PADRE PÍO EL ÚLTIMO SANTO
por Adriano Forgione traducción: Helena R. Olmo
Hoy, cuarenta años después de su muerte, el cuerpo del santo de Pietrelcina ha sido exhumado. El venerable Padre Pio (MÁS ALLÁ, 120 y 162), a quien se atribuyen numerosas curaciones milagrosas (antes y después de su muerte) y que siempre ha sido objeto de una sincera devoción popular –en Italia, la difusión de sus estampas supera en número a las de Jesús–, reposaba desde su fallecimiento, el 23 de septiembre de 1968, en el templo de Santa Maria delle Grazie, en San Giovanni Rotondo (Foggia, Italia), donde presentó estigmas por primera vez en 1918. Este santuario se ha convertido en el segundo destino de peregrinación religiosa del mundo, solo superado en visitas por la basílica de la Virgen de Guadalupe en Ciudad de México.
La madrugada del pasado 3 de marzo algunas autoridades religiosas, capitaneadas por el obispo de San Giovanni Rotondo, monseñor Domenico D’Ambrosio, y acompañadas por una comisión médica, procedieron a exhumar el cuerpo del santo en el más absoluto secreto. Sobre los presentes pesaba la prohibición de fotografiar o filmar el cadáver.
Después de quitar la lápida y de abrir el triple ataúd que lo protegía, se procedió a examinar las condiciones del cuerpo. MÁS ALLÁ estaba cerca para recoger algunos detalles que se filtraron de manera inmediata sobre su supuesto estado incorrupto. Pero esa información precipitada ha resultado ser falsa. Fue el propio D’Ambrosio quien sembró la incertidumbre al realizar declaraciones confusas. “El cuerpo se ha conservado bien –declaró entonces el prelado–. Se ve perfectamente la barba. De la parte.
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