La arquitectura y la ciudad
“Los ecuatorianos son seres raros y únicos: duermen tranquilos en medio de crujientes volcanes, viven pobres en medio de incomparables riquezas y se alegran con música triste”.
AlexanderVon Humboldt (Berlín, 1769 - 1859) Naturalista y explorador alemán.
Cuando Humboldt estuvo en Quito, en el año 1802, la ciudad contaba con algo más de 35 000 habitantes y ya se mostró preocupado por los asentamientos humanos en zonas de riesgo. Han transcurrido más de doscientos años desde que el Barón de Humboldt pronunciara tan certera sentencia y no hemos cesado de construir y ocupar los sitios más inverosímiles, donde la técnica y el sentido común nos dicen que es inconveniente levantar algún tipo de estructura, y peor aún, haber expandido las ciudades como lo hemos hecho.
El conocimiento, la información y la investigación sobre los fenómenos naturales, los volcanes, las fallas geológicas, las placas tectónicas y sus efectos, se han ido incrementando en forma acelerada y hoy tenemos muchas certezas sobre cómo funcionan, dónde están localizadas, cómo se mueven y los potenciales daños que pueden causar, pero no tenemos posibilidades ciertas de poder predecir con exactitud cuándo ocurrirán muchos de estos fenómenos naturales, sobre todo en lo que a sismos se refiere.
La ciudad de Quito está ubicada sobre una meseta atravesada por un sinnúmero de quebradas, que descienden la mayor parte del volcán Pichincha, y donde hay zonas lacustres tanto al norte como al sur de la urbe. Una gran falla geológica corre paralela a la meseta central, en el lado oriental, conocida como la falla de Quito, que produce el plegamiento y
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