¡Viaje a Jalón!: Conozca Cómo Se Viaja Al Infierno Del Alcoholismo, Y Se Vive En Él, ¡Sin Pagar El Precio!
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Conozca cmo se desarrolla un alcoholismo fuerte y crnico, empezando desde los primeros contactos con l alcohol, pasando por las francachelas supuestamente normales e inocentes, hasta llegar a extremos de locura.
Cmo se sufre y se hace sufrir a los dems, viviendo ese alcoholismo, y cmo se sale de l.
l protagonista hace la narracin en primera persona, sin obviar ni tratar de ocultar nada, con l nico fi n de servir de testimonio viviente, de que hay una esperanza para todos los que estn inmersos en ese, para l, infi erno en plena faz de la tierra.
Pero adems de sembrar esa esperanza, tambin se enva un alerta a todos aquellos que, inconscientemente, inician ese recorrido hacia la desgracia, sin imaginarse siquiera, hasta donde los puede llevar.
Derivado de ese conocimiento, que otorga la lectura del libro, surge l titulo, pues se viaja paulatinamente y se llega a vivir l alcoholismo en toda su intensidad, gracias a la narrativa, sin pagar o sufrir las consecuencias.
Con mis nietos celebrando 15 aos de sobriedad
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¡Viaje a Jalón! - Marco Vinicio Morales García
Copyright © 2010 por Marco Vinicio Morales García.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso: 2010937046
ISBN: Tapa Blanda 978-1-6176-4170-1
ISBN: Libro Electrónico 978-1-6176-4171-8
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
Este Libro fue impreso en los Estados Unidos de América.
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219820
¿QUIEN ES EL?
Quien es capaz de ver mas que esa figura tambaleante,
Más allá de esos ojos desorbitados,
Mas allá de esa angustia reflejada en los mismos,
Mas allá de esa podredumbre evidente en su presencia,
Esa figura es mucho mas que eso,
Es mucho mas de lo que aparenta,
Es alguien con el alma, cuerpo y espíritu destruidos,
Y con la conmiseración hacia si mismo clavada en todo su ser,
Es el incomprendido, aunque señalado,
Es el que ya no quiere ser el,
Es el que muchas veces ya no se soporta ni a si mismo,
Es el que a su pesar le ha perdido el sentido a la existencia,
Es el de la fuerza de voluntad quebrantada aun cuando su ya poca conciencia le recrimina,
Es el del deseo irrealizable de salir de esa inconsciencia,
Es el alcohólico.
Cada coma, cada punto, cada palabra, cada frase, cada oración, cada párrafo, cada página y por ende el libro completo, lleva implícito un mensaje de alerta hacia los peligros, que implica, el inicio en el consumo de alcohol en nuestras vidas, y uno de esperanza, hacia los que las diferentes situaciones vividas durante su existencia, los han llevado a caer en el fangoso e infrahumano mundo del alcoholismo, y que aun, se encuentran hundidos en él, con el pensamiento tan nublado por las consecuencias que ese vivir conlleva, que no confían en que luego de ese infierno exista la luz al final del túnel.
Es objetivo primordial, a través de mi experiencia personal, contribuir, por un lado, a la prevención de una enfermedad, así la considera la Organización Mundial de la Salud, tan insidiosa como progresiva e incurable, no tomar lo de incurable como sinónimo de muerte, aunque algunas veces se dé, y por otro, que se puede detener, palabra o acción que sustituye a incurable, y por lógica, eliminar sus síntomas representados siempre por sufrimientos que llegan al grado de insoportables. Sufrimientos que lamentablemente no son experimentados solo por la persona afectada por la enfermedad, sino arrastran a todos aquellos seres que, de alguna manera, se encuentran ligados a ella por lazos tanto consanguíneos como por diversos motivos de afinidad.
No pretendo hacer una introducción de lo que el lector encontrará en las siguientes páginas, sino hacer entender, a quien me honre con leerlas y que esté pasando por una situación similar, o esté tratando de salir de ella inmerso en una sobriedad obligada pero no plenamente convencido, que a pesar de todo existe un mañana, existe un después, un futuro durante el cual, sin duda, se lamentaran situaciones pasadas pero que con la bendición de Dios y algún programa de ayuda con el cual uno se llegue a sentir identificado, serán moldeables y llevaderas.
