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Volver a amar: El matrimonio de sus sueños comienza en el corazón
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Volver a amar: El matrimonio de sus sueños comienza en el corazón

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About this ebook

Volver a amar ha sido pensado, en primer lugar, con la idea de ayudar a las parejas a escudriñar sus corazones, para que puedan aprender a abrirse totalmente y aprovechar la intimidad y la maravilla que el nuevo matrimonio puede traer. En segundo lugar, el contenido de este libro está destinado a ser el recurso indispensable y vital que los pastores y los líderes de iglesias usen para ayudar a las parejas casadas en segundas nupcias a resolver los problemas de sus corazones, antes que se conviertan en un estorbo e impidan que su matrimonio prospere.

The Heart of Remarriage is designed first and foremost to help couples examine their hearts, so that they can learn to open them fully and embrace the intimacy and wonder that remarriage can bring. Second, the content of this book is created to be a much-needed and overdue resource that church leaders and pastors can use to help remarrying couples work through their heart issues before they become heart blockages that keep their marriage from thriving.

Available in English from Regal.
LanguageEspañol
Release dateMay 25, 2012
ISBN9780825484773
Volver a amar: El matrimonio de sus sueños comienza en el corazón
Author

Gary Smalley

Gary Smalley was one of the country’s best-known authors and speakers on family relationships. In addition to writing The Blessing and The Two Sides of Love with John Trent, their book The Language of Love (newly revised and updated) won the Angel Award as the best contribution to family life. His national infomercial, Hidden Keys to Loving Relationships, has been viewed by television audiences all over the world.

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    Volver a amar - Gary Smalley

    3.

    PRIMERA PARTE

    ASUNTOS DEL CORAZÓN

    I

    El nuevo matrimonio comienza en su corazón

    El corazón apacible es vida de la carne.

    PROVERBIOS 14:30

    En nuestros (Dres. Greg y Gary Smalley) años de consejería para parejas y conducción de talleres de trabajo para matrimonios, hemos interactuado con cientos de esposos y esposas que estaban absolutamente convencidos de que nada podría mejorar su matrimonio. Aseguraban haber hecho todos los intentos de componerlo, pero nada les había dado resultado. Ya lo habían intentado todo. Estaban enojados, desesperados, amargados y cansados. Solo querían que todo terminara de una vez.

    ¿Es así cómo se encuentra usted en su nuevo matrimonio o familia ensamblada? ¿Ha estado luchando para sentirse aceptado o amado? ¿Ha perdido la esperanza de lograr una armonía entre su cónyuge y sus hijos, o se siente atrapado en las pérdidas de su pasado, o hundido en el enojo y la amargura por el trato que usted y sus hijos reciben? Tal vez eligió este libro porque está pensando en un nuevo matrimonio o en casarse con alguien que ha estado casado, pero ha escuchado historias de horror y advertencias de que no lo haga. ¿Tiene miedo de lo que puede acarrearle un nuevo matrimonio?

    Nuestros coautores, Dan y Marci Cretsinger, estuvieron a punto de renunciar a su matrimonio, muchas veces; pero como contarán en sus historias personales a lo largo de este libro, cuando pusieron en práctica las verdades que enseñamos, vencieron el enojo, los celos, la amargura y el distanciamiento que estaban destruyendo su matrimonio y familia ensamblada. Actualmente su matrimonio es más fuerte que nunca. ¿Cómo lo lograron? Todo comenzó en sus corazones.

    ¿Qué sucedería si le dijéramos que el amor, la satisfacción y el gozo en su nuevo matrimonio dependen simplemente de un latido del corazón? Bueno, tal vez no sea tan solo un latido, pero lo cierto es que la calidad de su nuevo matrimonio se encuentra totalmente condicionado por el estado de su corazón. Es fácil echarle la culpa a su pareja, a sus hijos o hijastros, o a su ex cónyuge por todos sus problemas; pero la verdad es que la calidad de su vida y de sus relaciones proviene de su propio corazón.

