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Guardianes: Despertares
Guardianes: Despertares
Guardianes: Despertares
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Guardianes: Despertares

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About this ebook

Existe un mundo oculto dentro del cual se desarrolla la raza a la que pertenezco y otras ms, nuestras comunidades son reducidas, pero poderosas.

Los llamados humanos son en su mayora los grandes pobladores de este planeta, saben y hablan de mi mundo, pero solamente como si se tratara de una simple creacin de su subconsciente, de cosas irreales e imaginarias, sin sospechar siquieraque hay ms de real en ellas de lo que podran algn da llegar a constatar.
LanguageEspañol
PublisherPalibrio
Release dateNov 11, 2013
ISBN9781463367077
Guardianes: Despertares
Author

Karolyn Corzo Ornelas

Karolyn Corzo Ornelas, nació el 6 de julio de 1977 y creció en un rancho a las afueras de Arriaga, un pequeño pueblo de la costa de Chiapas, México. Su vida ha estado firmemente ligada a la ganadería, ocupación familiar desde generaciones atrás, sin embargo al no tener a la mano las herramientas necesarias para estudiar algo relacionado con esto, escogió la licenciatura en derecho como profesión, pero lo que jamás imaginó, es que descubriría en la literatura su verdadera pasión.

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    Guardianes - Karolyn Corzo Ornelas

    Copyright © 2013 por Karolyn Corzo Ornelas.

    Diseño de la portada: Ing. Luis Darío Abrego Bedwell

    bedwell08@hotmail.com

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 25/10/2013

    Para realizar pedidos de este libro, contacte con:

    Palibrio LLC

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

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    Desde otro país al +1.812.671.9757

    Fax: 01.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    495016

    ÍNDICE

    PROLOGO

    LA PRUEBA

    LA PARTIDA

    NUEVOS AMIGOS

    LA DESTITUCIÓN

    MALDAD

    EL ENFRENTAMIENTO

    EXPLICACIONES

    LIBERTAD

    CAMBIOS

    LA INSPECCIÓN

    EL REGRESO

    LA SESIÓN

    DIEGO Y MADJA

    EL CLAN DEL NORTE

    EL CHICO DE MIS VISIONES

    CONNOR

    UN GRAN AMOR

    UNA NOCHE ESPECIAL

    EL CLAN DE EGIPTO

    LA CONFESIÓN DE LEONARDO

    Decidí dejar una página especial para agradecer a las personas que contribuyeron de una u otra manera en el desarrollo, creación y crítica del libro:

    -A Linett: Porque fue la primera en embarcarse conmigo en esta loca aventura. (Por tu entusiasmo y motivación para que continuara escribiendo, te amo hermana)

    -A Luis Darío: Por el tiempo y la pasión que invirtió en la creación de tan maravillosa portada. (Y porque con este reconocimiento especial estoy segura de que no te negarás a trabajar en la siguiente)

    -A Rosa María: Por unirse al proyecto y permitirme usar su imagen. (Solo podías haber sido tú, mi inspiración)

    -A Karol: Por tomarse el tiempo de leer mi obra y aportar una crítica sincera y constructiva. (Créeme cuando te digo que aprecié mucho tu opinión)

    Les agradezco de todo corazón:

    A Dios en primer lugar, por permanecer a lo largo de mi vida dentro de mi corazón y haberme bendecido al rodearme de personas a las que vale la pena amar.

    A mis padres por todos y cada uno de sus besos, sus abrazos, sus palabras, consejos, sus jalones de orejas, castigos y nalgadas. (Aunque estas tres ultimas en su momento no las supe valorar, asi como tampoco me hicieron mucha gracia).

    A Juan Carlos por los últimos veinte años que hemos compartido y sobrevivido.

    A mis hijos Rosa Maria y Carlos David, por ser la fuerza que me anima dia a dia a salir de la cama para enfrentarme al mundo, pero sobre todo… por ser los causantes de que mi corazón llegara a conocer lo que es amar a plenitud.

    A mis hermanas Linett y Lizania, porque cada minuto al lado de ellas es de los momentos que mas aprecio en la vida, porque siendo tan diferentes hemos logrado llegar a ser tan iguales que es como si juntas fuésemos capaces de crear la más pura de las magias, el tipo de magia que solo viene del corazón.

    A Jose Antonio, Padme, Valentina, Diego y Ana Julia, por que han venido a inundar de dicha, esperanza y amor los corazones de mi familia.

    Y finalmente pero no menos importantes…

    A todas y cada una de las personas que de una forma u otra han influido para bien en mi vida; mis abuelos, mi nana, mis tíos y primos, mis cuñados, mis sobrinos y amigos…tenia pensado mencionarlos a todos, pero son tantos que podria hacer un libro entero con solo sus nombres, sin embargo ellos saben quienes son y lo mucho que significan para mí, les agradezco de todo corazón el permitirme ser parte de sus vidas.

    PROLOGO

    Existe un mundo oculto dentro del cual se desarrolla la raza a la que pertenezco y otras más, nuestras comunidades son reducidas, pero poderosas.

