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Gente común
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Gente común

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About this ebook

Algunas de las historias más poderosas de la Bibliacobrarán vida para los lectores de hoy mediante estas selecciones inspiradorasde los escritos de Max Lucado.
Max proporciona una mirada irresistible a los momentos más impactantes de lanarrativa bíblica, tomada de sus escritos de más de veinte años. Al final decada capítulo se ofrecen preguntas para guiar el estudio mediante las cuales ellector puede profundizar en las Escrituras.

Se narran historias extraordinarias de lossiguientes personajes: María, Pedro, Mateo, José, Nicodemo, la mujer samaritana,David, Ester, Job, Juan, el joven rico y otros.

LanguageEspañol
PublisherThomas Nelson
Release dateJun 15, 2009
ISBN9781418581541
Gente común
Author

Max Lucado

Since entering the ministry in 1978, Max Lucado has served churches in Miami, Florida; Rio de Janeiro, Brazil; and San Antonio, Texas. He currently serves as the teaching minister of Oak Hills Church in San Antonio. He is the recipient of the 2021 ECPA Pinnacle Award for his outstanding contribution to the publishing industry and society at large. He is America's bestselling inspirational author with more than 150 million products in print. Visit his website at MaxLucado.com Facebook.com/MaxLucado Instagram.com/MaxLucado Twitter.com/MaxLucado Youtube.com/MaxLucadoOfficial The Max Lucado Encouraging Word Podcast

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    Gente común - Max Lucado

    Title page with Thomas Nelson logo

    © 2009 por Grupo Nelson®

    Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América.

    Grupo Nelson, Inc. es una subsidiaria que pertenece completamente

    a Thomas Nelson, Inc.

    Grupo Nelson es una marca registrada de Thomas Nelson, Inc.

    www.gruponelson.com

    Título en inglés: Cast of Characters

    © 2008 por Max Lucado

    Publicado por Thomas Nelson, Inc.

    Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro podrá ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —mecánicos, fotocopias, grabación u otro— excepto por citas breves en revistas impresas, sin la autorización previa por escrito de la editorial.

    A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos se han tomado de la Santa Biblia, Nueva Biblia al Día

    © 2006, 2008 por la Sociedad Bíblica Internacional®.

    Usada con permiso. Todos los derechos reservados mundialmente.

    Las porciones marcadas como RVR1960 son tomadas de

    la Santa Biblia, Versión Reina-Valera 1960

    © 1960 por Sociedades Bíblicas en América Latina,

    © renovado 1988 por Sociedades Bíblicas Unidas.

    Usadas con permiso.

    Diseño de la portada: Design2Go

    Fotografía del autor: Kevin Schlatt

    Adaptación del diseño al español: Grupo Nivel Uno, Inc.

    ISBN: 978-1-60255-267-8

    09 10 11 12 13 BTY 9 8 7 6 5 4 3 2 1

    Información en cuanto a los enlaces externos de este libro electrónico

    Tenga en cuenta que las notas a pie de página de este libro electrónico pueden presentar vínculos a sitios externos como parte de las citas bibliográficas. Estos vínculos no han sido activados por el editor y no puede verificar la exactitud de los enlaces más allá de la fecha de publicación.

    Para Landon Saunders

    Aún estoy alegre por tus palabras y agradecido por tu sonrisa.

