objetivo de clasificarlos como “buenos” o
“malos” sujetos “hipnóticos”. «Los intentos de hallar una correlación entre tipos de
personalidad y susceptibilidad a la hipnosis han fracasado repetidamente, a pesar del uso
de gran número de pruebas proyectivas y de actitud. Este fracaso es comprensible si se
tiene en cuenta que la conducta hipnótica es un conjunto de respuestas en el marco de
una relación y no un aspecto del carácter de la persona. La única prueba para diferenciar
los buenos sujetos de hipnosis de los malos sería la que midiera la conducta en una
respuesta de relación. Las pruebas de sugestión despierta, o de sugestibilidad, se
aproximan a este tipo de medida. Sin embargo, estas pruebas se aplican a menudo sin la
menor conciencia que son en todo iguales a una inducción hipnótica.» (Haley, 1966, p.
47)
La utilidad clínica de la hipnosis, según Haley (1966, p. 48-49), es la siguiente:
«(a) Describir a la hipnosis en términos de táctica para definir la relación y manejar la resistencia de
los sujetos que replican con definiciones propias; y (b) Describir a los pacientes como personas que usan la
conducta sintomática para obtener ventajas en una relación interpersonal y resistirse a la definición de los
demás. De ambos puntos se desprende que el uso efectivo de la hipnosis se centra principalmente en tratar
la conducta sintomática del mismo modo que se trata la conducta resistente.»
«1. El objetivo principal de la terapia es hacer que la gente se comporte de manera diferente, para
que tenga así experiencias subjetivas diferentes. Las directivas son un medio de provocar esos cambios.
2. Se las emplea para intensificar la relación entre los clientes y terapeuta: al decirles a aquellos qué
deben hacer, el terapeuta entra a participar en la acción y adquiere importancia, porque el individuo debe
hacer o no hacer lo que él le dice. Si deben hacer algo durante la semana, el terapeuta permanece ligado a
sus vidas durante todo es lapso, pues piensan qué pasará si no cumplen la tarea, si la cumplen a medias, si la
alteran para ejecutarla a su modo, etc.; en la próxima entrevista el terapeuta habrá adquirido más
importancia para ellos de la que habría tenido si no les hubiese dado una directiva.
3. Se usan para obtener información. La manera en que reacciona la gente al recibir una directiva es
esclarecedora respecto a ellos mismo y a cómo responderán a los cambios deseados. Ya cumplan con la tarea
impuesta, no la cumplan, olviden cumplirla o lo intenten infructuosamente, el terapeuta tendrá información
que de otro modo no poseería.»
Haley (1980b) distingue dos tipos de directivas: (1) «decirle a la gente qué debe
hacer con el propósito que lo cumplan» [ya sea «(a) ordenarle a alguien que deje de
hacer algo, (b) pedirle que haga algo diferente], y (2) decírselo con el propósito que no lo
cumplan, o sea, que cambien por la vía de la rebelión [tarea paradójica] » (p. 51, énfasis
en el original).
«[…] Es esencial saber impartir directivas de manera tal que sean ejecutadas; es una desgracia que
la mayoría de los cursos no incluyan la enseñanza de esta técnica. En buena medida debemos aprenderlas
por nuestra cuenta, a menos que encontremos un eximio terapeuta como Milton H. Erickson y podamos
recibir de él alguna enseñanza.» (Haley, 1980, p. 48) (Énfasis añadido)
El terapeuta necesitará motivar a la familia para que lleve a cabo las directivas.
«Las recomendaciones de Haley para el diseño de directivas siguen los consejos de
Milton H. Erickson. En resumen, ya que diseñar directivas para emplear las modalidades
en que la familia se refiere a su propia situación, lo mismo que cualquier otro recurso que
sus miembros puedan ofrecer […] el envoltorio de las directivas [puede] consistir en
metáforas, frases, ideas o tareas que brotan del paradigma de comunicación de la misma
familia [utilización terapéutica]» (Keeney y Ross, 1987, p. 142-143).
Haley se refiere a esta cuestión crucial del siguiente modo:
«[…] Cuando un terapeuta desea motivar a los miembros de una familia a que realicen una tarea,
tiene que convencerlos de que por su intermedio alcanzarán los objetivos individuales, recíprocos y familiares
que ellos desean. El modo en que lo haga dependerá de la naturaleza de la tarea, de la naturaleza de la
familia y del tipo de relación establecida con ésta; no obstante, podemos referirnos a los métodos generales
de motivación que se aplican a las personas.
En el enfoque directo, lo común es que el terapeuta les diga a los integrantes de la familia que
conoce y comparte su deseo de resolver el problema que los aqueja. Una vez convenido el objetivo, se ofrece
la tarea como un medio de alcanzar el fin deseado a través de la terapia.
Cuando hay discrepancias entre los miembros de una familia sobre los propósitos que se persiguen,
se hace a veces necesario hallar el modo de que la tarea le reporte alguna ganancia a cada uno de ellos.
[…] En el enfoque directo el terapeuta se funda en lo que ha aprendido sobre sus clientes en el
transcurso de la sesión, utilizando lo que parezca más obvio y evidente como base de su labor persuasiva.
Veamos ahora el enfoque indirecto, que puede emplearse cuando se prevé que la familia no
cooperará fácilmente en la tarea [énfasis añadido]. A menudo puede utilizárselo como primer paso,
adoptando luego una forma más directa. Consiste en hacer que los miembros de la familia hablen de sus
dificultades de manera tal que estén prontos a escuchar a quien puede sugerir qué deben hacer. Por ejemplo,
se les pide que hablen de todos sus intentos fallidos de resolver el problema, con lo cual se obtiene
información sobre los métodos probados y se evita pedirles que hagan algo que ya han intentado
infructuosamente. Otra ventaja importante es que en esta clase de conversación el terapeuta tiene
oportunidad de subrayar los fracasos anteriores; a medida que van enumerándolos, puede hacer hincapié en
su ineficiencia acotando: “Y eso también falló”, con lo cual advertirán finalmente que todo cuanto ellos
intentaron fracasó y habrá más probabilidades de que escuchen el ofrecimiento del terapeuta.
Otra manera similar de encarar la motivación consiste en alentar a los miembros de la familia a que
expliquen cuán desesperada es su situación, pudiendo convenir con ellos en que en verdad es bastante mala,
en vez de tranquilizarlos diciéndoles que no es para tanto; si se la pinta con tintes lo suficientemente negros,
escucharán al terapeuta y harán la tarea que se les ofrece. De este modo, el acentuar la angustia que ellos
sienten, el terapeuta la usa como una motivación, y hasta puede proyectar su situación hacia el futuro
haciéndoles conversar sobre los desastres que les aguardan si no toman alguna medida.
Pero también puede encararse la cuestión de una manera opuesta, si los integrantes de la familia
están comentando cómo mejoraron las cosas: se les da la razón, conviniendo en sus apreciaciones, y luego
se les pide que realicen la tarea pues ella les ayudará a progresar aun más; así, lo que ofrece el terapeuta
aparece como una pequeña adición para ayudarlos a continuar con su proceso de mejoría.
Puede motivárseles a hacer una tarea en el hogar iniciándolos en la ejecución de pequeños trabajos
en la entrevista.
[…] El terapeuta debe adecuar la tarea a las personas [énfasis añadido]. Mientras entrevista a una
familia reparará en qué clase de gente la integra, y así podrá amoldar la tarea a su manera de ser. Si hacen
hincapié en que las cosas deben hacerse en forma lógica y ordenada, se les ofrecerá una tarea lógica y
ordenada, porque será más probable que la cumplan. Si constituyen un hogar descuidado y desorganizado, la
tarea deberá ajustarse a ese marco. Si les preocupa el dinero, se recalcará la gratuidad de la tarea.
Otro punto importante es el modo en que se describe la magnitud de la tarea. Ante ciertas familias y
tareas podemos optar por empequeñecer a éstas; cuando la familia se muestra renuente a realizar la tarea, a
veces lo mejor es definir a ésta como un pequeño favor que se les pide. Si disfrutan de la crisis o tienen
propensión a dramatizar las cosas, puede decírseles que se les está solicitando algo importantísimo. En
suma, a algunas familias les parecerá que una tarea grande es demasiado para ellas, en tanto que otras
despreciarán una tarea pequeña; deben satisfacerse los requerimientos en ambos tipos de gente [énfasis
añadido].» (Haley, 1980b. p. 53-55)
«[Las] tareas pueden parecerles paradójicas a los clientes, porque habiéndoles dicho que desea
ayudárselos a cambiar, al mismo tiempo se les está pidiendo que no cambien.
Hasta cierto punto, todas las familias que se hallan en una situación estable son reacias al cambio,
pero si se encuentran en un estado crítico e inestable que tiene a todos trastornados suelen seguir
dócilmente las directivas, porque están tratando de estabilizarse. Lo que ocurre en el primer caso es que al
pedirles que cambien, el terapeuta los está invitando a la inestabilidad y la novedad, situaciones contra las
que pueden reaccionar. Sin embargo, todos los que vienen en busca de ayuda lo hacen impulsados por su
inestabilidad…
[…] Por lo común, una familia que se ha estabilizado en torno al hecho de que uno de sus miembros
constituye el problema. Al tener a modificar la situación de la persona problema el terapeuta también tiende
a desestabilizar a la familia, por lo que encontrará resistencia de variable intensidad. Las tareas paradójicas
tienen por fin abordar esta dificultad.
[…] El enfoque paradójico presenta siempre dos mensajes, transmitidos a niveles diferentes,
“Cambien”, y dentro del marco del mensaje, “No cambien”.» (Haley, 1980b, p. 64-65)
«Primera: Como en toda terapia directiva, antes que nada hay que establecer una relación que se
define como tendiente a provocar el cambio. Esta definición suele estar implícita en el encuadre de la
situación cuando alguien solicita una terapia, pero puede hacerse hincapié en ella.
Segunda: Definir claramente el problema. […]
Tercera: Fijar los objetivos con claridad. […]
Cuarta: Ofrecer un plan. Conviene dar una explicación lógica que haga razonable una directiva
paradójica, aunque también podemos limitarnos a impartir la directiva dejando que el plan permanezca
implícito. […]
Quinta: Descalificar diplomáticamente a quien es tenido por “autoridad en la materia”. […]
Sexta: Impartir la directiva paradójica. […]
Séptima: Observar la reacción y seguir alentando el comportamiento usual. […]
Octava: A medida que continúa el cambio, el terapeuta deberá evitar que se le acredite cómo un
logro de él, dado que ello significaría aceptar que las recaídas están en relación con el terapeuta. Si bien este
puede desear “compartir” su obra con el cliente y explicarle qué está haciendo en realidad, corre el riesgo de
que su necesidad de aliento provoque un retroceso. Una forma de evitar todo mérito propio es mostrarse
perplejo ante una mejoría.» (Haley, 1980b, p. 69-71)
(1) Definición clara del problema: Es necesario una definición precisa del problema, puesto que la terapia
seguirá siempre a la presentación del síntoma. Haley ejemplifica esto cuando se tratan trastornos de
angustia, en donde es imprescindible que el consultante diferencie la angustia normal de aquella de la cual
quiere liberarse.
(2) La persona debe comprometerse a superar el problema: Puesto que esta es una terapia drástica que
el consultante realiza fuera de la consulta, es necesario contar con su compromiso de llevarla a cabo.
Una forma de lograr este compromiso es imitar a Erickson cuando entregaba este tipo de intervenciones:
Indicar al paciente que hay una cura de eficacia garantizada, pero no se le explica en qué consiste, hasta que
no haya accedido por anticipado someterse a ella. Puede decírsele al cliente que lo piense durante la semana
y que regresen a terapia si está dispuesto a hacer lo que se le pida, sea lo que fuere. Esto intriga al paciente,
y deberá aceptar llevar a cabo la terapia si quiere averiguar qué es.
En un ejemplo clínico de Erickson (Erickson y Rossi, 1979), Erickson le dice al paciente que tiene una cura
garantizada que lo podrá ayudar, pero que es difícil y no sabe si él es el paciente adecuado para asignarle la
terapia. Repite esto varias veces, mientras le habla de otras cosas, de modo que el paciente casi lo obliga a
administrarle el tratamiento (puesto que él es adecuado para esa terapia).
(3) Selección de la ordalía: El terapeuta es quien selecciona la tarea, con colaboración del paciente. Debe
poseer las siguientes características:
(a) debe ser lo bastante severa como para superar el síntoma;
(b) su cumplimiento beneficiará al paciente (puesto que no es un castigo);
(c) será algo que pueda hacer y que le parezca aceptable;
(d) deberá ser una acción clara, sin ambigüedades; y
(e) tendrá un principio y un fin claramente establecidos.
(4) La directiva deberá impartirse acompañada de una explicación lógica: Hay que dejar en claro que la
tarea debe llevarse a cabo cuando se presente la conducta sintomática y dentro de un horario fijo. Es
conveniente dar una explicación lógica que la haga parecer razonable; Haley sugiere que, por lo general,
debe ser una variación sobre el tema que si el cliente hace algo que le resulte más difícil de soportar que el
síntoma, éste desaparecerá.
Haley recomienda que con aquellos pacientes muy intelectuales es mejor entregarla sin ninguna
explicación, para evitar que el paciente pueda encontrar argumentos para afirmar o negar cualquier
explicación lógica, y por lo tanto poner en duda la eficacia de la tarea.
Si la ordalía es algo complicada, o el paciente tiene dudas de cómo llevarla a cabo, se entregará por
escrito.
(5) La ordalía continúa hasta que se resuelve el problema: El paciente tiene que cumplir la tarea con
exactitud, cada vez que deba hacerlo, y hasta que el problema desaparezca.
2
Es decir, la terapia es efectuada mientras el paciente se encuentra experimentando trance hipnótico.
3
Un proceso de acción conjunta contra un tercero (Keeney y Ross, 1987, p. 138)
4
Inusual para los años 1960-1980 y para aquellos terapeutas actuales adscritos a los enfoques de terapia
“tradicionales.” Haley, con sus publicaciones, ha posibilitado que esos métodos para abordar la terapia sean
usuales en el consultorio del terapeuta estratégico.
«Queríamos entrar en la cabeza de ese hombre [Jackson] y saber qué pensaba, de dónde sacaba sus
indicaciones. Pero él respondía cosas como: “Es evidente, basta con escuchar la risa de la madre.” Lo que
parecía ser también el caso de Erickson, quien explicaba sus intervenciones con unas formulaciones
analíticas muy complicadas que no querían decir nada. Así pues comenzamos un proyecto en el que
imitábamos a Jackson y a Erickson para ver cómo funcionaba el tratamiento…» (Wittezaele y García, 1994, p.
255)
La pragmática de la comunicación
«[…] yo diría que él tenía una actitud muy ambivalente en lo que concierne al reconocimiento social.
Todavía lo escucho diciéndome en 1960 que lamentaba no ser más conocido, pero, al mismo tiempo, se las
ingeniaba para publicar siempre en revistas casi confidenciales, ignoradas por el gran público. Por un lado se
quejaba de no ser suficientemente conocido y por otro hacía todo para esconderse y hacerse invisible. Su
extrema discreción nos ha planteado más de un pequeño problema: cuando mis coautores y yo publicamos
Pragmatics of Human Communication, un libro donde intentábamos sintetizar y sistematizar un poco las
ideas de los dos grupos, Bateson estaba al principio muy feliz porque nosotros le dedicábamos esa obra, y lo
presentábamos como amigo y mentor; sin embargo, luego de publicado el libro, nos reprochó el haber
entregado al público una vulgarización prematura de sus ideas. Estos reproches me resultaron muy penosos,
porque yo le había hecho llegar a Hawai el manuscrito y me lo había devuelto con comentarios muy
elogiosos: me había escrito que nuestro texto reflejaba muy fielmente su pensamiento, especialmente el
capítulo sobre la paradoja, que según él era la mejor exposición sobre el tema que había leído hasta el
momento. Esto no le impidió un año más tarde cuando le mandé un ejemplar del libro publicado,
reprocharme muy enfáticamente que era una vulgaridad prematura de sus ideas. Cuando se lo hice notar:
“Pero Gregory, acuérdate de que en tu carta decías que nuestro libro…” él me respondió simplemente: “¡Esa
era mi manera de pensar el año pasado!”» (Watzlawick, 1991, p. 42-43
Wittezaele y García (1994) hubieran discrepado con Bateson si hubiesen podido
entrevistarlo,
«La obra no es una simple vulgarización de los trabajos de Bateson. Los autores van más lejos y,
partiendo de la teoría de la doble coacción, describen la utilización terapéutica de las paradojas pragmáticas
de la comunicación. Aunque estas técnicas terapéuticas ya han sido utilizadas por otros (Erickson, Sullivan,
Frankl…) ellos consiguen dar una explicación interaccional de las mismas en concordancia completa con sus
premisas teóricas. Consiguen pues relacionar la teoría con la práctica y, en esto, puede considerarse que la
obra es realmente un jalón capital para la revolución posterior de la terapia sistémica.» (Wittezaele y García,
1994, p. 253)
«[…] En 1966, uno de nosotros, Richard Fisch, propuso crear lo que, a falta de un nombre más
adecuado designamos como centro de psicoterapia breve del Instituto de Investigaciones Mentales de Palo
Alto. Bajo su dirección comenzamos a investigar los fenómenos correspondientes al cambio humano y, al
hacerlo así, descubrimos muy pronto que ello exigía de nosotros la adopción de nuevos puntos de vista
acerca de cuanto hasta entonces habíamos creído, aprendido y practicado.