Es menester que todo alcohólico tenga la oportunidad de vislumbrar, a través de cualquier medio, que ese, como yo llamo durante la narración, infierno en plena faz de la tierra
, puede tener un final feliz, que existe una salida, lamentablemente no la misma para todos pues a cada uno de los alcohólicos, dependiendo de varios factores, ya sea de personalidad o de espiritualidad, nos ayudará una muletilla
diferente pero seguro que, si la agarramos con fe, esperanza y voluntad plena, nos servirá enormemente para regresar a ser lo que antes éramos. De eso garantizo el éxito, soy un testimonio de ello y como yo muchísimos, lo que no puedo, lamentablemente, es recomendar la receta mágica
que pueda funcionar para todos. Y a llegar a esa compresión es en lo que quiero contribuir con esta apertura de mi alma y corazón, apertura que muchas veces me llevó a sentir mucho dolor, pero si con eso, ayudo a más de alguno, ese dolor se transformará en dicha y satisfacción.
Lo que si recomiendo es tener un deseo firme de dejar esa azarosa vida, que es el primer y más importante paso, rendirnos de corazón ante nuestro Creador y él se encargará de proporcionarnos, esa fórmula secreta, que nos guiará hacia el objetivo deseado, con toda el alma, por el enfermo alcohólico, ¡DEJAR DE BEBER!.
El Autor
¿Qué vas a tomar?
Agua por favor.
Ah, es verdad que vos ya no tomás, ¿Qué tiempo llevás sin chupar?
Pues gracias a Dios voy para dieciséis años.
Y de verdad ¿Ya no te dan ganas, estando cómo estamos, en reuniones donde lo primero es el trago?
Ya no, tomé tanto y fueron tan duras las consecuencias que me tuve que retirar y quizás eso, y la ayuda de Dios, me han quitado la gana que provoca la presencia del licor.
Y es que vos si le dabas duro y te viste malo a causa de las bebederas.
Un poquito, jajaja ¡No!, vaya si no, creo que de no haber sido por la ayuda de Dios y el apoyo de mi familia no sé ni donde estuviera, a lo mejor ya hubiera muerto.
Y es que son los dos factores que en la lucha por la recuperación de un enfermo alcohólico tienen que ver un montón, aparte claro, del deseo que uno tenga de dejar de beber, que es lo principal, dado, entre una infinidad de cosas, a los sufrimientos pasados.
Esta plática, palabras más palabras menos, se desarrollaba en torno a una mesa bellamente adornada de un hotel capitalino y en donde se encontraban distribuidas, adecuada y elegantemente decoradas, sendas botellas de licor y aguas, una hielera con su respectivo producto y una gran cantidad de vasos. ¿El motivo?, una celebración cualquiera y en donde, para variar, el consumo de licor no iba a ser la excepción.
Tómese lo descrito anteriormente cómo una de tantas escenas, clásicas y repetitivas, en la vida social de un enfermo alcohólico en recuperación.
Situaciones a las cuales uno, al principio, les teme y rehúye por el gran sentimiento de vergüenza que provocan pero que con el tiempo, se llegan a aceptar de una manera natural y hasta sirven de terapia y, principalmente, de estimulo para seguir en la lucha por no beber, ya que las gentes que realmente comprenden el problema y sienten aprecio hacia la persona alcohólica, abordada en ese momento, se alegran de la nueva situación y aun más, lo demuestran felicitando y exhortando a seguir adelante.
Para llegar a estas, como ya dije, clásicas escenas, los alcohólicos pasamos por una serie de experiencias a cuales más dolorosas, en mi caso, pasaron un sin número durante varios años, años de los cuales, aproximadamente veinticuatro, estuvieron regidos por el alcohol, catorce en forma continua y diez con crisis esporádicas que traducidas al buen lenguaje del alcoholismo, significaron sufrimiento extremo, y definidas en experiencias personales, fueron humillaciones, vergüenzas, bromas de mal gusto, frustraciones laborales y por ende personales, deterioro físico, etc., que fue lo que me obligó a tomar la decisión de dejar de beber la primera vez y, al mencionar una primera vez, es fácil deducir que hubo recaídas y que esto provoque la separación, en años, que hice anteriormente o bien, en que deba partir en dos las épocas críticas de mi alcoholismo.