    Los llamados humanos son en su mayoría los grandes pobladores de este planeta, saben y hablan de mi mundo, pero solamente como si se tratara de una simple creación de su subconsciente, de cosas irreales e imaginarias, sin sospechar siquiera…que hay más de real en ellas de lo que podran algún día llegar a constatar.

    Este es un mundo al cual alguna vez ellos también pertenecieron, pero que han ido olvidando un poco más al término de cada generación con el paso de los siglos, hasta llegar a convertirnos para ellos en simples mitos. Estos seres no han sido conscientes de que al haber cerrado sus mentes a las cosas que le suman importancia a su propia existencia, quedaron excluidos de un mundo sorprendente, en donde el tiempo es irrelevante y en el que todo, absolutamente todo…puede llegar a ser posible. En él, las más fascinantes leyendas se forjan en una sólida realidad. Y en donde para mi gente es de suma importancia el conservar los grandes secretos que nos mantienen de pie. LOS SECRETOS DE LA GRAN MAGIA

    Secretos que los guardianes tienen el deber de proteger, un deber heredado desde el principio de todos los tiempos.

    Era un día hermoso y tranquilo en Caribay, teníamos por delante solamente mantenernos al margen y vigilar, claro que cada una en su respectivo reino. Aunque de vez en cuando me hipnotizaba la idea de recorrer el océano hacia mi pequeño paraíso, una pequeña isla adentrada a pocos minutos de palacio y que había descubierto poco tiempo después de haber llegado a este reino, en donde podía pasar algunos momentos a solas y meditar, ese lugar en el que podía ser yo misma, sin tomar en cuenta las cosas que suponían mi estatus. Cada una de nosotras teníamos obligaciones reales que cumplir, el más importante era el de proteger nuestros reinos y a nuestra gente contra cualquier cosa que osara amenazarlo.

    Mi nombre es Nicole, soy la mayor de las tres Reinas del mar, junto a mis hermanas la Reina Madja y la Reina Saiko, estamos destinadas a una vida de privilegios y obligaciones, teniendo la ventaja de estar siempre que así lo deseemos en perfecta sincronía y comunicación mental, sin duda esto hace más llevadero el tiempo que pasamos separadas, ya que podemos mantener una comunicación a un nivel en el que era como si la distancia que nos separaba no existiera. Solamente una vez al año y por tan solo dos cortos meses regresamos al palacio donde crecimos y podíamos volver a ver a nuestros padres y todo aquello que fue parte esencial al principio de nuestras vidas. Mis hermanas y yo éramos tan unidas como diferentes, no solamente en lo físico, también éramos de caracteres desiguales que hemos sabido adaptar entre sí. Madja por ejemplo, es una chica de piel morena clara con grandes ojos del color café con destellos dorados, como el color del azúcar caramelizada, sus facciones eran magnéticas, a menudo impactaban a cualquiera, era difícil no prestarle una fuerte atención, su cabello era del mismo color de sus ojos pero sin reflejos, y le ondeaba hasta la altura un poco por debajo de los hombros con dóciles rulos que subían y bajaban al compás de sus pasos. En carácter creo que siempre la ha distinguido su precoz madurez, aunque en realidad era menor que yo, pero aun así no la más chica. Saiko era la de rasgos más diferentes, su piel era blanca como la harina, de facciones muy finas y delicadas, su cabello era lacio, de un negro mate que finalizaba en donde comenzaban sus hombros. Su carácter era…bueno era la menor, así que gozaba de una inocencia nata, era un poco infantil, juguetona y muy, pero muy traviesa. En cuanto a mi, no creo ser la más apropiada para describirme, pero trataré de hacerlo lo mejor posible. Yo era todo lo contrario a mis hermanas, mi piel era blanca, pero no del mismo modo que el Saiko puesto que mi piel tomaba un leve tono rosado cuando pasaba mucho tiempo expuesta al sol, mis ojos eran de un color violeta, mi cabello era rubio cenizo y bastante quebrado, era más largo que el de mis hermanas, aunque no por mucho. Mi carácter lo considero jovial, soy del tipo de chica que no me afectan demasiado las cosas, al menos no las que carecen a mi parecer de ocuparles demasiada importancia. Pero para contar nuestras historias, tengo que revocarme al pasado.

    Somos hijas del Rey Kandro y la Reina Magdalena, los verdaderos pilares que sostienen y protegen cada uno de los reinos del mar, cuatro en total, el principal de ellos es el reino de Sorsand, nuestro primer hogar. Nuestros padres son los encargados de mantener la estabilidad en nuestro mundo. Yo soy la Reina de Caribay, y mi destino más próximo me está incomodando a tal grado que si tuviera opción cedería mi trono a alguien más para poder evitarlo. (Aunque eso aparte de ir en contra de nuestras leyes es totalmente imposible, como mi padre nos repite cada vez que tiene la oportunidad no se puede escapar de lo que realmente se es) Mi padre dice que la ley exige que tengo que escoger pareja a la mayor prontitud, unir mi vida formalmente a la de un chico que tal vez ni siquiera me agrade, y todo esto para mi próximo cumpleaños, para que reine a mi lado hasta el fin de mi existencia. Mi padre estaba obsesionado un poco con la idea de que tengamos con quien compartir nuestras vidas (encontrar a nuestra otra mitad, como él la había encontrado siglos atrás en nuestra madre, como si no fuéramos lo suficientemente capaces como para cuidarnos solas. Somos una raza de seres mágicos y aun cuando no somos inmortales, si gozamos de una longevidad desafiante. Como si esto fuera poco, cada una de nosotras tenemos dones especiales que nos hacen algo superiores en lo que a fuerza y poder se refiere, ya que los descendientes de Reyes heredan junto con la corona las más poderosas e increíbles habilidades, los cuales iremos descubriendo y aprendiendo a dominar conforme el tiempo transcurra).

