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El Juguete rabioso
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El Juguete rabioso

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En la Buenos Aires hostil de principios del siglo XX, Silvio Astier es un joven hijo de inmigrantes que vive en la pobreza, que debe buscar su propio sostén económico y que ama profundamente el conocimiento. Pero la vida no le brinda nada más que fracasos en la mayoría de las cosas que emprende.
Esta obra es quizá la novela más autobiográfica de Roberto Arlt. Con un lenguaje repleto de giros extraños, frases hechas, errores de ortografía e infinidad de registros, finalmente, Arlt recibe el reconocimiento que lo lleva a convertirse en un clásico de la literatura universal.
LanguageEspañol
Release dateNov 1, 2018
ISBN9789874490247
El Juguete rabioso
Author

Roberto Arlt

Roberto Arlt was born in Buenos Aires in 1900, the son of a Prussian immigrant from Poznán, Poland. Brought up in the city's crowded tenement houses - the same tenements which feature in The Seven Madmen - Arlt had a deeply unhappy childhood and left home at the age of sixteen. As a journalist, Arlt described the rich and vivid life of Buenos Aires; as an inventor, he patented a method to prevent ladders in women's stockings. Arlt died suddenly of a heart attack in Buenos Aires in 1942. He was the author of the novels The Mad Toy, The Flamethrowers, Love the Enchanter and several plays.

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    Book preview

    El Juguete rabioso - Roberto Arlt

    Bibliografía

    Estudio preliminar

    El autor

    Su infancia

    Roberto Arlt nace el 26 de abril de 1900 en el barrio porteño de Flores. Fue el segundo de los tres hijos del matrimonio formado por Karl Arlt, un rudo alemán nacido en Posen (hoy Poznan, Polonia), ex militar desertor del ejército prusiano, y Ekatherine Iobstraibitzer, una campesina austríaca oriunda de Trieste, nacida durante el Imperio austrohúngaro. El escritor nace en el seno de una familia donde se hablaba alemán e italiano, a los que se va incorporando el español de forma lenta y dificultosa. Su padre le hablaba solamente en alemán.

    Mucho se ha dicho sobre su nombre. En diversas oportunidades, el mismo Arlt aportó cierta confusión sobre cuál era su verdadero nombre y su fecha de nacimiento real. Se presentaba como Roberto Godofredo Christophersen Arlt y así aparece en algunas biografías, en las que también suele consignarse como su fecha de nacimiento el 2 o 7 de abril de 1900.

    Su infancia se encuentra marcada por duros problemas económicos y conflictos con su padre, un inmigrante prusiano con una rígida educación quien, al ser humillado por sus superiores en su trabajo, descarga su furia sobre los que estaban a su alrededor, en especial, en su esposa y su hijo. A ello se le suman algunos fracasos escolares. Cursa la escuela primaria hasta tercer grado –otros biógrafos sostienen que logra terminarla. La influencia de su madre lo ayuda tempranamente a despertar su vocación literaria. Ella había leído a los poetas renacentistas Dante Alighieri, Torquato Tasso –de quienes le recitaba poesías–, y también a los escritores románticos. A los ocho años, Arlt vende por cinco pesos, su primer cuento.

    Roberto Arlt

    Sus años de juventud

    En 1916, su padre, después de haber regresado de una prolongada estancia en Misiones, lo obliga a abandonar la casa paterna.

    Fuera de su hogar desde muy joven, debió hacer todo tipo de trabajos para sobrevivir. Sucesivamente, fue pintor de brocha gorda, ayudante en una librería, aprendiz de hojalatero, mecánico, editor de un diario intrascendente, trabajador de puerto, peón en una fábrica de ladrillos y hasta estudiante fracasado de la Escuela de Mecánica de la Armada. Tenía vocación de inventor, de cuyos ensayos el más conocido fue el de unas medias de mujer vulcanizadas.

    En 1918, comienza a trabajar en periodismo, trabajo que hizo durante toda su vida y con el que pudo finalmente sobrevivir. En sus comienzos, esto lo ayuda a relacionarse con los círculos literarios porteños. En ese mismo año, aparece su primer cuento, Jehová, con el que comenzó su carrera de escritor. Luego, vendría Diario de un morfinómano y, en 1919, comienza a escribir su primera novela, El juguete rabioso.