Otro elemento unificador estuvo representado por el hecho de que, desde un principio, hablamos un
mismo “lenguaje”. Como investigadores asociados al Instituto de Investigaciones Mentales, todos nosotros
contábamos con varios años de experiencia en la investigación de la intercomunicación humana y en
psicoterapia interaccional (es decir: referida a la pareja y a la familia), tal como ha sido desarrollada por el
Grupo de Palo Alto, bajo la dirección teórica de Gregory Bateson y la dirección clínica de Don D. Jackson. Nos
hallamos así acostumbrados a considerar el proceso más bien que el contenido, y el “ahora y aquí” más bien
que el pasado. No fue quizá menos importante el hecho de que todos nosotros teníamos una preparación y
una experiencia en hipnosis, lo cual no sólo nos hacía sentirnos a gusto en las intervenciones directas, sino
que nos puso también en contacto con las innovadoras técnicas de Milton H. Erickson, a quien todos nosotros
estamos profundamente agradecidos.
Desde el comienzo tuvimos la creencia que aunando nuestros conocimientos seríamos capaces de
operacionalizar los intrigantes fenómenos de cambio mencionados anteriormente y de encontrar así nuevas
vías para intervenir de un modo eficaz en las situaciones humanas problemáticas.» (Watzlawick, Weakland y
Fisch, 1976, p. 14-15).
«Habría preferido decir mucho más acerca de este libro de lo que aquí puedo decir. Por desgracia, mi
mala salud me lo impide, pero no será obstáculo para decir lo esencial.
Multitud de libros y de teorías se han ocupado del modo de cambiar a las gentes, pero, en último
término, son los autores de la presente obra los que han considerado seriamente el tema representado por el
cambio en si mismo, en el sentido de cómo ello tiene lugar espontáneamente y cómo puede ser
promocionado. Yo he intentado comprender esto mismo en mi propia obra y describirlos en mis escritos. […]
He considerado mucho de lo que he realizado como una forma de acelerar las corrientes que impulsan al
cambio y que maduran ya en la intimidad de la persona y de la familia, pero se trata de corrientes que
precisan de lo “inesperado”, lo “ilógico” y lo “súbito” para desembocar en un resultado tangible.
De este fenómeno representado por el cambio se ocupa el presente libro, de la naturaleza auténtica y
de las modalidades de cambio —aspectos que durante tanto tiempo no han sido tenidos en cuenta en la
formulación de teorías acerca de cómo cambiar a las personas.
[…] Me complace que mi propia obra haya contribuido a las ideas representadas en este libro y me
alegro haber tenido la oportunidad de hacer este pequeño comentario acerca del mismo.» (Watzlawick,
Weakland y Fisch, 1976, p, 9-10)
Según Keeney y Ross (1987), el enfoque del Centro de Terapia Breve del MRI es
uno de los abordajes más eficaces de solución de problemas que se hayan conocido
hasta esa época. «[…] la meta de la terapia no consiste en modificar la conducta
problema ni la conducta solución; la meta es alterar la pauta de interacción […] lo que se
tiene que abordar es la relación recursiva entre problemas y soluciones intentadas. Esta
relación recursiva es una pauta de interacción.» (Keeney y Ross, 1987, p. 98-99)
El tratamiento del Centro de Terapia Breve del MRI (Weakland, Fisch, Watzlawick y
Bodin, 1974) se compone de seis fases, a saber: (1) Introducción al encuadre del
tratamiento; (2) Interrogatorio y definición del problema; (3) Estimación del
comportamiento que mantiene el problema, (4) Diseño de metas de tratamiento; (5)
Selección y ejecución de intervenciones conductuales; y (6) Finalización.
La intervenciones del MRI que son un refinamiento de las estrategias terapéuticas
de Erickson (Haley, 1980a, 1980b) pueden dividirse en dos grandes grupos: aquellas
destinadas a modificar el “encuadre” del problema (reestructuración o reencuadre
[Watzlawick, Weakland y Fisch, 1976]) y las estrategias dirigidas a cambios en el
comportamiento (alteración de las pautas rígidas de las soluciones intentadas que
mantienen el problema), las cuales toman la forma de tareas para realizar entre sesiones
y que caen en la categoría de las intervenciones paradojales.
También se utilizan instrucciones paradojales para manejar el cambio y evitar las
recaídas.
En la fase del diseño de las intervenciones, proponer tomar en consideración la
motivación y características idiosincrásicas de los clientes para la prescripción de tareas
(utilización ericksoniana).
En el año 1982, Fisch, Weakland y Segal publican The Tactics of Change (Las
tácticas del cambio, 1984); volumen que está dedicado a Milton H. Erickson. En el
Prefacio a esa obra indican que ella es un complemento de Cambio. Por lo tanto, es un
texto mucho más explícito en los aspectos técnicos, ejemplificados a través de análisis de
casos. Dan especial énfasis a las “maniobras del terapeuta”, puesto que su enfoque es
estratégico. Asimismo, dedican un capítulo a “la postura del paciente”, en el cual
destacan que la influencia terapéutica para el alcance de metas debe adecuarse al estilo
de respuesta del cliente; de modo que éste esté dispuesto a llevar a cabo las
prescripciones.
Tendrá que transcurrir casi una década desde la publicación de Tácticas del
cambio, para que Watzlawick y Nardone describan en forma explícita en L’ arte del
cambiamento (El arte del cambio) (Nardone y Watzlawick, 1992), cómo se lleva a cabo la
“hipnoterapia sin trance” a la cual ha hecho referencia en forma insistente Watzlawick.
Nardone y Watzlawick se refieren en los siguientes términos a la “hipnoterapia sin
trance”:
«[…] ante unos padres extremadamente hiperprotectores, que con sus cuidados familiares
castradores no han hecho más que llevar al hijo a la inseguridad y a la fragilidad psicológica, la
maniobra del terapeuta ha de consistir en felicitarles y darles satisfacción por los grandes
esfuerzos que han hecho al ocuparse de un hijo tan problemático y por los grandes sacrificios
vividos para protegerlo de tantos posibles peligros que ofrece el mundo. “Y así como hasta
ahora lo habéis hecho, de ahora en adelante lo haréis todavía mejor y tengo la certeza de que
sabréis hallar la manera de que él asuma ahora su responsabilidad.” Y aquí el terapeuta
prescribirá acciones y comportamientos claramente contrarios a la conducta precedente de los
padres.
[…] En este ejemplo, el procedimiento terapéutico mezcla tres técnicas diversas: la evitación de
las formas negativas, la reestructuración y la prescripción. Por lo común, esta maniobra
produce participación y colaboración orientadas al cambio, aun en sujetos sumamente
desconfiados o entumecidos en sus posiciones, y sobre todo no provoca reacciones negativas
provenientes de la culpabilización del paciente con relación a sus propias acciones.» (p. 94-95)
(MPL) Recuerdo lo difícil que fue para mí comenzar a comprender los conceptos vertidos en esa obra cuando tuve la suerte
de estudiarla en el último año de mi formación universitaria como psicólogo en 1981. Hasta esa fecha mi formación estaba
sólo encuadrada en la psicología experimental de tradición skinneriana y las metodologías de estudio de las “ciencias
duras”, y mis aproximaciones a la psicoterapia correspondían a la terapia humanista de Rogers y Perls, y algo de terapia
conductual.
Sin embargo, veinte años después, después de casi una década de docencia universitaria, aun sigo encontrando que los
alumnos avanzados y los psicólogos jóvenes no logran conectar esas ideas del MRI que han estudiado en la asignatura de
“Comunicación” con la psicoterapia.
En “Brief Therapy: Problem Resolution Focused” (Weakland, Fisch, Watzalwick and Bodin, 1974) indican en una nota a pie
de página: «El trabajo de Jay Haley ha sido valioso al hacer más explícito los principios y prácticas de Erickson, así como
también el suministro de ideas del propio trabajo de Haley en terapia familiar y tratamiento breve.»
Se sugiere revisar el volumen de Keeney y Ross (1987) para una lectura cibernética del enfoque del Centro de Terapia
Breve del MRI.
El volumen de Cade y O’Hanlon (1995) es una excelente sistematización de estrategias terapéuticas en terapia breve.
“Inyungir” = Prevenir, mandar, imponer. (Diccionario de la Real Academia Española, Vigésima Primera Edición, 1992)
Juego de palabras intraducible al castellano en el sentido que le está dando Zeig. Desde el punto de vista lingüístico, el
idioma inglés, debido a la abundancia de homófonos (característica que no posee el castellano), se prestó muy
adecuadamente para el lenguaje indirecto de Erickson, en lo que respecto a su uso de juego de palabras y chistes.
La cual fue observada por Weakland y Jackson en su vertiente patológica en la comunicación de familias de
esquizofrénicos. (Watzlawick, 1980)
Es paradojal que en ningún volumen de los discípulos de Erickson se encuentre un análisis estratégico de los métodos de
influencia de ese terapeuta. En general han hecho énfasis a los “procesos del inconscientes”, pasando por alto las
consecuencias pragmáticas de esas “técnicas”.
«[…] se puede decir que toda terapia consiste en operar cambios en aquellas modalidades por cuyo medio las personas
han construido su realidad segundo orden (realidad respecto de la cual están totalmente convencidos que es la única
verdadera).
En la terapia tradicional, se intenta llegar a este resultado mediante el uso del lenguaje indicativo, esto es, el lenguaje de la
descripción, de la explicación, de la confrontación y demás. Este es el lenguaje de la ciencia clásica y de la causalidad
lineal. No obstante, este lenguaje no se presta bien a la descripción de los fenómenos no lineales, sistémicos; y aun se
presta menos a la comunicación de nuevas experiencias y percepciones, para las que el pasado no proporciona posibilidad
de comprensión y que se encuentra más allá de la construcción de la realidad de una persona determinada.
¿Y qué otro lenguaje existe? La respuesta nos la da, por ejemplo, George Spencer Brown en su libro Leyes de la forma, en
el que, casi entre líneas define el concepto de lenguaje imperativo. “[…] En este sentido se puede establecer una
comparación con las ‘artes’ prácticas, como la cocina, en la que el gusto de un dulce, aunque indescifrable en palabras,
puede ser comunicado al lector en forma de un conjunto de instrucciones que se denomina receta […]”
En otras palabras, si logramos motivar a alguien a que emprenda una acción, por si misma siempre posible, pero que
alguien no ha llevado a cabo porque en su realidad de segundo orden no veía ni sentido ni razón en cumplirla, entonces a
través de la misma realización de esta acción experimentará algo que nunca explicación o interpretación alguna habría
podido inducirlo a ver o experimentar. Y con esto hemos llegado a Heinz von Foerster y a su imperativo: Si quieres
aprender, aprende a obrar.
[…] Para quien conozca la labor de Milton Erickson, el concepto de lenguaje imperativo, si ya no es la misma designación,
no representa nada nuevo. En la segunda mitad de su carrera profesional, Erickson utilizó cada vez más, en orden a lograr
un cambio terapéutico, las prescripciones de comportamiento directo al margen de los estados de trance.» (Nardone y
Watzlawick, 1992, p. 25-27)
Bandler y Grinder publicaron en 1975 un volumen acerca del análisis de las pautas
lingüísticas del trabajo hipnótico de Erickson (Patterns of the Hypnotic Techniques of
Milton H. Erickson, M.D.), con el objetivo de crear un mapa de de esas pautas, de modo
que otras personas pudieran aprenderlas y usarlas.
Esos autores usaron la gramática transformacional para estudiar el lenguaje
utilizado por Erickson en la inducción de trance hipnótico, a la vez que analizaron algunas
de sus pautas más generales.
Ellos descubrieron que en las inducciones de trance de Erickson aparecían las
siguientes pautas:
«(1) Acompañar [pacing] y distraer el hemisferio dominante (lenguaje);
(2) Utilización del hemisferio dominante, procesamiento lingüístico que ocurre por
debajo del nivel de percatarse consciente;
(3) Acceso del hemisferio no dominante.» (Bandler y Grinder, 1975, p. 13)
Otras pautas utilizadas también por Erickson eran los mandatos entrelazados
[imbedded]; que son formas lingüísticas para construir un potencial de respuesta en el
cliente al utilizar los procesos del hemisferio dominante (Bandler y Grinder, 1975). Esos
autores describieron dos tipos de mandatos enclavados:
a) Las preguntas entrelazadas: que sirven al propósito de construir un
potencial de respuesta al proponerle preguntas al cliente sin permitirle
una respuesta abierta. «A menudo son presuposiciones de otros mandatos
y sirven para distraer al hemisferio dominante al tener que usarse el
diálogo interno para responder a la pregunta, o intentar responder a las
preguntas, o incluso imaginarse cual debiera ser la respuesta a las
preguntas, o incluso, más aun, si pudiera responderse a las preguntas,
aunque una pregunta no puede ser respondida realmente.» (Bandler y
Grinder, 1975, p. 171)
Algunos ejemplos:
Me pregunto si usted sabe cuál mano se elevará primero
[I wonder whether you know which hand will rise first]
Otro tipo de mandato enclavado, son los mandatos entrelazados indirectos, que
obviamente son menos resistidos.
El significado es muy difícil de comprender; qué significa cuando alguien dice,
no se mueva o no hable. Qué quieren decir cuando dicen, cierre sus ojos
AHORA. Qué quieren decir cuando dice, Cuente hacia atrás en silencio, de 20 a
1.
[Meaning is so difficult to understand; what does it mean when someone says,
don’t move or don’t talk. What do they mean when they say, shut your eyes
NOW. What do they mean when they say, Count backwards silently from 20 to
1.] (Bandler y Grinder, 1975, p. 174)
Algunas de las técnicas terapéuticas descritas por ellos, y que forman la base de la
Programación Neurolingüística, también están basadas en elementos del trabajo de
Erickson con hipnotismo. Sin embargo, este trabajo pionero de los creadores de la
Programación Neurolingüística abarca una porción mínima del enfoque de Erickson, y es
evidente que no basta solamente con aprender a inducir trance hipnótico para efectuar
psicoterapia, éste es un recurso que debe tener un propósito.
Los acercamientos “hipnóticos” analizados por Grinder y Bandler dejan fuera
aquellos acercamientos de utilización más sofisticados de Erickson cuyo propósito era
convertir la “resistencia” en cooperación, y que no solamente se aplican en la “inducción
de trance” sino que en el diseño de todo el proceso de psicoterapia. El análisis de las
pautas lingüísticas de Erickson efectuadas por estos investigadores es un análisis de tipo
molecular que sirve para desentrañar parte de los “secretos” básicos de Erickson; pero
cuya aplicación aislada difícilmente podría servir para la construcción de una “terapia
ericksoniana” que busca la modificación de las pautas que mantienen el problema
presentado.
Respecto a lo que ocurrió con este trabajo inicial de Grinder y Bandler, Miller,
Duncan y Hubble (1999) han escrito lo siguiente:
«[…] considérese lo que sucedió con la conceptualización revolucionaria del trabajo de Milton
Erickson realizada por Richard Bandler y John Grinder. Rápidamente fue vista como un producto terminado,
esta visión pionera fue transformada en una estrtuctura monolítica de procedimientos rígidos, extensos
entrenamientos, y un proceso de certificación que en muchas formas era la antítesis del estilo fluido de
Erickson. Como sucedió en el movimiento de la Programación Neurolingüística (PNL), ¡la estructura se igualó
a y realmente reemplaza a la idea revolucionaria que comenzó todo el proceso por primera vez! Cuando esto
sucede, el paradigma se ha convertido en ortodoxia.» (p. 74)
Notas:
Desde el punto de vista de las Microdinámicas de la Inducción de trance y la sugestión terapéutica descritas por Erickson,
Rossi y Rossi (1976), las maniobras descritas por Bandler y Grinder tienen como objetivo la fijación de la atención del
cliente.
Algunas estas preguntas están construidas de tal modo, que se solicita una respuesta consciente para un fenómeno que
solamente puede ser inconsciente. Por ejemplo, “¿cuál dedo se elevará por si mismo para indicar que usted ya está
preparado para entrar en trance?” Lo cual confunde enormemente al oyente; de modo que si se mueve un dedo por si sólo,
los esquemas conscientes estarán tan debilitados, que con probabilidad seguirá cualquier indicación del terapeuta.
(Erickson y Rossi, 1979)
Capítulo 9: El Enfoque Orientado a la Solución de Milwaukee
y Erickson
Así como los miembros del Centro de Terapia Breve del MRI distinguen
“dificultades” y “problemas”, De Shazer y sus colaboradores (1986) distinguen entre
“dificultades”, “quejas” y “soluciones”:
«Dificultades son una maldita cosa después de otra en la vida cotidiana, que los clientes
frecuentemente llaman “problemas”. Estas incluyen, pero no están limitadas a eso, tales cosas como el auto
no arranca, un jarro no abre, un marido y su esposa discutiendo ahora y entonces, y un niño mojando la
cama.
Quejas consisten en una dificultad y en intentos infructuosos que se hacen recurrentes por superar
esa dificultad, y/o una dificultad más la percepción de parte del cliente que la situación está estática y nada
está cambiando; esto es, una maldita cosa después de otra se convierte en la misma maldita cosa una y otra
vez.
Soluciones son los cambios perceptuales o conductuales que el terapeuta y el cliente construyen para
alterar la dificultad, la forma ineficaz de superar la dificultad, y/o son la construcción de una manera de ver
alternativa aceptable que habilita al cliente para experimentar la situación de queja de manera diferente.
Algunas soluciones se desarrollan a través de la resolución de un problema (esto es, la queja del cliente más
la visión del terapeuta de la queja, la que incluye soluciones potenciales) construido; otras soluciones se
desarrollan a través de la construcción de futuros alternativos que no incluyen la queja.»