    Hasta ahora no me he sentido con preferencia alguna hacia nadie en particular, y vaya que mis padres no pierden oportunidad para presentarme a cuantos jóvenes se les cruzan en el camino (bueno…claro que los primeros que pasaron a reportarse fueron aquellos conocidos por mi familia, ya que mis padres albergan la esperanza de desposarme con alguno de estos chicos hijos de viejos amigos suyos y por lo tanto les entusiasma la idea de que me decidiera por alguno de estos, que según la opinión de sus majestades…eran excelentes partidos (y algunos también bastante sosos y aburridos) pero nadie nuevo, es decir, tal vez no me han llamado la atención por el simple hecho de que los he visto durante toda mi existencia, puesto que todos y cada uno de ellos viven en Sorsand, así que se puede decir que los conozco lo bastante bien para saber que no podría unir mi vida a ninguno de ellos. Mi Nana, al contrario de mi padre, me ha dicho que me lo tome con calma, puede ser que el chico de mis sueños está más cerca de lo que todos pensamos o tal vez no, pero de cualquier manera ella es de la idea de que no se deben forzar estas cosas. Y al parecer, despues de todo, mi Nana finalmente pudo influir en la decisión de mi padre de evitar presionarme para unir mi vida en el tiempo estimado. Desde que era pequeña, el único chico con el que había nacido una camaradería natural era Diego, hijo del que había sido el más honorable y reconocido de los guardianes en su tiempo, según las propias palabras de mí padre. Diego era un chico muy apuesto, de tez morena, cabello castaño bronce, de ojos negros y grandes, con una estatura mayor a la promedio, delgado pero ancho de hombros y temerario, ansioso de aventuras, casi todo lo que yo esperaba conseguir para mi futura pareja, solamente había un problema con él, era por mas…mi mejor amigo, mi hermano, la persona que siempre estaba a mi lado y al que me era imposible verlo de diferente manera. Diego quedó huérfano desde muy pequeño y mi padre lo tomó bajo su protección, decía que era lo menos que podía hacer por la memoria de quien fuera uno de sus más entrañables amigos. Creo que ese fue el detonante para que nosotros tuviéramos la oportunidad de hacer surgir una gran amistad entre ambos. Diego se la vivía en el palacio, Marcus en especial lo mantenía muy cerca de él, pero desde el momento en que mi padre comenzó a mezclarme entre ellos para mis entrenamientos siendo apenas una niña, hubo algo inexplicable que sentimos uno por el otro, éramos como dos fuerzas magnéticas atrayentes. Desde ese primer momento yo siempre estaba a su lado, sin siquiera haberlo percibido. Me alegraba de sobre manera que ese sentimiento fuera mutuo, porque no podría soportar verlo sufrir si él me quisiera de modo diferente a la que yo lo quiero, el me había demostrado en muchas ocasiones su gran estima, al grado de haber sido capaz de arriesgar su vida por mi cada vez que me metía en algún lio. Nosotras como descendientes reales tenemos que llevar a cabo una prueba sumamente peligrosa hasta donde todos sabíamos, todo en pro de descubrir las habilidades con las cuales habíamos nacido dotadas, pero que dormían en nuestro interior esperando el detonante para salir a la luz, muy aparte eran las que heredaríamos algún día de nuestros padres. Pero para sacar a flote tales dones de nacimiento, se necesitaba de llevar las emociones al límite para que por primera vez nuestra mente y cuerpo captaran y aprendieran a manejar y a controlar las habilidades que dormían en nuestro interior para después aprender a manejarlos con seguridad. (Claro que esos peligros no eran reales, estaban cien por ciento controlados por mi padre, pero eso no lo sabíamos y tampoco era del conocimiento de mi amigo Diego, aunque no comprendía como mi padre se atrevía a ponernos en un peligro tan evidente solamente para que por medio de la adrenalina e instinto de supervivencia surgiera de nuestro interior un grandioso poder. Se oye interesante y la idea me fascinaba, pero sabiendo la manera en que mi padre nos amaba, no me cabía en la cabeza que el fuera capaz de arriesgarnos de