    Periodista y escritor

    En 1920, Arlt deja la capital y se va a Córdoba, donde cumple el servicio militar. Allí, se casa con Carmen Antinucci en 1922. Fue un matrimonio complejo y desdichado. Los padres no le habían hablado de la tuberculosis de su hija, apuran su casamiento, y esto lo predispuso mal ya que sus dos hermanas había fallecido de tuberculosis. Por el mal estado de salud de su esposa, la pareja se muda a un pueblo en la montaña. Arlt trabaja en distintas profesiones, pero fracasa en todas. En 1923, nace Electra Mirta Arlt, la única hija del matrimonio. Al año siguiente, la familia regresa a Buenos Aires.

    En 1924, conoce a Ricardo Güiraldes y trabaja como su secretario, Arlt le lee El juguete rabioso, que había titulado inicialmente como La vida puerca y había sido rechazada por el editor Elías Castelnuovo. Güiraldes lo motiva a publicarla, le parece muy buena, revisa algunas cuestiones de escritura y, en 1926, el mismo año en que se edita su obra Don Segundo Sombra, aparece El juguete rabioso, nombre sugerido por Güiraldes.

    Arlt escribía para los diarios Crítica, en el que era cronista policial, y El Mundo, donde ganó fama con sus Aguafuertes porteñas, unas notas de color sobre la ciudad que le valieron mucho reconocimiento. Según algunos críticos, un popular éxito solo comparable con los folletines del siglo XIX. Evidentemente, encontró temas de modo inagotable, ya que las escribió durante 14 años.

    Esos artículos periodísticos fueron posteriormente reunidos en los libros Aguafuertes porteñas (1933) y Nuevas Aguafuertes porteñas (1960). También, se publicaron las Aguafuertes españolas, que escribió desde España y el norte de África en 1935, como enviado especial de El Mundo. Arlt fue tan reconocido en esta labor que las notas sobre su muerte, hablaban del periodista y no del escritor. La valoración de su producción literaria vino después.

    Las novelas Los siete locos (1929) y Los lanzallamas (1931) ampliaron su indagación en una sociedad injusta y sobre la condición humana. En 1932, aparece su última novela, El amor brujo.

    Dos volúmenes de cuentos, El jorobadito (1933) y El criador de gorilas (1941), muestran su extraordinaria narrativa y contienen la temática del escritor: la búsqueda de la felicidad, la locura, el mal, la pérdida de la fe.

    Como autor teatral ha dejado piezas excelentes: El humillado (1930), 300 millones (1932), Prueba de amor (1932), Saverio el cruel (1936), El fabricante de fantasmas (1936), La isla desierta (1938), África (1938), La fiesta del hierro (1940), El desierto entra en la ciudad (1942). En ellas, Arlt combina el más crudo realismo con elementos de la farsa y el grotesco.

    Raúl Castagnino, en su libro El teatro de Roberto Arlt, refiere las siguientes características del mismo:

    • En el teatro de Arlt, aparece la crítica social, sin ser este un propósito explícito.

    • Hay una tendencia sádico-masoquista en algunos de sus personajes, que gozan en el sufrimiento.

    • El desenlace trágico de sus obras facilita el tránsito de lo particular a lo universal, de lo personalizado a la despersonalización.

    • Simplicidad de los asuntos que se traducen en los hechos reales de sus dramas.

    • Dualidad de planos: sueño/vigilia; realidad/fantasía, donde estas tramas se alternan y complican.

    • Deliberado propósito de no localizar geográficamente las acciones, y tendencia a la universalidad.

    • Empleo constante del recurso de sorpresa, del efectismo de lo imprevisto, –mis impromptus, los denominó–, del choque brusco entre el plano del sueño y el de la realidad.

