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Vygotski revisitado: Una historia crítica de su contexto y legado
Vygotski revisitado: Una historia crítica de su contexto y legado
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Vygotski revisitado: Una historia crítica de su contexto y legado

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About this ebook

El libro se integra en dos momentos diferentes, el primero, que es su aspecto esencial, expresa una nueva interpretación del legado de Vygotski e integra innumerables fuentes antes desconocidas sobre ese legado. El segundo momento del libro es en sí mismo otro libro, y está orientado a presentarnos la historia sobre como el pensamiento de Vygotski entró y se desarrolló en tres países: Argentina, México y España. Este libro nos trae a un Vygotski desconocido en muchas de sus facetas y muy poco conocido en el último momento de su obra, entre 1930 y 1934, quizás el período más fecundo de su pensamiento. Zavershneva en uno de sus capítulos expresa con especial claridad una novedad indiscutible de este libro: "Sin duda el valor científico de los documentos del archivo consiste no solo en que ahí están expuestos las ideas y planes de L. S. Vygotski no realizados, sino que ayudan a trazar el proceso de su pensamiento. Lo más interesante no solo son las cadenas de su razonamiento, sino los saltos del pensamiento, los destellos repentinos de su agudeza, las rupturas en la argumentación". (Cap. 5, p. 110). "Este libro es imperdible; ofrece una nueva interpretación de las tesis y de los problemas que se planteó Vygotski entre 1932 y 1934, muestra un pensamiento nada lineal sino atravesado por revisiones y críticas, y brinda una muy cuidadosa reconstrucción histórica de la recepción de las ideas vygotskianas en los países iberoamericanos." José Antonio Castorina –Universidad de Buenos Aires–. "Este volumen presenta el legado de Vygotski sin caer en un seguidismo hagiográfico. Se echaba de menos una historia crítica de las condiciones de producción, de difusión y de recepción de su producción." Alberto Rosa –Universidad Autónoma de Madrid–. "El reciente libro de Yasnitsky, van der Veer, Aguilar y García es algo realmente a celebrar. Refuerza de manera provocativa, polémica y aguda la necesidad, no siempre advertida, de refinar nuestras lecturas de la obra vygotskiana." Ricardo Baquero –Universidad de Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes–. "Conocer al Vygotski que duda y se revisiona a sí mismo y cuestionar las lecturas más habituales que se han hecho y se hacen aún de su obra es algo que ningún vygotskiano debería perderse. Aunque polisémico y abierto a la polémica, el Vygotski que aquí aparece è vero è ben trovato. Para mí, imprescindible." Pablo del Río –Fundación Infancia & Aprendizaje–.
LanguageEspañol
Release dateMar 5, 2019
ISBN9788416467419
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    Vygotski revisitado - Efraín Aguilar

    libro.

    PARTE I.

    Contextos y personas

    Capítulo 1

    El arquetipo de la psicología soviética: del estalinismo de los años 1930 a la ciencia estalinista de nuestros días

    Anton Yasnitsky

    La psicología rusa emergió del rico historial filosófico, artístico y científico de la cultura rusa de fin de siècle y se institucionalizó como disciplina científica prácticamente al mismo tiempo que la psicología académica echó raíces en Occidente. Sin embargo, en las primeras décadas de su desarrollo la psicología en Rusia puede ser mejor descrita como una adaptación más o menos exitosa de la tradición occidental. Quizás la única contribución original de los académicos rusos a la psicología internacional fue su enseñanza sobre los reflejos condicionales que fue desarrollada por dos grupos de investigación importantes asociados con Iván Pávlov y Vladímir Béjterev. El estado de la psicología en el Imperio Ruso (esto es, antes de 1917) es, quizás, mejor comprendido dentro de un continuum entre dos extremos que no pertenecen al campo de la propia investigación científica, pero que determina mucho su existencia en el contexto histórico, social y cultural. Los dos extremos son, por un lado, la filosofía y, por el otro, la industria humana, entendida ampliamente como un rango de actividades sociales organizadas hacia el logro de ganancias materiales. Dado que la psicología como disciplina científica es la unidad inseparable de los estudios teóricos y empíricos –experimentales (in vitro) y aplicados (in vivo)– el continuum puede ser estructurado en varios estratos representados como filosofía-teoría psicológica general-investigación empírica-práctica social (ver Tabla 1).

    Tabla 1. Componentes estructurales de una disciplina científica en el contexto social.

    La psicología en la Rusia imperial tardía se manifestó como tres disciplinas bastante distintas y tipos relacionados de agencia social.

    Primero: La psicología académica especulativa típicamente alojada en los departamentos universitarios de filosofía y extremadamente crítica hacia cualquier psicología empírica. De hecho, a pesar del proclamado interés por la psicología, los defensores de este enfoque eran filósofos profesionales o intelectuales filosofantes dentro de un amplio rango de otras esferas prácticas intelectuales, desde las ciencias sociales y humanas hasta los oficios no científicos como las artes, la teología o la práctica psiquiátrica.

    Segundo: La psicología empírica, que usaba con amplitud los métodos experimentales de laboratorio de tipo científico-natural para investigar los llamados procesos psicológicos inferiores y que, al mismo tiempo, con frecuencia permitía especulaciones teóricas para explicar los procesos y fenómenos psicológicos superioresespirituales, culturales, supraindividuales, u orgánicos por naturaleza– que los defensores de este enfoque no creían ser accesibles por los métodos de la investigación cuantitativa positivista puramente científica. Por lo tanto, los dos marcos típicos para estas especulaciones eran el vitalismo o el espiritualismo que postulaban la primacía de la vida y el espíritu como principios explicativos básicos de estas teorías.

    Tercero: La psicología aplicada, que sobre todo buscaba resolver problemas prácticos fuera del propio campo académico y directamente relacionados con la práctica social, con predominio en las esferas de la educación y el cuidado de la salud. A veces, los representantes de esta rama ocupaban cátedras universitarias y participaban en la academia tradicional, pero a pesar de su posible participación en las discusiones teóricas y los estudios de laboratorio, su prioridad definitiva era la agencia transformadora de uno u otro segmento de la práctica social.

    Por lo tanto, aunque la psicología rusa al borde de 1917 parece haber estado bien representada por unos cuantos intelectuales en un amplio rango de instituciones y organizaciones nacionales, de hecho hubo tres tipos de psicología muy fragmentados y a menudo rivales, por no hablar de grupos competitivos, camarillas y clanes dentro de cada uno de estos tipos. La separación entre las tres psicologías era enorme y requería un cambio en verdad revolucionario en la conciencia profesional, en la autoidentidad y la práctica social de los psicólogos. La psicología rusa como disciplina científica unificada con sus conceptos originales y los métodos innovadores de su aplicación, le debe prácticamente todos sus logros a la era soviética y, sobre todo, al periodo de los turbulentos años 1920-1930, cuando fueron sentadas las bases de la psicología soviética tal como la conocemos hoy.