D. Sin embargo, ¿qué ocurre en aquellos casos en los cuales el cliente no puede
encontrar excepciones a su problema? El grupo de Milwaukee sugiere usar
entonces la “Pregunta Milagro”; esta pregunta se ha estructurado de la
siguiente forma: «Ahora, quiero hacerle una pregunta extraña. Suponga que
mientras está durmiendo en la noche y toda la casa está en silencio, ocurre
un milagro. El milagro es que el problema que lo trajo hasta aquí está
resuelto. Sin embargo, porque usted está durmiendo, usted no sabe que ha
ocurrido el milagro. De modo que cuando despierte por la mañana, ¿qué será
diferente que le dirá que ha ocurrido un milagro y el problema que la trajo
hasta aquí está resuelto?» (DeJong y Berg, 1998, p. 77-78)
El grupo de Milwaukee llegó a esta estrategia por casualidad. «Un día [Insoo Berg]
estaba entrevistando a una mujer que parecía abrumada por el peso del mundo:
Su hija estaba fuera de control; la estaban llamando desde la escuela por el
comportamiento descontrolado de ella; y su esposo había estado bebiendo mucho,
por lo cual perecía que iba a perder el trabajo, y la familia, su sustento. La mujer
estaba desalentada y hablaba como si no pudiera enfrentar otro día. Como era
habitual, Insoo preguntó a la mujer: “¿Qué supone que necesita que suceda para
que usted pudiera decir que el tiempo que ha estado aquí conmigo ha sido útil?”
La mujer suspiró profundamente y dijo: “No estoy segura; tengo muchos
problemas. Quizá solamente un milagro podría ayudar, pero supongo que es
esperar demasiado.” Insoo tomó las palabras y las ideas de la cliente y preguntó:
“Bien, suponga que ocurrió un milagro y el problema que la trajo aquí está
resuelto. ¿Qué sería diferente en su vida”. Para el asombro de Insoo, esta mujer,
que parecía tan abrumada e incapaz de seguir adelante, comenzó a describir una
visión de una vida diferente. Dijo que su esposo “sería más responsable,
conservando el trabajo y manejando mejor el dinero.” Dijo que su hija “seguiría las
reglas en la escuela y en la casa, haciendo sus deberes sin reclamar.” Y, lo mejor
de todo, dijo que ella sería diferente, “Tendré más energía, sonreiré más, tendré
más calma con los niños y –en lugar de irritarme– les hablaré en un tono de voz
normal. Podría incluso comenzar a tener conversaciones normales con mi esposo,
como lo hacíamos en los primeros tiempos de casados.» (DeJong y Berg, 1998, p.
76-77)
DeJong y Berg (1998) indican que esta pregunta es útil por, al menos, dos razones:
(1) Como se trata de un milagro, permite que el cliente piense en un rango
ilimitado de posibilidades; y (2) La pregunta focaliza al cliente en el futuro;
llevando el foco desde el problema actual y los problemas del pasado hacia una
vida más satisfactoria.
Como es obvio, no siempre los clientes entregan respuestas a esta pregunta que se
acomodan a las metas bien formuladas, y la tarea del terapeuta continuar
preguntando respecto a esas metas para ayudar al cliente a adaptarlas a si mismo
en forma realista.
Una pregunta muy interesante, cuando las respuestas a la pregunta milagro son
metas bien formuladas es preguntar al cliente si se ha estado cumpliendo en parte
ese milagro en el último tiempo (DeJong y Berg, 1998); es decir, ¡pueden crearse
excepciones!, y de ese modo el cliente puede apreciarse con más recursos
personales.
Al igual como ocurre cuando se encuentran excepciones, se amplifican los
comportamientos resultantes del “milagro” y se pueden prescribir tareas para
realizar entre sesiones.
A nuestro juicio, este enfoque de terapia encarna plenamente los principios que
guiaban el trabajo de Erickson; y que a diferencia de los enfoques “ericksonianos” no
utiliza el hipnotismo formal para conseguir la cooperación de los clientes y la extracción
de recursos al servicio del cambio.
El principio de la utilización terapéutica es llevado a su máxima expresión, puesto
que todo el proceso de la terapia descansa en lo que trae el paciente (motivación, estilo
de cooperación, metas); en donde el cliente es el protagonista de su proceso de cambio y
el terapeuta actúa como un “facilitador” de esos procesos, respetando siempre al cliente.
El modelo de intervención terapéutica desarrollado por Yvonne Dolan para ayudar
a clientes que han padecido abuso sexual u otros traumas, es un ejemplo de cómo
pueden integrarse las estrategias desarrolladas por el Grupo de Milwaukee y las
estrategias hipnoterapéuticas de Erickson (Dolan, 1991, 1998, 1999).
Dolan afirma lo siguiente: «la terapia orientada a la solución puede ser no
solamente apropiada y efectiva, sino que en algunos casos ideal para clientes que,
debido a una severa victimización, sufren de debilitantes síntomas de estrés
postraumático, tales como desórdenes disociativos, pesadilllas, flashbacks y
desesperanza. El proceso de una entrevista orientada a la solución buen ejecutada, como
una función del respeto implícito inherente en el modelo, puede constituir una
experiencia correctiva emocional para las sobrevivientes del abuso, quienes aprenden, a
veces por primera vez, el valor y la confianza en sus propias percepciones.» (Dolan,
1999, p. 88)
En el modelo desarrollado por Dolan (1991,p. xiii) se propone los siguientes
objetivos:
1. Proveer estabilización y alivio a la cliente de los síntomas que provienen o están
relacionados con el trauma del abuso sexual.
2. Alterar los sentimientos asociados con los recuerdos del trauma, de modo que los
recuerdos y/o flasbacks ya no sean más invasivos o dolorosamente resaltantes en la vida
diaria de la cliente.
3. Desarrollar una orientación futura positiva, práctica y saludable, que resulte en pautas no
sintomáticas y, más importantemente, en la vida que la cliente consideraría como una vida
“satisfactoria”.
Dolan ocupa las estrategias del enfoque de Milwaukee y diseña otras valiosas
técnicas orientadas hacia el futuro para ayudar a las clientes a contruir esa vida futura
saludable; y hace uso de la hipnoterapia de utilización para el manejo e interrupción de
los síntomas del estrés postraumático. Asimismo, en todas las fases del tratamiento,
Dolan usa metáforas terapeúticas estratégicas para tratar aquellos asuntos que requieren
un acercamiento más indirecto.
«Como primera parte de un experimento, imagine que usted se ha pasado la última media hora
hablando con el señor A sobre todos los problemas de la vida de esta persona, haciendo particular
hincapié en sus sentimientos de depresión. ¿Cómo se siente usted después de esa media hora?
Cuando les formulé esta pregunta a algunos terapeutas, todos me hablaron de cómo, mientras
escuchaban a las personas describir sus problemas y buscar una explicación, sentían que los "hechos" se
iban sumando unos a otros y que, como resultado de ello el problema se iba haciendo, a los ojos del
terapeuta, cada vez más pesado. Después de cuarenta y cinco minutos el terapeuta comienza a percibir
toda la situación como aplastante, complicada y hasta desesperada.
Si esto es lo que sienten los terapeutas, ¿puede imaginar usted cómo debe sentirse el paciente
después de cuarenta y cinco minutos?
Como una segunda parte de este experimento, imagine que ha pasado usted la última media
hora hablando con el señor B sobre todo lo que ha marchado bien en la vida de esa persona, haciendo
particularmente hincapié en sus sentimientos de éxito. ¿Cómo se siente usted después de esa media
hora?
Cuando les hice esta pregunta a algunos terapeutas, todos ellos me hablaron sobre cómo,
mientras escuchaban a las personas describir sus logros y éxitos, sentían que los "hechos" se sumaban
unos a otros y que, como resultado de ello, la situación se iba haciendo, a los ojos del terapeuta, cada vez
más placentera. Después de cuarenta y cinco minutos, el terapeuta comienza a percibir toda la situación
como notable y estimulante.
Si eso es lo que sienten los terapeutas, ¿puede imaginar usted cómo debe sentirse el paciente
después de cuarenta y cinco minutos?» (de Shazer, 1999, p. 94-95)
Notas:
Es significa que no es necesario tener a todo el grupo familiar reunido en el consultorio; puede practicarse terapia familiar
con un miembro del sistema familiar, pero las soluciones sobre las cuales se está trabajando involucran a todas las pautas
familiares. Recuérdese que al igual que la terapia del Centro de Terapia Familiar del MRI, las intervenciones implicarán la
asignación de tareas para realizar entre sesiones.
Esta es una clara diferencia entre el enfoque de Milwaukee y el enfoque del MRI. Y como podrá suponer el lector, desde un
punto de vista tradicional de la psicoterapia esa afirmación es una “aberración”, puesto que es necesario conocer las
“causas reales” del problema para solucionarlo.
Las “dificultades” son situaciones del diario vivir que simplemente ocurren, y que necesitan ser aceptadas (por ejemplo, la
muerte de un familiar, una crisis económica, etc.) Los “problemas” son circunstancias repetitivas, penosas, que surgen
cuando las personas en lugar de aceptar las dificultades, intentan “resolverlas”.
Las «”tareas de fórmula” o “llaves maestras” […] son intervenciones generales que se prescriben con independencia del
contenido concreto del problema particular que presenten los clientes.» (Ochoa, 1995, p. 113)
Véase el apartado “Orientación temporal en el presente y hacia el futuro” en el Capítulo 4.
Dolan es ciento por ciento estratégica al respecto. Ella propone el uso de estrategias individualizadas para alterar o utilizar
terapéuticamente las pautas sintomáticas disfuncionales de las clientes; es decir, no ofrece rituales para recitarles a estas
clientes.
Y en esto Dolan es una experta. Ya en 1985 había publicado A Path With a Heart. Ericksonian Utilization with Resistant and
Chronic Clients. New York: Norton
Investigaciones realizadas en el año 1992 (Rossi, 1996) que usaron un análisis más
fino para el estudio del desempeño de los sujetos en las escalas de susceptibilidad
hipnótica, encontraron dos clases principales de respuestas hipnóticas:
«(1) Respuestas Fáciles (v.g. ítems ideomotores tales como movimientos no voluntarios de la mano y
la cabeza) que son logrados por un elevado porcentaje de sujetos –incluso por aquellos que son clasificados
como poco hipnotizables; y
(2) Respuestas Difíciles (v.g., alucinaciones, amnesias, sugestiones posthipnóticas) que solamente
son logradas por una proporción mucho más pequeña de sujetos –usualmente clasificados como muy
hipnotizables.» (Rossi, 1996, p. 175) (Énfasis en el original)
Rossi integra esos hallazgos con las dinámicas caos-biológicas del trabajo
hipnoterapéutico, en la siguiente forma:
Denomina “Fase alta de la hipnosis” a aquella fase ultradiana «en la cual es más
probable que los sujetos respondan cronobiológicamente con estrategias complacientes
orientadas activamente hacia el exterior, enfatizadas por los teóricos psicosociales como
el deseo de agradar al terapeuta, y la tendencia a ver a las sugestiones hipnóticas como
algo que se logra activamente con esfuerzo cognitivo […] Esta estrategia para lograr
respuestas adecuadas encaja con la concepción popular y también la científica de un
trabajo activo, de gasto energético, para optimizar el procesamiento de la información
para alcanzar una meta de acuerdo con la exigencias y expectativas del mundo exterior.
Esta estrategia está asociada con el desempeño adecuado de las respuestas
ideodinámicas más fáciles, pero con un bajo puntaje en las escalas de susceptibilidad
hipnótica, que son típicas del estilo de personalidad más apolíneo, con sus actitudes
cognitivamente dirigidas hacia la solución de problemas.» (Rossi, 1996, p. 176)
La “Fase baja de la hipnosis” es la “fase de la facilitación de la curación”. «Esta es
la fase en la cual es más probable que los sujetos respondan cronobiológicamente con
una estrategia más pasiva, disociativa y de absorción, que muchos teóricos de la
neodisociación y los teóricos de [la hipnosis] como un estado especial [de consciencia]
creen que es la esencia real de la hipnosis tradicional, con su foco en la relajación y el
sueño. Aquí se encuentran los sujetos que responden bien a los ítems más difíciles de las
escalas de susceptibilidad hipnótica, tales como las alucinaciones, la amnesia, las
sugestiones posthipnóticas, y que logran un puntaje total mayor. Esos sujetos tienen
tendencias de personalidad dionisíacas, cuyo comportamiento coincide con la concepción
popular de la hipnosis como un estado esencialmente pasivo y receptivo, que responde
con facilidad a las sugestiones tanto en la vida cotidiana como en la hipnosis. Esos
sujetos a menudo perciben su experiencia hipnótica como sin esfuerzo e involuntaria.
Parecen no hacer ningún esfuerzo cognitivo para lograr algo; aparentemente son capaces
de apoyarse en sus respuestas inconscientes naturales para llevar a cabo el trabajo
hipnoterapéutico en un nivel autónomo e involuntario que a veces parece milagrosos a
ellos mismos o a otros.» (Rossi, 1996, p. 176)
Según Rossi (2001), desde un punto de vista ericksoniano, los sujetos muy
susceptibles tienen una elevada “respuesta de disposición a atender” o un foco selectivo
en sus sistemas mentecuerpo que no requieren una activación masiva e indiscriminada
para realizar ciertas tareas. «Erickson fue pionero en el uso de choques psicológicos y
momentos creativos que focalizan la atención en lo que ahora denominaríamos “fase
alta” de la hipnosis.»
Rossi (2001) indica que es necesario realizar más investigaciones para explorar las
relaciones entre los sujetos muy susceptibles y poco susceptibles con el uso de la fase
alta y baja de la hipnosis. Ese autor plantea las siguientes interrogantes:
¿Son los sujetos muy susceptibles más eficientes en iniciar y focalizarse en la
activación (rama simpática o fase alta de la hipnosis), así como también en la relajación
(rama parasimpática o fase baja de la hipnosis) de su sistema neuroendocrino?
¿Cuáles son los méritos relativos de (1) la Escala de Susceptibilidad Hipnótica de
Stanford y de Harvard que pueden inducir la fase baja de la hipnosis con su énfasis en el
sueño; (2) La Escala de Barber y el Perfil de Inducción Hipnótica de Spiegle, que puede
inducir la fase alta de la hipnosis con su énfasis en la atención focalizada; versus (3) la
Escala de Evaluación de Trance Indirecto de Rossi, que busca eliminar los prejuicios del
investigador respecto a la fase baja o alta de la hipnosis en las aplicaciones terapéuticas
de la hipnosis?
Para Rossi (1996, p. 180), «la clave de una terapia psicobiológica genuina es
accesar los puntos de transición críticos de los sistemas de comunicación mentecuerpo
que facilitan cambios hacia pautas de solución de problemas y comportamiento más
deseable. Esta conjetura es una dinámica clave del trabajo hipnoterapéutico que señala
nuevas direcciones para la futura investigación, al reformular los fundamentos de la
hipnosis a partir de principios consistentes con las investigaciones líderes en
matemáticas, física, biología y las ciencias psicosociales.»
Más adelante en este volumen analizaremos cómo se expresa esta distinción de
fases alta y baja de la hipnosis en el trabajo psicoterapéutico.
Capítulo 11: Michael Yapko y la hipnosis como un medio para
influenciar la experiencia de los paciente
Yapko (2001) establece una distinción entre hacer hipnosis y ser hipnótico.
Entiende por “hacer hipnosis” al modo en que proceden muchos terapeutas, en donde
aplican los mismos métodos de inducción de trance y procedimientos terapéuticos en
todos los pacientes, sin tomar en consideración que cada persona es única, con un estilo
de respuesta particular. Para él, “ser hipnótico”, es interactuar con un propósito con el
paciente, aceptando la responsabilidad de ser un agente de influencia y cambio, y usar
esa capacidad en forma inteligente y con sensibilidad. “Ser hipnótico” implica incorporar
los principios de la hipnosis en la forma de ser del terapeuta y revelarlos a través de las
distintas interacciones con los pacientes.
Yapko (2001) es tajante en sus opiniones acerca del “inconsciente creativo” tan
común en la literatura “ericksoniana”. Según él, se ha esparcido una cultura de
pensamiento mágico entre los terapeutas que indica que debemos confiar en la
capacidad de un inconsciente benevolente para la resolución de los problemas de los
pacientes, así como también en la generación de estrategias terapéuticas por parte de
los terapeutas. Yapko ha indicado (1998) que si el inconsciente fuera tan sabio como
proponen algunos, ¿cómo explican ellos, entonces, los comportamientos tan absurdos
que pueden exhibir las personas?
Para Yapko, toda terapia, incluida aquella que usa comunicación de influencia
hipnótica, debe poseer blancos terapéuticos específicos y pasos bien definidos para
alcanzarlos. A diferencia de otros terapeutas estratégicos que se adscriben a enfoques de
tipo “caja negra” (terapia breve del MRI, terapia orientada a la solución de Milwaukee),
Yapko ha descrito diversas pautas subjetivas de la experiencia que pueden convertirse en
blancos de la terapia cuando se presentan en su polo disfuncional y participan en la
génesis y la mantención de los problemas que llevan al cliente a terapia.
Las pautas subjetivas de la experiencia que ha descrito Yapko (1986, 1988) no
corresponden a los criterios diagnósticos psicopatológicos tradicionales, sino que son
pautas a observar que reflejan el estilo individual de vivir, sentir y comportarse de los
clientes (Yapko, 1988). Ayudan a comprender la experiencia subjetiva del consultante,
incluyendo sus fortalezas y limitaciones.