esa manera, y digo nuestras porque ahora era mi turno, pero más adelante tendrían mis hermanas que pasar por lo mismo. Y mi madre, bueno…ella no tenía voluntad en cuanto a él se refería (aunque ahora sé que ella sabía más de lo que aparentaba, pero no podía decírnoslo), nosotras siempre contemplamos el amor de nuestros padres y siempre se nos hizo una relación difícil de entender, como si uno no tuviera posibilidad alguna de vivir sin el otro, se tenían una veneración, admiración, respeto, un amor total. Mi padre no tenía ojos ni pensamientos para nada mas cuando mi madre estaba cerca y a ella se le iluminaba el rostro en cuanto él le dedicaba una mirada o una sonrisa, y no se diga en cuanto le dirigía la palabra, su voluntad yacía hecha pedazos en el suelo, al mismo instante en que ella captaba cualquier señal de que él se estaba refiriendo a ella. Confiaban ciegamente el uno en el otro, aunque en algo debe influir el que sean las personas más sabias de nuestro mundo. A lo mejor por eso no veían la necesidad de debatir las decisiones tomadas por cualquiera de ellos, tenían la seguridad de que cualquier determinación que se tomara, era la más indicada en ese momento. El día de mi cumpleaños número doscientos empezó de una manera casi mágica, los rayos del sol entraban por la ventana entre abierta rozándome la piel, sin embargo, el calor que me cubría no era para nada molesto, al contrario, la mañana estaba bastante fresca por la proximidad del invierno y esto hacia que el roce de los rayos solares sobre mi piel se sintiera muy agradable. Si no fuera por la intensidad de los nervios que me embargaban de sobre manera por el hecho de no tener ni la más remota idea de lo que me aguardaba el día más adelante, esta hubiera sido una manera fantástica de levantarse. Me estire un poco para despertarme totalmente, aunque levantarme de la cama no era para nada fácil, el espectáculo que tenía ante mis ojos era sorprendente. Nunca he dejado de maravillarme de la vista que tenía mi recamara aun estando acostada en la cama desde donde podía distinguir el océano entre dos grandes acantilados, las olas remataban con gran fuerza y hacían que el sonido del choque fuera de mucho mayor volumen, y en la gran puerta que daba hacia el balcón, se remolineaba una enredadera fresal con frutos en punto de maduración, era realmente una vista relajante. Sin contar que mis sabanas estaban hechas de una tela hecha a base de algas marinas y seda que se sentía como el rose de un pétalo de rosa recién abierta sobre todo mi cuerpo. Mi madre había remodelado mi recamara recientemente como un regalo por mis doscientos años de existencia, así que todo esto era relativamente nuevo para mí, era como si me hubiera mudado de alcoba, como si no hubiera pasado parte de los últimos dos siglos en ella. La arena en el piso era de una finura tal que se sentía como si estuviera cubierto del más refinado de los azúcares, sentía como si caminara por las nubes puesto que la arena era de un color blanco cegador, y el dosel que se sujetaba del techo de piedra colgaba de un armazón que se apoyaba en cuatro pilares colocados en las esquinas de mi cama que resaltaba por su grosor maravillosa la madera tallada que empotraba a la perfección en la pared, a lado sobresalía un espejo que según me había dicho mi madre fuera un regalo de Gaspar, el artesano de los Reyes, el cual tenía la habilidad de crear objetos con cierto toque de magia, el espejo por ejemplo tenía la facultad de hacer que tu estado de ánimo se apaciguara, inundaba de tranquilidad mi alcoba aun cuando no estaba de buen humor o como cuando regresaba cansada de un largo día de entrenamiento, al entrar a mi alcoba se podía sentir el poder relajante del espejo, no es que me encantara el regalo por el simple hecho de tener facultades mágicas, aun cuando careciera de ellas, hubiera agradeció de igual manera el obsequio puesto que con solamente admirar su espléndida belleza era más que suficiente. Me encontraba sumergida en mis pensamientos admirando cada detalle de mi nuevo entorno cuando un saludo cariñoso me saco de concentración.