    CONTENIDO

    Introducción

    Capítulo 1 José

    La oración de José

    Capítulo 2 Mateo

    Amigo de fracasados

    Capítulo 3 La mujer que lavó los pies de Jesús

    El principio 7.47

    Capítulo 4 Mefiboset

    El privilegio de los indigentes

    Capítulo 5 La mujer samaritana

    Dos lápidas

    Capítulo 6 María, Marta y Lázaro

    Tu lugar en la banda de Dios

    Capítulo 7 Abigaíl

    Comportamiento brutal

    Capítulo 8 El paralítico

    Luces brillantes en las noches oscuras

    Capítulo 9 Juan

    Yo puedo transformar tu tragedia en victoria

    Capítulo 10 Pablo

    Héroes ocultos

    Capítulo 11 Dos criminales

    Te dejaré que escojas

    Capítulo 12 Moisés

    La voz proveniente del balde de limpiar

    Capítulo 13 José

    Cuando te irriten los grillos

    Capítulo 14 David

    Enfrenta a tus gigantes

    Capítulo 15 Ester

    En contacto con el corazón del rey

    Capítulo 16 Job

    Donde el hombre cierra la boca

    Capítulo 17 Nicodemo

    La conversación más famosa de la Biblia

    Capítulo 18 Jairo

    La chispa de la eternidad

    Capítulo 19 El joven dirigente rico

    Los pobres pudientes

    Capítulo 20 Sara, Pedro y Pablo

    El reino del absurdo

    Capítulo 21 Lázaro

    El último testigo

    Capítulo 22 Pedro

    El evangelio de la segunda oportunidad

    Capítulo 23 Conclusión

    Gente común

    Notas

    Fuentes

    Acerca del autor

    INTRODUCCIÓN

    Sentado en la mesita de afuera del café, junto a la tuya, está un joven de veintitantos años, cabello oscuro. Su vestimenta sugiere que es de la clase obrera; sus músculos fornidos y la piel asoleada indican que trabaja a la intemperie. ¿Corta el césped? ¿Carpintería? Tú no quieres quedarte mirándolo… pero él tiene una apariencia diferente. Su tez y rasgos faciales lo identifican como extranjero. Tú no quieres quedarte mirándolo, pero antes de evitarlo, él se da cuenta y sonríe.

    «Soy hebreo».

    «¿Cómodices?» «

    «No eres el primero en preguntarte quién soy yo. Soy hebreo. Solo he estado en Egipto un par de a.

    Tú mueves tu silla en dirección suya y te inclinas hacia adelante. «¿Qué te trajo por aquí?»

    «¿Te puedo decir la versión corta?» Tú asientes con la cabeza y él empieza.

    «Bueno, mi padre engañó a mi tío para que no recibiera su herencia. Por supuesto, mi abuela quería que mi padre estafara a mi tío. Ella era el cerebro de la maquinación. Tío Esaú, se enojó tanto por haber sido engañado que decidió matar a mi padre. Papá escapó con solo lo que tenía puesto encima, su cabeza sobre sus hombros y estaba feliz por ello. Él encontró refugio en la familia de mi tío abuelo. ¿Quizás hayas escuchado de Labán? Por supuesto que no. No hay razón para ello, excepto que él tenía una buena cantidad de ganado allá donde yo vivía. Bueno, papá se enamoró de una de las hijas de él, y sin querer, se casó con otra persona. Labán engañó al engañador. Parece que mi tía era demasiado hogareña para atrapar a un hombre, así que Labán atrapó a uno para ella. Papá al final de cuentas se casó con m Sabes? Ella era su favorita. Pero se demoraba en quedar ­embarazada, así que él tuvo un clan de hijos de otras mujeres, una de las cuales fue la hermana de mi madre, la que parecía hogareña. Para cuando yo nací, la casa estaba repleta de niños. Pero yo era el favorito suyo. Él me daba regalos y atención que los otros jamás recibieron. Eso los volvió celosos como abispas. Me vendieron a los comerciantes de esclavos, y terminé aquí en Egipto. Papá seguro que cree que estoy muerto. Pero no lo estoy. Sin embargo, tengo hambre. ¿Tienes planeado terminarte ese humus?»

    Tú le entregas tu plato y te quedas mirando fijamente mientras él se llevaba la cuchara a la boca hasta terminar con todo lo que tenía y te pregun-tas qué clase de historia podría ser esta. Estafadores sinvergüenzas. Bribones que engañan a traidores. ¿Qué clase de gente es esta? Exactamente la clase que abarca el elenco de personajes de Dios. José y su familia son solo unos cuantos de los incultos y mequetrefes cuyas historias constituyen el mensaje de las Escrituras. Jacob chantajeó a Esaú a instancia de su madre, Rebeca. Tío Labán hizo un cambiazo de luna de miel tan sutil que Jacob no sabía que se había casado con la mujer equivocada hasta la mañana después de haberse hecho los votos y cortado el pastel. José paseándose como orgulloso pavo real, enfureciendo a los propios hermanos que se convirtieron en homóni-mos de las doce tribus de Israel y miembros del árbol genealógico de Jesús. Jesucristo!