    Disciplinas psiconeurológicas en la Unión Soviética de los años 1920

    Las revoluciones de febrero y octubre de 1917 cambiaron dramáticamente toda la estructura de la sociedad rusa y dieron acceso al poder, a la administración y al ascenso social a gran variedad de habitantes del país, tales como la minoría judía que durante el imperio ruso tenía muy limitadas oportunidades de acceder a la educación o a puestos financiados por el Estado, hasta antes del levantamiento bolchevique de octubre y su ascenso al poder. A este respecto son bastante características las carreras de Liev Vygotski y Aleksandr Luria, para quienes el acceso a la educación universitaria antes de la revolución habría significado la necesidad de superar la cuota de 3% para los judíos y, por otro lado, la votación al azar durante el proceso de selección de los candidatos, por contraste al acceso libre y abierto a puestos gubernamentales de diversos tipos después de la revolución bolchevique. Los bolcheviques valoraban muy en alto la ciencia y la tecnología como vehículos muy importantes de la modernización social y de la progresiva transformación de la industria y la economía nacional (Kojevnikov, 2004; Krementsov, 1997). Además, el tema del reconocimiento oficial de la URSS era una de las prioridades nacionales del nuevo Estado, y el impacto de la diplomacia cultural –incluido el intercambio científico internacional– en la reputación del país y la propaganda del proyecto soviético de la transformación social radical difícilmente podían ser subestimados (David-Fox, 2012). El ejemplo del único premio Nobel ruso en 1917 Iván Pávlov es bastante revelador: no solo le convencieron los bolcheviques de no abandonar el país después de la revolución, sino que le dotaron de condiciones en extremo favorables para vivir y trabajar, lo que finalmente lo condujo de una crítica absoluta al nuevo régimen hacia un apoyo moderadamente entusiasta del gobierno bolchevique (Todes, 1995, 2014).

    La década de los años 1920 puede ser descrita sin exageración alguna como el periodo del crecimiento intensivo –incluso el florecimiento– de la psicología rusa. Fue entonces que la nueva generación de jóvenes intelectuales y activistas emergió, inspirada en las ideas nietzscheanas de la revaluación radical de toda la estructura social, incluida la promesa de una nueva ciencia del hombre y su papel decisivo en la transformación del mundo. Así, una de las tareas clave de la etapa posrevolucionaria era la utópica remodelación del hombre, la creación de un nuevo tipo de persona, que dominaría su naturaleza y descubriría los aún desconocidos potenciales del ser humano.¹ Estas ideas estaban basadas en la omnipresente creencia posrevolucionaria de la posibilidad del crecimiento personal prácticamente ilimitado y en la actitud activa, creativa hacia el mundo. Por ello, el discurso público de la ciencia soviética, la ficción y los medios de comunicación a menudo regresan al tema de las características específicamente humanas que distinguen al homo sapiens de las otras especies biológicas, la naturaleza de los seres humanos y las formas de superarla, y las leyes específicas no naturales, esto es, culturales del desarrollo humano que no son heredadas y genéticamente predeterminadas, sino que son formadas mediante la sociedad, el arte y la cultura.

    A mediados de los años 1920 se formó una estructura de cuatro niveles de la organización social de la psicología soviética y ciencias afines. Esta estructura ligó filosofía y práctica y abarcó: 1) Filosofía marxista y materialismo dialéctico como base filosófica de la psicología general; 2) Psicología general como teoría científica de alto nivel; 3) Disciplinas psicológicas aplicadas (por ejemplo, paidología o psicotecnia, equivalentes aproximados a estudios en niños, y psicología industrial y vocacional, respectivamente) y, 4) Institutos y prácticas sociales (medicina, educación, industria, etc.) (ver Tabla 2; por conveniencia no está representada la psicología experimental de laboratorio). Algunas de estas disciplinas teóricas y aplicadas se originaron en Occidente y fueron importadas del extranjero por académicos y practicantes rusos antes de la revolución bolchevique de 1917, sobre todo de Europa occidental y Norteamérica. Estas incluyen paidología (referida de modo alternativo como psicología pedagógica o pedagogía experimental), psicotecnia, psicoterapia y psicohigiene (conocida en Norteamérica como higiene mental).² Por otro lado, fueron creadas algunas ramas disciplinarias soviéticas originales como la reflejología, también conocida como reflexología, de V.M. Béjterev (originalmente, psicología objetiva de Béjterev del periodo prerrevolucionario que, bajo la insistencia de su creador, radicalmente se apartó de la original y con rapidez cambió su marca después de la revolución bolchevique) (Béjterev, 1925; Bekhterev, 1933). Otros ejemplos son la reactología de K.N. Kornílov y la defectología que fue entendida como un complejo organismo científico-práctico para superar los defectos de los niños: físicos, mentales y psicológicos por igual.

    Acorde a la practicidad exigida por los bolcheviques a la ciencia, fue la práctica la que se convertiría en criterio de la verdad y la utilidad –bastante de acuerdo con los postulados del marxismo, que, de hecho, era el segundo requisito del poder bolchevique para la ciencia. En realidad, el requisito de la practicidad podría ser interpretado como un desafío directo a la ambición de la filosofía de ofrecer un punto de vista teórico pero, sin duda, era la extensión de las ideas de Marx del papel de la filosofía en la transformación radical y revolucionaria del mundo, en oposición a su comprensión tradicional como empresa puramente especulativa y teórica. El papel a jugar de la psicología en esta transformación social era muy especial y altamente importante. La psicología debía hallar las vías de la remodelación normativa del hombre viejo del pasado capitalista y educar al hombre nuevo del comunismo. Estos métodos serían después implementados como proyectos sociales a gran escala y llevarían a la creación de las personas mejores y más avanzadas del futuro. Estos planes utópicos e idealistas fueron apoyados también por los objetivos más inmediatos y del todo prácticos de la realidad social concreta. El país se estaba recuperando después del periodo de la guerra civil (1918-1922) y las tareas reales del día eran modernizar la economía nacional –sobre todo la agricultura–, superar la falta de vivienda y el analfabetismo infantil, reanimar el sistema de la educación escolar y superior, reformar el cuidado de la salud y dar entrenamiento y reorientación profesional a miles de nuevos obreros.³ Por lo tanto, no era el interés teórico y abstracto, sino las demandas de la práctica social lo que determinaba el rápido desarrollo de las disciplinas psiconeurológicas aplicadas, basadas en las tareas concretas reales de la creación de la nueva sociedad.

    Tabla 2. Disciplinas de la psicología soviética en los años 1920.

    La organización de los psicólogos soviéticos en los años 1920, por lo tanto, no se limitaba en las fronteras de la psicología como disciplina aislada. Ampliamente apoyado por la dirigencia bolchevique, el trabajo fue hecho con base en la creación de una síntesis interdisciplinaria pragmática de intervenciones científico-prácticas y de un paradigma teórico de alto nivel, que abarcaría todas las ciencias humanas y lograría un marco universal, en el que disciplinas de diferentes niveles y esferas de aplicación podrían trabajar juntas como un complejo, y se basarían en un compartido fundamento metodológico y filosófico. El desarrollo de todas estas disciplinas y movimientos sociales estaba enraizado en una amplia gama de sociedades científicas y organizaciones civiles. En esa década fueron creados cientos de nuevos institutos de investigación. En 1928 fueron editadas algunas nuevas revistas científicas tales como Psicotecnia y psicofisiología del trabajo (nombrada en 1932 como Psicotecnia soviética), Psicología, Paidología y Problemas en Defectología.