    En 1940, muere Carmen Antinucci –a pesar de su separación en 1929, Arlt continuaba el vínculo familiar con ella– y el escritor se casa en Uruguay con Elizabeth Mary Shine, uruguaya de origen irlandés, una joven compañera de trabajo. Así, relata ella la muerte de su marido:

    Roberto murió el domingo 26 de julio de 1942 en una pensión de la calle Olazábal. El sábado había ido al Círculo de la Prensa, del cual era socio, para participar de una asamblea y votar las nuevas autoridades. Regresó tarde y me comentó que el Círculo había agregado nuevos servicios médicos de un sanatorio que, por la cantidad de teléfonos que tenía, dijo, debía de ser importante: el Anchorena. Yo estaba embarazada de seis meses y podría tener a mi hijo allí. Efectivamente, mi hijo nació en el Anchorena, el 19 de octubre, pero el padre ya no estaba. Mi hijo se llama Roberto, y me visita día por medio.

    A su muerte, su hija Mirta se hace cargo de su legado, no establece vínculos con la esposa ni con su hermano, y en la lucha por los derechos, se queda con dos tercios de los mismos, mientras su segunda esposa y el hijo menor reciben un tercio. Mirta murió en 2014 a los 91 años, fue una gran investigadora, escritora y docente. En 2002, el Instituto Ibero-Americano Fundación Patrimonio Cultural Prusiano de Berlín adquiere una enorme cantidad de valiosos documentos, entre los que se encuentra el original de la pieza teatral Saverio el cruel. Luego de la muerte de su hija sin descendencia y de Elizabeth Mary Shine, sobrevive Roberto, quien trabajó durante años en una biblioteca barrial y no tuvo hijos.

    Buenos Aires en 1900

    Buenos Aires era una ciudad desbordada de inmigrantes y conventillos, que había crecido enormemente en pocos años. En su mayoría italianos y españoles –en ese orden– y de otros países de Europa, los inmigrantes llegaban al puerto huyendo del hambre y de la miseria que había en sus países. Argentina, que desde mediados del siglo XIX comenzó a recibir extranjeros porque necesitaba mano de obra y mayor población, no elaboró una ley de inmigración justa. O en todo caso al comienzo lo fue, pero luego el reparto de tierras para colonos fue quedando en manos de unos pocos, los poderosos de siempre, y quienes llegaban en los barcos se encontraban con que no podían salir de Buenos Aires.

    En 1900, la ciudad era una especie de Babel, en la que se hablaban varias lenguas. Para tener una idea de ello, consideremos que en 1886 había en Argentina cuatro diarios italianos, dos franceses, dos españoles y uno alemán. La gente pobre y los inmigrantes vivían en conventillos e inquilinatos colectivos. Un conventillo puede pensarse como una casa muy grande con varias habitaciones que dan todas a un patio, con una cocina y un baño común en el fondo de la construcción (en algunos casos, no había baño). Cada familia vivía en una habitación y, hombres y mujeres salían a la calle en busca del sustento, con trabajos, por lo general, precarios y mal pagos, y con el que lograban dificultosamente el alimento y la supervivencia del grupo familiar.

    En 1904, un censo realizado en la Capital Federal consigna la existencia de 2462 conventillos, de los cuales el 23% no tenía baños de ninguna clase, el 18% tenía uno solo y el 56% tenía dos. Hacia 1914, alrededor del 61% de la población vivía en conventillos o en casas precarias, solo el 39% restante residía en casas en altura (departamentos) o de material. La clase dirigente no tenía propuestas para mejorar la humilde vida diaria de la mayoría, trabajadores que con su esfuerzo enriquecían el país y los bolsillos de una élite que los despreciaba. Por otra parte, la población aumentaba con rapidez ya que la mayoría de los inmigrantes eran muy jóvenes, y pronto formaban una familia; tenían más de tres o cuatro hijos que luego se casaban muy jóvenes, continuando el ciclo de sus mayores. Un censo realizado, por esa época, informa sobre alrededor de 440.000 habitantes en la ciudad de Buenos Aires; de ellos, 230.000 eran extranjeros recién llegados. Algunos toman el camino del campo y se hacen colonos. Pero la mayoría se queda en la ciudad, que crece en forma desordenada, a impulsos de un sueño de grandeza diseñado prolijamente por los hombres de la generación del 80, con la metáfora optimista del progreso.