    Si uno se trepa a su árbol genealógico encontrará manzanas plagadas de gusanos. Todo eso está expuesto en el primer capítulo del Nuevo Testa-mento. Mateo enumera a cuarenta y dos parientes, todos los cuales tienen un carácter cuestionable. ¿Tienes tiempo para unos cuantos ejemplos?

    Una de sus bisabuelas hizo de prostituta con la esperanza de estafar a Judá (uno de los hermanos de José) para que cumpla su palabra.

    Otra de sus bisabuelas no tuvo que hacer de prostituta. Lo era, y como madam presidía un lugarcito poco pretencioso en la zona roja de Jericó.

    Betsabé era un pilar del periodismo sensacionalista —la mujer hermosa que se estaba bañando ocupó un lugar en las Escrituras gracias al rey David.

    Y David. El matador de gigantes que no pudo acorralar su testoste-rona. El sujeto tenía más esposas que sentido común.

    Su hijo Salomón tenía esposas y dinero; dinero de verdad, esto es.

    ¿Alguna vez ha existido un rey tan rico y tan solo? «Vanidad de vanidades» está grabado en su lápida.

    Los antepasados de Jesús. Una historia tras otra está marcada por el escándalo, tropiezo y la intriga. ¿Quiénesson estas personas?

    Nosotros. Esas son.

    Encontramos nuestras historias en las de ellos. Encontramos nuestra esperanza donde ellos encontraron la suya. En medio de todos ellos... repo-sando por encima de todos ellos... está el héroe de todo: Dios. Hacedor. Moldeador. Salvador de corazones acongojados. Dios. Ofreciendo llama-mientos sublimes, segundas oportunidades y brújulas morales a todos lo que quisieran. A Moisés —quien asesinó; Sansón —quien se salió del camino correcto; Tomás —quien cuestionó a Dios; a Juan el Bautista —quien se vistió como un cavernícola y tuvo una dieta propia de un oso pardo.

    Estas son las personas de la Biblia, rebosando de muchas más agallas y chispa que lo que mucha gente diría. Me encanta leer sus historias. A través de los años he intentado volverlas a contar. Este libro es una colección de algunos de esos esfuerzos. Permítame agradecer a Laura Kendall, Karen Hill y Andrea Lucado por administrar la cosecha. También agradezco a David Moberg y el equipo de Thomas Nelson por sugerir la idea.

    Te ofrecemos estas páginas en base a una maravillosa promesa: si Dios pudo encontrar un lugar para estos personajes... quizás tenga un lugar para nosotros también. Un versículo valioso del libro de Hebreos implica esto mismo.

    Tanto Jesús, que nos santifica, como nosotros, que somos los santificados, tenemos un mismo origen. Por ello, Jesús no se avergüenza de ­llamarnos hermanos, cuando dice: …«Aquí estoy, con los hijos que Dios me ha dado».

    (Hebreos 2.11–13)

    El pasaje tiene la sensación que produce una foto de una reunión familiar. Una colección de tías, tíos, primos y parientes reunidos para celebrar una boda, un picnic veraniego o un feriado. Todos los personajes curiosos de la familia están presentes. Un vagabundo, un borracho, el tío que nunca maduró y la tía que nunca se calla la boca. El primo fichado por la policía y el abuelo con su lenguaje picante. José con su vestimenta egipcia y su padre, Jacob, con sus ojos movedizos. Tío Labán y el rey David. Todos están aquí —incluyendo a Jesús. Él se sienta justo en medio de ellos, sonriendo como el papá orgulloso que es. «Aquí estoy, con los hijos que Dios me ha dado».

    ¿Puedes ver tu rostro en la foto? Espero que sí... estás en ella. Y él orgulloso de ti.