    Esto es clave: si la ventana de su corazón tiene un letrero que dice ABIERTO, quiere decir que usted rebosa de amor. Si las experiencias dolorosas en las relaciones han dado vuelta ese letrero y ahora dice CERRADO, quiere decir que se ha quedado sin reservas de amor. Es así de simple.

    Muchas veces, cuando las parejas se unen en un nuevo matrimonio, piensan que sus corazones están bien abiertos hacia el otro y que siempre será así. En realidad, los letreros en las puertas de su corazón tal vez digan ABIERTO, pero las puertas están cerradas. Cuando su sueño de formar una familia ensamblada perfecta se desmorona rápidamente, la burbuja de la fantasía explota, y siete de cada diez familias ensambladas fracasan.¹

    Contra todo pronóstico, usted puede ser el que concreta ese sueño. Sabemos que puede hacerlo. Si aprende la importancia del estado de su corazón y de cómo abrirlo y protegerlo para que permanezca abierto, su nuevo matrimonio puede durar toda la vida. Una vez que comience a entender el poder de su corazón, puede dotarse de herramientas para aprovechar las emociones dolorosas o conflictivas y aumentar la paz, el gozo y la satisfacción de su nuevo matrimonio. Usted tendrá la capacidad de manejar mejor cada reto que enfrente.

    Su corazón: El centro vital de su verdadero ser

    ¿Por qué es tan importante su corazón? Porque es la parte que nos vincula a un Dios santo y vivo. Hace varios años, (Greg) les pregunté a cientos de parejas casadas que definieran el corazón. Estas son algunas de mis respuestas favoritas:

    El corazón es…

    • Un manantial de vida.

    • Un reflejo del verdadero ser.

    • El epicentro de una persona.

    • El eje profundo de nuestra vida.

    • La parte más íntima de la personalidad humana.

    • Yo.

    • El lugar en el que nos relacionamos con Dios y con los demás.

    • La esencia de quiénes somos.

    • El origen de nuestro verdadero carácter.

    • El centro ejecutivo de la vida humana. El corazón es donde se toman las decisiones y se hacen las elecciones de toda una vida.²

    Esta lista deja bien en claro que casi todos reconocen instintivamente que el corazón es el manantial del cual fluye la verdadera naturaleza de una persona. Las Escrituras hacen varias declaraciones afirmativas acerca del corazón (cursivas añadidas).

    "Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida" (Pr. 4:23 BLA).

    "Porque de la abundancia del corazón habla la boca" (Mt. 12:34).

    "El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas" (Mt. 12:35).

    Pero ¿qué es el corazón? Nuestra definición de corazón favorita es: centro vital del verdadero ser. Otra manera de ver el corazón es a través de la analogía del lugar santísimo. En el tabernáculo del Antiguo Testamento, había un cuarto interno llamado lugar santísimo. Era el lugar especial de la morada de Dios en medio de su pueblo, un lugar al que ninguna persona común y corriente podía entrar. De hecho, cualquiera que entraba al lugar santísimo, excepto el sumo sacerdote, moría. E incluso el sumo sacerdote, el mediador del pueblo elegido por Dios, sólo podía atravesar el velo y entrar una vez al año, un día prescripto para tal motivo, llamado día de expiación. Y para ello, el sumo sacerdote tenía que realizar algunos meticulosos preparativos: lavarse, ponerse una vestimenta especial, quemar incienso para que el humo cubriera sus ojos y no viera directamente a Dios, y ofrecer sangre para la expiación por los pecados.³

    Se dice que el sacerdote hasta se ataba una cuerda al tobillo antes de atravesar el velo, para que pudieran sacar su cuerpo de allí si la ira de Dios caía sobre él a causa de no haber hecho algo correctamente. Así de sagrado y precioso era el lugar santísimo.

    Nuestros corazones son igual de sagrados. Para aquellos que han aceptado a Cristo, nuestros corazones son ahora el lugar de la morada interna del Dios santísimo. Son tan preciosos como el lugar santísimo; sin embargo, muchos de nosotros ignoramos, rechazamos, abandonamos, juzgamos y abusamos de nuestros corazones. Somos negligentes con la parte más valiosa de quiénes somos.