    Como resultado de todas estas transformaciones sociales, emergió una serie de nuevas escuelas científicas y grupos de investigación en ciencias humanas en la Unión Soviética a fines de los años 1920. La psicología soviética entró en la ciencia psicológica internacional de modo triunfal en el IX Congreso Internacional de Psicología en la Universidad de Yale a inicios de septiembre de 1929, donde los académicos soviéticos estuvieron representados por la tercera delegación no estadunidense más grande (después de aquellos de Gran Bretaña y Alemania). Este evento científico fue seguido por congresos internacionales importantes llevados a cabo en la Unión Soviética –el VII Congreso Internacional de Psicología Aplicada, o de Psicotecnia (Moscú, 1931) y el XV Congreso Fisiológico Internacional (Leningrado y Moscú, 1935)– los que solidificaron el éxito de las ciencias humanas y biomédicas soviéticas. De modo característico, las Psychologies of 1930 editadas por Carl Murchison contenían por primera vez en la historia la nueva sección titulada Russian psychologies, que incluía tres capítulos con la teoría de Iván Pávlov sobre la actividad nerviosa superior (Pávlov, 1930),⁴ la reflejología de Vladímir Béjterev (Schniermann, 1930) y la psicología materialista-dialéctica de Konstantín Kornílov (Kornilov, 1930). Estos iban acompañados de una serie de publicaciones de académicos soviéticos que salieron traducidas la mayoría en Occidente durante la segunda mitad de los 1920 y la primera de los 1930.⁵

    Después, una serie de académicos occidentales visitó la Unión Soviética para familiarizarse con lo último de la psicología soviética contemporánea. Estos viajes se vieron reflejados en algunas publicaciones occidentales que presentan una imagen relativamente variada, pero generalmente bastante favorable de los éxitos del proyecto soviético en el campo de las ciencias humanas, incluida la psicología.

    La psicología soviética como una ciencia estalinista de los 1930 a nuestros días

    El final de los años 1920 en la Unión Soviética dio inicio a una transformación social, económica y cultural importante que el líder del país José Stalin caracterizó como el Gran Giro (Vieliki Perelom). La literatura sobre el Gran Giro de Stalin y su impacto en prácticamente todas las esferas de la vida social de la URSS es enorme,⁷ pero en el contexto de esta discusión estamos sobre todo interesados en sus efectos sobre la ciencia y en particular sobre la psicología y ciencias afines. Para nuestros propósitos basta señalar, como consecuencia del Gran Giro y los procesos sociales acompañantes, un modelo nuevo de ciencia y, además, el modelo establecido de las interrelaciones entre ciencia, Estado y el dominio del Partido Comunista en la Unión Soviética a fines de la década de 1930. Así, el lector es remitido al libro clásico de Nikolái Krementsov que da una excelente y al parecer exhaustiva discusión del tema que el autor refirió como ciencia estalinista (Krementsov, 1997). La frase no parece irrefutable y es usada de modo intercambiable con otra del mismo significado: el modelo estalinista de la ciencia. Mientras el libro de Krementsov da entrada a una rica fuente de reflexión al lector interesado, es necesario aclarar varios puntos y explicarlos aquí para dar cierta luz sobre la naturaleza del cambio tectónico de este periodo, y de aquellos cambios específicos a los que la ciencia soviética tuvo que someterse en su transformación de acuerdo con el modelo estalinista.

    Primero. La justificación del Gran Giro, como se le relaciona con la investigación científica y la ciencia nacional, es quizás mejor comprendida como la demanda del Partido y el Estado para la rendición de cuentas de todas las estructuras subordinadas de la sociedad, la que sobre todo requirió establecer el control en todas estas estructuras e instituciones sociales. De hecho, por lo que concierne a las ciencias sociales y humanas, la década precedente de los 1920 se caracteriza por el establecimiento y proliferación de numerosos proyectos revolucionarios y experimentales en la ciencia y la práctica social, patrocinados por el Estado pero relativamente libres. En contraste, la década de los 1930 se caracterizó por la introducción de la planificación en todas las esferas de la vida social, sobre todo en la economía de la Unión Soviética que ahora debía desarrollarse de acuerdo con la serie de planes quinquenales. Por lo tanto, cambió todo el ritmo de la vida social durante esta década, y hasta los académicos ahora tenían que crear sus planes anuales de investigación y someterse a la inspección de agencias supervisoras. Otra consecuencia importante de la transformación por cuanto se relaciona de modo directo con la psicología y ciencias afines, fue el inicio del proceso de lucha interdisciplinaria para la supervivencia bajo el escrutinio de los órganos de control del Estado y del Partido. De hecho, como se vio después a inicios de los años 1930, una buena cantidad de nuevas disciplinas científicas de la era posrevolucionaria de los 1920 se traslapó considerablemente en sus temas, teorías y métodos de investigación, y las más de las veces era representada por los mismos voceros y activistas. El ejemplo característico de tal traslape podría ser la interacción entre disciplinas tales como psicología, paidología, psicotecnia y defectología que parecieron representar solo diferentes caras de la misma entidad. Por muy obvias razones, la inexplicable fragmentación de ninguna manera podía satisfacer a los administradores encargados de supervisar el progreso de la investigación científica en la Unión Soviética de los tempranos años treinta.

    Segundo. La década de los 1930 y el modelo estalinista global de la ciencia produjeron una serie de rituales específicos que, de acuerdo con el nuevo contrato social, fueron seguidos y comprendidos por todas las partes involucradas como el nuevo sistema de comunicaciones entre la ciencia y su única agencia de subvención en la Unión Soviética: el Estado y su fuerza guía suprema, el Partido Comunista de la URSS. Los rituales pueden ser divididos en retóricos y conductuales muy interrelacionados, e incluían una serie de técnicas y actuaciones tales como celebrar un amplio rango de jubileos y reportes de los logros en estas ocasiones, escribir cartas a los líderes del Estado, discusiones públicas, críticas y autocríticas públicas incluidas, y muchos otros. En la esfera de las prácticas rituales discursivas, los ejemplos más notables incluyen la penetración del nuevo lenguaje político de la moda bolchevique en el discurso oral y escrito de la ciencia soviética, al grado de la prácticamente total desaparición de la diferencia entre los dos, y la emergencia de las citas nómadas estándar y las referencias obligatorias que, normalmente, se esperaría aparecieran en las primeras páginas de las publicaciones, como muestra de lealtad y alineación a los objetivos de los patrocinadores de la ciencia y, al mismo tiempo, líderes políticos del Estado.

    Tercero. Como resultado de todas esas transformaciones de la década de los 1930, el nuevo modelo de ciencia nacional, el modelo estalinista, es mejor descrito como híbrido del Estado, el Partido y la ciencia, de acuerdo con el cual el límite entre las tres entidades, en la mayoría de los casos, era muy borroso y difícil de distinguir. La tecnología y el instrumento principal de esta fusión era el instituto de nombramientos de la nomenklatura, que fue descrito con bastante amplitud en el clásico libro de Voslensky (1984) y discutida sucintamente su relación con la ciencia soviética por Krementsov:

    El principal instrumento de la política personal del Partido en general era el sistema de la nomenklatura. Nomenklatura era, literalmente, una lista de puestos que no podían ser ocupados o desocupados sin el permiso del comité apropiado del Partido. Todos los comités del Partido, desde el Comité Central hasta los más pequeños en el campo, establecían departamentos de personal, cuya función principal era aprobar candidatos para el ejercicio de cualquier cargo incluido en su propia nomenklatura. Inicialmente ideado para el personal de los órganos y agencias del Partido, el sistema se expandió a inicios de los años 1930 a la comunidad científica. El sistema de la nomenklatura era estrictamente jerárquico –cuanto mayor el puesto, mayor el control del comité del Partido a su personal. Los puestos de presidente, vice-presidente y secretario científico de instituciones centrales como la Academia de Ciencias de la URSS y la VASJNIL [Academia de Ciencias de la Agricultura] estaban en la nomenklatura del Politburó. Los puestos de director de instituto y editor en jefe de una revista estaban en la nomenklatura del Secretariado del Comité Central. El puesto de jefe de laboratorio pertenecía a la nomenklatura del comité regional del Partido. Hasta el puesto de bibliotecario de un instituto científico estaba en la nomenklatura del comité local del Partido (Krementsov, 1997, pp. 40-41).