Estas pautas sirven a tres propósitos generales (Pacheco, 1998b):
1) Sirven para determinar el modo en que se entregará la terapia a cada paciente
en particular (terapia “hecha a medida”) (Robles, 1991). Son pautas útiles de
considerar, ya sea que se utilice el trance terapéutico para transmitir la
terapia, o se haga uso de terapia estratégica ("hipnoterapia sin trance").
2) Ayudan a determinar en qué forma el paciente construye su realidad, cómo
esas pautas utilizadas participan en la mantención del problema y cuáles
pueden utilizarse para ayudar a la solución
3) Por otro lado, algunos de ellas también serán el blanco de la terapia, cuando se
presentan desbalanceadas (en palabras de Yapko, “déficit experiencial”)
(Yapko, 1988, 1998) .Según Yapko, una terapia que no incluya el tratamiento de
esos déficit experienciales como objetivos de la terapia, deja expuesto al
cliente/consultante a continuar utilizando pautas disfuncionales que lo pueden
llevar a una recaída o a presentar problemas en otras áreas distintas a las
tratadas en el proceso terapéutico.
Estas pautas son las siguientes:
1. Pautas perceptuales
a) Estilo de atención:
Focalizado/Difuso
Importante/Irrelevante
b) Orientación personal :
Orientación interna/Orientación externa
Orientación temporal
c) Sistema representacional primario:
Visual Auditivo Kinestésico
3. Pautas relacionales/sociales
Posición en la familia
Ambiente del desarrollo
Absorberdor/Dador
Explorador/Retractor
Intrapunitivo/Extrapunitivo
Complaciente/Desafiante
Orientación hacia las tareas/hacia las personas
Víctima/Dueño de la experiencia
Locus de control: Interno/Externo
Rigidez/Flexibilidad
Procesamiento
Para Zeig (1992/1999), no es suficiente identificar la meta y crear una forma para
"envolverla" o individualizarla. El terapeuta debe crear un proceso, un drama a través del
cual ofrecerla.
A este proceso Zeig (1988) lo denomina SISA: Sembrar – Intervenir – Seguir
adelante.
El terapeuta comienza evocando la motivación del paciente, la cual después es
modelada en disposición a responder, especialmente en las señales mínimas. Este es un
modo de preparar el terreno para que esté fértil.
El terapeuta tiene en mente una intervención principal hecha a medida. En lugar
de dirigirse directamente a esa intervención, la "siembra", creando una ilusión indirecta
de esa técnica (Zeig, 1992b).
Después el terapeuta continúa con pequeños pasos que lo acercan a la
intervención principal, la cual es seguida por un período de seguimiento.
Sin embargo, para que el proceso de terapia sea efectivo, debe consistir en un
Evento Emocional Significativo (Yapko, 1985; Zeig, 1992/1999). Es decir, los valores, las
creencias, las visiones de mundo no cambian hasta que la necesidad lo dicte. Un evento
emocional significativo es una experiencia que es tan poderosa emocionalmente, que los
valores o creencias anteriores son sobrepasadas y abandonadas a favor de un valor,
creencia o comportamiento más relevante, adaptativo. Para Zeig, el proceso descrito en
la terapia, es una experiencia emocionalmente significativa que promueve el cambio
terapéutico.
Capítulo 13: Lo que funciona en terapia: La eficacia de la
terapia en un marco ericksoniano
Los miembros del Instituto para el Estudio del Cambio Terapéutico de Chicago, han
estado dedicados –bajo la luz de las investigaciones realizadas en los ’90– al estudio de
los factores que dan cuenta del cambio terapéutico y que son comunes en todos los
enfoques de psicoterapia (Miller et al., 1997; Duncan et al., 1998; Duncan y Miller, 2000;
Duncan et al., en prensa).
Ellos afirman que los factores curativos comunes en todas las formas de terapia,
«independientemente de la orientación teórica (v.g., individual, grupal, familiar, etc.) o la
dosis (frecuencia y número de sesiones), constituyen el lenguaje unificador [de la
terapia]. Esos cuatro elementos, de acuerdo a su contribución relativa al cambio en la
terapia, son: (1) los factores extraterapéuticos; (2) los factores de la relación terapéutica;
(3) los factores del modelo y las técnicas; y (4) expectativa, esperanza y factores
placebo.» (Miller et al., 1997, p. 24)
Factores extraterapéuticos:
Desde el punto de vista de los factores extraterapéuticos, las características
distintivas del enfoque terapéutico de Erickson tratadas en el Capítulo 4 de este volumen
permiten observar que la concepción de la terapia que nos heredó Erickson aporta
pautas para que los terapeutas optimicen su desempeño profesional y contribuyan a una
terapia eficaz: foco en los problemas, un enfoque no patologizante, orientación temporal
en el presente y hacia el futuro, el rol activo del cliente en el proceso terapéutico, y el
principio central de la utilización terapéutica.
Alianza terapéutica:
Con respecto a la relación terapéutica, ya hemos dicho antes que Erickson y Carl
Rogers son considerados los maestros de la empatía terapéutica (Gunnison, 1987)
(véase el Capítulo 3). Erickson poseía una experiencia y una capacidad de observación
que le permitía percatarse respecto a qué tipo de relación tenía que establecer con sus
clientes, siendo muy directivo en algunos casos, rudo y grosero en otros, o delicado y
permisivo.
Pueden distinguirse tres elementos centrales en la habilidad de Erickson para
establecer una buena alianza terapéutica:
(1) La aceptación y utilización de todos los comportamientos del cliente, proceder
derivado de sus experimentos en la inducción de trance hipnótico y cuyo objetivo era
conseguir la mayor cooperación del paciente;
(2) La comunicación con el cliente haciendo uso del lenguaje de éste, y operando
desde la propia visión de mundo del consultante. Erickson aprendió tempranamente este
actuar en sus experimentos de inducción de trance, especialmente en el manejo de la
“resistencia” al trance terapéutico (Erickson y Rossi, 1979); y luego, obviamente,
generalizó esta pauta a la psicoterapia, ya fuera que se auxiliara con el recurso del
trance hipnótico o no.
(3) Su foco en el problema actual del cliente, lo cual le transmitía a éste que
estaba realmente interesado en su problema (Haley, 1980a).
Miller et al. (1997) y Duncan et al. (en prensa) han descrito una serie de pautas
para que el terapeuta pueda contribuir a una buena alianza terapéutica, las cuales
pueden permitir a cualquier terapeuta aumentar su eficacia terapéutica, puesto que es
imposible recrear la genialidad de Rogers o Erickson al respecto. Resumidamente, estas
pautas incluyen:
(1) El tratamiento debiera acomodarse al nivel de motivación del cliente o su
disposición para el cambio.
(2) El tratamiento debiera acomodarse a las metas que tiene el cliente para la
terapia.
(3) El tratamiento debiera acomodarse a la visión que tiene el cliente de la
relación terapéutica.
«Las curaciones chamánicas poseen una serie de pautas culturales que se repiten de una cultura en
otra: un contexto religioso, sagrado, compartido por los individuos que participan en ellas; la existencia de
algún tipo de trance ritual; y los mensajes o prescripciones para la curación entregados por los espíritus a
través del chamán.
Desde este punto de vista, la hipnosis clínica moderna, especialmente aquella que trabaja con la idea
de los niveles múltiples de funcionamiento de la mente, también posee características que la asemejan a una
ceremonia chamánica.
Aquí es necesario introducir algunas distinciones para realizar tal análisis. Es evidente que aunque los
procesos de resíntesis interna y los procesos mentecuerpo actúan por igual en cualquier terapia que implique
absorción interna y movilización de recursos personales experienciales, existe un contexto distinto cuando se
realiza hipnosis formal.
Por "hipnosis formal" definiremos a aquella situación en la cual al sujeto se lo coloca sobre aviso que
se realizará un "trance hipnótico". Independientemente del tipo de inducción utilizada y las sugerencias
entregadas, ya sean directa o indirectas, existen en tal fenómeno singularidades que hacen pensar en una
ceremonia chamánica.
En Occidente, se necesitaron varios siglos para que la explicación cultural de las enfermedades del
cuerpo y la mente se diferenciaran de las creencias de las denominadas culturas "primitivas" (entiéndanse
por éstas a cualquier cultura no "civilizada", es decir no "occidentalizada").
En la Edad Media se suponía que las enfermedades de la mente se debían a la acción de posesión de
espíritus, y lo mismo ocurría con las enfermedades corporales, además de los trastornos humorales. Las
prescripciones eran sencillas: exorcismo o métodos un poco más "dramáticos" para echar a los demonios del
cuerpo; y plantas mágicas y sangrados para curar las dolencias del cuerpo. Es probable que la sobrevida a
esos tratamientos corporales haya sido inferior a los de las culturas "primitivas" americanas, puesto que los
habitantes nativos americanos poseían una gran sabiduría respecto a las plantas medicinales, además que
observaban hábitos de higiene inexistentes en Europa.
La invención de la ciencia en el Renacimiento hizo que en forma gradual el Cosmos y la Tierra
quedaran despobladas de espíritus, siendo reemplazados por las leyes de la mecánica. Este cambio de
paradigma posibilitó también el desarrollo de la biología y su aplicación práctica, la medicina, especialmente
desde fines del siglo 19 en adelante.
Sin embargo, las ciencias de la salud mental han seguido un camino distinto. En el siglo 18, Mesmer
fue el primer "curador" que invocando a "nuevas fuerzas" (que se enmarcaban dentro del paradigma
mecanicista de la física) intentó explicar la enfermedad: trastornos en el magnetismo corporal. Podría
afirmarse que su curación a través del magnetismo animal es la primera curación a través de la palabra.
Después del descrédito de Mesmer, sus ideas renacen en el siglo 19, denominándose ahora
"hipnotismo." Sin embargo se necesitaba de una "entidad" que permitiera explicar la ocurrencia de los
fenómenos psicopatólogicos, papel que le cabe al concepto de "subconsciente" o "inconsciente". Es decir,
nuevamente aparece lo intangible e irracional en un siglo donde la razón y los procesos conscientes tienen
supremacía.
Debemos a Freud la introducción de este concepto en la Psicología moderna; usando un lenguaje
"científico" demuestra en forma teórica la existencia de nuevo demonio: el inconsciente y sus pulsiones. Su
psicoanálisis, cuyo objetivo es hacer consciente lo inconsciente (conservando las distancias culturales)
recuerda vagamente a la tradición chamánica, es decir, dentro de un contexto curativo, con un iniciado en los
misterios de la mente, asistimos a un "exorcismo" moderno de esos demonios.
Sin embargo, en el uso de la hipnosis formal, el proceso de la inducción de trance y los fenómenos
asociados a éste poseen una mayor similitud con la ceremonia chamánica. Aunque en el enfoque de
utilización ericksoniana, el proceso de la inducción de trance no es necesariamente un ritual (puesto que no
se efectúa del mismo modo con todos los sujetos y se utilizan las propias respuestas de éste en el proceso de
inducción), generalmente se ha preparado al sujeto introduciendo la idea que una parte de la mente, definida
como sana y curativa, la mente inconsciente, opera libremente en ese estado. Es decir, el terapeuta busca la
evocación de fenómenos involuntarios, especialmente cuando se ratifica la experiencia de trance (Erickson,
Rossi y Rossi, 1976; Erickson y Rossi, 1979; Short, 1999).
En la ceremonia chamánica curativa, el chamán alcanza el estado extático para comunicarse con el
mundo espiritual, y los espíritus le indican los procedimientos para curar al enfermo. El paciente, que
comparte con el chamán la tradición cultural religiosa, está preparado para recibir esa curación que realizan
los espíritus a través del chamán.
En la hipnosis clínica moderna, el terapeuta se encarga de ratificarle al paciente que existen dentro
de él procesos involuntarios, inconscientes, que están más allá de su control volitivo, y que serán usados
para su curación. A diferencia de la ceremonia chamánica, donde la curación proviene desde fuera; en el
enfoque de utilización el terapeuta usará las palabras, ya sea en forma directa o metafórica, para estimular
ese proceso de resíntesis interna que, a juicio de Erickson, llevará a la curación. Es decir, la curación es el
resultado de procesos internos.
Una diferencia fundamental entre la utilización clínica del trance hipnótico en el enfoque ericksoniano
y los métodos clínicos de los padres de la hipnosis, radica en que en la hipnosis tradicional la curación viene
desde fuera (generalmente en forma directa), desde un médico y no desde un iniciado en el mundo espiritual
como ocurre en la curación chamánica tradicional (en donde es el Espíritu quien realiza la curación a través
del medium, el chamán), [ni de los propios procesos de reorganización interna como suponen los
ericksonianos].»
«Quiero que se imagine que está caminando por un sendero en la montaña, de noche. Hay luna llena y eso le permite
ver el sendero con toda claridad y gran parte de los alrededores... ¿Cómo es el sendero?... ¿Qué otra cosa puede ver a su
alrededor?... ¿Cómo se siente mientras asciende por ese sendero?... Apenas delante suyo hay un pequeño sendero
lateral que conduce lo alto, hacia una cueva donde vive un hombre muy sabio, capaz de responder cualquier pregunta
que quiera hacerle. Tome ese sendero lateral y camine hacia la cueva del hombre sabio... Note cómo cambia a su
alrededor mientras avanza por el sendero y se acerca a la cueva...
(Posterior a una estrategia de relajación profunda o "inducción" de trance hipnótico)
Hay sueños y sueños, y un paciente mío aprendió de eso... Aprendió que hay sueños que se olvidan inmediatamente
después de soñarlos... en cambio otros quedan dando vueltas en la mente después que uno despierta...
Y el sueño que me relató era uno de esos sueños en el cual uno sabe que han ocurrido cosas importantes, y aunque no
podamos saber de inmediato qué fue lo importante que ocurrió, las ideas o las imágenes de ese sueño vienen una y otra
vez a la mente... en cualquier momento a veces... Incluso siendo difícil saber a ciencia cierta si eso fue soñado o se vivió
realmente...
Me contó que de pronto se vio caminando por un sendero en la montaña... de noche. Había luna llena y podía ver el
sendero con toda claridad y gran parte de los alrededores... Podía observar el sendero y sus características... podía mirar
a los alrededores y percatarse del paisaje... y era interesante para él preguntarse cómo se sentía mientras caminaba por
ese sendero...
De pronto se dio cuenta que delante de él había un sendero lateral... y tú sabes como son los sueños... de pronto supo
que ese sendero lo llevaría hacia una cueva donde vivía un hombre muy sabio... capaz de responderle cualquier
pregunta que quisiera hacerle... Fue como un impulso... era como si su cuerpo quisiera caminar hacia la cueva del
hombre sabio... y él, por supuesto, siguió a su cuerpo... Podía darse cuenta a la luz de la luna cómo iba cambiando el
paisaje a medida que avanzaba por ese sendero y se acercaba a la cueva...
Introducción a la metáfora, cuyo objetivo es el de crear expectación a lo que vendrá, a la vez que se están deslizando
ideas para lo que vendrá al final del relato.
Sugerencias permisivas, para que el sujeto las rellene con su propia experiencia.
Invitación permisiva a cambiar de dirección, e introducción de un nuevo personaje.Cuando llegue a la cueva, usted verá
una pequeña hoguera frente a la cueva, y estará en condiciones de ver vagamente al silencioso hombre sabio junto a la
luz oscilante de las llamas... Acérquese a la hoguera, ponga más leña sobre el fuego y siéntese sosegadamente... A
medida que el fuego brille más intensamente, usted estará en condiciones de ver al hombre más claramente. Tómese
cierto tiempo para darse cuenta cabalmente de él, de sus ropas, su cuerpo, su carne, sus ojos...
Al llegar a la cueva luego de un rato, vio una pequeña hoguera frente a la cueva, y podía ver vagamente al hombre
sabio junto a la luz oscilante de las llamas... Se acercó a la hoguera y colocó más leña sobre el fuego, y se sentó
tranquilamente... A medida que el fuego brillaba más intensamente, fue capaz de ver con mayor claridad al hombre
sabio... Fue capaz de prestar atención a su persona... las ropas que vestía... su cuerpo... su carne... sus ojos...Ahora
pregúntele al hombre sabio alguna cosa que sea importante para usted. Mientras formula esta pregunta, continúe
mirando al hombre sabio y vea cómo reacciona a lo que usted dice. El puede contestarle sólo con palabras, o también
con un gesto o una expresión facial, o puede mostrarle algo... ¿Qué tipo de respuesta le dio?...
De pronto, sintió que brotaba desde su interior una pregunta para hacerle a ese hombre sabio... Y mientras le formulaba
la pregunta... veía cómo reaccionaba éste a lo que él le decía... Al mismo tiempo supo que el hombre sabio podía
contestarle con palabras, o también con un gesto, o con una expresión facial... o podía mostrarle algo...
El hombre sabio le respondió a su manera... y mi paciente sintió que esa respuesta le llegaba muy profundamente...
aunque no la comprendiera en ese momento...
Conviértase ahora en el hombre sabio... ¿Cómo es su existencia siendo hombre sabio?... ¿Cómo se siente y cómo es su
vida?... ¿Cuál es su actitud hacia el visitante que le hace la pregunta?... ¿Qué siente hacia el visitante?... ¿Qué le dice al
visitante, ya sea mediante palabras, gestos o acciones?...