    Puede que se esté preguntando cómo no hemos entendido el mensaje de la importancia del corazón. ¿Por qué no pasamos más tiempo en la iglesia, en la lectura de libros sobre el matrimonio o en conferencias para matrimonios que hablen sobre nuestros corazones? Durante muchos años en los seminarios para matrimonios que hemos conducido, pedimos a los hombres que levantaran las manos si habían crecido en un hogar en el que su padre o un modelo influyente les hubiera enseñado la importancia del cuidado de sus corazones en la vida y las relaciones. Nunca hemos tenido un número mayor al tres por ciento de manos levantadas. Luego les pedimos a las mujeres que levantaran las manos si su madre o un modelo influyente les hubiera enseñado algo acerca de sus corazones y les había mostrado cómo cuidarlo. Y otra vez, nunca levantaron las manos más que un pequeño porcentaje de las mujeres.

    El hecho de que nuestros corazones sean tan importantes parece una verdad muy simple, y es cierto que nos rodean pruebas por todos lados. Sin embargo, de alguna manera, la mayoría de nosotros obviamos este hecho. ¿Qué es lo que sucede? Pienso que John Eldredge, el autor del gran éxito editorial El despertar de los muertos, lo resume bien:

    El enemigo conoce cuán vital es el corazón, aunque nosotros no, y todas sus fuerzas se confabulan para destruirlo. Pues si él puede neutralizar o amortecer el corazón, entonces ha frustrado eficazmente el plan de Dios, que era crear un mundo donde reinara el amor. Si el enemigo anula su corazón, está anulando su vida, que es parte esencial de la historia. Una vez que usted comience a ver con los ojos de su corazón; una vez que empiece a comprender desde lo profundo de su ser que esto es verdad, todo cambiará. La historia de su vida es la historia del extenso y brutal ataque a su corazón por parte de alguien que sabe qué pueden llegar a ser usted y su matrimonio, y les teme.

    Ahora bien, ¿se da cuenta de que lo único que quiere el maligno es mantener su corazón cerrado para con Dios y los demás; especialmente para con su cónyuge? Sin embargo, si usted aprende a abrir la puerta de su corazón y mantenerlo abierto de par en par al amor de Dios, su vida y su nuevo matrimonio pueden cambiar radicalmente.

    El rey Salomón nos da la primera clave que necesitamos para liberar el poder de nuestro corazón. Salomón se conoce universalmente como el hombre más sabio que alguna vez existió. Durante su reinado como rey de Israel, Dios lo bendijo con gran sabiduría y riqueza. Salomón escribió el libro de Proverbios, que contiene cientos de sabios consejos que aún hoy tienen vigencia. Algunos de los proverbios más fascinantes del rey Salomón hablan del corazón. observe Proverbios 14:30: El corazón apacible es vida de la carne o Proverbios 20:5: Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre; mas el hombre entendido lo alcanzará.

    Cuando el hombre más sabio de la tierra le dice que algo le dará vida, o le ordena hacer algo por sobre todas las cosas, esas palabras probablemente sean principios a los que usted debería prestar mucha atención. Pero ¿por qué Salomón se enfoca tanto en el corazón? ¿Qué tiene que ver el estado del corazón con el nuevo matrimonio? En una sola palabra, todo.

    Para entender a qué se refiere Salomón, necesita entender qué es un manantial. Un manantial es una fuente de agua que nunca termina. Es un recurso de constante suministro de una sustancia que da vida. El rey Salomón está diciendo que nuestro corazón es un suministro interminable de algo extremadamente importante; algo que nos da vida.

    ¿Qué suministra su corazón? Permítanos mostrárselo por medio de una historia acerca de la pequeña niña de Greg en su primer día de jardín de infancia.