    La generación del 80

    Se llama así a un grupo de hombres que fueron los hacedores de un conjunto de hechos políticos, históricos y culturales que sucedieron en el país alrededor de 1880. Desde la caída del gobierno de Rosas, en 1852, el turbulento panorama político inició un largo proceso en cuyo término la primera presidencia del general Roca (1880-1886) impuso el desconocido espectáculo de una gestión presidencial acatada por todas las facciones. Esta estabilidad política se terminó de concretar con la promulgación de la ley que convertía a la ciudad de Buenos Aires en Capital Federal de la República, clausurando así con una figura jurídica, el viejo pleito de provincianos y porteños.

    Roca utilizó el contexto propicio signado por la estabilidad, para poner en pleno funcionamiento el liberalismo económico. Bajo el lema de su gobierno paz y administración se llevaron a cabo una serie de medidas que habían sido pensadas por los proscriptos de Rosas y plasmadas en las Bases de Juan Bautista Alberdi. Entre esas medidas, podemos mencionar: la libertad de comercio, la radicación de capitales extranjeros, la construcción de los ferrocarriles, la incorporación del desierto a las actividades productivas, el acceso de varios centenares de miles de inmigrantes.

    I. ¿Quiénes eran los hombres de la generación del 80?

    eran políticos, escritores, militares, que pertenecían a las familias tradicionales de Buenos Aires. Ellos estaban en el gobierno, frecuentaban los salones y los teatros, y viajaban por Europa. Inteligentes e irónicos, surgen como metáfora de la cultura al final de las guerras civiles y en el comienzo de la oleada inmigratoria. Plantar y aclimatar en América la libertad inglesa, la cultura francesa, la laboriosidad del hombre de Europa y Estados Unidos —había escrito Juan Bautista Alberdi en sus famosas Bases. Traigamos pedazos vivos de ellas en las costumbres de sus habitantes y radiquémoslas aquí. Esta posibilidad atrae e inquieta a la vez a los hombres de esta generación, ya que se sienten únicos herederos del destino del país. Terminada la Conquista del Desierto en 1879, con la capitalización de Buenos Aires en 1880, y con Julio A. Roca en la presidencia de la República, estos hombres tenían asegurado su lugar: Lucio V. Mansilla era militar; Eduardo Wilde, médico y ministro; Miguel Cané (h.), diplomático y legislador; Lucio V. López, jurista y magistrado, y todos eran cronistas de su época, sutiles y, a veces, prejuiciosos observadores de los cambios que se sucedían en el país.

    II. Características del realismo y del naturalismo

    Los escritores y políticos de la generación del 80 pertenecían a las clases altas argentinas, hablaban varios idiomas y viajaban por el mundo. Especialmente, Francia era la mayor atracción para ellos, admirada por su cultura. También, viajaban a Inglaterra, Estados Unidos y otros países. Muchos de ellos cumplieron funciones diplomáticas o estudiaron en dichos lugares, por lo que estaban al tanto de las novedades culturales que luego iban llegando a Argentina.

    Realismo literario

    La segunda mitad del siglo XIX representó para Occidente una época de enormes cambios. Conflictos, luchas sociales, grandes descubrimientos científicos fueron preparando muchos de los acontecimientos que vive el hombre actual. La literatura no fue indiferente a estos cambios. Agotados el subjetivismo romántico, las posturas extremas de sus autores, sus mundos sombríos, desesperados y exóticos, el realismo surgió con la necesidad de escribir sobre lo que ocurría, objetivarlo hasta las máximas posibilidades, atrapar, en fin, las transformaciones que se sucedían como un vértigo ante los ojos de la sociedad. Podemos decir que se pasó de una imaginación romántica desbordada, a la observación y el análisis. Desde lo filosófico, se retomaron ideas que habían surgido en el siglo XVII (racionalismo, positivismo). A su vez, dos teorías científicas transforman la visión del ser humano: el evolucionismo, que sostiene que los seres vivos son el resultado de un proceso evolutivo (Darwin, 1859); y el determinismo, que pretende explicar el comportamiento del ser humano como una consecuencia de la influencia de la herencia y del entorno (Mendel,

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