    Capítulo 1

    JOSÉ

    Así fue el nacimiento de Jesucristo. Su madre, María, estaba comprometida con José. Pero antes de la boda, el Espíritu Santo hizo que quedara encinta. José, su novio, como era un hombre recto, quiso romper el compromiso en secreto, para no manchar el buen nombre de la joven. Mientras pensaba en esto se quedó dormido y un ángel se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas casarte con María, porque el hijo que lleva en las entrañas lo concibió ella del Espíritu Santo. María tendrá un hijo y lo llamarán Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». De esta manera se cumplió lo que el Señor había anunciado a través del profeta que dijo: «¡Miren! La virgen concebirá y tendrá un hijo y lo llamarán Emanuel» (que quiere decir «Dios está con nosotros»). Al despertar de aquel sueño, José obedeció las palabras del ángel y se casó con María, aunque no tuvo relaciones sexuales con ella hasta que nació su hijo. Cuando el niño nació, José lo llamó Jesús.

    Mateo 1.18 –25

    LA ORACIÓN DE JOSÉ

    El espacio en blanco entre los versículos de la Biblia es suelo fértil para preguntas. Uno casi no puede leer las Escrituras sin susurrar: «Me pre-gunto…

    «Me pregunto si Eva alguna vez volvió a comer fruta».

    «Me pregunto si Noé dormía bien durante las tormentas».

    «Me pregunto si a Jonás le gustaba el pescado o si Jeremías tenía amigos».

    «¿Evitaría Moiséslas zarzas? ¿Contaba Jesús chistes? ¿Alguna vez habrá intentado Pedro volver a caminar sobre el agua?»

    «¿Alguna mujer habría aceptado casarse con Pablo si él se lo hubiese pedido?»

    La Biblia es un cerco lleno de agujeros por los que podemos espiar sin llegar a ver el cuadro completo. Es un álbum de fotografías que captan los encuentros de las personas con Dios, pero no siempre registran el resulta-do. De modo que nos preguntamos:

    Cuando regresó a su casa la mujer adúltera, ¿qué le dijo a su marido?

    Después de su liberación, ¿a qué se dedicó el endemoniado como medio de vida?

    Después de que la hija de Jairo fue levantada de los muertos, ¿lo lamentó ella alguna vez?

    Agujeros, fotografías y preguntas. Los hallará en cada capítulo acerca de cada persona. Pero ninguna cosa hace surgir tantas preguntas como el nacimiento de Cristo. Los personajes aparecen y desaparecen antes de que podamos preguntarles nada. El mesonero, demasiado ocupado para dar la bienvenida a Dios, ¿supo alguna vez a quién había rechazado? Los pasto-res, ¿alguna vez tararearon la canción que habían cantado los ángeles? Los magos que siguieron la estrella, ¿qué sintieron al adorar a un bebé? Y José, especialmente José. Tengo preguntas para él.

    ¿Alguna vez jugaron a luchar tú y Jesús? ¿Alguna vez te permitió Él ganar?

    ¿Alguna vez levantaste tu vista mientras orabas para descubrir que Jesús te estaba escuchando?

    ¿Cómose dice Jesús en egipcio?

    ¿Quéles sucedió a los magos?

    ¿Quéte sucedió a ti?

    No sabemos lo que le sucedió a José. Su papel en el primer acto es tan fundamental que esperamos verlo durante el resto del drama, pero a excep-ción de una corta escena en Jerusalén con un Jesús de doce años, nunca vuelve a aparecer. El resto de su vida queda liberado a la especulación y a nosotros se nos deja con nuestras preguntas.

    Pero de todas ellas, primero formularía una acerca de Belén. Me gusta-ría saber algo sobre la noche en el pesebre. Puedo imaginarme a José en ese lugar. Pasto iluminado por la luna. Las estrellas que titilan en el cielo. Belén que brilla a lo lejos. Y él caminando afuera del establo.

    ¿En qué estaría pensando mientras nacía Jesús? ¿Qué cosas llenaban su mente mientras María daba a luz? Había hecho todo lo que podía hacer: calentar el agua, preparar un sitio para que María se recostase. Había inten-tado dar a María la mayor comodidad que pudiese lograrse en un establo y luego había salido. Ella había pedido estar a solas y José nunca se ha sentido más solo.

    En esa eternidad que transcurre entre el pedido de su esposa de estar a solas y la llegada de Jesús, ¿en qué pensaba? Caminaba bajo el cielo noctur-no y miraba a las estrellas. ¿Habráorado?