Luego, casi sin darse cuenta... se encontró pensando y sintiendo como el hombre sabio... (Pausa) Pudo percatarse de su
existencia siendo el hombre sabio... (Pausa) Y darse cuenta de cómo se sentía siendo el hombre sabio... (Pausa) Darse
cuenta de cómo era su vida siendo el hombre sabio... (Pausa) Darse cuenta de cuál era su actitud hacia ese visitante que
le hacía la pregunta, siendo el hombre sabio... (Pausa)¿Qué sentía hacia el visitante siendo el hombre sabio?... (Pausa)
Darse cuenta acerca de lo que le dice al visitante, ya sea mediante palabras, gestos o acciones...
Conviértase nuevamente en usted mismo y prosiga el diálogo con el hombre sabio. ¿Entiende lo que él le está
diciendo?... ¿Tiene alguna otra pregunta para hacerle?... ¿Qué siente hacia el hombre sabio?...
De pronto se encontró siendo el mismo y continuó su diálogo con el hombre sabio... (Pausa) Y era capaz de entender lo
que él le decía... Y le venían a la mente nuevas preguntas para el hombre sabio... Además era capaz de sentir diversos
sentimientos hacia ese hombre sabio...
Ahora conviértase nuevamente en el hombre sabio y continúe la conversación... ¿Hay alguna otra cosa que quiera
decirle al visitante?...
Y nuevamente se sintió siendo el hombre sabio... y capaz de continuar la conversación con ese visitante... Y sentía que
tenía que decirle otras cosas al visitante... (Pausa)Nuevamente sea usted mismo. Pronto tendrá que despedirse del
hombre sabio... Diga lo que desee antes de irse... Justo cuando está por despedirse, el hombre sabio se vuelve hacia
una vieja valija de cuero que está detrás de él y busca dentro algo muy especial para darle... Saca algo de la valija y se
lo entrega para que lo lleve con usted... Mire el regalo que le ha dado... ¿Qué siente hacia el hombre sabio ahora?...
Dígale a él qué siente... y lentamente despídase de él...
Volvió a ser el mismo... sabía que tendía que despedirse del hombre sabio... Sintió que tenía que decirle más cosas antes
de irse... (Pausa)
Y justo cuando estaba por despedirse, el hombre sabio se vuelve hacia una vieja valija de cuero que estaba detrás de él,
y buscó dentro algo muy especial para darle... Sacó algo de la valija y se lo entregó para que llevara consigo...
El miró el regalo que le entregó el hombre sabio... sentía muchos sentimientos hacia el hombre sabio en ese momento...
(Pausa) Y fue capaz de decirle lo que sentía... y lentamente comenzó a despedirse de él...
Ahora vuélvase y comience a descender la montaña, llevando el regalo... Mientras camina por el sendero, mire
cuidadosamente el camino a fin de recordarlo y poder visitar al hombre sabio nuevamente cuando quiera... Tome
conciencia de los alrededores y de cómo se siente...
Y comenzó a descender de la montaña, llevando el regalo... Mientras caminaba por el sendero prestó cuidadosa atención
al camino, con el fin de recordarlo... sabía que podría visitar a ese hombre sabio cuántas veces quisiera... Miraba a su
alrededor y sentía que había sucedido algo muy importante en esa noche tan especial... (Pausa)
Mantenga ahora los ojos cerrados y traiga su regalo cuando regrese a este cuarto... Tome cierto tiempo ahora para
examinar más detenidamente el regalo... ¿Qué fue lo que le regaló?... Descubra realmente algo más acerca del regalo...
Tóquelo... huélalo... délo vuelta y mírelo cuidadosamente...
Ya de regreso en su cuarto, sin saber si había despertado o aun continuaba soñando... se tomó cierto tiempo para
examinar detenidamente el regalo... Observar qué le había regalado el hombre sabio... (Pausa) Sintió que era capaz de
descubrir qué era realmente lo que le había regalado ese hombre... Podía tocarlo... olerlo... mirarlo cuidadosamente...
Conviértase ahora en el regalo. Identifíquese con él y descríbase. ¿Cómo es usted siendo el regalo?... ¿Cómo se siente
siendo esa cosa?... ¿Cuáles son sus cualidades?... ¿Qué es lo que hace o cómo puede ser utilizado o apreciado?...
De pronto se sintió siendo el regalo... prestando atención a las cualidades del regalo... Preguntándose qué es lo que
hace o cómo podía ser utilizado o apreciado...Vuelva a ser usted mismo nuevamente, mire el regalo y vea si puede
descubrir algo más respecto a él... ¿Nota usted algún cambio o detalle que antes no vio?... Ahora guarde
cuidadosamente este regalo en su memoria... y despídase de él por ahora...»
(Stevens, 1976, p. 163-164)Y al despertarse y ser el mismo nuevamente, fue capaz de mirar ese regalo, era como
estuviera frente a él... y fue capaz de descubrir más cosas respecto de él... (Pausa)
Y supo que podría guardar el regalo en su memoria... y traerlo a su presente cuando lo necesitara... podía despedirse del
regalo... porque sabía que lo tendría consigo, dentro de él...
Y tú sabes, ese fue un sueño especial, uno de esos sueños donde al despertarnos podemos saber qué soñamos, si eso es
útil para nosotros ahora... o sabemos que soñamos algo importante que nuestra mente interior continuará desarrollando
por si misma en próximos sueños, o a lo largo del día, sin importunarnos en nuestras tareas habituales...
«En esta técnica, dependiendo de los antecedentes educacionales de los sujetos, se da una
explicación apropiada, casual, de los conceptos generales de la mente consciente y el inconsciente.
Similarmente se da una explicación instructiva casual -aunque cuidadosa- de la actividad ideomotora, citando
ejemplos familiares, incluida la levitación de mano.
Después, con cabal simplicidad se les dice que se sienten tranquilamente, descansando las palmas
de sus manos sobre sus muslos y escuchen cuidadosamente una pregunta que se les hará. Se explica que
esta pregunta solamente puede ser respondida por su mente inconsciente, no por su mente consciente. Se
añade que pueden ofrecer una respuesta consciente, pero tal respuesta será solamente un comentario
consciente y no una respuesta real a la pregunta. Respecto a la pregunta en si misma, puede ser una de las
muchas que pueden hacerse, y no tiene un significado para la persona. Su propósito es dar solamente a la
mente inconsciente una oportunidad para manifestarse por si misma. Se ofrece la explicación adicional que
la respuesta será una respuesta ideomotora de una u otra mano levantándose, que la izquierda significa una
respuesta “no”, la derecha una respuesta “sí” a la pregunta hecha a la mente inconsciente.
Después se presenta la pregunta, “¿Piensa su mente inconsciente que usted puede entrar en
trance?”. Se ofrece, asimismo, una elaboración adicional: “Conscientemente usted no puede saber lo que su
mente inconsciente piensa o sabe. Pero su mente inconsciente puede permitirle a su mente consciente
descubrir lo que piensa o comprende, por el simple proceso de ocasionar una levitación en la mano derecha
o en la izquierda. Así, su mente inconsciente puede comunicarse con su mente consciente en una forma
visiblemente reconocible. Ahora mire sus manos y vez cuál es la respuesta. Ni usted ni yo sabemos qué
piensa su mente inconsciente. Intente advertir el leve movimiento, intente sentirlo y verlo, y disfrute la
sensación de elevación y complázcase en averiguar lo que piensa su inconsciente.”
No obstante cuál mano levite, sobreviene un estado de trance simultáneo, frecuentemente del tipo
sonambulístico. Generalmente es aconsejable utilizar -antes que evaluar- inmediatamente el trance, ya que
los sujetos tienden a reorientarse con prontitud. Generalmente eso se hace en mejor forma diciendo simple y
casualmente, “Es muy agradable descubrir que su inconsciente puede comunicarse con su mente consciente
en esta forma, y hay muchas otras cosas que su mente inconsciente puede aprender a hacer. Por ejemplo,
ahora que ha aprendido que puede desarrollar un estado de trance y puede hacerlo notablemente bien,
puede aprender numerosos fenómenos de trance. Por ejemplo, usted podría estar interesado en
____________”, y pueden acogerse las necesidades de la situación.
Erickson afirma que sujetos experimentados en lo que ha usado esta técnica, han reconocido
inmediatamente y comentado, “¡Qué interesante! No importa cuál respuesta dé usted, primero tiene que
entrar en trance.”
Aquellos sujetos que objetan la inducción de este modo, tienden a reorientarse al primer esfuerzo de
evaluar o utilizar el trance. Muchos de ellos, sin embargo, entrarán fácilmente en el trance cuando se les
diga, “Y puede entrar en trance tan fácil y rápidamente como su mente inconsciente responda a esta
pregunta, simplemente al continuar mirando cómo su mente inconsciente continúa moviendo su mano hacia
su cara. Mientras su mano se mueve hacia arriba, sus ojos se cerrarán y entrará en un trance profundo.”
Una consideración esencial en esta técnica es una actitud de total expectancia, casualidad y
simplicidad por parte del operador, lo cual coloca la responsabilidad de cualquier desarrollo completamente
en el sujeto.» (Erickson, 1959/1980b, pp. 185-186
«Mientras los investigadores continúen en su Torre de Babel (Miller et al., 1997), peleándose por
descubrir cuáles “técnicas” son mejores que otras, sin evaluar variables tan importantes como el modo en
que se entregan las técnicas, la discusión de cuál “hipnosis” es [más eficaz] continuará por los siglos de los
siglos, como esas discusiones bizantinas que no llevan a ninguna parte.
Es absurdo que en el año 2001, aun continúen encontrándose artículos y páginas web que consideran a
la “hipnosis” como una técnica; absurdo por diversas razones:
a) la “hipnosis” es un estado definido por [el sujeto y el terapeuta], no [sólo] por el terapeuta;
b) la experiencia de trance es un fenómeno que depende tanto de las variables del sujeto como de las
del investigador/terapeuta;
c) las técnicas en terapia son modos de proceder; es decir, mensajes que poseen cierta estructura
discernible y que, en definitiva, son prescripciones de comportamiento, entendimiento, sentimiento;
que son actuadas por el cliente, para beneplácito o frustración del clínico;
d) por lo tanto, la “hipnosis” debe ser comprendida como un contexto terapeuta/cliente en el cual son
posibles ciertos fenómenos que se correlacionan con las prescripciones del primero, y que en último
término, son experiencias que ocurren bajo la piel del cliente, y a las cuales sólo tenemos acceso a
través de su reporte verbal.
La “hipnosis” ha sido reificada, como muchos otros conceptos en psicoterapia, y creo que la labor de
desmitificación de los terapeutas ericksonianos de los conceptos reificados es imprescindible para conservar
la salud y la respetabilidad del enfoque.
Son fundamentales la realización de investigaciones clínicas, en donde se diferencien los contextos
terapéuticos creados con miras estratégicas (es decir, influenciar al cliente según su modo de colaboración o
respuesta) de las prescripciones que denominaríamos “técnicas”. Como esa es una tarea difícil, les sugerimos
armarse de paciencia y tomar un buen curso de metodología cualitativa, y un curso en donde aprendan a
tomar en cuenta las variables de los clientes; por ahora les sugerimos estudiar los trabajos publicados acerca
de terapia interaccional y de la terapia orientada a las soluciones, porque parece que esos pioneros captaron
antes que muchos ericksonianos las claves para realizar una terapia dentro de un marco de la utilización
terapéutica.
Y a todos aquellos que pueden estar preguntándose en estos momentos acerca de qué sería del
enfoque ericksoniano sin la “hipnosis”, les digo que pueden tranquilizarse, porque el contexto “hipnótico”
igual seguirá siendo útil en la psicoterapia, pero dependiendo del tipo de colaboración del cliente y su
fenomenología. Y para aquellos que se resistan a abandonar la imagen de Erickson como “Mr. Hipnosis”, les
sugiero dos nuevas imágenes, “Mr. Terapia Breve” o “Mr. Influencia Social”.
Creo que Erickson estaría feliz en su cumpleaños número 100, si se percatara que sus discípulos y
seguidores han captado la esencia de su enfoque de terapia, y no se han quedado perdidos en un bosque
donde están tropezándose con aquellos conceptos que han convertido en cosas materiales…
También le haríamos un lindo regalo si los ericksonianos evitaran en la publicidad de sus cursos y en
los contenidos de los mismos, destacar las técnicas por sobre los otros aportes de Erickson; [si los
ericksonianos actúan así] es probable que existan muchos Diciembre [para reunirse] en Phoenix; en caso
contrario es posible que al enfoque ericksoniano le ocurra algo similar al “magnetismo animal” de Mesmer…
y eso sería lamentable…» (Pacheco, 2001, p. 9)
En este Capítulo esbozaré algunas de las ideas que he venido reflexionando en los
últimos tiempos; solicito al lector que las considere como un fermento útil para su
pensamiento y práctica clínica, y no como un producto terminado.
Para iniciar este análisis, me permitiré citar primero a algunos autores:
«Uno de los rasgos singulares de los enfoques de terapia breve desarrollados en los últimos 20 años
en el Mental Research Institute [MRI] y en el Centro de Terapia Breve en Milwaukee [BFTC], es su falta de
énfasis en los sentimientos y emociones. El enfoque del MRI se focaliza en la interrupción y cambio de pautas
interaccionales problema repetitivas que representan las soluciones intentadas. El enfoque del BFTC […] ha
evolucionado hacia un enfoque que no asume una conexión entre los problemas y las soluciones. Se
concentra en la construcción de una solución basada en las excepciones para el problema y en las fortalezas
potenciales de las personas. En ambos casos, esto se logra a través de la conversación entre una persona
designada como “terapeuta” y una o más personas designadas como “cliente”.
Esas conversaciones son guiadas por el terapeuta, tanto como sea posible, hacia descripciones
conductuales, ya que éstas son más fáciles de observar y medir que los sentimientos. Esta postura
pragmática ha llevado a la crítica que estas terapias breves son frías y mecánicas, y que no son sensibles a
las necesidades emocionales de los clientes. En mi opinión, esa crítica sugiere una falta de familiaridad con la
práctica del MRI y los enfoques orientados a la solución. Mientras que hay una diferencia teórica entre ellas y
otras terapias acerca del rol de los sentimientos y las emociones para el cambio, son sensibles y hacen uso
los puntos de vistas particulares de los clientes respecto al impacto de los sentimientos y emociones de sus
problemas y soluciones. […] Con el tiempo esta nueva perspectiva [pensamiento sistémico] reveló algunas
limitaciones al trabajar con sistemas humanos, al ser insensible al género, la raza y la cultura. En la búsqueda
de teorías que compensaran esos defectos, la terapia familiar se ha dirigido a la biología [biología del
conocimiento de Maturana y Varela], la filosofía constructivista, la filosofía del lenguaje [Derrida,
Wittgenstein] y el construccionismo social.
El énfasis en el lenguaje es uno de los rasgos comunes principales de los enfoques terapéuticos
enraizados en el pensamiento posmoderno, tales como el enfoque focalizado u orientado en soluciones, el
enfoque narrativo/conversacional [Epston y White], el enfoque del MRI, el enfoque de sistemas de lenguaje
colaborativo [Anderson, Goolishian] y la integración de hipnosis ericksoniana y enfoque orientado a la
solución [Dolan] […] Esos enfoques se distinguen por sus diferentes técnicas, o por la ausencia de ellas, pero
todos comparten la creencia que la terapia es un proceso colaborativo en el cual el terapeuta no tiene ideas
preconcebidas respecto a los resultados, sino que ayudar a los clientes a derivar nuevos significados de sus
situaciones a través del lenguaje.» (Lipchick, 1999, p. 157-158)
«[…] Hemos observado que existe cierto número de modelos terapéuticos, como los estratégicos,
que no hacen una distinción entre patología y normalidad sino, que en cambio, entre problema y solución.
Estos modelos, como ya señalamos, se basan en el principio de la causalidad circular que conecta el
problema a la solución. Según los terapeutas que se adhieren a esta modalidad, en el proceso terapéutico se
utilizan técnicas y estrategias que interfieren con el circuito recursivo problema-solución y, por consiguiente,
permiten una solución de los problemas presentados (solución de problemas) en un tiempo breve, de
acuerdo con una serie de praxis progresivas. Desde el punto de vista del tiempo, el horizonte temporal está
centrado sobre todo en el presente y el futuro. Estas terapias breves caracterizadas por el uso de técnicas
específicas para la solución de determinados problemas, también se han definido como “tecnológicas”.
En cambio, otro grupo de modelos terapéuticos toman en consideración a la persona como elemento
central del proceso terapéutico. El interés principal no recae en la solución de problemas, sino en el cambio
de las premisas epistemológicas, de la “visión de mundo” que tiene el cliente o, en otras palabras, en el
cambio de la historia en la que está inmerso el cliente. En estos casos, la técnica terapéutica es radicalmente
diferente y consiste en la exploración, en la que el terapeuta y el cliente no pueden prever los cambios, que
ocurren libremente dentro del diálogo, y sólo a posteriori se podrá expresar en una opinión sobre el resultado
de la terapia (mientras que en el primer caso el resultado es visible y juzgable a medida que se procede, con
la desaparición progresiva de los problemas presentados). En las terapias centradas en la persona parecen
ser particularmente relevantes los factores terapéuticos específicos, como la exploración, la empatía, la
atención, el calor humano del terapeuta. A menudo estos modelos se basan en un marco temporal que
privilegia la relación presente-pasado (como sucede en el psicoanálisis), o bien la más compleja relación
pasado-presente-futuro (como es el caso en el modelo sistémico al que nosotros adherimos).
