Veintitrés Cuentos Para Recordar.: Volumen Tres
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elija el orden de lectura; estn ah esperando su comprensin;
no existen si usted no los lee. Estn ah para que los disfrute
y porque no, los sufra. Aydelos a cobrar vida; ellos y este
relator se lo agradecern. Son momentos que me han tocado
vivir. Y si usted se atreve a escribir sus memorias le menciono
como lector que soy: - no est solo, somos muchos los que nos
atrevemos a romper el silencio estridente que nos rodea -. Aqu
encontrar ejemplos que le pueden ayudar a encontrar sus musas,
sus demonios y sus glorias. Espero como lo dije en el primer
volumen, leer sus intentos como espero lea los mos; la vida es
muy corta si no escribimos nuestras vivencias. Espero sus buenas
historias y relatos.
Profr. Fidel Silva Flores
Fidel Silva Flores nació en el año de 1953 en Peñón Blanco, Durango. Estudió en la Ciudad de México para profesor de educación primaria y secundaria en la Escuela Nacional de Maestros, Universidad Pedagógica Nacional y Escuela Normal Superior (Especialidad de Física y Química); Cuenta además con el título de Cirujano Dentista por la Universidad Autónoma de México. El proceso de titulación en la Maestría en Educación con campo en Educación Ambiental, le permite vislumbrar la problemática ambiental recurrente. Actualmente se desempeña como profesor de Ciencias en Física y Química a nivel secundaria.
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Veintitrés Cuentos Para Recordar. - Profr. Fidel Silva Flores
Veintitrés cuentos
para recordar
Volumen Tres
13344.pngProfr. Fidel Silva Flores
Copyright © 2013 por Profr. Fidel Silva Flores.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2013918134
ISBN: Tapa Dura 978-1-4633-6770-1
Tapa Blanda 978-1-4633-6772-5
Libro Electrónico 978-1-4633-6771-8
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
Fecha de revisión: 22/10/2013
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
CUENTOS INEXPLICABLES III
LA NIÑA DE LOS GRANDES OJOS NEGROS
OSTEOSARCOMA
EL NIÑO
FANTASMAS ESCOLARES 2
LA CARA DE NIÑA
LA ARDILLA
HERMANO
LOS FANTASMAS DE MI CASA
CUENTOS ESCOLARES III
EN LA SECUNDARIA
LA MOCHILA
EL HIJO DEL ZAPATERO
EL EXAMEN
LOS DURAZNOS
TRES CUENTOS
POR QUE EN LA ESCUELA NO USAN TELÉFONOS CELULARES
LA ALUMNA DIEZ
REGLA DE CÁLCULO
UN VIEJO PROFESOR DE EDUCACION AMBIENTAL
EL MAESTRO
CUENTOS EXPLICABLES III
EL HERRERO DEL PUEBLO
CÁNCER PULMONAR
EL ALACRÁN Y LA YEGUA
DE LA REVOLUCIÓN
PATERNIDAD
PERFUMES
EL TRAYECTO
PLUS DE PEQUEÑAS HISTORIAS
El alumno parecido
Una confusión
El día en que mamá lloró
La oración
La espada mágica
Los cortadillos
A Lidia, entrañable hermana.
INTRODUCCIÓN
Ayer, a las nueve de la mañana, en un sábado maravilloso, me di cuenta de lo que significa escribir. Es una manera de dar rienda suelta a los sentimientos y emociones. Es la catarsis que nos permite manifestar a los demás y a nosotros mismos, que existimos.
A las nueve de la mañana me preguntó, allá por la Unidad el gran Tona, el por qué siendo un adicto a las computadoras y a la robótica, escribo a mano mis cuentos. Le comenté en ese momento que no es fácil para un migrante informático, escribir en un teclado. La inspiración puede llegar en el momento más inoportuno, por ejemplo a las tres de la mañana; a veces, me da por despertar y hacer un balance o marcar un alto en el camino recorrido; en ese momento se puede presentar una idea y tengo que atraparla en donde sea y que mejor que una hoja de papel, que no por fuerza esté en blanco; las musas son impredecibles, si las dejamos volar fácilmente se pierden en el espacio del olvido. Son muy celosas, si no las cortejamos a tiempo se van para no volver.
Ayer mi hija encontró en mi escritorio, una buena cantidad de servilletas, papel estraza, periódico, en fin, hojas de todos los sabores, olores y colores en donde escribo mis cuentos; la consentida encontró la desorganización al buscar un lápiz que tuviera la punta adecuada; en la madrugada, suele necesitarse de manera urgente para completar la tarea encomendada y que mejor que el escritorio desordenado de ese viejo que vive en casa a quien denominan papá. Asombrada por los signos extraños que mostraban materiales tan disímiles me cuestionó: - como es posible que entiendas esa espantosa letra papá (son rudas las hijas) -. Así es, a mí me cuesta trabajo descifrar esos jeroglíficos, pero es posible hacerlo de manera puntual. Una de las ventajas que tenemos los que estudiamos Ciencias duras (Física y Química) y Odontología, es la capacidad innata de traducir al buen español los signos más ortodoxos de cualquier científico o médico despistados. Nadie dice que sea fácil, pero si se reúnen un par de cerebros con cierto desorden verbal es cuestión de sincronizar estructuras escritas y traducirlas.