Los primeros catorce fueron, no se me ocurre otra cosa para ejemplificarlo mejor, cómo se describe el desarrollo de un producto X
que sale al mercado y que los mercadologos llaman, el Ciclo de Vida de un Producto: 1) Introducción, 2) Crecimiento, 3) Saturación y 4) Declive, y no es ni más ni menos que eso la vida de un enfermo alcohólico.
Al irse adentrando en la lectura de este relato lo irán comprendiendo, los que no están familiarizados con los términos escogidos, pues será fácil de determinar cómo yo me introduje (Primeras borracheras), cómo crecí (Adaptación a grupos de bebedores), cómo me saturé (Tomar donde fuera, con quien fuera, lo que fuera y a la hora que fuera) y finalmente cómo caí (Hospitalizaciones, humillaciones, vergüenzas, etc.) hasta donde jamás lo hubiera imaginado.
Debido a este proceso, cumplido a cabalidad, el producto
(yo) tuvo que ser sacado del mercado
la primera vez, o sea, al cumplirse aproximadamente 14 años de beber.
¿Se imaginan catorce años regidos en todos los órdenes de mi vida por el alcohol?, claro no todos estos de manera incontrolable, como lo conocerán más adelante, pero sí de una forma suficiente para crear en mí una, hablando en términos modernos, programación
de vida en la que no existía nada sin la presencia embrujadora del licor y sus posteriores consecuencias, estas últimas, de tal dramatismo al final de ese período, que debieron ser las que me abrieran los ojos y primordialmente la mente, para que en ese momento la búsqueda incesante de ese efecto embrutecedor, causante de tantos y tantos daños, fuera eliminada para siempre de mi existencia.
Lamentablemente, tras esa primera salida del mercado
, la insidia se mantuvo, algunas veces escondida tras el mismo miedo dejado por las experiencias pasadas pero otras, saltó cual fiera dispuesta a devorar la poca voluntad que, a falta de un pleno convencimiento de mi incapacidad ante el enemigo, aun latía en mi subconsciente.
Esto se refiere a los últimos 10 años identificados con crisis esporádicas, esporádicas ¡Pero qué crisis!, con las consecuencias no igual sino mayormente terribles que, viéndoles algo de positivo, motivaron mi alejamiento, hasta hoy, de la primera copa.
Según opinión de la mayoría de profesionales de la psicología, detrás de un enfermo alcohólico tiene que haber un problema que provoca el consumo de licor y este, a su vez, la enfermedad. Aunque a estas alturas del siglo XXI, ya los estudiosos de la materia determinaron que existe una predisposición física al alcoholismo. De acuerdo. Pero esta tiene que desarrollarse o manifestarse provocada por otros factores, agrego yo, derivado de mi experiencia, por ejemplo: el medio ambiente donde uno se desenvuelva, la falta de objetivos definidos en relación a lo que se pretende hacer en la vida, que equivale a decir, Vivamos cada momento de nuestra vida según se vaya presentando y mejor si es divirtiéndonos
, etc. pero también no soy quien para tratar de desmentir lo que ellos, los profesionales, dicen en base, me imagino, a estudios realizados, sólo porque yo no encuentro por ningún lado, a no ser lo mencionado y algo que mencionaré más adelante, lo que pudo haber motivado mi hundimiento en las turbulentas corrientes del alcoholismo.
Dejaré por un lado lo científico y me concentraré en lo vivido, tanto antes como durante y después de mi larga carrera
alcohólica, que posiblemente, al hacerlo con toda sinceridad pueda contribuir, aunque sea en mínima parte, a la prevención, en algunos, de esta infame enfermedad.
Quizás, de aquí en adelante, les parecerá demasiado repetitiva la palabra carrera
para mencionar todo lo hecho previo a convertirme, en un enfermo alcohólico con todas las de ley pero es que ¿De qué otra manera puede llamársele a un período bastante largo de años, durante los cuales, se vivió de una manera en la que el consumo exagerado de licor fue tan importante, como podría considerársele al estudio o al trabajo, hasta llegar a obtener un, no digamos titulo, pero si el calificativo de alcohólico, como ya dije, con todas las de ley?.