A estas alturas podemos decir que nuestras terapias individuales se inspiran sobre todo en el
segundo grupo de modelos. Sin embargo, debemos reconocer que incluso nosotros empleamos a veces
algunas técnicas probadas, relativas a los enfoques estratégicos y de inspiración ericksoniana. Estas técnicas
han demostrado estar en condiciones de resolver con éxito indudable problemas específicos que afligen al
cliente, especialmente en los casos en que esos problemas obstaculizan seriamente la vida cotidiana y
ejercen un efecto paralizante e incapacitante (por ejemplo, en algunas fobias, en los ataques de pánico y en
algunos trastornos obsesivos-compulsivos).
Cuando las técnicas usadas han conducido en un tiempo breve a la desaparición de los síntomas, se
considerará la eventualidad de terminar la terapia o de proseguirla, sea por parte del terapeuta o por parte
del cliente. En caso que se prosiga, nos comprometemos en la exploración conjunta de la historia del cliente,
concentrando la atención en los conflictos o temas significativos de su vida para llegar así –utilizando una
terminología posmoderna– a la aparición de historias alternativas que no requieran un precio tan alto en
incomodidad o sufrimiento.
Nos damos cuenta de que usar las dos modalidades terapéuticas descriptas implica una
contradicción. Pero evitarla escogiendo uno de los modelos con exclusión del otro sería, a nuestro juicio,
limitativo. ¿Por qué abandonar una modalidad de trabajo que en algunos casos ha demostrado ser simple y
eficaz y que nos ha dado no pocas satisfacciones en un determinado período de nuestra labor clínica y de
investigación?
Aquí podemos expresar la opinión, compartida por muchos, de que un modelo determinado no es
necesariamente óptimo para todos los casos tratados: hay situaciones que parecen responder mejor a un
modelo de terapia breve basada en la solución de problemas que a un modelo que se propone cambiar la
visión del mundo o la historia del cliente. Por ejemplo, tratándose de personas que en la vida enfrentan crisis
transitorias, una terapia a largo plazo puede tener el efecto iatrogénico de confirmar una profecía de
autocumplimiento, primero del terapeuta y después del cliente, según la cual una terapia de larga duración
es absolutamente necesaria, cuando en realidad, para lograr la superación de la crisis, puede bastar una
intervención breve dirigida a los síntomas.» (p. 24-27)
Es obvio que los párrafos citados más arriba reflejan en parte la de historia del
pensamiento sistémico en los últimos 30 o 40 años y la tendencia actual del movimiento
sistémico; la cual Anderson (1999) ha resumido de la siguiente forma:
«[…] Erickson redefinió el “estado alterado” como el de un percatarse expandido de las posibilidades
y opciones. Pero su retención de la noción de estado alterado –un estado de “trance”– es consistente con su
pensamiento de los problemas desde un punto de vista monádico u orientado al individuo. […]
Sin embargo, dentro de este marco respecto a la hipnosis, Erickson desarrolló un estudio de cómo las
personas le respondían a él y a otros. Concomitantemente, emprendió un estudio disciplinado del uso de la
comunicación verbal y no verbal para alterar respuestas y, por último, problemas conductuales. (Uno podría
decir que la “terapia hablada” comenzó con la hipnosis, pero hasta Erickson, el lenguaje no fue considerado
como una potente herramienta de influencia por si mismo.) Al desarrollar su enfoque lingüístico, ya fuera que
usara metáforas, analogías, indirección, contradicción, “trance” o sólo “hablar” con lenguaje común, Erickson
abrió la puerta para investigar y redefinir los conceptos de influencia interpersonal.
Es mi opinión que los desarrollos de Erickson en “hipnosis” no son el impacto principal, ni
potencialmente principal, de su trabajo; tampoco es de importancia principal su redefinición del
“inconsciente” como benigno y creativo (realmente la concepción de Jung de un inconsciente creativo
precedió a la de Erickson.) Más bien, el contexto o concepto de “trance” permitió a Erickson desarrollar una
disciplina de la influencia humana, y la metáfora del “inconsciente” que le daba la libertad para
despatologizar los problemas humanos.
Mi preocupación es que esos dos puentes del desarrollo de formas más efectivas para resolver
problemas humanos, sean oscurecidos y no cruzados. Asimismo, gran parte del interés en el trabajo de
Erickson ha sido desviado hacia replicaciones de su técnica y vocabulario hipnótico […] La reificación de su
uso de la metáfora del “inconsciente”, empañará, probablemente, las amplias implicaciones de una teoría
despatologizadora de los problemas […]
Anteriormente comenté que Erickson estaba orientado monádicamente y sé que esto debe soñar
extraño a muchos lectores. El trabajaba a menudo con miembros de la familia del paciente y conversaba
respecto a la vida familiar y la relación de los problemas del paciente con los miembros de la familia. No
obstante, en su trabajo, se enfocaba sobre el paciente identificado. No importaba cuán difícil o “resistente”
fuera el paciente, Erickson, no obstante, tendía a trabajar con él antes que con el contexto social más amplio
de la familia. […] El punto que surge aquí es que la reverencia sin consideración de los logros de Erickson,
limitará la expansión de las ideas y no re-examinará y no desafiará su punto de vista gonádico. Y, como
también, lo he comentado, la reificación del “inconsciente” limitará la expansión de las contribuciones
seminales de Erickson, al demorar su integración en otra “revolución” conceptual –los conceptos de
sistemas.» (Fisch, 1990/1994, p. 208-209) (Énfasis en el original)
«Fisch reconoce abiertamente: “Erickson estaba monádicamente orientado.” No sé, sin embargo, por
qué Fisch dice, “Esto deberá sonar extraño a muchos lectores.” No puede sonar extraño a nadie que
realmente haya leído los Collected Papers de Erickson. Generalmente Erickson trabajó uno-a-uno con sus
pacientes. Incluso cuando estaban presentes dos o más miembros de la familia, su acercamiento típico era
usar a los otros miembros de la familia solamente como un telón de fondo para facilitar respuestas
terapéuticas intrapersonales importantes. Incluso el examen más precipitado de los artículos que escribió el
mismo Erickson revela una intensa preocupación de los psicodinamismos ocurriendo dentro del individuo, en
una forma monádica […]
¿De dónde proviene, entonces, todo el reciente rechazo a las principales investigaciones hipnóticas
de los mecanismos intrapersonales, inconscientes de la psicopatología que hizo Erickson?
Muchos de nosotros estamos comenzando a preguntarnos si el MRI es “¡El brujo que robó a Erickson!”
Desde luego, son evidentes muy tempranamente en las Conversations with Milton H. Erickson de Haley, el
ejemplo de una actitud arrogante de parte de algunas personas del MRI para desembarazarse del enfoque
intrapersonal de Erickson y su uso del concepto del inconsciente.» (p. 236-237) (Énfasis en el original)
«Creo que el punto de vista interpersonal tiene importantes contribuciones que hacer en un mundo
que se desgarra con las tensiones interpersonales catastróficas de nuestros días. Pero, también creo en la
autonomía e independencia del trabajo individual dentro de si mismo en un nivel intrapersonal, como un
aspecto importante del crecimiento y la madurez. Los puntos de vista intrapersonal e interpersonal son
complementarios; necesitamos a ambos en un enfoque bien balanceado de la teoría y práctica de la
psicoterapia.» (Rossi, 1990/1994, p. 242)
«Los estudios de meta-análisis, por ejemplo, muestran que entre el 60 al 65% de las personas
experimentan alivio sintomático significativo entre una a diez visitas –lo cual se aumenta al 70-75% después
de seis meses, y sube al 85% en un año […] Esos mismos hallazgos también muestran “un curso de
disminución del retorno [del cliente] mientras se requieran más esfuerzos para lograr diferencias que puedan
ser advertidas en la mejoría del paciente” a medida que el tratamiento se alarga.
En forma importante, la pareja de hallazgos es que: (1) el cambio aparece más temprano que tarde
en una terapia exitosa; y, (2) hay un curso de disminución a medida que el tiempo del tratamiento se alarga,
lo cual no debiera ser construido como acusaciones a las terapias que se extienden más allá de un número
manejable de sesiones. Por el contrario […] los datos obligan a una continuación del tratamiento según sea el
progreso y el interés del paciente. En otras palabras, mientras el monto de cambio disminuye con el tiempo,
los clientes continúan beneficiándose con la continuación del tratamiento. Al mismo tiempo, sin embargo, los
hallazgos dejan claro que las terapias en las cuales ocurre poco o ningún cambio (o un empeoramiento de los
síntomas) tempranamente en el proceso de tratamiento, tienen un riesgo significativo de un resultado nulo o
incluso negativo.
De hecho, la mejoría temprana –específicamente, la experiencia del cliente de cambio significativo en
las primeras visitas– está emergiendo como uno de los mejores predictores del eventual resultado del
tratamiento.» (Duncan y Miller, 2000, p. 92-93) (Énfasis en el original)
«”Erickson vio a Kim, una maestra acongojada por un hombre joven desnudo que estaba colgando
justo encima de su cabeza. Le pidió a Erickson que no se deshiciera del joven, sino que detuviera su
interferencia con su vida cotidiana. Sugirió a Kim que dejara al joven desnudo en un armario en su oficina
donde estaría seguro y no interferiría con su clase. Al principio ella comprobaba si el joven estaba allí, pero
gradualmente detuvo [este comportamiento]. Muy posteriormente, Kim se traslado a otra ciudad y le
preocupaban sus “episodios psicóticos.” Erickson le sugirió que colocara los episodios psicóticos en un
envase de manila y se lo enviara por correo. Ocasionalmente, ella enviaba a Erickson un episodio psicótico y
mientras tanto ella continuaba una vida productiva.”
”Erickson vio a Bob, quien quería que se corrigiera su conducción irresponsable y temeraria. Erickson
le preguntó que podía hacer él para ayudarlo, y la respuesta de Bob fue que Erickson no podía hacer nada,
que Bob tendría que hacerlo a su modo. Erickson le preguntó respecto a cuán pronto él deseaba hacer los
cambios, y Bob dijo que al mes siguiente debiera estar conduciendo en forma adecuada. La afirmación de
Bob que él debería hacerlo a su propio modo fue repetido en varias formas durante dos sesiones. Dos
semanas después, Bob reportó jubiloso que había manejado las cosas a su propio modo. Había conducido tan
temerariamente que, en un punto, había abandonado su auto justo antes de chocar con un cerro. Desde ese
incidente, había estado conduciendo en forma segura y dentro de los límites de velocidad permitidos.”
Erickson tenía una inquebrantable creencia en las capacidades de auto-curación de las personas, y se
enfocaba intensamente en la visión que tenían los clientes acerca de sus problemas, sus metas de la terapia,
y sus ideas acerca del cambio. Erickson comprendió la importancia de no intentar eliminar el hombre
desnudo de Kim o confrontar el deseo de Bob de “hacerlo a su modo.” Erickson no se replegó a sus propios
miedos (por ejemplo, que podría estar “reforzando las alucinaciones de Kim”) o a preferencias de tratamiento
a priori que necesitaba hacer “algo” con Bob). Por el contrario, ofreció información basada solamente en el
contenido suministrado por el cliente y no insertó contenidos provenientes de un marco teórico.» (Duncan y
Miller, 2000, p. 153)
«La teoría básica de la medicina es que los síntomas son formas de comunicación. Como tales, los
síntomas son señales o claves importantes de problemas en el desarrollo que están en el proceso de hacerse
conscientes. Ya que los pacientes no pueden expresarlos claramente en la forma de insight cognitivo o
emocional, encontrará expresiones psicosomáticas como un síntoma corporal.
[…] La hipnosis ha sido una herramienta importante en la evolución de esta teoría básica de la
medicina psicosomática y continúa siendo hoy una modalidad importante para la resolución del
comportamiento sintomático. La principal contribución de Erickson en esta área es el descubrimiento que
mientras que el insight emocional es generalmente un acercamiento muy deseable en la resolución de los
problemas psicosomáticos, esto no significa que sea la única ruta. Ha desarrollado formas de resolución del
comportamiento sintomático “directamente en un nivel inconsciente”. Es decir, los síntomas pueden ser
resueltos al trabajar con los psicodinamismos del paciente en una forma en que la consciencia no sabe por
qué el síntoma corporal desaparece. Además, el problema del desarrollo que se había expresado en el
síntoma también es resuelto de una forma aparentemente espontánea. […]
¿Por qué esos procesos son tan efectivos? Creemos que funcionan porque utilizan las propias
experiencias vitales y pautas de aprendizaje previo del paciente en una forma terapéutica.» (p. 143-144)
Terapia experiencial
La terapia experiencial se asocia con el trabajo de Rogers y Gendlin (1999). Sin
embargo, para un análisis actual de este enfoque trabajaré con los conceptos de
Greenberg y sus colaboradores (1996).
Esos autores afirman que, «las terapias orientadas a la vivencia comparten la
creencia en la singular capacidad humana para la reflexión consciente, y una teoría del
funcionamiento humano que se centra en la unicidad de la experiencia interna y la
construcción de significado de cada persona. Así, abogan por una variedad de métodos
que permiten a las personas “acceder conscientemente” a su propia experiencia interna
y expresar y simbolizar los significados previamente implícitos o los sentimientos
bloqueados.» (Greenberg et al., 1996, p. 55)
Además, «en esta perspectiva se considera que los seres humanos están
orientados hacia el desarrollo y la completa evolución de sus propias potencialidades. Los
principales elementos de la disfunción son que la experiencia organísmica no acceda a la
conciencia y que se bloqueen las capacidades de desarrollo. Por tanto, fomentar la
conciencia de la experiencia y facilitar la atención a la tendencia al desarrollo son
cuestiones centrales para la terapia vivencial.» (Greenberg et al., 1996, p. 55)
La teoría a la base de la terapia vivencial propuesta por Greenberg y sus
colaboradores, es lo que Greenberg y Pascual-Leone (1998) han denominado un “enfoque
constructivista dialéctico del cambio vivencial”.
Resumidamente, la teoría de estos autores indica que la experiencia inmediata que
posee una persona de la realidad interna y externa es una construcción del si mismo y
del mundo, guiada por una sensación sentida implícita que resulta de una síntesis
automática y dinámica de la complejidad interna del individuo. «Usamos el término
complejidad interna como una descripción fenomenológica de la conciencia que viven las
personas acerca de su propia vida mental interna, en el contexto de la vida. Cuando se le
presta atención, esta complejidad interna puede estar simbolizada en conciencia reflexiva
para crear distinciones o experiencias en las que, por otra parte, también se puede influir
mediante un procesamiento conceptual para generar explicaciones o significados nuevos
y vitales.» (Greenberg y Pascual-Leone, 1998, p. 150)
Los significados y la sensación corporal concomitante surgen a partir de la
activación automática producida por la situación y el estado interno del sujeto de los
componentes de procesamiento de información (esquemas) en un repertorio individual, y
de la síntesis de esos esquemas en una nueva representación de esa complejidad
interna.
La sensación corporal experimentada,
«[…] restringe las posibles construcciones conscientes que la pueden satisfacer, al mismo tiempo que
elimina muchos otros posibles significados. No obstante, una parte crucial de del proceso de creación de
significados es la creación de distinciones lingüísticas para expresar dicha sensación corporal de significado
implícita. La experiencia vivencial no sólo está formada plenamente “dentro” de nosotros, sino que también
necesitamos poner en palabras nuestros sentimientos para hacerlos plenamente conscientes. La articulación,
casi siempre a través del lenguaje, es por lo tanto crucial en la creación de nuevas experiencias y significados
conscientes.
La experiencia, aunque está constituida en parte por la creación de distinciones lingüísticas, no está
totalmente determinada por un orden lingüístico impuesto desde fuera, como han propuesto ciertos
constructivistas radicales, construccionistas sociales y deconstruccionistas […] La naturaleza humana tiene
su propio orden y no espera de manera indiferente a que el orden le venga impuesto desde fuera por el
lenguaje y la cultura. Las personas se guían por su propia complejidad interna en interacción con las
particularidades de una situación, lo que se experimenta como una sensación de significado experimentada
corporalmente.» (Greenberg y Pascual-Leone, 1998, p. 150-151)
Greenberg y sus colaboradores afirman que los tres principios enunciados más
arriba describen el tipo de relación terapéutica ofrecido en su enfoque. Los tres principios
siguientes se relacionan con las tareas (técnicas) terapéuticas. «Los principios de las
tareas se basan, generalmente, en el supuesto que los seres humanos son organismos
activos, intencionados, con una necesidad innata de exploración y dominio de su medio
ambiente. Esto se expresa específicamente en los intentos por alcanzar objetivos
personales y resolver problemas internos.» (Greenberg et al., 1996, p. 140)
Los principios de las tareas son tres:
Principio 4: Procesamiento vivencial: Facilitar los procesos óptimos y diferenciales
de los clientes
Los autores afirman que lo importante es implicar al cliente en un procesamiento
vivencial, más que conceptual. Es decir, y de acuerdo a la teoría, el terapeuta ayuda a
través de las tareas a que el cliente pueda simbolizar adecuadamente sus experiencias.
¿Tan pronto cómo su mente interna (inconsciente creativo, guía espiritual, etc.)) sepa
que puede revisar algunas memorias importantes relacionadas con la fuente de ese problema,
R: (En una forma simpática) Dígame cómo está experimentando esa jaqueca en este momento.
S: (Con el rostro arrugado de angustia dolorosa) Un terrible cintillo alrededor de mi cabeza que no me deja sola –ha estado
golpeándome todo el día, ya que he estado preocupada por mi pareja. No pude dormir toda la última noche porque no
puedo sacarla de mi mente. ¡No sé qué tengo que hacer para liberarme esta jaqueca. Incluso no puedo pensar bien ahora,
mi mente parece estar loca. ¿Cómo se supone que estudie?