    Por lo tanto, aquí se cierra el círculo: el instituto de la nomenklatura era, por un lado, el principal y en apariencia el más eficiente instrumento de control del partido de Estado de arriba a abajo en la ciencia y, por otro lado, forzosamente dictaba la necesidad y la importancia fundamental de los rituales para los procesos de abajo hacia arriba, los que permitían a los académicos manipular a sus jefes en el gobierno y utilizar los objetivos y aspiraciones de estos –por más alejados de sus objetivos personales, de carrera y de investigación que puediesen haber estado– para beneficiarse de la agenda siempre cambiante de los organismos supervisores en el poder, cada vez más autoritarios.

    Como resultado de los numerosos y algo caóticos procesos de los turbulentos años treinta, a mitad de la década la dirección del país logró comprender que la multitud de disciplinas revolucionarias en las ciencias humanas era muy redundante y, por lo tanto, tenía que ser reducida a favor de unas cuantas –en apariencia las más tradicionales– disciplinas y prácticas sociales relacionadas. Parece que entre los criterios más importantes que jugaron el papel crucial de tomar la decisión, estaban la representación y el reconocimiento de la disciplina a nivel internacional y la participación de los académicos soviéticos en sociedades internacionales, asociaciones, publicaciones, etc. similares al tipo que llevaría exactamente el mismo nombre por el que abogaría el vocero soviético de su disciplina. Parece que en la inspección cercana había una disciplina científica que prácticamente podría superar toda posible crítica desde esta perspectiva, mientras que el resto de las disciplinas de la era posrevolucionaria recién llegadas tenía que irse y dar lugar a proyectos más convencionales, esto es, más tradicionales y bien establecidos en las redes académicas internacionales. Así, como resultado de la selección natural y la purga disciplinaria de los 1930, todos aquellos proyectos de moda de los 1920 como paidología, psicotecnia, defectología, reactología, reflejología y similares tuvieron que fusionarse incondicionalmente con las disciplinas y prácticas sociales tradicionales. Las prácticas sociales que se beneficiaron de esta fusión fueron la educación primaria (y la ciencia de la pedagogía directamente relacionada) y la medicina, las que abarcaron a los defectólogos, psicoterapeutas, psicohigienistas y algunos paidólogos (es decir, típicamente a aquellos profesionales que tenían originalmente educación médica o estaban dispuestos a ser reeducados, como, por ejemplo, Vygotski y Luria). En cuanto a la lucha interdisciplinaria por la supervivencia, el ganador fue… la psicología, que se forjó perfectamente en la fabricación junto con el modelo estalinista a fines de los 1930. Así, después de una breve interrupción de la mayoría de las actividades, causada por otro proyecto social de Stalin de la década de los años treinta –el Gran Terror estalinista de 1936-1938, que de modo considerable perturbó el sistema de interrelaciones de las redes personales informales de los académicos soviéticos y sus patrones y jefes del partido de Estado, algunos de los cuales quedaron fuera de la ley y perseguidos en las limpiezas– la psicología soviética resurgió como una de las ciencias humanas líderes que se suponía realizaría la función de puente que cerraría la brecha inevitable entre la filosofía demasiado abstracta y esencialmente especulativa, con las ciencias empíricas y las prácticas sociales relacionadas con el hombre y sus actividades en los contextos histórico-sociales concretos. Como resultado, a fines de los años 1930 la multitud y diversidad de teorías, disciplinas y enfoques disminuyó dramáticamente y el modelo dominante de los años veinte, que incluía cuatro niveles dentro del continuum filosofía-teoría (psicológica) general-ciencias aplicadas-prácticas sociales, fue reducido a dos niveles híbridos, a saber, el híbrido de la filosofía-teoría psicológica general y, por otro lado, el de las psicologías aplicadas-prácticas sociales, que de hecho significó un fracaso total para cerrar la brecha entre la teoría y la práctica, y volver a los viejos problemas del desarrollo de la psicología del periodo tardío del Imperio. Así, en otras palabras, la psicología teórica permaneció especulativa y difícilmente útil a la investigación empírica, mientras que los estudios aplicados regresaron a su estado original prerrevolucionario de subordinación total a la práctica y por completo aislados de cualquier pensamiento teórico. Para una ilustración de esta situación ver la Tabla 3.

    Tabla 3. Estructura de las ciencias psiconeurológicas y humanas en la URSS de los años 1920 y 1930.

    En suma, el inicio de la gran limpieza disciplinaria se dio en 1936 con la publicación del notable decreto paidológico del Partido Comunista, que de hecho prohibía o limitaba de modo considerable el área de aplicación de varios proyectos revolucionarios de la década precedente. Así, la psicología soviética se forjó como principal ganador de la lucha en 1936. Esto fue seguido por otros logros importantes que incluyeron: una serie de libros en psicología aprobados y publicados oficialmente en 1938-1941; el establecimiento de los Institutos de Psicología en la Georgia soviética (bajo los auspicios de la Academia de Ciencias de la RSS de Georgia, en 1941) y en la Ukrania soviética (en 1945); los más importantes y prestigiados premios científicos nacionales otorgados a psicólogos (por ejemplo, a S. L. Rubinshtéin el premio Stalin de 1941), y los primeros nombramientos a psicólogos en el más alto nivel social de la jerarquía científica: la Academia de Ciencias de la URSS (Rubinshtéin y Kravkov como Miembros Correspondientes, en los años 1940). Finalmente, llegó el último golpe: en 1946 la psicología fue introducida en el curriculum de las escuelas públicas como materia obligatoria a ser impartida en toda la Unión Soviética. Este evento lógicamente concluye el periodo de diez años que puede ser legítimamente referido como la Edad de Oro de la psicología soviética de 1936-1946.