    -¡Buenos días, Nicole!, —saludó mi padre del lado exterior a mi alcoba con la voz suave, aunque ese tono no duró por mucho más tiempo— ¡Ya es hora de levantarse! –Dijo a manera de exigencia. Mi padre era un hombre alto, de tez blanca y cabellos ligeramente tiznados de canas las cuales lucia con egocéntrico orgullo, sus ojos tenían la habilidad de expresar desde la más intensa ternura hasta el más fuerte de los enojos, era un hombre bastante apacible por lo regular, con mucho control sobre si mismo—

    -Mmm…—solté una queja—

    -¿Piensas quedarte en cama el mejor día de tu vida?—Este era por mucho un día muy esperado por mi padre, hacía rato que no hablaba de otra cosa que no fuera mi prueba, se emocionaba solamente con tocar el tema, cosa que últimamente parecían hacerlo todos—

    Yo no sentía para nada que este fuese el mejor día de mi vida, claramente según mis recuerdos había tenido otros mejores y mucho menos peligrosos.

    -Ya voy Papá, —respondí saliendo en contra de toda mi voluntad de la cama—dame un minuto… necesito cambiarme… por cierto… ¿cuál crees que sea el atuendo ideal para lucir en este día taannn maravilloso?

    -Ja Ja Ja, me encanta cuando te pones de un humor irónico hija, aunque debo señalar que no te sienta nada bien… no es natural en ti. –Señaló entre risas y aun cuando sabía que no podía verme arrugue el entrecejo—

    -Deja en paz a Nicole por un rato Kandro, ya tiene suficiente con no saber lo que le espera, debe de estar un poco nerviosa. –Lo reprendió mi madre y yo sonreí sin poder evitarlo. Mi madre era una de las pocas personas que influía sobre mi padre de una manera angelical pero determinante, como si él no tuviera opción de pasar por alto sus peticiones. Mi madre era de una belleza muy distinta a cualquiera que haya visto jamás, habíamos notado desde mucho tiempo atrás que sus ojos cambiaban de color según el estado de ánimo en el que se encontrara, su estatura era media, pero el contar con una constitución esbelta daba la impresión de ser más alta de lo que en realidad era, sus cabellos eran espesos y de un color dorado parecido al mío, aunque mucho más hermoso, no era tan quebrado como el mío, ni tan lacio como el de Saiko, siempre decíamos con mis hermanas que nos daba la impresión de que todo en ella estaba perfectamente bien equilibrado. —

    -Bueno… te esperamos en el comedor amor ¡ah! Y con respecto al atuendo que debes vestir hoy, yo te aconsejaría que te vistas de forma en que te sientas cómoda, aunque con eso no quiero decir que debes dejar de ir acorde a tu estatus. –Puntualizó.—

    -¡Vaya, eso resuelve el problema! Gracias majestad. –Le respondí marcando todavía el tono irónico—

    -Ja Ja Ja, —volvió a reír—no tardes mucho, te estaremos esperando. –Finalizó y entonces pude oír el ruido de sus pasos alejándose, estaba segura de que mi madre también se había ido—

    ¿Cómo se puede ir cómoda y elegante a la vez? Por que sin duda eso fue lo que me señaló mi padre al mencionar mi estatus. Aunque imaginaba lo que me quiso dar a entender mi padre; tendría que vestir con ropas como cuando íbamos a caminar por las montañas haciendo recorridos de reconocimiento para descartar cualquier posible peligro, (nos llevaba con frecuencia para pasarnos los conocimientos de cómo cuidar nuestro mundo,) esto sucedía cuando a los humanos se les daba por creerse exploradores o científicos y buscaban aventuras más allá de sus horizontes, entonces corríamos el riesgo de que estos entraran en nuestros dominios y descubrieran el mundo que para ellos era desconocido, mi mundo. Y aunque de vez en cuando llevábamos a cabo algunas medidas de seguridad con el fin de alejarlos, no teníamos permitido de ninguna manera dejarnos ver y mucho menos entablar contacto alguno con estos seres. Para la mayoría de nosotros esa raza resultaba una incógnita, mi padre ni siquiera nos permitía hacer preguntas sobre ellos, aunque era bien sabido que no era así para mis padres y guardianes del reino, ellos eran los únicos que podían acceder a ese tipo de información. Unicamente el paso del tiempo doblegaba el hermetismo de mi padre, o tal vez era el hecho de distinguir que no eramos mas unas niñas.

    Me levante y fui directamente al vestidor para escoger lo más indicado para mi nueva y próxima aventura, tenía unas cuantas prendas sobre los brazos cuando escuche la puerta de mi alcoba abrirse, nada me podía desanimar más en estos momentos, creí que mi madre había vuelto pensando que necesitaba darme un sermón matutino y esto hizo que regresara a mí las ganas de volver a la cama, solamente para esperar en dormirme nuevamente.

    -¿Nicole?… ¿Nicole, estás aquí? –Reconocí de inmediato la voz aunque no fuera más que un susurro—

    -No esta más aqui, te dije que no esperáramos demasiado tiempo, casi nos descubren. –Reclamó una segunda voz—

    -Papa jamás nos hubiera permitido venir a verla si hubiera sabido que teníamos en mente platicar con ella.

    Mi ánimo se levantó al escuchar aquellas voces que reconocí de inmediato, eran mis hermanas y mis mejores amigas, no podría esperar mejor compañía en estos momentos en los que los nervios estaban crispándome, ni siquiera la magia del espejo podía bloquear esa energía que recorría mi ser en este día.

    -¡Madja, Saiko! –Conteste con alegría—. Me alegra que hayan podido escaparse para verme, a lo mejor es nuestra última oportunidad de estar a solas. –Saiko puso los ojos en blanco—

    -No te pongas pesimista, ya verás que todo va a ir bien. Madja tiene un as bajo la manga. –Mencionó Saiko con entusiasmo mientras chocaba las palmas de sus manos—

    -¿A qué te refieres Saiko? –Pregunte con el entrecejo arrugado, pero Madja le dedicó una mirada de advertencia—

    -Te dije que no le mencionaras mis planes a Nicole, ahora se va a indignar conmigo. –-Madja le reclamó a Saiko—

    -¡Bah! Nicole no haría algo así. De hecho no recuerdo la última vez que se enojó con nadie.

    Eso era cierto, no era mi estilo enojarme con facilidad, pero en estos momentos no tenía cabeza para controlar al cien mi energía, así que tal vez si podría enojarme con cualquiera este día.

