La derrota de los pedantes
()
About this ebook
"La derrota de los pedantes" es una sátira contra los vicios de la poesía española: las Musas, ayudadas por los buenos poetas, arrojan del Parnaso a librazo limpio a los malos escritores. Muchas de sus burlas van contra los tópicos y variedades de los poetas de todo tiempo, pero otras muchas se dirigen contra autores concretos que se citan o que, por los datos aducidos, pueden reconocerse fácilmente. La cultura y el gusto artístico de Moratín hacen de la generalidad de sus juicios certeras definiciones, pero claro está que no puede faltar alguna estrecha interpretación propia del gusto de la época y de las ideas literarias del autor; así, por ejemplo, entre los libros que se disparan como «malos» se incluyen las comedias de Cervantes, el «Arte» de Gracián y no pocos poetas barrocos, como Jacinto Polo de Medina, Bocángel, Villamediana y otros varios.
Read more from Leandro Fernández De Moratín
El sí de las niñas Rating: 5 out of 5 stars5/5La comedia nueva Rating: 5 out of 5 stars5/5Viaje a Italia Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsComedias escogidas Rating: 0 out of 5 stars0 ratings
Related to La derrota de los pedantes
Related ebooks
Amaury Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsHistorias de Roma Rating: 4 out of 5 stars4/5El ansia de vagar Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsGusanos Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsHistorias de Nueva York Rating: 5 out of 5 stars5/5Fábulas Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLa trompeta y otros cuentos Rating: 0 out of 5 stars0 ratings4 Años Atrapado en mi Palacio de Pensamiento Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsArte de distinguir a los cursis Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsAllegro Molto. 60 Años de Anécdotas Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLa vida sin armadura Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEn la boca del lobo Rating: 4 out of 5 stars4/5Nannerl, la hermana de Mozart Rating: 0 out of 5 stars0 ratings¡Espabilemos!: Argumentos desde el 15-M Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsMemorias De Una Corchea Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsMusicos En La Ciudad De Mexico: Musicians in Mexico City Rating: 1 out of 5 stars1/5Los papeles postumos del Club pickwick Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLa prudencia en la mujer Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsDiario de un Loco Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsMantua Ciudad del Arte Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsBartleby, el escribiente Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsBarcelona Rating: 0 out of 5 stars0 ratings¡Loca! Juana, reina de Castilla Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsPoeta en Nueva York Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsVirginia Woolf o la ambigüedad de los sentimientos Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLo prohibido Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsNuestra señora de París Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsHistoria cómica de los Estados e Imperios del sol Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLa novia de Lammermoor Rating: 5 out of 5 stars5/5
Classics For You
La Odisea Rating: 4 out of 5 stars4/5El lobo estepario Rating: 4 out of 5 stars4/5El Principito: Traducción original (ilustrado) Edición completa Rating: 5 out of 5 stars5/5Crimen y castigo Rating: 4 out of 5 stars4/5Crítica de la razón pura Rating: 5 out of 5 stars5/5Meditaciones Rating: 4 out of 5 stars4/5Juliette o las prosperiades del vicio Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLos 120 días de Sodoma Rating: 4 out of 5 stars4/5La Divina Comedia Rating: 5 out of 5 stars5/5Poemas de amor Rating: 5 out of 5 stars5/5El Arte de la Guerra - Ilustrado Rating: 4 out of 5 stars4/550 Poemas De Amor Clásicos Que Debes Leer (Golden Deer Classics) Rating: 4 out of 5 stars4/5Introducción al psicoanálisis Rating: 5 out of 5 stars5/5El leon, la bruja y el ropero: The Lion, the Witch and the Wardrobe (Spanish edition) Rating: 5 out of 5 stars5/5Obras Completas Lovecraft Rating: 5 out of 5 stars5/5Libro del desasosiego Rating: 4 out of 5 stars4/5El Arte de la Guerra Rating: 4 out of 5 stars4/5El Corán Rating: 5 out of 5 stars5/5Don Quijote de la Mancha Rating: 5 out of 5 stars5/5EL PARAÍSO PERDIDO - Ilustrado Rating: 4 out of 5 stars4/5La interpretación de los sueños Rating: 4 out of 5 stars4/5El Viejo y El Mar (Spanish Edition) Rating: 4 out of 5 stars4/5La Política Rating: 4 out of 5 stars4/5Psicología Elemental Rating: 4 out of 5 stars4/5El Yo y el Ello Rating: 4 out of 5 stars4/5Orgullo y Prejuicio Rating: 5 out of 5 stars5/5Cumbres Borrascosas Rating: 4 out of 5 stars4/5Las 95 tesis Rating: 5 out of 5 stars5/5El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (ilustrado) Rating: 4 out of 5 stars4/5
Related categories
Reviews for La derrota de los pedantes
0 ratings0 reviews
Book preview
La derrota de los pedantes - Leandro Fernández de Moratín
pedantes
LA DERROTA DE LOS PEDANTES
Leandro Fernández de Moratín
Sátira contra los vicios
de la poesía española
Neminem specialiter meus sermo pulsabit.