    Por algún motivo no me lo imagino en silencio; veo a José enérgico, dando pasos. Sacudiendo primero la cabeza y después el puño. Esto no es lo que él tenía pensado. Me pregunto lo que decía…

    Esta no era la forma en que yo planeé esto Dios. En absoluto. ¿Mi hijo naciendo en un establo? Así no es como lo había pensado. ¿Una cueva con ovejas, burros, heno y paja? ¿Mi esposa dando a luz con las estrellas como único testigo de su dolor?

    Esto no se parece en absoluto a lo que había imaginado. No, me había imaginado a la familia. Me imaginaba abuelas. Me imaginaba vecinos en grupos fuera de la puerta y amigos a mi lado. Me imaginaba la casa reven-tando con el primer grito del niño. Golpes en la espalda. Risas fuertes. ­Júbilo.

    Así pensé que sería.

    La partera me daría a mi hijo y todo el pueblo aplaudiría. María descan-saría y nosotros celebraríamos. Toda Nazaret celebraría.

    Pero ahora. Mira ahora. Nazaret está a cinco días de distancia. Y noso-tros aquí en una… en un establo de ovejas. ¿Quién celebrará con nosotros? ¿Las ovejas? ¿Los pastores? ¿Las estrellas?

    Esto no está bien. ¿Quéclase de esposo soy? No he provisto una partera para que asista a mi esposa. Ni una cama para que descanse su espalda. Su almohada es una manta de mi burro. Mi casa para ella es un cobertizo de heno y paja.

    El olor es feo, los animales son ruidosos. Hasta yo mismo huelo a pastor.

    ¿Se me olvidó algo? ¿No es así Dios?

    Cuando enviaste al ángel y hablaste del hijo que nacería, no fue esto lo que me imaginé. Pensé en Jerusalén, el templo, los sacerdotes y el pueblo reunido para observar. Una fiesta pública. Un desfile. Por lo menos un ban-quete. Después de todo, ¡este es el Mesías!

    O si no podía nacer en Jerusalén, ¿qué tal en Nazaret? ¿No habría sido mejor Nazaret? Al menos allí tengo mi casa y mi negocio. Aquí ¿qué tengo? Una mula cansada, una pila de leña y una olla de agua tibia. ¡No quería que sucediese de este modo! Así no es como quería que llegase mi hijo.

    ¡Caramba, lo hice otra vez! Lo volví a hacer ¿verdad Padre? No es mi intención hacerlo; sólo que se me olvida. Que Él no es mi hijo… es tuyo.

    El niño es tuyo. La idea es tuya. Perdóname por preguntártelo pero… ¿Es así como entra Dios al mundo? He aceptado la venida del ángel. Pue-do tolerar las preguntas que me hicieron las personas con respecto al ­embarazo. Acepto el viaje a Belén. Pero, ¿Dios por qué un nacimiento en un establo?

    En cualquier momento María dará a luz. No a un niño sino al Mesías. No a una criatura sino a Dios. Eso es lo que dijo el ángel. Eso es lo que cree María. Y Dios, Dios mío, eso es lo que quiero creer. Pero con seguridad puedes comprender; no me resulta fácil. Parece tan… tan… tan… raro.

    No estoy acostumbrado a tanta rareza, Dios. Soy un simple carpintero. Me dedico a lograr que las cosas encajen. Hago que cuadren los bordes. Respeto la línea de la plomada. Mido dos veces antes de cortar. Las sorpre-sas no son amigas de los constructores. Me gusta conocer el plan. Me gusta verlo antes de comenzar.

    Pero en esta ocasión yo no soy el constructor ¿verdad? Esta vez soy sólo un instrumento. Un martillo en tus manos. Un clavo entre tus dedos. Un cincel en tus manos. El proyecto es tuyo no mío.

    Supongo que es necio de mi parte cuestionarte. Perdona mi forcejeo. La confianza no es algo que me venga con facilidad, Dios. Pero nunca dijis-te que sería fácil ¿ verdad?

    Por último Padre. ¿Ese ángel que enviaste? ¿Existe alguna posibilidad de que pudieses enviarme otro? ¿Si no puede ser un ángel, tal vez a una persona? No conozco a nadie por aquí y me vendría

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