La enfermedad alcohólica es tan compleja que, para irla comprendiendo, se le debe ir comparando con cosas importantes y necesarias en la vida de todo ser humano, porque en eso se convierte el alcohol. Si para el estudiante lo más importante, para sacar su carrera estudiantil, es el estudio, si para un trabajador, dispuesto a hacer carrera laboral en X
entidad, lo más importante es el desempeño responsable de su propio trabajo, en el enfermo alcohólico, hasta para vivir la vida misma, lo más importante es el licor. Y como en tiempo también puede necesitarse la misma cantidad, no encontré otro término que se le asemeje o represente más elocuente y fehacientemente todo el camino recorrido, solo que no disfrutado con cada meta alcanzada, sino sufrido en cada peldaño descendido, por una escalera imaginaria, hacia la perdición.
Todo en la vida tiene un principio y un fin y, se acostumbra mucho a decir que, según sea el primero así será el segundo. Según eduques a un niño así será el adulto. Lo que siembres eso cosecharas, etc. Mucha veces se cumple pero otras no, no sé que es más frecuente, si el sí o el no. En el caso del alcoholismo tan fuerte que desarrollé, reitero, y me lo repito y cuestiono yo mismo infinidad de veces, no sé hasta hoy que pudo haber sido el causante de ese inicio que me llevó a ese final. Y para tratar de irlo encontrando, quizás ahora si lo logre, si no cada quien es libre de pensar o conjeturar lo que quiera, no hay más que empezar a buscar desde el principio, pero no de mi alcoholismo, sino de mi propia vida.
Comenzaré con que dejé el ombligo en un pintoresco municipio del departamento de Guatemala, enclavado entre frondosos bosques y bellas plantaciones de la más diversa variedad de flores, principalmente, en ese tiempo, de claveles, haciendo honor con ello, a su identificación como Tierra de las flores
. Un pueblecito acogedor y poseedor de una solidaridad humana increíble, de calles angostas y limpias que fueron escenario de nuestras travesuras y sanas distracciones infantiles.
Nací en el seno de una familia de clase media y muy conocida dentro de la sociedad en que nos tocó desenvolvernos pero este municipio, entre sus pinceladas pintorescas y lo acogedor que resultaba, también tenía o mejor dicho, aun tiene, el no muy benéfico prestigio de ser uno de los mayores consumidores de alcohol, en toda la república, y por lógica o tradición, mi familia no podía ser la excepción a la regla.
Mis primeros contactos con el alcohol, recuerdo bien, fueron motivados por las fiestas de fin de año que, en esos tiempos, debido a la relación tan estrecha que había entre todos los pobladores, eran verdaderas fiestas de confraternidad y hermandad en las que todos se visitaban entre sí. No sé si aun se mantienen ya que tengo 34 años de residir en la capital. Aun resuenan en mis oídos los discos grabados por las mejores marimbas orquestas de la época, que eran los que amenizaban dichas celebraciones, pero, empiezan los peros, estas reuniones siempre estaban bañadas, aparte de los regalos acostumbrados, por cantidades navegables de licor. No había casa donde no reinara durante toda la temporada, no por gusto es llamada la Vuelta Guadalupe-Reyes
, alusión a las carreras ciclísticas, el dios Baco (dios del licor en la mitología griega) y empezara a hacer de las suyas entre todos los adolescentes, y aun entre los niños, como en mi caso, para volverlos, fieles adoradores
suyos, durante la edad adulta.
Y aquí la primera interrogante, ¿Quién nos inculcó que en las fiestas navideñas tenía que beberse licor a manos, mejor dicho, a bocas llenas?, ¿Quien más si no nuestra sociedad y medioambiente en que crecimos?. ¿Porqué no crecí, aquí personalizo, con la idea y costumbre de ver en esa fiesta su verdadero significado que es la celebración Santa del nacimiento del Redentor del mundo y que, por su misma condición de Santa, debería celebrarse santificadamente?, por supuesto que me refiero a los que nos consideramos creyentes y descendemos de familias ídem. Pero no, era, y sigue siendo, la época en que más se consume licor en la mayoría de hogares.
Resulta que, como dije anteriormente, mi familia no podía ser la excepción dentro de una sociedad en la que todo giraba alrededor del alcohol, no quiero decir con ello que dentro de la misma no hubiera, y no se pusieran en práctica, principios éticos, morales y religiosos, claro que si, y es más, muchas de las personas, mejor dicho la mayoría, que disfrutaron de esa época, no se convirtieron en enfermas alcohólicas.
Digo que todo giraba alrededor del licor pues no había situación, fuera de celebración o de aflicción, en la que no se