    Así, la última fase de formación de la psicología soviética de acuerdo con el modelo estalinista siguió hasta fines de los años 1940 e inicios de los 1950 con la evolución de este modelo. Después de las notorias sesiones de Lysenko (1948) y la posterior pavlovización de las humanidades (desde 1950), y su relación con otras campañas políticas infames del estalinismo tardío como los juicios de los doctores, la búsqueda xenofóbica de las raíces nacionales y la prioridad rusa en prácticamente todas las esferas de la actividad humana, o la lucha antisemita contra el cosmopolitismo desarraigado; la psicología soviética eventualmente tomó forma de una ciencia estalinista, tal como fue concebida a fines de los 1930 y solidificada en los tempranos 1950. De paso, fue prácticamente en este preciso momento que fueron creados los dos primeros Departamentos de Psicología en Moscú y Leningrado (en 1943-1944), los que comenzaron a preparar los nuevos cuadros para la nueva disciplina, y su monopolio exclusivo para la reproducción profesional de los especialistas en este campo sería preservado en las siguientes décadas. Así, la primera ola de tesis para Candidato en Ciencias fue defendida durante el brote del nacionalismo neoimperial y la xenofobia, de las campañas antisemitas y el aislacionismo extremo del estalinismo tardío. Todos estos factores, al parecer, jugaron un papel crucial en el destino de toda la disciplina en el país. La razón para ello es muy clara: fue esta generación –que entró en las universidades en la segunda mitad de los años 1940, se graduó y, después, escribió y defendió sus tesis a mediados de los 1950– la que asimiló por completo el modelo estalinista: fue educada en él y lo implementó masivamente cuando por último llegó al poder en la administración científica de la psicología en la URSS, como resultado del proceso demográfico y el cambio de generaciones. Así, tiene perfectamente sentido hablar de dos generaciones de psicólogos soviéticos y de las dramáticas diferencias entre ellas. Primero enfoquémonos en la vieja generación de académicos y administradores científicos de la psicología.

    A pesar de las numerosas diferencias entre todas estas personas, a cierto nivel de generalización elevado puede ser discernida una serie de similitudes. Estas similitudes pueden ser agrupadas para llegar a un retrato acumulativo vago y bastante impersonal de esta generación. Así, el representante de este grupo de académicos surgió típicamente de una familia de la intelectualidad educada en la universidad, y recibió formación en la tradicional guimnazia [escuela secundaria] de la época prerrevolucionaria, por lo tanto, tenía conocimiento bastante bueno de al menos dos idiomas extranjeros, francés y alemán; esto era seguido por la educación universitaria en una de las universidades rusas de Moscú, Petersburgo (denominada Petrogrado en la primera guerra mundial), Kazán o en el extranjero, más típico en Alemania. El grupo de representantes de esta generación nació hacia los años 1890, fue educado en las clásicas tradiciones intelectuales y culturales de la Rusia imperial tardía, y participó de modo entusiasta en el proyecto bolchevique de la transformación social radical y superó con éxito limpiezas y selección social posrevolucionarias de varios tipos.

    Esta generación de intelectuales permaneció una temporada en una posición algo ambigua de simpatizante bolchevique y, por otro lado, de representante de la vieja –políticamente sospechosa y presumiblemente desleal– intelectualidad prerrevolucionaria de la tradición cultural burguesa. El giro decisivo tuvo lugar en 1936, que inauguró el nacimiento de una intelectualidad soviética distinta:

    En uno de los muchos reveses drásticos del periodo de Stalin, una categoría social que había sido relegada al basurero de la historia experimentó un renacimiento inesperado. En 1936, el dictador declaró que había emergido una reformada y leal intelectualidad obrera, un estrato (prosloika) con derecho a su lugar en la sociedad socialista junto con los obreros y agricultores colectivos. Aunque tal vez dudoso de sus credenciales marxistas, el restablecimiento de Stalin de la intelectualidad como una categoría social era a la vez constitutivo y reflexivo del sistema social que se concretó en los 1930. Al legitimar el lugar de los profesionales educados bajo el socialismo en términos doctrinales, la intelectualidad obrera de Stalin significó una integración más amplia de las élites educadas en el orden soviético Igual de importante, la intelectualidad obrera dio la posibilidad de rehabilitarse a los demás representantes del estrato educado prerrevolucionario, gente que había sido considerada enemiga de clase o marginada como especialistas burgueses en los años precedentes. Por supuesto, tal asimilación tuvo un precio: el sistema estalinista hizo pensadores profesionales de todo tipo más dependientes que nunca del poder y las organizaciones del Estado. Las demandas implacables desde arriba por el servicio incuestionable y la mentalidad de partido acompañaron al recién descubierto prestigio y (relativos) privilegios sociales de los intelectuales contratados por el Estado. De hecho, el mismo constructo de la intelectualidad obrera subrayaba la dependencia de los intelectuales al servicio del Estado, como lo definía la pertenencia al grupo según el logro educativo formal y el criterio ocupacional (la representación del trabajo mental), los que monopolizaba el partido de Estado (Tromly, 2014, pp. 4-5).

    Después, el pequeño círculo de los escogidos de la generación de los 1890 ocupó todos los puestos más altos de la administración científica de la psicología soviética en la década de los años 1940, cuando la psicología como disciplina científica tuvo acceso a lo más alto de la jerarquía: la Academia de Ciencias de la URSS. Sin embargo, cabe señalar que, de acuerdo con el modelo estalinista de la ciencia, prácticamente todo el poder y control administrativo sobre la psicología nacional en los años cuarenta estaba en manos de una persona, Serguéi Leonídovich Rubinshtéin (1889-1960), el primer psicólogo elegido como Miembro Correspondiente de la Academia de Ciencias, el primero adjudicado con el Premio Stalin, quien de modo simultáneo ocupó los puestos de Director del Instituto de Psicología de Moscú (en 1942-1945), Jefe del Departamento de Psicología en la Universidad Estatal de Moscú (1943-1949), Jefe del Sector de Psicología y Director Adjunto del Instituto de Filosofía bajo los auspicios de la Academia de Ciencias de la URSS (1945-1949). Los tumultuosos procesos sociales del estalinismo tardío socavaron la incuestionable autoridad de Rubinshtéin y llevaron su poder al final: en 1949 Rubinshtéin, como muchos otros judíos de la Unión Soviética de aquel tiempo, resultó ser un cosmopolita desarraigado y fue retirado de todos los puestos supervisores y administrativos que había tenido. Y sin embargo, la alta concentración de poder e influencia dentro de un estrecho círculo de personas –muy característico del modelo estalinista– se preservó incluso después de la muerte de Rubinshtéin. Así, por ejemplo, el renombrado psicólogo suizo Jean Piaget, quien visitó la Unión Soviética a mediados de los cincuenta, inmediatamente después de su visita publicó un informe del viaje donde recordaba sus encuentros con los Cinco Grandes que comprendían el más alto rango oficial, los académicos soviéticos Rubinshtéin, Teplov, Smirnov, Leóntiev y Luria (Piaget, 1956), de los cuales, de acuerdo con la evidencia anecdótica de otra fuente, solo Teplov y Smirnov tuvieron poder real por lo menos durante la década de los 1950 (Shchedrovitski, 2001). Piaget, quien personalmente se reunió con estos académicos –todos ellos representantes de la generación de los 1890– recordaba el intercambio libre y agradable que habían tenido durante su viaje a Moscú, y estaba en apariencia muy impresionado por los modales bastante occidentales de sus pares soviéticos y su familiaridad con los avances recientes de la ciencia psicológica internacional. El más agudo y llamativo contraste es entre estos representantes de la generación de los 1890 y las nuevas generaciones de sus estudiantes y seguidores, los psicólogos de la siguiente generación que venía a reinar. A pesar de la vulnerabilidad de una generalización de este tipo, vamos a esbozar otro retrato de grupo: el de los representantes de la nueva generación.