    -¿Que te traes entre manos, Madja? –Pregunte con impaciencia-

    -Nada, es….bueno… ¿cómo te lo digo?…yo… –su voz, más que estar cargada de cautela, se le veía pensativa, como cuando empiezas a tratar de escoger las palabras idóneas para decir cualquier cosa con el mayor tacto posible—

    -¡Suéltalo ya! ¡Me estas poniendo nerviosa! –Exigí—

    -Yo se lo diré… –intervino Saiko sin hacer pausa alguna—Madja fue a dar un paseo ayer en la noche por los jardines cuando tú y yo, y tal parece que todo el palacio estaba sumido en sueños, cuando…

    -Me acerqué demasiado a la barda que divide la parte norte del castillo –Intervino Madja, noté como su voz había bajado de intensidad—y escuche que me llamaban en la rendija por donde nos escapamos aquella vez que nos sorprendió la guardia, ¿recuerdas? –preguntó y sentí como mi paciencia estaba comenzando a desmoronarse—

    -Sí, pero que…

    -¡Déjame terminar! La voz me resultó familiar, así que acudí al llamado y me encontré con Diego. –Quise interrumpirla animada por la sorpresa ¿qué tenía que ver Diego en todo esto? Pero Madja me levantó la mano, en señal para que la dejara seguir explicándome, pero no pude contenerme—

    -¿Diego? Que pretendía al merodear por el castillo a deshoras. –Volvió a levantarme la mano y callé—

    -¿Que más podría estar haciendo? Quería saber que iba a pasar hoy contigo, todos los detalles de tu prueba, aunque no le pude decir mucho ya que nuestros padres se han encargado de cubrir bien la situación. Estaba muy preocupado, decía que quería venir a verte. Me dijo que… —Madja calló de golpe y un claro arrepentimiento se plasmó en su rostro por haber hablado de más—

    -¿Qué te dijo Diego, Madja? –La presioné con los ojos clavados en ella. Madja suspiró. Sabía que tendría que terminar lo que había comenzado, así que levantó la mirada y clavó sus ojos en los míos—

    -Me dijo que no lo conocías lo suficiente si pensabas que ibas a enfrentarte a esto sola. –En ese momento sentí una energía muy fuerte recorrer mis piernas, no estaba permitida la intervención de nada ni nadie en mi prueba y después de oír lo que le había dicho a Madja, estaba segura que Diego algo traía entre manos, él no era de los chicos que decía algo solamente por decir—

    -¡¿Pero en que está pensando?! Claro que esta prueba la tengo que enfrentar sola, ¿que se le habrá ocurrido para pensar que podría a llegar a ser de otra manera? –Me embargó un nerviosismo, como era posible que Diego planeara…y que Madja lo alentara—Repite cada una de sus palabras. –Le exigí—

    -Bueno, exactamente no me acuerdo. –Vi cómo Saiko estaba literalmente disfrutando de toda la situación, sus ojos viajaban de Madja a mí y regresaban innumerablemente con un atisbo de diversión en ellos. Pero ahora no tenía intención de ocuparme de sus niñerías—

    -¡Madja! –Volví a presionar elevando un tercio el volumen de mi voz—

    -Está bien, esta bien,—bajo la mirada y su voz fue tan suave que apenas pude entenderle cada palabra—fue algo como esto: Nicole no tiene de que preocuparse porque yo voy a estar allí para protegerla.

    Mis nervios se habían incrementado, ¿pero que estaría pensando este necio?, ¿no sabe que no puede intervenir en esto? Madja levantó levemente la mirada para examinar mi rostro, y mi mirada casi desbordada la estaba esperando—

    -Y supongo que tú lograste persuadir tan disparatada idea, ¿verdad Madja? Dime por favor que fuiste capaz de hacerlo entrar en razón. –Mis manos temblaban ante la idea de que Diego estuviera intentando algo para intervenir en mi prueba, no podía pensar siquiera que estuviera pensando arriesgar su vida de esa forma, solo para…para protegerme. Entonces Saiko dio un paso hacia nosotras interponiéndose entre Madja y yo, aunque su rostro estaba dirigido a mí—

    -¿Pero tú crees Nicole que Madja iba a desanimar a Diego a protegerte? —Preguntó Saiko con ironía y Madja le dirigió una mirada cautelosa como pidiéndole, rogándole que callara—, si no hemos hecho nada más que buscar la manera de poder ayudarte… y estar contigo en esto de la prueba. –Mis ojos se entrecerraron entonces sin que fuera consiente de ellos o sin que pudiera siquiera evitarlo, pero Saiko no parecía incomodarse con ello—Nos hemos pasado el fin de semana planeando la manera de no dejarte sola. Pero sobre todo, lo que más se nos ha dificultado es encontrar el modo de burlar a la escolta que nos han asignado, –Ahora el tono denotaba un nivel de enfado—al parecer nuestros padres sospechan que algo tramamos para ayudarte y…

    -¿Ayudarme?, —la interrumpí—¡Pero si saben de sobra que no puede interferir absolutamente nadie en la prueba! –No pude mantener mi voz bajo control, aunque si lo suficiente para no llegar a gritar—en los siglos en que se ha llevado a cabo, nunca han permitido la intervención de terceras personas. –En ese momento cuadré mis hombros para quedar frete a mis dos imprudentes hermanas—Escúchenme muy bien las dos, les exijo que vayan en busca de Diego inmediatamente, y que le expresen mis deseos, no quiero por ningún motivo volver a verlos a ninguno de los tres hasta que toda esta locura haya finalizado. –Sentencié de forma definitiva. Madja y Saiko voltearon a verse por un corto lapso y después sus miradas regresaron a mi—¿Está claro?