S: (Respondiendo con un momento de asombro, mientras aparentemente toma contacto consigo misma; arruga su frente
con gran dolor y dice en voz alta) ¡La jaqueca está empeorando! ¡Oh, dios, está encendiéndose y apagándose en la peor
forma! ¡Y ahora parece estar bajando hacia mi nuca y estoy comenzado a tener el cuello tieso! Oh, como odio esto, es
como una sensación quemante que está esparciéndose desde mi cabeza y mi cuello hacia mi hombro derecho. ¡Todo mi
cuerpo es una porquería!
R: Bien, realmente parece como si todo su cuerpo estuviera intentado decirnos algo, especialmente respecto a su relación
de pareja, de modo que permítase recibir cualquier cosa que surja por si misma en este momento.
S: (Durante algunos momentos habla tentativamente de su relación con su pareja y entonces parece tener un quiebre, con
fuertes sollozos, sacudidas y llanto.)
R: (Ya que la respuesta emocional de ella amenaza con dejarla fuera de control) Eso está bien, puede continuar
permitiéndose sentir eso realmente tan fuerte como lo necesite, porque hay una parte de usted que puede observar con
sabiduría y mantenerla segura, de modo que pueda comprender qué le están diciendo esos sentimientos.
S: (Cae en sollozos tranquilos y finalmente en un silencio durante dos o tres minutos, aparentemente profundamente
ensimismada en si misma. Luego advierte con suavidad) Oh, mis mejillas están ardiendo, muy calientes ahora, ¿por qué?
Es como si estuviera avergonzada por algo. ¿Por qué estoy tan avergonzada?
Disociación terapéutica.
Rossi guarda absoluto silencio, para no interrumpir la absorción de ella.R: (Ella lo mira con los ojos muy abiertos, en
aparente expectación y mirando a R por una respuesta. Sus pupilas y sus ojos parecen dilatados y R responde
ansiosamente) Sí, me pregunto qué es. No sé si necesita mantener algo de eso en privado. Sólo continúe recibiendo lo que
venga a usted totalmente por si mismo ahora –sólo dígame lo que necesito saber realmente para ayudarla más.Fase 2:
Comunicación mente/cuerpo, resistencia, crisis y disociación terapéutica
En respuesta a la interrogante que la focaliza, la jaqueca atraviesa por una serie de transducciones sensorio-perceptuales,
desde un cintillo a un percatarse y cognición imprecisa. Su asombro y su focalización aparentemente empeoran por un
momento los síntomas y después lo transduce en un cuello tieso y sensaciones quemantes que se esparcen por sus
hombros.
No siempre está presente esta crisis momentánea, pero es similar a las crisis de histeria descritas en el siglo pasado.
(Aunque los pacientes modernos raramente atraviesan por las crisis histéricas floridas descritas con anterioridad; más bien
la crisis pequeña, como la descrita, es más propia de la típica vida psicosocial actual).
La sugerencia de disociación entregada antes sirve para modular la crisis emocional, dándole confianza que mientras
presente su acceso emocional recuperará memorias importantes y el logro de la curación y nuevos insights.
Ella responde a la disociación terapéutica con un trabajo interno concentrado, que la conduce a un azoramiento de
vergüenza. Solicita una respuesta a Rossi por lo que está experimentando, pero en lugar de interpretarle lo que sucede,
éste le sugiere continuar recibiendo esas experiencias y mantenerlas en privado. Esta es una forma de evitar, descargar o
debilitar la resistencia; puede experimentar las experiencias en privado, sin temor, informando lo que servirá al terapeuta
para ayudarla si es necesario. Mantiene, por lo tanto, el locus e control en ella, y puede facilitar por si misma su propio
proceso terapéutico en una forma más adecuada de lo que podría hacerlo un terapeuta ajeno a ella.S: (Permanece en
silencio durante algunos momentos y después con un lento movimiento de su cuello susurra) Me veo escribiendo una carta
al “Querido John”. No lo estoy reprochando a él o a mi misma. Siempre he sabido esto, siempre he sabido que realmente
no funcionaría entre nosotros, pero fue tan divertido para nosotros al principio que quise que continuara. Me doy cuenta
ahora que realmente somos personas muy diferentes. Disfruté mucho sus fiestas y sus amistades al principio, pero ahora
sé que soy diferente a ellos, necesito mi soledad -como cuando llega mi poema, como una niña pequeña tirando de mi
falda, y entonces escribo. Los poemas se han desvanecido todos de mi mente ya que nos hemos estado apagando juntos,
pero no puedo vivir sin mis poemas, ellos están en mi. Es sólo la dinámica, usted sabe, es sólo la dinámica la que no
funciona entre mi pareja y yo. Odio esas dinámicas pero es cierto, ¿usted sabe? La odio, pero es bueno saber lo que tengo
que hacer.
S: (Cierra sus ojos, mueve su cabeza lentamente y toma unas profundas inspiraciones de aire. Con una sonrisa torcida
dice:) Vea, le dije que me dí esa jaqueca -¡se ha ido completamente ahora! Me siento mucho mejor ahora, gracias. Oh, todo
el mundo de pronto parece más claro, realmente puedo ver esta habitación más claramente.
(Permanece en silencio durante algunos minutos y después mueve sus ojos y sus labios lentamente, como si estuviera en
comunión consigo misma. Finalmente dice:) Umm, sólo el trozo de una frase, está viniendo el comienzo de un poema,
realmente puedo sentirlo. Oh, gracias al cielo, es como una epifanía de un cristal de hielo claro en el momento de
derretirse con la primavera en el mar del norte.
R: (Ella parece haber encontrado su propia solución, pero R lo prueba tentativamente haciendo una broma) Oh,
¿¡realmente le escribirá “Querido John” y le dirá todas las dinámicas!?
S: (Responde juguetonamente) ¡Oh, no necio! ¡Solamente le escribiré una bonita carta -quién sabe- quizá un poema! El
sabe, el ya sabe la verdad y le enviaré la carta esta misma noche y al hacerlo realmente podré dormir esta noche. Oh, ¿qué
hora es? ¡Oh, estoy triste, tengo que irme! Me reuniré con mi grupo de mujeres esta tarde; ellas realmente comprenderán.
Después le escribiré la carta y la enviaré personalmente. Muchas gracias, usted realmente ha sido una ayuda, ¡aunque no
parece decir mucho!Fase 3: Insight, resolución de problemas
Experimenta diversos cambios espontáneos entre las modalidades cognitiva-emocional-identidad. Esta es la rápida
culminación de un cambio profundamente significativo de una serie de síntomas físicos en emociones, y la comprensión
cognitiva de un problema relacional que ahora es capaz de procesar en un modo óptimo, independientemente del
terapeuta, el cual sólo la apoyó y permitió que ocurriera un trabajo significativo en su interior.
La sensación de relajación y paz interna que reporta al finalizar la sesión indica que ha experimentado un cambio
terapéutico.
Desde este punto de vista puede comprenderse cómo los terapeutas pueden distorsionar las propias señales mente/cuerpo
del paciente, al entregar sugestiones de relajación al comienzo de la sesión terapéutica. Para Rossi, la ansiedad, la tensión
y los síntomas al inicio de la sesión son señales de disposición para hacer un trabajo terapéutico importante.
Como vemos en el ejemplo, Rossi alienta la experiencia del síntoma; el percatarse
consciente se enfoca en la sensación, con la esperanza que al estar la paciente inmersa
en “un caldero de sustancias informacionales del estrés” (Rossi, 1993), pueda llegar a su
consciencia la información disociada, bloqueada.
Rossi ha relacionado las fases de este proceso creativo con los ritmos ultradianos
«de desempeño óptimo en la curación en la terapia, así como también en la vida
cotidiana. El rol del terapeuta en la hipnoterapia centrada en el paciente es “arreglar” las
condiciones se modo que el paciente tenga la oportunidad de reconocer y aprender a
utilizar las cuatro fases de su proceso creativo» (Rossi, 1996, p. 214)
Rossi representa este proceso a través de la figura que se encuentra en la página
siguiente. Este autor indica:
«La figura ilustra un nuevo mapa de la naturaleza oscilante de la consciencia y el ser, ilustrando las
dinámicas ultradianas del ciclo de 90 minutos del soñar cuando estamos dormidos y el ciclo adaptativo de
actividad correspondiente de 90 minutos, pero [que es] muy variable, descanso y curación durante las horas
de vigilia. Muchas moléculas mensajeras hormonales del sistema endocrino, como la hormona de
crecimiento, la hormona activante y del estrés, el cortisol, y la hormona sexual testosterona, tienen una
cumbre ultradiana típica en diferentes momentos del ciclo de 24 horas. Debido a la muy variable y adaptativa
liberación de esas hormonas, se reconoce que tienen un impacto dependiente del estado profundo sobre la
memoria, el aprendizaje, las emociones y el comportamiento a lo largo del día, es importante que se
considere su relevancia en [la construcción] de nuevos modelos del proceso creativo en las artes, las ciencias
y las humanidades, así como también en el trabajo interno esencial de la psicoterapia. La figura ilustra las
cuatro fases del proceso creativo en la imaginación activa y la psicoterapia. Este proceso de cuatro fases en
la psicoterapia puede ser entendido como la utilización de los ritmos naturales de desempeño y curación que
ocurren naturalmente cada dos horas o más a lo largo del día. Las funciones psicológicas de Jung: Sensación,
Sentimiento, Intuición y Pensamiento están asociadas frecuentemente con las cuatro fases del proceso
creativo. Adviértase cómo la función del pensamiento a menudo aparece más apropiadamente solamente al
final del proceso, después que las funciones de la sensación, sentimiento e intuición han tenido una
oportunidad para acceder la sabiduría del cuerpo.» (Rossi, s/f) (Énfasis en el original)
Podemos apreciar en esta estrategia –al igual que en el “escalamiento del síntoma”
(Rossi, 1986/1993, 1996)– una similitud con la técnica del “focusing en seis pasos” de
Gendlin (Gendlin, 1999; Greenberg et al., 1996); puesto que en ambas estrategias se usa
la sensación corporal a la cual le falta el referente cognitivo como la guía del trabajo
terapéutico. Sin embargo, existe una diferencia entre ambas estrategias: mientras Rossi
confía en la “sabiduría” del inconsciente en el proceso terapéutico, la terapia experiencial
no usa la metáfora del inconsciente, sino que persigue una simbolización consciente.
No cabe duda que esta es una preferencia de los enfoques, que no aporta ni quita
a la estrategia en si misma; en ambos casos los resultados dependen del propio cliente y
de la pericia del terapeuta para acompañar y guiar al cliente en su proceso.
Como puede apreciar el lector, en el ejemplo de Rossi, se está usando el lenguaje
hipnótico indirecto de Erickson y conceptos de la hipnoterapia (disociación) para facilitar
el proceso de “toma de conciencia” en la paciente. Una vez que la información
bloqueada, disociada, llega a la conciencia de la cliente, pueden usarse otras estrategias
para facilitar la integración de esa información en la creación de una nueva identidad (del
si-mismo).
Otra estrategia de Rossi, como el “trabajo de polaridades” (Rossi, 1996) nos
recuerda el trabajo con las sillas vacías de Fritz Perls (Greenberg et al., 1996). Ahora Rossi
usará las manos y los fenómenos ideodinámicos para reemplazar el trabajo con las sillas
de Perls; pero el objetivo es el mismo: integración de aspectos disociados de la
experiencia del cliente.
Desde el punto de vista de la naturaleza ultradiana de la experiencia hipnótica,
Rossi está trabajando durante la “fase alta” de la hipnosis. En respuesta a una pregunta
acerca de este modo de trabajo (tan contrapuesto a la visión del cliente “dormido”
durante el trance), Rossi responde:
«Me gusta creer que estoy usando el enfoque naturalista y de utilización de Erickson, en el cual el
terapeuta reconoce y facilita cualquier estado de consciencia y ser que el paciente esté experimentando en
ese momento. Esto es muy diferente, por ejemplo, de muchos de los enfoques corporales, que presionan para
la expresión de la rabia y los afectos, donde la idea es que la catarsis es terapéutica en si misma. Las
Preguntas de Acceso Básico, tienden, sin embargo, a evocar estados de activación [arousal], debido a que
requieren que el paciente haga alguna clase importante de trabajo interno. Aunque el acercamiento
hipnoterapéutico tradicional comienza sugiriendo relajación, comodidad e incluso sueño, la mayoría de los
terapeutas tienen en mente eso, pronto focalizarán la atención del paciente en el trabajo interno del cambio
terapéutico que es necesario que ocurra. Las fases activas de la mayoría de las formas de psicoterapia
requieren usualmente alguna forma de activación u otra para facilitar la fase de transición crítica que el
paciente necesita atravesar.» (Rossi, 1996, p. 208)
Uno podría preguntarse, ¿y cuál es el nuevo aporte de Rossi, ya que los terapeutas
experienciales vienen haciendo lo mismo hace años?
Mi respuesta es la siguiente: puede ocurrir en la terapia experiencial que el cliente
tenga dificultades para trabajar en forma directa y consciente esos aspectos disociados
de si mismo, con lo cual puede resultar muy difícil aplicar el enfoque vivencial. La
introducción de un constructo como el “inconsciente creativo”, aunado al lenguaje
indirecto de influencia terapéutica (Erickson y Rossi, 1979) y la experiencia de fenómenos
ideomotores involuntarios que “hablan” desde dentro del cliente, crea una especie de
“profecía de autocumplimiento” respecto a que una parte interna del cliente continuará
haciendo el trabajo aunque el cliente no se percate de ello. Asimismo, la experiencia de
fenómenos involuntarios ayuda a debilitar los esquemas mentales rígidos, y se posibilita
una mayor disposición a colaborar en el proceso terapéutico.
El aporte de Rossi en su integración de la hipnoterapia de Erickson con una terapia
más vivencial no solamente se encuentra en el trabajo con los síntomas psicosomáticos,
sino que también la extrapola a su trabajo con los sueños (Rossi, 1998/2000), un área
propia de la terapia jungiana y que también está presente en la terapia gestáltica.
Asimismo, a la vez que desde la perspectiva de Rossi podemos estar haciendo un
aporte a la terapia experiencial al suministrarle otros medios para alcanzar sus objetivos
terapéuticos, los terapeutas ericksonianos harían bien en incorporar a su arsenal de
estrategias terapéuticas las diversas técnicas desarrolladas en el enfoque experiencial,
especialmente en aquellos casos en que la sola palabra “hipnosis” suscita renuencia a
cooperar en el cliente.
Desde el punto de vista de la integración en psicoterapia para la construcción de la
terapia eficaz que postulan Miller y sus colaboradores, mientras más técnicas o
estrategias posea el terapeuta y que encajen con la teoría del cambio que posee el
cliente, estaremos entregando un mejor servicio a nuestros clientes.
Surge entonces una pregunta de rigor: ¿y cómo se relaciona esto con el legado de
la pragmática de Erickson que abogaba por una terapia breve, cuando históricamente ha
ocurrido que las terapias que involucran a las emociones tienden a alargar los
tratamientos?
Mi respuesta es simple: la terapia breve no tiene relación solamente con un
número mínimo de sesiones; la terapia se abrevia cuando el terapeuta y el cliente han
co-construido metas que tengan sentido para el cliente, y el terapeuta y el cliente se
esfuerzan por alcanzar dichas metas. Los modos a través de los cuales se alcanzan las
metas no hacen a la terapia más o menos breve.
Desde el punto de vista de una terapia eficaz, “breve” no tiene relación con el
número de sesiones, sino que es un concepto de eficacia: maximizar la efectividad en el
menor tiempo posible. (Duncan et al., 1997).
Sin embargo, en la proposición de integración que he presentado en este capítulo,
no comparto la idea de Greenberg respecto a que existe una “tarea general” subyacente
a la terapia, “conocerse más a si mismo” o propender a la mayor integración del cliente
en la terapia. Esa es una elección del cliente, no del terapeuta.
Infortunadamente los teóricos de la psicoterapia (léase iniciadores de un enfoque)
suelen caer en la trampa de los enfoques”tradicionales” que suponen han superado: que
existe un único enfoque que dará respuesta a la mayoría de los problemas humanos. La
complejidad de la experiencia humana se resiste a ser encasillada. El desafío para la
psicoterapia es la facilitación de contextos que promuevan el amplio desarrollo del ser
humano, para lo cual se requieren terapeutas flexibles que puedan adaptarse a las
múltiples necesidades de sus clientes.
Quizá éste es el lugar oportuno para recordarles a los terapeutas que se adscriben
al “enfoque ericksoniano” la tan popular reflexión de Erickson:
“Cada persona es un individuo único. Por consiguiente, la psicoterapia debiera ser formulada para
acoger la singularidad de las necesidades del individuo, en lugar de amoldar a la persona para que se adapte
al lecho de Procrusto de una teoría hipotética del comportamiento humano”. (Zeig y Gilligan, 1992, p. 22)
Notas:
1
Agradezco a mi amigo y colega, Patricio Elgueta, la revisión y sus comentarios de este capítulo.
2
Aspecto que hemos tratado en otros capítulos de este libro.