    El estado de su corazón

    Nunca olvidaré el primer día de jardín de infancia de mi hija Taylor. Mi esposa Erin y yo estábamos en la esquina de nuestra casa, saludando mientras el autobús escolar partía con nuestra pequeña niña. Erin estaba llorando, y yo tuve que hacer que entrara a la casa antes que los vecinos comenzaran a pensar que le estaba haciendo algo horrible. Al final de su primer día de clases, salí afuera a recibir a Taylor. Estaba parado en el porche de adelante esperando a mi preciosa hijita cuando vi que el autobús se detenía. No veía la hora de que me contara cómo había sido su primer día en el jardín. Cuando finalmente el autobús se detuvo, y todos los niños salieron, me sorprendió lo que vi. ¡Taylor salió del autobús tomada de la mano de un niño! Me quedé con la boca abierta y casi me atraganto. No lo podía creer. Mi pequeña niña estaba tomada de la mano de un niño. ¡Un NIÑO!

    En vez de reaccionar mal, le di a Taylor el beneficio de la duda. Debe de ser un compañero de autobús que el conductor le asignó, razoné.

    Pero mientras los otros niños se dispersaban, Taylor no solo seguía tomada de la mano de este niño, sino que además comenzó a correr por el pasillo hacia mí. De repente mi niñita de cinco años gritó: Hola, papi. Él es Hank. ¡Estamos enamorados y vamos a casarnos!.

    Y con esa buena noticia, pensé que me estaba comenzando a descomponer. Al menos, eso era lo que parecía. Después de recuperar mi compostura, y con la pareja prematuramente prematrimonial parada delante de mí, decidí divertirme un poco con ellos.

    —¿Así que están enamorados?—les pregunté.

    —Sí—dijo Taylor con una afirmación.

    —Y ¿se van a casar?—indagué.

    —Sí—ambos respondieron afirmativamente con sus cabezas.

    —A los cinco años y todo—dije ocultando una sonrisa—. Y ¿dónde van a vivir?

    Me miraron, se miraron y se encogieron de hombros. Taylor llevó a la rastra a Hank hacia un lado del porche para arrimarse y discutir mi pregunta. Apenas podía oír lo que estaban diciendo. Después se dieron vuelta, y Taylor dijo:

    —Papi, si a ti y a mamá no les importa, Hank y yo quisiéramos vivir en la casita Little Tikes [una de esas casitas de plástico para niños] que está en el patio de atrás.

    —Seguro—dije y puse mi mejor cara—. A mamá le gustará tenerte muy cerca. Podremos visitarte cuando lo queramos [como hacen realmente los suegros]. Aunque tendrás un lugar encantador para vivir, necesitarás llevarte algunas cosas. Me gustaría regalarte algo especial. Digamos que será un regalo de inauguración de la casa. ¿Qué cosa necesitan para sobrevivir nuestros fríos inviernos de Missouri?

    Me volvieron a mirar, se miraron uno al otro, se encogieron de hombros y esta vez caminaron juntos hacia un rincón del porche. Mientras los observaba dialogar, me di cuenta de que no era una buena señal que mi propia hija de cinco años y su novio resolvieran los problemas mejor que mi esposa y yo. (Pero ¡este sería tema para otro libro!).

    Cuando terminaron, mi futuro yerno se acercó y dijo:

    —Decidimos que necesitamos tres cosas.

    ¡Vaya!—pensé—. Simplificaron sus vidas a tres cosas.

    —Está bien, dime.

    Hank se mantuvo erguido, me miró a los ojos y dijo:

    —Necesitamos el televisor y el control remoto [al parecer estas dos cosas contaban como una sola], un rollo de papel higiénico y una caja de cereales.

    Mientras pensaba en las peticiones de Hank, me di cuenta de que realmente tenían sentido. Como hombre, yo podría vivir durante meses (bueno, hasta que se agotaran los cereales) con solo esas tres cosas. Así que le hice choque esos cinco y le di la bienvenida a la familia. Durante las siguientes semanas, me sentí un poco extraño al ver cómo mi pequeña niña se relacionaba con Hank. En realidad, era un poco escalofriante ver cómo parecía que estaban siempre juntos, se reían y jugaban.

    Y después pasó lo que tenía que pasar.

    Una tarde regresé a casa del trabajo y encontré a Taylor que lloraba en su habitación. Rápidamente descubrí que Hank había terminado con ella. El compromiso estaba oficialmente disuelto.