    -Pero Nicole…debes de comprender que… no podemos…quedarnos de brazos cruzados. –Dijo Saiko con aire de berrinche cruzando sus brazos sobre su pecho—

    -Saiko tiene razón, —comenzó a decir Madja con voz precavida, pero dulce—siempre hemos estado cuando alguna de nosotras necesita apoyo de cualquier índole y esta vez no será la excepción. –Aseguró Madja. Entonces pude ver que ellas estaban tratando de hacer lo mismo que yo haría si el caso fuese contrario. Suspiré y cerré por un instante los ojos. Sentí el poder del espejo recorrer mi cuerpo en el instante mismo en que bajé la guardia y en ese momento lo agradecí. Lo último que quería era hacer sentir mal a mis hermanas, ellas me amaban tanto como yo a ellas, pero tenía que hacerlas entender que las cosas debían ser como estaban planeadas, sin intervención de ningún tipo. Así había sido desde el principio de los tiempos y yo iba a hacer todo lo posible por qué no cambiara—

    -Por favor, prométanme que no van a interferir… si algo les pasara a cualquiera de ustedes…yo…no podría…no lo resistiría. – Dije con un hilo de voz—Esta prueba tengo que enfrentarla sola y lo saben, así que por favor…

    -¡Eso está fuera de discusión Nicole! –Esta vez fue Madja la que levantó la voz—Saiko, Diego y yo estaremos allí para ti te guste o no, y aunque sea tan terrible este desafió, lo vamos a enfrentar y superar juntos, tal cual lo hemos hecho siempre.

    -Papa se molestaría si llegaran a intervenir… y yo también. –Les advertí—Esto es algo que tengo que enfrentar sola.

    -No nos importa tu molestia, o la de nuestro padre o la del reino entero, no te vamos a dejar enfrentar esto sola. ¡No lo haremos!–Prometió. Noté como sus pupilas se agrandaban cada vez que hablaba y entonces me convencí de que no iba a lograr hacerlas entrar en razón. Tendría que tomar otras medidas—

    -Todavía no puedo entender… ¿Cómo es posible que mi padre arriesgue nuestras vidas así? –La voz de Saiko dejaba claro una gran decepción—Porque tarde que temprano también nosotras llegaremos a la edad suficiente para también tener que enfrentar la dichosa prueba. Se la vive diciéndonos lo mucho que nos quiere y a la primera oportunidad nos expone a un peligro tan eminente que…no lo comprendo. –En ese instante alguien tocó a la puerta de mi alcoba, yo les puse las manos en la boca a mis hermanas para hacerlas callar—

    -Escóndanse en el armario, acuérdense que no deberían estar acá, al menos no el día de hoy. –Empujé a Madja y a Saiko para que no pudieran sorprenderlas—

    -¿Nicole? ¿Ya estas lista? –Preguntó mi madre—

    -No tardo madre, dame cinco minutos más por favor. –supliqué—

    -Será mejor que te apresures, tu padre está empezando a desesperarse. –Advirtió. Vi como Saiko se asomaba a la alcoba y como Madja la jalaba de regreso al vestidor—

    -Sí, madre, no lo haré esperar mucho más. –Le aseguré mientras me acercaba a la puerta para oír los pasos de mi madre alejarse, después me dirigí hacia el vestidor, donde me ayudarían mis hermanas a elegir algo que ponerme—

    Cuando entré al vestidor, vi que en la mesa central había una muda de ropa lista para ser usada, debo decir que Madja siempre se ha distinguido por su buen gusto al vestir, a diferencia de Saiko y yo que éramos menos obsesivas en ese aspecto, cualquier cosa con la nos vistiéramos nos daba exactamente igual.

    -¡Sí que son rápidas! –Saiko se encogió de hombros a la vez que señalaba a Madja—Bueno, necesito que me ayudes con mi cabello Saiko, trénzalo y amárralo fuertemente con el listón, por favor. –Ella me sonrió y después se dirigió a los cajones para sacar algunos cepillos—

    -Madja ¿me ayudarías a vestirme? No debo de perder tiempo, ya oyeron a nuestra madre–Madja también me sonrió —

    -Pensé que no me lo pedirías nunca. –Ambas se pusieron manos a la obra y en un cerrar de ojos habían acabado. Yo me levanté de la silla y me dirigí al espejo de la alcoba para echarme un vistazo. —

    -¿Cómo luzco? ¿Creen que esto es lo apropiado? –Me sentía demasiado arreglada, era el toque de Madja, no sé cómo lo hacía, pero siempre lograba destacar la belleza de todo lo que tocaba—

    -Sí, creo que es lo apropiado, y relativo a como luces, sabes que no necesitas ni preguntarlo, ya que el espejo te puede responder mejor que nosotras. Mírate. –Respondió a la vez que me tomaba del brazo para hacerme girar y quedar frente al magnífico espejo. Era cierto, aun cuando mis mejillas se ruborizaron al constatar las palabras de Saiko no pude negar que así era—