Generalis de vitiis disputatio est.
Qui mihi irasci voluerit, prius ipse de se,
quod talis sit, confitebitur.
S. H IERONYM., Epist. ad Nepofianum.
Esta obra no necesita prólogo; por eso no le tiene. Necesitaba notas, pero el autor no ha querido ponérselas.
La derrota de los pedantes
Estábase Apolo durmiendo la siesta a más y mejor en un mullido catre de pluma. Un mosquitero verde le defendía de pelusa y moscas; la alcoba tenebrosa y fresca, el palacio en profundo silencio, y el dios bien comido, mejor bebido y nada cuidadoso. Roncaba, pues, su reluciente majestad, haciendo retumbar las bóvedas; y Mercurio, que se había quedado traspuesto en un chiribitil cercano, dábase a Plutón, por no darse al diablo, viendo que los bufidos de su hermano no le dejaban pegar los ojos.
En esto se ocupaban las referidas deidades, cuando de repente se levantó tal estruendo en los patios, corredores y portalón del palacio que parecía hundirse aquella soberbia máquina. Alterose Mercurio, dio un salto de la cama al suelo, y hubo de perder el juicio hallándose a pie, esto es, sin talares, porque madama Terpsícore, la más juguetona y revoltosa de todas las nueve, había ido poco antes a la cama, pasito a pasito, y se los había quitado por hacerle rabiar. Afligiose sobremanera, y a tientas se puso los gregüescos, la chupa y la camisa; porque es fama que el tal dios no puede dormir en verano si no depone todos los trastos, quedándose a la ligera, como su madre le parió.
Ya que se halló decente el correveidile de los dioses, salió en pernetas con su caduceo en la mano y en la cabeza el acostumbrado sombrerillo. Iba corriendo a averiguar la causa del alboroto; y al atravesar un corredor vio venir un burujón de gente que luego conoció ser de los de casa. Bernardo de Balbuena y el buen Ercilla conducían a Clío desmayada y casi moribunda, el peinado deshecho, el brial roto, y las narices hinchadas y sangrientas.
—¿Qué es esto? —dijo el dios al ver aquel lastimoso espectáculo—; ¿qué es esto?
—¿Qué ha de ser? —respondió Juan de la Cueva, que venía haciendo aire a la desmayada con un cuaderno de minuetes—; ¿qué ha de ser? sino que toda la comarca está en arma, el palacio lleno de enemigos, las musas cual más cual menos estropeadas, y Apolo, nuestro señor, muy a pique de quedar por puertas si duerme cuatro minutos más.
—¿Pero no sabremos?…
—No hay más que saber —añadió Ercilla—, sino buscar a Apolo, darle parte de lo que pasa, y acudir todos a la defensa, sin andarse en aquí me la puse, ni en tú te la tienes, Pedro.
—¡Cáspita —dijo Mercurio—, y en qué lindo día me he venido a comer a esta maldita casa! Bien hacía yo en no querer admitir el convite, por más que mi hermano me molía a recados todos los domingos. Mi padre come mucho mejor que él, y más me gustan dos tragos de néctar que tres pucheros de agua fresca de Aganipe. No, si yo no fuera tonto, no me sucedería esto. ¡Majadero de mí, que podría estar ahora en el Olimpo, mientras mi madrastra duerme la siesta, jugando con Hebe a la pizpirigaña y al salta tú, y no que ahora el diantre sabe lo que me aguarda! ¡Voto va mi fortuna!
Esto decía Mercurio, lleno de indignación; y mientras unos llevaban a acostarse a la triste Clío, y otros buscaban a Esculapio, que estaba herborizando en un tejado húmedo, y otros corrían desatinados, de una parte a otra, él marchó en diligencia a la alcoba de Apolo, que muy ajeno de lo que pasaba, roncaba todavía como un provincial.
Diole un pellizco, y otro, y otro, y ni por ésas podía despertarle; de manera que, irritado de la poltronería, alzó el palitroque de las serpientes y le dio con él tan desmesurado masculillo que a darle otro no lo hubiera contado por gracia el Sr. Timbreo. Desenvolviose de las colchas medio aturdido, y a pocas razones que entre los dos pasaron, los interrumpieron Erato y Polimnia, que entraron en el dormitorio dando alaridos y remesándose los pelos como unas desesperadas.
—¿Qué haces, hermano? —le decían a Apolo—; aprisa, corre, vuela, vete por la puerta de la bodega, que ya las Horas han ensillado y enfrenado a Flegón para que montes en él y escapes. Corre,