    Después de mirar al cielo calladamente y dar gracias, consolé a mi hija. Nunca olvidaré lo que dijo. Mientras mi preciosa Taylor estaba recostada sobre mi brazo, me miró y me aseguró: Papi, lo amaba tanto. [Casi me descompongo otra vez]. Pero me lastimó mucho. ¡Ahora lo odio, y quiero que se muera!. (Por si se lo está preguntando, esa reacción la sacó del lado de la familia de Erin).

    Muchas veces pensé en ese momento y en la pasión con la que Taylor se expresó. No tanto porque tenga temor por mi propia seguridad si ella se enojara conmigo, sino porque es lo mismo que he observado en las parejas adultas.

    ¿No es interesante ver que antes, ese mismo día, Taylor estaba enamorada de Hank (tanto como puede estarlo una niña de cinco años)? Pero una vez que la hirió, dejó de sentir amor. Y no solo eso, sino que quería verlo muerto. ¿Qué pasó en esas doce horas? Lo mismo que les sucede a parejas de todo el mundo cuando tienen problemas matrimoniales y ya no sienten amor uno por el otro: la puerta del corazón de Taylor se cerró de golpe hacia Hank. De hecho, si le pudiera haber cerrado la puerta de un golpe en la cabeza, lo hubiera hecho. Así es. Este es el problema. Un corazón cerrado.

    Corazones cerrados

    En la mayoría de las parejas, los cónyuges suponen que siempre estarán enamorados. Pero aquellas cuyos matrimonios terminan en divorcio se dan cuenta de que sus suposiciones estaban equivocadas. Por desdicha, terriblemente equivocadas. Pocas personas divorciadas se casaron por primera vez con la esperanza de que su matrimonio fuera perfecto, pero seguramente no pensaron que llegaría el momento en el que ya no sentirían amor por su cónyuge. Es como la canción de Righteous Brothers: Has dejado de sentir amor. Se casaron con un corazón abierto y lleno de amor; pero un día, por lo general después de meses o años de sucesos que los endurecieron, la puerta del corazón de uno o de ambos se cerró de un portazo. ¡Zas! De repente, dejaron de sentir amor. Igual que la experiencia de Taylor, las heridas emocionales que experimentaron cortaron su suministro de amor. Sus heridas congestionaron su corazón.

    Puede que haya habido un día en su matrimonio anterior, en el que se dio cuenta de que ya no amaba a su cónyuge. Tal vez fue su primer cónyuge el que pronunció las terribles palabras: Ya no te amo.

    Hay horas, días e incluso años cuando las parejas dejan de sentir amor; sienten que ya no se aman. La dificultad está en la confusión que se produce: ¿Acaso la ausencia de amor significa que algo anda mal en mí? ¿Es mi cónyuge? ¿Puede ser que el problema sea nuestro matrimonio? Tal vez no debimos habernos casado. Quizá no sea mi alma gemela. Tal vez haya otra persona en el mundo que me está buscando, pero ¡ahora no estoy disponible! Parece una locura, ¿verdad?

    En la relación de cada pareja, hay veces (incluso breves lapsos de tiempo) que ninguno de los dos siente amor por el otro. En el caso del nuevo matrimonio, la cuestión es no dejar que esos momentos los convenzan de que han cometido un grave error. Habrá momentos, incluso etapas, en que las emociones no concuerden con las palabras pronunciadas en los votos matrimoniales. Tal vez ahora se sienta así. Todos experimentan soledad y sentimientos de vacío en un momento u otro del matrimonio. En esos tiempos, es necesario que las parejas trabajen conscientemente para volver a sentir amor. De hecho, esta es la pregunta más común que escuchamos de esposos que vienen a vernos para recibir consejería matrimonial: ¿Puede ayudarnos a reavivar nuestro amor? La pregunta puede venir de varias formas y variaciones:

    ¿Es posible despertar en mi corazón el amor por mi esposo?

    ¿Puede ayudarme a volver a sentir amor por mi esposa?