Los ancianos (así me consideran mis hijos) tenemos una gran ventaja, recordamos los acontecimientos pasados con una gran claridad. Cerramos los ojos y es posible recordar de manera asombrosa los olores de la madera, de la comida recién preparada hace cien años; aspirar el perfume de esos momentos de ensoñación; repasar esos rostros y vivencias que nos marcaron para siempre. Es maravilloso recordar porque nos permite volver a vivir esa experiencia multicolor pasada con todas sus alegrías y sinsabores. Nada garantiza que recordemos solo las mejores experiencias pero poco a poco nos volvemos duchos en el arte de seleccionar lo conveniente. No tiene caso recordar agravios o buscar venganzas en una vida que está terminando. Por ello al levantarme en la mañana le digo a mí mismo
de la mejor manera posible para que se lo crea: - eres un triunfador muchacho, este es el momento que esperaste para hacer todas aquellas cosas que no tuviste tiempo de realizar, ánimo; adelante, tienes un día más de vida para ser feliz -. Esto no es fácil ya que las arrugas, las bolsas en los ojos, el pelo cano escaso, etc., no permiten reconocer claramente al sujeto que se deleita al observarnos con cara de sorpresa, con esa barriga prominente y esos ojos que no logran enfocar de manera adecuada el rostro patético. Se necesita mucho amor y dedicación para querernos; si realmente, pienso, me observara como soy o como me observan mis cercanos, tal vez no sería capaz de salir de la casa a la que llamo hogar. Por eso son fundamentales la esposa, los hijos y los amigos cercanos; pueden vernos un poco como nosotros nos vemos o como fuimos en el pasado, en donde correr al subir las escaleras o hacer las cosas más inverosímiles de atletas era lo ordinario.
En fin soy diestro en el arte de rememorar el pasado, pero en este momento no soy capaz de recordar en donde dejé el cargador de la computadora; puedo jurar que lo tenía conmigo hace tres minutos:- que duende despistado lo escondió, vaya manera de jugarnos esas bromas recurrentes-. Se ve que no tienen nada que hacer excepto molestar a los viejos gruñones. Esa es una queja y por si no lo notaron va otra. Por qué la ropa se empeña en reducir su talla; se compra la exacta y al poco tiempo se reduce el tamaño de manera acelerada, debería existir una ley que prohíba a esos aditamentos del ser humano hacerlo.
Otro lamento, me dan miedo los médicos; cada vez que nos acercamos a ellos nos dicen que nuestros dientes están maltrechos, los órganos de nuestro cuerpo a punto de expirar y nuestra mente a punto de colapsar; son maravillosos en el arte de quitarnos lo que más nos gusta, parecen disfrutar el momento en el cual sacan una hoja impresa en computadora y en donde complementan todo lo prohibido después que la enfermera nos pesó y midió; esas básculas del demonio están hechizadas, siempre nos aumentan kilos de manera escandalosa. Yo insisto no estoy gordo, simplemente me faltó crecer un poco más: mis escasos 1.80 metros de estatura y mis cercanos 96 kilogramos de peso, se está reduciendo de manera inversa (bajo de estatura e incremento de anchura), al decirle a la brillante enfermera: -para que mide mi cuerpo si ya no voy a incrementar mi talla, sonriendo de manera maliciosa me dice: – estamos midiendo cuanta masa ósea está perdiendo con los años-, al anotar en un papel 1.79 metros le pido rectifique y lo hace; así es en efecto, me estoy encogiendo por la dieta a mata caballos
que estoy padeciendo: el rico cafecito escaso, la carne magra, los panecillos dietéticos, etc. son fundamentales y urge incrementarla de manera proporcional (mínimo al doble) para que no desaparezca en el horizonte. En fin, es una lucha en donde se unen médicos y esposas para matarnos de hambre. Aunque tengo que reconocerlo, mi esposa me quiere vivo y sano para acompañar sus andares, aunque debo confesarlo, a las tres de la mañana, cuando me da por platicar con ella de lo acontecido en el día, se esconda molesta tras las sábanas. Estoy que me muero de hambre a esa hora, pero reconozco mi fuerza de voluntad que me obliga a cerrar la boca e inmovilizar mis pies para no bajar al refrigerador y asaltarlo de manera despiadada.
Ayer en la tarde llegué vencido al hogar, perdimos una batalla escolar en Ciencias; mis alumnos casi reprueban los estándares nacionales, algo terrible nos pasó. No encontramos el camino académico.
Hoy lunes me levanté animoso, me enfundé en mi mejor armadura de tela, mi traje deslavado, mi corbata a la cual corté los hilos que le sobran y la vieja camisa estrecha pero bien planchada, me acompañan al igual que mis viejos zapatos; mi anciana cara indomable sonríe, no obstante que soy más antiguo que mi indumentaria, me digo en voz alta: -ánimo profesor, esos jóvenes nos esperan y no podemos fallarles -.Trabajamos en forma colaborativa con mis alumnos para buscar mejores estrategias educativas; ese promedio de 79 puntos sobre 100, debe ser superado. Todos nos comprometemos de manera entusiasta para lograrlo. Ser profesor no es solo una profesión, es una manera de ser y de vivir.
Muchos relatos tienen