    El representante de la nueva generación de psicólogos soviéticos es una persona que nació dentro del periodo de, aproximadamente, la segunda mitad de los 1920-primera mitad de los 1930. Los años de infancia de esta persona fueron los del estalinismo temprano, y recibió su educación secundaria durante la segunda guerra mundial, no pocas veces en las remotas regiones orientales de la Unión Soviética, lejos del frente, donde sus familias eran reubicadas durante la guerra. A diferencia de la generación de los 1890, que fue típicamente educada en los clásicos y elitistas gimnasios estilo alemán de la tradición del Imperio tardío, los representantes de la nueva generación pasaron sus años de secundaria en sistemas educativos soviéticos bastante democráticos y de acción afirmativa. Aún más, el periodo de los tiempos de guerra se caracterizó por la privación e interrupción continua del proceso de aprendizaje causado por la falta de profesores calificados –especialmente hombres–, un relativo bajo estatus de los estudios escolares y, en particular, la baja calidad de la enseñanza de idiomas extranjeros. Así, estas personas obtuvieron educación universitaria después de la segunda guerra mundial, cuando sus estudios de pregrado y posgrado típicamente coincidieron con los procesos sociales del estalinismo tardío, caracterizados por una retórica claramente neoimperial, xenofóbica, nacionalista rusa y antisemita, demostrativamente patriótica y, en gran medida, aislacionista, que de modo más o menos evidente se preservaron durante toda la década de los 1950. El representante de la nueva generación de psicólogos soviéticos podía tener la típica educación universitaria en uno de los dos departamentos existentes de psicología (en Moscú o en Leningrado). La persona graduada normalmente en los 1950, a menudo entraba en el Partido Comunista de la URSS a fines de esa década e inicios de los 1960, defendía su candidatura y después su disertación doctoral en los 1950-1970, y hacía una carrera científica bastante exitosa. En cierto grado esta descripción se ajusta a una buena cantidad de representantes de la nueva generación, algunos de los cuales iban a reemplazar a sus maestros y predecesores de la generación prerrevolucionaria en el liderazgo administrativo de su disciplina. El nuevo grupo de jefes académicos eventualmente llegó al poder y tomó el control prácticamente de toda la psicología –si no la de todo el país multinacional, sí en su mayor parte de la República Socialista Federativa Soviética Rusa (RSFSR). Muy en la línea con los requisitos del modelo estalinista, el círculo de los nuevos líderes es bastante limitado, y no excede una docena de nombres de variada importancia.

    Fue esta generación, cuyos años formativos pasaron durante el periodo del estalinismo de 1930-1950, la que gradualmente ocupó todos los puestos clave del poder y la autoridad, siendo su logro más triunfal el establecimiento, en 1971, del Instituto de Psicología de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética bajo el liderazgo de su fundador y director, Borís Fiódorovich Lómov (1927-1989) y compañeros. Esta nueva generación –que llegó al poder en los 1960-1970 y permaneció durante el desarrollo de la psicología soviética hasta inicios de los años 2000– habría de llevar a cabo en última instancia el arquetipo de la psicología soviética, en otras palabras, de implementar el modelo estalinista de la ciencia psicológica en una amplia gama de establecimientos educativos, instituciones de investigación y prácticas sociales a lo largo de todo el país –mucho tiempo después de que el autor intelectual de este modelo, el Gran Líder y Maestro José Stalin había muerto.

    Curiosamente, Stephen Toulmin en su famoso artículo de 1978 acerca del legado científico de Vygotski y Luria, de modo característico titulado El Mozart de la psicología, menciona también la brecha generacional de unos veinte años entre 1935 y 1955 y señala el efecto profundamente negativo que tuvo esta brecha en el desarrollo de la psicología en la Unión Soviética en general, y específicamente en el legado de Vygotski. En particular, Toulmin dice: pese a que media docena de sus estudiantes sobrevivió a la segunda guerra mundial y tomó posiciones importantes después, todavía, a causa de esta misma brecha, su psicología estaba llena de estudios de tipo reduccionista:

    En efecto, algunos observadores estadunidenses informados consideran que sus ideas probablemente serán desarrolladas y explotadas más efectivamente en los EE.UU. durante los años venideros –por gente como John Flavell de Stanford y Ann Brown de la Universidad de Illinois– que en la Unión Soviética. Por alguna versión intelectual de la ley de Gresham, así como la psicología occidental está empezando a escapar de su positivismo anterior, la psicología rusa está, irónicamente, comenzando a parecerse más a la psicología experimental estadunidense ¡de los últimos cuarenta años! (Toulmin, 1978).

    La brecha entre las dos culturas académicas y las tradiciones de la psicología soviética –tal como se llevó a cabo en la obra científica de las dos generaciones de los 1890 y 1920– es tan visible como perjudicial. Aún más, hay sobradas razones para creer que muchas –prácticamente todas– características idiosincráticas del arquetipo de la psicología soviética se han preservado en la mentalidad del grupo y, así, en las conductas sociales de los psicólogos rusos contemporáneos, los autoproclamados herederos de la gran, única y autosuficiente psicología rusa.

    Arquetipo de la psicología rusa contemporánea (décadas de 1990-2010): un bosquejo de retrato

    Nos acostumbramos a pensar en los llamados "shestidiesiátniki" [los años sesenta] soviéticos –a pesar de la considerable vaguedad e imprecisión de esta expresión– como los representantes de la inteliguentsia soviética de las ciencias e ingeniería y de las humanidades y artes, socialmente activos de los 1960 en adelante y cargados de las ideas de la transformación social, la modernización y el progreso. Estudios recientes de la cultura y la tradición de la Unión Soviética del siglo XX tienden a interpretar la ideología de este grupo de la inteliguentsia soviética de 1960 como arraigada en el periodo soviético temprano, es decir, preestalinista de los 1920, que les sirvió como fuente para la autoidentificación cultural como los herederos del utópico romanticismo de la era posrevolucionaria. Sin duda, hubo muchos individuos entre los psicólogos soviéticos de la nueva generación de los 1960 que podían llenar perfectamente esta descripción. Y sin embargo, tampoco hay duda de que fue este grupo de representantes de esta misma generación el que implementó en la práctica social el conservador modelo estalinista de la ciencia en la Unión Soviética, prácticamente de la misma manera como fue diseñado e institucionalizado durante el periodo tardío del estalinismo. Las diferentes disciplinas científicas dentro de la algo abstracta y demasiado general ciencia soviética, al parecer mostraron las diferentes pautas y conductas grupales de sus agentes, por lo tanto, este modelo estalinista no fue necesariamente implementado en todas las disciplinas sin excepción. Todavía el modelo estalinista se puede ver en la organización institucional y en las prácticas sociales de la psicología como disciplina científica a lo largo de su historia en el periodo de la posguerra.