    ¿Cómo puedo restaurar el amor en mi matrimonio?

    ¿No es demasiado tarde para reavivar nuestro amor?

    ¿Cómo puedo sanar y restaurar el amor y la confianza en mi matrimonio?

    ¿Podré volver a amarla alguna vez?

    ¿Es posible redescubrir la pasión que una vez sentíamos el uno por el otro?

    ¿Puede ayudarme a sentir que soy algo más que su compañera de cuarto?

    Finalmente, cada pareja está pidiendo el mismo milagro: ¡Ayúdenos a volver a amar! ¿Y sabe qué? En nuestro trabajo con parejas, cuando escuchamos: Ya no amo a mi cónyuge, hacemos ver que no hemos escuchado nada.

    Es probable que esté pensando: ¿Qué? ¿Cómo puede simplemente dejarlo pasar? ¿No es un problema grave sentir que uno ya no ama a su cónyuge? En realidad, no. No es que ignoremos el hecho de que alguien haya dejado de sentir amor por su esposa o esposo. Sino que sabemos, por experiencia, que están expresando el síntoma, no la raíz del problema. Sabemos que necesitan hacer un cambio de paradigmas (o ver su situación de manera diferente). En vez de hablar de sus sentimientos de amor, o la falta de este, por lo general, les preguntamos algo que realmente los haga pensar. Les preguntamos: ¿De dónde viene el amor?

    Cuando usted ve el amor desde esa perspectiva, los sentimientos pasan a segundo plano. El amor no tiene que ver con química o magia. Los seres humanos no pueden generar amor. La incapacidad de una persona de producir sentimientos de amor por su cónyuge no es una señal de que algo esté mal con alguno de ellos o con el matrimonio. No significa que la pareja sea difícil de amar, que el matrimonio se haya derrumbado o que el cónyuge no sea su alma gemela. (¡En realidad, detestamos ese término!). Es el simple hecho de que el amor no tiene su origen en los seres humanos. Pero muy pocos conocen esta verdad que nos hace libres.


    Corte corazones en papel de colores y en cada uno de ellos escriba un versículo que hable del corazón. Coloque los corazones en el espejo del baño, el monitor de su computadora y en otros lugares visibles de su casa.


    Dios es el autor, creador y generador del amor. El amor viene de Dios, y Dios es amor (véase 1 Jn. 4:7-8). A decir verdad, la única razón por la que podemos amar es porque Él primero nos llenó de su amor (véase 1 Jn. 4:19). La cuestión es que nada del amor del cual hablamos, escribimos y cantamos viene de nosotros mismos. Nosotros no producimos una sola gota de amor. Todo viene de Dios.

    A propósito, es así como funciona el ciclo del amor: cuando abrimos nuestro corazón a Dios, recibimos su amor. Luego, Él llena nuestro corazón abundantemente de su amor (véase Ro. 5:5). Una vez que nuestro corazón está lleno del amor de Dios, entonces podemos abrirlo y dar amor a los demás.

    El ciclo del amor

    El amor de Dios me hace sentir bien, y yo soy un conducto por el cual pasa a otros. Cuando tengo el corazón abierto para con Dios y mi cónyuge, el flujo de amor es abundante y total. El amor de Dios es el suministro interminable que fluye a través de nuestro corazón como un manantial. Es así como podemos vivir el principal mandamiento de "amar a Dios con todo nuestro corazón, toda nuestra alma, toda nuestra mente y todas nuestras fuerzas, y amar a otros como a nosotros mismos" (nuestra paráfrasis de Mr. 12:30-31). La clave es entender que la principal fuente de amor es Dios. No podemos ni siquiera amar a Dios hasta que Él llene nuestro corazón de su amor. La condición para amar a otros es primero experimentar el propio amor de Dios. Observe lo que dice 1 Juan 4:7-19:

    Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.