    La verdad es que aun cuando me veía bonita no me sentía con el ánimo de sentirme bonita. Mi blusa era blanca de algodón con un fino encaje a las orillas, las mangas eran largas y esto me vendría de maravilla, sobre todo para protegerme de las largas horas que seguramente estaría expuesta al sol, aunque también era muy fresca y en los costados tenía dos aberturas muy cómodas para facilitarme el movimiento, mi pantalón era un poco ceñido pero hecho de una tela que se ajustaba a cada movimiento. Según Saiko, hacia resaltar algunos de mis rasgos sensuales, como si no me sintiera lo suficientemente incomoda. Madja me puso unas botas de piso pero que subían por mis piernas hasta la altura de las rodillas, mi aspecto era como el de aquella chica que goza de un buen gusto y que además está totalmente preparada para una aventura a campo traviesa.

    -Dices eso porque me quieres demasiado Saiko. –Reclamé sonrojada dando media vuelta para dejar el espejo a mis espaldas—

    -¡Bah! como alguien dijo alguna vez: lo obvio es irrefutable y tu estas preciosa, Nicole, nadie se atrevería de opinar lo contrario. –Respondió y yo le agradecí con una sonrisa, pero en ese momento caí en cuenta de mi muy inconveniente retraso, me imaginé a mi padre esperado por mí y eso me dio la pauta para despedir a mis hermanas—

    -Bueno… les agradezco mucho la ayuda, pero es hora de que se retiren, me espera un día muy largo. –Necesitaba apresurarme e ir al encuentro de mi padre, antes que este mandara a la guardia a traerme personalmente. Saiko bufó, pero ninguna de las dos tomo en cuenta toda mi palabrería anterior—

    -Tienes razón, nos espera un día muy largo. –Corrigió Madja, Saiko asintió en varias ocasiones secundándola. Tuve el impulso de reclamar ante el plural utilizado, pero decidí no seguir perdiendo el tiempo, conocía perfectamente a mis hermanas y sabía que cualquier cosa que les dijera para persuadirlas no daría ningún resultado. Ellas tomaron mi silencio como rendición—Nos veremos entonces durante la prueba, ¿de acuerdo?

    -De acuerdo. –Decidí asentir de una manera muy convincente, no quería que notaran lo que recientemente se había fraguado dentro de mi cabeza, sobre todo porque podrían llegar a descubrir mis silenciosas intenciones—

    Salí de mi recamara con destino al salón real donde me esperaban mis padres para darme las indicaciones que debía seguir para la prueba, y para que me señalara los caminos que necesitaba tomar y hasta donde llegar. Me inquietaban los ojos conocidos que me miraban por los pasillos del castillo como si quisieran hacer algún comentario de apoyo, aunque nadie se atrevía a dirigirme la palabra, mi padre les había ordeñado que no me distrajeran con nada este día, simplemente se limitaban a hacerme una pequeña reverencia con la cabeza a modo de saludo o de darme los buenos días sin proferir palabra alguna. Cuando al fin llegue al salon no me extraño nada que en vez de dos habían tres personas esperándome, aparte de mis padres estaba ahí el rostro que más paz infundía en mí, era el de mi Nana (ella era una segunda madre para nosotras, un ser especial, irradiaba ternura y con frecuencia era nuestra cómplice en travesuras y en las escapadas que nos dábamos para salirnos un poco de la presión y encierro del palacio, era a ella a la que acudíamos si teníamos algún problema o preocupación, de hecho…me extrañó que no me hubiera visitado en mis aposentos como hicieron mis hermanas. Mi Nana era una mujer de la misma edad de mi madre, sin embargo por su acostumbrado arreglo se veía mayor que ella, su cabello era corto y de un color negro noche, en sus manos tenía algunas marcas que el fuego le había proporcionado a la hora de guisar…esa era su pasión, como la de mi madre era la jardinería.

    -Buenos días. –Saludé haciendo una descompuesta reverencia. Noté como la mirada de mis padres se cruzó por un instante y podría jurar que en el rostro de mi madre se asomó por un segundo una casi imperceptible sonrisa. Al parecer estaba más nerviosa de lo que imaginaba y ambos lo habían notado—

    Mi padre, mi madre estaban sentados en sus respectivos tronos, mientras que mi Nana estaba de pie dos escalones delante de ellos. Yo me dirigí hasta los brazos de mi Nana que me esperaban abiertos en su totalidad y al rodearme con ellos me presionaron con más delicadeza de la acostumbrada, sentí como una lagrima rodaba por su mejilla, entonces reí entre dientes al recordar lo llorona que ella era siempre. En cada momento importante de nuestra vida había estado presente y había derramado muchas más lagrimas que cualquiera en el reino. Mi padre a menudo jugaba con ella diciéndole cosas como: Acaso tienes la intención de desbordar los mares o Un día de estos con tanta humedad vas a derretir el palacio. Siempre supimos que la relación de amistad había nacido en primera instancia de mi Nana con mi

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