    Como sabemos ahora, tanto la psicología rusa imperial prerrevolucionaria como la soviética de los 1920 y 1930 estaban intrínsecamente conectadas con los académicos extranjeros y seguían los estándares académicos internacionales (Yasnitski, 2011a, 2012a; Yasnitsky, 2012a) que, además, parecen haber contribuido de modo considerable a su sobrevivencia en el proceso de la selección natural de los proyectos disciplinarios revolucionarios experimentales en ciencias humanas –tales como las exóticas y, por lo tanto, extintas reflejología, reactología, defectología, psicotecnia, etc.– durante la era de la limpieza disciplinaria de mediados los 1930. Al mismo tiempo, la psicología soviética y su heredera ideológica –la ciencia psicológica de la Rusia contemporánea– son evidentemente diferentes de la imagen acumulada por la ciencia occidental. Lo que distingue a las dos es todo el conjunto de características idiosincráticas que no parecen ser bien entendidas en el oeste de estos días –hasta por el relativamente numeroso grupo de admiradores occidentales de la psicología soviética y rusa. Es este conjunto de caracteres distintivos de la psicología rusa en su hábitat social que se discute en este capítulo y se refiere al arquetipo de la psicología soviética. Para entender mejor qué se quiere decir por arquetipo aquí, hagamos un resumen de los caracteres distintivos principales del arquetipo de la psicología rusa, anteriormente psicología soviética, que a mediados de los 1950 se consolidó como ciencia marxista, ideológica, militante y avanzada (Bogdanchikov, 2006). Estas son las características, por lo tanto, que parecen representar los valores y actitudes para motivar las pautas de conducta de la mayoría de los agentes individuales de la psicología rusa y, finalmente, determinar su forma y contenido a través de varias décadas de historia de esta disciplina científica y las prácticas sociales relacionadas.

    1. Centralización y control

    La más elevada forma de control del partido de Estado sobre la ciencia, y al mismo tiempo su encarnación suprema institucional, era la Academia de Ciencias de la URSS, fundada originalmente por decreto del zar ruso Pedro I en 1724. En el curso de su desarrollo histórico la Academia pasó por una serie de transformaciones y fue renombrada varias veces, pero solo como resultado de las reformas organizativas a mediados de los 1930, la Academia logró esos enormes y sin precedentes derechos y poder que caracterizan el muy centralizado modelo estalinista de la organización y manejo científico que esta organización, llamada Academia de Ciencias Rusa después del colapso de la Unión Soviética en 1991, retuvo hasta su nueva reforma en 2013:

    La peculiaridad principal de la Academia de Ciencias de la URSS establecida por el nuevo Ustav [es decir, el Estatuto de la Academia de Ciencias de la URSS] en 1935, era que la Academia dejaba de ser autónoma del establecimiento científico del Estado tal como fue fundado y existió durante 200 años. Personificada por sus miembros –y por el líder de la Academia y los cuerpos administrativos que los miembros elegían– la Academia se convirtió en una institución social en toda la regla; en efecto, un Narkomat [esto es, el Ministerio] de la ciencia no industrialmente significativa que supervisaba al afiliado en los establecimientos científicos y auxiliares de la Academia, determinaba sus agendas de investigación y distribuía entre estos establecimientos el presupuesto que le fue concedido por parte del Estado a la Academia como un todo. Los miembros de la Academia adquirían el estatus especial de académicos de Estado de alto rango, con una remuneración muy por arriba de la media y sin precedentes en la historia de los privilegios profesionales de la ciencia mundial… Como otros Narkomat, la Academia de Ciencias estaba directamente subordinada a la cabeza del gobierno de Estado. Solo los más altos oficiales del gobierno tenían derecho a intervenir en los planes de investigación de los institutos de la Academia y en las regulaciones internas de la misma (aunque solo fuera mediante cambios en los Estatutos)… Un lector contemporáneo versado en las intrigas políticas, entiende que en 1935 un estrato social nuevo que comprende una elevada lealtad –si no en serio, sí de acuerdo con el nuevo contrato social– a las personas en el poder, fue creado dentro de la jerarquía de los numerosos estratos de la nomenklatura de la sociedad soviética. De aquí a entonces virtualmente ha cambiado todo. Las últimas élites de la Unión Soviética degeneraron y provocaron el colapso del régimen que las promovió y, a su vez, ellas desaparecieron con el colapso del régimen. Y solo los miembros titulares y correspondientes de la contemporánea Academia de Ciencias Rusa (RAN) –junto con los miembros de otras dos Academias estatales, la de Ciencias de la Agricultura y las Médicas– cuyas raíces sociales están en el sistema de la nomenklatura de la Unión Soviética, acuerdan el orden existente como la organización estructural supuestamente natural y necesaria de cualquier ciencia, a nivel nacional y federal. Sin embargo, de hecho no son más que una reliquia abandonada de la era que se ha ido (Khromov, 2002).

    De modo similar, el sistema de control de Estado sobre la ciencia ha preservado la Comisión Superior de Certificación (VAK), establecida en 1932 (y en efecto se puso en marcha en 1934), organismo gubernamental nacional que supervisa la adjudicación de los grados académicos avanzados, incluidos aquellos de Candidato y Doctor en Ciencias. La elevada centralización del poder en la administración de la ciencia es implementada no solo a nivel federal, sino también a nivel inferior –dentro de cada disciplina específica o en otra localización geográfica. Como regla, muy de acuerdo con el modelo estalinista, el poder está concentrado en manos de uno o algunos pocos individuos. Tradicionalmente, el control administrativo sobre la psicología en la Unión Soviética estaba reservado a los representantes de las universidades de Moscú o Leningrado (Petersburgo después de 1991), o a individuos muy relacionados con ellos. Esa tradición se ha preservado hasta ahora. Así, por ejemplo, el Decano del Departamento de Psicología de la Universidad Estatal de Moscú al mismo tiempo ocupa una serie de puestos administrativos superiores clave, que le permiten el control directo sobre un segmento considerable de la academia y la psicología aplicada en los dominios administrativos, de investigación, publicación y supervisión de esta disciplina como instituto social.

    2. Camarillas y mecenazgo

    La omnipresencia de las camarillas y el mecenazgo en la ciencia rusa contemporánea, en especial en la psicología, se manifiesta en la separación intelectual y organizativa de diferentes camarillas de académicos, junto con el autoritarismo de los administradores científicos (quienes comparten varios cargos clave de diferentes tipos) y el servilismo y lealtad personal de los subordinados. La consecuencia de esto es más o menos la definitiva autoidentificación de camarilla de los psicólogos y la demarcación de los límites entre nosotros y otros. En sus recuerdos a inicios de los 1980, Gueorgui Shchedrovitski hacía una muy característica descripción de este fenómeno que alguna vez oyó de P. A. Shevariov, un psicólogo de la vieja escuela de la generación prerrevolucionaria. Shevariov hablaba de un particular grupo de psicólogos soviéticos, pero esta característica se aplica a todo el sistema social y a la dinámica intergrupal de la psicología soviética y rusa contemporánea en general: "No me gustan los estudiantes de Vygotski. Son como los comerciantes del mercado negro.⁹ Este es un grupo para el cual no hay verdades, lo que saben solo es ‘lo nuestro’ o ‘lo no nuestro’, es decir, alguien que pertenece al grupo o un extraño". Además, Shchedrovitski comentaba lo siguiente:

    Diría que el viejo tenía toda la razón, y tuve muchas oportunidades de asegurarme que este juicio era correcto, es decir, que el grupo de estudiantes de Vygotski vive y siempre ha vivido en primer lugar siguiendo el principio [de distinguir:] lo nuestro o lo extraño, y esto es lo que determinó sus relaciones. El problema de los contenidos, la verdad, siempre ha pasado a segundo plano. No cesó por completo, pero siempre ha sido secundario. La preservación de las relaciones de amistad dentro del grupo y su lucha contra los demás ha llegado a ser su segunda naturaleza. Así es como fueron educados y este ha sido siempre un elemento de la cultura de su grupo. Además, ellos nunca vieron este faccionalismo como inmoral… Realmente no me atrevería a acusar a estas personas ahora, y no quiero que todo lo que digo sobre este asunto sea interpretado como juicio personal negativo –estoy lejos de ello. Además, incluso no sé si puedo expresar y si estoy autorizado a juzgar tales temas. Este es un asunto muy delicado. Yo sólo hago una foto de esta situación como un hecho del estilo de vida y cultura de las personas que asimilaron aquellas circunstancias, aparentemente muy complejas, quizás mortales, a las cuales ellos podrían exponerse en algunos puntos. Pero me gustaría usar este ejemplo para demostrar la diferencia entre las personas y la generación precedente, que fueron educadas en culturas totalmente diferentes, con base en principios muy diferentes, y la gente de la nueva generación, que fue educada ya en los 1920-1930. La suya es una moralidad diferente, lógica diferente; para ellos lo políticamente correcto, las relaciones políticas, etiquetar lo nuestro–lo otro llegó a ser dominante en principio y comenzó a determinar su conducta. Quizás deberíamos tener en cuenta que ellos estuvieron bastante tiempo bajo presión, y tenían que vivir como un pequeño grupo que debía defenderse de la ofensiva por todos lados, y por lo tanto, cuando alcanzaron algunos puestos de poder, usaron este poder en el espíritu con que fueron educados. En este punto, yo sólo subrayo la diferencia entre las culturas de las dos generaciones que vinieron una detrás de otra –esto es lo que debería ser conocido y comprendido. Estoy lejos de una postura acusatoria, pero al mismo tiempo creo que tal situación –y esto es lo que descubrí con base en mis encuentros personales con todas estas personas, trabajo regular en colaboración con ellos, y los conflictos que surgieron como resultado– les hizo en principio incapaces de trabajo científico. No se puede ser un académico, un pensador con tales valores, tal cultura. Esto es lo importante, en mi opinión (Shchedrovitski, 2001, pp. 50–51).

    Una manifestación interesante de las camarillas y su variación especial es el característico nepotismo soviético en la ciencia. El relativo alto estatus social de los intelectuales en la Unión Soviética finalmente se estableció como norma cultural del periodo posterior a la segunda guerra mundial y, como resultado, junto con la mejora de los niveles de vida llegó la continuidad hereditaria. El estrato profesional de la era de Stalin –tanto los antiguos vestigios como los muchos recién llegados– reprodujo su posición social pasando por el logro educativo de sus hijos, al aprovechar el final de la movilidad social forzada (Tromly, 2014, pp. 8-9). El resultado notable de tal continuidad hereditaria es el fenómeno de las diferentes dinastías científicas soviéticas, que en el caso de la psicología comprende la continuidad de más de cuatro generaciones posteriores de psicólogos, siendo los ejemplos más notables las numerosas familias de los descendientes de Liev Vygotski, Alekséi N. Leóntiev y Piotr Zinchenko.

    3. Ritualismo

    La ciencia soviética del modelo estalinista se caracteriza por un ritualismo considerable que acompaña la conducta y prácticas de un amplio rango de académicos y se propaga desde arriba hasta abajo de la pirámide social. Así, por ejemplo, el control y la supervisión administrativa sobre el organismo de los académicos rusos, hasta la fecha son realizados por los cuerpos administrativos que heredaron la nueva fraseología bolchevique idiosincrática y la preservaron en sus títulos oficiales como Presídium, Soviet, Bureau y Sekretariat. Muy a menudo esta fraseología es indicativa de la preservación de instituciones prácticamente de la misma forma como fueron introducidas durante la era estalinista. Uno podría contrarrestar esta observación con otra más legítima: que la burocratización del control de Estado sobre la ciencia no solo es característica del modelo estalinista y de la Unión Soviética, sino, en su legal y espiritual herencia, de la Federación Rusa.

    Y sin embargo, el ritualismo de tipo soviético –a diferencia de los países industrialmente desarrollados– es apoyado no solo por el aparato administrativo o la fraseología usada a nombre de esa organización, sino también por el funcionamiento real de estos cuerpos supervisores y administrativos en el contexto social concreto. Así, el ritualismo de la burocracia del modelo estalinista se revela por un amplio rango de fenómenos y eventos carnavalescos, tales como los diferentes aniversarios de individuos prominentes, grupos científicos, unidades administrativas y organizaciones que, de acuerdo con la tradición de la edad de oro soviética, se vienen celebrando cada diez o incluso cada cinco años en forma de una variedad de eventos celebradores, tales como reuniones públicas, mesas redondas, banquetes, conferencias de aniversario, etc., y son frecuentemente inaugurados en publicaciones especiales, por ejemplo, volúmenes editados, números especiales de revistas, actas de congresos, etc. dedicados a estos eventos celebradores. Con frecuencia estas y muchas otras publicaciones de este tipo van acompañadas de un número obligatorio de referencias de grupo (irónicamente referidas también como fosas comunes) y citas nómadas, obligatorias desde el punto de vista de las normas sociales, micropolíticas científicas y posturas diplomáticas de la publicación específica. Es probable que la práctica y la extensión del uso de esta técnica difieran dependiendo de la disciplina científica específica y del género del escrito académico, pero, como aparece en las observaciones informales y no sistemáticas del discurso científico ruso, esta práctica está en realidad muy difundida entre los psicólogos rusos.

    Por último, el ritualismo de tipo soviético también está implementado en forma de discurso idiosincrásico, que no permite caracterizar su estilo funcional como discurso científico adecuado, sino más bien sugiere que este es un híbrido entre estilo científico apropiado y propaganda periodística. Numerosos ejemplos de tal discurso híbrido incluyen una serie de peculiaridades lingüísticas y estilísticas tales como: a) declaraciones valorativas subjetivas; b) fraseología marcadamente emocional; c) oposiciones binarias sinónimas y antónimas para denotar fenómenos y procesos idénticos, dependiendo si el contexto de la discusión es crítico o laudatorio; d) argumentación ad hominem; e) atribución diferenciada de figuras históricas en psicología; ciertas personas son referidas por su primer nombre y patronímico de forma abreviada, aún más, en casos específicos el último nombre de esas personas puede ser omitido (comparar los siguientes ejemplos: S. Freud, A. A.Smirnov, o K. Lewin en oposición a Liev Semiónovich [Vygotski] o, más raro, Aleksandr Románovich [Luria], etc. Todas estas peculiaridades estilísticas y semánticas del discurso científico soviético más probablemente se originaron en el discurso de la burocracia bolchevique de los años 1920, pero en las más visibles formas parece haberse solidificado en el nuevo discurso científico soviético del estalinismo durante el periodo temprano de la guerra fría (Gerovitch, 2002).

    4. Brecha entre la teoría y la práctica

    La brecha entre teoría y práctica, característica de la psicología del imperio ruso tardío, no fue superada en los 1920 a pesar de los esfuerzos considerables de algunos académicos soviéticos, y se agravó más en el periodo de los 1930– debido sobre todo a la considerable influencia ideológica y política en la ciencia psicológica soviética. La crítica a esta brecha desde adentro es bastante característica del estado actual de la psicología soviética de la posguerra; de valor especial es la naturaleza ideológica de esta

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