    En definitiva, cuando las personas dicen que ya no aman a su cónyuge, el problema no es la falta de amor. Dios es amor, y su amor siempre está disponible (un manantial interminable). El amor de Dios es como el aire; nos rodea por todas partes. El amor de Dios fluye a través de nosotros cuando abrimos nuestro corazón. Cuando las parejas piensan que han dejado de sentir amor, damos por hecho que han cerrado la puerta de su corazón. Pero dado que la mayoría de las personas no sabe esto, renuncia a su matrimonio. Esto es lo que hicieron Dan y Marci. Renunciaron a sus primeros matrimonios de más de veinte años y se divorciaron de sus primeros cónyuges para estar el uno con el otro. Pensaron que el amor eran los sentimientos que experimentaron juntos cuando se entendían uno al otro—esa química y esa comunicación abierta.

    Yo era cristiana y había trabajado en el ministerio femenino y en la enseñanza de estudios bíblicos durante años—cuenta Marci—. Pero sentía que estaba atrapada en un matrimonio sin amor ni esperanza. No sabíamos cómo abrir nuestros corazones el uno para con el otro. Nuestra comunicación era solo superficial, porque habíamos levantado paredes emocionales alrededor de nuestros corazones como protección. Estas paredes se debían a años de malentendidos, falta de perdón, pasividad y sarcasmo. Me sentía impotente, y él también, porque no importaba qué intentáramos—consejería, seminarios y libros para matrimonios—, no contábamos con las herramientas adecuadas. Pasamos años viviendo más como compañeros de cuarto que como una pareja casada. Ni siquiera teníamos una relación íntima desde hacía siete años.


    Haga una recopilación de discos (o bájelos a su iPod) de sus canciones de amor favoritas (¡canciones felices, no de fracasos!) y melodías de adoración. Encienda la música mientras prepara la cena, sale a caminar o hace ejercicio.


    En ese momento, el corazón de Marci estaba tan bloqueado y cerrado hacia su esposo que ni siquiera sentía amor, solo frustración y desesperanza. Esta es una situación extremadamente peligrosa para el matrimonio; y es cuando deben ser más conscientes del deseo del maligno de ocasionar destrucción total. De lo que Marci y su esposo no se dieron cuenta es que las personas no son creadoras del amor. Dios es amor. Lo volvemos a afirmar: El amor no proviene de nosotros. Amamos porque Dios nos amó primero. Lamentablemente, Marci y su primer esposo no son los únicos que experimentaron el cierre de su corazón sin la revelación de que se puede volver a abrir. La mayoría de las parejas no lo sabe. Todo lo que usted tiene que hacer es ver las razones para el divorcio que, por lo general, citan las personas:

    • No somos compatibles.

    • Nuestras diferencias nos están matando.

    • Él tuvo una aventura amorosa.

    • Ella tiene demasiadas expectativas irrealistas.

    • Peleamos y discutimos todo el tiempo.

    • No tenemos nada en común.

    • No puedo soportar sus manías.

    • Raras veces tenemos relaciones sexuales.

    • Todo lo que él hace es trabajar.

    • No tenemos dinero.

    • Siento como si estuviera viviendo con un compañero de cuarto.

    • Finalmente encontré a mi alma gemela (y no es mi cónyuge).

    • Sus padres me están volviendo loco.

    Sin duda, estos tipos de circunstancias causan tirantez en el matrimonio, pero sostenemos que estos son problemas secundarios. El verdadero problema es que los corazones se han cerrado uno para con el otro. Vamos a decirlo una vez más: el verdadero problema no es el amor; es el estado del corazón.

    ¿Hay un letrero que dice ABIERTO o CERRADO en la ventana de su corazón?

    Hay un denominador común en los matrimonios de casi todas las parejas heridas con las que hemos trabajado: un corazón cerrado. Un corazón completamente desconectado del corazón del cónyuge. Las personas a menudo usan otras palabras para describir un corazón muerto: distante, indiferente, adormecido, sin vida, insensible, solitario, emocionalmente agotado, duro.

    Es como algo que dijo el Hombre de hojalata en la novela clásica de L. Frank Baum El maravilloso mago de Oz.

    Fue terrible soportar aquello, pero durante el año que permanecí de pie allí tuve tiempo para pensar que la mayor pérdida que había sufrido era la pérdida de

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