3
Anderson (1999) ha escrito lo siguiente:
«Hoy es innegable la influencia de la terapia familiar sobre la psicoterapia en general […] La terapia familiar abrió el
espacio para un cambio paradigmático que mudó a la psicoterapia desde su anclaje en la pregunta del por qué (una
perspectiva unidireccional, de causa-efecto, orientada hacia el pasado) hasta un nuevo anclaje en la pregunta del qué
(centrada en las conductas, la comunicación, el lenguaje, las creencias). Este nuevo paradigma llevó sobre todo a
reconocer la contextualización de la conducta humana, y a comprender al individuo en relación con otros. En lugar de ver
la conducta desde una perspectiva intrapsíquica, se le ve en el contexto de los sistemas, y el intento se desplaza al marco
de referencia interaccional o interpersonal dentro del cual ocurre la conducta, anormal o problemática. Este cambio
permitió describir, explicar, localizar y, por lo tanto, tratar los problemas en forma diferente. La terapia familiar también
“hizo público” el proceso de la psicoterapia, que dejó de ser un suceso secreto y sagrado, para convertirse en un tema de
estudio, observación e intercambio; quizá sea esta la contribución más importante de la terapia familiar a la incesante
cadena de transformaciones teóricas y clínica.» (p. 57-58) (Énfasis en el original)
4
En un artículo de Guidano (1998) en el cual describe a grandes rasgos su terapia constructivista, enuncia las siguientes
fases del proceso terapéutico: Fase 1: Preparación del contexto clínico interpersonal; Fase 2: Construcción del contexto
terapéutico; y Fase 3: Realización del análisis evolutivo.
Llama mi atención como ese autor ha prefijado de antemano la duración de cada fase de tratamiento: Fase 1, “un mínimo
de 1-2 sesiones y un máximo de 7-8” (p. 140); Fase 2, que se divide en dos subfases: “Enfoque y reordenamiento de la
experiencia” que “puede durar de 4 a 8 meses” (p. 142); y “Reconstrucción del estilo afectivo del cliente”, “que puede
durar de 3 a 7 meses” (p. 144). La Tercera Fase de la terapia, “dura entre 3 y 6 meses y tiene lugar durante el segundo año
de la terapia” (p. 146).
5
Esto no significa que el terapeuta acepte las ideas socialmente objetables del cliente. Sin embargo la pericia del
terapeuta le puede permitir trabajar con esas metas. Se sugiere revisar el capítulo del volumen de DeJong y Berg (1998)
respecto a las metas bien construidas en terapia.
6
Keeney y Ross (1987) ha denominado marco político de referencia a la organización cibernética de la comunicación en
los sistemas de vínculos humanos.«La orientación estratégica de Jay Haley y la perspectiva interaccional de Watzlawick y
colaboradores, entre otrosa portes, se comprenden con más claridad dentro de este marco, a saber, que ponen el acento
en la política de la comunicación: quién-hace-qué-a-quién-cuando; o más específicamente, la organización cibernética de la
terapia. […] Ahora bien, un marco político de referencia no necesariamente implica poder social o jerarquías. Estos
términos son en realidad marcos semánticos que confieren sentidos a marcos políticos de referencia. […] Una pauta
secuencial de conducta indica un marco político de referencia, pero describir esa misma secuencia en función de poder
social nos desplaza a un marco semántico de referencia: estas descripciones de poder social nos dicen más sobre el modo
en que un terapeuta construye significados, que sobre la organización de un contexto terapéutico. […] Los terapeutas
abordan una gran diversidad de marcos específicos, pero todos utilizan marcos de referencia así semánticos como políticos.
Este distingo es el principal instrumento que permite levantar un mapa de la terapia en tanto es una oscilación pendular
entre aquellos y estos. Es cierto, sin embargo, que algunos terapeutas prefieren una clase de marco a la otra. Pero si en sus
descripciones ponen unos el acento en acento en el significado de sucesos pasados, presentes y futuros, mientras que los
otros lo ponen en la política de los sucesos pasados, presentes y futuros, todos emplean marcos de referencia tanto
semánticos como políticos. […] Todas las terapias familiares sistémicas incluyen significados semánticos aunados a las
pautas políticas que organizan la interacción social. Por desdicha, algunas de las teorías sobre terapia familiar sistémica
han dejado de lado el marco semántico. Los terapeutas de esta orientación tienen que reinstituir el valor de la semántica
poniendo el acento en su interrelación con los marcos políticos. Las diversas terapias familiares sistémicas obedecen a
pautas en que los marcos políticos y semántico se entretejen, y por ese camino construyen realidades terapéuticas.» (p.
26-27, 29, 33)
7
Obsérvese la similitud de este aserto con la concepción que tenía Erickson de los problemas humanos. «Los pacientes
tienen problemas debido a sus limitaciones aprendidas. Están atrapados en esquemas mentales, marcos de referencia, y
sistemas de creencia que no les permiten explorar y utilizar sus propias habilidades en su beneficio. Los seres humanos
aun en el proceso de aprender a usar sus potenciales. La transacción terapéutica crea idealmente un nuevo mundo
fenoménico en el cual los pacientes pueden explorar sus potenciales, libres en algún grado de sus limitaciones
aprendidas.» (Erickson y Rossi, 1979, p. 2)
8
Un marco semántico, según los conceptos de Keeney y Ross (1987).
9
“Procesual” de proceso. La terapia experiencial propuesta es una terapia que coloca el acento en el proceso de la
construcción de significados.
10
Y que en el contexto histórico de Erickson cuando comenzó a desarrollar su enfoque terapéutico significaban terapias de
larga duración, que no siempre eran eficaces.
11
Lo cual es congruente con su formación en psicología profunda; y que refleja también la noción de causalidad lineal en
esos modelos terapéuticos.
12
Referido a la memoria, aprendizaje y comportamiento asociado al estado. Cuando por diversos motivos la persona
experimenta estrés, los eventos mentecuerpo asociados a ese estado pueden quedar disociados de la consciencia una vez
que las moléculas informacionales del estrés (que encodifican memoria y aprendizaje) son retiradas del torrente sanguíneo.
13
Lo cual es congruente con la raíz existencial de la terapia experiencial: se busca que el individuo se haga responsable de
si mismo y sus acciones en su ser-en-el-mundo; en cambio la metáfora del inconsciente implica un aspecto relativamente
autónomo en el psiquismo.
14
En mi experiencia clínica, cuando uso las estrategias de Perls, he podido observar que los clientes, al estar inmersos en
la tarea terapéutica, presentan una serie de indicadores corporales que suelen presentarse en un estado “alterado” o
especial de consciencia propio de la experiencia hipnótica.
15
Que tienen la forma de una directiva implicada (Erickson, Rossi y Rossi, 1976; Erickson y Rossi, 1979)
16
Y al hacer esto, quizá podamos motivar a los terapeutas experienciales para que comiencen a tomar en consideración
que a veces también es necesaria una mirada interaccional (sistémica) para ayudar a los clientes a alcanzar sus metas. Así
como podemos “acusar” a la terapia estratégica querer mirar de un único modo los problemas humanos (“reduccionista”),
lo mismo puede decirse de la terapia experiencial.
17
Auque si hacemos preguntas para ayudar a la “buena”construcción de esa meta (DeJong y Berg, 1998), podríamos
considerarla para ese paciente en particular.
El modo en que Hammond expone sus ideas, podría inducir al lector a suponer que
la “hipnosis” o la “hipnoterapia” son curativas en si mismas. Y si uno fuera un neófito en
este campo podría estar tentado a hacer uso del recetario de Hammond (y otros
similares) y comenzar a “administrar” esos “medicamentos lingüísticos” a los pacientes…
Es probable que los resultados sean bastante pobres.
Dentro de la tradición modernista en psicología y sus aplicaciones a la salud, los
profesionales andan en búsqueda de “técnicas” para aplicar a sus pacientes; y se olvidan
que el hipnotismo implica establecer una relación de colaboración con el paciente. De
hecho, la administración de medicamentos en medicina implica que el médico establezca
una buena relación con el paciente, a la vez que le informa acerca de la acción de dicho
medicamento, si busca que los pacientes tengan adherencia al tratamiento.
Pareciera que una medicina como la actual centrada en la tecnología, en donde los
pacientes parecen importar poco como personas, también ha contagiado a los
profesionales de la salud mental que se desempeñan en esa área. Amén del
desconocimiento en los ambientes médicos respecto a la hipnoterapia actual.
En este capítulo expondré el modo en que concibo el papel de la hipnoterapia de
utilización en el área de la salud; y cuál es su papel como coadyuvante de los
tratamientos médicos.
Para ayudarme en este propósito, permítaseme citar a Erickson:
«En obstetricia, como en ningún otro campo de la medicina, la paciente ocupa un rol dominante
durante meses como un individuo que atraviesa una larga alteración progresiva, no sólo somáticamente, sino
que también psicológicamente, en las relaciones personal, social, económica y temporal. Se colocan en juego
durante el embarazo, así como también en el parto, una multitud de fuerzas derivadas de la personalidad
como un todo y de las actitudes especiales, creencias, comprensiones, aprendizajes y condicionamientos
adquiridos durante la vida del paciente.» (Erickson, 1950/1980, p. 224-225)
«[…] el dolor es una experiencia subjetiva inmediata, abarcadora de su atención, angustiosa, una
experiencia incontrolable para la persona misma. Sin embargo, como resultado de los eventos experienciales
de su vida pasada, se han estructurado dentro del cuerpo –aunque no totalmente reconocidos– ciertos
aprendizajes psicológicos, fisiológicos y neurológicos, asociaciones y condicionamientos, que hacen posible
que el dolor sea controlado e incluso abolido.
[…] Para hacer uso de la hipnosis en el tratamiento del dolor, uno necesita observar el dolor en una
forma muy analítica. El dolor no es un estímulo nocivo sencillo. Tiene ciertos significados temporales,
emocionales, psicológicos y somáticos. Es una fuerza motivacional poderosa en la experiencia de vida. Esta
es una razón básica para buscar ayuda médica.
El dolor es un complejo, un constructo, compuesto del dolor anterior recordado, de la experiencia del
dolor presente, y de dolor anticipado en el futuro. Así, el dolor inmediato es aumentado por el dolor anterior y
acrecentado por las posibilidades de dolor futuro. El estímulo inmediato es solamente un tercio central de la
experiencia total. Nada intensifica tanto al dolor como el temor a que se presente en el mañana. Es
incrementado igualmente por el reconocimiento que el mismo dolor o uno similar fue experimentado en el
pasado; esto y el dolor inmediato vuelven al futuro aun más amenazante. A la inversa, la comprensión que el
dolor presente es un evento único, el cual llegará definitivamente a un final agradable, sirve mucho para
disminuirlo. Puesto que el dolor es un constructo, es más fácilmente vulnerable a la hipnosis como una
modalidad de tratamiento exitoso, que si fuera simplemente una experiencia del presente.
El dolor como experiencia se vuelve también más susceptible a la hipnosis debido a que varía en su
naturaleza, intensidad y, por consiguiente, a lo largo de las experiencias de vida adquiere significados
secundarios resultando en variadas interpretaciones del dolor. De este modo, el paciente puede referirse a su
dolor en términos temporales, tales como transitorio, recurrente, persistente, agudo o crónico. Estas
cualidades especiales de cada uno ofrecen variadas posibilidades de acercamiento hipnótico.
El dolor también posee ciertos atributos emocionales. Puede ser irritante, inevitable, molesto,
incapacitante, amenazante, intratable, o vitalmente peligroso. Cada uno de estos aspectos guía a ciertos
marcos psicológicos mentales, con variadas ideas o asociaciones, cada uno ofrece oportunidades especiales
para la intervención hipnótica.» (Erickson, 1967/1980, p. 237, 238-239) (Énfasis añadido)
Notas:
1
Me parece especialmente relevante la sistematización que han hecho en el CFTB de Milwaukee acerca de la relación
cliente-terapeuta; es decir, el grado de motivación del cliente para el cambio.
2
En el “mundo ericksoniano” hay terapeutas que han querido ver en las metáforas y anécdotas de Erickson una similitud
con las narrativas de Epston y White. Permítaseme citar a Epston (1989): «[Respecto a los orígenes de mi trabajo] Hasta
entonces, el único antecedente con el que contaba eran las historias clínicas de Milton Erickson y estoy seguro que este
trabajo está claramente en la misma línea de ideas. Sin dudas, aquellas historias eran monológicas y reflejaban la posición
que yo mismo había adoptado entonces en mi práctica clínica. A medida que mi discernimiento fue creciendo, gracias a los
enfoques feministas y a algunas ideas de Foulcaut, fui adoptando como supuesto guía la idea de que la terapia familiar y
cualquier terapia relacionada con las cuestiones familiares establece relación de poder. También yo fui abandonando los
“relatos desarrollados en la terapia” o las “metáforas terapéuticas”, como finalmente se denominó, para volcarme a la
creciente “terapia narrada”, es decir, aquella que fomenta el diálogo y en la que el terapeuta abandona el papel
privilegiado de autor y lo comparte con el paciente. El “texto” que adquiere la forma de cartas pasa a ser propiedad de la
familia.» (p. 14)
3
Véase el artículo de Geyerhofer y Komori (1999) y Selekman (1996)
4
Sugiero la lectura del artículo de Nardone y Salvini (1999), donde exponen los principios que guiaron dicha investigación
en el Centro de Terapia Estratégica de Arezzo.
5
Empero, creo que el aporte de Nardone a la terapia breve puede verse obstaculizado por el estilo literario de ese autor.
«Sin embargo, como lamentablemente no tengo a mi disposición el texto en su lengua original […], me es imposible
averiguar si el estilo pedante con que Nardone describe las intervenciones terapéuticas en la sesión y la prescripción de las
tareas, se debe a un traductor traidor o al estilo propio de comunicarse del autor. Si fuera el segundo caso, sería
simplemente un botón de muestra de por qué los terapeutas breves suelen ser acusados de fríos, manipuladores y
tramposos. En una nueva edición de esta interesante y útil obra, los editores debieran cuidar ese aspecto que puede alejar
a potenciales usuarios que podrían beneficiarse con ese tipo de terapia, así como a los terapeutas interesados en aprender
terapia breve.» (Pacheco, 2001c, p. 27)
6
Los miembros del Grupo de Milwaukee se han preocupado de evaluar los resultados de su enfoque de terapia; véase
DeJong y Berg (1998).
7
En Chile aun no existe una legislación de este tipo para proteger los derechos de los pacientes en salud mental. Sin
embargo, en los últimos años se han introducido una serie de modificaciones en la legislación sanitaria para proteger a los
pacientes, e incluso se han modificado recientemente los requisitos para ingresar a los pacientes a un hospital psiquiátrico.
Por lo tanto, podemos esperar, para el bien de los clientes que acuden a psicoterapia, que también se legisle en torno al
consentimiento informado en la terapia psicológica.
Un signo de una mayor preocupación por la ética, que proviene de los mismos psicólogos, es la formación de la Comisión
Nacional de Acreditación de Psicólogos Clínicos. Puesto que en Chile no es obligatorio estar matriculado o asociado a la
Asociación de Psicólogos para ejercer como tal, la Asociación [Colegio] de Psicólogos y la Sociedad Chilena de Psicología
Clínica, conjuntamente con un grupo de Universidades que imparten la carrera de Psicología, conformaron dicha Comisión,
cuyo objetivo es otorgar la acreditación como psicólogos clínicos a esos colegas que hayan recibido la formación teórica y
clínica (supervisión clínica) que les posibilita atender pacientes. Esa formación clínica se obtiene en estudios de postítulo
con una duración mínima de 2 años, impartida por instituciones debidamente reconocidas por esa Comisión, o por una
formación clínica con un supervisor clínico debidamente acreditado por la Comisión. Actualmente, el servicio de salud
pública que co-financia la atención de los pacientes, reconoce como psicólogos clínicos a aquellos psicólogos debidamente
acreditados; situación que también está repitiéndose en las instituciones de seguros médicos privados (Isapres).
El Instituto Milton H. Erickson de Santiago (Centro Para el Desarrollo de la Psicoterapia Estratégica Breve) está acreditado
desde el año 1996 ante la Comisión como una institución que forma especialistas clínicos en terapia breve ericksoniana.
8
Se sugiere revisar a Matthews et al. (1998) respecto a la evaluación empírica de la amnesia como consecuencia de las
metáforas entrelazadas.
9
Véase el artículo de Scheflin (1997)
10
Algunos ejemplos de esa actitud de los terapeutas en esos tiempos, se refleja en los textos de Anderson y Stewart (1988)
y Bergman (1991).
11
Por ejemplo, Masson se refiere a Carl Rogers como un “dictador benevolente.”
12
Erickson le prescribe a una paciente soltera que vaya a su casa, que se desnude y observe el parche de piel que tiene
entre las piernas.
13
Masson escribe, «A pesar de querer representar al prudente y bondadoso sabio de las leyendas orientales, Erickson era
en realidad un siquiatra, armado con todos los poderes de la medicina y la psiquiatría.» (1991, p. 239-240)
14
Duncan et al. (1997) proponen reemplazar la expresión “intervención” por invención. Exponen su posición del siguiente
modo: «Intervenir es “interponerse por medio del impedimento o la modificación”. Al igual que “entrevista”, implica que se
hace algo a los clientes, más que con ellos, y en consecuencia sobre-enfatizar la pericia técnica del terapeuta, retratando
en forma inadecuada lo que hace exitosa a la terapia. “Intervención” no captura la dependencia de la técnica de los
recursos e ideas del cliente o cómo la técnica que es exitosa en cuanto emerge de la evaluación positiva del cliente de la
relación y que se acomoda a la teoría del cambio que posee el cliente. Estamos a favor de las palabras “invento” e
“invención.” Inventar es “encontrar o descubrir, producir por primera vez a través de la imaginación, el pensamiento
ingenioso y el experimento.” Toda técnica que es usada por primera vez, inventada por los clientes para que encaje en sus
circunstancias.» (p. 62-63)
15
Los autores usan la metáfora explicativa de la asimetría cerebral como fundamento científico de su propuesta.
16
Véase Flores (1999) en la utilización de la respuesta sanadora ultradiana en hipertensión esencial
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